AYUDA / MEMORIA: ( :P para gente como yo -.- )

+FICHAS+

Hitomi Kansaki: Joven de 19 años de edad.

Cabello cenizo semi-largo sobre los hombros

Ojos verdes esmeralda

Prometida del rey de Fanelia

Puede tener visiones tanto del pasado como del futuro

Van Fanel: Joven de 20 años de edad.

Cabello negro azabache corto

Ojos rojos rubí

Rey de Fanelia / Riuyin

Dueño de Escaflowne / experto en el uso de la espada y Gaymelef

Leo Siorel Fanel: Joven de 23 años de edad.

Cabello castaño oscuro corto

Ojos dorados

Comandante de las fuerzas de Fanelia / Primo de Van Fanel

Experto en el uso de la espada / arco / Gaymelef de toda clase y tipo

Merle: Joven de " " años de edad ( -.-U disculpen pero no me acuerdo su edad)

Cabello rosado corto

Ojos azules

Ministra de las relaciones de Fanelia

Fácil poder de persuasión / enojo

Sebastián Kreitom: Joven de 20 años de edad

Cabello negro corto

Ojos azabache oscuro

Rey de Során

Experto en uso de la espada / Gaymelef

Nicolás Jeftra: Joven de 22 años de edad

Cabello negro largo

Ojos azul marino oscuro

Comandante de las fuerzas de Során

Espadachín / experto en el uso Gaymelef

Trentón: Hombre de 44 años de edad.

Cabello negro corto con dos mechones plateados a cada lado de su rostro

Ojos violetas amatista

Jefe del concilio de Fanelia

De mente abierta / experto en el uso del arco

Jotar: Hombre de 95 años de edad.

Cabello grisáceo largo, con franjas blancas

Ojos celestes

Integrante del consejo de Fanelia

La mayor sabiduría de Fanelia

Surcan: Hombre de 53 años de edad

Cabello castaño claro hasta los hombros sujeto siempre por una coleta baja.

Ojos naranja claro

Integrante del consejo de Fanelia

Comerciante neto / Decisión firme

BIEEEEEN ^O^ ahora espero que puedan llevar mejor la historia, nos vemos hasta el final del Chap.!! MATTA NE! ^^

...:ESCAFLOWNE:...

Capitulo 8: La historia de una flor.

La loka autora: Light Angel / Angel de luz

Miraba los cuadros a su alrededor pensativamente más para dejar volar su mente sin que lo molestasen a respuestas que terminaban en una sola salida: Saltar la mesa y matarlo a golpes. Pero la tenía que descartar aún en contra de todo su ser pidiéndoselo, él era el rey de toda Fanelia.

Sus ojos rojos se posaron en un cuadro bastante antiguo, un antiguo rey del cual había tenido que aprenderse su relación completa con la familia Fanel... bastante molesto y un soplido salió de sus labios.

Miro toda la mesa encontrando al consejo completo inundado de preguntas, dudas... buscando salidas, soluciones... lo que sea necesario para impedir lo que él ya sabía: Una guerra inmediata donde todas las naciones de Gaea participarían.

Sonrió cuando miro a su derecha, su general, su primo... su mejor amigo tenía una sonrisa de oreja a oreja que prácticamente sería imposible de ocultar, ¿qué felicidad habría sucedido para que él estuviese así? Dryden estaba sentado en la mesa junto a Allen, los reyes invitados de Fanelia podían asistir a las reuniones... en especial cuando esta cargaba con el peso de una guerra. Pero... ¿y su primo por que sonreía?

-Leo- llamo Van en voz baja a su primo.

Leo que había parecido estar volando por las nubes reaccionó y disimuladamente puso su oreja para escuchar: - Dime –

-¿Qué te ha pasado?... por que dudo que estés sonriendo así por lo que en instantes va a suceder-

Él joven de ojos dorados los abrió de par en par preocupado, ¿tanto se notaba?... en fin, suspiro y con una mirada de las que él solo puede formular diciendo claramente "secreto", miro a su primo y negó con el dedo delante de su rostro: - ahora no, pero luego sí. Te contare todo... – No pudo terminar por que al instante las puertas de la habitación de historia faneliana se abrió sin piedad azotándose contra las paredes. En el marco se podía observar a los dos guardias pertenecientes a esta nación sin piedad caídos en el suelo mientras un grupo de jóvenes sonreía al concilio de Fanelia y a su dos integrantes extras.

Sebastián con su mirada siempre fría y divertida dijo suavemente: - Buenos días rey de Fanelia, Van Fanel. – saludo él rey de Során con un dejo de irrespetuosidad y entrando libremente a la habitación junto con sus 5 hombres acompañantes todos portando una armadura gris oscura con pantalones azul oscuro.

Dos de ellos: uno de cabellos largos rojos y ojos negro, y el otro de cabellos negros largos y ojos rojos; gemelos parecían por su gran apariencia similar, ambos se colocaron a cada lado de las puertas cerrándolas y aislando a todos los fanelianos del mundo exterior. Quedaban 4 hombres contando al rey, este de ojos negros se encamino y se sentó en una silla insolente sin preocuparle siquiera la mirada asesina que Van le estaba dirigiendo, si las miradas mataran Sebastián no tendría ni un segundo para poder tomar su ultima bocanada de aire...

Leo: - Buenos días Sebastián Kreitom – saludo con una sonrisa fingida hasta el ultimo milímetro. A la derecha del rey de Során un enemigo natural de él sonreía abiertamente, un joven de cabellos largos negros y ojos azul mar.

Allen no dejaba pasar dato alguno, estaba preocupado pero su posición como general le impedía moverse más de la cuenta. Los últimos dos guardias personales del rey de Során estaba predispuestos alrededor de ellos dos (Sebastián y Nicolás) más atrás para protección del algún ataque, dos jóvenes: cabello castaño oscuro y ojos ámbar, él ultimo poseía unos ojos de color naranja oscuros y una cabellera corta de color rubio, que a la luz se podía apreciar su dorado. Toda la guardia personal cargaba una espada lista para ser desenfundadas.

Sebastián: - Es un gusto volver a esta habitación, donde ustedes mismos me recibieron por primera vez. –

Van: - ...Y de lo que me arrepiento... – susurro muy despacio el rey para que solo su primo pudiera escucharlo. Leo sonrió sinceramente.

Jotar carraspeó para llamar la atención y se levanto aún sosteniendo en su mano su antiguo bastón, uno de madera del árbol sagrado del palacio y una gema agua marina en la parte superior rodeada de extraños caracteres. Miro a los presentes y luego a Sebastián: - ¿A que debemos que haya citado al consejo de Fanelia? – Una pregunta bien hecha que le había hecho ganar un punto en la mente de Van.

Sebastián: - Primero quería agradecerles su hospitalidad – sonrió y luego parándose de su silla dijo con una mirada que había cambiado drásticamente: fría, calculadora e incluso astuta; la siempre presente mirada de él – la segunda razón es para pedirle a la nación de Fanelia una rendición inmediata – Juraban todos haber oído esas palabras, rendirse toda la nación de Fanelia ¿pero que? ¿Acaso estaba loco?

Todos en la sala del concilio guardaron silencio mientras él rey de Során seguía sonriendo como si nada en el mundo lo intimidara. Había pedido como se pide un pan a toda a la nación de Fanelia, ¡osadía!... solo eso significaba.

Van estaba hecho una furia y con esto precisamente no ayudo a calmarse: - ¡MALDITO! Como osas venir hasta aquí y pedir a mi reino rendirse- se había levantado tan rápido que su silla acabo acostada en el suelo y sus manos golpeando fuertemente la madera de la mesa antigua.

Sebastián tronó sus dedos y en segundos los guardias que había, el joven de ojos ámbar y el de ojos naranjas, terminaron alrededor de Van empuñando sus espadas dispuestos a matar con la orden de SU rey. Pero él no hizo gesto alguno, sonrió y siguió hablando: - Pido la rendición debido a que me parece bella Fanelia... no quisiera que sufra daños.

Dryden: - ¿puedo preguntar con que armamento?... digo – sonrió a su estilo- tenemos dos naciones, las dos potencias de Gaea aquí sentando a sus reyes dispuestos a lanzar un ataque y usted, con solo una guardia de 5 hombres... – Leo apenas y aguantaba largar una carcajada, después de todo tenía razón.

Sin embargo el rey de ojos negros no dudo mucho, por que su sonrisa ni siquiera se inmuto: - Usted mismo ha preguntado, algo de lo que yo pensaba aclarar... Mi nación... Mi reino... todo estaba destinado a caer en mis manos, si me lo permiten observen la ventana reyes, generales y consejeros... – detrás de él tres ventanales enormes se levantaban. Todos observaron menos aquellos que por sus venas corría la sangre de Során, y ahí... cuando un chasquido sonó de pronto las nubes ennegrecían y se perfilaba una de las más grandes naves que ellos habían podido ver volar... ¡Era gigantesca!... su armamento se veía desde donde ellos descansaban, su sombra podría cubrir por lo menos la mitad de Fanelia... una obra perfecta que apunto mentalmente Dryden a la charla. Pero como había aparecido desapareció.

Allen: - ¿Qué significa eso? –

Nicolás miro fijamente a sus contrapartes, tanto la Asturiana como la Faneliana: - Eso significa su final como reyes, como dueños de sus reinos. El punto a su historia... sino colaboran claro esta –

Van: - ¡ACASO EXIGES QUE NOS RINDAMOS ASÍ POR QUE SI! – exigió saber, nadie lo destronaría y dejaría a su pueblo a merced de este... de este ser repugnante... nadie.

Sebastián: - shhh, Van no debes exaltarte, estas hablando con el futuro rey de toda Gaea, más respeto. – eso era lo único que Van Fanel soportaría pero con dos espadas en su espalda lo dejo pasar a duras penas – reyes, espere este día para hablar con las dos más importantes potencias... me indignó la falta del rey Chid pero he de comprender que a su corta edad este todavía ocupado... pobre niño – puso una sonrisa melancólica totalmente contrastante a su mirada- pero he de suponer que usted, rey de Asturia lo mantendrá al tanto al finalizar la reunión.

Dryden: - No lo dude –

Sebastián: - Mejor así – tomo un poco de aire y continuó – eso que acaban de ver es nada más que una milésima parte de mi armamento, todo esta estratégicamente preparado para atacar cuando yo así lo desee y mande. Pero... – levanto un dedo – tienes suerte Van de que mis ojos se hallan posado en tu reino, nadie avisa de una guerra... pero yo así lo haré – sonrió astutamente – por que apreció las bellezas de Fanelia, su arte... su arquitectura... su fuerza... su desarrollo... su belleza natural como humana... pero por sobre todo sus mujeres – susurró suavemente y Van podía apreciar con lujo de detalles como la boca de aquel ser frío se movía placenteramente mandándole la clara advertencia de que Hitomi era una de esas bellezas apreciativas. ¡MALDITO! Si osaba ponerle un dedo encima a ella... él lo mataría a sangre fría sin piedad y lentamente... no le importaba el remordimiento de descabezarlo, al contrario juraría disfrutarlo.

Nicolás: - Entonces, reyes de ambas naciones mi rey exige una respuesta inmediata – sentenció.

Surcan por primera vez en toda la reunión se digno levantarse, hablaría: - Ha de disculparme rey de las tierras de Során, pero deseo preguntar ¿A que se debe la exigencia tan repentina de nuestra rendición?-

Sebastián se levanto de la silla en la cual había dejado descansar su cuerpo, se levanto imponente delante de los demás seres humanos y con desprecio dijo: - Una guerra no se gana con tiempo... se gana con fuerza, estrategia, inteligencia y de lo cual mi reino puede enorgullecerse de tener. No me importaba el tiempo por que desde que entre...

Allen: - Has querido tomar las tierras de Fanelia ¿o me equivoco?- miro al rey de ojos negros y él sonrió asintiendo... con esas sonrisa siniestras que helarían la sangre de quien la viera.

Sebastián: - Bien, he dicho lo que tenía que decir. Espero su respuesta Van Fanel. – El joven Riuyin miro a todo su consejo, nadie dijo nada y solo las miradas se cruzaban entre ellos dispuestos a poner toda su confianza en su rey de ojos rojos... la nación contaba con la fuerza de Escaflowne, el linaje de la familia Fanel estaría a salvo en las manos de la joven prometida del rey. Jamás dejarían al reino en manos de él... de aquel ser despreciable de mirada oscura y tenebrosa.

Todos intercambiaron miradas y... la decisión comenzó a salir de los labios de Van: - Sebastián Kreitom toda Fanelia a tomado una decisión con respecto a su pacifica petición... – El ambiente estaba tan tenso que con la más fina navaja se podría haber cortado, la decisión con las miradas se tomo y parecían estar todos de acuerdo: LIBERTAD.

Leo miraba fijamente a su contraparte al igual que Allen, todos contra un Nicolás tranquilo y confiado sediento de sangre... sangre de generales. El consejo con sus mascaras de apariencia inmutable descansaban en sus respectivas sillas...

El sol se filtraba por las ventanas, los vientos de aquel día se podían escuchar en una melodía tan perfecta rozando las hojas de los verdes árboles. Los pájaros entonaban el toque final de esa canción que la madre naturaleza regalaba a los hombres de la tierras de Gaea.

Van Fanel estaba dispuesto a darlo todo por su reino, por sus amigos, por ellos... por ella... por Hitomi. Incluso si su vida era el mínimo precio que debía pagar, la protegería y pondría todo de sí. Ella era su prometida, su futura esposa y la madre de sus hijos... lucharía por ellos... por sus hijos.

Van: - Tome una decisión y he de suponer que todo el consejo me apoya. Fanelia...

-------*--------

Hitomi yacía inmóvil frente al espejo delante observando detenidamente como el tiempo en un mundo tan diferente podía cambiarla, en su rostro florecía la más sincera sonrisa y sus ojos cargaban un brillo tan especial que muy pocos podían decir conocer.

Observo su cuerpo una ultima vez en el espejo, aquel charco de agua transparente delimitado por un marco de madera. Su cuerpo portaba un vestido verde agua, claro y a la vez brillante resaltando su esbelta figura, femenina y elegante.

El vestido era largo hasta los tobillos, ceñido a su cuerpo. Un cinturón dormía en sus caderas marcando un signo de ser toda una mujer, de color blanco y flores perfectas esparcidas sin sentido dándole un toque más bello. Desde el cinturón hasta la parte superior de su cuerpo estaban marcadas dos perfectas tiras blancas pegadas a la tela del vestido que bordaban su pecho.

Él único detalle malo que tenía el vestido es que... dejaba ver más de la cuenta, más de lo que ella quisiera esos "encantos" femeninos que solo las mujeres poseen. No era atrevido como los vestidos de la tierra pero... para ella era un poco vistoso.

No poseía mangas pero jirones de la tela verde agua más oscuras, caían como si se tratara de una cascada y dejaban a tentación sus hombros. Ese vestido la hacía parecer una princesa de antiguos cuentos esperando ser rescatada por su príncipe... un riuyin, uno que ya había llegado a su vida.

-Bien, ahora salgamos de aquí antes de que me vuelva loca- dijo sonriéndole a su reflejo mientras se alejaba del espejo hacía la puerta olvidándose de todo, su cabello suelto voló en el aire durante unos segundos y la puerta se cerró detrás de ella.

La habitación se quedó envuelta en un silencio profundo que claramente llenaría de paz a quien pudiera apreciarlo. Solo las cortinas de la ventana se movían libres como un velo pálido a causa de la luz del astro brillante. Una voz melodiosa se escucho suave...

-Mañana Hitomi... Mañana comenzará tu trabajo como guardiana- susurro una voz dentro de la habitación. El espejo olvidado reflejaba aún la imagen de la muchacha de ojos verdes mirando a la nada con una sonrisa en su rostro, todo era igual salvo que ese reflejo... poseía unas alas plateadas... unas alas magnificas y hermosas.

Así como había aparecido desapareció, como si fuese un reflejo en el agua y una piedra hubiera caído en él... mil ondas y un reflejo desaparecido, eso fue lo que quedó.

En la habitación donde una pequeña mesita, rodeada de sillones cómodos a la vista, descansaba se vio rodeaba de una brisa suave y en ella una pluma plateada descendió hasta quedar dormida sobre esa superficie de madera oscura...

"...Quizás si habría esperanzas..."

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- ...Rechaza su ofrecimiento de rendición, no nos dejaremos inclinar pacíficamente, lucharemos hasta la muerte-

-Que así sea- sonrió malignamente Sebastián, mirándose fijamente con ambos reyes y estos trataron de deducir que es lo que pensaba ese obstáculo de la paz. Uno protegería mientras que él otro atacaría...

Van: - No lo veo de otra forma – sentenció el rey de Fanelia. Sebastián se dio media vuelta con sus guardias aún en sus posiciones, camino orgulloso hasta donde las imponentes puertas se levantaban y vio como sus guardias se inclinaban ante él abriéndoselas en una posición total de sumisión.

Él joven de ojos negros como la noche más oscura se quedo en su sitio sin salir todavía de la sala, con las miradas fijas sobre él y su guaria personal: - Van Fanel, entonces sabes el precio que acabas de firmar –

Van: - Sí – dijo firme y serio, un precio demasiado caro.

Sebastián lo miro de reojo sin moverse de su sitio solo doblando su rostro: - Una guerra... ¿estas dispuesto a pagarlo?- Van asintió – que así sea, cuando los primero rayos del astro dorado se asomen nosotros dejaremos de ser conocidos, dejaremos de ser complacientes e hipócritas. Mostraremos nuestros dientes con el único fin de conseguir lo que queremos... –

Nicolás: - Nos veremos... –

Leo: - Ni lo dudes –

Allen: - En muy poco tiempo -

Van: - Hasta despuntar del astro dorado –

Sebastián siguió caminando y los guardias que habían apresado al rey de Fanelia ahora se movían fríamente hacía su rey, cualquier movimiento y atacarían como si se trataran de fieros lobos.

Todos se marcharon, Sorianos marcharon firmemente a la salida cerrando las puertas detrás de ellos, los últimos ojos que vieron los reyes tanto de Fanelia como de Asturia fueron los de los dos guardias, una mirada roja y otra oscura... así se llego el destino de toda GAEA...

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Hitomi caminaba distraídamente por todo el castillo un poco sonrojada, caminar libremente también le había obligado a sentir las miradas fijamente clavadas en ella de muchos hombros que pasaban a su lado. Guardias habían pasado y seguramente que sino cargara con el titulo de la "prometida del rey" habrían saltado a preguntarle si podrían salir juntos... se sonrojo aún más.

Sus pasos lentamente la llevaron hacía una escalera que conducía hacía abajo... a un lugar muy iluminado. Le llamo la atención e interesada bajo suavemente los escalones como si fuese guiada por alguien más fuerte que ella, camino y sus pasos resonaban en las paredes. De pronto, al llegar al pie de la escalera adornada elegantemente con una alfombra rojo intenso se dio cuenta que delante un pasillo magnifico se levantaba, adornado con un estilo propio del castillo, pero lo que más le llamo la atención fue que las ventanas no tenían vidrios y se mostraban como los cuadros más representativos de la misma belleza natural.

En el primer "ventanal" pudo admirar el jardín más hermoso que haya conocido, tan perfecto, tan brillante, todo tenía un orden y un equilibrio tan pacifico que regocijaba el alma recuperándola de toda pena. El jardín liberaba su propia energía, una de paz.

A la izquierda de este, lo que más le llamo la atención a la joven visionaria fue, un frondoso árbol se levantaba antiguo y orgulloso de su tamaño, sus hojas, sus elegante tronco... si llegará a ser un hombre sería un anciano... con una larga barba blanca y unos ojos profundos que contaran miles, millones de historias fantásticas que habría de seguro presenciado. En el centro la fuente, y las miles de diferentes flores adornaban todo, como si se tratase de pequeños escuchando las historias del abuelo-árbol, moviéndose con la brisa y bailando bajo los rayos cálidos del sol.

Camino lentamente mirando a través de cada "ventanal" las diferentes vistas del jardín, cada una más hermosa que la anterior. De pronto no supo por que sus pasos se apresuraron y camino más rápido de lo que hubiera querido, pronto una entrada al jardín se presento firme en su puesto protegiendo ese recinto sagrado... destinado únicamente a los dioses por tal perfección.

Hitomi dudo un poco si debía o no continuar, dudaba en entrar y temía arruinar tal belleza. Sonrió, formulo una sonrisa en sus labios y se encamino al centro una vez sus ojos se posaron en algo que realmente hizo saltar de gozo su corazón...

En una de las bancas que rodeaban la enorme fuente de cristales azules cayendo en desorden se encontraba sentada una mujer de rubios cabellos sonriendo a una tercera persona, mejor dicho personita por su joven y de seguro corta edad.

Ambas parecían estar metidas en una charla muy alegre por que la joven de ojos esmeraldas podía escuchar claramente risas y unas pocas palabras.

Hitomi se detuvo observando algo que la dejo sorprendida y a la vez alegre... la pequeña era la clara imagen de Milerna. "De seguro así fue ella de pequeña" pensó ella.

Se fue acercando hasta que pudo ver como la reina de Asturia se giraba preguntándose el por que de la distracción de su hija. La pequeña había notado a Hitomi, Milerna se giro y ahí vio detenida sonriéndole abiertamente una joven elegantemente vestida con cabello cenizo esperando su recibimiento.

-¡HITOMI!- El recibimiento no se hizo esperar y la madre corrió a abrazar a su amiga de años, una amiga que se marcho a la luna fantasma hace tanto y ahora volvía para comprometerse con Van. Ella se había olvidado por completo de todo, solo abrazo a Hitomi y sonrió... la joven de esmeraldas ojos había sido la colaboradora en la unión de ella y su maravilloso esposo.

-¡Milerna! Cuanto tiempo sin verte- dijo alegre Hitomi correspondiendo al abrazo de su amiga de ojos celestes. Ella portaba un hermoso vestido amarillo pastel, como si el sol se hubiera mezclado con las nubes y ese hubiera sido su resultado. Era ceñido al cuerpo de la joven reina, largo al igual que el de Hitomi.

Siguieron así un rato olvidando el tiempo de distancia y festejando la llegada de viejas amistades. Sin embargo una pequeña quería ser presentada ante esa visita desconocida.

Milerna: -¡OH! Lo siento hijita- dijo con ese tono tan dulce que solo las madres pueden formar en sus labios... ese tono que solo las creadoras de vida pueden crear. Levanto a su hija en brazos y Hitomi pudo asegurar el parecido entre ambas – Te presento al tesoro más grande de nuestras vidas, mi pequeña Caroline...

Caroline: -¡Mamá! Ya no soy una niña- dijo bufando en reproche por su comentario de pequeña. Hitomi solo pudo reír suavemente apreciando esa escena... tan familiar en su niñez. La niña de ojos celestes portaba un pequeño vestido blanco con un cinturón ancho de color lila oscuro, su cabello atado en una alta coleta con una cinta de igual color al cinturón, a cada lado de su rostro dos mechones largos de un rubio hermoso caían delicadamente... distinción del padre.

Milerna: -Lo lamento Caro- sonrió la madre orgullosa de su hija.

Caroline: -Un placer conocerla señorita... – dijo solemne la pequeña tratando de aparentar más edad de la que ya tenía.

Hitomi: -Hitomi, llámame así-

Caroline: - Esta bien – y con una sonrisa tan inocente – entonces debes llamarme Caro, así lo hacen mis amigos – extendió su mano esperando hacer un trato con ella.

Hitomi: - De acuerdo Caro – sonriendo tomo su mano y un pacto se formo entre ellas.

Milerna: - Se llevarán muy bien las dos – sonrió para luego ir caminando a paso lento hacía los asientos de piedra donde antes estaba sentada – Pero cuéntame ¿cómo has estado Hitomi? – pregunto a su amiga.

Hitomi respiro profundamente el aire a su alrededor, tan puro. Miro a su amiga y se sentó a su lado: - Muy bien –

Milerna rió traviesamente: - Me imagino por que, un compromiso como el tuyo no se celebra todos los días -

Hitomi respiro profundamente, otra vez el sonrojo siempre presente a ponerla más nerviosa: - La verdad... si... –

Milerna que había dejado a su hija correr por el jardín coloco su mano en el hombro de ella y sonriendo en confianza dijo: - No debes ponerte así, pronto será el mejor momento de vuestras vidas, deberías estar brincando por todos lados- le guiño un ojo cuando Hitomi la veía casi riéndose, tan abiertamente honesta. Característico de la reina de Asturia.

Hitomi: - Estoy nerviosa – dijo francamente, no podía mentir.

Milerna miro a su hija: - ¿Sabes que es lo que más valoro en esta vida? – pregunto desinteresadamente.

Hitomi: - He de suponer que tu familia – dijo mirando a esa pequeña rubia correr detrás de una mariposa traviesa.

Milerna sonrió: - Acertaste. Mi familia, una que forme y cada día me brinda desinteresadamente su amor, su protección, su contención, su tranquilidad. Es lo más hermoso –

Hitomi: - Me imagino –

Milerna se giro a ver su amiga: - No deberás imaginarlo por mucho tiempo, en cuanto Van tenga la oportunidad de seguro te planteara la idea de tener una familia, su familia – rió nuevamente al ver a su amigas de ojos esmeraldas enrojecer vergonzosamente.

Hitomi: - Yo... yo... – trataba de decir algo, cualquier cosa, cambiar de tema todo sería bienvenido mientras saliera de esa incomoda posición donde Milerna la poso.

Milerna: - No debes inquietarte Hitomi, es de suponer que en cuanto se cansen bien... tengan planeado formar una familia ¿o me equivoco? - Hitomi la veía sonrojada hasta más no poder pero, pero algo dentro de ella se movió ante las únicas palabras que podría hacer una revolución completa en su ser: "UNA FAMILIA DE ELLA Y VAN" y de pronto sus ojos se posaron en Caroline, la niña corría contenta con la mariposa una que no dejaba que nadie la tocara... verla ahí jugando la obligaba a imaginarse una hija o un hijo de Van y ella... el resultado de la unión de su amor, de sus cuerpos, de sus almas.

Hitomi: - Me gustaría... - Milerna sonrió – tener una familia con él.

Milerna: - ¡Así se habla! Ya veo a o a los pequeños correr por este enorme castillo – dijo soñadoramente la reina de Asturia. Hitomi se quedo en silencio mirando hacía el cielo de Fanelia, ese cielo celestes fusionado con los miles de ponpones blancos llamados nubes.

Algo de pronto llamo su atención, un jalón en su vestido y una sonrisa picara. Bajo sus esmeraldas a la hermosa niña que le ofrecía un pequeño ramo de flores amarillo pastel... casi igual al vestido de Milerna.

Lo miro maravillada por el aroma que poco a poco se filtraba por sus sentidos, dulce.

Caroline sonrió y le extendió el pequeño ramillete que apenas y contenida tres o cuatro de estas flores: - Son para ti, Hitomi. –

Hitomi: - Son bellísimas ¿cómo se llaman? –

Milerna: - C-I-T-R-A-N-I-S – dijo enorgullecida, recuerdos de amor del pasado, materializados en el presente y con prósperos frutos para el futuro. Su futuro y el de su familia.

Hitomi: - Son preciosas ¿segura que quieres dármelas? – pregunto dudosa, la pequeña tal vez querría dárselas a su madre.

Caroline asintió segura de sus palabras: - Para mi nueva amiga de ojos verdes – Hitomi sonrió divertida, y acerco a tomar aquellas flores... de pronto todo oscureció y los sonidos dejaron de escucharse. El mundo cayo en silencio y su alrededor se convirtió en oscuridad...

Hitomi susurraba mirando desesperada a su alrededor: - no... por favor... no otra visión... no otro dolor para mi corazón... ¡BASTA YA DE SUFRIMIENTOS! – grito con todas sus fuerzas cayendo de rodillas y acurrucándose contra su estomago... no quería sufrir alguna visión como la que antes había visto.

Pero de pronto, cuando aquel grito se escapo de sus labios desde sus pies se comenzó a formar la más verde hierva, así hasta perderse en los límites de donde comenzaban a elevarse árboles inmensos, llenos de vitalidad y majestuosidad. Altos que parecieran tocar los cielos oscuros... cielos que resguardaban las nubes grises.

Su cuerpo pronto sintió el agua caer sobre sí, una lluvia ni muy fuerte ni muy piadosa, mojándola por completo, recorriéndola en su totalidad. Su rostro se levanto de entre sus manos que la había protegido y observo su alrededor... un bosque perdiéndose en la lejanía de la oscuridad, quizás era de día o de noche; No sabía, después de todo dicen que la lluvia es la única que puede engañar al padre tiempo, una simple lluvia y el tiempo ser perdía como sus gotas en la tierra.

Miro a su alrededor y pronto se irguió como humana, la tela del vestido se pegaba cada vez más a su cuerpo y sentía como este reaccionaba ante el frío del agua caída del cielo. Miro a todos lados hasta que delante suyo se dibujo una cueva profunda por lo que prometía pero que liberaba un brillo anaranjado.

-¿Qué será?- pregunto Hitomi caminando a duras penas sujetando con sus manos el vestido verde agua. Camino silenciosamente, después de todo no sabía que era lo que la esperaba dentro de esa cueva.

Subió unos pequeños grupos de piedras sin perder su equilibrio aún con la lluvia golpeándola y bañándola completamente... Miro en su interior oculta tras una pila de rocas muy macizas y lo que vio ahí con sus esmeraldas la dejo helada... aún más que el frío que proporcionaba las lagrimas del cielo.

Dentro de ella dos seres de mostraban despreocupadamente sin sentirla, presente ocultándose. Dos seres que poseían alas... unas blancas como las nieves de las montañas, mientras que las otras de un plateado suave como si la mezcla de la plata y la nieve, pudiera hacerse. El primero poseedor era un hombre y la segunda una mujer... una muy familiar para ella, su reflejo de épocas pasadas.

Él estaba sentado en posición indio, con las piernas cruzadas y en una actitud desafiante, como si nada le afectase. Ella caminaba hacía él inclinándose lentamente mirando fijamente su espalda cubierta por las alas... alas ensangrentadas.

Él le ofrecía la espalda a ella pero en el rostro femenino una sonrisa divertida se formaba ¿acaso la insolencia de él no le afectaba? Parecía que no.

Entonces Hitomi pudo oír lo melodiosas voces que ambos poseían...

Ella, su reflejo convertido en carne con los mismos ojos verde esmeralda habló, sonriendo con preocupación: - Te lo repito y te lo repetiré así sean mil veces más para que puedas entender. Sé que no te gusta que te cure, se que no te gusta la ayuda ajena, pero estas lastimado y sino te curo seguirán sangrando tus heridas. Aparte los poderes de curación son mi fuerte – Fue acercándose hacía aquel ángel que rehusaba con su postura de espaldas la ayuda que gentilmente se le ofrecía.

Él miraba la pared de piedras indiferente a su compañera y decidido a no ser débil. Por primera vez susurro: - Sabes mejor que nadie que no sufro por estas heridas menores, insignificantes como es... – Y una mueca de dolor surgió en su rostro, apenas perceptible.

-Lo lamento, no fue mi intención pero... – ella había tomado su hombro para curarlo mientras él seguía con su discurso "no sufro" fallando rotundamente- quería demostrarte que no debes ponerte así, solo quiero curarte.

En la entrada de la cueva, oculta una mujer de cabellos cenizos disfrutaba de las voces tan serenas de cada uno, demostrando el carácter que poseían. La voz de ella era igual a la suya, pero cuando la escucha hablar se imagina el soplo del viento en los árboles, el canto de los pájaros, la magnificencia del agua al caer, la sabiduría de los antiguos árboles... una voz que representaba a la naturaleza y infinita belleza. Pero la de él, se destacaba entre todas, segura como si se tratase del león dispuesto a atacar a su presa y la fuerza de un dragón denotaba en ella. También se escuchaba la precipitación... Ambas voces eran perfectamente la contraparte del otro... como ella y Van.

Ella se inclino un poco más adelante limpiando una de las heridas en su espalda: - Esta es mi ultima advertencia, si dejas de moverte no te dolerá... – busco sus ojos pero solo su cabello se podía observar – entiendes, ¿verdad Yalon?...

Yalon se sonrojo apenas cuando quiso observarla en secreto frustrando sus planes la anterioridad mirada que ella había posado sobre él: - Esta bien, si te hace feliz... hazlo Megan.

Megan sonrió divertida: - Más testarudo no puedes ser –

Yalon: - Hhnn –

Megan: - ¿Te das cuenta?, eres bueno aunque quieras parecer rudo - Extendió su mano abierta sobre una de las heridas, no profundas pero sí frescas y musito unas palabras extrañas... una luz plateada rodeo su mano y la herida se fue cerrando hasta desaparecer – Dolió mucho?...

Yalon con sus respuestas secas dijo: - No... – pero algo lo sorprendió. Megan agarro un pequeño trozo de tela de sus ropas y lo arranco - Que haces?... – Megan no le prestaba atención y ahora tenía en sus manos el trozo de tela, lo extendió alejándose del fuego que crepitaba cerca de ambos cuerpos angelicales.

Ella susurro suavemente: - Agua pura de montaña... – De las manos de Megan surgió una pequeñas gotas que llenaron su mano mojando el pañuelo.

Yalon: - Que piensas hacer? -

Megan: - Esto... – Se acerco a su espalda masculina bien formada y comenzó a limpiarle la sangre que había quedado como recuerdo de heridas pasadas.

Yalon ahora la miraba de reojo, pero con cierto brillo en sus ojos sentimientos antes desconocidos crecían, cobraban vida como el fuego que se encontraba con ellos... "¿qué me pasa?"... pensó confundido.

Megan ya había terminado con su labor curativa, la espalda de él ahora lucía como la primera vez que lo vio... brillante con sus alas blancas imponentes: - Ya esta... – sentencio - espero no haberte hecho mucho daño, no era mi intención.- Yalon no la miraba sino que había vuelto su vista al frente, seguía de espaldas y su mano se escabulló hasta un costado suyo que claramente ella podía ver, aquel ángel de ojos verdes esmeraldas.

Yalon dijo unas palabras murmurándolas tan bajo que no podían ser escuchadas, unos halos de luz se elevaron desde su mano dejando en ella una hermosa flor (n/a: La que le dio la *-* la peque de Caro) y se la extendió a Megan, su rostro se ocultaba entre sus cabellos.

Megan observaba atenta aquel presente que él, aquel ángel frío, le obsequiaba. Una maravilla creado por su propio poder, la tomo entre sus manos rozando las de él y sintiendo un escalofrío recorrerle todo el cuerpo... fue un mutuo sentimiento: - Muchas gracias... es hermosa – dijo sonriéndole.

Yalon tenía una voz suave pero no dejaba de tener su característico tono: - Aun no la he colocado en esta tierra... quería que fuera tuya primero, que respiraras su aroma...

Megan se sonrojo, tratando de esquivar el sentimiento que la comenzaba a envolver miro hacia fuera y dijo: - Ponla cerca del agua... de un lago

Yalon: - Por que? – pregunto sorprendido por tal respuesta.

Megan: - El agua... el lago, será algo que recordaré por siempre como algo bello, como un recuerdo precioso. Cerca de un lago fue cuando dejaste que me acercara a ti, cuando nos convertimos en amigos – Yalon se sonrojo, preguntándose como era posible que recordara algo con tanta simpleza, sencillez... tan característico de ella.

Yalon: - La pondré cerca del agua, donde este elemento de vida este, tu flor...

Megan: - Nuestra flor – le corrigió.

Yalon la miro: - Nuestra flor se encontrará creciendo libremente; donde la lluvia caiga crecerá pero solo estará ahí mientras esta caía del cielo como lagrimas para la tierra – Aun llovía fuera y la joven visionaria que era muda testigo de estos recuerdos, de esta visión solo observaba todo lo que pasaba dentro de la cueva sintiéndose identificada como si se tratase de un vago recuerdo en su mente cobrando vida a cada minuto, admitiendo a cada segundo que ella y el ángel llamado Megan eran una misma persona...

Megan sonrió dentro de la cueva, era divertido estar con Yalon. Una sensación de calidez a inundaba, a cada momento.

Yalon: - Te quiero decir algo Megan... – dijo serio el ángel parándose y mostrando a observadores secretos lo hermosa y blancas que eran sus alas, largas como su cuerpo.

Megan: - Si dime... – Su cara de curiosidad no se podía ocultar, su ingenuidad y curiosidad siempre habían sido cualidades muy especiales en ella. La hacían lucir aún más hermosa. Se paro y ambos estuvieron en la misma posición que cuando estuvieron sentándose.

Yalon de pronto demostró esa impulsividad que poseía, se dio la vuelta en un arranque y abrazo el cuerpo de la ángel que tenía a sus espaldas antes, la abrazo con fuerza como si quisiera evitar que se escapara y se alejara.

Megan se sorprendió ante aquel acto pero sus ojos en lo más profundo mostraban ese sentimiento de alegría inocultable, el rojizo de sus mejillas no podía faltar para completar aquel cuadro tan perfecto.

Respiro profundamente y apoyo suavemente su cabeza en el pecho de Yalon, murmuro desde aquella posición: - ¿Por qué? – necesitaba saberlo, necesitaba que él le dijera la verdad.

Ella sintió como Yalon la alejaba unos centímetros de su cuerpo, pero la mano cálida de él se poso en su mejilla obligándola a levantar su rostro, sus ojos se unieron en una línea visual. Las alas de Yalon se movieron un poco liberando algún rastro de agua que poseyera y cubrió con ellas ambos cuerpos, el de Megan y suyo, aquel día de lluvia.

Yalon sonrió, no debía ser tímido y debía decir algo... un ángel como él, creado para la guerra dispuesto a soportar la más cruel de las muertes... ahora dudaba en como decirle ese sentimiento que apretaba su corazón cada vez que ella le sonreía, ese sentimiento que lo hacía querer arrodillarse ante ella cada vez que le hablaba, aunque sea un mínimo saludo... él era feliz cuando estaba con su compañera alada. Tomo un poco de aire y susurro las palabras más difíciles que un ángel de la guerra podría decir: - ¿El por que?... por que yo te amo... –Megan abrió los ojos de par a par pero él continuo- desde el día en que me mostraste la verdadera luz, desde que supe y me enseñaste que significaba amar... que significaba la palabra amor.

Megan: - Yo... Yalon yo... – Se fue acercando lentamente al rostro de él, cerrando sus ojos y negándole la vista de sus esmeraldas. Susurro segura – Yo también te amo – y lentamente sus labios atraparon los de aquel ángel, de alas blancas, sintiendo como respondía a su beso poco a poco apretando su cuerpo contra el de él. Su beso se fue llenando de pasión poco a poco, dejando de lado el pudor. Se amaban y por aquel día de lluvia dos ángeles se demostraron el sentimiento más mágico entre dos seres... el amor.

Antes fueron ángeles enemigos, hasta hace poco ángeles amigos, pero ahora... ahora amantes...

Hitomi estaba apoyada de espaldas a las rocas que la escondía de ellos, miraba hacía afuera de la cueva y veía caer delante suyo las lagrimas del cielo mojando cada tramo de la tierra, sonrió por tan hermoso recuerdo... se sentía atrapada en él y sabía que aquella visión debía mantenerse solo en su mente... y en la de él.

Miro al cielo pero de golpe algo la invito a mirar hacía el infinito oscuro del bosque... en él se podían observar una mirada fija en ella, en la entrada de la cueva sonriendo maliciosamente. Sus ojos de un negro oscuro se mostraban fríos y casi dispuestos a matar... no casi, estaban completamente listo a matar.

Ese par de ojos la miraban fijamente, pero en segundos desapareció... convirtiéndose en un recuerdo de su mente.

De pronto un llamado la hizo volver a la realidad...

-Hitomi... ¿Estas bien?- pregunto la voz de Milerna a su lado, ella observo delante como Caroline la observaba aún con el ramillete extendido y su mano a medio tomar el obsequio. Se giro y miro a su amiga preocupada.

Hitomi: - Discúlpame Milerna, me quede pensando en lo bellas que son – clavo sus ojos en la pequeña y formo una de las sonrisas más sinceras que tenía – te lo agradezco muchísimo, son hermosas como tu – le dijo volviéndose a sentar derecha y aspirando aquel aroma que en su vida pasada había podido disfrutar.

Milerna cambio su rostro a uno más relajado: - Me preocupaste, pensé que te había pasado algo – dijo sinceramente.

Hitomi: - No debes preocuparte, me quede pensativa –

Caroline: - Entonces... ¿te gustan Hitomi? – pregunto tímida pero esperando una respuesta afirmativa con esos ojos celeste-cielo brillando ansiosamente.

Hitomi asintió: - Son las flores más bellas que haya visto –

Caroline sonrió contenta: - ¡Me alegra mucho! – De pronto por aquel pasillo apareció un cuerpo masculino embestido con una armadura oscura que dejaba en claro que el entrenamiento con espada le sentaban muy bien. Se acerco al grupo de aquellas damas.

-Buenos días hermosas damas- dijo saludándolas con una inclinación- Hitomi, ¿puedes venir conmigo, necesito decirte unas palabras?- dijo suavemente, su voz metalizada no se hacía esperar.

Hitomi lo miro, el rey de Során solicitaba su presencia: - Esta bien – dijo firmemente, una actitud muy digna de la futura reina de Fanelia. Se giro a ver a Milerna – No te preocupes, regreso en segundos ¿me esperas? – La reina de Asturia asintió y su hija no se apartaba de su madre... algo en él no olía bien y ya aquellas damas lo notaron.

Se alejaron un poco de ellas y terminaron en la entrada de piedra del hermoso jardín, Hitomi se apoyo en la pared de piedra que separaba la entrada y uno de los "ventanales".

Sebastián: - Me marcho hoy – sentenció firmemente.

Hitomi lo miro confundida: - ¿por qué?

Sebastián sonrió con malicia: - Por que es hora de que la verdad surja y yo reclame lo que es mío – dijo sensualmente como una serpiente incitando a la lujuria.

Hitomi lo miro sorprendida: - ¡¿QUÉ VERDAD?! –

Sebastián rió: - ¿No adivinas? – la miro – he reclamado estas tierras como mías pero Van Fanel se niega a cedérmelas –

Hitomi: - Hizo muy bien – Pero un movimiento de parte de él la tomo por sorpresa, en una de sus mejillas femeninas él poso su mano acariciándola.

Sebastián: - Por ti he avisado de esta guerra, eres tu la razón del por que no destruyo todo y entierro a Van Fanel con mis propias manos... – sonrió peligrosamente – aunque como ya ha aceptado esta guerra supongo que ese capricho me lo podré dar –

Hitomi: - ¡Maldito! – dijo apartando con un golpe la mano de él – no me toques jamás – Pero ahí no acabo todo, él joven de ojos negros como la noche en un movimiento rápido la asió de la cintura y sus rostros quedaron a escasos centímetros - ¡Aléjate! – grito pero el coloco una de sus manos sobre sus labios.

Sebastián: - shhhh, no grites o alertaras a todo el mundo y no querrás que descubran que engañas al rey Van Fanel con el rey de Során ¿o me equivoco? – pregunto divertido, con un dejo de morbo en su voz. Su mano en la boca de ella se deslizo por su cuerpo hasta su cintura nuevamente – así me gusta, silenciosa y callada – dijo disfrutando ver como Hitomi iba a arremeter contra su mejilla en una cachetada. La detuvo.

Hitomi: - Maldito, vienes aquí reclamándome como tuyo ¡estas loco! No soy de nadie –

Sebastián la miro sonriendo: - Tu carácter es fascinante, tan bella como la más hermosa de las flores pero a la vez eres tan segura, tan testadura y firme como la yegua más difícil de domesticar en una manda. – otro movimiento rápido y escondió su rostro en el nacimiento del cuello de ella. Entonces susurrando le dijo – Y pienso ser yo quien te domestique. Ángel de tiempos pasados, deja de esconder tus alas y ven a volar conmigo... deja este pobre país y únete a mi, no eres una ilusión ni un pasado... eres parte de mi presente para que ambos formemos un futuro – se alejó de ella dejándola atontada. Sus visiones en verdad describían su pasado, el inicio de los tiempos.

Hitomi: - Entonces... yo.... –

Sebastián sonrió cínicamente: - Eres Megan... un ángel, una diosa... una bella mujer que deseo tomar – Hitomi lo miro asustada, esa esencia que había sentido en su cuello lo hechizo por completo... la deseaba ahora, con más ahínco solo para él. El patético de Van sufriría las consecuencias de enamorarse de su mujer.

Hitomi: - ¿Qué puedo hacer para detener esta guerra? – pregunto mirando a la nada, mirándolo a los ojos oscuros, negros como un abismo insondable.

Sebastián: - Ven conmigo, déjame hacerte feliz y transfórmate en mi reina... mi esposa... mi amante -

Hitomi: - ¿Y si me niego? –

Sebastián: - Acepta las consecuencias – se giro para irse observando el ramillete que llevaba en sus manos "asqueroso recuerdo que pretendo hacerte olvidar" pensó. Ella pregunto antes de que se marchara el rey de Során.

Hitomi: - ¿La guerra ha comenzando?-

Sebastián: - A partir de los primeros rayos del sol que mañana aparezcan en el horizonte, ellos nos dirán que es hora de que esta guerra comience. -

Hitomi: - ¿Van sabe esta propuesta que acabas de decirme? –

Sebastián: - No, confió en que tomes la decisión correcta... recuerda, el tiempo corre Hitomi y yo no espero a nadie – sentenció caminando por un pasillo en línea recta. Hitomi giro sus ojos y pudo ver algo que helo su sangre: como si fueran transparentes o tan solo una ilusión pudo ver en aquella espalda soriana unas alas negras... como de dragón pero pequeñas adaptadas a la figura del joven que se alejaba a paso seguro, transparentes que sus ojos pudieron ver... en segundo desaparecieron y dejando pequeñas estelas negras en el camino hasta perderse en una vuelta.

-La guerra... muertes... sangre – palabras tan asociadas con solo un hecho, Hitomi imaginaba los horribles incidentes que pronto bañarían toda GAEA, la sangre que una vez en el pasado ella vio ahora volvían a cobrar vida como un circulo vicioso que no paraba.

Fanelia se uniría con la mayoría de los países que estuvieran dispuestos a pelear, a defender lo que todos compartían: Gaea. Se unirían contra esta nueva amenaza para destruirla y así la sangre de inocentes no correría...

¡Maldición! Era una guerra... la sangre de muchos va a correr... como agua de lluvia... como la lluvia que perteneció a su pasado.

+NOTAS DE LA AUTORA LIGHT ANGEL+

¡HELLO A TODOS! ^O^ como han estado? Espero que muy bien, aquí me tienen trayéndoles un nuevo chap. de ESCA *-* cada vez la cosa se pone más interesante y lamento el tono subido al final del chap, -.- pero era necesario para ponerle un poco más de saborcito al asunto :P espero que no me quieran matar, ¿a que no quedo bueno? -.- la verdad espero que me digan que sí aunque no lo sea XD jajaja. Pero me valgo de sus R/R para mejorar, aumentar el interés en la trama y espero que dejen muchos :P así la prox. Me apuro más.

Si se preguntan donde me he metido, les resumo en tres palabras: - ENTRE MUCHISISISISISISISISIISISISISISIMOS LIBROS T.T buaaaaa, seguro que tendré pesadillas con que me quieren comer los libros del colegio ¬¬xxxx ¡I´HATE! Espero sepan disculparme estos arranques pero me _ casa no dormir nada y estudiar como loca ¿A que les pasa también? ^^UUU o me equivoco, encima ahora con los exámenes, los profesores emocionados de la materia y tortura de chicos (me pregunto si para eso no toman clases XD jajaja)

Ojalá que les haya gustado este chap. los proximos prometen muchisimo más por que como habran leido, la guerra fue declarada y las naciones deberan poner a la defensiva en menos de un día Oo pobres!! -.- soy muy mala, no se merecen tan poco tiempo (6) pero va a estar bueno ^^. Como se dieron cuenta las visiones de Hitomi tienen mucho que ver con ella y mmmm ^^ personaje secreto XDjajajaja pero todo esta aclarandose ¿o se enreda más? OoUUUU También tengo preparadas muchas escenas de acción y un chisme cortis: Estoy trabajando en los ultimos chaps. de este fic *-* será de gusto de todos ^^ y la felicidad mia. PERO MIENTRAS ^^ me dicen que opinan de este jajaja se que soy molesta pero me importan sus opiniones :p Y mucho.

Bien ^o^ espero que les haya gustado todo esto que escribí, lo del principio es para recordar más o menos como son los personajes de este fic, un poco de ellos le pertenece a Escaflowne ¬¬ cosa que estoy en proceso post-compra de los derechos XD jajaja y también recuerden que hay varios personajes creados por mi así que si desean usarlos en sus fics solo avísenme :P jajajaja.

Me voy despidiendo de todos por que ya son aquí la 1:00 AM y hoy por quedarme estudiando QUÍMICA no dormí nada -.-UUU lo que una hace por aprobar ^^ pero bueno, échenle ganas que este finde hay que aprovecharlo ^o^ jojojojojojojo. Les dejo mis saludos...

Diamond: - -.-ZZZZZZZZZZZ

^^UUU se quedo dormida *-* me ayudo todo el tiempo ¿no es muy cute? ^o^ yo creo que sí!!! Es mi linda guardiana, les deja sus saludos de seguro y espera estar presente –despierta- durante el prox. Chap. XD jajaja

Oo POR CIERO!!! Les quería preguntar algo a todos ustedes pobrecitos que merecen tener una estatua a la paciencia de oro por leer todo este ff :P

+PREGUNTA+

¿Les gustaría un poco de LEMON? -^^- me imagino que saben que pareja H&V, cualquier otra me avisan oO pero ^^ que dicen?? Les gustaría? Me lo dejan en un R/R o me mandan cualquier mail que ustedes quieran.

ARIGATO!!!! A TODOS LOS QUE ME DEJARON R/R POR EL ANTERIOR CHAP. *-* son unos encantos ^o^ arigatooooo.

Bien, me voy despidiendo por que el sueño me esta venciendo y ver a mi guardiana dormir no me ayuda a despertarme :P les mando un enorme saludo a todos y espero verlos pronto (cosa probable) no duden en ver mis otros ff más también los de mi Némesis y mis amigas *-* son todos muy buenos ^^ le han puerto muchooooooo esmero.

MATTA NE A TODOS!!!

Ate.

Light Angel

Hikari No Tenshi

Angel de Luz

p.d: STATUS: *¬* Persiguiendo a Van XD jajajaja