...:ESCAFLOWNE:...
Capitulo 9: Una guerra, Una esperanza.
La loka autora: Light Angel / Angel de luz
La noche había levantado un viento frío, casi helado que cualquiera que caminase por las calles se helaría sin un abrigo. Las piedras les comentaban a los árboles en susurros silenciosos los próximos acontecimientos que sucederían, sin piedad y compasión... olvidando la lastima a todo y dejando solo la sed de sangre bailando en el aire.
Todo estaba en un silencio molesto, inquietante, perturbante que molestaba a cualquiera e incluso algunos sentían el miedo comer lentamente su alma. Todo había cambiado de momento a otro...
La luna en el cielo, las gemelas plateadas, brillaban intensamente esperando lucirse y opacar a la cruel oscuridad que trataba insistente de apoderarse de todo... pero ellas no se lo permitían, luchaban para que la luz que irradiaban llegará a todas partes; e iban ganando.
El castillo inmenso de la familia Fanel resaltaba en aquel cuadro de reino antiguo imponente esperando lo que mañana por la mañana arrasaría con la paz. Los balcones en silencio, el pueblo en silencio... todo en una quietud que llamaba al nerviosismo, al miedo.
Desde el castillo se podía observar todo el armamento predispuesto en lugares estratégicos para cualquier ataque, para la guerra que comenzaba en la mañana con los primeros rayos del sol. Gaymelef imponentes aguardando su uso en la batalla, con lanzas, espadas y otros tipos de armas para atacar, destruir y defender.
Catapultas, y puestos de vigilancia donde la ronda diaria estaba haciendo su cambio nocturno. Todos en posición para defender su tierra, sus seres queridos, su país. Defender la corona, defender el reino que les trajo paz y prosperidad. Proteger el Gaymelef que trajo ya una vez paz a Gaea y esperanzados de que vuelva a pasar, que se repita la historia.
Los soldados empuñarían su espada hasta la muerte, los aldeanos que quedaban escaparían dentro de unas horas a las montañas detrás de Fanelia donde se encontraban los refugios antiguos de la guerra pasada, partiría el ultimo grupo de ciudadanos y así podrían todos pelear más tranquilos sabiendo que los inocentes, lo que aún no tenían manchadas sus manos con sangre estarían a salvo.
Van Fanel, el rey de aquel reino estaba apoyado en el marco de la puerta-ventana de su habitación mirando a su pueblo dormir. Observaba todo como dragón expectante de cualquier cosa inusual que pasase bajo su mirada de fuego, mirando todo detenidamente... El viento golpeaba contra su cuerpo despojado de toda prenda menos unos pantalones marrones, igual el viento calaba su piel, pero para él eso no importaba... era como si quisiera pagar el precio de la nueva guerra, una guerra que había llegado con un grupo de Sorianos a su país Fanelia.
Él tenía los brazos cruzados sobre su bien formado pecho que se levantaba acompasadamente con el viento, el aire entraba y salía de sus pulmones tranquilamente. Elevó sus ojos unos momentos al cielo mirando las lunas, una de ellas era el lugar de nacimiento de Hitomi... su ángel de ojos esmeraldas, su prometida y la futura esposa del rey de Fanelia. Tantas cosas era ella, tan imprescindible era ella en su vida.
-... Hitomi ... – susurro al viento y despojándose de aquella unión de brazos. Uno de sus brazos cayo a su lado, pero su mano derecha apretada en un puño seguía fielmente sobre su pecho y de él surgía una cadena dorada enlazándose con su cuello.
Mirando al cielo fue bajando su vista hasta su puño y lentamente lo fue abriendo revelando un tesoro irremplazable que valía incluso más que su vida, sin embargo debía volver con su verdadera dueña, la mujer que le había robado el corazón.
Sonrió viendo aquella lagrima rojiza, la llave entre este mundo y la luna fantasma.
-Deberás volver con tu dueña- dijo a la lagrima roja.
Todo a su alrededor estaba en silencio, pero las puertas detrás suyo se abrieron revelando la cara de un Leo sonriente con su clásica postura de jamás tocar la puerta de su primo.
Van: - Un día juro que le pondré cerrojo para que no entres – dijo suavemente.
Leo: - Sabes que no lo harás pero para la próxima vez le pediré las llaves a Clarence, por las dudas - rió, quería alejar las dudas de Van y asegurarle que esta guerra tendría que ser llevaba para protegerlos de aquellos seres de la oscuridad.
Van se giro y quedo mirando fijamente a su primo: - Supongo que no has venido únicamente a ver si mi puerta tenía llave ¿o me equivoco? –
Leo hizo un mohín con su rostro y de un salto se sentó en una de las tantas sillas que había en su habitación real. Entonces mirándolo le dijo: - Es cierto, he venido a avisarte que el ultimo grupo de aldeanos partirá de seguro en estos momentos rumbo a las montañas de Fanelia –
Van: - Perfecto, será mejor así. No quiero preocuparme por los inocentes –
Leo de pronto medito un poco y le pregunto con voz vacilante: - ¿Y Hitomi? –
Pareciera que la hubiera llamado por que en ese momento otra vez la puerta del rey de Fanelia se abría de un fuerte portazo estrellándose contra a pared opuesta al lado que se abría.
Van Fanel esta vez se arrepintió de no haber cerrado con llave. ¿Acaso todo mundo podía entrar a su habitación así como así?. Hitomi Kanzaki, una joven de la luna fantasma, una visionaria, la prometida del rey de Fanelia, la futura reina de este país, la futura esposa de Van Fanel, madre de sus hijos y herederos a la corona: Ahora estaba hecha una furia. Los que alguna vez creyeron que Hitomi era simplemente una flor delicada que no tenía carácter precisamente se estarían arrepintiendo viendo aquel cuerpo atractivo en la puerta con dos guardias a sus espaldas mirándola cada uno con una gota en sus cabezas no sabiendo como actuar.
Hitomi: - ¡Dame una razón! – dijo segura y gritándolo prácticamente. Llevaba unos jeans azul cielo ajustados a sus piernas y una remera blanca suelta corta hasta su cintura dejando ver que el jean poseía un cinturón ajustado de color azul oscuro. No traía mangas y en su brazo derecho llevaba un brazalete de plata que en su diseño cargaba dos aguamarinas oscuras.
Van: - No quiero que salgas herida – sentencio el rey.
Hitomi: - Y no lo haré, ¡Por el amor a dios Van! No te das cuenta que estaré peor allá escondida. Merezco estar aquí, junto a ti.
Van: - No –
Hitomi: - Te he acompañado durante toda la guerra ¡VAN! Esta no será diferente, sobreviví a la primera–
Van: - Jamás –
Hitomi: - Te acompañe en la primera, déjame estar en esta segunda –
Van: - No te voy a dejar quedarte –
Hitomi: - Dime solo ¿por qué? –
Van: - Por que eres mi prometida, la persona que más amo. Hitomi no voy a arriesgar a la persona que más amo en este mundo ¡antes muerto! –
Hitomi: - Van, yo también te amo, con todo mi corazón y es por eso que deseo quedarme. Quiero estar a tu lado -
Van: - Eso ni lo pienses – Dijo seguro, firme con el tono que usaba siendo Rey mientras que el Van amable quedaba rezagado en su mente. Leo conociendo a la pareja se imagino que sería mejor dejarlos solos y en un segundo escurriéndose como un felino se escapo por la puerta y de paso cerrándola. También se llevo a los guardias que por suerte recordaban que el era el general de las fuerzas de Fanelia, ahora la pareja tendría privacidad.
Hitomi: - ¡VAN FANEL NO PIENSO IRME! – grito la joven de ojos esmeraldas.
Van miraba por la ventana: - Jamás Hitomi, te iras y es mi ultima palabra –
Hitomi lo miro con esas miradas asesinas que todos poseemos y que solamente en nuestros peores momento de enojos salen a relucir en nuestras pupilas: - Oblígame – lo retó.
Van se giro a verla, tan hermosa y fiera... atrayendo lo mejor del cielo y del infierno. Una mujer atractiva que en ese momento revelaba su condición a no rendirse incluso ante el rey. El joven de ojos rojos se acerco a ella: - ¿Quieres realmente que te obligue? – pregunto formando en su mirada la astucia.
Hitomi se sorprendió ante aquel acto y en respuesta: - ¡No me iré! – grito como recurso para olvidarse lo que ese cuerpo masculino le estaba causando al suyo.
Van: - Te iras – dijo y su rostro se coloco a milímetros del rostro de Hitomi mirándola fijamente y sus respiraciones mezclándose.
Hitomi: - Pero Van... – titubeaba, esa maldita mirada la estaba doblegando – yo no quiero... irme –
Van: - ¿Dudas? – pregunto divertido, estaba perdidamente atrapado por la fragancia de ella.
Hitomi: - ¡No! – dijo decidida pero otra vez esos rubíes la estaban perturbando – Es solo que... – no pudo terminar por que un escalofrío le recorrió la espalda al sentir las manos de él rodear su cintura posesivamente remarcando a quien estuviera espiando que ella solo le pertenecía a él – yo no... no me iré – dijo con la voz más firme que tenía en ese momento.
Van: - Pero yo así lo ordeno, soy el rey y debes obedecerme – dijo sonriendo.
Hitomi lo miro ahora firmemente: - El rey puede ir a ordenarle a otro que lo obedezca – dijo irrespetuosamente.
Van amaba esa actitud, la sumisión jamás fue su gusto y en su esposa podía resaltarse fácilmente: - Entonces como tu prometido –
Hitomi negó con la cabeza: - no no no –
Van sonrió: - Entonces hazme caso como el ser que te ama incondicionalmente, que desea protegerte por la eternidad, el ser que te amará hasta que el sol muera y las estrellas dejen de brillar- dijo suavemente acercando su boca a la de ella y descubriendo cuan dulces se volvían con el beso, cada vez más deliciosos y tentosos para él. Los besos cálidos se volvieron fogosos, casi quemantes, deseosos de más carne y sabor.
Se besaron por quien sabe que cantidad de tiempo, devorándose el alma para tener algo de su contraparte, para decirse con esa acción cuanto se amaban. El aliento faltaba y por eso se separaron, pero no así del abrazo por el cual estaba unidos. La joven de cabello cenizo apoyo su cabeza en el pecho tan cálido del joven de cabellos azabaches y se ayudaron a tranquilizar sus respiraciones.
Van: - ¿Entiendes que deseo que te marches? No por no quererte a mi lado, sino por mi deseo de que estés a salvo. Quiero luchar pensando en tu seguridad, quiero luchar por nuestro futuro –
Hitomi cerro sus ojos fuertemente, le dolía cada palabra salida de esos labios de fuego... ¿Por qué?... simplemente todo por ella. Abrió lentamente sus ojos a medida que su mentón era subido por una mano forjada en la guerra con una espada, la mirada de fuego y la esmeralda se unieron en una línea visual.
Van: - ¿Lo harás? – La joven asintió... dudosa, lentamente alargando todo lo posible aquella estúpida decisión.
Hitomi: - Lo haré – Van deposito varios besos suaves en sus labios y la miro con una sonrisa en su boca.
Van: - Entonces deberás marchar ahora mismo, el ultimo grupo partirá en poco tiempo. – Tomándola de la mano la llevo personalmente hacía el pasillo donde encontraron al joven de ojos dorados sonriéndoles abiertamente
Leo: - ¿Ya nos vamos? – pregunto sonriendo divertido.
Van: - ¿nunca cambiaras? – pregunto a medida que terminaba de vestirse, preparándose para la guerra. Una ropa sencilla que le permita moverse dentro de su compañero de guerra libremente.
Leo sonrió presumidamente, pero con un dejo de bromista inconfundible: - ¡Eso jamás! ¿qué harías sin mi? – Se encamino hacía el pasillo seguido por Van y Hitomi riendo. Entonces Van le susurro "muchas cosas" a la joven de ojos verdes y ella rió como si las melodías de las aves se agolparan en su boca, pero ella sabía que se necesitaban mutuamente.
Caminaron por varios pasillos en completo silencio, solamente las voces de gente hablando... guardias de seguro, el canto de las primeras aves que anunciaban que el amanecer se acercaba. Los caballos se dejaban escuchar relinchando a medida que se acercaban ellos tres, se escuchaba todo como una sentencia de muerte o de esperanza.
La salida de los últimos carros ya llegaba a su fin, quedarían no menos de 10 a punto de partir, caballos cargando algunas pertenencias, comida suficiente para vivir un buen tiempo sin la necesidad de bajar de los refugios a buscar más.
Hitomi observo todo lo que quedaba, aún la oscuridad se cernía sobre ellos, escapaban de una guerra que sería devastadora. Van Fanel se quedó a su lado tomando su mano firmemente, sin embargo el general de las fuerzas fanelianas se perdió en los grupos de personas pero apareció rápidamente trayendo en una mano a la felina de cabellos rosados.
Merle: - ¡LEO! ¿quién te crees trayéndome así como así? Más cuidado, puedo tropezar y caerme – se quejaba la felina debido a que el joven de ojos dorados prácticamente la arrastraba – no ves que estoy ocupada – termino regañándolo. Leo la empujo delante de Van quien sonría divertido, realmente él las extrañaría y mucho. Merle se giro y se sorprendió, pero pronto esa sorpresa fue reemplaza por una sonrisa alegre y triste... Van se quedaría como un soldado más, luchando por lo suyo, por lo de todos.
Van: - Discúlpalo –
Merle bufó: - Lo se, lo se. ¿Pero dígame que sucede amo Van? – pregunto dudosa la felina, preocupada - ¿Ha pasado algo malo? -
Van negó con la cabeza: - No, solamente que deseo que acompañes tú misma a Hitomi hasta el refugio – dijo decidido, como rey que era. Merle se giro hacia Hitomi, ella tenía la vista baja y sus cabellos ocultaban aquellas piedras verdosas... estaba triste, temerosa, preocupada. La Hitomi fuerte que ella conocía no se encontraba ahora entre ellos, ella había quedado en el palacio firme observando por la ventana la llegada de la guerra.
Leo: - Traeré los caballos – dijo preocupado por la condición de su amiga Hitomi... se perdió nuevamente entre la gente del pueblo que faltaba prepararse. Faltaba poco.
Merle sonrió más abiertamente, no debía preocupar por nada del mundo a Van: - ¡Lo haré encantada! Eso mismo iba a proponer amo Van, pero veo que me ha ganado de mano – se giro a ver a su amiga, no tendría ella que estar preocupada... podría ponerla más triste. Poniendo su mejor cara para Hitomi la tomo de la mano libre y le dijo – No te preocupes, marcharemos inmediatamente por que quiero que conozcas los alrededor de los refugios ¡son lo más hermoso que hayas visto! Aunque estén escondidos entre las montañas son preciosos, te sorprenderías de ver todas las clases de animales que ahí viven –
Hitomi sonrió triste, preocupada... pero por fin había subido su vista para admirar a la felina: - Gracias –
Merle detuvo su discurso que prácticamente parecía como que quería vender aquel sector de salvación para los fanelianos. Miro a su amiga y le sonrió, estaba preocupada pero debía tratar de hacer más pasable aquellos momentos. Sus ojos se clavaron en los pocos ciudadanos que quedaban sin ocupar sus lugares en los medios que los llevarían a los refugios... muchos despidiéndose de los soldados que lucharían valientemente por Fanelia.
La felina de ojos azules siguió viendo y comenzó a quejarse abiertamente de Leo: - ¿Dónde se abra metido ese tonto de Leo? Para mí y no sabe diferenciar un caballo de un dragón, el muy tonto. –
-¿Quién es un tonto pequeña Merle?- pregunto Leo sonriendo molesto por ese adjetivo que la felina le había adjudicado libremente. En su mano derecha traía las cuerdas de un corcel negro y en su espalda pequeñas rayas de color gris oscuro casi plateadas. Y en su mano izquierda traía las cuerdas de otro corcel, uno de color marrón claro casi café con leche y sus cabellos de un color negro azabache. Dos magnificas criaturas se diría a simple vista.
Merle: - ¡Que hermosos! No sabía que podías encontrar buenos caballos –
Leo: - Soy un experto – sonrió divertido.
Van: - ¿Estas seguro que son mansos? – pregunto dudoso.
Leo lo miro divertido: - Van ¿hace cuanto nos conocemos? Traje las dos criaturas más mansas, más rápidas, más fieles que hay entre nuestras tropas. Son dos de los más hermosos corceles –
Merle miro a ambos: - Yo me quedaré con el marrón ¿esta bien Hitomi? – pregunto mirando de reojo a su amiga, ella asintió – Entonces partiremos de inmediato –
Leo: - Cuídalo bien, suele ser algo tosco al principio pero luego se acostumbrara – le comenzó a dar mil y una explicación sobre como tratar al animal.
Van se fue acercando a Hitomi que se había adelantado, colocó sus dos manos en los hombros de ella, susurro en su oído dos palabras de profundo significado: - Te amo – dijo seguro.
Hitomi levanto su vista perdida y sonrió vagamente, necesitaba escucharlo decirlo: - Y yo a ti –
Van: - Por favor, no te vayas enojada conmigo... – susurro.
Hitomi: - No me voy enojada, sino preocupada, asustada – susurro pero luego se giro y trato de poner su mejor sonrisa – Nos veremos pronto ¿no es cierto Van?.
Van la miro, sus ojos cerrados pero una sonrisa en sus labios, una sonrisa triste: - Sí, así será. Veras que en menos de lo que piensas todo esto será un vago recuerdo en nuestras mentes – la tomo del mentón y la beso con pasión... fuerza... con la necesidad de tenerla por siempre con él.
Al separarse Hitomi derramaba dos lagrimas de sus ojos, cada una tan pura como su contraparte: - Cuídate – susurro y se separo suavemente de aquel abrazos para tomar su lugar en el corcel... por primera vez demostraría que ella podía cabalgar sola.
Leo sonrió a ambas: - Buen viaje y me traen algo de las montañas – dijo divertido, como si ellas se fueran unas semanas de vacaciones... todo para alejar las penas de una guerra y por consiguiente el temor a la muerte.
Ambas tomaron fuertemente las riendas y emprendieron camino junto al ultimo carro que salía, ellas por detrás seguidas por una fuerza de soldados a caballo cargando sus fieles espadas y arcos... los más hábiles para la protección.
Poco a poco se fueron perdiendo en la ciudad, la salida estaría cerca y emprenderían viaje a los refugios... los inocentes salían, los soldados se quedarían... el rey y su general lucharían por el mañana. Así por primera vez el primer rayo de sol se escapo del paisaje... al salir el sol todo esto se cubriría del aroma a guerra...
Van miro a su general: - Iré a prepararme – dijo entrando al castillo para dirigirse a buscar a su compañero de batallas.
Leo lo observo unos instantes y dijo mientras le daba alcance: - Iré yo también, después de todo los Gaymelef no caminan solos – rió.
Van sonrió, si él se lo proponía Escaflowne podría caminar solo pero necesitaría de la ayuda de una visionaría... como alguna vez paso en la antigua guerra de Gaea mientras ellos eran prisioneros.
Leo: - Por cierto ¿los reyes de Asturia ya partieron? – pregunto interesado mientras doblaban por un pasillo.
Van: - Sí, deben ir inmediatamente a su país a protegerlo. No dudaría ni un instante que Sebastián los atacará sabiendo que están acá, es mejor así –
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Miraba por la ventana las nubes que pasaban debajo de ellos, que los rodeaban, que viajaban sobre ellos. Todo por ahora lucía como cualquier día de la creación si no fuera por que él iba directo a una guerra, a luchar para cambiar el curso de la historia.
-Veamos cuanto duran las tierras de la diosa- dijo el joven de ojos negros como la noche, sus ojos estaban viendo emerger del horizonte el astro dorado- señal del inicio – sonrió sádicamente, sangre bañaría las tierras de ese rey que oso posar sus labios en la boca de su diosa.
Nicolás lo vio detenido en el tiempo y con un empujo de su mano afilo aún más su espada: - No veo razón por que deberíamos preocuparnos –
Sebastián se giro a su general, afilaba su espada fervientemente hasta que con un solo movimiento de seguro cortaría el metal más grueso... como la armadura de Escaflowne. Sonrió: - No veo razones para hacerlo – repitió las palabras como encontrándoles toda verdad y sentido.
Nicolás lo dejo se observar y su rostro dibujo una curvatura en sus labios tan sedienta de venganza: - Venceremos –
Sebastián desenvaino su espada: - Y yo tomaré a mi reina –
Nicolás bufó: - ¿Qué le ves? – pregunto intrigado.
Sebastián sonrió admirando su espada por alguna imperfección: - Guarda poderes que ni ella misma sabe... capaces de destruirme –
Nicolás rió: - Entonces quieres que sea... –
Sebastián: - Mía – termino – que jamás ose levantarse en mi contra, que se rinda a mis pies ofreciéndome su vida por un respiro mío –
Nicolás: - Sabes bien que ella jamás hará eso –
Sebastián rió divertido: - ¿Quién dice que no? Ella lo hará... por que la obligaré a cambio de un alto precio que aceptará gustosa de pagar. Pero por ahora me bastará destruir un poco Fanelia. Será un óseo para todos nosotros, hace mucho que no vemos sangre –
Nicolás asintió: - Mis muchachos están ansiosos de bajar a pelear – aseguro levantando su espada al aire mirándola reflejar los primeros rayos del sol. Mostraba un brillo plateado magnifico, casi doloroso a los ojos – ojalá den buena pelea.-
Sebastián que ya no poseía su espada debido a que esta estaba guardada susurro: - Tú buscas sangre especial, buscas la de alguien que ya ha tomado de la tuya y que maldijiste eternamente -
Nicolás mostraba ahora unos ojos endemoniados, llenos de furia y destrucción. Con un arrebato de su mano su espada perfilo contra la mesa en un rápido movimiento que termino partiéndola prolijamente en dos: - No veo de quien pueda ser esa sangre – y cambio su vista de aguas profundas hacia su rey... su amo, desafiándolo.
Sebastián cambio su vista oscura a una llena de astucia: - No me mires así, recuerda quien es aquí el amo y su creación – sonrió y vio como este volvía a la tarea de afilar su espada ignorando sus palabras. Aunque él sabía muy bien que las había escuchado.
Las puertas se abrieron y entro un soldado que haciendo una reverencia dijo firmemente: - Señor, las tropas están preparadas. Solo necesitamos su orden –
Sebastián lo miro: - ¿Qué te han dicho sobre el tiempo de llegada? –
Soldado: - Arribaremos a Fanelia en instantes, ¿doy la orden de prepararse? – pregunto.
Sebastián: - Sí, diles que se preparen y que no quiten el campo de invisibilidad hasta estar en una posición apropiada... el factor sorpresa será nuestro – dijo sonriendo astutamente. El solado se marcho con una inclinación y cerro las puertas.
Nicolás: - ¿Factor sorpresa? – lo miro incrédulo y luego continuo su labor – me parece perfecto.
Sebastián: - Digámoslo así, tendrán graves problemas con nosotros –
Nicolás: - ¿Para que diablos entonces les avisaste de nuestro ataque? –
Sebastián rió: - Sino en verdad será aburrido y yo no quiero que los míos se aburran. No superaría por nada el privilegio de ver el rostro de Fanel hundido en el terror de haber sido vencido aún cuando el ataque había sido anunciado –Nicolás miro a su rey esta vez mostrando un respeto mucho más notorio, lamió su labio superior regocijándose de una victoria que aseguraba.
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El camino por el bosque se hacía lento y llevaba cargando una atmósfera pesada y triste por los recuerdos que dejaban atrás... una ciudad llena de soldados dispuestos a dar su vida por su pueblo amenazado por una sociedad corrompida por el odio y la venganza.
Merle cabalgaba a paso suave sobre aquella criatura tan magnifica justo del lado izquierdo de Hitomi, quien veía perdida el camino delante. La felina suspiro y miro a su amiga: - Debes volver a la realidad Hitomi, ellos estarán más que bien.-
Hitomi pareció reaccionar y miro a su amiga, sonrió con pesar pero agradecida por aquellas palabras de aliento provenientes de Merle: - Sé que estarán bien –
Merle puso cara enojada: - Incluso ese Leo volverá y no durara en molestarte apenas nos veamos – pero no pudo reprimir una risa, después de todo tenían pendiente una charla, una charla más que interesante.
Hitomi miro sus manos que sostenían las riendas del corcel: - No quiero que nada les suceda – admitió son sinceridad. Un carro que llevaba varios fanelianos iba delante de ellas y unos cuantos soldados detrás protegiendo los vestigios del viaje.
Merle miro al frente firme: - Ellos volverán sanos y salvos – aseguro tratando de sonar verídica y dándose unos ánimos para no flaquear en este momento. No delante de su amiga.
Hitomi: - Leo volverá por ti – sonrió al fin tratando de animar la situación entre ambas con respecto a la guerra. Tampoco estaba tan ciega con respecto a la forma en que ambos se trataban, que mejor forma de llamar la atención que molestando al otro... nadie en el castillo estaba tan ciego, pero si sabían guardar un secreto.
Merle se sonrojo y por pura casualidad no tiro lo suficientemente fuerte las riendas para detener el andar del animal. Su voz sonó nerviosa soltando su defensa: - Y... por que tendría... Leo que volver por mí – maldijo internamente al sentir un calor envolver sus mejillas y no precisamente por el cansancio.
Hitomi rió por lo bajo: - No veo por que no - ¡oh! Esa si que era una muy buena respuesta.
Merle: - Entonces el amo Van volverá por ti –
Hitomi: - Eso espero – susurro – con todo mi corazón –
Merle miro interesada los carros que transportaban a aquellas personas que no tenían que enfrentar cara a cara a los enemigos como madres, niños, ancianos... cuanta gente inocente afectada por egoísmo del maldito de Sebastián. Lanzó un tema al aire: - Pobre gente –
Hitomi miro a los fanelianos: - Es verdad – solo pudo contestar.
Merle negó con la cabeza: - Deseemos que esto no dure mucho – Los caballos andaban a buen paso, los carros en orden y por ahora los guardias se mostraban atentos a cualquier movimiento "extraño" cercano al grupo del cual estaban encargados para proteger.
Un general estaba encargado de cada grupo que partía de Fanelia rumbo a los refugios, caminaba al frente acompañado de un grupo de soldados entrenados bajo su mando. Ellos estaban designados a la protección de los ciudadanos, asegurándose de que llegaran a los refugios y también que nadie del enemigo osease atracarlos por sorpresa.
El bosque por donde ahora caminaban presentaba un espeso paisaje verde alrededor y un camino de tierra apenas visto a simple vista. Los caballos no tenían problemas en pasar y los carros pasaban a muy corta distancia de los árboles que marcaban el final del camino a los costados.
Los niños que viajaban parecían captar la calidad del problema que conllevaba una guerra y es por eso que se estaban quietos, portándose bien sin ocasionar problemas.
Hitomi: - Estoy muy preocupada, no se de que pueda ser capaz Sebastián –
Merle: - Un hombre que avisa de una guerra sin el menor rastro de sentimientos en sus ojos es capaz de todo – aseguro firme mirando con enojo al frente.
Hitomi susurro: - Es capaz de todo... por lo que quiere – Y su mente solo le dio la respuesta que no quería reconocer, él la quería a ella y solamente a ella.
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Los últimos soldados se postraron en sus respectivas guardias con armas en la mano listas para blandirlas contra el enemigo. Gaymelefs de armaduras grises con detalles blancos se encontraban mostrando orgullosos su gran tamaño y poder, a sus pies soldados con espadas y otras distintas armas de ataque.
Una ejercito listo para pelear por lo que creen, por lo que quieren. Las calles estaban completamente infestadas de guerreros dispuestos a proteger a toda costa el símbolo de la fuerza de Fanelia... Escaflowne.
El rey Van Fanel estaba ya instalado en la cabina del Gaymelef blanco Hispano con espada en mano y su capa meciéndose con la brisa matinal de la mañana, imponente, fuerte y llevando a cada hombre seguridad que las guerras absorben sin piedad.
Todo estaba preparado... solo faltaba el enemigo en aquel tablero de muerte. Por que por más ganador que haya la muerte cobraría vidas del bando ganador como del perdedor.
Van miraba fijamente las puertas de entrada a Fanelia a través de la rejilla de la mascara de Escaflowne esperando paciente. Entonces su voz sonó firme: - Leo – llamo.
Un Gaymelef a su lado con capa blanca y en la parte superior negra, un Gaymelef totalmente azul oscuro con detalles blancos... un espectáculo de la mano del hombre en cuanto a maquinarias. Junto a Escaflowne se imponían firmes como los bravos guerreros que los manejaban.
Leo: - Dime –
Van: - No te rindas –
Leo sonrió: - Por nada del mundo –
Van en su cabina sujetaba tenso cada instrumento del Escaflowne, listo para cualquier sorpresa con los sentidos puestos en alerta. La espada blanca del Gaymelef Hispano brillaba bajo los rayos del sol lista para ser usada contra el enemigo...
De la nada un estruendo sonó en toda Fanelia, las puertas de la ciudad habían sido rotas en una gran explosión dejando hacía el exterior un ejercito por demás asombroso: Gaymelefs verde oscuro con detalles negros, guerreros empuñando sus armas fieles, los mástiles con las banderas características de Során balanceándose con el viento producido por la explosión. O sí, la guerra acaba de comenzar.
Pero por sobre todo ese ejercito, un guerrero de metal sobresalía. De un color rojo oscuro casi tan brillante como el fuego, con unos detalles negros mostrándolo como una obra de arte en la guerra, cargaba en una de sus manos metálica una espada magnifica y brillante.
Van susurro con odio, ira y furia el nombre del agresor: - Sebastián – Y entonces levantó su espada en alto, mostrando el orgullo de un guerrero, el resultado del duro entrenamiento al que fue destinado, el orgullo de un rey que luchará hasta la muerte por lo que cree y es amado por él. Rasgó el viento que envolvía aquel tablero de muerte con la espada, su voz se alzó entre todo el metal como el rugido de un león listo para atrapar a su presa, para impartirle el miedo a su enemigo por osar desafiarlos. El rey de Fanelia entonces grito con todas sus fuerzas – ¡GUERREROS! ¡LEVANTAD VUESTRAS ESPADAS LISTAS PARA LA GUERRA, ESTE DÍA DEMOSTRAD EL VALOR DE FANELIA! ¡LUCHAREMOS CON TODAS NUESTRAS FUERZAS Y DAREMOS A RECORDAR A GAEA NUESTRA VICTORIA! –
Su pueblo, su ejercito alzó las espadas al cielo desgarrándolo con un grito seguro. En verdad aquella era una escena que cualquier ser recordaría, ver a todos los guerreros dispuestos a seguir a su rey hasta al mismismo infierno era... indescriptible. Tanta seguridad, tanto valor reunido en un solo lugar. Cada mirada de Fanelia expresa su deseo de ver caer al enemigo, este día en verdad se recordaría.
Sebastián estaba en su cabina sonriendo con frialdad, cinismo. Disfrutaba el espectáculo y ver tanto vigor brotar de Van solamente aumentaban su ganas de pelear frente a frente contra el rey, vencerlo y desmotarle que él no era suficiente pieza para vencerlo.
En un segundo las voces de los dos reyes se escucharon por todo el tablero de muerte: - ¡AHORA! – y las piezas comenzaron a moverse. La guerra había comenzado...
Los choques entre las espadas, el frío metal, no se hicieron esperar. Caballos llegaron al encuentro listos para pelear junto a sus jinetes en un enfrentamiento por sobre la tierra, todo era aturdidor. Los gritos viajaban por todo el lugar, clamando por el descanso eterno o la vida del oponente.
Arqueros demostraban su participación cobrando vidas al azar, sus flechas no distinguían entre el enemigo. Cada flecha iba impregnada de deseo de muerte, sed de sangre. Y así varios hombres cayeron, bañando el suelo con el liquido que viaja a través de las venas. Los espadachines cargando a su fiel compañera blandiéndose contra otras iguales a ella o cuerpos de guerreros.
A veces los enfrentamientos se daban entre dos hombres, peleando y demostrando quien de los dos había entrenado lo suficiente como para decir que de esa pelea él sobreviviría, aunque a veces algún enemigo llegaba por detrás insertando en su cuerpo una espada rompiendo su vida con el afilado cuerpo metálico.
El Gaymelef blanco de Hispano se abalanzo contra su primero oponente, un Gaymelef verde oscuro. Un coche entre espadas, chispas salieron del metal, un golpe seco del puño de Escaflowne desorientando al guerrero de Során y su espada en alto tan rápido como descendió sobre él llevándolo a la destrucción. Su victoria fue corta pero no larga, a los segundos sus sentidos lo alertaron de un enemigo a sus espadas listo para enorgullecerse de haber vencido al rey de Fanelia... iluso.
Van Fanel dio un giro rápido con toda la anatomía pesada de Escaflowne sin impedir que esta cayera colocando un pie detrás de su cuerpo como base e interponiendo su espada entre si y el Gaymelef verde oscuro. Un choque de espadas, un grito de impulso y el enemigo quedo olvidado en la mente de Van.
Un Gaymelef caminaba tranquilo entre los cadáveres y los Gaymelef verdes y grises mirando hacia los dos únicos objetivos que deseaba ver sucumbir ante su gran poder: Escaflowne y Van Fanel.
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"Inteligencia militar son dos términos contradictorios" (Groucho Marx)~*~*~*~
Leo estaba destruyendo a cuanto Gaymelef se le cruzara enfrente desafiando al comandante de las tierras Fanelianas, sí querían verlo rendido en el suelo no les daría ese gusto. Sonrió firme con espada en la mano de su Gaymelef azul oscuro pensando en las maniobras que tendría que hacer para no ser vencido. Por ahora eso lo estaba conduciendo a la victoria contra los guerreros metálicos de Során.
Sus ojos dorados brillaban en la cabina atentos a todo movimiento, no muy lejos suyo pudo ver a su primo luchando con un valor impresionante. Los entrenamientos habían sido duros pero por ahora le estaban proporcionando una ventaja contra el enemigo... mínima... pero esa es la diferencia entre la vida y la muerte.
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"Una era construye ciudades. Una hora las destruye." (Séneca)
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Un gran Gaymelef rojo oscuro se detuvo frente a Escaflowne, irradiaba odio y astucia para donde se quisiera ver: - ¿Listo para enfrentarme? – pregunto osado, sin termo a ser vencido.
Van sonrió desde su cabina, ese hombre cada vez que hablaba... su tono de voz crispaba sus nervios hasta llevarlos a un punto tal de odio y furia que jamás conoció de si mismo. Tomo más firmemente su espada, Sebastián pudo apreciar aquella aura llena de orgullo, valor que muy pocos en la vida pueden llegar a tener. El joven de ojos rojos asió más fuerte los mandos de la cabina y dijo: - Cuando gustes – respondió con igual tono de voz.
Sebastián: - Así me gusta, no temas a la derrota Van. Eso solo me llevaría a perder las ganas de luchar contigo – acoto burlonamente el rey de Során.
Van: - Estaba pensando lo mismo, no quiero que me decepciones – Una batalla verbal para calentar y ahora los Gaymelef corrían uno en contra del otro hallándose en segundos enfrentados siendo simplemente separados por sus dos espadas unidas.
El metal de las armas lucía hermoso a la luz del astro dorado que ya había avanzado bastante en el cielo, el tiempo caminaba más rápido que de costumbre como si deseara que aquel enfrentamiento terminará cuanto antes.
Los golpes iban y venían sin errores, sin vacilación en querer destruirse a su oponente, la adrenalina los llevaba a puntos insospechados.
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"No se como será la tercera guerra mundial, sólo se que la cuarta será con piedras y lanzas" (Albert Einstein)
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Leo: - Van – susurro cuando terminaba de destruir otro Gaymelef verde oscuro, un vistazo a su alrededor le rebelo que las cosas no iban después de todo tan disparejas. Aunque ver tanta sangre y cadáveres no eran nada alentador, incluso los guerreros de metal parecían morir opacando sus colores al caer destruidos... era triste ver lo que la guerra cobraba.
-No te distraigas- gritaron atrás del joven de ojos dorados y en un movimiento rápido pudo detener el filo de la espada justo a tiempo a escasos centímetros de la mascara de su Gaymelef, esa si que estuvo cerca pensó.
-No esperaba verte tan pronto- sincero el comandante de las fuerzas de Fanelia. Su enemigo envestido en la armadura de un Gaymelef verde azulado oscuro con detalles plateados, se retiro y coloco su espada entre ambos lista para la batalla "personal".
Nicolás rió: - ¿Tenía acaso que mandarte un mensajero?- pregunto irónico. Y se abalanzo contra su contraparte Faneliana, embistiéndolo. Las huellas de los pies del Gaymelef azul oscuro quedaron marcadas en la tierra debido al movimiento hacía atrás para detenerse.
Lucharon con fuerza y destreza sin presentar ningún rasgo de querer rendirse, estaba dispuestos a dejar su máximo en esa tierra bañada ahora de sangre. Una estocada mal lograda, un choque de espadas, un golpe que jamás llego a destino, las capas de ambos ondeaban en el viento que provocaban los guerreros metálicos.
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Los ojos esmeraldas de una mujer muy hermosa miraban hacía donde estaba la ciudad de Fanelia, el lugar desde donde el humo de la guerra se levantaba. Estaba detenida sobre un peñasco, detrás suyo comenzaban los refugios. La gente ya estaba instalada alejada de las puertas por precaución.
Los refugios estaban en las montañas con una pequeña porción de ellos ubicada sobre una "plataforma" de piedra que sobresalía, detrás de aquel sector se podía apreciar la boca de una cueva enorme sellada con puertas de troncos por que estos comunicaban con el resto de los refugios. Unas instalaciones para vivir se habían llevado a construir dentro de la mismas montañas para protección de los Fanelianos por orden del rey Van Fanel. La anterior guerra había hecho huir a todos por distintas direcciones y refugiarse en otras ciudades, esta vez no. El rey Van Fanel quería que su pueblo estuviera seguro en su ciudad.
Todo estaba preparado para la instalación del pueblo sin problemas de comodidad, no sería lo mismo que Fanelia pero si se podía llamar "segundo hogar". El agua no faltaba, las camas calientes y la comida.
Los refugios estaban ubicados estratégicamente para no lograr llegar a ellos fácilmente, la entrada estaba conectada a un pequeño camino imposible de subir a pie con un Gaymelef, eso ya era un punto de su lado para su protección si se contaba también con que dentro de los refugios habían algunos Gaymelef listo para la batalla.
Una guardia se había formado alrededor de todo el refugio, todos ellos soldados de distintos grupos encargados de la protección de civiles. La entrada era una y había por detrás un camino que llevaba a la parte opuesta de la montaña permitiendo un tiempo suficiente de escape con respeto al enemigo, todo planeado.
Merle ronroneo suavemente, acercándose a su amiga y colocando una de sus manos en el hombro de la joven de ojos esmeraldas. Hitomi giro su rostro levemente para observar a la felina, luego miraron ambas hacía el sitio donde la ciudad de Fanelia debía de estar ubicada. El humo gris comenzaba a mezclarse con las blancas nubes, un astro dorado que comenzaba a anunciar que quería dormir.
La felina de Fanelia: - Supongo que no te sientes muy cómoda estando aquí – no era una pregunta, era una afirmación.
Hitomi: - Es cierto. No por el lugar – aclaro.
Merle sonrió: - Me lo imaginaba –
Hitomi cerro unos momentos sus ojos mientras en su pecho se apretaba con más fuerza sus manos enlazadas en un ruego silencioso: - Desearía que Van me hubiera dejado estar junto a él –
Merle: - Él así lo quería – aseguro y los ojos de Hitomi la miraron fijamente – Pero su mente lo hizo reaccionar al egoísmo que estaba mostrando. ¿Cómo crees que se sentiría si algo malo te sucediera en medio de esa batalla? Se recriminaría el resto de su vida, se odiaría por haber sido tan egoísta al desear que estuvieras a su lado –
Hitomi suavizo su semblante, su corazón le había estado gritando sin piedad esas mismas palabras, esa verdad tan real. Van se preocupada por ella hasta puntos inimaginables. La amaba con locura pero aún así ella quería estar junto a él.
Hitomi: - Gracias – susurro formando una sonrisa en sus labios.
Merle la miro un segundo como verificando que sea verdadera aquella sonrisa, y cuando pareció estar todo en orden sonrió también: - De nada. Pero ahora mejor hay que entrar, no quiero que nada del mundo te suceda sino seré yo quien le rinda cuentas al amo Van – rió divertida – y no sabes lo molesto que puede llegar a ser a veces – aseguro. Le guiño un ojo a la visionaria, se giro sobre sus talones emprendiendo su camino hacía los refugios pensando que le seguían el paso... hasta que solo sus pisadas se escucharon en sus agudos oídos felinos... se giro – Hito... – pero su reclamo murió en su garganta.
Ahí frente a sus ojos azules estaba la visionaria mirando nuevamente a la ciudad pero algo no andaba bien, iba a acercarse cuando a sus oídos llego una un susurro...
-...Van... – la voz de Hitomi se oía serena y aún más dulce que de costumbre, iba a decir algo cuando una columna de luz calló desde el cielo envolviendo el cuerpo de la visionaria. Un brillo hermoso como la cascada de un río a plena luz del sol.
Merle: - ¡HITOMI! – grito con todas sus fuerzas... ¿acaso se marcharía nuevamente a la luna fantasma, cuando la guerra recién comenzaba?... pero algo no cerraba en esa idea, ella no traía la lagrima roja y el amo Van jamás desearía que ella se marchara. Ahora todo se volvió confuso...
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Los cuerpos de los hombres que ya habían bebido del elixir del sueño eterno descansaban en la tierra inmutables a todo lo que a su alrededor sucedía, el líquido carmín bailaba sobre el tablero de muerte disfrutando mezclarse con la de otros guerreros... esto era la guerra...
Escaflowne, el Gaymelef y el orgullo de Hispano blandía su espada con maestría sin miedo contra el rey de Során. La batalla entre ambos seguía firme sin mostrar en ningunos el cansancio del tiempo... ¿cómo podían estos hombres aún seguir peleando?... pero el brillo en los ojos de cada uno lucía tan brillante como en el primer instante en que comenzó a surgir. Unos ojos como el fuego ardían quemando todo a su paso, unos ojos negros como la noche tragaban todo a su paso... dos potencias.
En un choque ambos Gaymelef terminaron siendo expulsados hacía atrás permitiéndoles tomar un merecido respiro, sus respiraciones agitadas daban señas de la dura batalla que estaban sosteniendo entre ambos. Sebastián: - ¡MALDITO! ¡QUE! ¿acaso no te piensas dar por vencido? –
Van: - ¡JAMÁS! – aseguro.
Sebastián agarró su espada con las dos manos metálicas sosteniéndola con fuerza: - Sabes que Hitomi será mía –
Van: - Sobre mi cadáver –
Sebastián: - Será un placer – susurro venenosamente – ella será mía – volvió a repetir – ahora no me ama, pero la obligaré a hacerlo. Me deseara con el paso del tiempo, será una reina envidiable. – sus ojos mostraban la lujuria, el deseo.
Van tenía sus ojos rojos escondidos detrás de su cabello negro: - Cállate –
Sebastián: - Dígame, rey de Fanelia. ¿Qué sentirás cuando sus labios sean míos...
Van: - Cállate... –
Sebastián parecía una serpiente venenosa, escupiendo su veneno con cada palabra: - cuando sus caricias me pertenezcan, cuando cada gemido suplique por mi...– continuo.
Van: - Cállate – volvió a repetir sin mover un solo músculo dentro de la cabina más que sus dientes que se apretaban con cada palabra.
Sebastián sonrió: - cuando su cuerpo sea... –
Van: - ¡CÁLLATE MALDITO BASTARDO! – grito a todo pulmón, eso jamás pasaría.
Sebastián: - Al fin muestras ese deseo hacía tu prometida. Pensé que no la amabas. ¿Pero quien no podría hacerlo? Es hermosa... – aseguro – no necesita hacerse desear, todo en ella desprende sensualidad que atrae a cualquiera que sepa apreciar la belleza –
Van presiono con mayor fuerza la espada entre las manos de Escaflowne: - Pagaras esa irrespetuosidad – prometió fieramente, su voz casi inaudible no presagiaba nada bueno para el joven rey de ojos negros y cabellera de igual color.
Durante unos segundos se estudiaron para comenzaran de nuevo un choque de espadas, pero Sebastián pareció sonreír en un momento perfilando una sonrisa astuta en su boca, continuando atacando a Van.
El joven de ojos rubís detuvo con un movimiento de su espada la de su oponente pero algo lo tomo desprevenido... algo que jamás se imagino, una de las manos metálicas que sostenía la empuñadura de la espada del rey de Során se aparto dirigiéndose a la espalda del Gaymelef rojo oscuro... los ojos de Van no dieron crédito a lo que futuramente lo iba a atacar, otra espada sobresalía de la espalda del guerrero quien la tomo seguro y en un momento bajo a una velocidad increíble para destruir la cabina donde Van se encontraba.
Los reflejos de Van estaban afinados muy bien ya que le permitió reaccionar a tiempo e interponer uno de los brazos del Gaymelef de Hispano deteniendo el mortal golpe, a cambio el filo de la nueva espada se hundió en la armadura blanca de Escaflowne.
Sebastián comenzó a reír fríamente helando la sangre de cualquier que la oiría, casi histeria: - ¿Has visto Van? – pregunto – siéntete desprotegido por que no podrás con dos espadas, las dos espadas gemelas de mi Gaymelef – aseguro moviéndose hacía atrás acomodando aquellas dos finas armas plateadas.
Van se recupero de aquella sorpresa, de costado pudo ver el golpe certero sobre el brazo izquierdo de Escaflowne que por suerte no le había negado la movilidad. Probo los controles y parecía que andaba bastante bien, aunque temía el tiempo que le quedaba...
De nuevo se volvieron a enfrentar y las dos espadas gemelas ahora se habían vuelto un pequeño problema capaz de dar vuelta todo. Van Fanel se defendía de cuanto golpe podía pero no todos, algunos si llegaban hasta él... golpeando la armadura blanca y lastimándolo a él también.
Su costado derecho sangraba a causa de un corte, su brazo izquierdo comenzaba a resentir el primer ataque sorpresa, una de sus mejillas traía un pequeño corte debido a una muy cercana espada que pasó rozando la mejilla de Escaflowne. Todo su entrenamiento, habilidad se estaba poniendo a prueba, incluso sus sentidos.
Sebastián de pronto se detuvo separado unos metros del Gaymelef blanco y ahí vio Van con horror algo que temía, él giró su cabeza unos centímetros clavando sus ojos negros precisamente donde se encontraban los refugios de Fanelia: - Hitomi es demasiado poderosa para que la ocultes de mi –
Van susurro peligrosamente: - Ni lo pienses – empuño su espada y corrió hacía el Gaymelef rojo oscuro al mejor estilo Kamikaze... dos espadas contra una, y cada herida se veía reflejada en su cuerpo. Corrió con todas sus energía viendo como lentamente la cabeza del Gaymelef del joven de ojos negros se clavaba sobre él.
Sebastián: - Tonto – y sonrió dentro de la cabina fríamente. Un movimiento rápido juntando sus espadas gemelas en una cruz, no solo le permitieron detener el ataque sino que también permitirle decir – Ve por ultima vez tu hermosa espada – le dijo fríamente, Van no entendió hasta que se helo su sangre cuando sus ojos le enseñaron una cruel realidad.
El Gaymelef rojo oscuro comenzó a cerrar más fuerte sus espadas sobre la de Escaflowne hasta que de un momento a otro sus espadas se separaron cobrándose el arma blanca del guerrero de metal Hispano... se termino rompiendo esparciéndose en pequeños pedazos donde el la unión de las espadas gemelas había caído, un pedazo filoso y de gran tamaño que pertenecía a la parte superior del arma blanca... por ultimo una empuñadura que sostenía entre sus manos Van viéndolo sorprendido, incluso shokeado... a la empuñadura estaba adherido los últimos vestigios del metal filoso.
Van no podía creer lo que estaba pasando, la espada forjada especialmente para luchar contra cualquier enemigo y fiel compañera de Escaflowne ahora era solo un recuerdo... sus manos comenzaron a abrirse liberando lo que quedaba de ella. Escaflowne retrocedió unos pasos y los ojos rojos de Van miraron fijamente a su enemigo, si debía morir quería que su ultimo pensamiento estuviera dirigido hacía Hitomi... la persona que más amaba.
Nicolás sonrió divertido desde la cabina de su Gaymelef: - Olvídate de él, ya no tiene salvación... -
Leo que miraba la escena no podía creerlo: - ¡VAN! – grito con todas sus fuerzas. Aunque tuvo que esquivar de un momento a otro el ataque distando a su muerte. No podía acercarse a ayudar a su primo... ¿acaso ahora terminaba todo?...
Sebastián se acerco lentamente: - Morirás Van, disfruta tus últimos momentos de vida – tanto odio, veneno y astucia salía de su boca con cada unión de letras que formaba.
Van miro fijamente al otro Gaymelef sin miedo, solamente son furia y el deseo de que se defendería hasta que no le quedarán miembros y fuerza para hacerlo. Vio como el rey de ojos negros alzaba ambas espadas al cielo para darle el golpe final... iba a defenderse así sea lo ultimo que haga. La determinación en sus ojos era asombrosa y un suave susurro llego a sus oídos "...Van..." toco callo a su alrededor.
Van: - ...Hitomi... – y de entre sus ropas la cadena dorada comenzó a aparecer, cargando consigo la lagrima roja. Esta comenzó a brillar primero suave y luego de un resplandor casi cegador... el cuerpo del joven de ojos rubí se fue llenando con una calidez sumamente hermosa.Sebastián: - ¡MUERE! – grito con todas sus energías desgarrando su garganta, la victoria sobre Escaflowne sería dulce... muchos de los hombres, los guerreros Fanelianos miraban asombrados lo que estaba por pasar, su rey iba a caer y trataron de llegar a esta él con todas sus fuerzas liquidando a quienes se interponían en su camino. Era maravilloso ver como los hombres empuñaron con más fiereza sus armas dispuestos a destruir a todo aquel que se interpusiera entre ellos y la salvación de su rey.
Leo con un movimiento certero logro empujar lejos por unos instantes a Nicolás para pertimirle correr hacía su primo y ayudarlo.
Pero algo dejo estáticos no solo a los fanelianos sino también a los que provenían de las filas del ejercito de Során... una columna de luz salida desde el cielo que cayo directamente sobre el Gaymelef Escaflowne protegiéndolo del ataque de Sebastián quien también salió despedido unos cuantos metros todavía sin entender que había sucedido. Nadie entendía nada y solo miraron asombrados aquella columna caída del cielo...
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La oscuridad... todo alrededor era negro, sin fin ni principio. Todo se repetía, todo negro y profundo. De pronto una pequeña luz surgió entre toda esa oscuridad, pequeña como una estrella de color rosa claro... hermosa.
Poco a poco fue creciendo hasta tomar la forma de un cuerpo femenino en su mayor esplendor, las ropas surgieron como telas envolviéndola lentamente... un vestido blanco ceñido al cuerpo, en sus hombros dos pequeños aros de oro lo sostenían. Su cuerpo parecía suspendido en la oscuridad, la luz de la cual había nacido ahora se había marchado, solo su cuerpo seguía flotando.
Sus brazos caían hacía atrás, sus cabellos meciéndose en un viento inexistente, sus ojos cerrados a lo que la rodeaba... como si estuviera en el agua, sin necesitar del vital oxigeno... parecía un sueño... parecía una visión.
Siguió flotando hasta que poco a poco fue abriendo sus ojos para descubrir en donde se encontraba. Una mirada esmeralda, profunda y elegante. Sus brazos comenzaron a elevarse mientras ella seguía flotando en un viento sin vida que rondaba en aquélla oscuridad, sus labios preguntaron: - ¿En donde estoy? – nada, solo silencio.
Lentamente el vestido comenzó a dar signos de que caía, sus cabellos elevándose hacía arriba y ella seguía sin inmutarse. Caía suavemente. Su rostro mostraba un semblante calmado, se dejo llevar por aquel espacio a su alrededor...
El vestido blanco presentaba un escote en la espalda grande, mostrando la suave piel que envolvía su ser. El dragón blanco en su espalda comenzó a surgir lentamente tomando forma corpórea, primero su larga y elegante cabeza, comenzando a aparecer su cuerpo y lentamente sus alas verdes tan magnifico como la primera vez que se alzó en esta tierra...
Ella seguía cayendo envuelta en un silencio solo roto con el batir de las alas del dragón blanco, este fue colocándose debajo de la joven de ojos esmeraldas y dejo que cayera sobre su espalda suavemente. Rugió gravemente una vez el cuerpo de la visionaria se encontró apoyada completamente.
La oscuridad con aquel rugido comenzó a desaparecer como si se tratara de una cascada invertida.
El dragón batió una vez más sus alas dejándose caer hacía abajo, hasta que alcanzó un suave piso. Hitomi aún seguía con los ojos cerrados y un semblante tranquilo. El dragón blanco levanto su cabeza hacía arriba estirando todo su delgado cuello rugiendo una vez más desgarrando el ambiente, y transformándose en un remolino blanco envolviendo a la visionaria... giraba, giraba y luego de un golpe desapareció dejando a una Hitomi erguida con su mirada serena hacía algún punto en el blanco abismo.
De pronto, una pequeña estrella roja se formo delante de ella. Tan brillante y clara... Esta se transformo en el cuerpo de un hombre de contextura fuerte pero aún así delgado, traía puesto las ropas de la guerra, las mismas ropas con las cuales se subió a la cabina del Gaymelef Hispano.
Sus ojos estaban cerrados y su cuerpo relajado, entonces sus labios preguntaron: - ¿Dónde estoy? – la lagrima roja colgaba en su firme pecho luciéndose elegante. Y como le había sucedido a Hitomi el dragón de su espalda comenzó a surgir, aquella bestia negra de ojos rojos y alas de igual color. Tan magnifica que ni los mejores soñadores podrían describirla. El dragón se escabullo saliendo lentamente, batió sus alas elevándose detrás de Van.
Estiro su cuello hacía arriba mostrando cuan delgado era y cuan fuerte podrían a llegar a ser sus rugidos, rugió con fuerza convirtiéndose en un remolino negro para luego de un golpe desaparecer.
-Van- llamo la visionaria son los ojos tranquilos observando maravillada como unos iris de rubí se abrían hacía ella silenciosos. El joven de cabellos azabaches pudo apreciar una de las visiones más hermosas, aquel vestido envolviendo la belleza natural de su ángel. Todo en ella lucía exquisito. Se fue acercando olvidándose el lugar donde estaba y en que circunstancias, quizás había muerto luego de aquel golpe de Sebastián aunque no recordaba haber sufrido el ataque.
-¿Esto es el cielo? ¿Acaso ha venido un ángel a llevarme?- pregunto abrazando con fuerzas el cuerpo por la cintura de Hitomi. El aroma dulce de ella inundo sus sentidos maravillándolo.
Hitomi rió suavemente: - No creo que estés muerto – confeso.
Van se separo y aprecio el canto de su ángel, tan maravilloso: - Dime, ¿qué es este lugar? – pregunto admirando por primera vez aquel espacio blanco. Hitomi entonces tomo la cadena de Van desde donde caía la lagrima roja y fue quitándosela lentamente pero de pronto los brazos del joven de cabellos azabaches la detuvieron, las esmeraldas estaban intrigadas pero algo la hizo sonreír. En los labios de Van bailaba una sonrisa sutil, cálida.
Con lentitud coloco sus labios masculinos sobre los de ella sellándolos con un beso suave y sencillo, mostrándole cuanto amor vivía de ellos. Los brazos de la visionaria fueron soltando la cadena y cayeron a sus costados rendidos a las sensaciones que le causaba Van con tan solo beso...
El joven de ojos rubí coloco ambas manos sobre la cadena dorada y la fue pasando desde su cuello hasta el cuello de la visionaria, cada roce sobre la mejilla de Hitomi le producía un escalofrío leve pero aún así notorio.
Van sonrió al separarse de Hitomi: - Quería devolvértela, antes de que la guerra comenzara – sincero.
Hitomi se sonrojo y tomo la gema entre sus manos. Sus ojos se cerraron y una sonrisa surgió en sus labios: - Gracias... – susurro y sobre la lagrima roja una esfera comenzó a surgir, a cada lado las manos de la visionaria la sostenían. Unas palabras surgieron de sus labios en un dialecto perdido... un dialecto hablado por los atlantes. Van observaba todo intrigado separado unos pasos, pero de pronto algo lo sorprendió notablemente, detrás de Hitomi aparecía Escaflowne el guerrero de Hispano con las gemas y su corazón brillando, la armadura despidiendo un aura poderosa como si se tratara de un fuego, un fuego blanco.
Sus ojos se abrieron sorprendidos a medida que Hitomi susurraba aún palabras de la antigua lengua atlante. Y entonces sintió algo detrás suyo, con lentitud fue girándose hasta poder observar como se alzaban dos armas, una de ataque y la otra de defensa: Una espada magnifica y un escudo sorprendente, ambos de color negro con gemas y detalles en rojo brillante... como sus ojos.
Hitomi: - Es Kranslowne – menciono, Van se giro a ella y pudo verla sonreír serena. Entonces de nuevo sus ojos se posaron en las dos armas de apariencia muy fuerte, eran perfectas - Son para Escaflowne – le dijo en su espalda susurrándoselo en su oído, algo que además le trajo un escalofrío.
Van: - ¿Para Escaflowne? – pregunto dudoso, ¿sería verdad?. Eso significaba que todavía tenía pendiente una pelea. Pero algo llamo su atención, las armas estaban opacas, frías se podría decir... durmiendo en un letargo silencioso.
Hitomi paso por el lado derecho de Van adelantándose hasta llegar a los pies del escudo. Este comenzó a descender lentamente, hasta dormir en el suelo blanco de aquel abismo. Ahí Van vio como la visionaria caminaba sobre el escudo con pies descalzos como si fuera una sacerdotisa protectora del escudo, se arrodillo lentamente casi sobre el centro de este donde se ubicaba una gema roja.
La mano fina de la joven de cabellos cenizos se acerco con lentitud hasta la gema del centro del escudo y antes de tocarla un pequeño hilo de sangre comenzó a surgir cayendo sobre la piedra rojiza. Caía libremente con lentitud, Van se alarmo pero el rostro sereno y los ojos cerrados de ella lo detuvieron en seco... ¿qué sucedía ahí?... se pregunto el rey de Fanelia.
Luego de unos segundos ella se encontraba a los pies nuevamente del escudo y este volvía a levantarse orgulloso, flotando casi al ras del suelo blanco... pero sus ojos no pudieron dejar de ver y sentir con su cuerpo, el escudo palpitaba... como un corazón que vuelve a la vida, que renace.
El centro del escudo brillaba suavemente, y de este comenzó a resurgir el escudo como si se tratara de ondas expansivas en el agua. Poco a poco el escudo opaco pero que no dejaba de ser bello, resurgía brillante e imponente, una obra magnifica.
Hitomi: - Te necesito – susurró ella desde el lugar donde se había bajado del escudo. Miraba fijamente al rey de Fanelia, miraba fijamente a su prometido. Le sonrió y estiro su mano delicadamente atrayendo al cuerpo tan hermoso del joven de ojos rubí.
Él lentamente comenzó a mover sus pies hasta llegar a su mano extendiendo la suya y estrecharla con la de la joven de ojos esmeraldas. Se unieron y poco a poco sus cuerpos también. Se miraban fijamente hechizándose con cada mirada, con cada pestañeo, leyendo el alma de su contraparte. Sus miradas eran brillantes al tener cercano el cuerpo de la persona que más se ama.
La hermosa joven acerco su mano hasta tocar suavemente la mejilla de Van y la acaricio con cariño brindándole calidez al corazón de él. Pero la mano blanca de ella se fue escapando hasta alcanzar el mentón de él y guiar su mirada desde ella hasta la espada negra que comenzaba a descender a paso lento.
Aquella arma oscura callo a espaldas de Hitomi y ellos no se movieron, la espada cayo primero erguida, mostrando su descomunal tamaño... para después ir cayéndose y dormir sobre el piso como antes el escudo lo había hecho. Las manos de ella guiaron al rey de Fanelia hasta el punto donde comienza el mango de la espada y donde termina su filoso cuerpo metálico. Una joya rojiza reposa tranquila a la espera de nueva vida, una vida que se le daría dada...
Hitomi condujo a Van hasta que ambos terminaron arrodillados sobre el manto blanco.
Van: - ¿Cómo sabes que debes hacer? – pregunto, nada tenía sentido en esa visión, en aquel sueño.
Hitomi miro la joya reposante en la espada y dijo suavemente: - No lo sé – admitió – pero me dejo guiar y así siento como si todo esto ya lo sabría desde hace mucho tiempo – la mano de Van atrapada con una mano de Hitomi ahora fue reforzada por ambas manos femeninas, lo acompaño hasta que su mano y muñeca quedaron sobre la joya – Confía en mi – susurro.
Van: - Confió en ti – verdad, simple y para verdad. Hitomi sonrió y paso una de sus manos sobre la muñeca de Van y al retirarla un pequeño hilo de sangre comenzó a caer sobre la piedra... El joven de ojos rubí sentía una punzada deslizarse desde su brazo hasta su cuerpo, y observo atento la sangre que caía sobre la piedra rojiza y se hundía en ella, parecía como si esta fuera un pequeño lago.
Atento a cada movimiento que se llevaba a cabo vio como Hitomi pasaba de nuevo una de sus manos sobre la herida de Van y las manos de ella se bañaban levemente con un rastro de líquido carmín, pero de la herida no quedaba más que un recuerdo en la mente de él...
A cada segundo se repetía las mismas palpitaciones que una vez presento el escudo... comenzó a elevarse, Hitomi y Van pudieron admirar como este comenzaba a tener un brillo poderoso, como si fuera nueva y para nada similar a la vieja y opaca espada que había estado en su lugar.
Las dos armas ahora flotaban en aquel abismo blanco gallardas, llenas de imponencia y casi segadoras. Infundirían miedo al enemigo, llevarían paz a los aliados... armas envidiables forjadas por el tiempo y dada vida por ellos.
Van las observo fascinado: - Son para Escaflowne ¿verdad? –
Hitomi sonrió: - Para él y para ti. Para que te protejan tanto a ti como a Escaflowne. – y el rey de Fanelia la miro con ojos soñadores, adoradores. La estrecho entre sus brazos firmemente sin dañarla pero con efusión. Ambos con sus ojos cerrados tratando de tomar todos los sentimientos que se expresaban en él para recordarlos por la eternidad... después vendrían más pero por ahora el presente era lo que importaba.
Van había tenido su cabeza apoyada en el hombro de ella, saboreando el aroma dulce que escapaba de sus cabellos cenizos; Pero ahora la miraba de nuevo, sin apartarla de sus brazos, pero con esa mirada brillantes y sin dudas unió sus labios con los de Hitomi que gustosa respondió al beso. Era un beso tranquilo pero de amantes enamorados, lleno de pasión y dulzura...
Se separaron por falta de aire y unieron sus miradas fijamente, una decisión surgió en ellos. El abrazo que los unía se rompió lentamente y Hitomi se mantuvo en su lugar mirando a su prometido irse... caminando hacía Escaflowne. Van Fanel miraba al Gaymelef delante suyo, parecía más brillante, lleno de emoción... Subió trepando por el, el Gaymelef estaba arrodillado con una pierna y la otra doblada descansando sobre ella uno de sus brazos. Van trepo por todo el Gaymelef dándole a mostrar una espalda amplia y fuerte a Hitomi, pero al entrar en la cabina sus miradas volvieron a juntarse... no querían separarse pero sabían que pronto se volverían a ver. La cabina del guerrero de Hispano se cerro bloqueando la vista entre ambos amantes.
Van suspiro y tomo con firmeza los controles del Gaymelef, camino dos pasos hasta estar a varios metros separado de Hitomi. Ella lo veía desde abajo con sus manos unidas en un rezo, expectante.
"me dejo guiar y así siento como si todo esto ya lo sabría desde hace mucho tiempo" recordó las palabras de la joven de cabellos cenizos, con sus ojos cerrados estiro las manos de Escaflowne tomando el escudo que se encontraba detrás de Hitomi, sin tocarla, sin rozarla... solo mostrándole su imponente figura. El escudo se amoldo prácticamente a su brazo izquierdo, hecho para él... La espada estaba invertida flotando con su reluciente cuerpo plateado boca abajo, cada movimiento de su cuerpo era el de Escaflowne y dejo llevarse moviendo su mano derecha hasta el mango de la noble espada Kranslowne... firme, fuerte, segura y confiable... una espada digna del guerrero legendario de armadura blanca. La asió fuertemente, tomándola seguro de que esta vez cualquier guerrero podría ser vencido.
Los ojos esmeraldas miraban cada movimiento, cada sonido de la maquinaria se reproducía en sus oídos... Escaflowne y Kranslowne se habían unido para una guerra, se unieron y cada parte despedía grandeza.
Van cerro sus ojos con una sonrisa en sus labios, sentía fluir aquella fuerza por sus venas como sangre.
Hitomi cerro sus ojos y susurro al mismo tiempo que el rey de Fanelia unas palabras que los llevarían hasta el fin del mundo por protegerla "Te amo "... Todo de pronto exploto en oscuridad, el negro manto trago todo hasta convertirlo en un recuerdo... nada quedo en aquel abismo, en aquella visión... tan real.
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Sebastián miraba la columna de luz atento desde una distancia prudencial para cualquier ataque sorpresa, no por nada era un guerrero poderoso. Las espadas estaban tensas entre las manos de su Gaymelef, se movió unos pasos a la derecha. Nadie había podido decir nada por que las palabras debido a la sorpresa murieron en sus gargantas, hacía segundos que la columna había caído protegiendo al rey de un posible ataque mortal...
Nicolás: - Maldito – susurro, ese desgraciado del rey de Fanelia tenía demasiada suerte. Leo estaba estático en su lugar, detrás suyo sentía la presencia del Gaymelef de su oponente pero no parecía moverse o tratar de atacarlo...
Pero de pronto algo congelo a todos, nadie movió un músculo y la tensión se incremento. La columna de luz tan brillante comenzó a desaparecer elevándose al cielo y deshaciéndose como si de una trenza de alguna princesa fuera... desapareció al igual que todo rastro de Escaflowne.
Leo: - ¡VAN! – grito con todas sus fuerzas, ¿dónde se había metido su primo? ¡maldición! Donde quiera que estuviera deseaba saberlo. No podía desaparecer así nomás como si nada estuviera pasando.
Sebastián sonrió cínicamente y con voz grave hablo atrayendo la atención del primo del rey de Fanelia: - ¿Así que es así como se comporta Van Fanel, rey de estas tierras? Es un cobarde, valora más su vida que la de sus propios guerreros – Leo apretó más fuerte los comandos de su Gaymelef azul, nadie podía habar de esa forma de su primo, no cuando tenían mentiras sus palabras.
Leo: - ¡IDIOTA! El rey no huiría de esa forma – grito con energías. Nicolás sonrió maliciosamente desde su cabina, esa energía era la que quería ver en la batalla que estaban llevando a cabo entre ambos. Por que el descontrol era una de las armas que le asegurarían su victoria contra su contraparte del reino faneliano.
Las tropas de Gaymelef grises y guerreros de Fanelia miraban expectantes, temerosos de que su rey haya sufrido algún ataque y no habían podido defenderlo... su símbolo, su fuerza... se había ido.
Los guerreros de Során ahora mostraban un aire aún más confiado, disfrutando ver caer el autoestima de sus enemigos... un manjar para saborear. En una guerra cuando esto sucedía con el enemigo, la victoria era asegurada para tu bando... a veces.
Sebastián: - ¿Entonces dime donde se ha metido ese rey tan valiente del que me hablas? – Cada palabra escupida con malicia.
Leo enmudeció observando los alrededores buscando algún rastro de Escaflowne pero todo daba indicios de que habría desaparecido mágicamente. Ningún rastro y ninguna pisada.
Nicolás: - ¡EL REY DE FANELIA HA ESCAPADO! ¡LA VICTORIA ES NUESTRA!– grito con energía, todo el ejercito faneliano de pronto comenzó sostener dudosos sus espadas... miraban a donde hace segundos habría estado el guerrero Hispano...
-Yo no cantaría victoria tan pronto- una voz resonó por todo el campo de batalla, algunas casas estaban incendiándose lentamente, algunas destruidas y las calles invadidas de los cuerpos del los guerreros tantos de Során y Fanelia.
Pero nadie sabía de donde provenía la voz... hasta que apartado bastante, del Gaymelef rojo del joven de ojos negros, fue apareciendo una luz que se convirtió en la figura luminosa del Gaymelef Hispano...
Sebastián: - Pero que dem... – no pudo acabar ya que la luz que envolvía la figura inmensa estallo en pequeñas estelas blancas dejando la figura imponente y gallarda de Escaflowne. Brillante a los rayos del sol de la tarde, una armadura blanca refulgente pero algo diferente a aquel guerrero metálico que había desaparecido. El anterior había sido casi destrozado, privado de una espada para pelear y protegerse... pero este, este Escaflowne despedía un aura intimidatoria y demoledora a sus enemigos pero que aviva las llamas de energía en sus aliados, en los guerreros fanelianos.
Leo estaba sorprendido: - ¿Van? – pregunto dudoso desde su cabina acercando su Gaymelef hasta el del rey de estas tierras. Nada en el se movía, pero pudo admirar la maravilla de la herrería... una espada negra forjada en las mismas llamas del orgullo, un escudo de apariencia indestructible... ¿de donde había obtenido su primo aquellas armas?... se preguntaba su mente.
-No te preocupes Leo, no pienso huir de estos desgraciados – el joven de ojos dorados escucho aquella voz y su alegría no pudo ser mayor.
Leo: - Luego de esto me deberás muchas explicaciones, entre las cuales quiero saber donde has obtenido estas armas tan asombrosas –
Van sonrió en su cabina: - Se podría decir que son un regalo de Hitomi –
Leo abrió sus ojos de par a par: - ¿Hitomi? – pregunto asombrado.
Van: - Larga historia – acoto con un tono bromista, era algo relajante para escuchar en medio de una guerra. Ambos Gaymelef tomaron de pronto firmemente sus espadas y giraron a sus respectivos enemigos con una sonrisa aflorando en sus labios - ¿Listo? –
Leo: - Claro, solo te esperaba – aseguro. Pronto ambos comenzaron a mover sus armaduras a gran velocidad sorprendiendo a Nicolás como a Sebastián, este ultimo no cabía en sí... ¿y esa espada y escudo?... él había destruido a Escaflowne, dejándolo sin oportunidades para levantarse... y ahora se preguntaba quien era aquel guerrero metálico tan asombroso y brillante que corría hacía él con espada y escudo negros en mano.
Los reflejos de ambos jóvenes de Során le valieron sus cuellos ya que aún seguían con vida. Animados por estos movimientos, por la posición atacante que habían adoptado el rey y el comandante, los demás peleadores en la guerra por cuyas venas corre sangre que siente a Fanelia como su tierra comenzaron a luchar avivados por una llama interna. Los choques de espadas y armaduras no se hicieron esperar, aún quedaban varios Gaymelef verde oscuro levantados pero los grises pronto se hicieron cargo de ellos.
La espada negra y el escudo oscuro que sostenía Escaflowne eran asombrosas, animaban a luchar con fiereza al igual que lo estaba haciendo el rey de Fanelia. Daba el ejemplo ha su pueblo, a su ejercito con su fuerza de voluntad... la guerra estaba dando un giro y eso Sebastián lo puedo notar...
...CONTINUARÁ...
NoTaS dE lA aUtOrA:@o@ ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
DiAmOnd: - Oo amita!!!
X_x no puedo más, mis manos piden descansoooo. ¡POR FIS NO SE ENOJEN POR QUE LO DEJE AHÍ! T.T yo pensaba terminar la parte esta de la guerra pero como verán ^^U es más largo de lo que tenía planeado, así que decidí posponer el final *o* para el próximo chap. ¿cómo creen que va la cosa? -.-U he de admitir que nunca en mi vida escribí una parte de batalla así que no tengo ni la mínima idea de cómo hacerla, les pido perdón si se aburrieron leyendo esa parte jejeje ^^U ojalá y por lo menos les haya gustado un poquitito por que en verdad, EN VERDAD XD, me costo horrores hacerla. No se si soy descriptiva con lo que en mi mente viene, pero trato de hacer este chap. como si fuera uno de los capítulos de la serie o por lo menos algo emocionante para recordar, quería inspirar la emoción de la batalla, la lucha en sí y claro ^^ el deseo de protección de Fanelia hacía con su tierra ¿quedo algo explicito en todo ese palabrerío junto? Jejeje ¡ESPERO QUE SÍ! T.T
DiAmOnD: ^^ es verdad, amita se sentó delante de la PC y comenzó a escribir deseosa de que quedara un recuerdo en la memoria de los amantes de la serie ESCAFLOWNE.
Pregunta a lectores: ^O^¿Les gustaría LEMON pero de las parejas: MERLE Y LEO / MILERNA Y DRYDEN?
Ya hecha la pregunta me resta decirles: ¡Dejen muchooooooooos R/R diciendo si la batalla y el chap. Son buenos! ^o^ por fis, acepto criticas CONSTRUCTIVAS pero no virus ¬¬ en especial ese loco que anda dando vueltas -.-U no sean malitos ¿sio? ^o^ ¡ARIGATO!
AHHHHHHHH!! Oo se me olvidaba por completo, de seguro cuando leyeron descubrieron unas frases bastante extrañas que no tienen ni un gramo que ver con el ff. El fin de estas frases están para alentar a la paz y no a las guerras sin fundamentos. Seguro estarán pensando en lo loca que está esta autora, pero es lo que pienso, estaba escribiendo el ff y con cada letras que surgía no podía evitar imaginarme las miles de personas que la guerra hace sucumbir.
Entonces quiero agradecerles por respetar mi opinión, no digo que cuando alguien venga ¬¬ y me ataque no me vaya a defender XD pero atacar yo solo para poseer lo del otro ni se me ocurriría ^^ Así que ¡AMOR Y PAZ! Jijijijijijiji.
DiAmOnD: ^^ así es.
^^ Encima imagínense, acabo de terminar de ver la película de TOM CRUISE *o* jojojojojojojo, la llamada "El ultimo Samurai" T.T es muuuuy buenaaaaa. Dura 3 horas ^^ de paso le hago propaganda ¬¬ no me demanden. Bueno ^^ es muy buena, realmente es sorprendente los dos puntos de vista que te muestra. Me encanto y al fin me emocione un montón. Cuando estaba llegando al final llore emocionadísima, cada imagen esta espectacular ^o^ y vale la pena ir. Así si quieren ver a guerreros samuráis ^^ no duden en ir, yo fui hoy y quede *o* contentísima.
Volviendo a la realidad jejeje ^^U
DiAmOnD: -.-U ya era hora.
T.T preciosa guardiana no seas tan mala ¬¬ bien que a ti te gusto la peli
DiAmOnD: - ^^U jejejeje.
XDDDDDDDDDDDDDDD bueno, sobre el ff como han leído este chap. Lo dedique completamente al ataque tan predestinado de Sebastián, ¿ha quedado bueno? Dejen muuuchoooos R/R please ^o^ ya estamos por llegar al n° 50 ^o^ jojojojjojojo.
Les agradezco antes que nada todos las opiniones que me han dejado durante todo el paso del ff hasta ahora, ¡8 chaps.! y ya llevamos 47 R/R *o* es asombroso ^^ por que él ff es un oseo para mí y para los fanáticos de Esca, es un honor muy grande que lo lean y opinen. Así que desde ahora les voy a dar un rincón ^^ por que se lo merecen los r/r de cada lector querido. (DiAmOnD chasquea los dedos y luego de un momento a oscuras se levanta un estudio bastante lindo, de fondo con imágenes de la serie de Esca y cada personaje, dos pantallas enormes muestran escenas de cada capitulo de la serie a cada lado del escenario. Mientras en medio hay un sillón azul para tres personas y dos individuales de igual color. Unas plantas verde precioso a cada lado de los sillones) ^^ nos hemos puesto con el decorado XD así que hay que disfrutarlo jajajaja (Angel se sienta en medio del sillón y DiAmOnD se enrosca a su lado ronroneando)
DiAmOnD: :3 rrrrrrrrrrrrrrrrr – Angel le acaricia atrás de las orejas.
*o* ¡ERES DIVINA! Pero ahora ¡ah responder R/R! ^o^ wheeeeeee (desde arriba se va cayendo un papel amplio y Angel lo agarra a pleno vuelo) ^^ y aquí ha llegado el primer R/R para responder.
DiAmOnD: ^^ Arigato a Eva Vidal.
^o^ sio! Muchísimas gracias por dejarme el primer r/r del chap. 8 ha sido todo un placer. Y antes de que preguntes ansiosa ^^ ya esta en proceso el chap. Lemon que he estado prometiendo *¬* ahhhhh ;) y un secreto ve chusmeando los próximos que viene no falta mucho (6) ^^ así que espero tus próximos comentarios (Angel deja el papelito sobre una mesa de vidrio enfrente de los sillones. Vuelve a caer otro papelito y Angel lo agarra) ^^U que moderno servició de correspondencia ^^ por lo menos no nos pueden acusar de "falta de originalidad" XD
DiAmOnD: ^^ ahora es turno de Keitaro!
Arigato ^o^ para ti también, me alegra que te guste mucho el ff ^^ y muy tienes muy buenos sentidos para percibir la lucha XD ¡aquí mismo la tienes! Oo para terror, con continuación. Sabes? Me hizo sentir muy bien tus palabras al decirme que están expresados muy bien los sentimientos, eso es un gran logro para un escritor.
DiAmOnD: ^^ amita tiene razón, cuando un escritor escribe lo hace tratando de darle la mayor vida y sentimiento a los personajes.
Así ^^ que nuevamente arigato y espero tu próximo R/R ;) (Angel mira hacía arriba buscando el próximo papelito luego de haber deposito el anterior sobre la mesa) Oo no hay más?
DiAmOnD: - Oo cuando fui a ver si todo andaba bien, había más que dos ¬¬ (La guardiana sale detrás del estudio, unos segundos más tarde aparece en su lugar un Van totalmente sonrojado sosteniendo en su mano otro papelito)
Van: -^^-U Angel, próximo R/R (Le extiende el papelito)
*¬*..................... (mirándolo embobada).............. *o* ¡ESTAS PRECIOSO! (Angel salta hacía un Van sorprendido sin reaccionar, cuando por detrás Angel es sujeta en una forma chibi) T.T buaaaaaa Van-chan.
DiAmOnD: ¬¬ amita (la suelta) pórtese bien. Van ^^ gracias (Van sonríe y desaparece por detrás de la escenografía. Angel haciendo circulitos en un rincón con un aura azul)
Angel: T.T
DiAmOnD: ^^U amita, no se deprima ^o^ tiene muchos R/R que contestar.
(Angel saltando de alegría se vuelve a sentar sobre el sillón) ^o^ entonces! (Angel toma el R/R) ¡Gracias esta vez a: Dita!
Oo ¿otro chap. Genial? ;_; SOY INCREÍBLEMENTE FELIZ ^o^ jojojojojojojo eso significa que voy por buen camino ^^ y sobre la pregunta, jajajajaja XD no me imaginaba que esta de más, me pone feliz que cuento con tu apoyo sobre eso ^^ arigato! Bueno amiga nos vemos!! :3
DiAmOnD: - ^^ ahora las gracias van dirigidas a Ady! Si -.- mi amita se tardo como ahora.
T.T no estaba inspirada ¬¬ y para escribir de manera mediocre un chap. Que no me convence ^^ jejejeje.
DiAmOnD: XD pero como ves! ^^ le he echado ganas, esperemos que te haya gustado el esfuerzo y nos dejes un r/r pronto.
^o^ (Angel ve cayendo un papelito) otro R/R ¡wheeee! (Angel se sube al sillón y salta tomando el R/R bastante emocionada) ¡Arigato SeikaDragon! Me alegra mucho que la historia te este gustando, es realmente inspirador para una escritora como yop, por lo menos se que el esfuerzo va valiendo la pena. Y acerca del suspenso solo me queda decir.... muajajajajajaja (6) naaa ^^ mentira, solo que por lo menos así es más interesante.
DiAmOnD: ^^ así es. Y se esperan muchas cosas más ^^ hay muchas cosas en la mente de mi amita, muchas ideas muajajajajaja (6)
XD ¡digna guardiana mía! Somos igualitas. Pero ahora continuamos ^^ el próximo es de: (Angel mira hacía arriba esperando el papelito.... cri cri.... cri cri....) Oo y el R/R
DiAmOnD: - rrrrrrrrr :3 (La guardiana estaba de espaldas al sillón y balanceando el papelito) OoU heeeeee, aquí esta amita ^^U.
*o* ¿no es divina? ^^ pero ahora vamos a agradecerle a angel13 ¡gracias! ^o^ por tu r/r. ¿yo? Oo ¿hacer sufrir a mi lindo, hermoso, guapo, sexy, fuerte, poderoso Van-chan? XD jajajaja ¡jamás! *o* aunque me encanta darle celos ¡wheeeee! Y aquí tienes el chap. 9 ;) espero que lo disfrutes y no sufras jejeje ^^U
DiAmOnd: - ^^ y aquí viene el próximo (La minina toma el papelito danzante del aire y lo coloca en el sillón) mmmm Oh! ^^ gracias Sakura. Veo que te esta gustando el ff de mi amita ¡LAS COSAS SE PONDRÁN MUY INTERESANTES!
-.-U o eso espero yop :P jejeje. ¡gracias de nuevo! ^o^ (Angel siente sobre su cabeza un papelito y lo toma) ¬¬ ¿¿¿acaso no pueden esperarse unos segundos??? -.-U en fin, ^^ esta vez debemos agradecerle a Taigrin Dido. _Oo_ ¿deberás que ha sido tu primer ff de Esca? -^^- me siento honrada, encima como te ha gustado puedo sentarse tranquila en mi silla. Bueno ^^ por lo menos puedo dignarme a decir que describo todo que ^^ solo queda imaginárselo como yo lo hago, claro que cada uno tiene su imaginación propia jejeje. Y sí ^^ has podido darte cuenta (¿sin leer mi bio? Oo eso es de notarse) ¡Viva Sudamérica! Sin rasismos ni nada ^^ es solo que soy Argentina y como este pedazo de continente digamos "es mío" de alguna forma jajajaja XD bueno ^o^ hincho por él.
DiAmOnD: - El próximo R/R pertenece a Hytare (Lee el papelito) mmmm sobre el suspenso fue punto tocado jajaja pero sí ^^ la amita quiere que tenga suspenso este ff así es más interesante. Sobre si o no va a aceptar Hitomi eso lo veremos más adelante ¿ no es cierto amita? (Angel asiente y sonríe cómplice) y sobre la guerra aquí tienes el comienzo jijijijiji. Amita se esforzó muchísimo para que quedara bien ^^ espero que le dejes un R/R.
¡Exactamente! ^o^ sobre Merle te cuento que en verdad se merece el amor. Y ahora... (Angel toma otro papelito que cae suavemente) Oo ¿Ady?
DiAmOnD: - ¿Nuevamente? Oo
-^^-jejejeje es que... -.- se ha enojado por que hace sabe cuanto tiempo que no actualizo.
DiAmOnD: - ¬¬ tiene razón
T.T buaaaaaaa. Lo lamento de veras Ady, pero tienes que entenderme, la inspiración me llego hace muy poquito y lo que tenía no era ¬¬ muy lindo. Aparte como antes nunca había escrito sobre una batalla ^^U digamos que soy muy novata :P así que tenme paciencia ¡Y SÍ! Este FF va para FINAL Y TODO ^o^ ya tengo planeados varios chap. Y las ideas ya están sobre un boceto que tengo en un cuaderno, ^^ no pienso dejar este ff sin terminar.
Bueno ^^ siguiendo con los agradecimientos no puedo dejar de darle mis gracias a Hotaru Kansaki quien muy amablemente me ha dejado no uno sino 2 R/R ¡GRACIAS! ^O^ sorbe tu comentario te cuento que quería hacer un ff que tuviera por lo menos la mayor cantidad de las cosas que a mi me gustan como ya has mencionado: Romance, Acción, etc. Y claro! A mi pareja favorita de Esca *¬* jajajaja ^^ así que arigato por notarlo. Y sobre el LEMON! ¡Me alegra contar con tu apoyo también! *¬* le echare muchas pero muchas ganas sobre el chap. ;) un chisme: revisa los próximos chap. Ahí viene la sorpresa XD pero tu shhhhh! Jajajajaja. ¿Quieres un lemon de M&L o M&D? Oo no se me había ocurrido ¡arigato nuevamente! ^^ lo tendré MUY encuenta. Tal vez un "especial" *o*.
Ahora termina la sección de R/R-Respuestas XD ¡ya tiene nombre oficial! ¿qué opinan? OoU recuerden que acabo de hacer un chap. Que me consumió grandes dotes de creatividad jajajajaja.
Ahora sin más preámbulos me voy despidiendo para alegría vuesta :P jejejeje Les quiero dejar muchos saludos y claro! ^o^ ganas para que me dejen un pequeño POR LO MENOS!!! T.T R/R es que me animan mucho ¡por fis!
DiAmOnD: - ^o^ nos estamos viendo pronto ;) no saben lo ansiosa que esta mi amita para escribir la continuación.
CLARO! Ahora que las ideas están frescas :P aprovechemos. En fin, nos despedimos desde este estudio *¬* de paso iré a buscar a Van XD jajajaja.
DiAmOnD: - ^o^ ¡BYE BYE!
¡Hasta el próximo chap! ;) para saber la continuación de esta batalla. ¡MATTA NE A TODOS! ^O^ Ahora me voy a descansar las manos :P
