Nota 1: Los derechos son de J.R.R. Tolkien, me disculpo por tomar los personajes, pero... era una historia que tenia en mente al ver la nueva película... y jugando con ciertos detalles de los libros.

Muchas gracias por sus reviews, espero que no odien lo que estoy haciendo a Legolas sentir... aunque no se que piensen de este Sauron en particular.. peor aun así gracias por leer.

Claro Ayesha, perdón por no contestar rápido, pues los Maia son buenos, pero se pueden corromper, como bien demuestra el querido Saruman, y claro Sauron, mi teoría es que dejo de ser quien era por amor a su amo Melkor...

Capitulo 5.- Hay algo en ti que solo yo puedo ver.

- ¿No comprendo?- el elfo lo observo extrañado.

- Es la única solución que encuentro- el Maia lo vio molesto- si quieres que nos congelemos adelante; imagino que debo causar repulsión...

- No, yo...- el elfo observo extrañado al Maia- es solo que no comprendo esta amabilidad, creí... que voz erais... alguien malvado.. y..

- No te confundas elfo- el Maia lo vio con enojo- hago esto pensando solo en mi, es cuestión de supervivencia.

- Claro- Legolas se sentó aun mas cerca; ellos podían darse calor uno al otro para detener el frió que afectaba a ambos- es una sensación extraña; nunca antes el frío me afectó.

- Es este lugar- el Maia observo los brillantes ojos azules.

- Si, lo creo- poco a poco el elfo cayo en el sopor del cansancio; habían caminado tantos días y sin probar alimento, eso estaba minando su resistencia, si debía ya cerrar los ojos para descansar.

- Espero que pronto encontremos algo- el Maia contempló la pausada respiración, el elfo debía estar al borde de sus fuerzas- ¿Los Valar permitirían que tan hermosa criatura sea destruida?- el Maia pensó entonces en él mismo y en su caída; y culpablemente se recordó que el hermoso elfo era su enemigo, a quien el condeno a su lado.

La noche se torno aun mas fría y el Maia inconscientemente abrazó a la tibia criatura que dormía a su lado.

Cuando el príncipe elfo abrió los ojos contemplo un mecho de cabellos rubios, que sin duda no era suyo; cayendo en su rostro; y al tratar de aun adormilado, incorporarse, el peso de un cuerpo se lo impidió.

Apartando el rostro un poco confundido, observo al Maia quien dormido lo había acercado a si.

Ruborizado el elfo, sintió la cálida respiración y su corazón se mostró extraño; no sabiendo como reaccionar, se acerco guiado por deseo, y ligeramente deposito sus labios en una caricia, sobre los delicados labios del Maia.

Este en sueños aun correspondió a la caricia; cuando un fuerte estruendo despertó a los dos de su entonación.

Legolas se retiro en el acto, aun sonrojado por lo que había hecho.

El Maia se incorporo confuso.

- Yo...- Legolas quería pedir una disculpa, por lo que había hecho.

- Por si no lo sabes... yo no soy ese mortal; así que no me confundas- el Maia, se sentía realmente molesto; pues ese beso, esa cálida sensación era una que su alma no había sentido en siglos, un gesto que despertó a su corazón.

- No lo hago- Legolas se acerco al pequeño riachuelo- pero le ruego que no me tome en brazos en sueños.

- Estúpido elfo, yo solo...- el Maia volteo rápidamente, pero Legolas se dio cuenta del leve sonrojo, que teñía sus mejillas- solo quiero sobrevivir.

Los dos procuraron ignorarse, mientras trabajosamente proseguían su incierto camino.

Una luminosidad abrasadora, como si caminaran en medio de un intenso desierto que no terminaría jamás.

De pronto el elfo levanto la vista y observo- puedo ver una muralla no muy lejos y.... no esta derruida- agrego tratando de no lucir demasiado animado.

Ahora ya tienes visiones, no hay murallas en medio del desierto- del Maia siguió caminando- y si lo siguiente es que te desmayaras, te dejo aquí de una vez.

- Pues estoy seguro de lo que vi- el elfo camino aun mas molesto, pero aguardando.

- Tonto- el Maia susurro lo bastante fuerte para los oídos del elfo.

- Engreído- susurro , en respuesta Legolas; quien se extrañaba, pues esta forzosa convivencia le había hecho descubrir en el Maia un extraño carácter, como si esa frialdad y maldad se resquebrajara y comenzara a mostrar pequeños fragmentos de algo que había   sido antes.

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- Bien, es una muralla- comento Legolas, con una sensación de triunfo, señalando la construcción frente a ellos.

- Pues, no veo, que nos sirva de algo; ¿acaso la ves habitada?- el Maia no quería perder.

- Nunca dije que viera habitantes- el elfo hizo un ligero movimiento con la boca y juntó las cejas, una extraña mueca como de niño regañado, dejándose caer en el suelo.

- Si claro- el Maia, se volteo confuso, estuvo a punto y a escasos momentos de sonreír, no una risa irónica o de triunfo; sino una sonrisa como las que antes tenia; y es que el elfo con esa mueca le había producido una sensación de tibieza; su mente estaba comenzando a volverlo loco.

- Escuchó que algo se acerca-  el elfo se había puesto de pie rápidamente; el Maia lo observo.

Y fue en ese momento que ambos sintieron el movimiento; la pared frente a ellos tembló, cuando la tierra comenzó a levantarse, como si algo excavará un túnel por debajo.

El Maia aun lucía confundido; pero Legolas atento corrió haciéndolo a un lado.

- ¿Qué...?- el Maia iba a reclamar cuando un agujero trago el lugar donde segundos antes estaba parado.

Legolas lo urgió a levantarse; pero al dar un paso unos oscuros tentáculos surgieron del mismo agujero aprisionando el tobillo del Maia y arrastrándolo.

- No...- Legolas sujeto por un brazo tirando con las escasas fuerzas que aun tenía.

- Es demasiado fuerte- el Maia observo los poderosos tentáculos, y el horrible agujero; vio al elfo y tomo una resolución- suéltame y escapa- el Maia grito, no quería condenar al elfo nuevamente.

- Ya te dije que no...- Legolas resoplo por el esfuerzo- yo nunca abandono a alguien a quien quiero- el elfo con la angustia, había dejado salir esas palabras, que estaban en su subconsciente.

El Maia las escucho claramente, no podía creerlos, ¿el elfo lo quería?; ¿alguien lo podía querer sin esperar algo a cambio?; sintió aun mas la presión que tiraba de él y trato de liberarse del agarre del elfo, no podía permitir que muriera por su causa.

- No, no te sueltes- Legolas le suplico con toda su fuerza y los ojos llenándosele de lagrimas.

- Los dos caeremos- el Maia, no podía creer todo el cúmulo de sentimientos que despertaban en el, las tiernas lagrimas del elfo, sentimientos quien creyó destruidos en el.

El último tirón, los separo; y el Maia cerro los ojos resignado; cuando  el tentáculo aflojo la presión, abrió los ojos, y vio al elfo golpeando esa cosas, con una piedra, el ultimo golpe mas fuerte y los tentáculos soltaron a su presa, perdiéndose en el oscuro agujero.

El elfo arrojo la piedra y se acerco al Maia.

- ¿Esta bien?- la hermosa cara  desarreglada por  el esfuerzo; le pareció al Maia la mas maravillosa visión, que hubiera contemplado, el elfo aun cansado lo ayudo a levantarse, y lo insto apurarse- vamos, salgamos de aquí, rápido, no creo que esa criatura renuncia a sus presas.

El elfo, dio  unos pasos, pero volteo al grito del Maia, pero no pudo esquivar los tentáculos que ahora surgieron delante de el; lo alzaron en vilo y lo arrojo contra unas rocas cercanas; el golpe  fue tan grande que dejo en la inconciencia al elfo.

El Maia corrió hacía a el; cuando la tierra se abrió a sus pies y una terrible criatura emergió; una especie de gusano gigante que abrió la boca repleta de dientes y tentáculos;  dirigiéndose  al elfo caído.

El Maia se apresuro a llamar su atención lanzándole las rocas que encontraba; quería alejarlo del elfo; pero la criatura casi lo alcanzo, y el se sintió perdido,  cuando unas lanzas surcaron el cielo  y la criatura volvió a  desaparecer bajo tierra, con tal fuerza que el Maia fue repelido hacia atrás, golpeándose y  quedando al borde de la inconciencia.

Sauron contemplo a unas criaturas armadas que se acercaban rodeándolo; antes de caer se obligo a ver en dirección del elfo caído; al que varias criaturas rodeaban también; sin poder mas cayo en la oscuridad.

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La suavidad de una tela lo rodeaba; era un tacto muy diferente a la aspereza de sus ropas desgarradas.

Con temor abrió los ojos; una lóbrega habitación a la que iluminaban algunas antorchas era el lugar en el que se encontraba recostado en una amplia cama.

Se incorporo lentamente y se fijo en las ropas; vestía de un blanco radiante; esas ropas eran tan similares a las que portaba cuando aun era un luminoso Maia.

- Al fin despiertas- la voz tan conocida, lo hizo voltear inmediatamente.

- Mi... mi señor Melkor- la voz se apago en sus labios ante el salvaje beso que se apodero de ellos; pero en su mente brillo la imagen del dulce elfo; ¿seria eso la diferencia?; y el que su corazón no sintiera nada en ese beso.

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Ese mismo elfo, en quien el pensaba, comenzaba despertar, aunque lo hacia dentro de una mazmorra, y sintiéndose aun débil,  no lo habían encadenado, seguramente por considerarlo débil, pero aunque confundido, tenia la resolución de rescatar a su extraño compañero, de esta extraña aventura...

Los ojos expertos del carcelero, no pudieron divisar al elfo, así que entro dudando de que este pudiera haberse esfumado, Legolas aprovecho la distracción y consiguió golpear a esa horrenda criatura, una ves obtenida su libertad, lo observo... ciertamente no podían ser orcos, peor eran tan similares... seguía preguntándose, ¿donde se encontraba ahora?... y como es que en esa supuesta nada, existían seres vivientes.

Escabulléndose por los pasillos, trato de buscar al Maia, no lo había encontrado en esa prisión, pero no sabia si existían otras, o si lo habían capturado, es mas estaba tan confuso, tan solo recordó, y eso lo lleno de un profundo rubor... le había gritado que lo quería... ¿de donde habían surgido esas palabras?... ¿esos sentimientos?... es que era tan fácil, olvidar que ese Maia, era Sauron, el enemigo de los pueblos libres, el destructor de tantos destinos... en que momento él, había comenzado a ver un alma que clamaba por ayuda, una oscura alma condenada, que buscaba redención...

¿Por qué lo veía así?, ¿por qué...

No podía ser... Legolas se detuvo un momento, necesitaba respirara lentamente, pues había encontrado la respuesta... no.. no podía ser... pero... él se había enamorado del Mia; de la manera mas absurda se había enamorado de un ser al que debía odiar... pero ahí estaba gritándole su corazón... ¿en que momento se había enamorado de el?... ¿no seria gratitud?... no , ese sentimiento... era tan similar, y tan diferente al que había albergado por Aragorn...

De todos los seres en la tierra media, su corazón solo le correspondía, a aquellos que estaban prohibidos... se aterro pensando en su sentir.. si el Maia lo descubría...

Tenia que encontrarlo, no importaba lo confundido que se encontrara, tenia que ayudarlo a escapar... siguió avanzando, tratando de callar a su corazón.

Peor no tuvo suerte, al cruzar una estancia particularmente sombría, unos guardias lo descubrieron, tomando en cuenta que estaba desarmado, presento una respetable resistencia...

Pero superado ampliamente en numero, cayo ante ellos...

- Tienen al prisionero mi señor- la vos, provoco que levantara la cabeza rápidamente, frente a el, el Maia que había estado buscando, vestía una hermosas ropas, le pareció tan hermoso, y al mismo tiempo lo recorrió el odio, pues el tomaba la mano a una hermosa y fría criatura, mas imponente que el mismo Maia, ese debía ser Melkor.

- No he contemplado a un elfo, en tantas edades-  el imponente ser, observo cada rasgo del príncipe, este bajo inmediatamente la cara incapaz de resistir esa visión-  ciertamente una visión extraña, la que me has traído Sauron.

- Por complacerte mi señor- Sauron adopto una posición desafiante, por el bien del elfo, no podía demostrar debilidad ante su señor.

- Llévenlo a mis aposentos privados, ¿o?.. ¿hay algún problema con ello Sauron?- la vos imponente demando curiosa, la respuesta.

- ¿Por qué habría de importarme mi señor?- Sauron se arrodillo.

- Bien... vamos- tomo la delicada mano del Maia- tengo algo especial reservado para ti.

Legolas ni siquiera sintió como lo arrastraban por las escaleras... se repetía un y otra vez, que era un iluso; ¿cómo pudo creer que el Maia, era diferente?... y lo que mas dolía, era, que se había enamorado de el... de una falsa figura que el otro había proyectado... seguramente todo este tiempo los estuvo guiando a la fortaleza de su señor... era lógico... el recordaba las historias, el primer condenado a este lugar, había sido el terrible Melkor, el enemigo Morgoth... que iluso que un simple elfo, pudiera cambiar a un Maia corrompido... el tan solo era un tonto... ¿cómo competir con un Valar siendo el tan insignificante?.

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- ¿Mi señor?- Sauron contemplaba expectante al terrible Valar.

- Es mi regalo, para ti... un elfo es algo extraño en estas tierras sin duda.. así que tu lo tomaras... siempre me fascino ver como  rompías un alma, en eso fuiste mi mejor alumno- el Valar sonrió complaciente.

- Si, mi señor- Sauron se inclino en una profunda reverencia...no podía negarse, no si esperaba salvarlo... pero con su acción solo conseguiría que la única criatura que había comenzado a marlo, lo odiara... ese era el sacrificio mas terrible que su amo le había pedido... después de haberse hundido en la oscuridad con el... pero tenia que salvarlo, y si el Valar mismo decidía quebrantar al elfo, no quedaría nada de el...en cuanto el Valar lo tomara lo destruiría... tenia que hacerlo sufrir, para protegerlo... por que ese extraño sentimiento se lo pedía, un sentimiento que comenzaba a tener nombre.

Continuara...