Light of the Darkness: La vida del Indeseable.
El alma de las personas es algo muy complejo ¿Lo sabías? Normalmente, todas las personas, aman aquellas historias o hechos que acaban bien, que son tranquilos, tiernos, y encantadores hasta ese final, glorioso y gratificante. Esas son las historias que te hacen después de leerlas sentir ese conocido sabor en la boca de que el mundo no es tan malo, si hay historias como esas...
Pero no.
Hay otras personas que buscan en las historias la inconmensurable verdad. No una verdad objetiva, sino la verdad que en este caso yo, quiero expresaros. La verdad de que todo, por muy negro que se vea, por muy oscuro que este tu futuro, siempre puedes encontrar una mínima luz a la que aferrarte, esa luz, que te da por lo menos, valor para afrontar eso tan horroroso a lo que todos alguna vez nos enfrentamos.
Muchas gracias almas curiosas, que sabéis valorar las verdades aunque estas no estén contadas de la mejor manera, ni en la mejor situación. Porque eso para nosotros no es importante. Lo importante es saber que está ahí, que no escondemos lo malo del mundo, sino que lo afrontamos. Gracias por saber valorar esta vida que os desmenuzo. Espero que sigáis confiando en mi y demostrándome que la gente como yo, nos movilizamos ante algo, tan terrible como maravilloso.
Nos unimos en unas cuantas letras, para expresar aquello encerrado en nosotros mismos.
~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~|~
Capítulo 3
~*~ Pain is in Love with Us: El dolor está enamorado de nosotros ~*~
Me dirigía hacia la sala común de Slytherin después de hacer mi estúpida vuelta por la biblioteca, como mi deber de preferecto ordenaba. El cielo estaba oscuro, sin esa luna orgullosa y alentadora que acostumbraba a tener, ni esas pequeñas estrellas simpáticas que nos destilaban su coqueto brillo. Sólo las nubes grises sangraban al cielo y deleitaban con su lluvia ese otoño tardío.
Las mazmorras de Slytherin nunca serán un lugar apetecible para un encuentro. Esa oscuridad que las envuelve, y esa sensación de vacío y frialdad que percibes en cada ápice de tu ser son desalentadoras para cualquier "persona de buen talante".
No creo que a ningún Slytherin se nos pueda incluir en ese grupo.
Pasé al lado de la sala en donde normalmente nos reunimos el Círculo. Estaba completamente vacía, sin la gran y envejecida mesa de madera, ni las majestuosas sillas labradas. Sólo destacaba en su interior un inquietante espejo roto que captaba el mínimo brillo que percibía de una antorcha del pasillo...
Y una sombra que miraba por la ventana...
Miraba, como si desde los tiempos más antiguos estuviera escrito así. La lluvia repiqueteaba en los cristales de la ventana. Discretamente observaba el paisaje que se describía básicamente, en el desorden salvaje y encantador del Bosque Prohibido, que en esa noche sin su luz de plata, mostraba todo su espeluznante carácter.
Hacía cinco años que no la veía. No se parecía a esa niña de sonrisa permanente en sus labios rojos, que venía corriendo de un lado para otro contándome sus historias de dragones y princesas...
En nada a la niña que dejé llorando en un tren, con un hombre que la miraba con ese insano brillo de obsesión rayana en la locura...
Ahora ante mí se encontraba una chica de 15 años que miraba con toda la sabiduría de la melancolía hacia ese cielo de perdición. Había crecido considerablemente y se alzaba como un gran acantilado aguantando los golpes de las crueles olas que intentaban desgastarla con el paso del tiempo, desgarrarla de su lugar. Sus ojos vivaces como pocos, demostraban todo su fulgor en ese brillo propio que siempre los iluminaba como si fueran dos llamas inmortalmente incandescentes.
Llevaba una gruesa capa gris de viaje que le arrastraba hasta el suelo. Su cabello oscuro caía liso por la espalda ocultando casi por completo la capucha profunda y caída. Tenía esa belleza, tan fría y serena que recordaba vagamente de su madre.
La conozco más que a cualquier persona de las que pisa la tierra. Y a la vez, esa chica fría y dura incluso podría decir cruel, como sólo la belleza puede ser, era una total desconocía que compartía mi propia sangre.
Se dio la vuelta para mirarme. Sus ojos chocaron con los míos con una fuerza descomunal, tanto que me sentí tentado a retirar la mirada, pero ella lo hizo primero. No percibía ningún destello de reconocimiento, sólo sus ojos calculadores analizando cada trozo de mi cara. Es increíble como dos hermanos pueden sentirse tan distintos.
Tan distantes.
- Me alegro de verte Akra. Estas preciosa - Intentaba romper el hielo. Mi hermana es muy rencorosa, sobretodo para ciertas cosas.
- Siento no poder decir lo mismo - Sus ojos me miraron con un destello de vida y dejó su interesante tarea de mirar por la ventana para dedicarme toda su atención. Era tan bella y tan dura.
Hay que ser muy valiente para enfrentarse a la belleza...
- ¿Qué haces aquí? ¿Le ha pasado algo a nuestro padre? - Me importa una mierda mi padre, pero necesito quedar políticamente bien.
- Déjate de tonterías con la sangresucia, hermano - ¿Desde cuando mi hermana sabía algo de Granger? - Si no quieres que nuestro padre tome cartas en el asunto, será mejor que la hagas desaparecer durante unos días.
- ¿No te importa que...?
- Me da igual lo que hagas con tu vida - Un gesto de alivio se reflejo en mi cara. La única persona a la que respetaba en toda mi vida hasta la fecha, me respaldaba en mi decisión con respecto a Granger - No me interesa nada de lo que hagas... Y antes de que digas algo, te aviso por ser fiel a ese viejo recuerdo de "hermano" que tengo de ti...
- Sabes que no es mi culpa haber perdido el contacto durante tanto tiempo, Akra. Padre... - Me quedé sin voz porque simplemente no sabía que decir. Claro que era culpa mía, podía haberme saltado todas las imposiciones posibles y verla. Pero un estúpido sentimiento de miedo me embargaba cada vez que pensaba en desobedecer a mi padre.
- A la mierda él, y todo lo que conlleva. Sabes perfectamente que si hubieras querido me encontrarías, pero eres demasiado cobarde para mancharte las manos ¿verdad? - Se acercó a mi y pude ver su cara. No había cambiado apenas esa expresión infantil que aun estando enfada, conservaba.
- Si me das una oportunidad, te demostraré que he cambiado. Ya no me importa lo que padre espere de mi - Observé tranquilamente su reacción. Parecía que dudaba pero sus ojos intentaban mostrarse impasibles ante mi escrutadora mirada.
- Está bien - Impresionante. Los Slytherins tenemos buenas dotes como actores - Pero no cantes victoria, hermano. Deberás ganarte mi confianza en el tiempo que me quede en Hogwarts... - Creo que mi cara demostró sorpresa, porque por unos segundos en sus ojos extremadamente inexpresivos se vio una pizca de diversión, mezclada con triunfo. En el fondo aun existía mi hermana, y no esa máquina cruel y perfecta que se encontraba delante mía. Ya sabía a que había venido...
- Qué ingenuo, pensaba que me visitabas porque me echabas de menos... - Una mueca apareció en mi cara. ¿Se nota que es mi hermana?
- Bueno Moon, he aprendido del mejor es normal que sea tan buena que pueda hasta engañarte - Me sonreía peligrosamente mostrando sus perfectos dientes como un lobo que encuentra a su inocente presa - Los mortífagos sospechan de ti, incluso Voldemort empieza a desconfiar... Así que aquí estoy, haciendo de chivata para ver que no te metes en líos... - Ahora me miraba expectante, esperando mi reacción. Al ver que no decía nada prosiguió - Pero es cierto lo que te digo de la sangresucia... Deberías tener cuidado con ella, quizás un día que la vea por los pasillos... - La miré a los ojos. Me estaba tocando algo íntimo con sus amenazas infantiles.
- Verás Akra, si crees que puedes jugar conmigo, inténtalo, pero quiero que sepas que yo hablaba totalmente en serio con lo de la oportunidad... - Su sonrisa lobuna no desaparecía y su mirada desafiante era increíblemente fuerte.
- Yo también hermano, yo también - Me miró más tranquila, con ese brillo incandescente - Aunque no entiendo porqué arriesgar un futuro ambicioso por una sangresucia que quizás el día de mañana no te interese para nada... - Esta era la hermana de la que hablaba antes. Sus ojos pensativos me miraban esperando ávidamente una respuesta, y su voz se había vuelto cálida. Me recordaba a esas tardes de verano, cuando ella quería saberlo todo, y yo intentaba corresponderle con mis sesiones en la biblioteca de casa...
- No lo entiendes porque nunca ha entrado esa luz en ti que te muestra todas las cosas que siempre han estado ahí, en tu mente pero que estaban en rincones demasiado oscuros para que pudieras verlas - Me miró con confusión y le acaricié el pelo. Aún olía a limón y canela, como antes - Cuando la descubras entenderás muchas cosas...
Mi hermana me miró volviendo a la perfecta y cruel máquina en la que se había convertido últimamente. Había estado en Italia todos estos años, aprendiendo Artes Oscuras en alguna mohosa cueva de alguna montaña perdida. Y entre la soledad y la continua oscuridad a la que estaba sometida, había algunos aspectos en los que estaba enterrada en un pozo sin fondo.
Como en la posibilidad que tenemos las personas de cambiar...
- Mañana me presentarán oficialmente en Hogwarts. Hasta entonces... - Pasó por mi lado sin mirarme, aunque se detuvo en la puerta. Era tan dramática, y la conozco tan bien, que si no fuera por todo lo que había pasado antes, resultaría frívolo - Espero que respondas a las expectativas... - Me di la vuelta para mirarla pero se había evaporado en el aire.
...
Ahora estoy en uno de los confortables sillones de la sala común. Joder, a veces el frío que puede hacer aquí es malsano. Aún sigue lloviendo contra Hogwarts, como si el tiempo tuviera que hacerle pagar al indomable castillo. El débil fuego, alarga las sombras haciéndolas partícipe de un conjunto de silenciosas almas que se reflejan en las paredes blancuzcas.
Horas después de haberla visto siento que todo ha sido un sueño. Quizás lo sea. Mi pasado viene a mí, para recordar mis atrocidades. Como por ejemplo, hacer que mi hermana, se convierta en ese espectro decrépito que solo busca el sufrimiento ajeno.
Sé porqué lo hace. Quiere desaparecer, esconderse en esa actitud suicida. Siempre y diga lo que diga, no podré hacerla cambiar de opinión. Se siente culpable de la muerte de nuestra madre, y de que para sustituirla, nuestro padre encontrara una furcia barata que se pinta en exceso, que la maltrata sicológicamente y que sólo le interesa por su posición en el bando del Señor Oscuro. Yo tuve suerte, desaparecí de casa, pero ella, con su estúpido sentido de la responsabilidad, ese, que también tenía nuestra madre por ser una Gryffindor, decidió quedarse. Como me dijo una vez "Alguien tiene que hacerle cambiar"
Es el ángel al que le despeinaron las alas...
Había soportado cosas por las que cualquier persona hubiera muerto de locura, de dolor, de pena o de pura desesperación. Un padre que esta obsesionado con convertirla en un arma perfecta, y una mujer que tiene envidia y miedo de la atención interesada que recibe de su marido. Hacía demasiado tiempo que no le demostraban ningún tipo de amor. Se supone que eso es un denominador común para todos los Slytherins. Pero es falso. Todos encuentran aunque sea un mínimo de afecto.
Ella no tiene nada.
¿Por qué no la ayudé? Sabiendo todo lo que ha aguantado, ¿Por qué nunca he hecho nada por ella...? Tenía razón... Siempre he sentido cierto respeto, o miedo, por mi padre. Nunca me he atrevido a desobedecerle. No soy tan fuerte. Y no estoy orgulloso de ello.
... que intenta volar aunque el viento lo tire al suelo...
~*~*~
- ¿Qué te ha dado detención Snape por chocar con él? ¿Este hombre no entiende lo que es un accidente? - Hermione le miraba extrañada mientras que el pelirrojo la miraba entre resignado y apenado. Se perdería el entrenamiento de Quidditch. La cara de Harry no era menos alentadora.
- Si; tengo que irme ahora mismo a las mazmorras. Nos veremos en la cena... O eso espero - La cara de resignación de Ron llegaba hasta el suelo. Harry se separó de ella con una breve despedida, llegaba tarde al entrenamiento y la dejó caminando hacia la biblioteca.
Sabía que Snape era muy excéntrico pero era demasiado detener a un alumno por un simple encontronazo. Incluso para Snape... "¿Otra vez con esas suposiciones sin fundamento, Hermione?" Llevaba días pensando cosas extrañas sobre conspiraciones, todo infundado desde la profecía de Luna, y el sueño. Sabía perfectamente que no tenía relación aparente con lo que estaba pensando, pero esa actitud de Malfoy hace unos días...
La encontraba demasiado inquietante para tratarse de él. ¿Qué pretendía con esa advertencia? ¿A quien no quería que se acercara? Un momento. ¿Malfoy no quiere que Hermione haga algo? Pero había algo más que inquietaba a esos ojos miel. Malfoy nunca se acercó a ella tanto como esa vez, suponía que era por todo ese rollo de los sangresucia. Y había sentido un escalofrío de repulsión recorriendo su cuerpo, que la hizo temblar...
Movió la cabeza intentando despejar esos pensamientos perturbadores y sin explicación racional satisfactoria, y entró en la biblioteca.
La luz entraba tenuemente por las grandes ventanas, ya que ese día que terminaba, se había levantado completamente nublado, dejando, a veces, escapar rayos de sol. Madame Pince estaba como siempre sentada en su basta silla de madera, leyendo un libro rojo. Ni siquiera levantó la vista para ver quien había entrado. Hermione se adentró por el pasillo de la derecha y se dirigió a una mesa al fondo, rodeada de estanterías.
En ella me encontraba yo, leyendo el libro de "Transfiguraciones avanzadas" de 7º curso. Son increíbles las consecuencias de transfigurar mal a una ardilla voladora. La observé por encima de mi libro, disimuladamente, y pude ver en sus ojos cierta turbación al verme. No entiendo por qué si ya sabía que estaba aquí.
- Hola - Se sentó enfrente de mi, y yo bajé el libro. Ya que tenía la oportunidad de mirarla a placer, no iba a desaprovecharla - ¿Qué haces aquí un viernes por la tarde, Moon? - Me encanta cuando intenta ocultar sus preocupaciones bajo esa sonrisa. En eso si que nos parecemos. Cada uno intenta ocultar sus emociones bajo cáscaras huecas.
- Me aburre mi casa, no hay apenas actividad. ¿Y tú? - Le miré con verdadera curiosidad. Es raro como una persona que te interesa, puede hacerte olvidar tu verdadera personalidad, y convertirte en alguien amable y dócil.
- Bueno, Harry tiene Quidditch y a Ron le ha detenido Snape así que...
- Claro, yo como último recurso, debería darte vergüenza... - Le dediqué una mueca, que intentó, de veras que intentó, ser una sonrisa. Soy un Slytherin, y por muy colgado que esté por ella, no va a desaparecer mis típicas ironías.
- Vamos, excelentísimo y aclamadísimo Premio Anual, no se enfade conmigo. Bueno, si es que un Slytherin puede enfadarse... - Hermione sonrió y cogió un libro que tenía cerca de ella, en la cercana estantería. Por lo que leí parecía algo así, como un libro de relajación. Parece que notó mi cara de incomprensión y movió la cabeza como quitándole importancia y se sumergió en el libro, a pesar de mi mirada interrogante.
Nos conocimos el curso pasado. Ya sabíamos que existíamos el uno y el otro por las reuniones mensuales de preferectos. A ella le interesaba mi Premio Anual, y a mi el parecido que tenía con mi hermana. Así que poco a poco , aun no entiendo como, y tampoco quiero entenderlo, nos empezamos a conocer. Yo descubrí su afición por los relatos fantásticos y los libros en general, y ella descubrió que no era un Slytherin tan malo como lo parecemos todos.
No creas que esto que siento por Hermione, es algo físico o transitable. Desde que comenzó este año, he sentido la necesidad, no sólo de hablar con ella, sino de ver sus ojos, absorber ese olor a menta que desprende, escuchar su melodiosa risa...
De tocarla...
Y me costó reconocerlo. Antes de que Malfoy se convirtiera en mortífago, antes incluso de que me llegara la carta de que debía llevarle ante Él, estaba enfurecido conmigo mismo. Nunca me había visto así. Yo, el chico tranquilo y pausado, ese que tranquilamente podría haber pertenecido a Ravenclaw, que se llevaba bien con otros alumnos que no eran de su propia casa... Pues bien, parecía en esa época, un león encerrado en la jaula de mi cuerpo, intentando escapar de mí, gritar, hacer esas cosas que siempre quise hacer, pero que me he reprimido, por algo tan estúpido como mantener la imagen.
Bueno, después de toda esta retórica, no he reconocido abiertamente lo que siento por ella, aunque lo habrás visto claramente. Como dije antes, no soy fuerte, y me rindo ante algo tan increíble como esto. Ahora me da igual que Voldemort mate a Potter, que Malfoy se pudra en la cárcel, que Dublendore muera, que todo el mundo se caiga por un acantilado, que me da exactamente igual.
Sólo quiero que ese valor, esa osadía y ese temple, se sumerjan profundamente en mí, con ese brillo dulce de miel, para nacer de nuevo.
Para convertirme en esa persona con alma que debería de haber sido.
Ella me miró por encima de su libro. No me había dado cuenta hasta ahora, pero no había apartado la mirada de ella en todo este tiempo de divagaciones intelectuales. Sus ojos me observaban con expectación, esperando a que dijera algo. Pero parece que se cansó pronto.
Volvió con su lectura, después de dudar si decir algo o no. Con una rabia contenida que no sabía de donde salía me fui sin despedirme. Vio mis ojos centelleantes, y yo pude ver algo parecido al enfado. ¿No entendía que iba tantas veces a la biblioteca solo por ella? O si lo entendía estaba haciéndome sufrir a conciencia... Pero es una Gryffindor, no creo que ellos sepan lo que es hacer sufrir.
Un Gryffindor siempre se muestra amable. Nunca se equivoca. Es fuerte.
¿Cómo alguien con esas características podría fijarse en mí? Pero muy a su pesar, Granger se sentía atraída por mi, y no podía negarlo, por mucho que esa indiferencia cortés y esa distancia amable que siempre imponía quisieran decir lo contrario. Aunque le doliera, esa Gryffindor se había fijado en mí. Y yo se lo demostraré.
Verá como mis ojos atrapan hasta la más mínima gota de esa miel clara y magnífica.
~*~*~
- Bien McCarthy, ¿Tienes alguna pregunta? - Los ojos de Draco escrutaban la cara ovalada y los ojos azules que le miraban con determinación. Que se hiciera la idiota no significaba que tuviera que parecer idiota.
- Claro que no. Cualquiera podría hacer esto - Le dedicó una mueca de suficiencia y se escurrió por la puerta de las mazmorras. "Casualmente" la habían castigado el mismo día que cierto pelirrojo, que se encontraba en esos momentos restregando calderos. No sabía como, pero Malfoy se las había apañado para que coincidieran en día y hora.
El rubio de ojos grises, se marchó de allí con serias dudas. No estaba seguro si la capacidad intelectual de McCarthy llegaría a entender la situación. Si ella no hacía una buena toma de contacto con Weasley, todo el plan se iría a la mierda.
Y no podría soportar una desilusión de su padre.
Se cruzó con una mancha de ojos tan negros que la luz escapaba de ellos. Había pasado por el pasillo que llevaba a la biblioteca, y yo estaba demasiado ensimismado, por lo tanto, estaba inconsciente ante el mundo. No le había visto, lo que parecía que le había extrañado, ya que lo arrollé sin compasión. Aunque él si vio mis ojos centelleantes de furia e incomprensión.
Se acercó cautelosamente a la puerta de la biblioteca, y pudo notar, allá al fondo una cabellera desordenada de espaldas a él. Estaba delicadamente apoyada en un brazo, mirando al frente. Se encaminó un poco más adentro. Vio su perfil interesante, sus ojos clavados en un punto fijo, sin ese brillo inteligente que les caracterizaba, su nariz pequeña, sus labios...
¿Qué estás haciendo, Malfoy?
Se dio la vuelta sin pensar en que había sido eso, y decidió irse a la sala común a esperar el resultado que obtenía McCarthy...
...
Ron observó a la chica que entraba sigilosamente a la mazmorra. Estaba muy cansado de tanto fregar y una mínima interrupción no le venía mal. La había visto varias veces en las clases, rodeada de chicos de su casa. Era de estas chicas que no pasaban desapercibidas fácilmente. Estaba en su curso si no recordaba mal.
Intentando que su color corporal dejara de parecerse al de su pelo, siguió frotando calderos a la manera muggle. Pero Sindy no se rendía tan fácilmente. Esa era una de sus mejores carácterísticas.
- Soy Sindy McCarthy - Le miró con sus profundos ojos azules, y le dedicó la típica sonrisa de bienvenida. Era una de sus muchas máscaras. Todas ellas muy falsas. Le tendió la mano - 6º año. Slytherin.
- Soy Ron Weasley... - El chico se había levantado y estrechaba la mano de la imponente Slytherin. La chica le interrumpió.
- ¿Tú eres el guardián de Gryffindor, verdad? Te he visto volar... Eres increíble - Ese es el punto débil de los tíos. Nuestro gran y omnipotente ego. Weasley sonrió estúpidamente mientras ella reía lo más dulcemente que su voz fría e inexpresiva le dejaba articular. Era muy duro ser encantadora. A ella le iba más el cuerpo a cuerpo.
Se quitó su pesada capa de invierno, y quedó con la fina blusa del uniforme, con algunos botones desabrochados insinuantemente y con la insignia de Slytherin. Se sentó cerca del pelirrojo y cogió un caldero con restos de cerebro de ratón.
- ¿Por qué te dio detención Snape? - La chica hablaba mientras limpiaba sin interrupción su caldero - Lástima, te habrás perdido el entrenamiento de Quidditch. Los Gryffindors habrán notado mucho tu ausencia... - La sonrisa de suficiencia del pelirrojo le indicaba que iba por le buen camino.
- Por correr por los pasillos. Está claro que Snape lo ha hecho para que no entrene... - Te lo estás creyendo demasiado Weasley. Ella está consiguiendo lo que quiere.
- Es cierto. Supongo que verá como juegas y querrá quitarte de en medio. Típico de Snape. Pero no te preocupes, hace eso con todo el mundo - Escuchó a su lado como el Gryffindor se reía.
Muy bien, la Slytherin ya tiene su confianza. Aunque no puede precipitarse. Según su protocolo ahora llegaría la parte en que tendría que decir "Soy tuya" , pero lo veía demasiado intempestivo. Este esfuerzo por ser una chica habladora estaba matándola.
- Vaya, pensaba que todos los Slytherins erais... - Se calló de repente al ver que la chica le miraba profundamente. Había pensado en voz alta o eso dio a entender. Perfecto, quizás ya pudiera ser ella misma.
- ¿Cómo Malfoy? Si eso es lo que piensa todo el mundo... Por cierto Ron... - Genial, su máscara de chica tímida y desamparada - Tengo que decirte que este castigo no ha sido casual.. - Le miró con sorpresa y dejó el caldero que estaba fregando. Ella hizo lo mismo. - Desde que te vi en un entrenamiento este año, he intentado acercarme a ti por todos los medios, pero como somos de dos casas rivales, y estabas siempre rodeado de chicas pues... - Ron había vuelto con su sonrisa de suficiencia, casi imperceptiblemente, aunque la miraba afectado.
- Sólo con que te hubieras acercado a mí podríamos haber hablado... - Ella se acercó y se puso justo enfrente de él, mirándole descaradamente. Estaban a escasos diez centímetros de distancia.
- Ya, pero tenía miedo de que me rechazarás... - No pudo seguir porque se hecho a llorar. Era de las mejores actrices que alguna vez conocí. Weasley la miraba sin saber que hacer, ya que la chica se enganchó a su cuello. Si alguien hubiera entrado por la puerta en ese momento, vería la mueca de triunfo de la Slytherin.
Si alguien se hubiera detenido a ver la cara de Weasley, hubiera visto una expresión de euforia, igual que si hubiera ganado un trofeo. Una chica que le admiraba como jugador de Quidditch y que quería conocerle a él.
Una chica muy guapa.
Se justificaba con que envidiaba la suerte que tenía Harry para ser popular. Pero aunque suene sucio, lo que sentía era envidia y celos, puros y duros. No hay más vuelta de hoja. Así eran las cosas. Un chaval, con ganas de ser popular, tenía entre sus brazos a la chica más popular de Slytherin.
La tentación se presenta de todas las formas posibles.
McCarthy se tranquilizó y le miró a los ojos. Ya estaba hecho. Ese chico comería de su mano hasta que ella quisiera. Se separó con una tímida sonrisa que hizo que Ron se sonriera.
Pobre, creía que manejaba la situación.
Volvieron al trabajo sin decirse nada más, solo lanzándose fugaces miradas. Snape llegó a la hora de la cena, para que se fueran. En la puerta, ella rozó su mano "accidentalmente" mientras le miraba tímidamente poniéndose en un solo movimiento su capa negra.
- Siento lo de la escena de antes... Aunque gracias... - Le sonrió más abiertamente, y le dio un beso muy cerca de los labios. El pelirrojo se sonrojó tanto que no se distinguía diferencia con su pelo, aunque intentó mantener su estúpida seguridad. - Te prometo que antes de que te des cuenta, si tu lo quieres, nos volveremos a ver... Sólo mándame una lechuza... - Tenía más hinchado el ego de lo que nunca nadie pudo recordar.
- Cl-Claro... - Se quedó embobado mirando como ella seguía su camino, mientras que la chica dedicaba su mueca más cruel y macabra, al viento...
~*~*~
Todos los alumnos se encontraron sentados en sus respectivas mesas aunque bastante inquietos porque la mayoría se había dado cuenta de que el Sombrero Seleccionador estaba apoyado en un taburete, frente a la mesa de los profesores.
Weasley acababa de sentarse en la mesa de Slytherin, y por lo que parecía, era el que faltaba. Hermione y Harry, al ver su cara de flipe le preguntaron que le pasaba pero parecía que estaba en otro mundo. Hermione ya se estaba enfadando, cuando Dublendore se levantó en toda su extensión, y calló a la multitud con su clara mirada.
- Tengo el orgullo de presentaros a una nueva alumna, que por motivos personales, no ha podido incorporarse antes a nuestro querido colegio... - Todo el comedor se llenó de susurros entre ellos un Harry y una Hermione terriblemente carcomidos por la curiosidad. Ron no se enteraba de nada - Por favor, Minerva, haga pasar a la señorita Akra.
La profesora mencionada, se encaminó hacia las grandes puertas del Gran Comedor y dejó pasar ante ella a una chica, no muy alta, con una capa gris de viaje. Pasó andando entre las mesas, donde varias miradas la admiraban con estupefacción. Sus ojos eran el centro de todas las miradas. Eran negros, como la más intensa oscuridad que se pudiera imaginar el ser humano, y grandes, por lo que llenaban su cara. Pero contrastaba toda esa oscuridad, con la abundante luz que salía de ellos, como si el sol, en esa noche con pocas estrellas, se hubiera escondido allí.
Los tres amigos de Gryffindor observaron a mi hermana como si fuera un ángel. Y creo que yo también, porque ahora, a la luz de las velas, su belleza se hacía más clara y reveladora. Se parecía tanto a nuestra madre...
Llegó al taburete y se sentó sin que nadie se lo ordenara. McGonagall al ver esta disposición, le colocó el sombrero. Este se quedó un buen rato quieto, sin moverse. Meditaba sobre si la elección que la chica pedía fuera la adecuada, porque veía un corazón de león tan fuerte, como pocos habían pasado por allí. Pero si quería cumplir lo que en realidad proponía no había otra, debería de estar en...
¡SLYTHERIN!
Akra pasó por la mesa de Gryffindor clavando sus ojos en los de Potter. Había oído que el héroe el mundo mágico se había vuelto callado y taciturno, todo lo contrario, a lo que había visto ayer, en una vuelta que se dio por Hogwarts, antes de ver a su hermano. La primera impresión que recibió del niño-que-vivió había sido que estaba lleno de vida. Lleno de alegría, risas, bondad, amistad. Todo lo que ella no tenía...
Ni tendría jamás.
~*~*~
Conmoveros con el espíritu de este ser débil, que en lo único que se muestra auténtico es en esta historia, que cuento hasta las increíbles consecuencias de su final. Sé que no soy perfecto, y por ello se han perdido vidas y se ha derramado sangre. Es por eso el título de este capítulo. El dolor se ha enamorado de todos los aquí nombrados. Nos ahoga y consume por el resto de nuestros días, sin que nadie pueda evitarlo. Unos lo asimilan mejor, y otros, como yo, aun no aceptan la derrota. Pero estoy seguro de algo. Sea cual sea, el final verdadero de esta historia, que ni siquiera yo sé, encontraremos esa luz perdida. Sé que la encontraremos.
Porque ese es nuestro fin.
Los hombres estamos destinados a dormir entre la luz y vivir en las sombras.
~*~*~
N. A: Quien quiera que le avise de la actualización que me deje su e-mail. Quien quiera que me agregue a tedoyguerra@hotmail.com
Bad Blood Moon
