Harry Potter
La ultima prueba
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Lección Cuarta: Entradas de diario.

Lunes, 19 de agosto de 1996. Cerca de las 5 de la tarde.

Harry se quitó de encima la capa de invisibilidad cuando llegó al
retrato que conducía a la cocina. Sabía que no tenía necesidad de ella,
porque como no estaba en clases, técnicamente no podían castigarlo por
andar por ahí, pero igual la costumbre lo había hecho llevarla consigo.
El señor Filch no era muy fanático de los estudiantes, estuvieran o no
en período escolar, y Harry, aunque no pudieran quitarle puntos,
prefería ahorrarse las quejas y los sermones. Además, no quería que
nadie lo viera; quería estar solo.

El entrenamiento del día había sido muy pesado. No habían de hecho
practicado el hechizo aún, sino que llevaban dos semanas practicando
tácticas de combate físico. No era muy difícil, pero era exhaustivo. La
profesora McGonagall había hecho el combate cuerpo a cuerpo una parte
necesaria de su entrenamiento. Arabella no se cansaba de repetirles que
tenían que poner todo su empeño en aprender, porque en el caso de un
enfrentamiento contra un mortífago, necesitarían mucho más que una
varita mágica para poder ganar.

Harry tenía que admitir que no daba lo mejor de sí, pero tenía una
excusa: ¡era el único varón! Ginny tenia prohibido por un medimago
tomar parte en las actividades físicas, así que a Harry y Hermione les
tocaba aprender técnicas no solo para defenderse a sí mismos, sino para
defender a Ginny al mismo tiempo. Era un poco rutinario tener que
enfrentarse entre si todo el tiempo, sobre todo porque Harry siempre
contenía sus golpes-- Hermione no solo era una chica, sino que era su
mejor amiga; sería muy difícil para él golpearla. Claro, ella no tenía
el mismo problema: incluso hasta se enorgullecía de haberle ganado la
mayor parte del tiempo. Hermione sabia que no ganaba porque era mas
fuerte que Harry, claro, pero prefería quedarse callada. Por un lado,
era mucho más divertido pensar que le había ganado a un varón en un
concurso de fuerza, aunque fuera de mentiritas. Y segundo, igualmente
Harry "recibía su lección" sobre dejarse ganar a propósito, porque no
solamente terminaba él derrotado, sino sermoneado por Arabella, que le
recordaba siempre que para él, el enemigo no debía tener ni rostro, ni
sexo. Y también terminaba algo humillado porque Ron, quien tenía que
asistir como espectador a todos los entrenamientos para cuidar a Ginny,
se burlaba de él a más no poder.

Al terminar la practica del día, Arabella los había mandado a sus
habitaciones a cambiarse, porque por la noche llegarían todos los
profesores y habría una cena especial. Harry, sin embargo, estaba
muriéndose de hambre y decidió pasar primero por la cocina.

Al cruzar el retrato, lo sorprendió escuchar un par de voces. La
primera, aguda, rápida y nasal, era obviamente la de un elfo doméstico,
probablemente Dobby, aunque no lo podría asegurar. La segunda, más
grave, calmada y resonante, debía pertenecer a un ser humano. Caminando
unos pasos más, asegurándose de que no lo escucharan, se asomó y,
efectivamente, vio a Dobby hablando con un joven de cabello a la altura
de los hombros, negro.

"¿De chocolate, dices? Se oye bien..."

Contra la pared chocaban algunos reflejos y Harry supo por experiencia
propia que el hombre usaba lentes, aunque no estuviera en el ángulo
correcto para verlo él mismo. Llevaba puesta una túnica de color azul
oscuro, no tan fina, pero tampoco tan maltratada como la que siempre
llevaba el profesor Lupin.

"Es la mejor del día, señor, Dobby se lo asegura," replicó el elfo
doméstico, moviendo su cabeza en un gesto de afirmación tan fuertemente,
que sus orejas se batían como las alas de un pájaro. El joven rió
sonoramente, y Harry se preguntó quién era. ¿Un estudiante de
intercambio, quizás? Porque no recordaba haberlo visto nunca...

"Em... disculpen," interrumpió Harry. Su voz se rompió al murmurar las
últimas silabas, y algo tímido se aclaró la garganta.

Ambos criatura y hombre se voltearon hacia él al momento que
escucharon su voz. En milésimas de segundo Dobby ya había comenzado con
la letanía de "Harry Potter, señor, ¿cómo se siente, señor? ¿Desea algo,
Harry Potter, señor?", etc, etc, etc. El joven lo observó con una mirada
extraña a la cual Harry se dijo que ya debería estar acostumbrado porque
todos lo miraban de una forma extraña cuando se daban cuenta de que
estaban viendo a EL Harry Potter en persona.

"Señor Potter," lo saludó el joven, sonriendo. Harry simplemente asintió
con la cabeza ligeramente, porque no tenía ni idea de qué decirle a una
persona que no conocía. El hombre se acercó a él, pasando al lado de
Dobby, que seguía empeñado en servirle a Harry ocho platos de comida al
mismo tiempo. "Permítame presentarme. Soy James Lynch, su nuevo profesor
de Historia de la Magia." Terminando la frase, extendió su mano.

Harry la estrechó, frunciendo el ceño. "¿El profesor Binns se retiró?" Se
debatía entre estar confundido y estar feliz por la noticia. Además,
este muchacho no tenía apariencia de profesor... parecía ser muy joven
como para tener la suficiente experiencia para enseñar en Hogwarts.

El profesor Lynch se rió. "Así es. Aunque no se si eso es buena o mala
fortuna para ustedes."

Harry se puso un poquito menos tenso. El profesor observó cómo sus
hombros se soltaban gradualmente. "¿Hambriento?" le preguntó, aún
sonriente. "Dobby ya esta más que encargándose de eso por usted."

Harry sonrió también. "Sí. Normalmente paso por aquí por las tardes,
porque salgo muy tarde del... entrenamiento..." Al terminar la frase
hizo un gesto, porque se dio cuenta de que pudo haber metido la pata.
"No estoy seguro de si debí decirle eso."

Al escuchar el "lapsus Hagrid" de su futuro alumno, el profesor se
encogió de hombros. "Ya estoy informado de la situación, no se
preocupe."

Harry respiro más tranquilo y se recostó contra la pared a esperar a que
Dobby le trajera algo de comer. El profesor Lynch lo observó
contemplativo. Tras un par de segundos volvió a hablar. "Es difícil
cargar el peso del mundo sobre tus hombros, ¿verdad?"

Harry se volteó hacia él, algo sorprendido por el comentario repentino.
Inmediatamente se sintió raro. El profesor volvía a mirarlo de forma
extraña, pero era una forma completamente diferente a como lo miraba la
gente normalmente cuando lo reconocía. No era admiración, no era
emoción... era más bien una resignación y tristeza. Pocas personas lo
habían mirado así antes... El profesor Dumbledore, el profesor Lupin...
Ron y Hermione después de cierto tiempo de conocerlo. Personas
especiales. ¿Que tenía el profesor Lynch en común con todos ellos?

Con un brillo cálido en sus ojos verdes, el profesor puso una mano en el
hombro del chico. "Harry... ¿puedo llamarte Harry?" Ante la afirmativa
del muchacho, prosiguió: "Quiero que sepas que si en algún momento
necesitas algo, estoy a tu disposición. Más bien, la oferta incluye
también a la señorita Granger y la señorita Weasley. No sé qué tanto les
pueda ayudar, pero si tienen algún problema académico... si necesitan algún
consejo... o lo que quieran, pueden contar conmigo. ¿Está bien?"

Harry no sabía qué pensar. Ningún profesor lo había tratado tan...
personalmente, antes. Bueno, Arabella sí, pero ella era un caso
diferente. Y el profesor Lupin, pero entre ellos había un gran nivel de
respeto aún así. Y aquí, este hombre que acababa de conocer y que no
tenía nada que ver con él le ofrecía su amistad. ¿Que podía decir? "Está
bien, profesor Lynch."

"Puedes llamarme James. O profesor James, si usar solo mi nombre te
incomoda. No me gusta que me digan profesor Lynch, me hace sentir
viejo."

Harry rió. Eso sí que era nuevo.

En ese momento Dobby llegó con un gran emparedado de pernil para Harry y
con el pastel de chocolate prometido al profesor. Harry le dio las
gracias y, con una sonrisa se despidió de su nuevo maestro. Él, dándole
una última palmada en el hombro, hizo lo mismo. "Fue un gran placer
conocerte, Harry."

Harry le dio un mordisco a su emparedado y dándole la espalda al
profesor, salió de la cocina, el retrato de la entrada cerrándose tras
él. James, al verlo retirarse, se recostó contra la pared. "Un gran
placer," murmuró, y tomó en la cuchara de metal un trozo de pastel. La
mano le temblaba ligeramente. Se lo metió a la boca y caminó hacia la
salida él también.

--

Domingo, 1 de septiembre de 1996. Hora de la cena.

Harry, Ron, Hermione y Ginny bajaron al comedor mucho después de que el
resto del alumnado llegó. Por lo que escuchaban, incluso ya había pasado
la selección de las casas, porque había mucho escándalo. Seguro ya
estaban todos comiendo. Igual ellos no tenían ningún apuro, porque iban
tan cansados que les costaba moverse.

Esa última semana habían comenzado a practicar realmente el hechizo que
debían aprender. Y si no le habían creído a Arabella cuando les decía
que esa era realmente la parte difícil, ahora se arrepentían. El hechizo
era mucho peor que cualquier entrenamiento físico posible... no
solamente había que hacer correctamente el movimiento de varita y
apuntar con la mayor precisión al blanco, sino que había que hacerlo
estando completamente enfocado en concentrar el poder en el enemigo para
obtener un resultado. Arabella les explicó algo de la ciencia tras el
hechizo, y aunque la única que comprendió bien fue Hermione, todos los
demás entendieron que el hechizo era tan fuerte que tenía el poder para
crear la fisión nuclear de ciertas proteínas celulares, agregadas al
cuerpo por la presencia de la Marca Oscura, que hacían que el poder
mágico aumentara. Literalmente tenían que destruir átomos y volverlos a
unir.

Ese definitivamente no era un hechizo cualquiera. Los tres comenzaban a
tener sus dudas de que ese plan descabellado de los líderes de la
comunidad mágica diera resultado. Llevaban más de una semana
practicándolo y apenas y habían logrado liberar un par de chispitas. No
sólo eso, sino que tanta práctica les estaba haciendo daño; el hechizo
no solo los dejaba con una jaqueca tremenda, sino que inclusive les
causaba dolor físico. La tensión muscular se hacia insoportable después
de un tiempo. Arabella les insistía que con práctica llegarían a
acostumbrarse y pronto podrían hacerlo incluso sin su varita en un caso
de emergencia. Ellos no se podían ni imaginar como se sentiría eso.

Al llegar a la mesa de Gryffindor, se sentaron como siempre con sus
amigos, en los puestos que Neville les había guardado. Fue un rato algo
incomodo, porque todos preguntaban donde habían estado y por qué no
habían estado en el Expreso esa mañana, y ellos no podían revelar la
verdadera razón por la que habían estado en Hogwarts un mes antes de
comenzar las clases. La profesora McGonagall se los había prohibido;
dijo que no quería que cundiera el pánico entre la población
estudiantil. Arabella les había sugerido que inventaran una excusa sobre
el equipo de Quidditch o algo así, ya que, siendo Harry el capitán, y
Ron y Ginny miembros (esta ultima hasta que sus síntomas comenzaron a
empeorar), no resultaría extraño que los hubieran convocado unos días
antes para arreglar los últimos detalles. Y Hermione no necesitaba
realmente una excusa para ir a su escuela en verano... todos se
imaginaban que para ella seria mucho mejor pasar el verano dentro de la
biblioteca mientras sus amigos "planeaban el Quidditch" a estar sola en
su casa hasta septiembre.

Todos sus compañeros parecieron creer la excusa. Después de todo, los
Gryffindors conocían muy bien al trío y a Ginny como para no tener razón
de dudar de sus palabras. El problema se dio cuando otros, que sí
dudaban, comenzaron a hacer preguntas.

"Vaya, vaya, vaya," escucharon la familiar pero molesta voz, burlona y
que arrastraba las sílabas. "Los desaparecidos aparecen."

Todo el grupo se volteó para encontrarse frente a frente con Draco
Malfoy. Estaba de brazos cruzados, su túnica negra de mangas largas y
botones en los colores de Slytherin un fuerte contraste a su pálido
rostro y cabello. Sus dos gorilas estaban justo detrás de el, como de
costumbre. Su postura no era sino amenazante.

"¿No podías comenzar el año sin venir a molestarnos, Malfoy?" preguntó
Ron, dando un paso adelante para "aceptar el desafío."

Hermione lo detuvo, halándolo por la túnica. "Ahora no, Ron. Si tienen
una confrontación en el pasillo me veré obligada a quitarle puntos a los
dos," explicó, lógica como siempre.

"No eres la única con autoridad, Granger," le recordó Malfoy, señalando
a su propia placa de prefecto que brillaba sobre su oscura túnica.
Hermione sabía que no podía hacerle nada, pero igual no le agradaba
meterse en líos si no era necesario. Ella prefería simplemente
ignorarlo. Arqueando una ceja, el rubio se volteó hacia Harry.
"Entonces, Potty... ¿Sabes? El viaje en tren se sintió diferente sin el
trío de perdedores creando problemas."

"Quieres decir que extrañaste que no estuviéramos ahí para humillarte
como todos los años," afirmó Harry, dando un paso adelante para pararse
junto a sus mejores amigos. Ginny se quedo detrás, junto con Neville.
Harry sostenía una mano sobre su cinto, donde tenía guardada su varita,
por si acaso algo ocurría. Hermione puso su otra mano sobre la de él,
deteniéndolo igual que a Ron.

Malfoy soltó sus brazos, sus mangas haciendo un sonido como un swish al
caer. Con fuerza apretó los puños. No le gustaba para nada que le
recordaran que el cara de cicatriz ese siempre lo vencía, y mucho menos
que él mismo se lo restregara en la cara. Pero en pleno pasillo, con
estudiantes y profesores saliendo del gran comedor, no le convenía
comenzar una pelea. Ya se las cobraría después. "¿Y ustedes? ¿No se
aburrieron al estar metidos en este castillo vacío por un mes?"

Harry y Hermione se miraron, alarmados ¿Como sabía que habían estado ahí
por un mes? La versión "oficial" era que habían llegado al castillo el lunes
de la semana anterior...

"Aunque estoy seguro de que estuvieron muy ocupados con sus...
entrenamientos," concluyó, poniendo énfasis en la ultima palabra en una
forma que los hizo a todos pensar que no se refería exactamente al
Quidditch. Un aire frió los envolvió a los cuatro: Draco lo sabía todo.

"Está fanfarroneando. No hay forma de que lo sepa..." razonó Ron en voz
alta. En realidad la afirmación era algo dudosa, como si le fuera
difícil creerlo él mismo, mucho menos los demás. La expresión en el
rostro del joven Malfoy hacía claro que sabía de lo que estaba hablando.

"¿De qué hablas, Ron?" preguntó Neville, sin comprender, y Ron se maldijo
por hablar en voz alta.

Draco soltó una risa corta al ver la expresión de pánico del pelirrojo.
"Lo que tú digas, Weasley." Señalo a Crabbe y Goyle para que se
movieran, y siguieron caminando por el pasillo. Al pasar junto a los
cinco Gryffindors, Draco se detuvo (Crabbe y Goyle casi se chocan pero
lograron detenerse a tiempo). Dándose un cuarto de vuelta, observo a
Ginny por unos segundos, ella sintiéndose muy incomoda y los otros
cuatro sin saber como reaccionar. Entonces, con la misma sonrisa
sardónica, se inclinó hacia ella y le murmuró algo en el oído:

"Ten mucho cuidado, Comadreja. Nunca se sabe cuando... algo... pueda
ocurrir. Tú sabes de lo que hablo..."

Ginny, mirando hacia el piso y mas débil que nunca, sintió que un
escalofrío le subía por la espalda. Ron, Harry y Neville estuvieron a
punto de saltar a empujar a Malfoy lejos, pero el rubio joven se alejó
de ella tan de pronto como se le había acercado. Con una última mirada
fría al grupo, Draco se alejó caminando, Crabbe y Goyle detrás de él.

Los tres chicos Gryffindors observaron sus espaldas con rabia. Ginny se
recostó contra la pared para apoyarse. Fue Hermione la que resumió los
pensamientos de todos: "Esto será un desastre."

--

Lunes 2 de septiembre de 1996. Alrededor de las ocho de la mañana.

La gárgola de entrada a la oficina se hizo a un lado, distrayendo a
Minerva McGonagall de las notas que estaba haciendo para su primera
clase del día. La profesora alzó la mirada y se encontró con una chica
rubia en el uniforme de Hogwarts que se le acercaba con una mirada
soñadora bastante familiar. "Ah, señorita Lovegood. La esperaba ayer,"
sentenció con un tono severo.

La muchachita no se bajó de su nube. "Lo siento, profesora. El aviso de
que me había llamado me llegó tarde."

McGonagall la miró reprochante, pero no comento más. "Asumo que sabe por
qué la mandé a llamar."

La chica asintió, mirada aun en el vacío. "Mi padre me lo contó."

"La situación de la señorita Weasley es muy grave," comenzó a explicar
la profesora, sin rodeos. "Necesitara a alguien que la ayude en todo,
sobre todo cuando su hermano no pueda estar ahí con ella. Y usted es la
única persona, de todas con las que ella se podría sentir cómoda, que
tiene un promedio lo suficientemente estable como para mantenerlo de ser
subida un grado. Espero que ya haya tomado una decisión."

Luna asintió, un poco mas de lo necesario. "Mi padre y yo lo discutimos,
y nos parece bien. Siempre es bueno ayudar, sobre todo a Ginny, porque
es una buena persona. Y ser testigo en carne propia de los ataques de
mortifagos y del hechizo Exterminatio Aeternus es una oportunidad que uno
en un millón tiene..."

Minerva entendió que la chica estaba balbuceando y decidió
interrumpirla. "No será ningún tipo de informante infiltrada, señorita
Lovegood."

Luna asintió con la cabeza nuevamente, pero se veía tan distraída que
era difícil saber si era en serio. "Claro, profesora."

La directora del colegio la miró, algo indecisa si ésta era en verdad la
mejor decisión a tomar. "Esta misma tarde será trasladada a el ala del
personal docente."

La muchacha asintió nuevamente, o quizás nunca habia dejado de asentir.
Se puso de pie y se dio la vuelta, mirando a todo lo que tenía a sus
lados hasta que se detuvo frente a la gárgola para salir. Volvió a mirar
a la profesora McGonagall con sus ojos grandes y su expresión en blanco.
"¿El curriculum de Cuidado de Criaturas Mágicas de sexto año incluye a
los Snorkacks de cuernos arrugados?" preguntó, tan seria como si
estuviera preguntando si el cielo es azul.

Minerva, incrédula, no supo qué decirle a la ilusionada adolescente.
"Tendría que preguntarle al profesor Hagrid." Luna asintió una vez mas,
y salió del recinto, dejando a una boquiabierta profesora McGonagall
tras ella. "Esa niña es... diferente. No hay otra forma de describirla."

--

Miércoles 4 de septiembre de 1996. Cerca de la una de la tarde.

Los estudiantes de sexto año de Gryffindor estaban todos ya en el salón
de clases, esperando a que comenzara la lección de Historia de la Magia.
Estaban todos despreocupados. Es verdad que habían elementos extra esta
vez, pero ya habían tenido dos días para acostumbrarse a la presencia de
Ginny y Luna en el salón y la novedad ya había pasado. Todos estaban
volteados y poco pendientes; normalmente el profesor Binns atravesaba el
tablero para entrar... nadie se estaba esperando que el profesor entrara
por la puerta. Tal vez fue por eso que solamente Luna y Hermione se
dieron cuenta de que alguien había entrado al salón.

Luna se acercó a él, sus grandes ojos más grandes que de costumbre por
la curiosidad. "Hola. ¿Quién eres?"

El joven se enderezó, de donde estaba recogiendo unos papeles que se le
habían caído al suelo. Su cabello estaba amarrado en una cola de caballo
en la nuca, pero varios mechones se salían del lazo y el flequillo le
caía sobre sus ojos. Sus anteojos estaban de medio lado sobre el arco de
su nariz y su reloj parecía estar cayéndose de su muñeca. Estaba todo
desaliñado, pero algo en el corte de su rostro y sus jóvenes facciones
le daban un aspecto enternecedor. "Ah. Usted debe ser la señorita...
Lovegood, ¿no es así?" preguntó, acomodándose bien los lentes. Cuando
Luna asintió, él le sonrió, algo avergonzado. "Soy su nuevo profesor de
Historia de la Magia." Luna asintió nuevamente y, junto a Hermione que
se acercó a ayudarlo con sus papeles, lo acompañaron hasta su
escritorio.

Al momento en que se sentó, ya tenía toda la atención del grupo. Algunos
ya lo reconocían, mientras que otros lo miraban extrañados. "Buenos
días, Gryffindors," comenzó, rompiendo el hielo. "Soy James Lynch, su
nuevo profesor de Historia. Por razones que no conozco, el profesor
Binns decidió retirarse y heme aquí."

"Perdón por el retraso," continuó después de haberse arreglado el
cabello. "Tenía algunas cosas que hacer y se me voló el tiempo." Como
disculpa les dirigió a todos una cálida sonrisa.

"Tómese todo el tiempo que quiera, profesor," comentó Lavander desde
atrás, y ella y Parvati soltaron risitas de complicidad. Todos los
varones de la sala arquearon una ceja. Mirando alrededor notaron que el
efecto era general: hasta Hermione estaba algo sonrojada. Luna lucóa mas
soñadora que nunca y Ginny parecía tener suficiente fuerza para
dirigirle al profesor su completa atención. Todos se sentían más que
extrañados... ¡era como tener en la clase a un veela masculino!

"No será necesario, señorita... Brown, ¿cierto?" preguntó, mirando a la
lista de la clase. Lavender asintió. "Espero que no se me haga una
costumbre." Las chicas volvieron a reír.

"¿Cómo lo hace?" le comentó Seamus a Dean en un susurro. Si había un
secreto para conquistar a las mujeres, él definitivamente quería
saberlo.

"Falta de sueño y un muy buen oído, señor Finnigan," comentó James desde
el frente, poniéndose de pie. "Es una combinación irresistible. Sobre
todo en una clase tan pequeña." Toda la clase se rió. El profesor nuevo
ya tenía el visto bueno.

Sentándose sobre su escritorio, continúo sonriéndoles a todos. "De
acuerdo a la profesora McGonagall, debemos continuar el currículum que
dejó el profesor Binns de el curso pasado..." Antes que terminara la
frase, ya Hermione tenía la mano al aire para responder. "...Pero no se
preocupen, estoy seguro que ya conocen bastante sobre las rebeliones de
goblins del siglo XIX," terminó, con una sonrisa a Hermione, quien bajó
la mano inmediatamente.

"¡SI!" exclamaron Ron y Dean desde un lado del salón, obviamente
queriendo olvidar lo más posible sobre el dichoso tema.

Todos rieron, otra vez. "Entonces no creo que tengamos mucho de que
hablar en la clase de hoy. Quizás simplemente deberíamos conversar un
rato. ¿Tienen alguna pregunta?"

Hermione volvió a levantar la mano. "¿En qué se basará nuestra
calificación?"

James rió, sabiendo perfectamente que podía esperar esa cuestión.
"Excelente pregunta, señorita Granger. Verán, yo no creo en los ensayos
y en las tareas. Su calificación final se basará principalmente en su
participación en la clase y en los pocos exámenes que tengamos."

"Me va a gustar esta clase," comentó Ron, recostándose en su silla.

"Eso espero, señor Weasley," le devolvió el profesor, divertido.
"¿Siguiente pregunta?"

Neville alzó la mano. "¿En qué casa estaba usted, profesor?"

James se ajustó nuevamente sus anteojos. "Yo no estudié en Hogwarts,
señor Longbottom. Estudie en Beauxbatons y más tarde en Oxford, donde
obtuve una licenciatura en Historia y Filosofía. Pero estoy seguro,"
añadió, con un brillo especial en los ojos, "que de haber estado en
Hogwarts, habría sido un Gryffindor."

Neville asintió, algo emocionado. Entonces Parvati levantó la mano. "¿Es
usted de padres muggles?"

"No es que importe, señorita Patil," respondió, apoyando sus manos en el
escritorio, "pero no. Mis padres eran magos. Pero mi familia tiene
orígenes muggles, de ahí que me pareciera importante estudiar en su
cultura un tiempo."

Entonces Harry alzo la mano. "¿Qué quiere decir con participación en
clase?" Normalmente los profesores no pedían la participación de los
estudiantes excepto para practicar hechizos, o demostrar si sus pociones
funcionaban o no. Y esta era una clase de Historia, es decir que no
había mucho que se pudiera comentar.

El profesor Lynch entendió la pregunta a la perfección. "Claro, señor
Potter. Como ya dije me especializo también en filosofía. Por eso pueden
esperar que este curso no consista simplemente en memorizar nombres y
fechas. Goethe dijo que debemos conocer la historia para evitar que se
repita."

Mirando a sus estudiantes con algo de tristeza, suspiró. "Yo concuerdo
totalmente. Lo importante de aprender la historia es más bien saber por
qué ocurrió, cómo ocurrió, y en qué nos afecta. Así que me disculparan
el que no les deje tarea, pero me parece mucho mejor saber lo que
ustedes piensan en vez de que se vayan a plagiar a algún pobre mago de
la biblioteca que probablemente haya muerto hace mucho tiempo." Terminó,
riendo bajo su aliento.

Harry se sintió bien con la ideología. Algo en el profesor le inspiraba
mucha confianza. Quizás era porque se llamaba igual que su padre. La
respuesta alarmó un poco a Hermione, pero le gustaba la actitud del
profesor. Luna se volteo a preguntarle a Ginny si se sentía bien, pues
había perdido su vista en el paisaje fuera de la ventana. Neville y Ron,
viendo que no iban a dar clases ese día, guardaron sus pergaminos en sus
maletines.

Entonces, Lavender alzo la mano. Y, por su expresión, todos sabían que
iba a preguntar algo irrelevante. "¿Profesor... tiene novia?"

Todos los demás (salvo Ginny) pusieron sus ojos en blanco. James se
sonrojó un poco. "Uh... no." Y, exageradamente mirando a su reloj,
exclamo: "¡Miren la hora! Creo que tendremos que dejar esa conversación
hasta aquí." Mirando a cada uno de los rostros de sus alumnos, sugirió
algo. "¿Qué tal si me cuentan algo sobre ustedes, entonces? Con su clase
favorita y algún hobby me conformo, pero si me quieren contar la
historia de su vida, prometo prestar atención..."

--

Jueves 5 de septiembre de 1996. 11:55 AM.

Ron salió de los calabozos, de su primera clase de Pociones del año,
sintiéndose excelente. Sí, sé que es algo raro escuchar esa frase. En
realidad la clase no había sido tan fabulosa. No había contestado casi
ninguna de las preguntas que le hicieron, y su poción reductora
convirtió a su rata en hámster, sin querer. Pero Ron estaba seguro que
ese era un día que iba a recordar por el resto de su vida y era por una
razón muy simple: era su primera clase de Pociones sin Snape. Sin Snape!

La Orden del Fénix (así se autonombraba el grupo, liderado por la
profesora McGonagall y el profesor Lupin ahora que el profesor
Dumbledore ya no estaba, de los que estaban resistiendo a Voldemort y a
los mortifagos) lo había enviado, por su status de doble agente, a una
misión encubierta para investigar sobre el movimiento de mortifagos en
las afueras de Londres. Lo que quería decir... ¡que no lo verían por un
buen tiempo!

Su nuevo profesor de Pociones, Cedric Diggory, era un muchacho casi
recién egresado de Hogwarts. Quizás era porque tenía muy fresco en la
memoria lo que se sentía dar una clase con Snape, los trató bastante
bien. La clase no estuvo tan interesante como la de historia, pero no
fue mala. Ahora sí estaba seguro de que a pesar de que las Pociones no
eran su fuerte, no estaría tan preocupado por tener que ir a esos
calabozos los jueves y los viernes.

Casi dando saltitos subió a el ala del personal docente, donde sabía que
estarían sus amigos porque tenían que cambiarse antes de bajar a
almorzar. Estaba caminando directo al cuarto de Harry para contarle la
excelente noticia de la ausencia de Snape, pero escucho una conmoción y
decidió girar en la esquina para ver qué era. No le tomó mucho caminar
para darse cuenta de que provenía del cuarto de Arabella. Después de
todo, había una pequeña multitud rodeando la puerta.

"... ¡Es que debí haberlo sabido! Argh, tú no cambias, Sirius Black!"

Ron fue a pararse detrás de todos. El profesor Lupin estaba recostado
contra el marco de la puerta, y parecía estar aguantándose las ganas de
soltar una carcajada. Harry y Hermione estaban parados junto a él,
boquiabiertos y con los ojos muy abiertos, también. Con la ventaja de
ser el más alto de los presentes, a Ron no le era muy difícil ver lo que
ocurría dentro. Para su suerte, llegó en el preciso momento en el que
Arabella decidía tomar en sus manos cualquier cosa que tuviera a su
alcance (que resultó ser la bolsa llena de comida para gatos que siempre
usaba la Sra. Figg cuando estaba en su apariencia de anciana) y golpear
a Sirius con ella.

"Bella-- ¡Ouch! Rayos, déjame explicarte--"

"¿Qué? ¿Que te dieron una misión y no pudiste llegar? ¡Pudiste haber
llamado en vez de dejarnos como idiotas sentados ahí! Pero no, ¡desde el
día que se inventaron las excusas ya nadie se mete en problemas!"

Y dándole un último golpe en la cabeza, con un resoplido salió del
cuarto, empujando a todos los que estaban en la puerta en el proceso, y
dio la vuelta como si se dirigiera al comedor. Viéndola salir, Sirius
murmuró algo en voz muy baja, probablemente alguna maldición o insulto,
y rápidamente transformándose en perro, salio también, pero caminando en
la dirección opuesta.

Al verlos alejarse, Remus finalmente soltó la carcajada que estaba
reteniendo. Divertido, les anuncio a los tres perplejos chicos (Ron
ahora también tenia la misma expresión en el rostro que sus dos amigos)
que era mejor que fueran a almorzar. Por lo que Remus les comentó, los
tres habían quedado en reunirse la noche anterior en Las Tres Escobas,
algo así como para recordar viejos tiempos. Aparentemente a Sirius le
asignaron una nueva misión esa misma noche y no pudo asistir. Pero el
problema no fue ese, sino que ellos dos no se enteraron hasta que era ya
muy tarde. Remus lo tomo con calma, pero Arabella no pudo. Al parecer
esa misma situación solía ocurrir muy a menudo cuando eran jóvenes, y
Arabella obviamente estaba harta de que Sirius la dejara plantada.

Al llegar al Gran Comedor, que estaba lleno como esperado, lo primero
que notaron fue que Arabella, pisando fuerte, fue a sentarse en la mesa
de los profesores. Cuando su almuerzo apareció frente a ella, lo miró
frunciendo el ceño; entonces dijo algo que no pudieron escuchar, y un
elfo domestico apareció junto a ella. Ella le dijo algo, el elfo le
respondió algo, y volvió a desaparecer, apareciendo un par de segundos
después con algo que parecía una botella de Firewhiskey en las manos. El
profesor Flitwick, sentado a su derecha en su silla especial, la miró de
forma extraña mientras ella se servía un gran vaso del líquido. El
profesor James, que estaba a su otro lado, le dijo algo y prontamente
quedaron enfrascados en una conversación.

Lupin se despidió de los muchachos, dirigiéndose hacia la mesa alta
también. Los tres se sentaron y cuando la comida apareció, Ron recordó
no sólo lo hambriento que estaba, sino lo que tenia que contarle a Harry
desde un principio. Así, con la boca llena de puré de papas, prosiguió a
mencionar cada detalle de su fabulosa clase de Pociones sin Snape. Y así
pasaron los minutos, los tres amigos conversando afablemente.

A las 12:23 PM, repentinamente, hubo una explosión. La mitad del techo
que cubría el gran comedor, específicamente el que cubría las mesas de
Hufflepuff y Slytherin, voló en pedazos. Todos se alarmaron. Cundió el
pánico. Los estudiantes comenzaron a gritar, y correr, y empujarse hacia
la salida.

"¡Estamos bajo ataque!"

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notitas de cali-chan ^.^

chan chan chan chaaaaaannnnnnn... leche con paaaaaannnnnn... teehee ^^

que tal me quedo ese final? intuyo que ya todos se dieron cuenta que de
aqui en adelante es que empieza la accion, no? esperen bastante de eso
en el proximo capitulo, aunque no les garantizo que tan buena sea porque
les juro que suckeo escribiendo accion. que mas se pueden esperar en el
proximo capitulo? mucha magia ^^ y una tragedia... pero no les voy a
decir de quien. haha! sufran =P

les dije que iba a tener el siguiente capitulo muy pronto! wheee! y solo
han pasado, eh... dos semanas! wow! no estan orgullosos de mi? ^^ tengo
que darle las gracias como siempre a manuel por hacerle el beta a este
capitulo y salvarme de meter la pata super bien metida ^^;;; una
equivocacion en un minimo detalle y hubiera dañado todo el fic. no se
que tan rapido pueda tener el siguiente capitulo (quiero salir de orbe
10 YA! asi que planeo encadenarme a mi silla todas las vacaciones hasta
terminarlo), asi que se quedaran con la espina por un rato.

no recibi reviews para el capitulo 3 =( nadie lo leyo? que tristeza.
pero les aviso que no se van a librar de mi tan facil!
mwahahahahahaaaa!! voy a seguir posteando fics y posteando y posteando
hasta que se harten y no les quede mas remedio que dejarme un review asi
sea para mandarme a callar! haha! ^__________________^ lol. que
psicotica soy.

si estan interesados en saber cuando actualizo este o algun otro de mis
fics, o si simplemente quieren comentarme algo sobre este capitulo o
hacerme una pregunta, por favor unanse a mi AI group. si quieren leer
pedacitos de mis fics antes de que yo publique un capitulo completo,
pasense regularmente por mi fic-lj, girls are weird. y si quieren leer
mis otros escritos, vayan directamente a mi pagina de escritos, ame
inspiree. todas las direcciones estan en mi pagina de autora aqui mismo
en ff.net, asi que no duden en pasarse por ahi cuando terminan de leer
esto. chaucito! -cali-chan.