A las nueve de la mañana. Nuestros amigos ya habían llegado a la capital del Norte, donde hacía un frío terrible, y gracias a unas personas habían dado con la casa de Suno.

-¿Sí? –fue ella quien abrió la puerta de su casa y nuestros amigos pudieron ver que entre sus manos sostenía un ejemplar de una revista donde salía Gokú.

-Hola –la saludó Yamcha.

-Hola –Le devolvió el saludo.

-Eres Suno ¿Verdad? –le peguntó Ten Shin Han.

-Sí, así es –de repente vio a los dos indios y se asustó.

-No temas, no te haremos nada –dijo Upa suavemente y levantando la mano.

-¿Se les ofrecía algo? –Entrecerró la puerta de su casa a sus espaldas, ya que pensaba que podrían ser ladrones e incluso abrazaba a su revista aún más, y por las dudas estaba lista para gritarle a Hatchan si algo ocurría.

-No te asustes. Eras amiga de Gokú ¿cierto? –Al oír el nombre, Suno alzó la vista.

-Sí. Lo conocí hace algunos años, cuando salvó a mi aldea –baja las manos ya más tranquila y libera la revista, la cual cae abierta al piso y Ten Shin Han la recoge.

-¿Coleccionas esta revista? –le pregunta.

-Sólo cuando Gokú sale en ella –los deja pasar a su casa y ve que no son malos como ella creía –Vean –les saca un gran bonche de revistas que ellos hojean.

-Ya veo –Yamcha las agrupó de nuevo en otro lugar para que pudieran sentarse.

-Suno. Tenemos algo sumamente importante que decirte –Ten Shin han se sentó a un lado de ella.

-¿Y qué es? -su corazón comenzó a latir rápido.

-Es Gokú, somos amigos muy cercanos de él –Yamcha le rodeó el hombro con un brazo, por si las moscas.

-¿Qué se ha casado con su representante?, ya lo sé y no me afecta –Ten cerró los ojos.

-No Suno, no es eso, hay algo más grave... Gokú está mortalmente enfermo –al oír a Yamcha: Suno se cubrió la boca con las manos y ahogó un grito.

-¿Sucede algo? –la madre de Suno bajó y miró con desconfianza los desconocidos que intentaban consolar a su hija.

-No se preocupe Sra. –dijo Bora para tranquilizarla.

-¡Mamá: Gokú está muy mal! –le gritó –Tengo que ir a verlo –subió corriendo y torpemente las escaleras mientras los guerreros z la veían con pena.

-¿Y qué le pasa a Gokú? –se veía que la mujer no les creía.

-Es el corazón Sra, pero si sospecha de nosotros, entonces mande a su hija acompañada de alguien, para que nos vigile –exclamó Yamcha.

-De acuerdo, les creo, pero Hatchan irá con ella –vieron aparecer a un robot con aspecto de Frankestein.

-Claro, también veníamos por él –explicó Ten Shin Han.

-De acuerdo –vieron que Suno bajaba las escaleras y tenía una mochila a los hombros.

-¡Estoy lista, podemos irnos! –cogió sus llaves y salió por la puerta.

-Nos veremos después –los 4 guerreros se despidieron cortésmente y salieron por de la casa.

-¿Llegaremos rápido? –Suno subió nerviosa a la nave.

-Esperemos, ya que tardaremos mínimo tres días –los demás subieron a la nave y Yamcha tomó el volante.

-¿No podríamos ir a prisa? –suplicó al muchacha.

-Lamentablemente no –Ten Shin han se sentó a su derecha.

-Y aparte al esperanza está de nuestra parte –la nave alzó el vuelo.

-Y mientras creamos eso. Gokú no morirá –Bora se cruzó de brazos y se recargó en el respaldo del sillón.

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Continuará...

Nuestros amigos llegan a donde está Gokú y sucederá algo que nadie se esperaba.

(Les prometo que el siguiente pedazo es más grande que este).