TARDE EN LA ESCUELA

Poco dispuesto, como es costumbre en él, Kaede espera sentado el momento propicio para levantar su vuelo a las tierras de la perdición y el desangro mental. Mira su reloj de nuevo, es ya la quinta vez, la hora se aproxima lenta y silenciosa. El sol ya oculta su dorada cabellera y los últimos rayos de luz son para los despreocupados. Siempre ha sido así. Talonea con impaciencia, mientras su mirada oscilante se distrae, con las criaturas más deseadas y admiradas de la placa terráquea. Vuelve y mira su reloj, esperando que este, con un leve sonido... bip bip, marque el principio de otra noche de soledad.