Disclaimer: Harry Poter y sus personajes pertenecen a JK Rowling.
Ella había vuelto
Ginebra había regresado. Ahí estaba, enfrente mío, con esa misma mirada arrogante en su rostro que la última vez que la había visto. Su largo cabello rizado cayéndole salvaje sobre los hombros, sus ojos verdes llenos de vida mirándome firmemente.
-Ya veo. Has vuelto. -Fue la única cosa que fui capaz de decir sorprendido por su presencia.
No había esperado que regresara. Y ahora ahí estaba. Tan repentina. Tan inesperada. Como un torbellino, al igual que había irrumpido en mi vida aquella primera vez en que estallara la tormenta que descolocara todo mi ser.
-Sí. He vuelto. -Dijo ella. -He vuelto. Y no pienso dejar este lugar hasta que tú y yo tengamos una real y constructiva charla. Sabes de qué hablo, ¿verdad?
-Nos hemos dicho todo lo que teníamos que decirnos, Ginebra... No hay más que hablar.
Dicho esto, fui hacia la puerta, firmemente determinado en acabar con toda esa situación que tanto me incomodaba. Ella agarró mi brazo.
-¿Es que piensas huir? Nunca cambiarás, ¿verdad? Siempre tomando el camino fácil, Draco.
-Ya veo. ¿Es eso lo que crees? De acuerdo. Hablemos. Todo ha cambiado, Ginebra. Ya te lo dije antes. Lo que ocurrió no fue nada. Nada en absoluto. ¿No puedes entenderlo?
Ella me miró con furia contenida, hiriéndome el brazo con sus finos dedos de mujer. Un mechón de fuego le cayó sobre la frente.
-No te creo. Siempre huyes. Siempre. De todas las pequeñas cosas que podrían alterar tu pequeño y perfecto mundo, Draco. Pero ese perfecto mundo no es más que una gran mentira. ¿Eso es lo que quieres? Vivir por siempre en una mentira construida a tu alrededor, alimentada por ti mismo, en este mundo irreal. ¡Despierta! ¡Abre los ojos de una vez!
Acercó su rostro al mío.
-Acepta por fin lo que sientes y no sigas cerrando tus puertas una y otra vez. No temas.
No rechacé su beso. Era salvaje, vivo, como todos sus besos. Incluso ahora.
