"Eiri-san, ahora, te has inventado a una persona. Un amante que te quisiera por encima de todo, para llenar el vació que Yuki-san te dejo..."
"Lo siento mucho Eiri-san pero ... Shuichi-san no existe. Es producto de tu imaginación"
Yuki pegó un brusco portazo al llegar a su piso. Tiró el abrigo al suelo, golpeó la pared con los zapatos. Todo su interior estaba lleno de cólera.
Recordó nuevamente las palabras de Tohma. Este con cautela, y una triste sonrisa comprensiva había depositado un frasco redondo, amarillento, de tapón blanco sobre la mesa en la cafetería.
"Me tome la libertad de comprarte un bote nuevo de medicamentos. Tras ver tu reacción de ayer supuse que algo andaba mal. Hacia más de tres días que no sabia nada de ti. Debió de acabársete el tratamiento"
El escritor entró en el baño, y empezó a rebuscar en el caótico lavabo donde la noche anterior habían quedado depositados y olvidados todos los fármacos de su botiquín.
-Tohma tiene que estar equivocado. Yo no tenía esas pastillas. Y tampoco puedo creerme que por no haberlas tomado un par de días me haya inventado todo una vida. ¡No es posible!
Siguió buscando con esmero hasta que entre todos los botes, cartones y tubos, encontró un bote vació. Exaltado, sacó de su bolsillo el medicamento que Seguchi le había entregado, comparándolos con inquietud. Se trataba del mismo.
-No puede ser...
Los frascos de plástico amarillento resbalaron de entre sus dedos, haciendo sonidos disparejos al chocar con el suelo.
El escritor perdió el equilibrio y se encontró torpemente apoyado en una de las paredes con clara insuficiencia respiratoria.
-Shuichi... tu no puedes... no puedes ser sólo una alucinación... no...
El silencio fue su único apoyo. En ese momento comprendió cuan sólo se sentía.
Se arrastró hasta el sofá del salón, recostándose boca abajo como cada vez que le dolía la cabeza.
-¿Es todo mentira?, ¿Todo?... La muerte de Kitazawa-sensei ... Cuando critique la estúpida letra de tus canciones... cuando te viniste a vivir conmigo sin que te invitara... como insistías para que fuera a tus conciertos... como terminantes consiguiendo que pese a todos los perjuicios que tenia e impedimentos que te puse, terminara confiando en ti... son tantas cosas - murmuró el escritor enterrando la cabeza en un cojín- ... tantos recuerdos. Aun puedo recordar el olor de tu pelo por la mañana... maldita sea!!
Golpeó el sofá con el puño cerrado, maldiciendo frustrado todo lo que el podía maldecir. Al final, cansado y jadeante, dejo de golpear el inerte material, enterrando todo su rostro en el almohadón.
Sonó nuevamente el teléfono. El escritor no tenia la menor intención de levantarse. Saltó el contestador automático.
-Señor Yuki-sama. Soy yo, su editora. ¿Cómo va el escrito?. Hoy no acudió a nuestra entrevista. ¿Se encuentra bien?. Recuerde que el plazo de entrega es dentro de un mes. Póngase en contacto con nosotros cuando pueda. Que tenga un buen día.
-Perfecto- murmuró cínicamente el escritor mirando el aparato de telefonía como si el fuera el causante de toda su desgracia- Como si no tuviera ya bastantes cosas de que preocuparme... me da igual... que me demanden... lo dejo...
Y el escritor se marchó a la cocina a tomar una cerveza, seguida de otra, apoyada por una tercera. Al final el frigorífico quedo exento en ese tipo de bien en su interior.
Un buen rato después, Eiri estaba con la frente apoyada sobre la incomoda mesa de la cocina, en una posición un tanto compleja, y por supuesto nada cómoda.
Escucho la llaves de la puerta aunque no le presto mucho interés. Le daba igual ya quien entrara.
-¿Seguro que esta en casa?- exclamó la voz masculina de tono agradable
-Eso fue lo que Tohma me dijo nanoda
Sakuma entró en la cocina, poniendo ambas manos sobre la cintura al ver la patética escena del escritor rodeado de botes vacíos de cerveza y otros licores tirados por la mesa y parte del suelo.
-Tatsuha - rogó el cantante con una mueca austera en su cara- ayúdame con Eiri-chan. No le sentó bien lo de ver hoy a Kitazawa... ha vuelto a las andadas...
El moreno camino hasta situarse al lado de Ryuichi, hizo un gesto de fastidio con la mano.
-Te aseguro que la ultima vez que vine no tenia alcohol en la nevera- se defendió el menor de los Uesugi ante el ceño fruncido del cantante.
Entre la cortina del alcohol, que prácticamente le hacía rozar la inconsciencia, Yuki fue llevado hasta su habitación y depositado con primoroso cariño sobre la cama.
-¿Dónde están nanoda?
-¿El qué?
-Tendrían que estar por aquí noda...
-¿Qué buscas?
-Nada. Tu vete poniéndole el pijama a tu hermano.
Yuki entre abrió los ojos, mirando de refilón como Sakuma parecía buscar algo por todas partes y su hermano le miraba con preocupación. Tatsuha preocupado, la idea le habría echo reír si no hubiera tenido la mente tan embotargada como para no asimilar ya ningún tipo de idea compleja que sobre pasase la acción refleja de abrir o cerrar los ojos, junto con el respirar. Las formas se desdibujaron dejando tan sólo las voces.
-Lo encontré
-¿Qué es eso?
-Nada, algo que Tohma me dijo que tenia que tomar
-¿Pastillas azules? ¿Para qué son?
-No sé, no me lo dijo. Tan sólo me dijo que debía tomarlo.
-¿Se pondrá bien?
-Eso espero.
-Espero que Kitazawa-kun tarde un par de días más antes de intentar nada nuevo con mi hermano... lo ha dejado hecho mierda...
Las voces puede que prosiguieran, pero la mente del escritor se apagó.
Se despertó tarde, ojeroso, con un incipiente dolor de cabeza y la boca seca con una sensación desagradable.
Yuki se levantó de forma tambaleante. Al pie de su cama tenia el frasco de medicamentos que le había entregado Tohma el día anterior y que no recordaba como había llegado hasta su cómoda.
Se percató de la nota. La tomó de debajo del frasco y la leyó murmurando entre dientes.
"Hermano. No vuelvas a hacer lo de ayer tarde. Luego tratas de reprenderme a mi por mi comportamiento alocado. Se un ejemplo para variar. Ryuichi ha insistido mucho en que no se te olvide tomar los medicamentos. Ya pasare mañana a verte cuando estés más sobrio.
Tu hermano Tatsuha.
PD. Ryuichi también insiste en que desayunes bien"
El escritor tiró el papel al suelo. Aquello tampoco estaba escrito por su hermano Tatsuha, o al menos no el hermano que el recordaba.
Tomó el frasco entre las manos.
-Para casos de ... tomar cuatro cada ocho horas.
Frustrado, con la sensación de ser un corderito que se dejaba conducir, el escritor se tomo las cuatro pastillitas dictaminadas por el envase.
Se quedó en silencio en mitad de su cuarto, de forma reflexiva.
-¿Y qué es lo que me queda ahora?, ¿Resignarme?
Tiró el frasco cerrado sobre la cama. Le daba la sensación de que había perdido el norte. Una vida falsa, un amante falso... ahora que vinieran a decirle que también la depresión y las ganas que tenia de llorar eran falsas y que todo se solucionaba a base de medicación.
Tardaría bastante tiempo en asimilar su nueva situación.
Sonrió de forma cínica.
-Y había sido yo el que más había intentado separarnos... Shuichi...
Y el nombre dolía. Dolía decirlo en voz alta. Dolía recordarlo. Por la agencia, por la falta, por la sensación desesperante y enloquecedora de tener que admitir que era todo un engaño.
Se pasó el resto de la mañana por su casa. Mirando cosas, ojeando papeles. Encendió el ordenador, encontró sus últimos trabajos guardados. La novela actual a la mitad. Lo más curioso es que tuvo la sensación de que aquella novela ya la había terminado. Así de claro tenia lo que restaba de hilo argumental.
-Dellavi - suspiró profundamente.
A primera hora de la tarde volvió a escuchar como unas llaves se introducían en la cerradura. Empezó a plantearse cuanta gente tendría las llaves de su vivienda. Empezaba a parecer el lugar de reuniones.
-Lalihoooooooooooo!! -exclamó con alegría Tatsuha llegando hasta el sofá del salón donde su hermano estaba sentado con un cigarrillo encendido en la mano.
¿Qué tal esa resaca?- preguntó con una sonrisa radiante. El rubio le contemplaba impávido, sin una emoción reflejada en su rostro. De no ser por el humo ondulante del cigarrillo, podría haber pasado por ser parte de la decoración de la vivienda- ¿Ya has comido?... como supuse que no ... (porque nos conocemos y se que tu solo te mueres de hambre antes de hacer nada por ti mismo)... me he pasado por un sitio que me gusta mucho y te he traído algo de comer... ¿Qué te parece?.
-Tatsuha
-¿Qué?
-Te aseguro que la próxima vez que entres en mi casa saludando de esa manera te parto la boca.
-Pero ... -el moreno le miró inocentemente desconcertado, haciendo un atisbo de puchero- ... pero si yo siempre he saludado así... desde que tenia trece años... puede que incluso antes...
El rubio se levantó y se puso a la misma altura que su hermano quitándole la bolsa que traía, ignorando visiblemente sus palabras.
-Y deja de comportarte como un niño bueno, aquí no esta tu "Honey Ryuichi" para que lo tengas que engañar... le estas imitando a "él", ¿Sabias?. Él ponía esa misma cara cuando sabia que había echo algo malo...
Tatsuha se volvió, mirando como su hermano entraba en la cocina. Lo siguió con paso vacilante.
-Hermano, estas muy raro. La semana pasada te la pasaste riendo, haciendo el payaso y contando chistes malos. Y ahora esto. Yo entiendo que lo de Kitazawa-kun..., el que haya venido así de repente, te haya amargado un poco. Pero no creo que debas ponerte de esa manera con todos nosotros
-Yo no estaba hablando de Yuki...- el rubio se silencio, nervioso ante el nombre y el conocimiento de que había una persona viva tras él- esta hablando de él... de Shuichi...
-¿Quién?
-Nadie, déjalo.
-Estas muy raro. No pareces tu.
-Tu tampoco pareces tu.
Los dos se quedaron en silencio. El rubio abrió la bolsa de la comida y se encontró una tarrina de combinado de carne con verduras y un trozo de pastel. Se desconcertó.
El moreno lo miraba intimidado.
-¿Qué dices que estuve haciendo la semana pasada?
-¿El payaso?
Volvieron a quedarse nuevamente en silencio.
-No tengo hambre- murmuró finalmente el escritor, haciendo gala de su carácter cerrado y hasta cierto punto avinagrado. Tatsuha contemplo con impotencia como el rubio prendía otro cigarrillo y se quedaba mirando el techo de la cocina.
-Eiri... estaba pensado en dar una vuelta por el centro esta tarde... ¿si quieres acompañarme?...
- ...
-Tenia algunas compras que hacer, pasarme por unas librerías...
-...
-Y unas tiendas de discos, a ver que nuevos CDS han salido...
-Iré.
El moreno puso cara de sorpresa ante la repentina afirmación. Después sonrió y se hizo a un lado de la puerta, haciendo señas para ponerse en movimiento.
Tatsuha hizo varias compras. Yuki lo miraba el silencio. Aquel joven que parecía su hermano, no se comportaba como él. Era enérgico y decidido si, pero tenia un poco de inocencia juvenil, también parecía más posado y sensato. Comparado con el Tatsuha de sus recuerdos incluso podría haber añadido "ñoño" a su descripción o balance anterior.
Suspiró, tenia que dejar de pensar así, tan sólo se estaba haciendo daño y lo sabia.
No obstante continuo con el moreno, con un claro propósito.
Cuando estuvieron en la tienda de discos y Tatsuha estaba entretenido mirando la sección de ofertas de las distintas marcas discográficas, Yuki fue directamente hasta la caja, donde un dependiente parecía aburrido poniendo códigos y etiquetas a una tanda nueva de productos.
-Quería preguntar por un grupo de música- pidió el rubio- ¿Me podría decir si tiene algo de un grupo llamado Bad Luck?
El dependiente se le quedo mirando pensativo.
-Bad Stuff
-No. Bad Luck - se reitero el novelista después de la experiencia en la discográfica de NG.
-¿Es un grupo antiguo?
El rubio se encogió de hombros y el dependiente empezó a mirar en un pequeño ordenador digital. Mientras estaba con su búsqueda, el hilo musical de la tienda, dio por finalizada la canción que estaba tocando, y saltó una pista nueva, de acordes lentos y letra melancólica.
"orenji iro tsuki yoru ga kuru to kimi no koto o omoi dasu
kakko tsuketa ore no serifu wa hoko no dare kana serifu de
fui ni miageru shiruetto(silhouette) kimi no yokogao o terashita
awai hikari wa ima demo"
Inconscientemente tembló. El rubio se encontró cerrando con fuerza los dedos de la manos, a la par que inclinaba levemente la cabeza hacia atrás. El dependiente ajeno a las muecas que estaba poniendo el rubio se volvió hacia él con la clásica sonrisa de "a este no le vendo nada"
-Disculpe señor. Pero no tenemos constancia de que haya existido nunca un grupo con ese nombre. Lo más parecido, como le dije anteriormente, es otro grupo relativamente nuevo llamado Bad Stuff.
La música seguía tocando armoniosamente de fondo. Yuki había cerrado los ojos dejándose arrullar por la canción.
"nani o matteru kimi wa inai heya
toki dake ga ashi oto no youni nemurenai mune ni hibiku
ima mo matteru hitori to matteru
futari mita anohi no tsuki o ima dokode kimi wa miteru"
-¿Señor?
Una mano se poso en el hombro del rubio trayéndole de vuelta a la realidad.
-Hermano, pago esto y nos vamos ¿de acuerdo?
Desorientado, el rubio se volvió para ver al moreno con más de diez CDS entre los brazos. Volvió a prestar atención a la melodía de fondo que se estaba acabando, y alarmado se volvió hacia el dependiente.
-¡¡Esta canción!!, ¡¡¿De quien es esta canción?!!
El empleado volvió a mirar en el ordenador y a los pocos segundos contestaba.
-Es "In the Moonlight".
De Yume Sirawa. Una cantante que arrasó hace un par de años. Creo que fue un single especial que le dedico al hombre con el que luego se caso antes de dejar su carrera en el mundo de la música.
Los hermanos salieron de la tienda de discos. Yuki miraba cabizbajo su nueva adquisición.
-No sabia que te gustara la Yume esa - acotó el moreno con una sonrisa amigable.
-Y no me gusta. Ni siquiera la conozco- se sinceró el novelista, observando aquel rostro de mujer desconocido para él.
-¿Y entonces por qué te lo has comprado?
-Digamos que... me trae recuerdos...- esbozó una melancólica sonrisa.
-Que raro estas... oh vaya, mejor nos damos la vuelta
Le tiró un par de veces del brazo, pero el rubio no le presto atención, sumergido como iba en sus propias cavilaciones.
-¿Persiguiendo retazos de un sueño Eiri?- comentó una voz entretenida de alguien que se detuvo a su lado en mitad de la calle. El rubio alzó el rostro atragantado, reconociendo perfectamente al propietario.
-Kitazawa-sensei.
El aludido pegó una risotada, mirando de reojo al moreno que frunció el ceño incómodo.
-Eiri... por favor, ¡Hace más de cinco años que no me llamabas así!- sonrió amablemente- No esperaba encontrarme tan pronto contigo. ¿Qué tal estas?, ¿Te encuentras mejor?
Yuki seguía sintiéndose incomodo. La primera razón y la más obvia, seguía pensando que estaba hablando con un muerto. Parte de su miedo y de su resentimiento seguían ahí, viendo tras aquella dulce sonrisa, a aquel hombre que le había vendido. La segunda y que tardíamente, arranco un gracioso leve sonrojo de sus mejillas, fue recordar que ellos dos habían sido pareja.
Kitazawa sonrió, conforme con lo que veía.
-Hacia mucho tiempo que no conseguía que te ruborizaras- susurró de manera divertida.
Una insistente tos seca por parte de Tatsuha, relevó al rubio de la atención del "americano".
Ah! Tatsuha-Chan. ¡¡Cuanto tiempo sin verte!! ¡Cómo has crecido!-acompañó todas sus palabras de gestos cariñosos. Eiri seguía en silencio. Sintiéndose fuera de lugar de todo.
-Me marcho a casa- indicó finalmente, tratando de eludir su compañía. Kitazawa se volvió hacia el, sujetándole por el brazo para impedirle que se marchara.
-¿Qué le pasa a tu hermano Tatsuha?. La ultima vez que lo vi no era ni la mitad de arisco. ¿Qué le habéis hecho al pobre?
Yuki sintió un sudor frió por aquella mano sujetándole el brazo. Tiró bruscamente para soltarse.
-No me toques- ordeno en una fría mirada. Lo que muchos habían denominado "ojos de asesino", hicieron su papel y Kitazawa le soltó.
Ya encaminaba resuelto sus pasos hacia su casa, cuando el hombre de pelo castaño claro empezó a seguirle por el camino. Furioso, el novelista se volvió.
-¿Qué es lo que quieres?
-Has cambiado mucho en este tiempo Eiri, ya no pareces el joven caprichoso, tontorrón y algo llorón que conocí.
Ladeó la cabeza hacia un lado, replanteándose como tomarse todas aquellas definiciones a su persona, valorando hasta que punto estaba dispuesto a darse por ofendido: Llegó a la conclusión de que nada.
Se volvió fríamente, dejando con la palabra en la boca al hombre que corrió detrás de él y le retuvo nuevamente sujetándole por el hombro.
-Eiri espera... he vuelto a Japón. ¡Porque quiero que me perdones! ¡Me gustaría que volviésemos a intentarlo! ¡Se que es un poco precipitado!, ¡Pero quiero que lo pienses!
El escritor le miró unos segundos. Kitazawa parecía querer sonreír tras una mueca de inseguridad y nerviosismo.
-Suéltame
Llegó a su casa y la encontró sola, silenciosa, vacía.
El escritor camino hasta el reproductor de CDS y desenvolvió el nuevo compacto que había traído en el bolsillo.
Puso el equipo en marcha. Las notas de "In the Moonlight" llenaron lentamente la sala.
Se dejó caer en el sofá, agarrandose a cada nota como si fuera la primera y la última vez que fuera a escucharla en su vida.
Era tal y como la recordaba, la música, la letra, todo...menos la voz. No era la voz de Shuichi.
Terminó de escucharla, más como penitencia que como recompensa, pues al terminar y quedarse el disco dando vueltas silenciosas en el aparato, Yuki tenia la cara contraída y había terminado por cubrirse con una mano los ojos.
-La canción era para ti. Todo lo que sentía estaba en ella.
Movido por un sobresalto, el escritor reacciono violentamente quitándose la mano de los ojos y buscando en derredor con la mirada desencajada e incrédula.
-¿Shuichi?
Allí no había nadie.
Se puso de pie, sabiéndose solo en su piso, miró algunas de las habitaciones contiguas. En el dormitorio, el frasco de pastillas azules seguía esperándole entre los pliegues confusos de las sabanas. Eiri tomo el frasco y miró el reloj de su muñeca. Habían pasado algo más de diez horas desde que había tomado las ultimas.
Escuchó un ruido sordo proveniente desde la habitación que era su estudio de trabajo. A zancadas el escritor entró en ella, con el envase aún en la mano, mirando con incredulidad como su portátil estaba encendido y en la pantalla blanca de su programa de escritura de texto, el cursor parpadeaba inquieto tras unas escuetas palabras confusas.
"Evleuv ogimnoc | "
-Yuki
El escritor se giró, pero como había ocurrido con anterioridad allí no había nadie. Estaba completamente sólo. Volvió a mirar el PC. Estaba apagado, tal y como lo había dejado al marcharse.
Centró toda su atención en el frasco de pastillas azules que apretado fuertemente con los dedos.
Se tomo ocho. El resto de la noche transcurrió con normalidad.
"Lo siento mucho Eiri-san pero ... Shuichi-san no existe. Es producto de tu imaginación"
Yuki pegó un brusco portazo al llegar a su piso. Tiró el abrigo al suelo, golpeó la pared con los zapatos. Todo su interior estaba lleno de cólera.
Recordó nuevamente las palabras de Tohma. Este con cautela, y una triste sonrisa comprensiva había depositado un frasco redondo, amarillento, de tapón blanco sobre la mesa en la cafetería.
"Me tome la libertad de comprarte un bote nuevo de medicamentos. Tras ver tu reacción de ayer supuse que algo andaba mal. Hacia más de tres días que no sabia nada de ti. Debió de acabársete el tratamiento"
El escritor entró en el baño, y empezó a rebuscar en el caótico lavabo donde la noche anterior habían quedado depositados y olvidados todos los fármacos de su botiquín.
-Tohma tiene que estar equivocado. Yo no tenía esas pastillas. Y tampoco puedo creerme que por no haberlas tomado un par de días me haya inventado todo una vida. ¡No es posible!
Siguió buscando con esmero hasta que entre todos los botes, cartones y tubos, encontró un bote vació. Exaltado, sacó de su bolsillo el medicamento que Seguchi le había entregado, comparándolos con inquietud. Se trataba del mismo.
-No puede ser...
Los frascos de plástico amarillento resbalaron de entre sus dedos, haciendo sonidos disparejos al chocar con el suelo.
El escritor perdió el equilibrio y se encontró torpemente apoyado en una de las paredes con clara insuficiencia respiratoria.
-Shuichi... tu no puedes... no puedes ser sólo una alucinación... no...
El silencio fue su único apoyo. En ese momento comprendió cuan sólo se sentía.
Se arrastró hasta el sofá del salón, recostándose boca abajo como cada vez que le dolía la cabeza.
-¿Es todo mentira?, ¿Todo?... La muerte de Kitazawa-sensei ... Cuando critique la estúpida letra de tus canciones... cuando te viniste a vivir conmigo sin que te invitara... como insistías para que fuera a tus conciertos... como terminantes consiguiendo que pese a todos los perjuicios que tenia e impedimentos que te puse, terminara confiando en ti... son tantas cosas - murmuró el escritor enterrando la cabeza en un cojín- ... tantos recuerdos. Aun puedo recordar el olor de tu pelo por la mañana... maldita sea!!
Golpeó el sofá con el puño cerrado, maldiciendo frustrado todo lo que el podía maldecir. Al final, cansado y jadeante, dejo de golpear el inerte material, enterrando todo su rostro en el almohadón.
Sonó nuevamente el teléfono. El escritor no tenia la menor intención de levantarse. Saltó el contestador automático.
-Señor Yuki-sama. Soy yo, su editora. ¿Cómo va el escrito?. Hoy no acudió a nuestra entrevista. ¿Se encuentra bien?. Recuerde que el plazo de entrega es dentro de un mes. Póngase en contacto con nosotros cuando pueda. Que tenga un buen día.
-Perfecto- murmuró cínicamente el escritor mirando el aparato de telefonía como si el fuera el causante de toda su desgracia- Como si no tuviera ya bastantes cosas de que preocuparme... me da igual... que me demanden... lo dejo...
Y el escritor se marchó a la cocina a tomar una cerveza, seguida de otra, apoyada por una tercera. Al final el frigorífico quedo exento en ese tipo de bien en su interior.
Un buen rato después, Eiri estaba con la frente apoyada sobre la incomoda mesa de la cocina, en una posición un tanto compleja, y por supuesto nada cómoda.
Escucho la llaves de la puerta aunque no le presto mucho interés. Le daba igual ya quien entrara.
-¿Seguro que esta en casa?- exclamó la voz masculina de tono agradable
-Eso fue lo que Tohma me dijo nanoda
Sakuma entró en la cocina, poniendo ambas manos sobre la cintura al ver la patética escena del escritor rodeado de botes vacíos de cerveza y otros licores tirados por la mesa y parte del suelo.
-Tatsuha - rogó el cantante con una mueca austera en su cara- ayúdame con Eiri-chan. No le sentó bien lo de ver hoy a Kitazawa... ha vuelto a las andadas...
El moreno camino hasta situarse al lado de Ryuichi, hizo un gesto de fastidio con la mano.
-Te aseguro que la ultima vez que vine no tenia alcohol en la nevera- se defendió el menor de los Uesugi ante el ceño fruncido del cantante.
Entre la cortina del alcohol, que prácticamente le hacía rozar la inconsciencia, Yuki fue llevado hasta su habitación y depositado con primoroso cariño sobre la cama.
-¿Dónde están nanoda?
-¿El qué?
-Tendrían que estar por aquí noda...
-¿Qué buscas?
-Nada. Tu vete poniéndole el pijama a tu hermano.
Yuki entre abrió los ojos, mirando de refilón como Sakuma parecía buscar algo por todas partes y su hermano le miraba con preocupación. Tatsuha preocupado, la idea le habría echo reír si no hubiera tenido la mente tan embotargada como para no asimilar ya ningún tipo de idea compleja que sobre pasase la acción refleja de abrir o cerrar los ojos, junto con el respirar. Las formas se desdibujaron dejando tan sólo las voces.
-Lo encontré
-¿Qué es eso?
-Nada, algo que Tohma me dijo que tenia que tomar
-¿Pastillas azules? ¿Para qué son?
-No sé, no me lo dijo. Tan sólo me dijo que debía tomarlo.
-¿Se pondrá bien?
-Eso espero.
-Espero que Kitazawa-kun tarde un par de días más antes de intentar nada nuevo con mi hermano... lo ha dejado hecho mierda...
Las voces puede que prosiguieran, pero la mente del escritor se apagó.
Se despertó tarde, ojeroso, con un incipiente dolor de cabeza y la boca seca con una sensación desagradable.
Yuki se levantó de forma tambaleante. Al pie de su cama tenia el frasco de medicamentos que le había entregado Tohma el día anterior y que no recordaba como había llegado hasta su cómoda.
Se percató de la nota. La tomó de debajo del frasco y la leyó murmurando entre dientes.
"Hermano. No vuelvas a hacer lo de ayer tarde. Luego tratas de reprenderme a mi por mi comportamiento alocado. Se un ejemplo para variar. Ryuichi ha insistido mucho en que no se te olvide tomar los medicamentos. Ya pasare mañana a verte cuando estés más sobrio.
Tu hermano Tatsuha.
PD. Ryuichi también insiste en que desayunes bien"
El escritor tiró el papel al suelo. Aquello tampoco estaba escrito por su hermano Tatsuha, o al menos no el hermano que el recordaba.
Tomó el frasco entre las manos.
-Para casos de ... tomar cuatro cada ocho horas.
Frustrado, con la sensación de ser un corderito que se dejaba conducir, el escritor se tomo las cuatro pastillitas dictaminadas por el envase.
Se quedó en silencio en mitad de su cuarto, de forma reflexiva.
-¿Y qué es lo que me queda ahora?, ¿Resignarme?
Tiró el frasco cerrado sobre la cama. Le daba la sensación de que había perdido el norte. Una vida falsa, un amante falso... ahora que vinieran a decirle que también la depresión y las ganas que tenia de llorar eran falsas y que todo se solucionaba a base de medicación.
Tardaría bastante tiempo en asimilar su nueva situación.
Sonrió de forma cínica.
-Y había sido yo el que más había intentado separarnos... Shuichi...
Y el nombre dolía. Dolía decirlo en voz alta. Dolía recordarlo. Por la agencia, por la falta, por la sensación desesperante y enloquecedora de tener que admitir que era todo un engaño.
Se pasó el resto de la mañana por su casa. Mirando cosas, ojeando papeles. Encendió el ordenador, encontró sus últimos trabajos guardados. La novela actual a la mitad. Lo más curioso es que tuvo la sensación de que aquella novela ya la había terminado. Así de claro tenia lo que restaba de hilo argumental.
-Dellavi - suspiró profundamente.
A primera hora de la tarde volvió a escuchar como unas llaves se introducían en la cerradura. Empezó a plantearse cuanta gente tendría las llaves de su vivienda. Empezaba a parecer el lugar de reuniones.
-Lalihoooooooooooo!! -exclamó con alegría Tatsuha llegando hasta el sofá del salón donde su hermano estaba sentado con un cigarrillo encendido en la mano.
¿Qué tal esa resaca?- preguntó con una sonrisa radiante. El rubio le contemplaba impávido, sin una emoción reflejada en su rostro. De no ser por el humo ondulante del cigarrillo, podría haber pasado por ser parte de la decoración de la vivienda- ¿Ya has comido?... como supuse que no ... (porque nos conocemos y se que tu solo te mueres de hambre antes de hacer nada por ti mismo)... me he pasado por un sitio que me gusta mucho y te he traído algo de comer... ¿Qué te parece?.
-Tatsuha
-¿Qué?
-Te aseguro que la próxima vez que entres en mi casa saludando de esa manera te parto la boca.
-Pero ... -el moreno le miró inocentemente desconcertado, haciendo un atisbo de puchero- ... pero si yo siempre he saludado así... desde que tenia trece años... puede que incluso antes...
El rubio se levantó y se puso a la misma altura que su hermano quitándole la bolsa que traía, ignorando visiblemente sus palabras.
-Y deja de comportarte como un niño bueno, aquí no esta tu "Honey Ryuichi" para que lo tengas que engañar... le estas imitando a "él", ¿Sabias?. Él ponía esa misma cara cuando sabia que había echo algo malo...
Tatsuha se volvió, mirando como su hermano entraba en la cocina. Lo siguió con paso vacilante.
-Hermano, estas muy raro. La semana pasada te la pasaste riendo, haciendo el payaso y contando chistes malos. Y ahora esto. Yo entiendo que lo de Kitazawa-kun..., el que haya venido así de repente, te haya amargado un poco. Pero no creo que debas ponerte de esa manera con todos nosotros
-Yo no estaba hablando de Yuki...- el rubio se silencio, nervioso ante el nombre y el conocimiento de que había una persona viva tras él- esta hablando de él... de Shuichi...
-¿Quién?
-Nadie, déjalo.
-Estas muy raro. No pareces tu.
-Tu tampoco pareces tu.
Los dos se quedaron en silencio. El rubio abrió la bolsa de la comida y se encontró una tarrina de combinado de carne con verduras y un trozo de pastel. Se desconcertó.
El moreno lo miraba intimidado.
-¿Qué dices que estuve haciendo la semana pasada?
-¿El payaso?
Volvieron a quedarse nuevamente en silencio.
-No tengo hambre- murmuró finalmente el escritor, haciendo gala de su carácter cerrado y hasta cierto punto avinagrado. Tatsuha contemplo con impotencia como el rubio prendía otro cigarrillo y se quedaba mirando el techo de la cocina.
-Eiri... estaba pensado en dar una vuelta por el centro esta tarde... ¿si quieres acompañarme?...
- ...
-Tenia algunas compras que hacer, pasarme por unas librerías...
-...
-Y unas tiendas de discos, a ver que nuevos CDS han salido...
-Iré.
El moreno puso cara de sorpresa ante la repentina afirmación. Después sonrió y se hizo a un lado de la puerta, haciendo señas para ponerse en movimiento.
Tatsuha hizo varias compras. Yuki lo miraba el silencio. Aquel joven que parecía su hermano, no se comportaba como él. Era enérgico y decidido si, pero tenia un poco de inocencia juvenil, también parecía más posado y sensato. Comparado con el Tatsuha de sus recuerdos incluso podría haber añadido "ñoño" a su descripción o balance anterior.
Suspiró, tenia que dejar de pensar así, tan sólo se estaba haciendo daño y lo sabia.
No obstante continuo con el moreno, con un claro propósito.
Cuando estuvieron en la tienda de discos y Tatsuha estaba entretenido mirando la sección de ofertas de las distintas marcas discográficas, Yuki fue directamente hasta la caja, donde un dependiente parecía aburrido poniendo códigos y etiquetas a una tanda nueva de productos.
-Quería preguntar por un grupo de música- pidió el rubio- ¿Me podría decir si tiene algo de un grupo llamado Bad Luck?
El dependiente se le quedo mirando pensativo.
-Bad Stuff
-No. Bad Luck - se reitero el novelista después de la experiencia en la discográfica de NG.
-¿Es un grupo antiguo?
El rubio se encogió de hombros y el dependiente empezó a mirar en un pequeño ordenador digital. Mientras estaba con su búsqueda, el hilo musical de la tienda, dio por finalizada la canción que estaba tocando, y saltó una pista nueva, de acordes lentos y letra melancólica.
"orenji iro tsuki yoru ga kuru to kimi no koto o omoi dasu
kakko tsuketa ore no serifu wa hoko no dare kana serifu de
fui ni miageru shiruetto(silhouette) kimi no yokogao o terashita
awai hikari wa ima demo"
Inconscientemente tembló. El rubio se encontró cerrando con fuerza los dedos de la manos, a la par que inclinaba levemente la cabeza hacia atrás. El dependiente ajeno a las muecas que estaba poniendo el rubio se volvió hacia él con la clásica sonrisa de "a este no le vendo nada"
-Disculpe señor. Pero no tenemos constancia de que haya existido nunca un grupo con ese nombre. Lo más parecido, como le dije anteriormente, es otro grupo relativamente nuevo llamado Bad Stuff.
La música seguía tocando armoniosamente de fondo. Yuki había cerrado los ojos dejándose arrullar por la canción.
"nani o matteru kimi wa inai heya
toki dake ga ashi oto no youni nemurenai mune ni hibiku
ima mo matteru hitori to matteru
futari mita anohi no tsuki o ima dokode kimi wa miteru"
-¿Señor?
Una mano se poso en el hombro del rubio trayéndole de vuelta a la realidad.
-Hermano, pago esto y nos vamos ¿de acuerdo?
Desorientado, el rubio se volvió para ver al moreno con más de diez CDS entre los brazos. Volvió a prestar atención a la melodía de fondo que se estaba acabando, y alarmado se volvió hacia el dependiente.
-¡¡Esta canción!!, ¡¡¿De quien es esta canción?!!
El empleado volvió a mirar en el ordenador y a los pocos segundos contestaba.
-Es "In the Moonlight".
De Yume Sirawa. Una cantante que arrasó hace un par de años. Creo que fue un single especial que le dedico al hombre con el que luego se caso antes de dejar su carrera en el mundo de la música.
Los hermanos salieron de la tienda de discos. Yuki miraba cabizbajo su nueva adquisición.
-No sabia que te gustara la Yume esa - acotó el moreno con una sonrisa amigable.
-Y no me gusta. Ni siquiera la conozco- se sinceró el novelista, observando aquel rostro de mujer desconocido para él.
-¿Y entonces por qué te lo has comprado?
-Digamos que... me trae recuerdos...- esbozó una melancólica sonrisa.
-Que raro estas... oh vaya, mejor nos damos la vuelta
Le tiró un par de veces del brazo, pero el rubio no le presto atención, sumergido como iba en sus propias cavilaciones.
-¿Persiguiendo retazos de un sueño Eiri?- comentó una voz entretenida de alguien que se detuvo a su lado en mitad de la calle. El rubio alzó el rostro atragantado, reconociendo perfectamente al propietario.
-Kitazawa-sensei.
El aludido pegó una risotada, mirando de reojo al moreno que frunció el ceño incómodo.
-Eiri... por favor, ¡Hace más de cinco años que no me llamabas así!- sonrió amablemente- No esperaba encontrarme tan pronto contigo. ¿Qué tal estas?, ¿Te encuentras mejor?
Yuki seguía sintiéndose incomodo. La primera razón y la más obvia, seguía pensando que estaba hablando con un muerto. Parte de su miedo y de su resentimiento seguían ahí, viendo tras aquella dulce sonrisa, a aquel hombre que le había vendido. La segunda y que tardíamente, arranco un gracioso leve sonrojo de sus mejillas, fue recordar que ellos dos habían sido pareja.
Kitazawa sonrió, conforme con lo que veía.
-Hacia mucho tiempo que no conseguía que te ruborizaras- susurró de manera divertida.
Una insistente tos seca por parte de Tatsuha, relevó al rubio de la atención del "americano".
Ah! Tatsuha-Chan. ¡¡Cuanto tiempo sin verte!! ¡Cómo has crecido!-acompañó todas sus palabras de gestos cariñosos. Eiri seguía en silencio. Sintiéndose fuera de lugar de todo.
-Me marcho a casa- indicó finalmente, tratando de eludir su compañía. Kitazawa se volvió hacia el, sujetándole por el brazo para impedirle que se marchara.
-¿Qué le pasa a tu hermano Tatsuha?. La ultima vez que lo vi no era ni la mitad de arisco. ¿Qué le habéis hecho al pobre?
Yuki sintió un sudor frió por aquella mano sujetándole el brazo. Tiró bruscamente para soltarse.
-No me toques- ordeno en una fría mirada. Lo que muchos habían denominado "ojos de asesino", hicieron su papel y Kitazawa le soltó.
Ya encaminaba resuelto sus pasos hacia su casa, cuando el hombre de pelo castaño claro empezó a seguirle por el camino. Furioso, el novelista se volvió.
-¿Qué es lo que quieres?
-Has cambiado mucho en este tiempo Eiri, ya no pareces el joven caprichoso, tontorrón y algo llorón que conocí.
Ladeó la cabeza hacia un lado, replanteándose como tomarse todas aquellas definiciones a su persona, valorando hasta que punto estaba dispuesto a darse por ofendido: Llegó a la conclusión de que nada.
Se volvió fríamente, dejando con la palabra en la boca al hombre que corrió detrás de él y le retuvo nuevamente sujetándole por el hombro.
-Eiri espera... he vuelto a Japón. ¡Porque quiero que me perdones! ¡Me gustaría que volviésemos a intentarlo! ¡Se que es un poco precipitado!, ¡Pero quiero que lo pienses!
El escritor le miró unos segundos. Kitazawa parecía querer sonreír tras una mueca de inseguridad y nerviosismo.
-Suéltame
Llegó a su casa y la encontró sola, silenciosa, vacía.
El escritor camino hasta el reproductor de CDS y desenvolvió el nuevo compacto que había traído en el bolsillo.
Puso el equipo en marcha. Las notas de "In the Moonlight" llenaron lentamente la sala.
Se dejó caer en el sofá, agarrandose a cada nota como si fuera la primera y la última vez que fuera a escucharla en su vida.
Era tal y como la recordaba, la música, la letra, todo...menos la voz. No era la voz de Shuichi.
Terminó de escucharla, más como penitencia que como recompensa, pues al terminar y quedarse el disco dando vueltas silenciosas en el aparato, Yuki tenia la cara contraída y había terminado por cubrirse con una mano los ojos.
-La canción era para ti. Todo lo que sentía estaba en ella.
Movido por un sobresalto, el escritor reacciono violentamente quitándose la mano de los ojos y buscando en derredor con la mirada desencajada e incrédula.
-¿Shuichi?
Allí no había nadie.
Se puso de pie, sabiéndose solo en su piso, miró algunas de las habitaciones contiguas. En el dormitorio, el frasco de pastillas azules seguía esperándole entre los pliegues confusos de las sabanas. Eiri tomo el frasco y miró el reloj de su muñeca. Habían pasado algo más de diez horas desde que había tomado las ultimas.
Escuchó un ruido sordo proveniente desde la habitación que era su estudio de trabajo. A zancadas el escritor entró en ella, con el envase aún en la mano, mirando con incredulidad como su portátil estaba encendido y en la pantalla blanca de su programa de escritura de texto, el cursor parpadeaba inquieto tras unas escuetas palabras confusas.
"Evleuv ogimnoc | "
-Yuki
El escritor se giró, pero como había ocurrido con anterioridad allí no había nadie. Estaba completamente sólo. Volvió a mirar el PC. Estaba apagado, tal y como lo había dejado al marcharse.
Centró toda su atención en el frasco de pastillas azules que apretado fuertemente con los dedos.
Se tomo ocho. El resto de la noche transcurrió con normalidad.
