Se había recostado bocabajo en el sofá, con unos pantalones limpios y una blusa desabrochada. Eiri podría haber parecido relajado en aquella postura de no ser por el tic nervioso que se había instalado en uno de sus ojos

-Yuuukkiii... lo siento... ¿Estas enfadado? -el moreno se sentó en el sofá, abrazándose a la espalda del escritor de forma posesiva, como si llevara muchísimo tiempo sin tocarle. Cerró los ojos, y aspiro el olor de su cuerpo.

Yuuukiiii???

El escritor farfulló entre dientes con un trozo de cojín metido en la boca.

¿Quieres que haga algo para compensarte?

-Déjalo, entre el gato y tu he tenido suficiente. Esta claro que hoy no es mi día.

El joven moreno dejo escapar un suspiro lastimero, abrazándose más al escritor.

-Llevaba con ese gato desde que entre, pero no pude evitarlo, se que de cierta manera soy yo... pero no podía quedarme quieto sabiendo que otra persona te estaba poniendo las manos encima... por eso yo...

Con una mirada furiosa, el rubio se volvió hacia el moreno que enterró el rostro en su camisa a la que se abrazaba a esta para eludir la acusadora mirada.

-¡¡Mandaste el gato a drede!!

-Entiéndeme, me estaba poniendo malo, y no podía permitir que él me viera...

-¡¡Me mandaste el gato es profeso!!

-Oye, Encima que lo pierdo!- se defendió el moreno con pose digna y las mejillas ruborizadas- además el molesto debería ser yo, por estar haciendo todas cosas cochinadas con él!!! ... aunque técnicamente fuera yo...

Cansado, el rubio se volvió a dejar caer en el sofá.

-¿Pero qué esta pasando? -imploro saber lastimosamente

-Yuki, ¿qué es lo ultimo que recuerdas?

-A ti rematándome el día- siseo disgustado, provocando que el moreno con la cara completamente roja pusiera expresión de disgusto y soltándose de su espalda, para acto seguido sentarse en el suelo con los brazos cruzados.

-¡¡¿Vas a estar restregándomelo toda la vida?!!

-Si, o por lo menos hasta que me dure el quemado.

Tras farfullar cosas ininteligibles, el moreno pensativo e inusitadamente serio, paso los dedos entre la larga melena azabache.

-Yuki... lo que trato de decirte es muy serio... -encaro la mirada fría del escritor- en este momento estas más muerto que vivo... yo...

El escritor se levantó dejando al moreno con la palabra en la boca, que le lanzo una mirada confundida.

-¿A donde vas?

-A dormir. Estoy cansado de escuchar tanta chorrada junta. Tu por tu parte haz lo que quieras.

-¡¡Yukii escúchame!! ¡Tienes que haberlo notado!, ¡Seguro que en el fondo estas confundido!, ¡Yo tengo esas respuestas! ¡Por favor escúchame!

Desalentado y confuso, el rubio se volvió hacia aquel joven de ojos violetas. En una mirada lastimera, implorante, y llorosa, el moreno se puso de pie, alargando los brazos hacia el cuello el novelista. Sus labios se rozaron tímidamente.

Considerándose vencido, el escritor recibió el beso y lo respondió. En el fondo, e independientemente de quien fuera o como se llamara, sabia que era a aquella persona a la que había estado buscando.

Cuando el beso finalizo, el moreno estaba llorando.

-¿Qué es lo que te pasa?- pregunto el rubio sorprendido y disgustado al mismo tiempo.

-Me hace muy feliz... estar así contigo... después de tanto tiempo... pensé que nunca más podría abrazarte de esta manera...

Fueron esas palabras las que le hicieron ceder completamente. Eiri lo medito en silencio, con el cálido abrazo de otro cuerpo sobre él.

Adopto una expresión desorientada.

-Yo recuerdo la rutina- miró su cabello de forma curiosa y tiró de las lagas hebras color azabache- lo ultimo... vaya, lo había olvidado...tu te marchabas de gira, te acompañe para despedirme... Tohma también quería hablar conmigo... pero no recuerdo nada más. Sólo despertarme en la cama. A la gente negando conocerte. Y después verte en el hospital a mi lado. Pero era extraño, él era distinto. ¿Y si no eras tu?, ¿Quien es entonces? ¿Que ha pasado en realidad? Si mis recuerdos son ciertos y no una alucinación, ¿que es lo que esta ocurriendo ahora?...

El moreno bajo la cabeza y se apretó contra el pecho del rubio.

-Tus recuerdos son ciertos.

...Por algo no terminaba de creerme que te hubieras vuelto tan bueno en la cama... con lo malo que eres.

-...................... - una cortina de pudor bañado en furia se clavó en el escritor que le respondió indiferente.

-Es verdad. Asúmelo.

-Yukiiii..........

-¿Qué esta pasando?

-Casi te matan.

Se produjo un silencio tenso en la sala.

El día que viniste a despedirte, había muchos fan en el edificio. Seguchi-san había organizado una pequeña rueda de prensa para los medios pero la noticia se había filtrado, y aquello estaba lleno de gente... Luego una fan histérica que no había conseguido entradas para los conciertos saco una pistola. Seguchi-san trato de razonar con ella, le ofreció las entradas, pero la chica estaba fuera de si. Empezó a pedir indiscriminadamente: pases especiales, autógrafos, incluso citas... estaba claro que estaba trastornada. El personal de seguridad no sabia que hacer. Trato de quitarle la pistola y la chica le pego un tiro a Seguchi-san en el hombro. Después me apunto a mi con el arma...

El moreno se tenso, y empezó a llorar en silencio.

... por mi culpa. Todos os preocupasteis tanto... la chica quería "fugarse" conmigo. Exigió que casara con ella o se metía un tiro en la cabeza allí mismo. Accedí. No quería ser el responsable de una muerte. La seguridad vacilo, tampoco querían un escándalo. A Seguchi-san lo había venido a buscar una ambulancia. K no estaba, se había marchado el día anterior con Sakuma-san. Hiro me decía que no me marchara con ella, que tenia miedo, que seguramente me acabaría disparando igual. Y tu... tu también estabas preocupado, lo vi en tu cara, te interpusiste entre los dos, intentaste hablar con ella, convencerla de alguna manera. Estabas tan seguro de ti mismo. Siempre se te había dado muy bien envolver a las mujeres pero...

El escritor miro hacia abajo y acaricio la melena azabache del joven de forma distraída, siendo consciente de que no recordaba nada en absoluto y se estaba perdiendo en la explicación.

-... ella estaba medio loca. ¡¡Te disparo a bocajarro en la cabeza!!. Lo siguiente que recuerdo es muy confuso, se que salí corriendo y gritando. Aprovecharon la distracción de la chica y le quitaron el arma. El eco de la ambulancia de fondo. Tu en el suelo con la mirada perdida y la cabeza llena de sangre. ¡¡Creí morirme!!. Me desmaye. Lo siguiente que recuerdo fue haber abierto los ojos en un cuarto de hospital y haber gritado tu nombre. Seguchi-san con ropa hospitalaria entrando en la habitación con la cara más triste que le había visto en su vida.

"Se muere", "los médicos dicen que se muere" se echo a llorar delante de mi... me desmorone, corrí hacia Seguchi-san y le rogué que me llevara hasta donde estabas. Te estaban interviniendo, por lo visto la bala no había penetrado frontalmente en tu cráneo, pero dudaban que pudieras salir con vida. Te habían operado por el simple hecho de ser tu, de poder poner en el periódico del día siguiente "los médicos del hospital XXX hicieron todo lo posible por salvar la vida al escritor Yuki Eiri"

El moreno apretó los puños furioso, sintiendo como las rodias le fallaban al recordarlo.

Finalmente, tras más de nueve horas de intervención un medico nos informo que no ibas a lograrlo. Que en cuanto apagasen las maquinas tu cerebro no seria capaz de seguir produciendo impulsos eléctricos por si mismo y morirías. Rogamos por que lo intentasen. Nadie parecía muy convencido. Uno de los doctores se adelantó al resto y nos propuso algo, no era seguro. No estaba probado. Era algo muy nuevo y altamente costoso. Dijo que no lo podríamos pagar. Seguchi-san hizo una llamada. A la media hora el hombre tenia un maletín con más de doscientos millones sobre la mesa de su despacho.

-Shuichi...-la voz fría del escritor disperso los malos recuerdos del moreno que alzo la vista nublada en lagrimas para encontrarse con unos ojos sesgados estudiándole- ... No te entiendo. No recuerdo lo que dices, y yo estoy aquí.

-Si, estas... -confirmo Shindou afianzado el abrazo hacia el rubio antes de soltarle y sentarse en el sofá- pero esto no es real... aquí, donde estamos ahora, no es real, al igual que todas la personas con las que has hablado no son de verdad. Yuki... todo esto es una simulación. Todos son impulsos eléctricos que una maquina esta metiendo en tu cabeza.

El rubio lo miro sin comprender, se acercó al moreno y de improviso tiro de su mejilla pellizcándola hasta que lo tiró del sofá. Shuichi en el suelo empezó a lloriquear frotándose la parte lastimada.

-¡¡Me has echo daño!!!

-Oh, entonces es una simulación realmente buena no?... me voy a por una cerveza, o mejor dos, porque como es una simulación no me harán daño verdad?... La verdad, la idea de que me estaba volviendo loco me resulta mucho más razonable que esta....

-¡Yuki! -gritó el moreno poniéndose en pie y tirándole del brazo- ¡Ahora mismo ni tu ni yo estamos aquí! Tu estas en una habitación de hospital desde hace más de cinco meses en coma!

Con una mirada fría, el escritor se volvió tendiéndole delante de los ojos el frasco de pastillas azules.

-Tómatelas, creo que yo no soy el único que las necesita.

-¡¡Lo que te digo es cierto!

-¡¿Cómo pretendes que me crea que esto?!- dijo tocándose a si mismo, palpándose la ropa y tirando de ella- ¡¿Qué este no es real?! ¡que es un ... un videojuego!

-¡Pero es cierto!, la maquina debía de mantener activo tu cerebro, recreando una realidad en la que tu pudieras interactuar en la medida de que te fueras recuperando, para cuando por fin estuvieras bien, pudieras despertarte. Pero hubo un problema. La IA de la maquina creció contigo, en una especie de simbiosis. Al principio era como un bebe, pero a medida que tu conseguiste recuperarte, la maquina evolucionó. Utilizaba las conexiones a Internet para actualizarse continuamente, ganando datos, proporcionándotelos también a ti... llegando al punto en que la maquina fue consciente de que si perdía a su Usuario perdería su función y finalidad. ¡Y por esa misma razón, la simulación que tenia que haberte obligado a despertar, es la que ahora te retiene aquí!.

La mirada del moreno se poso amenazante sobre las pastillas azules que todavía se encontraban en la mano del escritor. Éste siguió su mirada, y una sonrisa nerviosa se poso en sus labios.

-... Eso me parece una chorrada, nada puede ser tan real. ¿Sabes lo que pienso?- indico el rubio sin esperar a una contestación. Caminando alterado por el cuarto- que Tohma tenia razón. Me salte mi medicación. Y de alguna manera me enamore de ti- el comentario saco un profundo sonrojo del moreno que no fue percibido por el rubio en su disertación- pero mezcle tu personalidad con la del repelente ese del pelo rosa. Y todo lo que recuerdo es un bloqueo a causa del estrés. Seguro que en cuanto me tranquilice todo se aclarara y volveré a recordar las cosas...

-Sabes que lo que te estoy diciendo es cierto.

-...así que por el momento deberé de hablar con "Shuichi", para que no vuelva a molestarme y con Kitazawa-sensei para que...

-Esta muerto

Fueron unas palabras que salieron por acto reflejo de su boca, y que provocaron un giro abrupto en el escritor.

-¡¿Cómo?

Yuki esta muerto. -Shuichi se arrepintió del comentario ante la mueca afectada que se extendió por la cara de mayor de los Uesugi. Trató de remediarlo abrazando al rubio, pero este le rehuyó.

-Esta vivo. Lo vi en la fiesta de Toma. Hablé con él. Tu en cambio te metes en mi casa. Eres igual a la persona que recuerdo si, pero también lo es quien vino conmigo antes. ¿Qué sois? ¿Hermanos? Además ese pelo... ese pelo no te pudo crecer en un una semana!. Yo recuerdo un Shuichi moreno, pero de eso hace mucho más de un año antes de que te lo cortaras y tiñeras.

-Hice una promesa.

-JA, ¿Qué promesa?

-Que no me lo cortaría hasta que despertaras.

-¿Otra vez con eso?

-Es la verdad

-No te creo

-Yuki, estas en coma. La maquina no te dejara despertar. La IA te considera parte de ella. Trata de protegerte de cualquier elemento extraño. Pero si le hablas a cualquiera de mi, te pondrás en peligro, al igual que lo estoy yo ahora.

-¿Por qué?

Porque aquí soy un virus.

Y estoy tratando de destruir el sistema al llevarte conmigo de vuelta.

Eiri se había encerrado en su dormitorio buscando soledad. Era incapaz de echar al moreno que se había quedado sentado en el salón echo un ovillo, con una de sus camisas prestadas puestas, a falta de otra ropa que ponerse. Era tarde, y estaba muy claro que no tenia a donde ir. Nadie que apareciera con tanta suciedad y una ropa tan vieja podía tener un sitio propio y caliente esperándole todas las noches.

Empezaba a especular que el joven seria el clásico ejemplo de adolescente rebelde que se escapa de casa, y se da cuenta demasiado tarde que en su nueva vida tan sólo le espera calle y miseria.

Y es que tan sólo tenia dos opciones, o asumir que se estaba volviendo loco (o al menos no todo lo cuerdo que debiera) aceptando que debería llevar una vida dependiente de varios tipos de pastillas para no inventarse "realidades" o bien creerse la versión del moreno de que en aquel momento no esta realmente en su cuarto, sino en una cama de hospital entubado y en coma desde hacia meses.

La verdad es que la segunda opción era un poco difícil de asimilar, no obstante, se quedó mirando una de sus manos con gesto distraído.

"Yo soy todo lo que recuerdas" habían sido las palabras del moreno antes de dejarle sólo en el salón.

-Debo de ser muy estúpido para hacer esto...- cogió el cigarrillo que tenia en los labios y lo presionó levemente sobre su piel- joder!!-se quejó ante la lógica quemadura que se llevo a la boca.

Se sintió estúpido. ¿Qué esperaba?. ¿No quemarse?. No, si al final iba a resultar que además de estar loco era idiota...

Y pese a todo se quedó mirando con curiosidad el mechero metalizado tirado sobre la cama, que durante tanto tiempo lo creyó decorado con una foto-pegatina ahora inexistente.

Sentía que había inmiscuido al chico en la propia fantasía de su mente, hasta hacerlo creyente tanto o más que el de sus propios recuerdos. Thoma había comentado que estuvo perdido durante tres días... tres días sin las pastillas que el informe medico que había visto en la oficina especificaba muy claramente, debían tomarse para no desarrollar más su esquizofrenia-paranoide. Pero se le habían acabado, el frasco vació que encontró en su casa aquel día así se lo demostraba.

Quizá descuido, tal vez imprudencia, lo cierto es que había estado durante tres días sumergido en una realidad onírica que se había llevado todos sus recuerdos anteriores dejando tan solo el producto de su propia invención, fuertemente asentado en su cabeza. Pero no por ello iba a ser más real, que los devaneos de cualquier otro loco, que viniese anunciando en una revelación, el poder sensorial de los panchitos de queso.

El escritor suspiro, pensando en "Shuichi" al otro lado de la puerta. El chico estaba enfermo, tanto o más que él mismo. Se habrían conocido en la calle, y de alguna manera el se sintió atraído por la inocencia del chico de mirada violeta. Era joven y atractivo. Y tenia un carácter que pese a sus estúpidos prontos, parecía sincero, dulce y confiado. Entendió perfectamente como había podido enamorarse de alguien así en pocos días. No era del tipo de gente con la que él recordaba haberse relacionado.

Seguramente entre los dos, habían creado todo un nuevo pasado en común, con sus sueños frustrados, y anhelos perdidos... matando a Kitazawa en esa fantasía para desquitarse por la aventura que había tenido en New York cuando él estuvo fuera por asuntos de negocios.

Aquello era fácil de asimilar, era lo lógico. Los devaneos de dos locos intentando sentirse libres.

Yuki suspiro en la cama con el cigarrillo consumido entre sus labios. Quería ayudar a Shuichi o como quiera que se llamara el moreno. Que recibiera atención medica. De la misma forma que le gustaría que se quedara en su casa, para hacer nuevos recuerdos juntos que esta vez si fuesen reales. No obstante tuvo la certeza de que el chico no querría adaptarse a las pastillas tan rápido como él lo había hecho. Estaba demasiado convencido de sus propias palabras. Pensó en pedirle ayuda a Tohma, pero recordó que el presidente no tendría mucha propensión por ayudarle en ese tema.

Se sintió perdido.

Quizá debería seguirle el juego y hacer como si le creyera, tan sólo para ver que ocurría, para convencerle que aquello de que todo lo que había dicho eran fantasías de un cerebro no lucido. Que nadie llevaba entubado tantos meses en una cama hospitalaria.

Se rió, aquello si que era una locura.

Pasadas algo más de dos horas Yuki salió de su cuarto con intención de distraerse un rato escribiendo su novela. El moreno estaba en el sofá, durmiendo en una postura tan familiar que al rubio casi se le saltan las lagrimas acongojado.

"Algún día, todo lo que recuerdo si será verdad"

Y trayendo una manta, cubrió el delgado cuerpo del joven, que siguió roncando mientras de sus labios salía la palabra "Yuki"

-Eiri-san... Eiri-san??? Buenos días...

Empezó a rebullir inquieto sobre una superficie dura. El escritor levantó la cabeza, cayéndose cómicamente las gafas del rostro en el proceso. Miró desorientado hacia un lado y se encontró las sonrisa de Tohma que le tendía solícito un pañuelo con una mano. Posteriormente comprendió que ese pañuelo era para limpiar el río de saliva con la que tenia embadurnado el mentón y parte de la mesa de su estudio en la que se había quedado dormido el día antes.

Hacia mucho que no te quedabas dormido trabajando- comentó divertido el presidente. El rubio termino de limpiar la mesa y se puso de pie acompañando a Seguchi hasta la cocina.- Vine a ver como estabas, aunque pensé que Shindou-san estaría por aquí...

Ante la mención del nombre, Yuki comenzó a mirar exaltado en derredor, incluso desando sus pasos hasta el salón y el dormitorio pero no encontró a nadie en absoluto. Desconcertado, regreso junto a la silla vacía que le esperaba en la cocina.

-...

-¿Ocurrió algo ayer?, cuando llegue a tu casa esto estaba echo un desastre lleno de cacharros por el suelo...

-Tenias razón Tohma, Shuichi no es lo que yo recordaba. Cuando llegamos a mi casa hizo algo que bueno... digamos que se me han quitado las ganas de verle muy a menudo... no es como yo le recordaba...

Tras un instante de vacilación, en el que muecas contradictorias se sucedieron en el rostro del presidente, éste sufrió un brusco cambio de actitud, y su sonrisa se volvió ancha y jovial.

-¡¡Eiri-san, cuanto me alegro!!... no quería presionarte, pero como te dije ayer el chico no me agradaba. No te preocupes, conocerás más gente. Ya veras como todo saldrá muy bien mientras siguas teniendo cuidado en no saltarte tu medicación- con una expresión paternal, el presidente deposito una tostada con beicon delante del rubio- es la única manera de que no vuelva a sucederte este desagradable incidente de recordar cosas que no son...

-Tohma... que es lo que hubiera pasado... si hubiera dejado de tomar las pastillas de forma indefinida?... o si no las hubiese tomado nunca?

La expresión de extrema felicidad del presidente se contrajo en un ceño rígido y desaprobatorio. Lanzó una mirada inquisitiva al escritor, añadiendo con seriedad.

-Habría llegado un momento en que no habrías sabido distinguir lo real de lo ficticio. Posiblemente habrías terminado enloquecido por completo, por lo que siguiendo tu trayectoria actual, habrías terminado hablando de realidades alternativas, vidas en otras dimensiones o cosas semejantes... -el presidente relajo el rostro y sonrió calmadamente- ... pero no pienses en eso Eiri-san. No ha sido el caso. Desayuna. Queda mucho día por delante y por la tarde me gustaría que me acompañases a mirar unos asuntos.

Aquellas palabras confirmaron los lúgubres pensamientos del escritor. El moreno, donde quiera que estuviese, estaba completa e irreversiblemente loco.

Ahh.. una cosa más Eiri-san. ¿te acuerdas de aquel extraño que entro en tu habitación en el hospital? -ante la pregunta, el rubio se sobre salto. Un periódico cayo frente a él con unos titulares grandes y escandalosos. Aparecía una foto de Nakano Hiroshi en la portada y junto a ella otra foto más grande de una habitación de un piso interior, completamente destrozado con dos cuerpos tendidos en el suelo cubiertos por sabanas blancas, dejando poco lugar para las suposiciones.

Tu viste suerte de que entrara en aquel momento la seguridad. Aquel extraño era un homicida.

A Yuki se le cayeron los cubiertos de las manos, y lo que tenia en su boca se lo trago por puro acto reflejo, llegando hasta un estomago poco receptivo. Tomo el periódico en sus manos y lo miró con expresión incrédula, angustiada.

"Asesinato doble en la residencia de estudiantes de medicina de xxx". "Ayer al medio día, fueron encontrados los cuerpos sin vida del estudiante de segundo año Nakano Hiroshi junto con su compañero de cuarto Kimata Keeruguo. La muerte fue por apuñalamiento. Se cree que llevaban muertos aproximadamente cuatro días cuando fueron encontrados. Una tercera victima posterior, encontrada en otro lugar de la residencia, cuyo estado fue critico hasta recientemente, ha podio declarar denunciando a un antiguo compañero de instituto de una de las victimas mortales, casualmente hermano suyo. El señor Nakano Yuji explicó puntualmente a la policía, que el supuesto asesino, ya era un perturbado en sus épocas escolares, que había perseguido a su hermano, el difunto señor Nakano Hiroshi, para tratar de llevar una relación sentimental con él. Añadió que el presunto homicida perdió a su familia en extrañas circunstancias que le hicieron proclive a la demencia. Así mismo que ya había tenido varias tentativas de agresiones físicas contra el Señor N.Hiroshi en el pasado, por lo que paso varios años en el reformatorio psiquiátrico para menores. Actualmente había obtenido libertad bajo vigilancia, pero había escapado del control medico. Se cree que la agresión mortal tuvo lugar porque la victima había establecido relaciones afectivas con su nueva pareja C.H y que el individuo llevado por los celos trato de resarcirse. Se le considera extremadamente peligroso y ...."

Yuki dejo de leer, posando el periódico sobre la mesa. Se cubrió cansadamente la cara con las manos. Aquello no podía estar pasando de verdad. "Shuichi" podría estar perturbado, pero no podía ser un asesino. Después el mismo fue consciente que él mismo se sentía un asesino, así que la idea no le pareció tan descabellada.

-Eiri-san... ¿te encuentras bien?

-No... no lo estoy.

-Tuviste suerte. Después de leer la noticia, hice investigaciones. Por lo visto en los informes médicos del chico. Que por cierto su nombre real es Shiteno Sokutenai. Ya preveían comportamientos violentos, fantasías obsesivas y violencia descontrolada cuando alguien le llevaba la contaría.

-...

-Podría haberte matado como hubieras dicho algo que no le agradara. Por lo visto y según los informes, era un fanático de la informática y las telecomunicaciones. Su ultima obsesión fue que estaba siendo espiado por el gobierno desde micro cámaras térmicas escondidas dentro de la ropa que nos ponemos.

Yuki apartó el plato del desayuno a un lado y se recostó sobre la mesa

-¿Dónde esta Kitazawa-sensei?

**************

No sé si este capitulo habrá sido especialmente tedioso, espero que no. Bueno, yo no sé si las cosas están cada vez más claras o no... a mi personalmente me gustaría que no fuera así pero me temo ke....

Bueno, si hay alguna duda no os reprimáis, preguntad!!!!

Ja-ne!!!