Ni siquiera él había entendido la necesidad inmediata de encontrarse con aquel hombre que había sido meses atrás parte intrínseca de su vida. Su frialdad, el autodominio de su actos y la lógica con la que había regido su vida se venían abajo con la misma rapidez con la que todos los acontecimientos parecían querer desbordarle.
Dejando tras él a Thoma, y tras obtener la dirección de Kitazawa por boca de éste, había tomado su automóvil, tamborileando el volante de forma impaciente por la autopista hasta llegar a un gran bloque de pisos en una zona poco frecuentada para él.
El portero del edificio, un hombre alto de aspecto servil, le abrió la puerta con cortesía silenciosa, sorprendiendo al escritor al mostrarle entre los lujos que parecía vivir el escritor americano.
A medida que el ascensor le acercaba a la planta y de forma gradual, se fue haciendo perceptible un murmullo, que terminó siendo una clara discusión donde las voces se filtraban sin ningún tipo de dificultad ante el pobre impedimento que era la puerta cerrada, que por letra, correspondía con los datos del alojamiento actual de Kitazawa Yuki.
-¡¿Y aun tienes la desfachatez de mirarme a la cara?!
- ...
-¡¡Si, claro que lo quiero!!, ¡¡Cosa que por lo que veo tu no haces!!
Eiri necesito acercarse un poco más a la puerta, para poder seguir la conversación al completo. Sorprendido y desorientado al comprobar que la segunda voz, la que le había parecido casi inaudible en el momento en el que salía del ascensor, pertenecía a Shindou Shuichi. Y es que pese a que Kitazawa parecía por sus insistentes y furiosos gritos, al borde del colapso emocional, a Shindou se le escuchaba sereno y confiado como si el no fuera participe de la acalorada discusión.
-Oye- logró escuchar a Shuichi al otro lado de la puerta. El rubio entrecerró los ojos recostándose en la pared con clara intención de escuchar- deberías de estar contento por esto. Ya te he dicho que no estoy tratando de quitarte a tu "querido E-chan". Tan sólo hemos tenido un par de roces... además he comprendido que no es mi tipo... entre nosotros, los días que estuve en el hospital esperando a que saliera conocí a alguien mucho más interesante. Me ha gustado mucho, es ese cantante amigo suyo... -se hizo un silencio- ...Sakuma Ryuichi
Además, y ya puestos a ser sinceros, su compañía además de agradable podría resultarme muy beneficiosa en mi carrera si quiero llegar a ser profesional. Ya se sabe lo que dice el refrán, "que el que a buen árbol se arrima..."
Cerró los ojos, tapándose el rostro de forma apesadumbrada. Yuki frunció el ceño dolido y amargado.
-¡¡Yo!!...¡¡Ni siquiera sé como tienes la decencia de decirme todo esto ¿sabes?! ¡No quiero que le hagas daño a Eiri!
-No creo que seas tu quien para decirme nada. Tampoco has sido un santo. ¿No te ha contado Yuki como nos conocimos?. Lo encontré borracho, al borde del coma etílico llorando como una nena tirado sobre los baños del pub en el que trabajo echando hasta el higadillo por el retrete. Y te diré una cosa, cuando esta encogorzado habla por cuatro. Me contó muchas cosas sobre ti. Así que ahora no te las des de santurrón, que no eres mucho mejor que yo. Además yo no estoy engañando a nadie. A Yuki le ofrecí mi amistad, si se presentaba la ocasión puede que alguna que otra cosa... pero en ningún momento le entregue mi amor incondicional ni el control sobre mi vida...
-¡¡Pues aléjate de él!!
-¿Celoso?, si lo entiendo... es tan bueno en la cama... pero compréndelo, eso es algo que debe decírmelo él no tu... de todas formas tranquilo, como te dije antes no estoy realmente interesado, últimamente se ha vuelto muy serio y aburrido, me hacia mas gracia cuando tenia ese toque de payaso, al menos te reías con él... en fin...
Ante tales y tan despectivos comentarios, Yuki gruñía interiormente. Sintiéndose impotente al no poder recordar, de igual modo que le invadía la vergüenza al verse ridiculizado y desechado. Y de alguna manera, lo que en realidad le cegaba de furia, eclipsando casi en su totalidad los dos sentimientos anteriores, era verse una vez más en la deplorable situación en la que la gente que conocía, y con máximo esfuerzo había logrado depositar un poco de confianza, lo utilizaba para alcanzar algo: Fama, contactos, dinero, publicidad... . Apretó los puños crispado, tratando de reprimir las ganas de partirle la cara a aquel mocoso de pelo rosado que tantos días le había quitado el sueño en sus recuerdos, por el que tanto había sufrido y atragantado durante semanas de innegables dudas, resentimientos y emociones olvidadas que habían vuelto a aflorar a su lado pese a tratar por todos los medios de evitarlo.
Fantasía y realidad contrastando cruelmente en su mente.
Shuichi, aquel chico que ni siquiera había cumplido la mayoría de edad, con las mejillas teñidas de un delicioso color carmesí y ojos llorosos llenos de suplica, expectación, anhelo sincero y puro... como le había enamorado esa mirada, ese sentimiento de dedicación. Ahora al otro lado de la puerta tan solo quedaba la voz desdeñosa del aspirante a cantante en sus reiteradas y crueles reproches sumados a una sinceridad malsana por aquellos intereses que pretendía conseguir al estar en su compañía.
Me voy. Puede que nos volvamos a encontrar por ahí. Mientras tanto cuídate. -añadió con un tinte jocoso la melodiosa voz del joven mientras chirriaban mismamente las bisagras de la puerta al abrirse lentamente. Yuki contempló la puerta con indecisión, con la rabia aun golpeándole la sien, no obrante en el ultimo segundo antes de que le vieran, la vacilación cedió y alcanzó un recodo en el pasillo de cuatro zancadas tras el cual se mantuvo oculto, hasta que un portazo y posteriormente el ascensor cerrándose, le indico que volvía a encontrarse nuevamente solo en el pasillo.
Golpeó la pared frustrado con el puño cerrado. Decepción, si, pero por lo menos ya sabia a que atenerse con Shuichi. La próxima vez que lo tuviera delante no tendría escrúpulos para apartarlo de en medio de un guantazo si era necesario.
*******
El que costaba en el registro como Shiteno Sokutenai, camina por las calles sujetando un pequeño fajo de billetes que no era de su propiedad. En su mente bailoteaba una idea alegre junto con la necesidad y deseo de comprar algo de comer, algo rico de comer. No se sentía culpable en absoluto por haber cogido mas de cincuenta mil yenes de la mesita del escritor, lugar donde éste guardaba una pequeña reserva económica. Los había tomado con total naturalidad, como si en realidad fuesen suyos, aunque distasen de serlo.
-Ya ni recuerdo cuando fue la ultima vez que comí algo que no fuese aquella bazofia hospitalaria... - se quejó entre dientes de forma vacilante sintiéndose incomodo por la ropa prestada que llevaba, tres o cuatro tallas mas grande, que le conferían un singular y cómico aspecto que provocaba por consiguiente, que varias miradas convergieran sobre él según avanzaba por la calle.
El joven moreno se detuvo de pronto en mitad de la cera, con una inusual mueca austera en su cara.
-NO. NO volveré. NO otra vez. NO ahora que lo he encontrado.
Sus manos temblaron, y el dinero se le callo de entre los dedos. Varias imágenes con excesiva luminosidad pasaron mentalmente por sus retinas. Fogonazos de luz. Un pasillo extremadamente largo por el que le llevaban a rastras. Amplias habitaciones de un inmaculado color blanco. La cama con correas. Soledad. Medicación. Aquella maldita medicación que le hacia olvidar. La que le dejaba tendido durante horas con la mirada perdida en el techo privándole de la racionalidad necesaria para, siquiera pensar, quien era él o donde se encontraba.
-¡¡NOOOOO!!
Se llevo las manos a la cabeza acuclillándose en mitad de la cera, tratando de reprimir las lagrimas.
Es mentira. ¡¡Es todo mentira!!
Se puso nuevamente de pie. Recogió de forma presurosa el dinero que había esparcido a sus pies, mientras que de alguna manera trataba de contener su agitada respiración.
-¡¡Yuki!!, ¡Eso es lo importante, lo demás en secundario!
**********
Kitaza hizo ademán de sobresaltarse cuando llamaron a la puerta de su inmueble. Abrió con un deje de irritación, alzando un puño en una clara alusión de amenaza.
-¡¡Mira niñato piérdete antes de que!... ah...eh... Eiri...eh... lo siento, pensé que eras... otra persona.
El rubio se mantuvo silencioso en inmóvil hasta que el hombre americano sonrió de forma nerviosa y se aparto a un lado permitiéndole el paso.
Me alegro mucho de verte, pero no me esperaba que vinieras a visitarme.
-No viniste al hospital- apunto con cierto reproche el novelista tomando asiento sin haber sido invitado previamente a ello. Kitazawa miró a ambos lados en apariencia nervioso antes de añadir.
-Crei que mi presencia sobraba, ya sabes a lo que me refiero... más teniendo en cuenta como fue nuestro ultimo encuentro en la fiesta de Tohma ... ¿quieres tomar algo?
Hizo ademán de irse de la habitación, la negación silenciosa del rubio lo detuvo.
-¿Podrías enseñarme fotos?
-¿Fotos?
El hombre castaño alzó una ceja, pero tras ver la parca mueca del rubio, volvió a sonreír tratando de parecer complaciente.
Veré lo que tengo.
Mientras el hombre buscaba, el escritor se dedicaba a mirar la habitación con expresión indiferente, reclinándose en el sofá. Diez minutos después tenia junto a él un par de álbumes de considerable grosor, con cubiertas imitando cuero de diversos colores.
-No tengo más. Como comprenderás las fotos, no es algo que se suela llevar lo primero en las mudanzas, y como tampoco sabia cuanto tiempo iba a estar aquí exactamente...
Eiri cogió el primer ejemplar y se lo puso sobre las piernas para comenzar a pasar hojas
Yo.. err... estaré en la cocina. Por si necesitas algo
Más paginas se sucedieron en silencio. Muchas fotos de los dos. Muchas sonrisas en una sola pagina. El no recordaba haber sonreído tanto en toda su vida. Tomó otro álbum. Inconcluso. Las ultimas fotos eran tan sólo de Kitazawa, alguna de Seguchi y Sakuma, pero ninguna de él.
-Aquí tu y yo ya no estábamos juntos- comentó el hombre que había regresado al salón con unas tazas humeantes de café- algunas fotos de ahí son del ultimo viaje de Thoma. Yuki alzo la mirada cargada de una expresión difícil de leer. Por un lado ansiando los recuerdos perdidos, por otro sintiendo alivio de no tenerlos.
-Kitaza... Yuki...
-Ten- le tendió una taza sosteniendo la fría mirada del escritor
Yo... mira hemos hablado muy poco últimamente, yo entiendo que me hayas rehuido todo este tiempo, pero me duele saber que has cambiado tanto. Tengo miedo de que haya sido por mi culpa... se que fui un grandísimo estúpido, y no quiero que por mis idioteces dejes de ser aquel hombre abierto, extrovertido y maravilloso que eras. No debí de eludir mis problemas con una tercera persona. No se como pedirte que me perdones. De verdad que quería volver contigo pero creo que he estado haciendo el idiota... y que no me vas a creer pero...
Yuki observa al hombre hablar, estudiando cada rasgo, perdiéndose en aquellas sonrisas de aspecto tímido y comedido que tanta admiración y anhelo le habían provocado de adolescente. En aquel momento realmente deseo que todos sus recuerdos dolorosos desapareciesen y fuesen sustituidos por aquellos rostros alegres de las fotografías.
... abierto, extrovertido... ¿Realmente había sido alguna vez así?,¿podría serlo de nuevo?
El hombre de cabellos castaños claros seguía hablando cabizbajo, con las manos entre lazadas sobre las rodillas, disculpándose por multitud de cosas que el rubio no recordaba.
Dejándose guiar por todo el anhelo reprimido de su juventud, y por las palabras afectuosas que de la boca del americano salían, alzo una mano tomando de forma delicada la mejilla de Kitazawa. La caricia le silencio permitiéndole enfrentar la fría y dorada mirada del rubio que en aquel momento parecía haberse ablandado sumergida en recuerdos de juventud.
-Eiri yo...
El momento cálido se rompió cuando el móvil del escritor empezó a sonar de forma insistente. Frunciendo el ceño, el rubio se volvió dando la espalda al americano para atender la llamada.
-Diga?
-¡¡EIRIIIIIII!! -la voz de su hermano le llego desde el otro lado de la línea nerviosa y exaltada- ¡¡¿Se puede saber que pasa con tu amigo, amante o lo que sea?!!, ¡¡Te aseguro que voy a partirle la boca!!
Una débil expresión de sorpresa se apodero de los rasgo del rubio que se puso en pie, alejándose del lugar en el que estaba sentado Kitazawa mirándole con un mal disimulado interés.
-¿Qué pasa Tatsuha?
-¡¡¿Qué que pasa?!!, ¡¿Qué acabo de pillar al muy hijo puta tirándole descaradamente los tejos e intentando meterle mano a mi Ryuichi?!, ¡¡Pensaba que estaba contigo!! ¡¿Qué significa esto?!, ¡¡Además sabia perfectamente que Ryuichi y yo somos pareja!!
El novelista cambio el teléfono de mano mientras se peinaba hacia tras los cabellos de forma indolente y serena.
-A mi no vengas a reclamarme, ese crío no es nada mío. Si quieres dejarle sin dientes eres libre de hacerlo...
Más reclamaciones angustiadas vinieron a través del objeto inalámbrico, éstas fueron efectivamente silenciadas cuando el rubio con mueca de enojo colgó, guardándose el teléfono en la chaqueta.
-Eiri...
-Me voy, aun tengo asuntos que solucionar.
-¿Eh?, ¿Qué?, ¿Tan pronto?
El rubio no dijo nada. Tan sólo se encamino hacia la puerta y se fue.
Regreso a su apartamento intentando mantenerse sereno, pugnando por que el resentimiento que sentía hacia Shuichi no le llenase por completo. Tratando de no dejarse hundir por la desilusión y el vació que sentía.
Al entrar por la puerta de su vivienda, ni siquiera recordaba el motivo que le había impulsado de forma tan apremiante a ver al hombre americano, mas al entrar en la cocina para tomar una lata de cerveza, sus ojos volvieron a posarse sobre el sórdido y desconcertante articulo de periódico olvidado sobre la mesa.
-¿Qué demonios esta pasando en realidad?
Su teléfono móvil empezó vibrar acompañado de la musiquilla de rigor desde el fondo del bolsillo de su camisa.
Sin mucho animo descolgó el aparato tomando asiento en el asiento del salón.
-¿Si?
-¡¡Eiri-chan!! -la inconfundible voz de Sakuma desde el otro lado del teléfono no hizo mas que perturbarle- ¡¡Necesito dinero!!
El rubio estuvo a punto de contestar la petición con una grosería, pero tras la tentativa inicial, frunció el ceño y se arriesgo a preguntar
-¿Para que?
-¡¡Han metido a Tatsuha y a Shuichi en la cárcel!!, ¡Se los llevo la policía por estarse pegando en mitad de la calle nanoda!!! y Kumagoro perdió las tarjetas de crédito. ¡¡No tengo dinero para sacarlos!!
Ante el silencio implacable del rubio, Ryuichi se puso a berrear al otro lado de la línea. El novelista se recostó en el sofá, escuchando los compungidos balbuceos del cantante, lamentándose de si mismo y por los asuntos en los que indirectamente se veía implicado.
-¿De cuanto dinero estamos hablando?
-¡No lo sé!, supongo que de unos 150.000 o 200.000 yens...
Se hizo un silencio prolongado.
-Veré que puedo hacer. Llámame luego.
Se quedo en silencio, contemplando estáticamente el teléfono de su mano. ¿Estaba de alguna manera empezando a actuar como se esperaba de él o era su impresión? Tantos recuerdos perdidos. Ahora tenia que asumir que la gente a la que se suponía que quería, le irritaba de continuo y se esperaba de él un comportamiento que no podía ofrecer.
Se levanto dirigiéndose hasta su dormitorio. En el cajón donde tenia por costumbre guardar un poco de dinero, el pequeño billetero a penas contaba con 100.000 yenes.
Volvió a contar desconcertado. Le faltaba bástate dinero, ¿Qué había sido de él?.
-Hola
La voz a su espalda le hizo sobresaltarse. Shuichi o Shiteno Sokutenai, como ahora pensaba que se llamaba, alzo la mano a la par que lo saludaba con una amplia sonrisa junto al marco de la puerta del dormitorio. El rubio se puso de pie frente a la cama, visiblemente nervioso, notoriamente sobresaltado. No era de extrañar, era la primera vez que lo veía tras leer el alarmante articulo de prensa.
-¿Cómo has entrado?
-La puerta estaba abierta. ¿Qué pasa Yuki?, Te veo raro, ¿Ha pasado algo?
El rubio omitió la parte de "estaba abierta" sabiendo que eso era imposible. Miró al moreno, salvando una distancia prudencial, este le devolvió la fría mirada de forma agradable y conciliadora, con una expresión dulce en el rostro. Yuki sintió hasta culpabilidad de estar desconfiando de ese muchacho.
-¿De donde has sacado esa ropa?
-¿Esta? -Shiteno se señalo a si mismo la ropa juvenil y de corte desenfadado que portaba. Sonrió ilusionado- la compre hoy. No tenia nada que ponerme a parte de lo que traje ayer y no podía estar con tu ropa me quedaba muy grande. ¿Nos vamos?
Por lógica, el novelista comprendió inmediatamente en donde se había invertido la cantidad de dinero que le faltaba. El joven moreno se dio la vuelta y abandono el dormitorio ajeno a las miradas frías y recelosas del escritor.
"¿Acaso eres un ladrón?" fue lo que pensaba el rubio mientras seguía al auto nombrado Shuichi hacia la salida de su apartamento.
Caminaron en silencio, con Shuichi mirando constantemente de reojo al rubio y ruborizándose en silencio. Aquel juego de miradas confundía al escritor. Cada vez mas perdido en sus divagaciones, estando seguro de que aquella situación que se había convertido su vida, onírica, ilógica o irrisoria por momentos, habría sido desquiciante para cualquiera que no hubiera sido él.
El moreno lo condujo hasta unos grandes rascacielos, las terrazas que suponían el ultimo piso o tejado del edificio.
Estaba atardeciendo y Eiri se limitaba a contemplar en silencio el perfil del joven al contra luz de la tarde con el largo cabello revuelto por la brisa.
-¿Para que estamos aquí?
-Para volver claro
Tristeza se reflejó en la mirada dorada del escritor al creer reconocer la locura en los ojos violetas del joven. Miro al chico, lo miro detenidamente, y en él no vio a un asesino, sin embargo si vio la mirada de un pobre chico asustado y confundido que no sabia distinguir la realidad de sus propias fantasías. Se sintió minimamente identificado con él, por lo que se acercó con pasos seguros y deteniéndose a su lado le pregunto con voz queda, tranquila, casi hasta paciente y comprensiva.
-¿Y cómo se supone que lo haremos?
El moreno dejo de sonreír. La alegría implícita en cada facción de su cara desapareció, entrecerrando los ojos en una mueca insegura.
-Nosotros... nosotros deberíamos saltar... -con un ligero temblor señalo la cornisa del edificio. La expresión tranquila y confiada del escritor transmuto abruptamente en una especie de terror agresivo que le hizo encarar al moreno acortando la distancia que entre ellos había sin ningún tipo de reparo.
-¡¡SALTAR!!, ¡¿Estas loco?!, ¡¡¿Es que quieres suicidarte?!, ¡¡¿O es a mi a quien quieres matar?!!
Shuichi alzo la mirada cargada de dolor hacia el rubio. Acuosos los orbes amatistas enfrentaron difícilmente la mirada del novelista.
-Yuiki yo... es ke... yo no... pero nosotros...
Camino lentamente hasta el borde, se detuvo y apretando fuertemente las manos impregno sus palabras de una seguridad que ya no creía tener.
Yuki, para poder salir, debemos morir aquí. Pero morir por propia voluntad. Conocimiento de causa podría decirse... se que puede sonarte un poco ... ilógico... pero debes confiar en mi... acaso todavía no me crees?... sigues pensando que todo esto es real?... -el moreno bajo el rostro ocultando silenciosas lagrimas que recorrieron sus mejillas-... Yuuukiiii, yo solo quiero salir de esta maldita maquina... quiero irme a casa... contigo...
El rubio se conmovió. Shuiteno estaría loco, puede que incluso fuere un suicida potencial, pero no le parecía el asesino del cual hablaba el periódico traído por Thoma.
Su mente comenzó a evaluar las posibilidades; como salvar la situación, apartar al joven de la locura, en poder vivir juntos un día más.
Yuki... entiendo que desconfíes de mi... por eso saltare yo primero... piensa que no haría esto si no estuviera realmente desesperado- levantó la mirada y sus ojos se encontraron. Una seguridad y convicción inquebrantables se establecieron en la mirada violácea- sabes que yo nunca te haría daño... eres lo que mas quiero...
Con estas palabras el joven moreno se volvió, mirando con miedo, en realidad pavor los mas de treinta pisos que le separaban del suelo. Lucho por no llorar, limpiándose el alguilla que se le escapaba de la nariz. Estaba realmente asustado, la situación le venia grande, era consciente de ello, nunca espero enfrentarse a ese tipo de dilema pero tenia que hacerlo. Era el requisito imprescindible si quería estar nuevamente con Yuki. Debía de mostrarse seguro de si mismo si deseaba que todo saliese bien. Eiri lo miraba, comprendiendo perfectamente que el chiquillo pretendía saltar, y lo hacia creyéndose la totalidad de sus palabras, que todo lo que hacia, era con la única finalidad de que ellos dos regresasen a lo que había sido su vida. Su supuesta vida en común.
Tomo aire, acercándose a la espalda del chico que temblaba de forma visible e incontrolable, abrazando su espalda de forma protectora.
Shuichi al notar los brazos del rubio sobre él, desistió de tratar de aparentar esa seguridad que no sentía, volviéndose hacia él, rompiendo a llorar con fuerza sobre su pecho.
-¡¡Yuuukiiii!! ¡¡Quiero salir de aquí!! ¡¡Quiero volver a casa!!! BUAAAAAAAAAaaaa... ¡Pero tengo miedo!, ¡¡Tengo miedo Yuuukiiii!!, ¡¿Qué pasa si las cosas no salen bien?!, ¡¿Qué pasaría si tu no te despertaras?!, ¡¿Qué pasaría si no me despertara yo?! Yuuukiiiiii!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Eiri continuó abrazando sobre protectoramente al muchacho, llegando incluso a besarle la frente y a acariciar momentáneamente sus cabellos. Cuando el moreno logro contenerse y dejar de llorar, volvió a intentar saltar por la cornisa. Yuki lo detuvo sujetándole sin dificultad del brazo, robándole un beso en los labios que rompió las pocas defensas y concentración que el moreno había logrado salvar.
-Shuichi... antes de saltar... ¿no te gustaría que diéramos un paseo por ahí, tomásemos algunas cosas o cenásemos juntos?
El rostro del moreno enrojeció ante la cercanía del novelista. Sorprendido por la proposición, sus ojos se llenaron paulatinamente de agüilla salada, tornándose su expresión dolida y preocupada en una mueca perpleja y hasta cierto punto rozando lo simple
-¿Una cita?, ¿Una cinta contigo? ¿Una cita de verdad?
Una sonrisa ancha en el rostro del rubio. Justo la reacción que esperaba. Era tan agradable poder prever como iba a reaccionar el moreno. Con una paradójica sensación de bienestar, rodeo los hombros del joven que tembló ante la caricia, llevándoselo lejos de la cornisa.
-Vamonos
Shuichi meramente afirmo con la cabeza emocionado, agarrando con fuerza la cintura del novelista. Él decía querer salir de "allí", cualquiera que fuera la cosa a la que se refiriese, pero estando con Yuki, parecía importarle poco donde se encontrasen.
Eiri por su parte, tan solo meditaba en silencio como podía, en aquel tiempo extra que había logrado, convencer al moreno de que todo aquello que creía era una fantasía suicida, que ellos nunca habían tenido una convivencia, y en realidad tan solo se seudo conocían de una par de días.
Miro al moreno que respiraba agitado y emocionado. Todo a la vez.
Iba a ser una tarea difícil.
*******
Bueno, primero disculparme por la tardanza, falta de inspiración problemas personales, desmotivación en general... además sufrí un "ladsus" mental y se me olvido parte de la historia, así que bueno, algunas cosas han cambiado un poco de según pensaba hacerlas, peor creo que los que lo estéis leyendo no lo notareis demasiado ^^UU. Espero que os siga gustando la historia y me preguntéis cualquier duda o sugerencia.
Gracias por estar leyendo esto
Ja-ne!
Dejando tras él a Thoma, y tras obtener la dirección de Kitazawa por boca de éste, había tomado su automóvil, tamborileando el volante de forma impaciente por la autopista hasta llegar a un gran bloque de pisos en una zona poco frecuentada para él.
El portero del edificio, un hombre alto de aspecto servil, le abrió la puerta con cortesía silenciosa, sorprendiendo al escritor al mostrarle entre los lujos que parecía vivir el escritor americano.
A medida que el ascensor le acercaba a la planta y de forma gradual, se fue haciendo perceptible un murmullo, que terminó siendo una clara discusión donde las voces se filtraban sin ningún tipo de dificultad ante el pobre impedimento que era la puerta cerrada, que por letra, correspondía con los datos del alojamiento actual de Kitazawa Yuki.
-¡¿Y aun tienes la desfachatez de mirarme a la cara?!
- ...
-¡¡Si, claro que lo quiero!!, ¡¡Cosa que por lo que veo tu no haces!!
Eiri necesito acercarse un poco más a la puerta, para poder seguir la conversación al completo. Sorprendido y desorientado al comprobar que la segunda voz, la que le había parecido casi inaudible en el momento en el que salía del ascensor, pertenecía a Shindou Shuichi. Y es que pese a que Kitazawa parecía por sus insistentes y furiosos gritos, al borde del colapso emocional, a Shindou se le escuchaba sereno y confiado como si el no fuera participe de la acalorada discusión.
-Oye- logró escuchar a Shuichi al otro lado de la puerta. El rubio entrecerró los ojos recostándose en la pared con clara intención de escuchar- deberías de estar contento por esto. Ya te he dicho que no estoy tratando de quitarte a tu "querido E-chan". Tan sólo hemos tenido un par de roces... además he comprendido que no es mi tipo... entre nosotros, los días que estuve en el hospital esperando a que saliera conocí a alguien mucho más interesante. Me ha gustado mucho, es ese cantante amigo suyo... -se hizo un silencio- ...Sakuma Ryuichi
Además, y ya puestos a ser sinceros, su compañía además de agradable podría resultarme muy beneficiosa en mi carrera si quiero llegar a ser profesional. Ya se sabe lo que dice el refrán, "que el que a buen árbol se arrima..."
Cerró los ojos, tapándose el rostro de forma apesadumbrada. Yuki frunció el ceño dolido y amargado.
-¡¡Yo!!...¡¡Ni siquiera sé como tienes la decencia de decirme todo esto ¿sabes?! ¡No quiero que le hagas daño a Eiri!
-No creo que seas tu quien para decirme nada. Tampoco has sido un santo. ¿No te ha contado Yuki como nos conocimos?. Lo encontré borracho, al borde del coma etílico llorando como una nena tirado sobre los baños del pub en el que trabajo echando hasta el higadillo por el retrete. Y te diré una cosa, cuando esta encogorzado habla por cuatro. Me contó muchas cosas sobre ti. Así que ahora no te las des de santurrón, que no eres mucho mejor que yo. Además yo no estoy engañando a nadie. A Yuki le ofrecí mi amistad, si se presentaba la ocasión puede que alguna que otra cosa... pero en ningún momento le entregue mi amor incondicional ni el control sobre mi vida...
-¡¡Pues aléjate de él!!
-¿Celoso?, si lo entiendo... es tan bueno en la cama... pero compréndelo, eso es algo que debe decírmelo él no tu... de todas formas tranquilo, como te dije antes no estoy realmente interesado, últimamente se ha vuelto muy serio y aburrido, me hacia mas gracia cuando tenia ese toque de payaso, al menos te reías con él... en fin...
Ante tales y tan despectivos comentarios, Yuki gruñía interiormente. Sintiéndose impotente al no poder recordar, de igual modo que le invadía la vergüenza al verse ridiculizado y desechado. Y de alguna manera, lo que en realidad le cegaba de furia, eclipsando casi en su totalidad los dos sentimientos anteriores, era verse una vez más en la deplorable situación en la que la gente que conocía, y con máximo esfuerzo había logrado depositar un poco de confianza, lo utilizaba para alcanzar algo: Fama, contactos, dinero, publicidad... . Apretó los puños crispado, tratando de reprimir las ganas de partirle la cara a aquel mocoso de pelo rosado que tantos días le había quitado el sueño en sus recuerdos, por el que tanto había sufrido y atragantado durante semanas de innegables dudas, resentimientos y emociones olvidadas que habían vuelto a aflorar a su lado pese a tratar por todos los medios de evitarlo.
Fantasía y realidad contrastando cruelmente en su mente.
Shuichi, aquel chico que ni siquiera había cumplido la mayoría de edad, con las mejillas teñidas de un delicioso color carmesí y ojos llorosos llenos de suplica, expectación, anhelo sincero y puro... como le había enamorado esa mirada, ese sentimiento de dedicación. Ahora al otro lado de la puerta tan solo quedaba la voz desdeñosa del aspirante a cantante en sus reiteradas y crueles reproches sumados a una sinceridad malsana por aquellos intereses que pretendía conseguir al estar en su compañía.
Me voy. Puede que nos volvamos a encontrar por ahí. Mientras tanto cuídate. -añadió con un tinte jocoso la melodiosa voz del joven mientras chirriaban mismamente las bisagras de la puerta al abrirse lentamente. Yuki contempló la puerta con indecisión, con la rabia aun golpeándole la sien, no obrante en el ultimo segundo antes de que le vieran, la vacilación cedió y alcanzó un recodo en el pasillo de cuatro zancadas tras el cual se mantuvo oculto, hasta que un portazo y posteriormente el ascensor cerrándose, le indico que volvía a encontrarse nuevamente solo en el pasillo.
Golpeó la pared frustrado con el puño cerrado. Decepción, si, pero por lo menos ya sabia a que atenerse con Shuichi. La próxima vez que lo tuviera delante no tendría escrúpulos para apartarlo de en medio de un guantazo si era necesario.
*******
El que costaba en el registro como Shiteno Sokutenai, camina por las calles sujetando un pequeño fajo de billetes que no era de su propiedad. En su mente bailoteaba una idea alegre junto con la necesidad y deseo de comprar algo de comer, algo rico de comer. No se sentía culpable en absoluto por haber cogido mas de cincuenta mil yenes de la mesita del escritor, lugar donde éste guardaba una pequeña reserva económica. Los había tomado con total naturalidad, como si en realidad fuesen suyos, aunque distasen de serlo.
-Ya ni recuerdo cuando fue la ultima vez que comí algo que no fuese aquella bazofia hospitalaria... - se quejó entre dientes de forma vacilante sintiéndose incomodo por la ropa prestada que llevaba, tres o cuatro tallas mas grande, que le conferían un singular y cómico aspecto que provocaba por consiguiente, que varias miradas convergieran sobre él según avanzaba por la calle.
El joven moreno se detuvo de pronto en mitad de la cera, con una inusual mueca austera en su cara.
-NO. NO volveré. NO otra vez. NO ahora que lo he encontrado.
Sus manos temblaron, y el dinero se le callo de entre los dedos. Varias imágenes con excesiva luminosidad pasaron mentalmente por sus retinas. Fogonazos de luz. Un pasillo extremadamente largo por el que le llevaban a rastras. Amplias habitaciones de un inmaculado color blanco. La cama con correas. Soledad. Medicación. Aquella maldita medicación que le hacia olvidar. La que le dejaba tendido durante horas con la mirada perdida en el techo privándole de la racionalidad necesaria para, siquiera pensar, quien era él o donde se encontraba.
-¡¡NOOOOO!!
Se llevo las manos a la cabeza acuclillándose en mitad de la cera, tratando de reprimir las lagrimas.
Es mentira. ¡¡Es todo mentira!!
Se puso nuevamente de pie. Recogió de forma presurosa el dinero que había esparcido a sus pies, mientras que de alguna manera trataba de contener su agitada respiración.
-¡¡Yuki!!, ¡Eso es lo importante, lo demás en secundario!
**********
Kitaza hizo ademán de sobresaltarse cuando llamaron a la puerta de su inmueble. Abrió con un deje de irritación, alzando un puño en una clara alusión de amenaza.
-¡¡Mira niñato piérdete antes de que!... ah...eh... Eiri...eh... lo siento, pensé que eras... otra persona.
El rubio se mantuvo silencioso en inmóvil hasta que el hombre americano sonrió de forma nerviosa y se aparto a un lado permitiéndole el paso.
Me alegro mucho de verte, pero no me esperaba que vinieras a visitarme.
-No viniste al hospital- apunto con cierto reproche el novelista tomando asiento sin haber sido invitado previamente a ello. Kitazawa miró a ambos lados en apariencia nervioso antes de añadir.
-Crei que mi presencia sobraba, ya sabes a lo que me refiero... más teniendo en cuenta como fue nuestro ultimo encuentro en la fiesta de Tohma ... ¿quieres tomar algo?
Hizo ademán de irse de la habitación, la negación silenciosa del rubio lo detuvo.
-¿Podrías enseñarme fotos?
-¿Fotos?
El hombre castaño alzó una ceja, pero tras ver la parca mueca del rubio, volvió a sonreír tratando de parecer complaciente.
Veré lo que tengo.
Mientras el hombre buscaba, el escritor se dedicaba a mirar la habitación con expresión indiferente, reclinándose en el sofá. Diez minutos después tenia junto a él un par de álbumes de considerable grosor, con cubiertas imitando cuero de diversos colores.
-No tengo más. Como comprenderás las fotos, no es algo que se suela llevar lo primero en las mudanzas, y como tampoco sabia cuanto tiempo iba a estar aquí exactamente...
Eiri cogió el primer ejemplar y se lo puso sobre las piernas para comenzar a pasar hojas
Yo.. err... estaré en la cocina. Por si necesitas algo
Más paginas se sucedieron en silencio. Muchas fotos de los dos. Muchas sonrisas en una sola pagina. El no recordaba haber sonreído tanto en toda su vida. Tomó otro álbum. Inconcluso. Las ultimas fotos eran tan sólo de Kitazawa, alguna de Seguchi y Sakuma, pero ninguna de él.
-Aquí tu y yo ya no estábamos juntos- comentó el hombre que había regresado al salón con unas tazas humeantes de café- algunas fotos de ahí son del ultimo viaje de Thoma. Yuki alzo la mirada cargada de una expresión difícil de leer. Por un lado ansiando los recuerdos perdidos, por otro sintiendo alivio de no tenerlos.
-Kitaza... Yuki...
-Ten- le tendió una taza sosteniendo la fría mirada del escritor
Yo... mira hemos hablado muy poco últimamente, yo entiendo que me hayas rehuido todo este tiempo, pero me duele saber que has cambiado tanto. Tengo miedo de que haya sido por mi culpa... se que fui un grandísimo estúpido, y no quiero que por mis idioteces dejes de ser aquel hombre abierto, extrovertido y maravilloso que eras. No debí de eludir mis problemas con una tercera persona. No se como pedirte que me perdones. De verdad que quería volver contigo pero creo que he estado haciendo el idiota... y que no me vas a creer pero...
Yuki observa al hombre hablar, estudiando cada rasgo, perdiéndose en aquellas sonrisas de aspecto tímido y comedido que tanta admiración y anhelo le habían provocado de adolescente. En aquel momento realmente deseo que todos sus recuerdos dolorosos desapareciesen y fuesen sustituidos por aquellos rostros alegres de las fotografías.
... abierto, extrovertido... ¿Realmente había sido alguna vez así?,¿podría serlo de nuevo?
El hombre de cabellos castaños claros seguía hablando cabizbajo, con las manos entre lazadas sobre las rodillas, disculpándose por multitud de cosas que el rubio no recordaba.
Dejándose guiar por todo el anhelo reprimido de su juventud, y por las palabras afectuosas que de la boca del americano salían, alzo una mano tomando de forma delicada la mejilla de Kitazawa. La caricia le silencio permitiéndole enfrentar la fría y dorada mirada del rubio que en aquel momento parecía haberse ablandado sumergida en recuerdos de juventud.
-Eiri yo...
El momento cálido se rompió cuando el móvil del escritor empezó a sonar de forma insistente. Frunciendo el ceño, el rubio se volvió dando la espalda al americano para atender la llamada.
-Diga?
-¡¡EIRIIIIIII!! -la voz de su hermano le llego desde el otro lado de la línea nerviosa y exaltada- ¡¡¿Se puede saber que pasa con tu amigo, amante o lo que sea?!!, ¡¡Te aseguro que voy a partirle la boca!!
Una débil expresión de sorpresa se apodero de los rasgo del rubio que se puso en pie, alejándose del lugar en el que estaba sentado Kitazawa mirándole con un mal disimulado interés.
-¿Qué pasa Tatsuha?
-¡¡¿Qué que pasa?!!, ¡¿Qué acabo de pillar al muy hijo puta tirándole descaradamente los tejos e intentando meterle mano a mi Ryuichi?!, ¡¡Pensaba que estaba contigo!! ¡¿Qué significa esto?!, ¡¡Además sabia perfectamente que Ryuichi y yo somos pareja!!
El novelista cambio el teléfono de mano mientras se peinaba hacia tras los cabellos de forma indolente y serena.
-A mi no vengas a reclamarme, ese crío no es nada mío. Si quieres dejarle sin dientes eres libre de hacerlo...
Más reclamaciones angustiadas vinieron a través del objeto inalámbrico, éstas fueron efectivamente silenciadas cuando el rubio con mueca de enojo colgó, guardándose el teléfono en la chaqueta.
-Eiri...
-Me voy, aun tengo asuntos que solucionar.
-¿Eh?, ¿Qué?, ¿Tan pronto?
El rubio no dijo nada. Tan sólo se encamino hacia la puerta y se fue.
Regreso a su apartamento intentando mantenerse sereno, pugnando por que el resentimiento que sentía hacia Shuichi no le llenase por completo. Tratando de no dejarse hundir por la desilusión y el vació que sentía.
Al entrar por la puerta de su vivienda, ni siquiera recordaba el motivo que le había impulsado de forma tan apremiante a ver al hombre americano, mas al entrar en la cocina para tomar una lata de cerveza, sus ojos volvieron a posarse sobre el sórdido y desconcertante articulo de periódico olvidado sobre la mesa.
-¿Qué demonios esta pasando en realidad?
Su teléfono móvil empezó vibrar acompañado de la musiquilla de rigor desde el fondo del bolsillo de su camisa.
Sin mucho animo descolgó el aparato tomando asiento en el asiento del salón.
-¿Si?
-¡¡Eiri-chan!! -la inconfundible voz de Sakuma desde el otro lado del teléfono no hizo mas que perturbarle- ¡¡Necesito dinero!!
El rubio estuvo a punto de contestar la petición con una grosería, pero tras la tentativa inicial, frunció el ceño y se arriesgo a preguntar
-¿Para que?
-¡¡Han metido a Tatsuha y a Shuichi en la cárcel!!, ¡Se los llevo la policía por estarse pegando en mitad de la calle nanoda!!! y Kumagoro perdió las tarjetas de crédito. ¡¡No tengo dinero para sacarlos!!
Ante el silencio implacable del rubio, Ryuichi se puso a berrear al otro lado de la línea. El novelista se recostó en el sofá, escuchando los compungidos balbuceos del cantante, lamentándose de si mismo y por los asuntos en los que indirectamente se veía implicado.
-¿De cuanto dinero estamos hablando?
-¡No lo sé!, supongo que de unos 150.000 o 200.000 yens...
Se hizo un silencio prolongado.
-Veré que puedo hacer. Llámame luego.
Se quedo en silencio, contemplando estáticamente el teléfono de su mano. ¿Estaba de alguna manera empezando a actuar como se esperaba de él o era su impresión? Tantos recuerdos perdidos. Ahora tenia que asumir que la gente a la que se suponía que quería, le irritaba de continuo y se esperaba de él un comportamiento que no podía ofrecer.
Se levanto dirigiéndose hasta su dormitorio. En el cajón donde tenia por costumbre guardar un poco de dinero, el pequeño billetero a penas contaba con 100.000 yenes.
Volvió a contar desconcertado. Le faltaba bástate dinero, ¿Qué había sido de él?.
-Hola
La voz a su espalda le hizo sobresaltarse. Shuichi o Shiteno Sokutenai, como ahora pensaba que se llamaba, alzo la mano a la par que lo saludaba con una amplia sonrisa junto al marco de la puerta del dormitorio. El rubio se puso de pie frente a la cama, visiblemente nervioso, notoriamente sobresaltado. No era de extrañar, era la primera vez que lo veía tras leer el alarmante articulo de prensa.
-¿Cómo has entrado?
-La puerta estaba abierta. ¿Qué pasa Yuki?, Te veo raro, ¿Ha pasado algo?
El rubio omitió la parte de "estaba abierta" sabiendo que eso era imposible. Miró al moreno, salvando una distancia prudencial, este le devolvió la fría mirada de forma agradable y conciliadora, con una expresión dulce en el rostro. Yuki sintió hasta culpabilidad de estar desconfiando de ese muchacho.
-¿De donde has sacado esa ropa?
-¿Esta? -Shiteno se señalo a si mismo la ropa juvenil y de corte desenfadado que portaba. Sonrió ilusionado- la compre hoy. No tenia nada que ponerme a parte de lo que traje ayer y no podía estar con tu ropa me quedaba muy grande. ¿Nos vamos?
Por lógica, el novelista comprendió inmediatamente en donde se había invertido la cantidad de dinero que le faltaba. El joven moreno se dio la vuelta y abandono el dormitorio ajeno a las miradas frías y recelosas del escritor.
"¿Acaso eres un ladrón?" fue lo que pensaba el rubio mientras seguía al auto nombrado Shuichi hacia la salida de su apartamento.
Caminaron en silencio, con Shuichi mirando constantemente de reojo al rubio y ruborizándose en silencio. Aquel juego de miradas confundía al escritor. Cada vez mas perdido en sus divagaciones, estando seguro de que aquella situación que se había convertido su vida, onírica, ilógica o irrisoria por momentos, habría sido desquiciante para cualquiera que no hubiera sido él.
El moreno lo condujo hasta unos grandes rascacielos, las terrazas que suponían el ultimo piso o tejado del edificio.
Estaba atardeciendo y Eiri se limitaba a contemplar en silencio el perfil del joven al contra luz de la tarde con el largo cabello revuelto por la brisa.
-¿Para que estamos aquí?
-Para volver claro
Tristeza se reflejó en la mirada dorada del escritor al creer reconocer la locura en los ojos violetas del joven. Miro al chico, lo miro detenidamente, y en él no vio a un asesino, sin embargo si vio la mirada de un pobre chico asustado y confundido que no sabia distinguir la realidad de sus propias fantasías. Se sintió minimamente identificado con él, por lo que se acercó con pasos seguros y deteniéndose a su lado le pregunto con voz queda, tranquila, casi hasta paciente y comprensiva.
-¿Y cómo se supone que lo haremos?
El moreno dejo de sonreír. La alegría implícita en cada facción de su cara desapareció, entrecerrando los ojos en una mueca insegura.
-Nosotros... nosotros deberíamos saltar... -con un ligero temblor señalo la cornisa del edificio. La expresión tranquila y confiada del escritor transmuto abruptamente en una especie de terror agresivo que le hizo encarar al moreno acortando la distancia que entre ellos había sin ningún tipo de reparo.
-¡¡SALTAR!!, ¡¿Estas loco?!, ¡¡¿Es que quieres suicidarte?!, ¡¡¿O es a mi a quien quieres matar?!!
Shuichi alzo la mirada cargada de dolor hacia el rubio. Acuosos los orbes amatistas enfrentaron difícilmente la mirada del novelista.
-Yuiki yo... es ke... yo no... pero nosotros...
Camino lentamente hasta el borde, se detuvo y apretando fuertemente las manos impregno sus palabras de una seguridad que ya no creía tener.
Yuki, para poder salir, debemos morir aquí. Pero morir por propia voluntad. Conocimiento de causa podría decirse... se que puede sonarte un poco ... ilógico... pero debes confiar en mi... acaso todavía no me crees?... sigues pensando que todo esto es real?... -el moreno bajo el rostro ocultando silenciosas lagrimas que recorrieron sus mejillas-... Yuuukiiii, yo solo quiero salir de esta maldita maquina... quiero irme a casa... contigo...
El rubio se conmovió. Shuiteno estaría loco, puede que incluso fuere un suicida potencial, pero no le parecía el asesino del cual hablaba el periódico traído por Thoma.
Su mente comenzó a evaluar las posibilidades; como salvar la situación, apartar al joven de la locura, en poder vivir juntos un día más.
Yuki... entiendo que desconfíes de mi... por eso saltare yo primero... piensa que no haría esto si no estuviera realmente desesperado- levantó la mirada y sus ojos se encontraron. Una seguridad y convicción inquebrantables se establecieron en la mirada violácea- sabes que yo nunca te haría daño... eres lo que mas quiero...
Con estas palabras el joven moreno se volvió, mirando con miedo, en realidad pavor los mas de treinta pisos que le separaban del suelo. Lucho por no llorar, limpiándose el alguilla que se le escapaba de la nariz. Estaba realmente asustado, la situación le venia grande, era consciente de ello, nunca espero enfrentarse a ese tipo de dilema pero tenia que hacerlo. Era el requisito imprescindible si quería estar nuevamente con Yuki. Debía de mostrarse seguro de si mismo si deseaba que todo saliese bien. Eiri lo miraba, comprendiendo perfectamente que el chiquillo pretendía saltar, y lo hacia creyéndose la totalidad de sus palabras, que todo lo que hacia, era con la única finalidad de que ellos dos regresasen a lo que había sido su vida. Su supuesta vida en común.
Tomo aire, acercándose a la espalda del chico que temblaba de forma visible e incontrolable, abrazando su espalda de forma protectora.
Shuichi al notar los brazos del rubio sobre él, desistió de tratar de aparentar esa seguridad que no sentía, volviéndose hacia él, rompiendo a llorar con fuerza sobre su pecho.
-¡¡Yuuukiiii!! ¡¡Quiero salir de aquí!! ¡¡Quiero volver a casa!!! BUAAAAAAAAAaaaa... ¡Pero tengo miedo!, ¡¡Tengo miedo Yuuukiiii!!, ¡¿Qué pasa si las cosas no salen bien?!, ¡¿Qué pasaría si tu no te despertaras?!, ¡¿Qué pasaría si no me despertara yo?! Yuuukiiiiii!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Eiri continuó abrazando sobre protectoramente al muchacho, llegando incluso a besarle la frente y a acariciar momentáneamente sus cabellos. Cuando el moreno logro contenerse y dejar de llorar, volvió a intentar saltar por la cornisa. Yuki lo detuvo sujetándole sin dificultad del brazo, robándole un beso en los labios que rompió las pocas defensas y concentración que el moreno había logrado salvar.
-Shuichi... antes de saltar... ¿no te gustaría que diéramos un paseo por ahí, tomásemos algunas cosas o cenásemos juntos?
El rostro del moreno enrojeció ante la cercanía del novelista. Sorprendido por la proposición, sus ojos se llenaron paulatinamente de agüilla salada, tornándose su expresión dolida y preocupada en una mueca perpleja y hasta cierto punto rozando lo simple
-¿Una cita?, ¿Una cinta contigo? ¿Una cita de verdad?
Una sonrisa ancha en el rostro del rubio. Justo la reacción que esperaba. Era tan agradable poder prever como iba a reaccionar el moreno. Con una paradójica sensación de bienestar, rodeo los hombros del joven que tembló ante la caricia, llevándoselo lejos de la cornisa.
-Vamonos
Shuichi meramente afirmo con la cabeza emocionado, agarrando con fuerza la cintura del novelista. Él decía querer salir de "allí", cualquiera que fuera la cosa a la que se refiriese, pero estando con Yuki, parecía importarle poco donde se encontrasen.
Eiri por su parte, tan solo meditaba en silencio como podía, en aquel tiempo extra que había logrado, convencer al moreno de que todo aquello que creía era una fantasía suicida, que ellos nunca habían tenido una convivencia, y en realidad tan solo se seudo conocían de una par de días.
Miro al moreno que respiraba agitado y emocionado. Todo a la vez.
Iba a ser una tarea difícil.
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Bueno, primero disculparme por la tardanza, falta de inspiración problemas personales, desmotivación en general... además sufrí un "ladsus" mental y se me olvido parte de la historia, así que bueno, algunas cosas han cambiado un poco de según pensaba hacerlas, peor creo que los que lo estéis leyendo no lo notareis demasiado ^^UU. Espero que os siga gustando la historia y me preguntéis cualquier duda o sugerencia.
Gracias por estar leyendo esto
Ja-ne!
