-No creo que tarde, supongo que será firmar unos impresos...

Al ver la falta de atención que su hermano le estaba prestando, Tatsuha se encogió de hombros, entrando resignado en una de las múltiples oficinas apiñadas en el estrecho pasillo atestado de personal que correteaba de un lugar a otro portando pilas de informes de papel amarillento. Eiri continuó escrutando a su alrededor, tratando de parecer indiferente al acercarse a una joven de uniforme a la que brindo una amplia sonrisa.

-Disculpa.

La muchacha, que trataba torpemente de hacer funcionar el surtidor de agua del pasillo se volvió con una mueca abrupta y el baso desechable sobre su cabeza después de, llevaba por pura desesperación, propinar una serie de puntapiés al aparato en cuestión. Al ver al rubio dirigiéndose a ella se ruborizo, carraspeando de forma nerviosa.

-Si?

-Estaba buscando la sección de las celdas. ¿Podrías decirme donde están?

-Vera yo... -la joven pareció dudar- no es un lugar donde puedan entrar los civiles...

Sin que la sonrisa desaparecía, el escritor se aproximo mas a la joven tomándola confiadamente por los hombros en una sutil e intimista caricia, provocando un visible aturdimiento en ésta.

-Lo comprendo, pero ayer detuvieron a un amigo mío, y querría hablar un momento con él. Me pregunta si eso seria posible. Pero claro- El novelista llevó un poco más allá su sátira, acariciando la mejilla de la muchacha- si usted puede, no pretendo causarla problemas.

-Err... veré lo que puedo hacer. ¿Cómo se llama su amigo?

-Shuichi Shin... Shiteno, Shiteno Sokute..., en realidad no sé con que nombre lo inscribieron.

-De acuerdo...

Y andando de una forma rígida un tanto cómica, la joven se perdió en busca de la información solicitada. Yuki se quedo con la mirada perdida por donde esta había desaparecido unos segundos, hasta que recibió una inesperada palmada en el hombro.

-Venga, ya nos podemos marchar

-No me voy -contesto lacónicamente el rubio a su hermano que había regresado con un pequeño papel rosado en la mano.

-¿Cómo?, ¿Por qué?

-Tengo algo que hacer

-¿Pero entonces?, ¿Cómo vuelvo a casa?

-Apáñatelas

Tatsuha frunció el ceño, se guardo el papel en un bolsillo del pantalón, y tras la asidua frase "Pero que borde estas esta ultima temporada" se dispenso del novelista que seguía aguardado el regreso de la joven. Esta tardaba en llegar, por lo que el rubio se vio forzado finalmente a tomar asiento en la pequeña y concurrida sala de espera, temiendo que por algún motivo la muchacha se hubiese olvidado de que se encontraba esperándola.

-Disculpe el retraso. El Señor Shindou Shuichi esta en la celda tres. Habitualmente no se puede visitar este la del edificio - la muchacha volvió a ruborizarse cuando el rubio tras ponerse en pie y salir de la sala de espera, tiro de uno de sus cabellos de forma juguetona- pero si la visita es breve le acompañare...

Con una sonrisa satisfecha, el rubio siguió a la mujer por alguno pasillos hasta llegar a la celda 3 donde se encontraba Shuichi, desafortunadamente en vez de encontrarse con el moreno, se encontró con el joven de cabellos rosados, sentado en el suelo mirando con cara de inconformidad todo a su alrededor.

Al ver aparecer al escritor esbozó una amplia sonrisa.

-Yuuukiiiiii!!!!, ¿Ha venido a por mi? - se puso de pie, agarrando los barrotes con sendas manos y una mueca radiante en el rostro- ¡¿Vienes a sacarme?!

El escritor miro hacia atrás, específicamente hacia el lugar donde la joven se había quedado esperándole a que terminara con una sonrisa vanidosa en los labios. Después volvió a enfocar su mirada en el joven aspirante a cantante que le observaba con renovada ilusión.

-La verdad es que no pretendía -contesto sinceramente el rubio dejando aparentemente perplejo a Shuichi, que se soltó de los barrotes, mirándole con expectación.

-¿No me vas a ayudar?... ¡¡Yuukiii!!, estoy aquí desde ayer!, y mañana por la noche tengo trabajo en el pub, ¡Me despedirán si falto!

-Llámales a ellos para que te saquen.

-¡No puedo hacerlo!, ¡Si se enteran que me han abierto un expediente no me querrán volver a ver a aparecer por ahí! ¡Son muy rígidos con esas cosas!

La mirada fría y austera del escritor le dejo bien claro que no pensaba hacer nada por él, no obstante el joven rebullo en su celda, mirándole con insistencia.

¿Todavía estas enfadado por lo del gato? Yuuukiiii, te comprare otro, pero sácame de aquí!!, tampoco te estoy pidiendo que me regales el dinero. ¡¡Tan solo préstamelo hasta que me paguen!!

-Perdone señorita- Eiri había ignorado por completo al joven de cabellos rosados y se había vuelto hacia la agente de uniforme- pero no me refería a él -el escritor sonrió un poco cohibido al verse en una situación un tanto difícil de precisar- no hay otro Shuichi en el registro o un tal Shiteno?

-Yukkiiiiiiiiii, Ayúdameeee!!!!! -se escucho a espaldas de ambos.

-Pues la verdad, no sé... deje que vuelva a preguntar

-Yuuukiiiiiiiiiii

-Si pudiera acompañarme, aquí no puede quedarse

-Yuuukiiiiiii

Volvieron a la sala de espera inicial. Esta vez el rubio tuvo que esperar poco, la joven regreso en relativos pocos minutos con un pequeño expediente de aspecto bastante nuevo.

-Vera señor, ayer como usted dice se arresto a otro joven... -miro el expediente al que Eiri pudo mirar por encima del hombro de la mujer reconociendo al instante la foto- un tal Shiteno Sokutenai como usted dijo, pero vera, este joven estaba imputado de cargos de asesinato...

-...

-Y según esto, ayer en el interrogatorio se declaro culpable, pero por alguna razón que no encuentro en el informe, aquí pone que fue trasladado a las pocas horas al sanatorio mental XXX donde había estado ingresado hasta hace unos meses a expensas de que se realizase la vista del juicio.

-¿Me permitiría ver eso?

-Disculpe pero no puedo, ya estoy compartiendo información que se supone es restringida - se disculpo la joven con cierto nerviosismo. Yuki encendió un cigarrillo, apartándose con ambas manos el cabello de la cara, peinándoselo de forma descuidada hacia atrás.

-Supongo que escuchar la confesión seria algo prácticamente imposible ¿verdad?

-Si

Pero de alguna manera la insistente y penetrante mirada del rubio, consiguió hacer flaquear la voluntad de la joven, que miro a ambos lados y susurrando muy bajo añadió

Esta bien, sígame.

Introdujo al novelista en un cuarto oscuro, con una sola y austera mesa de madera, dos sillas, y un sospechoso espejo de fondo ocupando casi toda la totalidad de la pared. Sobre la mesa deposito un casset en el que rápidamente introdujo una cinta.

Es una copia. La original esta camino del juzgado- comento tratando de romper el silencio tenso que parecía haber envuelto al rubio de repente.

"-Hoy es un día bonitamente soleado

-Eso creo

Cierto

-¿Mataste a Nakano Hirosi?"

Con el aparato, una vez en marcha, en rubio se acomodo con ambos codos sobre la mesa escuchando el principio del interrogatorio. La voz de Shuichi, se escuchaba triste, compungida y desmoralizada, mas poco a poco su registro fue cambiando por otro ligeramente mas grabe.

"-¿Mataste tu a Nakano Hiroshi?

-NO joder!! Yo no mataría a HIRO Nunca, es mi mejor amigo!!!

-Aparecieron tu huellas en el cuchillo con el que mataron a la victima. Eres consciente de eso joven?, y de que se encontró sangre en unas vendas, que tiene tu mismo código genético?. Todas tus respuestas están siendo marcadas como falsas, no te molestes en mentir, va dar lo mismo.

-...

-Mataste a Nakano Hiroshi?

-...

-Mataste a Nakano Hiroshi?

-Si"

La inexpresiva mirada de rubio se debilito. Sus ojos se ensancharon y de su boca se escapo un leve jadeo de sorpresa. Sus dedos entrelazados se tensaron buscando concentrar toda su atención en las próximas palabras.

"-¿Tuviste alguna razón para hacerlo?, ¿Fue defensa propia?

-No

-¿Fue algo premeditado?

-¿Premeditado?- se escucharon unas risas sórdidas, ruidos sordos y finalmente un chasquido- ese maldito cabron se lo estaba buscando desde la secundaria. Siempre me daba muy buena cara a mi, pero después cuando estábamos con los demás era demasiado bueno para hablar conmigo

-¿Entonces asumes que lo mataste?

-Matar?. Para ese marica de mierda cuatro puñaladas no eran nada. Se merecía algo peor. Fui suave, muy suave con él.

-¿Y a su compañero de habitación?¿por qué a él también?

-Hiro era puta, también estaban liados. Eso me ponía enfermo. Cualquiera era bueno para él menos yo.

-¿Aquí dice algo de que también atacaste a su hermano? ¿Por qué?

-Bueno, llego en mal momento -indiferencia- eso es todo. No me parecía mal tío después de todo. Pero como dije antes, mal momento, mal lugar, JA, nada importante"

A esa altura de la grabación, Yuki había enterrado el rostro entre las manos. De no ser porque conocía a la perfección aquella voz, nunca habría reconocido que estaba escuchando hablar a Shuichi. Las expresiones, la forma de hablar, su tono de voz, todo había cambiado. Era como si su anterior forma de ser hubiera desaparecido por completo.La joven corto de reproducir el casset, y condujo al novelista hasta la salida. El rubio agradeció las atenciones con una leve inclinación de cabeza, demasiado impresionado para decir añadir nada con palabras. Tomo su coche y regreso a su casa, aunque no fue consciente de nada hasta que se encontró de nuevo en su piso.

****Hiro era puta, también estaban liados. Eso me ponía enfermo. Cualquiera era bueno para él menos yo.

Bueno, llego en mal momento. Eso es todo. No me parecía mal tío después de todo. Pero como dije antes, mal momento, mal lugar, JA, nada importante****

Todavía le era difícil de asimilar. Aquello, le parecía simplemente imposible. Pero aquella voz seguía retumbando en su cabeza. Aquel chaval no podía ser el mismo que se había estado pegando con Kitazawa y llorando por el tan sólo el día antes. Pero si estaba de verdad en el sanatorio mental, todo lo que había dicho el periódico y Thoma era cierto. Se trataba tan solo de un perturbado mental.

Quiso comprobarlo con sus propios ojos, reticente a creerse una sola palabra mas hasta que lo viera por si mismo. Quería ver a Shuichi, Shiteno, o quien quiera que fuese.

Tomo el paquete de cigarrillos, extrajo el ultimo y haciendo un gurruño con la caja vacía la tiro al suelo.

********

A Shuichi lo habían llevado de inmediato a su celda después del interrogatorio, se mostraba muy calmado o indiferente. Cuando lo dejaron sólo en la celda se sentó en la cama poniendo los pies sobre ésta.

-¿Porqué me miraban así?, ¿Qué dije?

El moreno se rasco la nuca con nerviosismo, enredándose continuamente con el cabello. Seguía alerta, pendiente a cualquier pequeño despierte que le ayudase a escapar de allí. Una mueca furiosa se apodero rápidamente de sus facciones adolescentes.

"Maldita sea. Soy tan estúpido... Yuuki, ¿dónde estas Yuki?"

Hundiendo la cabeza entre las piernas, el joven estuvo en disposición de llorar y lamentarse por primera vez desde que lo habían detenido el día anterior. El siempre había sabido o por lo menos se lo había imaginado, que Yuki había sentido algo muy fuerte por Kitazawa, y que si las cosas hubieran sido distintas quizás ellos dos...

-Te lo estas creyendo ... te lo estas creyendo todo... -gimoteó anegado en lagrimas balanceándose en el sitio, incapaz de aceptar la idea de que había sido desechado final e indiscutiblemente. Que Yuki había echo su elección y él no formaba parte de ella.

Yuuukiiii... tan poco valí para ti... tan sólo fui algo con lo que rellenar el vació que te dejo otro?

En ese momento, poco le importo su precaria situación en la cárcel, ni clamo por su estupidez, tampoco dio demasiada importancia cuando un par de hombres, al rato, entraron en la celda y esposándole de nuevo, se lo llevaron hasta el exterior metiéndole en un coche de la policía. Shiteno continuo llorando de forma silenciosa, con la cabeza gacha, sin reaccionar aparentemente hasta que desde el coche se fue haciendo cada vez mas visible, a cada segundo que pasaba, una gran construcción blanca de proporciones considerables. Al verla, el moreno enloqueció. Sus ojos se abrieron crispados, su mandíbula se desencajo en el pavor, y comenzó a dar patadas en las puertas intentado abrirlas a la desesperada.

-NO. OTRA VEZ AQUI NO. NO POR FAVOR. TODO MENOS ESTO. NOOOOOOOOOO.

Cuando llegaron. Al moreno tuvieron que bajarlo del coche arrastras. El llevarlo hasta el interior fue tarea difícil incluso para los dos hombres que lo habían escoltado. Se resistía, tirandose al suelo, pataleando, gritando a pleno pulmón. Amarrándose torpemente a cualquier saliente que podía. El espectáculo era deprimente. De seguro no habría dado mas gritos si lo hubieran condenado a muerte, y lo estuvieran llevando a ejecutar.

Una enfermera les recibió. La mujer, un madura señora de cabello que empezaba a clarear, sonrió tristemente en recibimiento.

-Oh vaya. Shiteno. Veo que al final has vuelto

-No por favor. A la habitación otra vez no!!-suplico el moreno ante la sonrisa mansa de la mujer, que meramente se giro indicándoles el camino a los guardias que debían de seguir.

NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!

A través de largos y blancos pasillos de luz artificial llegaron hasta uno de tantas cuartos mas de puertas semi blindadas. La mujer abrió la lóbrega estancia y Shuichi rompió a llorar más fuerte al ver en el fondo de esta, una cama siniestra, llena de correas en la que, siempre más noches de las deseadas, había pasado en ella.

Aquello para él era un adiós, un adiós definitivo. La muerte de la esperanza. Una condena prefijada a volver a lo que había sido antes de lograr escapar de aquél deprimente y corrosivo lugar.

Gritó, grito con todo lo que su alma y pulmón le permitía. Grito hasta que la falta de aire en sus pulmones pensó que le mataría.

-YUKIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII TASKETEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!!!!

Y aun así, sus gritos siguieron retumbando en todo el pabellón de colores deslavados y monocordes, donde las personas no eran sino sombras de lo que habían sido, y sus sonrías estaban deslavadas o prefabricadas tras impronunciables y técnicos nombres de desconocidas medicaciones.

*******

Eiri se había mostrado con un león enjaulado durante mas de la hora de cavilaciones adversas que llevaba. Razón contra deseo. Lo que quería contra lo que debía de hacer. Múltiples factores adversos que le advertían que lo dejase correr. Que tratara de olvidarse de ello. Acaso era tan difícil?, no había olvidado ya toda una vida en una semana?. Era tan simple como obviar sus supuestos recuerdos. Adaptarse a la nueva situación de que el moreno era un loco y un asesino. Y continuar con su tranquililla y sencilla vida donde todo el mundo parecía preocuparse por él y donde la mayor de sus inquietudes era que se le echase encima el plazo de entrega de una de sus novelas.

Una vida sin preocupaciones, sin culpabilidad, sin acontecimientos violentos que hubieran traumado su niñez.

Resoplo exasperado abriendo su frigorífico donde poca o ninguna cerveza y un montón de comida saludable le dio la bienvenida. El rubio esbozo una insolente sonrisa.

-¿Pero quien hace la compra en esta casa?... - cerro nuevamente la nevera. Había perdido toda la mañana en la comisaría, ahora era pasada la media tarde y no tendía muy claro lo que debía hacer. Salió al pasillo donde se quedó estático durante minutos.

El teléfono le saco de su estado de divagación. Tomo el auricular con molestia mal disimulada.

-¿Diga?

-Eiri -Kitazawa al otro lado del teléfono. El novelista frunció el ceño. De alguna manera él y Thoma eran de las personas con las que menos ganas tenia de mantener una conversación en ese momento- Eiri, ¿Cómo estas?. Ayer te marchaste muy deprisa. ¿Te ocurre algo?. Estas muy extraño. Si necesitas alguna cosa tan sólo tienes que pedirla. ¿Podríamos quedar esta noche para cenar?

-Voy a estar ocupado

-Eiri...

-Si no quieres nada mas -añadió con cierto apremio- tengo cosas que hacer.

-... yo... ¡Así no podemos mantener una conversación!, ¿Qué demonios pasa contigo?

-Cuelgo

El rubio se quedó mirando con reproche el aparato. Kitazawa recriminado su conducta. Eso si que era algo por lo que no iba a transigir.

Tomó nuevamente las llaves de su automóvil, pensando que ya compraría algo de comer cuando regresase.



Casi cuarenta y cinco minutos de carretera, autovías y circunvalaciones. El mapa de viaje que tenia en la guantera no le sirvió y casi se pierde en un par de ocasiones. Sin embargo llego a ultima hora de la tarde al gran edificio blanco que era el sanatorio mental muy a las afueras de la ciudad. El novelista se bajo del vehículo en aquella tarde grisácea y entristecida. Las nubes del cielo parecían moverse lentamente en formación de lo que posiblemente terminaría siendo una tormenta de proporciones considerables.

Entro en el edificio con vacilación. Las puertas automáticas se abrieron para él en una acción anfitriona pero no incitante, pues aquel lugar no era agradable para nadie, ni siquiera para los que allí trabajaban, no había que mirar mucho para ser consciente de ello.

El calor bochornoso de la entrada obligó rápidamente al rubio a quitarse la gabardina y ansiosamente, buscar un cigarrillo que no encontró.

-Disculpe, puedo ayudarle en algo?

Una enfermera de pelo casi cano en su totalidad le sonrió amablemente.

-Yo... venia a visitar a alguien.

-Oh, me temo que eso va a ser imposible. Las horas de visita son solo por las mañanas de once a una. Ahora muchos internos están descansando. Vuelva mañana por favor.

Eiri dudo. No pretendía haber echo todo el camino en balde. Además una vez allí, al comprobar como de pésimo, deprimente y hasta cierto punto desmoralizador resultaba aquel lugar, le había comenzado a corroer la necesidad de ver en que estado se encontraba el moreno.

-De acuerdo. Lo entiendo perfectamente. Pero compréndame, se trata de un asunto muy importante. ¿Podría al menos ver si esta despierto?

-¿De quien se trata?

Yuki tuvo la clara sensación de que la mujer lo estaba tratando con aquella cortesía falsa de rigor, por lo que terminaría contestando con negativas a todas sus peticiones.

-Shiteno, Shiteno Sokutenai.

Ante la mención del nombre, la mujer se mostró visiblemente sorprendida. Entorno los ojos hacia el rubio como si lo mirase por primera vez y termino tapándose la boca con la mano.

-No será usted... no será usted el señor Yuki Eiri?

Devolvió la pregunta con una mirada perpleja, incomprensible. La mujer se toco el cabello nerviosa y miró a ambos lados antes de añadir.

-Disculpe muchísimo. ¿No habrá tratado de hacerle daño verdad? Shiteno ha sido un buen muchacho la gran mayoría del tiempo... pero claro... tiene "prontos"

El novelista la miro confuso. Al notarlo la enfermera sonrió de forma forzada.

-Esta bien. Le enseñare donde esta el chico... en cierta parte se lo debemos... pero seguramente no podrá hablar con él. Estaba muy exaltado cuando lo trajeron, lógico hay que estar muy loco para querer volver aquí... -aquello que pretendió seguramente ser una broma inocente, termino siendo silenciado bajo una mirada fulminante del rubio- ejem... hemos llegado... como le estaba diciendo antes, cuando llego estaba tan exaltado que tuvimos que duplicar su medicación de calmantes para controlarle... podría haber llegado a hacerse daño a si mismo en ese estado...

Yuki se encontró frente a un puerta blindada de metal oxidado con una pequeña ventana de grueso cristal. Tuvo miedo de asomarse por aquel orificio para ver que había dentro, aturdido como estaba tras las palabras de la mujer.

Sin que fuera ostensible, tomo aire un par de veces antes de mirar por el pequeño ventano de quince por quince.

Como le dijo la mujer allí se encontraba Shiteno. El moreno estaba con las muñecas sujetas a la cama por correas plásticas mientras que las piernas estaban extendidas inertes sobre el somier. Su cuerpo tan solo estaba cubierto por un inmaculado camisón blanco de corte hospitalario y su cabeza estaba ladea con la vista perdida en el gotero que iba a dar a uno de sus brazos. Su aspecto era pálido y demacrado, desgreñado al ver su largo cabello enmarañado y descuidado sobre la almohada.

Un cambio tan abrupto en tan pocas horas que hacían al joven casi irreconocible.

Una ira fría comenzó a recorrer las terminaciones nerviosas del escritor.

-Esta bajo los efectos de la medicación - le informo la voz de la enfermera a su espalda- Si viene mañana en hora de visitas, quizá pueda hablar con él.

Yuki se volvió tratando de parecer sereno y calmado, pero sin mucha credibilidad.

-¿Seguro que las correas eran estrictamente necesarias?

-Por supuesto

-Antes pregunto si me había echo daño. ¿Por qué habría de hacerlo?

La mujer se le quedo mirando de forma silenciosa, se toco nuevamente el cabello y al final añadió

-Si no, ¿por qué habría de estar usted aquí?

-Explíquemelo usted.

Se produjo un silencio tenso que cortó finalmente la mujer con un carraspeo. De forma indiferente y pareciendo casi hasta casual, miró el reloj de su muñeca.

-¿Tiene usted coche?

-Si

-Pues espéreme en él .Ya se acabo mi turno y me gustaría irme a casa

El escritor la vio alejarse con una mueca de estupor. Maldijo entre dientes lanzando una ultima mirada por la pequeña ventana de la puerta, donde el moreno parecía estar sufriendo una minusvalía cerebral y salió tan rápido como pudo del edificio.

Una fina cortina de agua le recibió a la salida, y a pesar de la llovizna, el escritor espero estoicamente en pie, apoyado junto a su automóvil a que la mujer terminara de hacer sus tramites y saliera.

Diez minutos después, ésta salió con ropa de calle, poco más alegre de lo que era su uniforme de trabajo y una chaqueta amarilla clara sobre el brazo.

-¿Nos vamos?

El rubio se limito a entrar en el coche y arrancar.

Una vez en carretera con la enfermera mirando por la ventanilla como la lluvia cubría el parabrisas pregunto.

-¿Cuanto tiempo lleva aquí?

-¿Quien?

-... -Eiri gruño entre dientes- Shiteno

-Desde los dieciséis aproximadamente. Nunca había dado demasiados problemas... aunque lo cierto es que con la medicación tan fuerte que llevaba lo raro es que los hubiera dado.

-¿Por qué supo quien era cuando pregunte por él?

-Bueno hubo un par de factores. El primero es que el chico no tiene familia, nunca nadie había venido a verle... y el segundo, es la razón por la que le decidí acompañarle... la verdad es que debimos de ponernos en contacto con usted cuando Shiteno escapo del centro, pero ya sabe como son estas cosas, intentan tenerlas todas bajo cuerda y que no se extiendan, que nadie se entere.... El andar pregonando que los internos se escapan no seria buena publicidad para el centro...

-...

-Lo que quería decir es que supusimos que trataría de ponerse en contacto con usted.

-¿Por qué?

La enfermera se recostó en el asiento y suspiro.

-Bueno. El chico nunca había mostrado interés en nada en especial. Hacia las actividades reglamentarias del centro pero no parecía mostrar iniciativas propias. De todas formas algo comenzó a cambia aproximadamente hace algo más de un mes. Se había instaurado un pequeño servicio de biblioteca/préstamo de libros subvencionado por el ayuntamiento. Venia una chiquita del ministerio un par de veces por semana. Dejaba algunos ejemplares en las habitaciones de los internos que por historial o demencia peligrosa, no se les ofrecía la misma libertad que al resto de internos para andar a libertad por las instalaciones del centro. Fue por entonces que la mujer dejo casualmente una de sus novelas en el cuarto del chico.

Yuki miró de reojo a la mujer, que le señalaba con el dedo acotando puntualmente al novelista que se esta refiriendo a uno de sus escritos. El rubio se tenso, pero continuo conduciendo sin titubeos.

No hubo una reacción inicial distinta del resto. Pero a la semana Shiteno dijo haber perdido la novela. Suponemos que la escondió porque no la quería devolver, tampoco le dimos mayor importancia. Después su comportamiento simplemente cambio... de forma gradual... pero a una velocidad alarmante... finalmente un día hará tres semanas escapo en un cambio de guardia. Debió de robar algo de ropa, hacer auto-stop, a saber... la cosa es que avisamos a la policía pero a nadie más... y ayer mismo nos enteramos que lo habían encontrado y que estaba detenido por asesinato... es una pena... además tuvimos que mentir a la prensa, nos jugábamos la reputación del centro... este asunto no ha sido bueno para nadie...-La mujer miro fríamente por la venta- ah!, yo ya me bajo aquí.

El coche se detuvo y la mujer tras bajar se quedo mirando el novelista sujetando la puerta abierta con una mano.

-¿No hay nada que quiera preguntarme?

-¿Qué tengo yo que ver en todo esto?

La mujer meramente sonrió, y le tendió una pequeña carpeta que había traído bajo la chaqueta.

-Mírelo. Lo entenderá por si mismo.

*******

Oe! Ke tal va?? Ya se ke me estiro mas ke el chicle ^^~, gomen!!!!!!!

Espero ke les este gustando ^^UU, un saludo a todos ^o^