La expresión de Shuichi aquella mañana al ver aparecer por la puerta del calabozo al escritor había sido de felicidad plena. Yuki lo había observado con frialdad o indiferencia a que recogiera sus cosas, pero por lo visto había pagado al completo el dinero de la fianza. Shindou suspiró rebullendo de forma inquieta cuando el oficial le abrió la puerta, dejándole salir, no sin antes hacerle firmar unos papeles. El joven de cabellos rosados había esbozado entonces una amplia sonrisa y con afabilidad se había cogido al brazo del escritor sin que este diera mayores muestras de afecto hacia él que una lacónica mirada.

-¡¡Yuukiiii!! ¡Ya sabia que vendrías finalmente a por mi! -comento aliviado el joven cuando ambos salieron de la comisaría- ¡¡Te has vuelto un gruñón pero sabia que no serias tan malo!!, ¡No te preocupes te devolveré en dinero en uno o dos meses!

El escritor entro en el coche y Shuichi sin siquiera preguntar, ocupo rápidamente el asiento del copiloto. Una vez estuvo acomodado en el asiento, el rubio le puso una caja de cartón en el regazo.

-¿Qué es esto?, ¿un regalo?

-No, es la forma en la que quiero que me devuelvas el favor.

Con una expresión perpleja, el joven miro la caja por ambos lados antes de preguntar de forma estúpida.

-¿Tinte?, ¿para qué me das tinte?, ¡no me quiero teñir el pelo!, Me costo un dineral dejármelo de este color en la peluquería, además en mi principal reclamo en el trabajo. A mis jefes no les haría mucha gracia si me lo quito.

El rubio arranco sin tomar en cuenta los comentarios pedantes de su acompañante. Salió a la autopista, conduciendo de forma silenciosa. Shuichi prosiguió con sus criticas.

-¿A donde vamos?

-A mi casa. Y no te preocupes tanto, ese tinte se va en un solo lavado.

Recibió una mirada maliciosa por parte de Shindou, que comenzó a juguetear con el borde de la caja de cartón.

-¿Qué ocurre?, ¿es un nuevo fetiche?

El comentario y la forma en la que fue dicho arranco una capa de rubor del escritor que provoco una carcajada sonora por parte de Shuichi.

-¡¡Lo sabia lo sabia!!- dio patadas en el suelo del coche de forma infantil- esta bien, me lo pondré... si dices que se va con un solo lavado...

Llegaron al piso del rubio, y Yuki casi arrastra a Shindou de cabeza al baño en un alarde de impaciencia. El joven de cabellos rosados no cesaba de reírse, así debía de creer que era la necesidad del novelista por estar con él.

-¿Y donde tienes las toallas y el secador?

Irritándose por la espera, Yuki frunció el ceño desde el salón, sin cesar en su búsqueda entre algunas de sus más viejas pertenencias.

-Esta todo ahí. Date prisa- se acercó al baño con unas cuantas piezas de ropa- Toma ponte esto antes de salir.

-Como quieras. - acepto el joven rápidamente y sin mirar siquiera aquello que le tendían. Cada vez parecía mas divertido con el juego. Se mojo el pelo, se dio la espuma colorante, y en veinte minutos ya se estaba frotando el cabello húmedo con una toalla, listo para secar.

Eiri abrió la puerta evaluando los progresos. Al ver al joven secándose el cabello, sus ojos le estudiaron durante unos segundos y con una sutil sonrisa en los labios comento antes de cerrar de nuevo.

-Date prisa.

Los labios de Shuichi se extendieron en una sonrisa arrogante. Apago el secador y lo deposito a un lado mirándose en el espejo. Se coloco alguna punta morena rebelde con carácter satisfecho al finalizar y procedió a vestirse con aquello que el novelista le había entregado. Su mueca petulante cambio al ver de que se trataba, como si esperase cualquier cosa a excepción del jersey de punto ancho y los pantalones de pana bastante envejecidos que encontró. Salió del baño con las prendas puestas, no obstante la última pieza del conjunto que era un gorro del mismo material que el jersey, permanecía dando vueltas en sus manos de igual manera que si no supiese que hacer con él.

-Pero Yuki... ¿qué se supone que vamos a hacer?- le pregunto visiblemente confuso. El escritor sonrió, arrancándole el sucedáneo de sombrero de los dedos para ponérselo de forma descuidada pero tapando casi en su totalidad su cabello.

Por último y de forma divertida, le añadió unas gafas de sol redonditas al rostro.

-Dar un paseo ... ¿o qué pensabas?

Abrió la boca seguramente para formular un reproche, pero el rubio tomo su antebrazo sacándolo de su apartamento tan rápido como habían entrado.

Casualmente cuando estaban saliendo por el portal de su vivienda, Kitazawa se volvía hacia ellos junto al pie de su coche. Su sonrisa ancha se borró al ver a la compañía del rubio, y no pudiéndose contener, exclamó:

-¡Él!, ¡¿Pero qué haces con él?! -se acercó a la altura del chico que sonriendo de forma jocosa y en un rápido gesto invisible para el rubio, se bajo levemente las gafas, mirando al americano por encima de los oscuros cristales de forma provocativa- ¡¡Eiri, exijo una explicación para-!

Y se quedó con las palabras en la boca, pues el novelista lo sobrepaso sin prestarle la más mínima atención, en cambio si la recibió cuando su mirada se cruzo con la del joven de anteriores cabellos rosados que murmuro un quedo "imbecil"

¡¡EIRI!!

El escritor cerró la puerta de su coche, tirando a continuación de Shindou que se despedía burlonamente con la manita del escritor americano antes de cerrar él también la puerta y ponerse en marcha.

Kitazawa se quedo en mitad de la calle, con la boca abierta, y una mueca furiosa en el rostro.

Varios minutos en silencio. Lo que había estado produciendo una sonrisa divertida en el rostro de Shuichi debió de marchitarse pues volvió a ponerse finalmente serio y preguntar nuevamente.

-¿A donde vamos?, porque sinceramente, me había echo... ummn... una idea distinta de tus planes para hoy.

-Te lo dije antes, vamos a dar un paseo. Tardaremos un rato en llegar. Puedes dormir por el camino si quieres.

Sonrió ante tanta amabilidad. Shuichi se quito la gafas de sol y reclino el asiento para dormirse durante el trayecto, el sofocante calor del coche invitaba a ello.

Eiri siguió conduciendo.

-Ya hemos llegado. Despierta.

-Um?

-Levántate

La puerta del automóvil se cerró. Shuichi volvió a cerrar nuevamente los ojos aparentemente adormilado por el calor del interior del vehículo. La puerta de su lado se abrió y unas manos tiraron de él hasta sacarlo de forma un poco brusca. Yuki cerró esta otra puerta y cogiendo a Shuichi de un brazo, se lo llevo a trompicones, no sin antes volver a colocarle las gafas de sol.

Shindou no pareció reaccionar de forma correcta hasta que ambos estuvieron delante de una puerta y una mujer dijo.

-Recuerden que las visitas son hasta las doce. Así que no les queda mucho. Dense prisa

Y ambos estaban dentro de una habitación, donde tan solo había un tercer ocupante, de aspecto menudo y demacrado. Sus largos cabellos morenos se arremolinaban al rededor de su cabeza en la almohada.

-¿Qué hacemos aquí Yuki? -Pregunto con un claro deje de fastidio el joven mirando todo al rededor por encima de las oscuras lentes, resoplando para añadir- Este sitio es una mierda. Vamosnos ya, esto me deprime.

De espaldas a él, Yuki observaba al moreno postrado en la cama, con el gotero sempiternamente clavado en su brazo, seguramente concentrado hasta limites insospechados de medicaciones y sedantes. Shiteno podría haber estado durmiendo placidamente de no ser por la expresión de dolor de su rostro.

La mueca del rubio vacilo, volviéndose más lúgubre, lanzando un ultimo vistazo al chico que tenia tras él con las manos en los bolsillos y resoplando en protestas.

Un joven novato en la clínica colocaba papeles en la oficina. Los archivos que llevaba cargados en brazos terminaron ineludiblemente aplastados contar el suelo cuando de improviso, la figura de un hombre rubio, comenzó a dar golpes en la puerta llamando con apremio.

-¡¡Enfermera!! ¡¡Dese prisa enfermera!!

El joven salió haciendo caso del reclamo del rubio desconocido, que le señalo una dirección.

Estaba haciendo una visita pero... -dejo la frase en el aire. Ambos salieron corriendo hacia una habitación. Al llegar la encontraron completamente desordenada. El gotero echo añicos en el suelo, la cama desecha con las sabanas desperdigadas. Todos los objetos de la sala volcados, y el paciente, como consumido por su propio arranque de ira, yacía con su inmaculada ropa hospitalaria apoyado o más bien medio caído contra una esquina con unas tijeras torpemente sustentadas en su mano y todo su largo cabello moreno cercenado de forma irregular desechado a sus pies o sobre su ropa.

Poco después de entrar ambos hombres entro la enfermera que los había acompañado inicialmente.

-¿Qué ha pasado?!

Con una expresión de culpabilidad, Yuki se volvió hacia la mujer.

-Yo disculpe, la culpa fue mía... él... esta loco ... pero yo no lo quería admitir... me daba pena - se aparto el cabello de la cara con gesto azorado- estaba durmiendo y se despertó, entonces me dijo que le dolían las muñecas de las correas de la cama... le solté y entonces empezó a destrozar cosas, ataco a mi amigo... -señaló a su acompañante, sentado en el suelo con la cabeza hundida entre las piernas y las manos inertes sobre el gorro de punto- y después cogió las tijeras... pensé que nos las iba a clavar, pero se corto el pelo y se dejo caer hay...

La enfermera le miraba con impavidez.

-¡Es usted un imprudente!¡Márchese antes de que llame a la policía! ¡¡Y no vuelva!!

No espero a que se lo advirtieran una segunda vez. Eiri se acercó presuroso hacia el joven de lentes oscuras sentado en el suelo y se lo llevo tan deprisa que incluso pareció que se lo había llevado en voladas.

La mujer farfullo, quedándose sola con el novato en la sala, mientras se acercaban prudentemente a Shiteno para quitarle las tijeras de la mano.

El rubio metió al joven en el coche, y pegando un fuerte aceleron, dejo rápidamente atrás el edificio. Cuando el trafico se hizo menos fluido y el novelista se pudo relajar al volante, comenzó a lanzar leves miradas de soslayo a su acompañante. Le quitó las gafas de sol que resbalaron fácilmente de su pálido rostro seguidas del gorro, descubriendo un cabello moreno que había sido vilmente amputado.

Una expresión satisfecha se extendió en sus facciones.

Un murmullo lejano le estaba trayendo de vuelta a la consciencia. Shiteno abrió la boca y se movió torpemente aun medio adormilado. Una mano cálida acaricio su mejilla arrancándole un jadeo suave que termino siendo una palabra por mas veces pronunciada

-Yukiii...

El nombre fue correspondido por un beso suave sobre la frente, que consiguió, que en todo lo rápido y coordinado que el moreno podía, éste abriera paulatinamente los ojos, tornándose perplejas y a la vez cómicas las expresiones de su cara, al no coordinar aun a la perfección sus movimientos.

-Yuu... Yuuukii?

-... -El rubio lo observaba en silencio, sentado en un borde de la cama, acariciándole de forma agradable el rostro. El moreno miro a su alrededor, confuso, reconociendo la vivienda, cerrando los ojos por el esfuerzo de tratar de librarse tan rápidamente del efecto de la medicación y los sedantes que aun lo tenían mareado y confundido. Unas lágrimas rápidas se desliaron por las comisuras de sus ojos.

-¿Estoy muerto?¿Es esto es el cielo?

-Con que poco te conformas Baka... - comento el rubio con una sonrisa, dejo de tocar sus mejillas macilentas e intento ponerse de pie. Pero el joven se incorporó rápidamente amarrándole por el cuello, apretándose contra él mientras que rompía en sonoros sollozos.-¡¡Yuuukiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!

El rubio ladeo la cabeza hacia un lado. Tratando de parecer indiferente, pero finalmente una sutil sonrisa trunco su austera expresión, rozando la mejilla del moreno con los labios antes de añadir cínicamente.

-Eres poco serio para ser un asesino ...¿No crees que me he arriesgado mucho al traerte hasta aquí?

Shiteno se congeló, soltándose del escritor, contemplándole con una mueca desconcertada: Sus ojos rojos por el llanto, las mejillas extremadamente pálidas y brillantes por las lágrimas junto a unos labios pequeños y redondos ligeramente entre abiertos.

Aquel día no tuviste tiempo de explicarte.

-...

En un movimiento brusco, el novelista se levanto del somier y desapareció del dormitorio. Shiteno se quedo con la cabeza hundida, agarrando con manos crispadas las sabanas que lo cubrían. Sus nudillos terminaron por peder el color, pero aun así no soltó la prenda ni aun motivado por el dolor de sus propias uñas sobre la piel. Portando unos folios en sus manos, el escritor regreso a la habitación casi sumida totalmente en la penumbra, volvió a retomar su lugar anterior junto al moreno abriendo la mesita de noche y extrayendo de ella un objeto metálico y brillante.

-Yo, no puedo decir que te creo, pero hay demasiadas cosas que no entiendo, que no puedo entender... -deposito el objeto sobre las manos del joven que se sorprendió al ver que era la misma pistola con la que muchos días atrás había entrado furtivamente en el domicilio del rubio con un pequeño gato bajo el brazo. Levanto la vista asustado, los ojos dorados de su acompañante le estudiaron con frialdad- ... ¿Querías matarme entonces? -comento con un leve movimiento de cabeza refiriéndose al arma. El moreno miro el objeto con un leve temblor en las manos, para acto seguido lanzar una mirada dolida al rubio.

-Sabes que yo nunca te haría daño.

-¿Entonces para qué me llevaste a aquel edificio? ¿Acaso no estabas pensando en un suicidio doble?, ¿Acaso es que te pareció algo romántico?, ¿o simplemente estas loco como dicen estos informes?

Acompaño sus palabras con una mirada de desagrado al tirarle encima todos los documentos médicos que había traído. Las fotocopias, los clip, las anotaciones se descolocaron, pero el moreno ni siquiera tuvo intención de leerlas, con cansancio teñido de un leve toque de infelicidad, lo tiro todo al suelo con un solo movimiento de su mano. Suspiro de forma dolida, atrayendo sus rodillas hacia él, para de alguna forma abrazarse a si mismo al tomarlas con seguridad.

-Entonces... sino me crees... porque estoy aquí?

-Por esto. ¿Qué significa esto?

Con una expresión pedante, el rubio tomo los folios que había traído anteriormente y le mostró un dibujo sujeto por una mano de pulso no tan firme como quería aparentar. Shiteno observo el folio con expresión sorprendida al principio, después tan sólo hubo resignación en aquellos ojos violetas.

-Te lo dije una vez, fuera donde fuera, durante todo el tiempo que fuera necesario, que si alguna vez tu desaparecieras, por lo que fuera, yo te buscaría...

La mirada fría del novelista tembló, ante aquellas palabras que se le antojaron familiares y previamente escuchadas. El moreno soltó su abrazo sobre si, para poder ponerse de rodillas sobre la cama, adquiriendo una expresión de determinación y seguridad al tomar con firmeza el cuello de la camisa del escritor.

... porque que ni muerto conseguirías librarte de mi.

La expresión del rubio flaqueo ante la intensidad de la mirada violácea de aquellos orbes que tenia frente a él. La mueca seria del moreno se fue tornándose lentamente en una sonrisa dulce, y sin soltar la camisa del escritor, se inclinó sobre él, tomándole los labios en un beso que, si quedaba algo por decir, éste lo decía por él.

Yuki tembló. Su mano se movió nerviosa sobre las sabanas, y cuando el moreno finalizo el contacto soltando su vestiduras, el rostro del novelista estaba pálido con una solitaria lagrima resbalando tímidamente por la comisura de uno de sus ojos.

-Estoy confundido, muy confundido. Y tengo miedo- reconoció el novelista encorvándose sobre sus rodillas, cubriendo los rubios cabellos con sus pálidas manos en un gesto auto protector- Me decís cosas contradictorias, no se a quien creer, tengo miedo, miedo porque si te creo y es una mentira estaré tan loco como tu, pero si tienes razón eso quiere decir que...

No le dejo continuar, el moreno posó en un intento por que sus caricias fueran reconfortantes, sus manos sobre los hombros del rubio, dando un delicado beso sobre las puntas de sus dedos.

El novelista se volvió, encontrándose con el rostro del joven que lo observaba con veneración y comprensión, y esa eterna sonría satisfecha que mostraba su boca cuando estaba a su lado.

-Te eche tanto de menos, tanto... -los ojos del moreno se entornaron cuando el rubio se deslizó por su cuello dando pequeños besos en su piel. Un pequeño escalofrió le recorrió la espalda, sin pasar inadvertido para este.

-Shuichi... -el aludido se ruborizo, comenzando a respirar de forma entrecortada. No entendía ese abrupto cambio en el novelista, tan solo que su cercanía era demasiado embriagadora como para rechazarla. Amaba ese cuerpo, amaba esas caricias, y por encima de todo amaba a la persona que se las estaba proporcionando de la cual se había sentido alejada durante demasiado tiempo como para siquiera plantearse una negativa en aquel momento.

Yuki poso un rodilla sobre la cama, permitiendo volverse completamente hacia el joven de cabellos cercenados, acariciando las puntas levemente con una sonrisa entristecida en los labios. Su atención volvió a centrarse rápidamente en el jersey viejo que el joven llevaba y con algo de ayuda se lo quitó con rapidez. Shiteno se ruborizo cuando al prenda toco el suelo, y sintió la mirada ansiosa del rubio recorrer la pálida piel de su pecho.

Suspiro y jadeo, retorciéndose hacia atrás, cuando las manos del novelista acariciaron sus costados, para detenerse momentáneamente sobre su vientre, y tras desabrochar sus pantalones, besar su ombligo y bajo lo que él se extendía.

-Yuki.. ahh... no...

Ante la petición el rubio esbozó una sonrisa, pasando de forma juguetona un dedo sobre la piel de su vientre donde comenzaba a nacer bello.

-¿No era esto lo que tanto te gustaba? -acompaño sus palabras de incitadoras caricias arrancando rubor y suspiros del moreno- ¿Vas a decirme que pare?

-Yo... ¿cómo puedes ser así?... ah, yo estaba tratando de consolarte, no estaba buscando esto... mnmmmn..

-Por supuesto, como cuando entre en el baño y tu estabas duchándote. Tampoco lo querías ¿verdad?.

Las mejillas de Shuichi ardieron en pudor y necesidad, por un lado sorprendido por como estaba actuando el rubio, por otro buscando sus caricias de forma desesperada.

El novelista saco sus manos del pantalón del chico, para quitarse su propia camisa bajo la ansiosa mirada de Shuichi, que pareció perder incluso la respiración, con cada botón que el rubio se desabrochaba.

Volvió a inclinarse sobre el moreno que le recibió con los labios entreabiertos, esperando sedientamente el contacto. Sus lenguas se encontraron y lucharon con necesidad, rompiendo el beso finalmente por jadeos rotos del joven y una mirada prepotente del rubio, que sin aviso le arranco los pantalones de un solo tirón hasta la rodilla, y con un segundo impulso de deshizo de ellos sin dificultad.

-Yuki.... yuki... -repitió Shuichi buscando apretarse contra el rubio



Le fue agradable contestar la suplica. El novelista se volcó en caricias, besos, roces y miradas perdidas hacia el rostro enrojecido y jadeante del moreno que clamaba aunque no se sabia muy bien en suplica de qué, o bien continuase o por el contrario se detuviese. Yuki sonrió divertido ante la idea, estando con él de aquella manera era todo era simple, tan sólo debía sentir, dejarse consumir por la pequeña pasión que brotaba de su pecho al estar con el joven, permitir que esa pequeña llama creciera hasta querer consumirlo por completo como preveía que pasaría con cada toque de esa piel, con cada jadeo que arrancaba. No recordaba haberse sentido así en meses, como si la pasión se hubiera convertido en necesidad en algún momento del camino.

Dejándose guiar por recuerdos que ya no se preocupo en cuestionar, el rubio tomó con familiaridad el miembro erguido, casi asta dolorosamente expectante del moreno por las gotas de liquido que de el brotaban cada vez con mas rapidez, acariciándolo con los dedos. Aquello arranco un jadeo ahogado del moreno, que con ayuda de los codos levanto su pecho para observar las atenciones del rubio. Yuki le sonrió seductoramente, divertido al ver vergüenza, deseo y placer en aquel rostro. Tan fácil era leer en él.

Shuichi pensó que su cerebro seria incapaz de procesar mas sensaciones o imágenes cuando el rubio, con una expresión que pocas veces pudo apreciar en su rostro a excepción de cuando dormía, confiriéndole un aspecto completamente inocente e incitador que generaba al instante múltiples pensamientos obscenos, se inclino para lamer la punta de su miembro.

Era tan el grado de excitación que estaba alcanzando el moreno, que sufrió un convulsión, arqueándose hacia atrás por este simple gesto. Su cadera se movió inconscientemente hacia delante, dentro de la mano del escritor.

-Ahhh... yukiii..... no... para.....-gimió el moreno con la garganta seca. Haciendo oídos sordos a la petición, o quizá sabiendo en realidad lo que esta significaba, tras pasar nuevamente su lengua por la punta, introdujo todo el miembro en su boca. Shuichi lloriqueó arqueándose más, gimiendo con fuerza, mientras que su cadera se movía de forma nerviosa intentando obtener el máximo contacto que esa boca caliente y húmeda le ofrecía.

Volvió a tratar de incorporarse, pero el ver al rubio inclinado entre sus piernas abiertas, con su miembro siendo humedecido y succionado por aquella boca, mientras le miraba fijamente con aquellos ojos dorados que tantas sensaciones le producían, le provoco que sus hormonas se le fueran de las manos y tuviera bastante claro que no iba a poder aguantar más.

-Yuuukii... para!!... para yo no... yo AHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!! -gimió sin control cuando Eiri no contento con no detener sus caricias, introdujo un dedo en la entrada del cantante provocando que este, lejos de poder aguantar más, alcanzase el orgasmo de forma inmediata.

Shuichi se quedó tendido sobre la cama, con el rostro enrojecido, respirando de forma rota, sin poder evitar que un extraño brillo de satisfacción tiñese su mirada. Yuki apareció sobre él, obstaculizándole la vista del techo, con una mirada seria que se trasformo lentamente en una tímida sonrisa que desconcertó y enamoro aun más si era posible al moreno, que estirando los brazos tomo la nuca del rubio guiándole hasta su boca. Cuando el beso finalizó los labios de ambos estaban húmedos y enrojecidos, y en los ojos del moreno había un sentimiento demasiado grande como para ser expresado con palabras.

-Espere por ti más de medio año, y esperaría mucho mas si fuera necesario. No me importa nada si puedo estar contigo Yuki

Sus cejas se alzaron en la sorpresa ante esas palabras. Eiri apoyo una mano junto al cuello del moreno para tener la libertad, de con la otra, acariciarle la mejilla. El moreno entorno los ojos, dejando escapar un ronroneo satisfecho y tomando esa mano con las suyas propias, la besó con fervor.

Aquellos detalles descolocaban al rubio, lo hacían flaquear. Estando con Shiteno, era todo tan simple, tan ... maravilloso. Se desconcertó al sentirse así. Al apreciar que al lado de aquel chico realmente ya no le faltaba nada. "¿eras tu a quien amo?, ¿eres realmente tu?" se pregunto entrecerrando los ojos.

El moreno se froto contra él, en un gesto mimoso, que termino con un evidente sonrojo al notar la erección del rubio. Shuichi rió un poco nervioso, y a la vez feliz, deshaciéndose en nuevos besos y caricias, que arrancaron todo pensamientos lógicos de la cabeza del novelista.

Vació su mente de toda duda razonable.

Dejo a Shuichi sólo en la habitación. Su respiración se había vuelto normal hacia ya bastante rato, puede que incluso se hubiera ralentizado al quedarse adormilado en la cama. El moreno se veía indefenso así dormido. Con un cuerpo demasiado delgado y pequeño en opinión del rubio, para contener toda la vitalidad que recordaba. Su mueca vaciló, y la sutil sonrisa que había tenia en los labios al observar dormir al joven tan sólo cubierto por una sabana en la cama, fue sustituido por un deje de indeterminación y angustia.

El arma del moreno así como todos los informes médicos estaban desperdigados por el suelo. Yuki seguía confuso. Tenia motivos para todo, tanto para creer como para negarlo. Y es que a excepción de las palabras del chico que todo tuvierase en cuenta, estaba supuestamente loco, y unos recuerdos compartidos que eran un tanto contradictorios, no tenia nada, absolutamente nada.

Pesó en darse una ducha, habitualmente eso le ayudaba a aclarase las ideas.

-No te tomes las pastillas ...

Sobresaltado, Yuki se volvió para observar como el moreno balbuceaba dormido estas palabras, y se daba la vuelta dándole la espalda a la par que comenzaba a emitir simpáticos sonidos que asemejaban ronquidos, pero sin terminar de ser tales.

Eiri bufo irritado, caminando con tan solo unos pantalones hasta el baño. Tanta insistencia con la dichosa medicación ya le estaba enervando. Unos porque se la tomara, el otro por que dejase de hacerlo. Abrió el grifo de la ducha y mientras el agua se templaba, dejaba el pantalón sobre el cesto de la ropa sucia. Había llegado la hora de tomar una decisión, y asumir todas las consecuencias, llevaba demasiado tiempo indeciso, ya no podía esperar a que las cosas se resolvieran por si mismas.

La puerta del apartamento se abrió lentamente, sin emitir sonido perceptible alguno. Las llaves que habían abierto la entrada se retiraron de la cerradura y volvieron al lugar inicial del que habían sido extraídas. El hombre entro en la vivienda, mirando a ambos lados antes de preguntar no demasiado alto.

-¿Eiri?

No hubo respuesta, el apartamento parecía bastante vació por el silencio que lo inundaba. El hombre de cabellos castaños claros se rasco la cabeza con aspecto desorientado.

Caminando de forma confiada hasta el salón, se asomó a la cocina, y al ver que allí no había nadie se dirigió hacia el dormitorio, para entrar en él en penumbras.

-¿Eiri?, ¿estas durmiendo?

Lentamente y sin hacer ruido se acerco al cuerpo que descansaba.

Había terminado de ducharse, y no obstante permanecía pensativo de pie con el agua chorreándole por la espalda. En el silencio, los pensamientos aun retumbaban con mas fuerza en su cabeza. No sabia en que creer, ni siquiera sabia que era lo que quería creer. Aceptara lo que aceptara llevaba grandes implicaciones, y muchas no deseadas.

De pronto escucho un ruido sordo, al que inicialmente no le presto mucha atención. La primera idea que le vino a la mente es que Shiteno se abría caído al ponerse de pie, la idea se le antojo graciosa pero sin mayores miramientos. No obstante cuando escucho un segundo ruido sordo, un grito ahogado, y algo que le pareció su nombre, comprendió que algo no andaba como debiera. Tomó una toalla que había dejado sobre el borde de la bañera y atándosela a la cintura, salió corriendo hacia el dormitorio. Allí se sobrecogió al ver como Kitazawa lanzaba de un empujón al moreno contra el armario mientras no cesaba de gritar:

-Shindou te dije que te alejaras de él!!, ¡Que no lo hicieras daño!!, ¡¡eres escoria!

Con el pelo aun escurriendo por su rostro, y una mueca de incredulidad en sus facciones, Eiri alcanzó al americano cuando este parecía que iba a meterle una patada al moreno que permanecía en el suelo aturdido por el golpe.

-¡¡Para!!

Kitazawa se volvió, y sus expresión se ablando tan solo el tiempo que tardo en darse cuenta que estaba desnudo, a no ser por la no demasiado grande, toalla que llevaba anudada en la cintura. El hombre pareció entrar en cólera.

-¡¡POR QUÉ?!!, ¡¿POR QUÉ ÉL??! -vocifero a la cara del escritor, casi haciéndole retroceder- ¡¡NO VES QUE TE ESTA UTILIZANDO!! ¡ES UN PUTO TREPA!

Desconcertado, el escritor tardo en ser consciente que Kitazawa había confundido a Shiteno con Shuichi.

¡Eiri yo te estaba esperando!, ¡¡Quería que me dieras una nueva oportunidad!, ¡Pero vas y se la das a este mierda!!

Parecía fuera de si, por primera vez en muchos años, Yuki sintió miedo de alguien, miedo de la expresión que veía en el hombre americano. Esos ojos, esa mirada le recordaban cosas que había tratado años de olvidar, acontecimientos demasiado dolorosos para querer ser recordados, pero que en cambio se negaban a desaparecer en silencio. Yuki retrocedió cuando Kitazawa le sujeto los brazos.

La presión se volvió dolorosa, su cercanía asfixiante. La mirada del hombre intimidatoria.

-¡¡Qué es lo que te pasa Eiri?!!, ¡¿Voy a tener que obligarte a que comprendas que este chico no es bueno?!

Con un empujón violento, Yuki termino contra la pared, desprendiéndosele la toalla de la cintura. Su cara palideció al ver la expresión voraz del americano al acercarse.

El corazón amenazó con salírsele del pecho, al latir a un ritmo desenfrenado, de igual modo que su cuerpo a la vez que se tensaba, parecía negarse a reaccionar.

Tenia la mente completamente abotargada. Tan solo sentía terror, el terror de un recuerdo lejano renaciendo en su mente.

-¿Voy a tener que obligarte a comprender... -prosiguió el americano- que yo soy el único bueno para ti?!!!

Arrincono fácilmente al rubio contra la pared y le obligo a encararle. Sujetándole el cabello, tirando de el hacia un lado para facilitarle la accesibilidad a su boca. Yuki trató de apartarlo, pero Kitazawa se revelo fuerte y decidido. El novelista cerro los ojos herméticamente en una mueca de aprensión y dolor cuando el americano logró profundizar el beso, apretando a su vez su cuerpo con el del rubio que se sentía desvalido, confuso y aterrado por su desnudez.

-Eiri-kun... - susurró Kitazawa al oído del novelista, mientras pasaba su mano de forma lasciva por sus costillas hasta llegar a sus glúteos- siempre habías sido un niño tan bueno y obediente

Abrió los ojos de golpe. Sabia lo que significaban aquellas palabras, las había escuchado miles de veces en sus sueños, en sus pesadillas, las palabras que habían precedido a su desgracia. El recuerdo de aquella noche en New York ardió en su mente, dándole fuerza para reaccionar.

-No, no sigas

-Qué no siga, porque? siempre me habías deseado, siempre antes de que apareciera ese crió, siempre estabas suplicando por mi

Yuki empujó a Kitazawa, ambos forcejearon y terminaron en el suelo. Uno intentado soltarse, el otro con claras intenciones de obtener algo más de lo que se le ofrecía.

El americano rió apretando los hombros del rubio contre el suelo valiéndose también para ello de su propio peso corporal, intentando relegar a un papel sumiso al escritor que se negaba inútilmente a aceptarlo.

-¿Que pasa Eiri?, ¿Por qué te revuelves así?- Kitazawa encajo un puñetazo en la cara del que no dio mayores muestras de dolor. Yuki lo miro frustrado y aturdido. Aterrado, cuando Kitazawa comenzó a desabrocharse el cinturón del pantalón, y aun así no se veía con fuerzas para soltarse - je, Siempre fui mas fuerte que tu, ¿Acaso lo olvidaste?, Cuando nos conocimos siempre venias lloriqueando a por mi cuando tenias problemas, siempre necesitaste un hombre que hiciera lo que tu no podías hacer...

-Mentira! -grito Yuki, con los ojos próximos a las lágrimas. Aquel era el rostro que tantas noches le había impedido dormir. Que tanta culpabilidad y odio le había generado por igual.

-Eiriii... podrías haberlo echo más fácil... pero siempre parece que quieres complicar las cosas....

La sonrisa torcida que acompaña al sonido de una cremallera que se desliza hacia abajo. Miedo y lagrimas del escritor. Y algo frió y duro clavándose en su espalda. Yuki no procesaba, estaba agitado. Pasado y presente entremezclándose para impedirle ver más allá de sus limitadas acciones.

-¡Suéltame!!!

-... Tranquilo, vas a disfrutar ... siempre lo has echo...

Mano insolente que trata de profanar lugares vedados para ella. El escritor no tardo mucho tiempo en reaccionar cuando los dedos fríos del americano rozaron su entrepierna bajando hasta su entrada.

BAAAAAAAAAAAAMMMMMMMMMMMMMMMMMM

Una respiración agitada se alza sobre el silencio dejado por las palabras. Yuki observa el arma aun humeante entre sus manos, y bajo él, manchando sus piernas de sangre, Kitazawa muerto por un disparo en la sien salido del mismo arma que porta.

Tardo en reaccionar, pero para cuando lo hizo dejo caer el arma profiriendo gritos y sollozos agónicos mientras se agarraba la cabeza con sendas manos.

Shuichi empezó a reaccionar ante los gritos, aun confuso por el golpe que se había dado en la cabeza contra la pared cuando el americano le empujo. Abrió los ojos, distinguiendo formas borrosas: una con el pelo rubio, gateo hasta ella, tratando de que su vista se centrara. Para cuando la alcanzo, pudo ver el cuerpo tendido e inerte en el suelo, y a Yuki cubierto de sangre llorando como no lo había visto llorar en la vida.

-¡¡Senseiiii!!, ¡¡¿Por qué me odiabas tanto?!!, ¡¡¿Por qué?!! ¡¡SENSEIIII!!

Con una expresión impotente, Shuichi tomo una sabana de la cama para, abrazando al escritor desde la espalda, tratar de cubrir la desnudez de ambos. El novelista intentó apartare del moreno, empujándole lejos, pero el joven se agarró aun con mas insistencia a él, envolviéndole todo lo herméticamente que sus brazos le permitían, para con cariño susurrar de forma sosegada:

-Tranquilo Yuki, tranquilo, no pasa nada, todo es mentira. Kitazawa ya estaba muerto, hace muchos años recuerdas?, tranquilo Yuki. No va a pasar nada. Yo estoy contigo. Todo esta bien... Todo esta bien

El escritor termino cediendo y sollozando en el cuello del moreno, que le acariciaba el cabello de forma tierna, mientras lanzaba miradas preocupadas al cuerpo del suelo.

-Todo esta bien... todo esta bien- repitió como tratando de convencerse a si mismo.

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penúltimo capitulo, por eso ha sido un poco más largo, en el próximo pienso finalizar ya la cosa esta, a ver en ke queda.

Saludos cordiales, Ja-ne!!!!!!!