Habían pasado unos minutos en silencio. Shiteno silencioso, continuaba con la cabeza apoyada en el hombro del rubio, regalando pequeños besos tiernos en él, a largos intervalos de tiempo.

Tras haber dejado paulatinamente de sollozar, Yuki se había cubierto la cara serenamente con las manos. De no ser por la incomoda postura y la respiración aun algo agitada, podría haberse especulado el que se hubiera quedado dormido.

El moreno dio en la espalda otro tierno beso al novelista que le hizo moverse un poco y carraspear.

-Shuichi...

-¿Si? -pregunto preocupado, mirando expectante al rubio en un intento de complacer cualquier tipo de petición o duda.

-Aparta, me das calor

El comentario dejó estupefacto al joven moreno, más aun cuando Eiri le dio un leve empujón para poder ponerse en pie, y acto seguido marcharse del cuarto dejándole a él sólo en el suelo, desnudo, con la sabana empapada en sangre coagulada y el cadáver ya frío a sus pies.

-Yuuu... ¿¡Yuuukiii?!

Salió corriendo tras él, temiendo que la estabilidad del rubio se hubiera desequilibrado por completo y este fuera a tratar de hacer alguna "tontería", dado que sabia cual delicado y doloroso era aquel momento, después de haberle obligado a recordar e inclusive repetir el momento más traumático de toda su infancia, y por el cual su carácter había cambiado por completo.

Pero no ocurrió nada. Yuki entro en el baño y puesto que no se molesto ni en botar la puerta, Shiteno pudo observarle desde una distancia prudencial, como volvía a darse otra ducha rápida, aclarándose la suciedad sanguinolenta de la piel, tomaba a continuación una toalla limpia y pasaba nuevamente a su lado sin prestarle la mas mínima atención, para entrar en el dormitorio pegando una zancada sobre el cuerpo y sacar la ropa de su armario obviando todos los desagradables acontecimientos recientes.

El joven estaba más preocupado por momentos. Se hubiera esperado cualquier cosa menos ese comportamiento frió e indolente por parte del escritor.

Tratando de acercarse de nuevo, se frustro cuando Yuki lo ignoró nuevamente; éste había sacado un conjunto de ropa habitual de toque levemente formal, y tras ponerse los pantalones, ahora se abrochaba meticulosamente los botones de la camisa.

-¿Yuukii?

-¿Qué quieres?- inquirió el escritor, dejando el ultimo botón para encarar al moreno, que le devolvió la mirada sin comprender- ¡¿Qué es lo que quieres?! Habla ya que no tenemos todo el día. Los de la clínica no tardaran mucho en darse cuenta del cambiazo y mi casa será el primer sitio al que vengan a mirar. Así que vístete de una vez!!

Una mirada confusa. Shiteno trató de hablar pero Yuki ya se había vuelto a marchar del cuarto. Se encontró sólo, en uno de esos incómodos vacíos silenciosos que perpetuaban sus muchas discusiones, con aquel regusto amargo en la boca propio de la insatisfacción.

Se le antojo irónica la idea, de que el rubio no pudiera dejar de enfadarse con él ni en aquellas circunstancias. Aquello de cierta manera le tranquilizo y haciendo caso de lo que se le había mandado, volvió a ponerse aquélla ropa vieja y no demasiado atractiva con la que el escritor le había traído hasta allí, recogiéndola del piso.

Suspiro cansado y preocupado con una mueca funesta en el rostro dirigida hacia el cuerpo inmóvil en el suelo que ahora yacía cubierto por aquella misma sabana manchada con la que el moreno había cubierto la tétrica visión.

-Cuanto daño le has hecho, cuanto.... -murmuró entre dientes demasiado angustiado para siquiera tratar de reprochar nada, antes de que un ruido sordo le hiciera levantar la cabeza alarmado y saliese corriendo hacia el estudio, llamando a gritos al escritor, más cuando aquel ruido fue seguido casi de forma simultanea por otros de características similares, pero a cada cual mas sordo.

Para cuando quiso llegar a la altura de la puerta, Yuki había arrancado el cable del portátil de la terminal y lo tiraba con rabia contra la primera pared que le salió al paso. Shiteno miraba horrorizado como el escritor había volcado tanto mesa como silla de trabajo, y estaba despotricando contra la toda la habitación en general. Sus ojos violáceos se llenaron de lagrimas, y termino acuclillado en el marco de la puerta, al verse incapaz de intervenir, esperando pacientemente a que la furia del rubio así como sus improperios cediesen.

Yuki se quedo en pie en mitad de aquel cuarto devastado, luchando por reencontrar la calma y que su respiración se normalizase. Tras un par de intentos fallidos, sus ojos se cerraron, exhaló una bocanada de aire profunda y se volvió hacia el moreno, como si desde el principio hubiese reparado en su presencia.

-Nos vamos cuando quieras.

-Eh?- el joven lo miro desconcertado, poniéndose lentamente en pie, aun apoyado al marco de la puerta- ¿A donde?

-Eso deberías decírmelo tu- el rubio suspiro, llevándose una mano nerviosa al cabello para después mirar con intensidad al joven mas pequeño que él.

-Eh... si claro... -confirmo el moreno un tanto alarmado ante la inseguridad o desesperación que le pareció interpretar en aquella mirada dorada. Era como si el rubio tratase de agarrase a algo para escaparse o evadir la agitación interna por la que debía estar pasando. El joven supo que si en aquel momento alguien le hubiera dicho que no iban a ningún lado, el rubio puede que hubiera vuelto al dormitorio para utilizar la pistola en su propia persona.

Con rapidez, Shiteno tomó la mano del escritor que se dejo docilmente conducir fuera de la vivienda. Salieron caminando a buen paso, sin hablar. El moreno se alarmo cuando se cruzaron con Tatsuha que por lo visto iba a visitar al rubio al piso, pero que se quedo con la boca abierta y estático, al pasar a su lado y no dedicarle siquiera un saludo.

Caminaron mucho y rápidamente, tomando transportes, llegando hasta el centro, consiguiendo desplazarse a contracorriente entre la multitud humanaba que los ignoraba por completo.

Tras mas de tres cuartos de hora de vagar entre calles, cuando el escritor reparó tardíamente en que era la tercera vez que pasaban por delante del mismo comercio, se detuvo siendo casi arrollado por la masa en movimiento. Con grandes esfuerzos consiguió apartarse a un lado y a los cinco minutos vio a parecer al moreno con mueca contraída que tan sólo se relajo al verle.

-¡¡YUKIIII!! no vuelvas a hacer eso, pensé que te había perdido!! - se quejo el joven al pararse a su lado tras estar dando vueltas como un desesperado durante pocos pero angustiosos minutos en lo que se había perdido visualmente del escritor.

-¿A dónde vamos?

La aparente seguridad del moreno se diluyo ante esta pregunta. Su rostro se estremeció en varios gestos contradictorios como sonrisas forzadas, muecas de preocupación o mohines claramente dubitativos. Eiri meramente lo observaba en silencio con una expresión fría e ilegible en la cara, carente de emoción humana alguna.

-Yo... la verdad... no lo sé...

El novelista se cubrió los ojos lentamente con una mano en un amago vencido. De manera un tanto cansada, se encamino por propia iniciativa hasta un pequeño parque que estaba a un par de calles del lugar en el que se encontraban. Shiteno a pocos pasos tras él, observaba con tristeza su espalda, antes de bajar la cabeza en gesto derrotado. Ambos se sentaron en un banco.

-Me has mentido. Y yo quise creerte.

Había sido una reflexión que había salido de la convicción más profunda del escritor. Tomo aire mirando el cielo claro y azul que se alzaba ante ellos para poco después, encorvarse sobre si mismo, cubriéndose el cabellos con las manos.

Shiteno jugo con la punta de sus dedos, sin mirar nada en concreto, violentado por la situación que era difícil de explicar, y además, no era una situación propicia para ello. En realidad no habría podido haber circunstancia peor, y era consciente de ello. Sabiendo que no era el mejor momento para empezar en disertaciones técnicas con el rubio, se había limitado a dar vueltas por la ciudad hasta que el rubio estuviese preparado para hablar, pero por lo visto eso no iba a poder ser posible.

-... Yuki... ¿te has tomado las pastillas?

La pregunta fue recibida con una mirada de rabia a penas contenida tras el espeso flequillo del escritor. El moreno retrocedió en el banco, por un momento temeroso de que Eiri fuera a adoptar actitudes violentas contra él, pero el rubio se limito a esa mirada furiosa antes de volver a clavar los ojos en sus propias manos entrelazadas, apoyadas sobre las rodillas.

-No. Y no me vuelvas a preguntar sobre ellas. Puedo llegar a reaccionar muy mal si lo haces.

-... es que veras... - comenzó el moreno sintiendo claramente que ese no era momento para divagaciones, y que la mirada asesina que le estaba dedicando el rubio era perfectamente comprensible muy a su pesar- ... yo no tengo muy claro como salir de aquí, a mi me dijeron... bueno, ya sabes lo que me dijeron, pero la verdad cuando estuve a punto de saltar me entro el pánico. Tenia miedo de que todo fuera a salir mal, así que pensé que quizá lo mejor era esperar a que te dijeran a ti que era lo que debíamos hacer...

El moreno sonrió con una pequeña sonrisa nerviosa pero sincera, rascándose incómodamente la nuca, ahora descubierta por su cercenado e irregular cabello, mientras evitaba la mirada perpleja del escritor.

-Decírmelo a mi... -repitió el rubio con un deje claro de incredulidad. Por un momento los labios del escritor se doblaron en una cínica y dolorosa sonrisa que hicieron mella en el pequeño y delicado optimismo del moreno- estamos realmente locos. Los dos sin excepción. Al igual que ahora somos los dos los que hemos matado a alguien querido.

Podría haberse callado, pero pensó que ese comportamiento comedido y prudente que había mantenido hasta ese momento no estaba dando ningún resultado satisfactorio. Shiteno encolerizó al ver el frió y fuerte carácter del rubio desmoronarse con tanta facilidad, herido al conocer las ideas se estaban formado en su mente. Le cogió por el cuello de la camisa con rabia, como si fuera a pegarle y tras obtener toda la atención de éste, tomo aire y empezó a hablar tan rápido que casi podría haberse ahogado por la ausencia de pausas en sus palabras.

-¡¡Deja de decir estupideces yuki!!¡¡¿Para que crées que eran las pastillas?!!¡Te llevan enviando durante meses,menjages subliminales para que fueras cosciente de donde estabas!!¡Pero al parecer había algo que no te dejaba verlos!, ¡Al encontrarte lo comprendí!¡Eran las pastillas!¡ellas deben de crear un campo a tu alrededor que interporaliza y repele la señal impidiéndote recibirla!¡¡Por eso entre a buscarte!¡por que tu solo no abrias podido salir nunca!!Asi que deja de decir tonterias, esperaremos a que si has tomado las pastillas,sepase su efecto,y asi saldremos de aquí,y nos iremos a casa,juntos. ¡¡Creeunpocoenmideunamalditavez!! Volveremos a tener todas esas discusiones tontas con las que me hacías llorar, y me llevaras a cenar como me habias prometido, y te tomaras unas largas vacaciones de tu cochina novela, ¡que saquen una reedición de lujo de una de las viejas, pero quiero recuperar el tiempo perdido!!

¡¡POR LO QUE NO VOY APERMITIR QUE TE HUNDAS, Y TE QUEDES EN ESTE MALDITO SITIO, VOLVERAS CONMIGO A CASA!!

¡¡Novoyapermitirquetedesembaracestanfacilmentedemi!!

El moreno tomo aire, agitado, con todas las majillas rojas por el esfuerzo.

¡¡¿A QUEDADO CLARO?!!

Una mueca dispar se había extendido por el rostro del novelista, que tras posiblemente mucho esfuerzo, se convirtió en una sonrisa inquieta. Yuki ladeo a un lado la cabeza y tomo en un suave y casto beso los labios del moreno que enrojeció por completo ante tan inesperada acción.

- No cambiaras, lo tuyo siempre ha sido un amor egoísta ... Shuichi -comento el rubio al separarse lentamente con aquella mansa sonrisa aun en los labios, visiblemente aliviado tras el arranque de energía por parte de su interlocutor. Y es que era aquel, el chico enérgico y pegajoso hasta la saciedad del que recordaba haber intentado deshacerse tantas veces sin éxito.

-Err...- musito débilmente el moreno aun reticente a creer lo que había pasado y todavía inseguro de cómo debía actuar- entonces todo bien.

En silencio, la situación era incomoda por definición. Shiteno se había recostado sobre Yuki y este miraba fijamanete al frente. Sin saber que hacer, tan solo dedicándose a esperar, situación que no era propicia para el rubio que no estaba acostumbrado a adoptar papeles pacientes.

Los gruñidos insistentes del estomago del moreno sacaron de las posibles deprimentes cavilaciones al escritor, que pestañeo un tanto confuso y divertido.

-¿Tienes hambre?

-Yo no...- otro gruñido estomacal saco los colores al joven dejando que sus palabras tuvieran poco peso- ... bueno si un poco, pero no importa, esto no es real, así que no importa en realidad...- bajo la cabeza ocultando sus obres violáceas tras la cortina tupida de sus pestañeas-... de verdad que no importa.

Yuki supo en ese justo momento, la cantidad de privaciones, dolor y angustia que habría experimentado el moreno durante todo ese tiempo. Si lo sabia, se lo podía haber imaginado, pero fue en ese momento cuando lo comprendió, en profundidad.

Se miro la mano, mas exactamente el lugar donde aun tenia una pequeña marca a medio cicatrizar de la quemadura que él mismo se había auto inflingido con el cigarro en aquellas primeras horas de duda, cuando Shiteno había irrumpido en su vida. Ello le llevó a recordar que real o no, el dolor era dolor, y por lo tanto evitable en la medida de lo posible

Con una mueca casi tachable de hasta amorosa que no pudo ser apreciada por el moreno que seguía con la vista perdida por el suelo, el escritor acaricio distraídamente los irregulares cabellos morenos de éste antes de añadir.

-Vamos a comer algo

El joven alzo la vista confuso ante la proposición, sobresaltándose ante la sonrisa tranquilizadora que hizo aparición en los labios del rubio.

-No me mires así baka, no estamos haciendo nada, así que porque no comer?

Sonrió hacia la mirada llorosa y tremendamente agradecida que recibió.

Aun incrédulo, el moreno acepto la mano que el rubio fríamente le tendió. Abandonaron el parque casi vacío, a excepción de algunas personas que paseaban con sus mascotas, y con mucho esfuerzo consiguieron atravesar el centro atestado de gente.

Alcanzaron una plaza de la zona céntrica, circundada por bares y pequeñas tiendas de comida rápida, que apenas contaban con espacio para albergar a los clientes en su interior. Yuki miro los diferentes tipos de comida que ofrecían, anunciados en los toldos de los comercios mediante llamativos colores y consignas pegadizas, trato de recordar, haciendo de cada gesto una prueba para auto convencerse de que estaba haciendo lo correcto, de que no se equivocaba, de que estaba donde quería estar.

Señalo un puesto en especial y obtuvo como resultado que las mejillas del moreno, pálidas hasta ese momento, se tornaran rojizas como si hubieran sido victimas de una profunda vergüenza o emoción contenida. Los ojos del joven temblaron y en sus labios apareció una pequeña y tímida sonrisa.

-Entonces me escuchaste el ultimo día cuando te dije lo muchísimo que me apetecía probarlos...

Yuki afirmo por mera inercia, y haciéndole un gesto para que tomara asiento en uno de los pocos bancos libres que quedaban en la plaza. Avanzó él solo hasta el pequeño puesto en busca de lo que fuera que vendiesen allí. Un tanto desconcertado miró la carta que junto a la ventana que daba a la calle, ofrecía algunos crepes de colores y sabores poco convencionales hasta la fecha. El escritor pidió un par de ellos al azar, sin mostrar particularmente mucho interés en ninguno de ellos, volviéndose de forma escéptica hacia el moreno que aunque cabizbajo, parecía contento por la forma enérgica con la que balanceaba los pies en el banco.

Los ojos del novelista se entrecerraron mientras sus labios murmuraron a modo de pregunta algo que no llegaba a comprender

-¿El ultimo día?

Shiteno seguía balanceando los pies aun sentado en el banco, avergonzado al sentirse tan feliz incluso en una situación como aquella. No podía evitar, el emocionarse al pensar que Yuki se estaba preocupando por el, teniendo detalles que tan pocas veces había tenido, y que por tanto siempre habían sido recibidos como auténticos tesoros. Sonrió de forma agitada, bajando el rostro nervioso para esconder esa sonrisa que creía que no debía estar ahí. Las cosas no estaban bien y lo sabia, pero no podía evitar sentirse de aquella manera, ilusionado como un niño en navidad. La sonrisa convulsiono en su boca, cuando trató de adoptar un rictus serio para mirar de reojo al novelista que en aquel momento le daba la espalda, seguramente al estar pagando la comida.

Estaba tan inquieto y a la vez exaltante de alegría, se irían, por fin podrían irse de allí, algunas horas y estarían de nuevo en casa, juntos, sin que nada ni nadie lo impidiera. Aquel pensamiento le agito por dentro haciéndole alzar el rostro hacia el cielo, conteniendo un grito de júbilo por las ansias reprimidas que veía, podrían llevarse a cabo tras tanto tiempo ambicionándolas. Por un momento, todos aquellos sucesos desagradables, humillantes , dolorosos, o ultrajantes, parecieron minimizarse. Los días pasados en el hospital psiquiátrico no resultaron tan traumáticos. Las noches de pesadillas atado a aquella cama y las altas dosis de medicación parecieron un mal sueño. La fuga y posteriormente a ella el hambre, el frió y la humillación que había pasado en las calles, habitándolas como una sombra similar a un vagabundo, cubriéndose con cartones por las noches en callejones húmedos y desabitados, robando comida a escondidas para aplacar los dolores insoportables de un estomago vejado, ya parecían anécdotas de las que se podía inclusive sacar su parte divertida. Las disputas con Yuki o con Kitazawa, junto con los desvelos para hacerle creer que lo que le decía era la más pura verdad, eran hechos de poca importancia que no tuvieron que ocurrir.

"Me iré a casa. Me iré a casa. Por fin podré irme a casa. Y veré a todos, ¡¡Ah Hiro, cuantas cosas tengo que contarte!!"

Levanto los ojos nuevamente, mirando de forma animada a todos aquellos que pasaban delante de él. Moviendo aun los pies de forma mas enérgica y exaltada.

-¿Qué?, ¿No es aquel Yuki Eiri?, ¿Qué habrá pasado?

Ante ese comentario, Shiteno miro a la chica que acaba de proferirlo, siguiendo igualmente la línea visual de esta misma, hasta encontrar el foco de su atención.

La plaza contaba, en el edificio más alto de la misma que ocupaba una ubicación central respecto al resto, con uno de aquellos televisores de proporciones gigantescas que estaban colocados estratégicamente por todas aquellas zonas comerciales de Tokyo, bombardeando continuamente a sus viandantes con anuncios, vídeo clips de actualidad, o noticias de ultima hora. Pero todo aquello parecía haber sido relegado momentáneamente a un lado, cuando una imagen de archivo apareció ampliando el rostro del novelista que ocupo toda la pantalla.

Shiteno observo la imagen conmocionado, cuando esta fue sustituida por unas imágenes borrosas, seguramente tomadas con mucha prisa del apartamento del escritor, para ser mas exactos de su dormitorio y del cuerpo sin vida de un hombre rodeando por algunos policías que parecían tomar notas tanto de él como del resto de la sala.

Una periodista ocupo el plano central de la cámara, explicando con seriedad los acontecimientos recientes.

El moreno adopto una mueca de miedo, con los ojos extremadamente abiertos ante la pantalla insonora para todos los presentes, de los cuales muchos ya se habían girado a ver que era lo que estaba ocurriendo.

La reportera continuo hablando, mientras de vez en cuando hacia algún gesto con mano indicando algo en especial. En aquel momento apareció otra foto de archivo, un poco mas pequeña, pero aun así desproporcionada en aquella pantalla de televisión del propio moreno, sonriente y con aire engreído, que debido a la estética tanto de su ropa como de su peinado hacia especular sin errar, que con toda seguridad correspondería a mucho antes de que el joven llamado Shiteno Sokutenai ingresara en un hospital mental por creérsele un perturbado.

Bajo la foto resaltaba la palabra asesino.

Increíble, realmente increíble, el mundo esta perdido... -comento la chica que había alertado inconscientemente al moreno, apartándose el cabello de la cara para volverse- ...completamente perdi...

Hubo un enfrentamiento visual entre ambos. El moreno hacia poco que había dejado de observar la pantalla y por ello, en su rostro aun podía encontrarse esa expresión desencajada de miedo y culpabilidad descubierta. La chica se quedo estática un segundo, el tiempo que necesito antes de que un atisbo de reconocimiento se filtrase por sus ojos ante la visión del joven sentado en el banco a su lado, llevándola a abrir exageradamente los ojos y tras pegar un sonoro grito que logro que todas las cabezas se girasen hacia ella, saliera corriendo como si hubiera visto al mismo demonio.

El moreno no tardo en reaccionar, se puso en pie precipitadamente, para salir corriendo hacia el lugar donde el rubio, ajeno a todo, acababa de pagar los dulces y bastante serio abandonaba el establecimiento.

-¡¡YUUUKIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!

Aquel grito tan sólo logro empeorar la precaria situación, pues tuvo como consecuencia, que los que hasta ese momento no hubieran reparado el motivo por el que gritaba la chica, vieron sus dudas rápidamente despejadas al ver al chico moreno corriendo hacia el rubio.

Se produjo una oleada de caos en la plaza, pues aunque los transeúntes más lucidos, con la agilidad mental suficiente para hacer rápidas asociaciones, fueron los primeros en tratar sutilmente de abandonar la plaza, fue una señora de poco tacto la que tras quedarse espartana plantada delante de los dos hombres para empezar a chillar como una posesa hasta que su rostro enrojeció la palabra "asesinos", hiciera reventar la delicada burbuja de tensa calma que habían tratado de mantener los demás, momento por lo tanto aprovechado por todos unánimemente, para empezar a correr como si de verdad la vida les fuera en ello.

Yuki miró sorprendido a toda aquella gente que huía, y posteriormente al joven que había llegado a su lado, con ojos desorbitados hacia todo a su alrededor.

-¡¡Yuukiii!! ¡¡Tenemos que darnos prisa y salir de aquí!! ¡¡La tele!! ¡¡hemos salido por la tele!!- tiro de su brazo, pero el rubio reticente a moverse parecía no comprender. El moreno se desesperó- Acaba de salir tu dormitorio en las noticias. Cuando nos encontramos a Tatsuha a la salida de tu casa, debió de subir a tu piso y al ver a Kitazawa llamaría a la policía. ¡¡Debemos darnos prisa y salir de aquí!! -ante la mirada incomprensible que recibió, el joven tan sólo pudo gritar- ¡¡YUUUKIIIIIIIII!!

Aquello por fin pareció hacer reaccionar al rubio, que frunció el ceño, maldiciendo por lo bajo. Tiró al suelo la comida que llevaba en una mano, y tuvo la tentativa de seguir al moreno cuando este echo a correr para salir de la plaza cuando un ruido chirriante atravesó su cerebro en un dolorosa punzada. Eiri trastabillo y termino sujeto con una mano sobre el respaldo de un banco a la par que se llevaba la mano libre la cabeza y gemía de forma entre cortada. Shiteno se paro a la entrada de la plaza, mirando de forma descorazonada como el novelista se había detenido y parecía tener algún tipo de dolencia importante. Echo un rápido vistazo hacia afuera, mirando de forma anhelante las posibles rutas de huida, pero gruñendo entre dientes volvió rápidamente al lado del escritor.

-¡¡Yukkii?!! ¿qué pasa?

Pero el rubio no contesto. Volvió a sentir otro hiriente pinchazo en la sien, mucho antes de haberse recuperado siquiera del primero. La piernas llegaron a temblarle y de pronto se encontró sostenido por el moreno que le miraba con preocupación y angustia.

-¡¿QUÉ TE PASA?!

-Las pastillas

-¡¿Qué?! - el moreno se descoloco ante la escueta contestación que con esfuerzo el rubio le había proporcionado. Este costosamente esbozo una desdeñosa sonrisa que rápidamente se borro de su cara

-Que no las tome- añadió como si fuera la única explicación que el moreno necesitara para saber que era lo que le estaba ocurriendo. Shiteneo cabeceo como si comprendiese la situación con la que se enfrentaba, pero la mueca de indecisión y nerviosismo que adopto a continuación desmintió todas las suposiciones anteriores.

Yuki gimió débilmente cuando dando un par de pasos en un intento bastante mediocre por abandonar la plaza, comenzó a sentir los primeros indicios de un importante mareo: El estomago le dio un vuelco, comenzó a tener nauseas, y de repente las cosas empezaron a verse borrosas o con bruma. Eiri ya había pasado por aquello en su piso, de las ultimas veces que había tratado de revelarse ante la medicación, y era algo tan desagradable que había desistido. Ahora en cambio debía y tenia que soportarlo, pues ni tenia medicación, ni se la habrían permitido tomar.

Dio unas pasos tambaleantes ayudado por Shiteno. Con la cabeza punzándole de tal manera que ni siquiera miraba por donde pisaba.

Los edificios continuaron brumosos a su alrededor, empezando a latir, puede que para jocosidad del rubio, al mismo ritmo que su propio corazón. Quizá era el miedo que estaba empezando a experimentar, el que le hiciera tener esas alucinaciones, peor lo cierto es que a cada segundo que pasaba todo adquiría un tono siniestro y las moles de cemento parecían cobrar vida, con respiraciones humanas en los movimientos lentos de sus vigas y cristales que se hinchaban para volver a desinflase lentamente. También había murmullos, murmullos que cada vez eran mas audibles para el escritor.

-Yuukiiiii.........-lloriqueó el moreno cuando apenas habían alcanzado la mitad de la plaza- tenemos un problema... uno bastante serio.

Habiendo tardado tanto en marcharse, habían dando tiempo de sobra a que tres policías de uniforme se presentaran allí respaldándose mutuamente, con las porras reglamentarias desenfundadas hacia ellos. Shiteno miro angustiado como poco después aparecían dos policías más, respirando de forma agitada, antes de adoptar poses defensivas.

No obstante el rubio no pareció percibir ninguna de estas intervenciones externas y claramente adversas. De forma repentina, se soltó de la sujeción del moreno, y alzo la cabeza mirando a su alrededor, sin tratar de disimilar una clara mueca de sorpresa que ahora cubría el dolor inicial con el que habían estado contraídos sus rasgos.

Y es que aquello que Yuki miraba, era algo que lo había dejado tan perplejo que no podía dejar de contemplar con asombro todo a su alrededor. La cabeza aun le punzaba, y la adrenalina, que levemente empezaba a circular por su sangre, le enardecía.

Tras reprimir los jadeos por el dolor así como el miedo a la locura que había intentado silenciar, ahora tan solo respiraba de forma agitada, mirándolo todo, impresionado o conmocionado hasta tal punto que comenzó a reír, a carcajearse el solo delante de los confundidos policías, que siguieron con sus armas levantadas.

Los murmullos. Ahora audibles a la perfección, eran un río de sonido en la cabeza del escritor. Como varias sintonías de radio conectadas, reproduciendo sus programas de forma simultánea al máximo volumen, sus voces se entrelazaban en irregulares sonidos y palabras que no tenían ningún significado al estar fraccionadas unas por otras. Los ojos de Eiri vagaron inquietos, entre los diversos anuncios luminosos de la plaza, en los que ya no se hablaba de comida, sino de extrañas frases, algunas de ellas sin sentido aparente.

"Necesitas pase para entrar en este ala" remplazaba a "Kitty Kitte Stranberry" así como "¿Dices que se encuentra mejor?" o "¿Tienes las entradas para el partido de esta noche?" ocupaban los lugares que antes habían anunciado una tienda de animales.

Yuki volvió a reír, al parecer enajenado, el moreno gimió sin saber que hacer, mirando con desconfianza a los agentes que aun no hacían nada por moverse.

Entre las voces de su cabeza y los anuncios luminosos, Yuki rió con ganas, fuerte y desinhibido, mirando con la cabeza inclinada al moreno, con las cejas enarcadas en una expresión de dolencia que tan sólo este supo interpretar.

-¡No Yuki! ¡¡No te estas volviendo loco!!

Los guardias ahora les miraron a los dos como si ahora realmente creyeran que los dos lo estaban.

El rubio pareció no escuchar a Shiteno que se puso a su lado y tiro de él.

Aquel movimiento hizo movilizarse a los guardias, que se abalanzaron sobre ellos creyéndoles peligrosos, y muy probablemente armados. Yuki les empujo, mirando con los ojos desorbitados todo a su alrededor, desde la gran pantalla de televisión que ahora rezaba con la jovial frase de "Sigue el camino de baldosas amarillas" hasta el muñeco que sujetaba a la puerta de una cafetería un tablón donde podía leerse fácilmente "Estas muerto".

Grito y grito, empujando todos a su alrededor, repartiendo puñetazos sin mirar en cara de quien caían, para salvaguardas las distancias mientras los guardias trataban de reducirle con las armas reglamentarias y alguna que otra descarga eléctrica permitida por las autoridades. Shiteno se defendía un poco mejor, al no estar bajo ningún tipo de alucinación, pero era la reocupación por el rubio, la que le hacia distraerse y llevarse más golpes de los que en un principio habría podido recibir.

Tras un par de empujones mas y algún puñetazo, el moreno terminó haciendo de escudo al rubio, que había caído en el suelo, jadeante, al parecer mas pendiente de lo que solo él podía oír y ver, que del peligro que pudieran suponerle los agentes. El moreno, con un cardenal el la mejilla, el labio roto, y una contusión en el hombro, ya estaba maldiciendo pensando en como podría arrastrar al novelista fuera cuando el sonido de un automóvil ganando velocidad les distrajo por un momento a todos.

Cuando los policías se giraron, vieron como desde la esquina más alejada de la plaza, un hombre les lanzaba algo negro por el aire, antes de pegar un de rape con un vehículo que los militares seguramente utilizaban para el traslado de civiles, entrando en la plaza a toda velocidad contra cualquier norma cívica, atropellar varios bancos y plantas que se rompieron a su paso, y con un nuevo volantazo hacia un lado, golpear a más de la mitad de los policías allí congregados con la parte posterior del vehículo, lanzándolos a unos metros por el golpe en la espalda que habían recibido.

El vehículo se detuvo en el mismo instante en que el objeto negro que había rotado sobre si mismo por el aire, golpeaba el suelo y comenzaba a expulsar rápidamente humo de color terroso, creando una neblina en la que era imposible distinguir a quien se tenia delante.

Lo siguiente que vio el moreno fue la alta figura de un hombre, que con gabardina negra y gafas de sol, se acercaba a él para, de improviso, pegarle un puñetazo con tal fuerza que le dejo sentado en el suelo con cara de haberse perdido alguna cosa. Después, aquel mismo hombre le cogió por el hombro, y sin delicadeza lo tiro, mas que hacerlo montar, en la parte trasera del vehículo de dos plazas que hacia las funciones de maletero descubierto. Yuki cayo a su lado del maletero poco después, y el hombre volvió a montar rápidamente en el vehículo pisando a fondo el acelerador. El automóvil chirrió, derrapó un poco, y finalmente salió encabritado de la plaza, tan rápido como había llegado, dejando en poco mas de un minuto, una escena desolada tras él.

El moreno jadeo, con el pelo corto agitándose violentamente contra el aire, mientras el automóvil se habría paso a través de la marea de gente que gritaba y saltaba fuera de la cera cuando el vehículo se acercaba. Yuki a su lado, seguía riéndose de forma sorda mientras señalaba con expresión ida cosas que fugazmente dejaban a tras, en realidad daba la impresión de que el novelista se había dopado con algo.

-Mira, mira jejeje, en Alcampo ahora tres latas de tomate por el precio de dos jijijiji me las voy a comprar todas....

Tras una mirada lúgubre, el moreno se volvió de forma cuidadosa para no caerse del maletero, agarrandose a la barra metálica que pendía sola, en donde tendría que haber estado el techo del vehículo de haberlo tenido, y que correspondía con los respaldos de los dos únicos asientos con los que el automivil contaba.

-¿Quién eres tu?- grito en el aire para hacerse oír, un tanto impresionado al ver un cabellera rubia y muy corta delante de él. El conductor o bien no le escucho, o hizo oídos sordos a la pregunta. Al no tener espejo retrovisor, y no querer molestar a su "salvador", el moreno dejo de intentar vislumbrar que se escondía tras esa cabellera rubia de toque familiar, para volverse a sentar junto a Eiri.

-Jijijiji... no, la salida esta a la derecha, a la derecha, por ahí solo esta la cafetería JAJAJAJAJA ... segunda planta complementos de jardín, din don din!- repuso el rubio con tono musical antes de estallar nuevamente en carcajadas

Shiteno contemplando al rubio con desolación, preguntándose en que se habría equivocado y porque este parecía encontrarse en otro lugar bastante lejano y remoto. Lucho por no llorar, no les llevarían a la cárcel, y ya encontrarían un medio seguro de salir de allí, pero le preocupa las reacciones del rubio dado que no sabia a que achacárselas.

-¡¡Sigue el camino de baldosas amarillas!! - el rubio se volvió hacia el moreno, tomándole por los hombros como si lo que le estuviera diciendo fuera algún tipo de gran revelación- ¡¡Debemos encontrar a la bruja del norte!! ¡¡Ella nos llevara a Cansas Toto!!

-Yuukii no, por favor... por favor...- se lamento Shiteno abrazándose herméticamente al novelista que rompió en nuevas carcajadas.

Tan sumergido iba el moreno en sus propios pensamientos, que no fue consciente cuando el vehículo entro en la zona marginada de la ciudad. Se detuvo en un barrio pobre y desolado, sin apenas un alma que contemplara lo que hacían.

La ayuda inesperada se bajó del vehículo, ajustándose mientras caminaba lentamente los escasos pasos que le separaban del maletero, los inmaculados guantes de piel oscura con los que había estado conduciendo. Plantándose junto al moreno, espero que este se soltara de forma vacilante del escritor, y se volviera con una mueca amargada él.

Una expresión de desconcierto se extendió rápidamente por la cara de Shiteno, al mirar al hombre ahora directamente a la cara, omitiendo las gafas de una sola pieza de cristales ahumados color carbón que portaba.

-Yuu .. ¿YUUKII? -miro al desconocido al que había llamado así, y rápidamente volvió a mirar al novelista que seguía abstraído sentado a su lado, con los ojos cerrados y una pose mas serena como si estuviese escuchando alguna cosa.

-Solo quería decirte... -comenzó el hombre rubio de lentes oscuras, ligeramente más alto que el novelista pero inapreciable al no estar juntos- ... que estoy muy, pero muy enfadado.

Tomando al desconcertado moreno por el cuello del jersey, lo alzo del vehículo y lo dejo caer en mitad del asfalto de aquélla despoblada calle, de viejas casas de ladrillos parduscos y ventanas rotas.

Eres tan idiota e imprudente... - con incredulidad, el moreno sentado en el mugriento asfalto reculo, al ver sacar al rubio un arma de entre su pulcro, oscuro y soberbio vestuario- que de verdad que...

Shiteno seguía mirando sin ver, levantándose lentamente del suelo, mirando a aquel hombre que lo mirase por donde lo mirase cada vez le parecía más el doble del novelista. Un miedo terrible empezó a apoderarse de él, al creer por un momento, que se había equivocado de persona, y Yuki, el autentico, no era el que había llegado con él en el maletero hasta aquella mugrienta zona marginal.

- Mi hija esta ésta semana de excursión- empezó a tararear suavemente el novelista a espaldas de ambos- por eso tengo el fin de semana libre... podemos ir a la piscina si quieres...ah!, esto? lavado con Ariel, porque mas blanco no se puede.....

El hombre de lentes oscuras se lamento de forma cansada, terminando de sacar con pereza la pistola metálica y de aspecto pesado que guardaba en un bolsillo interior de su gabardina de cuero.

-¡¡¿Pero te das cuenta de lo que has hecho?!!- le inquirió de repente este al moreno, señalando exasperado al escritor, que abría los ojos, ladeaba la cabeza al haber terminado su canción y ponía una mueca estúpida en la cara- ¡¡¿PRETENDÍAS QUE SE VOLVIERA LOCO DE VERDAD?!!

Y dicho esto, el hombre suspiro, como si sintiera que de alguna manera llevara el peso entero del mundo sobre su espalda. Se giro violentamente con sus zapatos chirriando contra el suelo, y alzando la pistola en el aire con indiferencia, el hombre disparo varias veces contra el escritor, que recibió todos los impactos de bala en el pecho. El novelista convulsiono un poco, pero finalmente la sangre se vertió por sus labios así como por su camisa y dejo la cabeza caída hacia un lado de forma inexpresiva.

-¡¡YUUUKIIIIIIIIIII!!

El moreno grito, y se lanzo con intención de alcanzar el vehículo pero el hombre se lo impidió. Le agarro de un brazo, y tiro de él apartándolo nuevamente del escritor.

-Vamos Shuichi, el juego se termino. Ya nos hemos cansado todos de jugar. - Una mueca de incomprensión se extendió por el rostro del joven, a la par que una solitaria lagrima se vertía por uno de sus ojos- la próxima vez, si es que la hay, recuerda escuchar a los demás antes de hacer nuevamente una idiotez de las tuyas.

-... - el moreno tembló. Aun mirando con expresión desconcertada y descorazonada al extraño que tenia frente a él.- Tu no eres yuki.

Con aparente sorpresa, el hombre de cortos cabello dorados, se quitó las gafas de sol de una pieza, tirandolas al suelo aparentemente divertido.

-Of course!- sonrió colocando la pistola a la altura de la sien del moreno- Byyyyyyyyeeeeeeeeeeeee Shuichiiiii!!!!

Un único disparo retumbo, por toda la calle, antes de que un cuerpo exánime cayera al asfalto haciendo un ruido sordo. Las orbes violáceas del moreno, vidriosas y carentes de vida, se vieron parcialmente cubiertas por la sangre.

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Posto............¬¬UUU ke no se revolucione nadie, si, este iba a ser el ultimo capitulo, pero como siempre del plano teórico al practico dista un mundo y nunca calculo bien, entre eso y ke me estiro mas que yo ke se ke, pos eso, ke todavía keda otro mas, y de paso asi me kito la cosa de ke todos mis fic largos tienen 13 cap ke ya parece que ni echo a posta ^^UUU.

ja-ne!!