Capítulo 16
Se dirigían a paso lento a la cabaña de Hagrid. Harry no decía nada, miraba el suelo concentrado, como si pensara en algo muy importante. En su cabeza había tal revoltijo de pensamientos que no pudo aclarar ninguno.
Así que su madre había podido haber muerto antes y sobrevivió...Pero después de todo nada sirvió... fue todo en vano, porque el maldito Lord Voldemort la asesinó de cualquier forma, cuando él tenía sólo un año. Sólo se le aseguraron unos años de vida más. ¡Cómo odiaba a ese asesino!
Ya habían llegado a la cabaña de Hagrid. Ron tocó la enorme puerta tres veces. El semi-gigante abrió despacio, su mueca de angustia no pudo ser disimulada ni siquiera por el enmarañado cabello y barba que le cubrían todo el rostro.
- Hola chicos- dijo tratando de parecer alegre- Pasen, pasen.
Entraron y se sentaron en las gigantescas sillas que ocupaban habitualmente. Harry notó ahora que sus pies ya no le quedaban tan alejados del suelo sentado ahí como antes.
- Bueno... Hagrid- dijo Ron- Harry...
Aunque no estaba mirando más allá que sus pies y las patas de la silla, sabía que Ron estaba tratando de señalarlo disimuladamente indicándole a Hagrid su estado.
- Harry... ¿estás bien?
Levantó la mirada.
- No, Hagrid, no estoy bien- se detuvo un momento y lo miró fijamente- Y por tu cara creo que tu tampoco lo estás.
Hagrid llevó su mirada al piso.
- Es cierto- contestó el hombre con voz fúnebre- ¿Ya te enteraste, no es así? - Sí, Hagrid y no sé cómo poder enfrentar todo esto.
Las lágrimas amenazaban con salir de nuevo.
- Tranquilo, Harry- le dijo Ron poniéndole una mano en el hombro- Esto tampoco esa un chiste para mí.
Harry apretó los párpados. El llanto no se manifestaría esta vez.
Hagrid se puso de pie y se acercó a la silla del acongojado chico. Le dio unas palmaditas en la espalda y dijo:
- Es por eso que yo también estoy así. Me recuerda cómo tu padre sufría. Eres el vivo retrato de él en esta situación.
Harry levantó el rostro y miró a Hagrid. Este lo miraba comprensivamente. Luego observó a su amigo pelirrojo.
- Entre los dos la cuidaremos. No dejaremos que nada le pase, Harry- lo apoyó. - Nada le puede pasar. Si ella muere yo muero con ella- afirmó finalmente.
**************************************************************************** ****
Esa noche Harry volvió más calmado al castillo. Ya no estaba tan alterado y el apoyo que Ron le había dado en el momento necesario sirvió para levantarle el ánimo considerablemente.
Durante el camino ninguno de los dos habló. Sentían que si decían algo romperían ese ambiente tranquilo que habían logrado conseguir.
Se detuvieron ante el retrato de la dama gorda.
- "Ádole lion"- pronunció Harry.
Cruzaron el cuadro rápidamente y Harry, sin pensar en nada más, se dirigió a su habitación, pero Ron no lo siguió. Harry se volteó para llamarle, mas el chico no lo escuchó. Estaba parado cerca de la entrada de la sala común observando el sillón más grande de la sala común.
Él también se dirigió hacia el lugar y supo por qué Ron no lo había seguido.
Se veía la espalda de alguien acurrucado, al parecer, llorando.
Harry, sin pensar más, se dirigió a ver quién se encontraba allí.
Hermione tenía una manta entre sus brazos. Su rostro estaba escondido entre sus brazos apoyados de forma torpe en el asiento del sillón. Estaba despeinada y alterada.
- Hermi...- susurró Harry agachándose junto a ella- Cariño, ¿estás bien? - ¿Hermione?- le habló suavemente Ron que se encontraba a espaldas de Harry.
De repente levantó el rostro y miró a Harry con el más profundo dolor.
- ¿Por qué no me lo dijiste?- preguntó con lágrimas cayendo sobre su blanca piel. - Hermione... - ¡¿Por qué no me lo dijiste, Harry?! ¡¿Por qué no?! - Porque... porque no quería que... Hermi... yo... - No confiaste en mí- dijo sentándose- No lo hiciste. - No quería que los supieras, Herms... No aún.
Al voltearse Harry notó que Ron ya había subido y los había dejado a solas.
- Pero, ¿por qué? No me lo has dicho ¡Por qué! ¡¿Sabes como me duele que no confiaras en mí?! ¡¿Sabes cómo?! - Yo no quería... - ¿NO QUERÍAS QUÉ? ¡¿NO QUERÍAS QUE ME ENTERARA PORQUE CREES QUE NO SOY CAPAZ DE SOPORTARLO?! ¡¡¡¿POR ESO?!!!- le gritó poniéndose de pie.
Harry respiró profundo.
- No puedo creerlo. No puedo creer que pienses eso- dijo sentándose él esta vez.
Se hizo el silencio durante algunos minutos. Hermione se quedó de pie en el mismo lugar y Harry trataba de buscarle arreglo a ese asunto sentado ahí, sin moverse.
- Lo siento...- dijo Hermione sentándose junto a él después de un rato, recapacitando- Lo siento mucho...
Lo abrazó con fuerza, traspasándole todo el amor que tenía. Tratando de decirle que lo amaba muchísimo. Pidiéndole disculpas.
- Hermione, te amo... Nunca dejaría que nada malo te ocurriera. Y nunca pensaría que no eres capaz de algo, porque sé que lo eres. Eres la persona más fuerte que he conocido, te admiro por eso, y te adoro más que a nada. - Lo sé, mi amor... De verdad lo siento mucho. Siento los gritos, siento haberte hecho sentir así... Es que estoy asustada... - Yo estoy aquí, Hermi... Sólo por ti, por tu bien. No tengas miedo.
La abrazó protectoramente y le besó la frente. Ella se acomodó en su pecho y se relajó acurrucada en sus brazos.
Pero Harry nunca admitió que estaba más asustado que ella, que sentía terror al imaginar que ella podía morir, que podría no tenerla junto a él.
Después de una media hora de estar abrazados, Hermione se durmió. Harry cuidadosamente se levantó, cogió la manta y la tapó con ella, tratando de abrigarla lo mejor que podía en esa fría noche.
Luego se acostó a su lado rodeando su cintura con un brazo y aspirando el suave aroma de su cabello. Así los dos se durmieron soñando el uno con el otro, soñando con felicidad y amor, soñando con una sonrisa en su rostro olvidándose por un momento de la terrible preocupación que acosaba sus almas en esos momentos.
*************************************************************************
Se hizo de mañana y lo primero que vio fue a la princesa más hermosa que existía. Besó sus carnosos labios suavemente. Luego fue dando pequeños besos en su mejilla, sus ojos, su frente, su nariz, su cuello.
Ella abrió los ojos despacio. Lo vio y se acercó más a él para plantarle un lento beso en los labios y luego cerrar los ojos nuevamente y dormirse pegada a su fuerte pecho.
Harry vio su reloj, eran las 6:30 AM. Le sorprendió que no hubiera nadie en la sala común aún.
- Hermi... - ¿Mmmm...? - Debemos ir a nuestras habitaciones ... Hey, despierta... - No quiero...- dijo ella entre sueños.
El chico rió.
- Cariño... despierta, es tarde. Hoy tenemos clases con McGonagall a la primera hora y nos restará puntos. - ¿Puntos? ¿McGo...? ¡Oh, Dios, es tarde!
Se levantó de pronto, le dio un breve beso en los labios a Harry y se dirigió a su habitación para cambiarse.
- Nunca va a cambiar...
Una media hora después bajó lista, poniéndose un lazo en el cabello y con una sonrisa en su rostro.
- Te ves preciosa- le dijo Harry. - Estoy con el uniforme del colegio, Harry. De Lunes a Viernes me veo igual. - Por eso lo digo, de lunes a viernes te ves preciosa y los sábados y domingos aún más.
Hermione rió.
- Mejor, vámonos ya... adulador.
La observó salir por el retrato mientras pensaba en lo meditado en la noche.
- Mañana es el día- murmuró- lo sé...
Se dirigían a paso lento a la cabaña de Hagrid. Harry no decía nada, miraba el suelo concentrado, como si pensara en algo muy importante. En su cabeza había tal revoltijo de pensamientos que no pudo aclarar ninguno.
Así que su madre había podido haber muerto antes y sobrevivió...Pero después de todo nada sirvió... fue todo en vano, porque el maldito Lord Voldemort la asesinó de cualquier forma, cuando él tenía sólo un año. Sólo se le aseguraron unos años de vida más. ¡Cómo odiaba a ese asesino!
Ya habían llegado a la cabaña de Hagrid. Ron tocó la enorme puerta tres veces. El semi-gigante abrió despacio, su mueca de angustia no pudo ser disimulada ni siquiera por el enmarañado cabello y barba que le cubrían todo el rostro.
- Hola chicos- dijo tratando de parecer alegre- Pasen, pasen.
Entraron y se sentaron en las gigantescas sillas que ocupaban habitualmente. Harry notó ahora que sus pies ya no le quedaban tan alejados del suelo sentado ahí como antes.
- Bueno... Hagrid- dijo Ron- Harry...
Aunque no estaba mirando más allá que sus pies y las patas de la silla, sabía que Ron estaba tratando de señalarlo disimuladamente indicándole a Hagrid su estado.
- Harry... ¿estás bien?
Levantó la mirada.
- No, Hagrid, no estoy bien- se detuvo un momento y lo miró fijamente- Y por tu cara creo que tu tampoco lo estás.
Hagrid llevó su mirada al piso.
- Es cierto- contestó el hombre con voz fúnebre- ¿Ya te enteraste, no es así? - Sí, Hagrid y no sé cómo poder enfrentar todo esto.
Las lágrimas amenazaban con salir de nuevo.
- Tranquilo, Harry- le dijo Ron poniéndole una mano en el hombro- Esto tampoco esa un chiste para mí.
Harry apretó los párpados. El llanto no se manifestaría esta vez.
Hagrid se puso de pie y se acercó a la silla del acongojado chico. Le dio unas palmaditas en la espalda y dijo:
- Es por eso que yo también estoy así. Me recuerda cómo tu padre sufría. Eres el vivo retrato de él en esta situación.
Harry levantó el rostro y miró a Hagrid. Este lo miraba comprensivamente. Luego observó a su amigo pelirrojo.
- Entre los dos la cuidaremos. No dejaremos que nada le pase, Harry- lo apoyó. - Nada le puede pasar. Si ella muere yo muero con ella- afirmó finalmente.
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Esa noche Harry volvió más calmado al castillo. Ya no estaba tan alterado y el apoyo que Ron le había dado en el momento necesario sirvió para levantarle el ánimo considerablemente.
Durante el camino ninguno de los dos habló. Sentían que si decían algo romperían ese ambiente tranquilo que habían logrado conseguir.
Se detuvieron ante el retrato de la dama gorda.
- "Ádole lion"- pronunció Harry.
Cruzaron el cuadro rápidamente y Harry, sin pensar en nada más, se dirigió a su habitación, pero Ron no lo siguió. Harry se volteó para llamarle, mas el chico no lo escuchó. Estaba parado cerca de la entrada de la sala común observando el sillón más grande de la sala común.
Él también se dirigió hacia el lugar y supo por qué Ron no lo había seguido.
Se veía la espalda de alguien acurrucado, al parecer, llorando.
Harry, sin pensar más, se dirigió a ver quién se encontraba allí.
Hermione tenía una manta entre sus brazos. Su rostro estaba escondido entre sus brazos apoyados de forma torpe en el asiento del sillón. Estaba despeinada y alterada.
- Hermi...- susurró Harry agachándose junto a ella- Cariño, ¿estás bien? - ¿Hermione?- le habló suavemente Ron que se encontraba a espaldas de Harry.
De repente levantó el rostro y miró a Harry con el más profundo dolor.
- ¿Por qué no me lo dijiste?- preguntó con lágrimas cayendo sobre su blanca piel. - Hermione... - ¡¿Por qué no me lo dijiste, Harry?! ¡¿Por qué no?! - Porque... porque no quería que... Hermi... yo... - No confiaste en mí- dijo sentándose- No lo hiciste. - No quería que los supieras, Herms... No aún.
Al voltearse Harry notó que Ron ya había subido y los había dejado a solas.
- Pero, ¿por qué? No me lo has dicho ¡Por qué! ¡¿Sabes como me duele que no confiaras en mí?! ¡¿Sabes cómo?! - Yo no quería... - ¿NO QUERÍAS QUÉ? ¡¿NO QUERÍAS QUE ME ENTERARA PORQUE CREES QUE NO SOY CAPAZ DE SOPORTARLO?! ¡¡¡¿POR ESO?!!!- le gritó poniéndose de pie.
Harry respiró profundo.
- No puedo creerlo. No puedo creer que pienses eso- dijo sentándose él esta vez.
Se hizo el silencio durante algunos minutos. Hermione se quedó de pie en el mismo lugar y Harry trataba de buscarle arreglo a ese asunto sentado ahí, sin moverse.
- Lo siento...- dijo Hermione sentándose junto a él después de un rato, recapacitando- Lo siento mucho...
Lo abrazó con fuerza, traspasándole todo el amor que tenía. Tratando de decirle que lo amaba muchísimo. Pidiéndole disculpas.
- Hermione, te amo... Nunca dejaría que nada malo te ocurriera. Y nunca pensaría que no eres capaz de algo, porque sé que lo eres. Eres la persona más fuerte que he conocido, te admiro por eso, y te adoro más que a nada. - Lo sé, mi amor... De verdad lo siento mucho. Siento los gritos, siento haberte hecho sentir así... Es que estoy asustada... - Yo estoy aquí, Hermi... Sólo por ti, por tu bien. No tengas miedo.
La abrazó protectoramente y le besó la frente. Ella se acomodó en su pecho y se relajó acurrucada en sus brazos.
Pero Harry nunca admitió que estaba más asustado que ella, que sentía terror al imaginar que ella podía morir, que podría no tenerla junto a él.
Después de una media hora de estar abrazados, Hermione se durmió. Harry cuidadosamente se levantó, cogió la manta y la tapó con ella, tratando de abrigarla lo mejor que podía en esa fría noche.
Luego se acostó a su lado rodeando su cintura con un brazo y aspirando el suave aroma de su cabello. Así los dos se durmieron soñando el uno con el otro, soñando con felicidad y amor, soñando con una sonrisa en su rostro olvidándose por un momento de la terrible preocupación que acosaba sus almas en esos momentos.
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Se hizo de mañana y lo primero que vio fue a la princesa más hermosa que existía. Besó sus carnosos labios suavemente. Luego fue dando pequeños besos en su mejilla, sus ojos, su frente, su nariz, su cuello.
Ella abrió los ojos despacio. Lo vio y se acercó más a él para plantarle un lento beso en los labios y luego cerrar los ojos nuevamente y dormirse pegada a su fuerte pecho.
Harry vio su reloj, eran las 6:30 AM. Le sorprendió que no hubiera nadie en la sala común aún.
- Hermi... - ¿Mmmm...? - Debemos ir a nuestras habitaciones ... Hey, despierta... - No quiero...- dijo ella entre sueños.
El chico rió.
- Cariño... despierta, es tarde. Hoy tenemos clases con McGonagall a la primera hora y nos restará puntos. - ¿Puntos? ¿McGo...? ¡Oh, Dios, es tarde!
Se levantó de pronto, le dio un breve beso en los labios a Harry y se dirigió a su habitación para cambiarse.
- Nunca va a cambiar...
Una media hora después bajó lista, poniéndose un lazo en el cabello y con una sonrisa en su rostro.
- Te ves preciosa- le dijo Harry. - Estoy con el uniforme del colegio, Harry. De Lunes a Viernes me veo igual. - Por eso lo digo, de lunes a viernes te ves preciosa y los sábados y domingos aún más.
Hermione rió.
- Mejor, vámonos ya... adulador.
La observó salir por el retrato mientras pensaba en lo meditado en la noche.
- Mañana es el día- murmuró- lo sé...
