Mutuo


Tener a diversas personas en deuda con él era conveniente, tal como lo era tener evidencia en contra de ellos.

Era imposible predecir cuándo necesitaría que alguien mirase para otro lado o que agilizara algo o que le entregase la pieza de información que necesitaba y era preferible contar con varios deudores que no podían negarse en lugar de arriesgarse a la incertidumbre de tener que lidiar con alguien a quien tendría que darle algo a cambio de lo que requería.

Para Jyuto, eso hacía de esas transacciones algo simple y le permitía mantener la ventaja que necesitaba para conseguir su meta y a la vez hacía que todo fuese justo.

Había quienes no lo veían así, claro, pero si un idiota era incapaz de ver que firmar una orden de arresto a la una de la mañana era un bajo precio a pagar para evitar un divorcio que lo haría perder todo gracias a las pruebas de su infidelidad, no era su problema. Jyuto ya estaba haciéndole el favor de guardar el secreto a cambio y no iba a perder el sueño por alguien que intentaría algo contra él en lugar de apreciar un buen trato que traía beneficios mutuos.

Él sabía como lidiar con esas personas, al fin de cuentas, y podía cuidarse solo si el resentimiento que se ganaba pasaba a algún tipo de acción en su contra.

El verdadero reto eran las personas que daban más de lo que debían o que no pedían nada a cambio o que ignoraban el equilibrio de devolver el favor.

Y Samatoki había resultado entrar en esas tres categorías.

Sonaba increíble, pues exigía favores con demasiada frecuencia (y algunos evitables, ya que con solo elegir un lugar menos público a la hora de limpiar la ciudad fácilmente le evitaría ser arrestado la mitad de las veces) y demandaba tantas pequeñeces que era inesperado ver lo generoso que podía ser, nunca escatimando gastos cuando se trataba de alguien cercano, y muchas veces lo era sin razón.

Había sido desconcertante al principio ser invitado por Samatoki a almorzar o a beber o a un café recién hecho por el mismo Samatoki que podría avergonzar a cualquier barista profesional, porque nunca encajaba del todo entre favores intercambiados antes, mas al menos era fácil pagarle por ello con una invitación similar, aunque sin incluir nada que él mismo hubiese preparado porque carecía del tiempo y el conocimiento necesario para ello.

Pero había un dolor de cabeza adicional cada año.

¿Por qué, exactamente, Samatoki insistía tanto en celebrar cumpleaños ajenos y hasta jodia con que se tomara un día libre y preguntándole que quería, cuando en el momento de su propio cumpleaños se cerraba a todo y hasta decía que no le interesaba celebrarlo?

Jyuto ya estaba harto de los "nada" que recibía en respuesta al preguntarle qué quería esta vez y tampoco apreciaba la cara de molestia de Samatoki cuando él intentaba sorprenderlo con un buen licor o llevándolo a un restaurante exquisito ese día y aun así, era incapaz de simplemente dejar pasar la fecha sin nada, en parte porque no quería deberle más a Samatoki y en parte porque… bueno, era Samatoki.

Perder el tiempo negando que Samatoki le importaba era algo que Jyuto no iba a hacer, no luego de días buscando ideas para este año sin ningún éxito.

Él incluso le había preguntado a algunos policías en la estación (sin dar nombres, por supuesto) y recurrido al Internet, pero eso tampoco había ayudado por un motivo muy simple: él conocía a Samatoki.

Pese a que eso debería facilitar todo, en realidad era lo contrario. Él sabía que lo que Samatoki quería, lo conseguía y de inmediato, porque no le gustaba arriesgarse a no volver a encontrarlo, por lo que no era como si hubiese algún objeto que quisiera y no tuviera.

¿Y las ideas de otras personas y de sitios web con demasiada publicidad y frases como "sorprende a tu pareja"? Eran hilarantes y con suficiente alcohol de por medio, Samatoki probablemente se reiría sin parar de escucharlas, pero no, no apreciaría un baile romántico, ni velas aromáticas, ni objetos a juego, ni ninguna otra cosa parecida que también hacía que Jyuto frunciera el ceño estando sobrio, aunque no tanto como cuando Rio le había sugerido cazar y preparar algo.

Maldito Samatoki, haciéndole la vida mucho más difícil de lo necesario…

Por eso mismo había llegado el día y Jyuto tenía las manos vacías y la certeza de que era temprano y todavía podía adquirir al menos un buen whisky y que eso no era lo que quería darle este año.

Quizás debería haber pensado en grande y planeado algo como un viaje aun si ambos no tuviesen realmente el tiempo para uno. Aunque Samatoki podía tomarse unos días cuando se le daba la gana y Jyuto podía cobrarle de inmediato a su jefe unos favores o reportar estar enfermo… pero tampoco quería improvisar.

Jyuto suspiró, apagó el tercer cigarrillo de la mañana y dejó su auto, en el que había llegado al edificio en el que Samatoki vivía al menos una hora atrás.

Al carajo con todo.

O Samatoki le decía de frente lo que quería o aceptaba su compañía, porque si pensaba que iba a ignorar su cumpleaños, se equivocaba.

Con eso en mente, Jyuto ingresó al lugar sin ningún titubeo, usando el código de la puerta sin tener que tomarse un momento para recordarlo y ya en el ascensor solo se concentró en el número que indicaba cuánto le faltaba para llegar al piso de Samatoki, negándose a retroceder.

Si no dudaba a infiltrarse en la guarida de un criminal, mucho menos iba a huir ahora.

Estar consciente de lo extraño que sonaba eso no detuvo a Jyuto una vez llegó al apartamento de Samatoki, ni lo hizo titubear en el momento de ofrecer lo único que tenía hoy para el cumpleañero apenas Samatoki, luciendo como si no llevase más de unos minutos despierto, abrió la puerta.

—Hoy soy todo tuyo.

Y ahí estaba. Si Samatoki también hacía mala cara a eso, bien podría quedarse varias horas en una celda la próxima que lo arrestaran…

Pero en vez de hacer una mueca de irritación como solía hacer ante cualquier regalo de cumpleaños, Samatoki parpadeó un par de veces, viéndose sorprendido, antes de soltar una fuerte carcajada.

Tal reacción fue tan inesperada que Jyuto no supo qué hacer, mas el paso de los segundos y el que Samatoki siguiese riéndose lo llevó a fruncir y ceño y cruzar sus brazos.

—Hablo en serio, Samatoki —dijo con impaciencia—. Aunque si al fin quieres algo, puedo comprarlo si prefieres…

—¿Sí? —Si bien Samatoki dejó de reír, la risa seguía presente en su voz y en sus ojos cuando lo interrumpió—. Entonces ven.

Esa orden fue acompañada por una mano agarrando uno de sus brazos y Jyuto no opuso ninguna resistencia, permitiendo que Samatoki lo arrastrara al interior del apartamento, sospechando ya lo que vendría y no se equivocó.

Él mismo resultó siendo un instrumento para cerrar la puerta, contra la que terminó recostado al recibir un beso largo que logró que él dejara de fruncir el ceño y se concentrara en Samatoki, agradeciendo por una vez el tener una mejor respuesta.

Si Samatoki siempre recibiese así una felicitación o un regalo, Jyuto no habría tenido que pasar por tantos dolores de cabeza, cosa por la que probablemente le reclamaría después, una vez no tuviese la lengua de Samatoki enredada con la suya y el alivio de haber acertado este año dejase de ser más fuerte que la frustración del tiempo perdido preocupándose y buscando una buena opción que Samatoki valorara.

Fue solo cuando Jyuto comenzó a sentir que el estar entre la puerta y Samatoki era lo único que lo mantenía en pie que Samatoki rompió el beso, luciendo satisfecho. A pesar de eso, Samatoki apoyó su frente contra la de él al tiempo que entrecerró sus ojos.

—No puedes retractarte.

Esa amenaza hizo que Jyuto resoplara. ¿A estas alturas Samatoki pensaba que Jyuto iba a escapar de él?

—No lo haré —aseguró y tras tomar una bocanada de aire, pronunció lo que quizás debería haber dicho primero—. Feliz cumpleaños.

Samatoki cerró sus ojos, inclinó su cabeza hasta dejarla contra su cuello y musitó contra su piel algo que Jyuto no alcanzó a escuchar. Conociéndolo, sin duda no era ningún tipo de agradecimiento, pero Jyuto no le dio importancia a eso y sí alzó una mano para pasar sus dedos por el cabello de Samatoki en una caricia que Samatoki respondió mordiendo su cuello, ante lo cual Jyuto no se quejó.

Él no se iba a arrepentirse a estas alturas y si Samatoki apreciaba esto al menos la mitad de lo que Jyuto apreciaba lo que Samatoki había hecho por él en su cumpleaños, bien podía darse por contento y no preocuparse… al menos hasta el próximo año.