Por fin, después de tanto sufrimiento, por fin habían terminado. Los últimos exámenes del año habían finalizado para ella y con esas notas daba por pasado el primer año en la escuela Edén. Bueno, es verdad, no había conseguido ocho stellas como se suponía que debía conseguir, pero tampoco había recibido más tornitus, lo cual era un milagro considerando que había pasado con lo justo (según los pensamientos de su papá..., para ella, había sido un total éxito). Y si bien tampoco había logrado hacerse tan amiga del segundo como para que la invitara a ella y a su padre a la casa, por lo menos la misión de su papá no había sido un fracaso total. Según lo que había entendido leyendo su mente, la guerra estaba en una especie de... ¿congelador? algo así, entonces habían decidido que la familia Forger tenía que continuar existiendo como tal para poder seguir manteniendo vigilado a Desmond. ¡Urra para Anya!

Ese día, sin embargo, Anya volvió algo pensativa a su casa. Becky había estado hablando todo el tiempo de sus telenovelas de amor favoritas y las muchas películas de amor que vería esas vacaciones, sobre todo cuando fueran a París con su familia. Anya la había dejado hablar fingiendo que escuchaba, como hacía siempre, hasta que algo de lo que ella dijo llamó su atención.

—El amor es tan emocionante, Anya... —decía Becky poniendo ojos soñadores—. Sobre todo cuando alguien te trata mal porque realmente le gustas.

—¿Eh? —Anya la miró confundida— ¿Eso existe?

—¡Pero claro! —emocionada por el repentino interés de su amiga, siguió explayándose —. Es la típica estrategia que usan los chicos cuando no quieren que te des cuenta que están enamorados de ti. Te molestan, te tiran del pelo, te empujan, se burlan de ti... pero en el fondo, no pueden vivir sin ti.

—Eso es confuso.

—Ay, Anya... es que tú eres demasiado inocente. Tienes que dejar de ver tantos dibujitos y ver más novelas.

—No creo que quiera hacer eso...

—Ya te vas a interesar —Becky sonrió traviesa—. Mira esto. ¡Eh, Segundo!

Damián Desmond, que pasó por allí seguido por su séquito de amigos, miró a Becky con una ceja alzada.

—¿Qué quieren?

—¿Es que alguna vez has estado enamorado?

—¿Qué dices? —Damián frunció el ceño como si estuviera oliendo algo apestoso. Cruzó una mirada con sus amigos y puso los ojos en blanco—. Yo no tengo tiempo para esas tonterías.

Una idea brillante, o al menos a ella le pareció, pasó por la cabeza de Anya quien sonrió enormemente de pronto, achinando sus ojos.

—Becky dice que cuando molestas a alguien tanto, es que en realidad esa persona te gusta... —Damián mantuvo su expresión de asco pero esta vez atinó a dar unos pasos hacia atrás—. Y estaba pensando... tú me molestas mucho, segundo... ¿Es que estás enamorado de mi?

La cara de Desmond en ese momento era para hacer un retrato. Sus ojos se habían ampliado como platos, su rostro se había puesto tan colorado como un tomate y sus manos comenzaron a temblar. Él parecía que en cualquier momento iba a explotar, en tanto sus amigos pronto estallaron en carcajadas como si les hubieran contado el chiste más divertido del mundo, y por supuesto, sin advertir el estado de Damián. En un intento desesperado por revertir el hecho, el segundo soltó una risotada sumamente exagerada y estridente.

—¿Q-QUÉ DICES TONTA?! —chilló una décima más alto de lo que pretendía en tanto fingía reírse— ¡¿POR QUÉ DICES ESTUPIDECES?! ¡¿A QUIÉN PODRÍA GUSTARLE UNA TONTA PATICORTA COMO TÚ?!

El séquito de Desmond, que no lo dejaban solo ni para ir al baño, vitoreó la respuesta. Anya amplió un poco más su sonrisa al leer sus pensamientos y lo tan nervioso que se sentía, que pestañeó varias veces como hacía Becky cuando quería que alguien cumpliera sus caprichos.

—¿Está seguro? Porque mi mami dice que las paticortas como yo somos muy bonitas y tiernas...

—P-PUES ES UNA M-MENTIRA! ¡Q-QUÉ NIÑA TONTA!

Y de un momento a otro, Damian Desmond salió corriendo sin rumbo fijo dejando a sus amigos sorprendidos salir corriendo detrás de él en un intento desesperado de alcanzarlo.

—Vaya, Anya, no esperaba ese valor viniendo de ti... —dijo Becky entre risitas.

Anya la miró confundida.

—Me parece que eso del amor solo pasa en tus novelas —dijo negando con la cabeza.

—Ay, Anya... ¡es que eres tan inocente!

Así que sí... Anya no entendió nada. Entonces... si no era ser malo con otra persona para ocultar que en realidad te gusta... ¿Qué era estar enamorado? Para cuando llegó a su casa, Anya había olvidado esa situación hasta la hora de la cena, cuando un pensamiento de su madre irrumpió abruptamente su cabeza. "Hoy Loid se ve más contento de lo normal. ¡Parece que mi comida le ha gustado! ¡Qué alivio! Siempre se ve mejor con una sonrisa en el rostro".

—Hmm... Ma, pa... ¿Qué está enamorado?

—¿Ah?

La pregunta tomó por sorpresa a los dos adultos, que la miraron con desconcierto dejando sus cubiertos a un costado del plato.

—Vaya Anya... esa es una pregunta muy compleja. ¿A qué se debe? —Loid la miró analíticamente, como solía hacer siempre, pensando en las múltiples posibilidades que habrían llevado a su hija a hacer una pregunta como aquella.

—Solo quiero saber —se encogió de hombros restándole importancia.

—Bueno, tu padre tiene razón. Es una pregunta un tanto complicada —Yoru respondió con una sonrisa ligera "¿será acaso que le gusta alguien?"—, pero supongo que se puede responder diciendo que es cuando se quiere mucho, mucho a una persona.

Anya lo pensó por un momento e hizo una mueca. Si no entendía lo que era estar enamorado, ¿cómo iba a entender qué era que le gustara alguien?

—¿Cómo a quién? ¿Cómo yo quiero a pa, a ma o a Bond?

—Bueno, no... no es exactamente esa misma forma de querer Anya. Es un poco diferente...

Loid asintió con la cabeza ante las palabras de su mujer en tanto continuaba evaluando qué cosas le estarían pasando por la cabeza a Anya.

—No entiendo. Entonces... ¿qué se siente estar enamorado?

Yoru se removió un poco incómoda en su lugar. Carraspeó un poco y sus mejillas se tiñeron ligeramente de un color rosado.

—Emm... bueno, en realidad no lo sé... Nunca estuve… enamorada.

"¿Nunca estuvo enamorada?" Loid posó su mirada curiosa en la mujer que tenía al lado. Su cerebro se había puesto en marcha recordando toda la información que tenía acerca de su mujer. Desde que llevaban juntos, apenas había pensado en cuestiones sentimentales o su pasado. ¿Habría tenido pareja o habría estado tan ocupada cuidando a su hermano que todo eso había quedado en el olvido?

—¿Pa? —Loid se giró hacia su hija— ¿Y tú?

—¿Yo? Bueno... —Loid tomó un sorbo de vino sopesando la pregunta. La realidad era que él tampoco había estado nunca enamorado, no había tenido tiempo ni momentos para preocuparse por ello. Sabía lo que decían los libros respecto al amor o al cortejo, eso sí, y había utilizado ese conocimiento como herramienta para sus misiones. Pero él en verdad nunca había sentido el verdadero amor, nunca había conocido alguien que le despertara esos sentimientos que intentaban describir las canciones, los poemas, los libros. Apenas se acordaba del cariño que le tenía a sus padres o incluso a sus amigos. Además, la realidad indicaba que, para alguien como él, el amor no estaba permitido. Sin embargo, ante aquella situación no podía afirmar que nunca le había pasado porque se suponía que Anya era su hija biológica y él había estado casado antes, al menos ante los ojos de Yoru—. Más allá de lo mucho que quise a tu madre, no, no me ha pasado.

Anya inclinó la cabeza aún más confundida que antes. Estuvo un punto de abrir su boca cuando los pensamientos de su padre le hicieron recordar la farsa armada hasta para Yoru. "Vamos Anya, no la embarres ahora... tienes una madre biológica, tienes una madre biológica".

Su madre biológica...

"Me pregunto cómo era la madre de Anya. ¿Será descortés preguntarlo?" Anya posó sus ojos verdes en Yoru, que miraba el plato sintiéndose tensa "¡No! ¡No puedes preguntar eso, Yoru! Claro que es una desubicación... además, no quiero que Anya lloré".

¿Llorar? ¿Por qué iba a llorar? La niña frunció el ceño ante aquellos pensamientos. Su madre biológica... apenas se acordaba de ella. Sabía que tenía una madre biológica, los del laboratorio decían constantemente que tenía que olvidarse de ella, eso lo recordaba muy bien ya que cada vez que preguntaba por ella, no recibía únicamente un castigo verbal. Todavía recordaba sus piernas temblar cada vez que intentaba preguntar por ella. No había nombre, nunca lo hubo, nunca lo supo… solo conocía la palabra "mamá". No obstante, había algo de esa voz, ese tacto, esa caricia... esa canción de nana que le removía el cuerpo cada vez que pensaba en ella... algo de todo eso se había quedado pegado en su pecho como cemento. Ya no recordaba el aspecto de su verdadera madre, ya no recordaba casi nada de ella y su lugar lo ocupaba una sombra negra. ¿Acaso ella había llegado a amarla? ¿Habría tenido sus mismos ojos verdes? ¿Su pelo rosa? Al fin y al cabo, ella no era más que un experimento.

—¿Anya? —el rostro de Loid estaba cubierto de preocupación y se encontraba inclinado hacia ella.

Anya notó entonces que una solitaria y rebelde lágrima había escapado de sus ojos sin que lo hubiera notado.

—Oh, Anya, cariño... ¿Estás bien? —no se había dado cuenta en qué momento Yoru se había levantado en su lugar para colocarse a su lado y agachado hasta ponerse a su altura para tomar su mano.

El cabello rosado ondeó cuando ella negó con la cabeza para quitarse esos sentimientos de encima. Se limpió a lágrima con el dorso de la mano y dibujo una sonrisa en el rostro dirigida a sus padres. No quería preocuparlos y tampoco quería centrar la atención en su pasado. Esas eran cosas de las que no podía hablar.

—Aún no lo entiendo —dijo, en un intento de dispersar la tensión que se había armado—. ¿Cómo es? Becky dice que es el mejor sentimiento del mundo, pero no entiendo. ¿Qué se siente estar enamorado?

Loid la miró cuidadosamente. Su cabeza no dejaba de funcionar y ya estaba produciendo mareos en la telépata. "Me pregunto... ¿qué habrá vivido antes de que yo la encontrara? Nunca pude encontrar registros de ella y su vida. Aun así... si no quiere hablar de ello, no puedo obligarla".

—Oh, con que de ahí lo has sacado... —Yoru soltó una pequeña risa en un intento de distender el ambiente—. ¿Es que acaso a ti te está gustando alguien?

Los pensamientos de Loid se detuvieron de golpe. "¿Qué? ¿Qué acaba de decir?"

Anya miró a su madre durante lo que pareció un largo minuto, sin saber qué responder.

—No sé qué es que te guste alguien… —dijo finalmente. Algo de su respuesta pareció aliviar en gran medida a su padre que soltó un largo suspiro—. Solo quería saber si puedes ser malo con esa persona que se supone que te hace sentir así. No entiendo estas cosas...

—Buenos si, puede ser —el espía, que todo lo sabe, tomó la palabra apegándose a toda la información que había adquirido alguna vez en sus lecturas—, si uno no está dispuesto a aceptar esos sentimientos, es normal rechazarlos con el afecto contrario. Es decir, tratando mal a esa persona.

—¿Entonces Becky tiene razón? —preguntó con desconfianza.

—¿Sobre qué exactamente?

—¿Si se puede tratar mal a alguien y quererla al mismo tiempo?

—Si, se puede, pero debes saber qué hay diferentes maneras de querer a las personas, así como también hay diferentes maneras de amar—"Amor... una palabra prohibida para alguien como yo"—. La amistad, la familia... son diferentes formas de amar también. Pero todas ellas requieren de tiempo, de paciencia y comprensión... además, el cariño hacia alguien puede modificarse con el tiempo...

Yoru volvió a sentarse al lado de Loid con una pequeña sonrisa en su rostro.

—Así es, Anya... quizás no lo entiendas ahora, pero estoy segura de que cuando seas más grande lo entenderás y amarás a alguien tanto como él te amará a ti.

Disconforme con sus respuestas, Anya dejó escapar un suspiro. Ella necesitaba de un ejemplo más claro y quizás si...

—Pero eso no me dice qué se siente estar enamorado... Becky dice que cuando uno está enamorado se sienten mariposas en la panza, el corazón late muy rápido, se te pone la cara roja cuando ves a esa persona que te gusta... algo así como cuando ustedes se ponen cariñosos.

—¡¿EH?!

El rostro de ambos adultos adquirió un coló carmesí intenso y ambos pegaron un salto en su silla, alejándose uno del otro casi por instinto. Ojos celestes y ojos rubí, estaban abiertos como platos.

—¡Claro que no! —gritaron al unísono.

—No nos hacemos... —el espía carraspeó sintiendo tanto su incomodidad como la de Yoru—. No nos... ponemos... cariñosos...

—Para mí que si —Anya sonrió traviesa con más ganas de molestarlos que pensar que aquello era verdad—. Se ponen rojos y nerviosos cuando están juntos o se tocan las manos sin querer... a mamá se le caen las cosas de la mano, papá empieza a hablar confuso...

Loid se levantó de su lugar sintiéndose descolocado, en tanto Yoru había cubierto su rostro enrojecido con sus manos, completamente avergonzada. "¿Yo? ¿Enamorada de Loid? N-no... n-no puede ser… posible"

"¿Acaso se volvió loca? ¿Enamorado yo? Vaya chiste".

—Yo solo digo lo que veo. Quiero entender esto —se defendió la niña entretenida con el caos que había armado en la cabeza de sus padres.

Negando con la cabeza y como para demostrar que aquel comentario no le afectaba en nada, Loid comenzó a levantar los platos y llevarlos al fregadero. No podía permitir que Yoru pensara que él realmente podría estar enamorado… ¿acaso sería algo bueno para la misión? "Pff... enamorado. No existe esa palabra en mi diccionario. Además... yo no me pongo nervioso ante Yoru... ¿verdad? No, es una tontería... Es una hermosa mujer, no lo voy a negar… y ha pasado bastante desde que… ¿Qué dudas Loid? Déjate de tonterías. Sabes que no existe eso para tí. Y no, no uso técnicas de conquista con Yoru porque... no, no son nervios. Es que no hace falta. Además, es Yoru, no puedes jugar con… ¡Demonios! ¡Concéntrate! ¡Recuerda quién eres, Twilight!"

—Pues... no. O sea, si... somos una familia, pero es más ese tipo de... cariño—Loid intentaba que su respuesta sonara creíble, pero no estaba seguro de estar lográndolo. Su cabeza se había vuelto un torbellino de ideas y no entendía por qué su corazón se había acelerado.

Con el rostro aún cubierto por sus manos, Yoru se mantenía estática. "¿Es así? ¿Es ese tipo de amor familiar? Si, no... es como a Yuri, debe ser como a Yuri. Pero... no es... igual. O sea, Loid es un hombre muy atractivo, es verdad... atrae muchas mujeres... pero... ¿yo? no. Debe ser que estoy interpretando mejor mi papel de esposa enamorada. Eso es... si, Camila la otra vez me dijo que parecía una mujer recién enamorada... es solo que mejoré en el papel. Alguien como yo no merece formar una familia… hay tanta sangre derramada en mis manos".

—Loid tiene razón, Anya... —Yoru tomó una bocanada de aire antes de liberar el rostro de sus manos. Y con más firmeza y convicción tras ese debate interno continuó—, es ese... ese... cariño que logramos construir en todo este tiempo. Es… ese tipo de… ¿am-amor?

No entendía por qué le había salido como pregunta.

La niña de ojos verdes soltó una risa ante las excusas mentales de sus padres y se levantó de su lugar encogiéndose de hombros. Si Becky tenía razón sobre lo que decía, esa noche había descubierto algo mucho más interesantes que saber si el segundo estaba o no molestándola porque ella le gustaba.

—Muy bien, me aburrí. Me voy a dormir. Que sueñen lindo.

Entre risas y saltitos, Anya se marchó a su habitación dejando dos muy avergonzados y confundidos padres que no se atrevían a mirarse el uno al otro. Anya miró el techo de su habitación una vez que se encontró acostada. Una nueva idea había atravesado su cabeza y la emoción le recorrió el cuerpo entero. Quizás si lograba que sus padres se enamoraran de verdad... la familia Forger no tendría que desaparecer una vez terminada la misión. Si, lo había decidido, esa sería su nueva misión como agente secreto... mantener esa familia unida para siempre.