Capítulo II
Un zumbido en sus oídos provocó que Draco perdiera el conocimiento por unos momentos, pero casi al instante se recuperó. Fue bastante su sorpresa al encontrarse de nuevo en el Colegio de Magia y Hechicería, al cual había asistido hacía tanto tiempo. Se maldijo a sí mismo, ya que la poción había estado mal hecha, y había retrocedido mas tiempo del necesario. Tenía que pedir indicaciones de fecha.
Se levantó del suelo y se percató que estaba en la habitación de los chicos de Slytherin de séptimo grado, y vestía sus uniformes escolares, lo cual lo llevó a suponer algo. Corrió al baño y se miró en el espejo. Sus manos tocaron su rostro, como buscando indicios de alguna enfermedad, sin encontrar nada, y sonrió. No era una sonrisa de las frías y sarcásticas que acostumbraba a dar cuando chico, si no que era de las sonrisas que solo le dedicaba a la niña Weasley. En ese momento se escuchó un estrépito en los pisos inferiores, así que decidió bajar a ver que pasaba, después de todo, recordaba perfectamente el hecho de que era prefecto.
La Sala Común estaba igual que siempre, o al menos, como él la recordaba. Pulcramente limpia y elegante. Los muchachos de Slytherin estaban cada quien en grupos ocupados de sus propios asuntos, excepto por Crabbe y Goyle, quienes daban tumbos en una región apartada de los demás.
-¡Quietos!- exclamó Draco, mientras que se acercaba peligrosamente a ellos. Los muchachos que parecían gorilas se separaron y miraron asombrados a Malfoy, el cual gruñó y se alejó de ahí, percatándose de lo que había hecho.
Recordaba perfectamente esa tarde. Al menos la parte que a él le había tocado vivir, la cual no había sido muy agradable. Salió de la Sala Común para dirigirse hacia el Gran Lago, donde recordaba que lo estaba esperando ella. Sin embargo, y para su desgracia, no recordaba lo que estaba a punto de pasar, que fue la gota que derramó el vaso.
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Virginia Weasley caminaba en dirección al Gran Lago, mientras era seguida por un par de ojos azules, los cuales miraban recelosos desde la ventana de la habitación de los chicos de Gryffindor. La chica caminaba con paso seguro, aunque por dentro sentía que no podía sentirse de tal forma. Se sentó a las orillas del lago y esperó. Pasaron unos minutos y nada sucedía.
Los ojos recelosos de su hermano todavía estaban puestos en ella, aunque ahora se podía ver cierta satisfacción en ellos. Sabía que si el hombre decepcionaba a su hermana al menos una vez, todo podría mejorar, y Ginny no estaría atada a él nunca mas. Sin embargo, no sabía hasta que punto podía llegar el cariño de una mujer hacia un hombre. Y ese cariño fue lo que mantuvo la luz de la vida de muchos encendida, ya que fue la base para que varios se salvaran en esa época, y sin embargo, nadie lo vio así. Mucho menos Ron Weasley, quien esperaba a toda costa que Malfoy nunca llegara. No sabía cuan ciertas eran sus esperanzas.
Apenas comenzaba a aflojar la guardia que tenía sobre su hermana, su rostro se volvió hacia la habitación, y un golpe en su cabeza provocó que no supiera nada mas, si no hasta que despertara horas mas tardes en la Sala Común de Gryffindor, rodeado de sus mejores amigos.
-¿Qué pasó?- preguntó a media voz.
-No lo sé- contestó una pálida jovencita de cabellos castaños enredados. –Harry te encontró desmayado en la habitación-
Ron algo, pero lo único que le vino a la cabeza fue un fuerte dolor en la parte donde el golpe había caído. Hizo una mueca de dolor y se tocó la cabeza. Hermione destapó una poción y se la dio a beber. Sabía horrible, pero al menos el dolor comenzaba a desaparecer rápidamente. La chica le sonrió.
-¿Mejor?- preguntó. Ron asintió, sin embargo, ahora su pensamiento lo ocupaba la cita de su hermana en la tarde.
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El bullicio y la alegría reinaban el Gran Comedor aquella noche. Todos los alumnos reían y charlaban despreocupadamente, ajenos a todo lo malo que ocurría en esos momentos en el mundo que se encontraba fuera de las seguras paredes de su amado Colegio. En cierto sentido. Ginny miraba su plato de comida con cierta nostalgia en su mirada, pero al instante se borró de su rostro, ya que en ese momento entró Draco Malfoy al comedor, seguido por sus eternos guardaespaldas. La chica lo miró con suspicacia por unos momentos, y éste trató de desviar la mirada, como si huyera de ella. Se fue a sentar a su mesa, mientras la chica suspiraba con enfado. Ni ella ni nadie se percataron de los golpes que el joven mago tenía en la espalda.
-¿Qué tienes Ginny?- preguntó la protectora voz de su hermano a sus espaldas. La muchacha se sobresaltó y miró a su hermano, el cual mostraba un rostro demasiado pálido, pero alegre. Éste se sentó junto a ella, mientras que Harry ocupada el lugar de enfrente y Hermione ocupaba el lugar del otro lado.
-¿Qué se supone que debo de tener?- contestó ella mordazmente, mientras dirigía su mirada de nuevo al plato. Los chicos se sorprendieron.
-¿Malfoy te hizo algo malo?- preguntó Ron, mirando con odio al rubio que no se percataba de lo que sucedía en la mesa de los leones.
-¿Desde cuando les interesa tanto lo que hago?- preguntó la chica.
-Desde que dejaste de fijarte en mi mejor amigo y comenzaste a fijarte en una estúpida serpiente, ¿te parece poca la razón que tengo para preocuparme?- exclamó Ron, mientras tomaba a Ginny por los hombros.
-Pues si tu, al igual que Harry, creyeron que siempre sería una tontita a los pies del niño que vivió, están muy equivocados, en todo caso, al menos Malfoy si se fijó en mi- La voz de Ginny se estaba tornando peligrosamente suave. Harry se sorprendió por la indirecta, mientras que Hermione trató de tranquilizar a la chica.
-Ginny, no pasa nada, solo nos preocupamos, es todo, por favor, no actúes así, somos tus amigos-
-Pues gracias, muchas gracias Hermione- dijo Ginny con sincero agradecimiento, pero luego se volvió hacia su hermano y Harry –Ahora si me disculpan, tengo asuntos que resolver- e hizo ademán de levantarse de la mesa.
-Espera, veníamos a decirte algo- dijo Harry, mientras la tomaba por la muñeca. Ginny volvió a sentarse.
-¿Qué pasa?- preguntó de forma apresurada.
-Algo atacó a Ron- soltó Harry, mientras la veía directamente a los ojos. – Aún no sabemos que es, y veníamos a preguntarte si has visto algo inusual por el castillo.- Ginny captó la indirecta de la pregunta.
-Si vienes a preguntarme si Draco se ha portado de manera incorrecta conmigo, no es así, ahora discúlpenme por favor, tengo tarea que hacer- contestó Ginny, levantándose rápidamente y saliendo del Gran Comedor. Cuando Malfoy notó esto, el también se levantó disimuladamente para abandonar el lugar, bajo la atenta mirada de un profesor de pociones con el ceño fruncido.
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-¡Ginny, espera por favor!- exclamó Malfoy, mientras corría tras la chica, que trataba de alejarse de él sin obtener buenos resultados.
-¿A que estas jugando Malfoy?- preguntó ella.
-Lo siento, yo, traté de cambiar el pasado... perdón, traté de ir, pero algo superior provocó que me retrasara, y cuando fui ya no estabas ahí- declaró Draco, mientras se acercaba a ella. –Perdóname por favor- dijo él, tomando una de las manos de la chica.
-¿De que hablas? ¿Por qué no fuiste?- preguntó Ginny, cambiando el tono molesto de su voz.
-No puedo decírtelo en estos momentos... Te lo diré después, solo tienes que confiar en mi, por favor...- le dolía decir estas palabras, le dolía pedirle que confiara en el, después de todo, en el futuro ella pensaba que el la había engañado de muchas maneras. De cierto modo era verdad. Sin embargo, dentro de la poción que había tomado, algo le había impedido cambiar el pasado a como el quería. Podía cambiar ciertas cosas, pero no las que el en verdad quería cambiar, y eso había sido un golpe bajo, ya que sabía que de ese modo jamás volvería a estar junto a ella en el futuro.
La mirada de la muchacha escrutaba el rostro del rubio, tratando encontrar algún indicio de mentira, sin lograrlo.
-Mi hermano fue atacado hoy por la tarde cuando tu no llegaste, ¿sabes algo?- preguntó la niña. El rostro de Malfoy palideció, pero la oscuridad logró que nadie mas que él se percatara de ello.
-Me suena a algo que me dijeron, pero hasta donde yo se, era solo una distracción- contestó Draco.
-¿Una distracción de que?-
-Alguien sabía que nos veríamos para tratar asuntos de la Orden del Fénix, y trató de evitarlo. Al parecer están sospechando que estoy tambaleándome al lado del Señor Oscuro, y trata de que eso no pase. Sería peligroso que nos vieran de nuevo a nosotros dos juntos y a solas.-
-¿Y quien fue la persona que sabe todo eso?- preguntó Ginny, mientras sentía un escalofrío recorrer todo su cuerpo.
-Lucius- La voz de Draco mostraba confianza, sin embargo Ginny lo conocía demasiado bien, y sabía que mientras mas mostrara eso, mas le faltaba al chico. Se compadeció de él por unos cortos instantes, pero luego el apuro vino a ella rápidamente.
-¿Qué haremos? ¿Fue el quien atacó a Ron?- preguntó Ginny.
-No, el estaba conmigo cuando pasó lo de Ron. No tiene el poder para estar en dos lugares al mismo tiempo, pero por favor, no preguntes nada mas, es peligroso, creo que por un tiempo me desconectaré de la Orden.- declaró Draco, mientras soltaba la mano de Ginny.
-¿Estas seguro?- la voz de la chica comenzó a temblar. –Draco, has sido un buen amigo para mí, y se que tu camino no es el de tu padre, ¿Seguro que no quieres ocultarte?- preguntó Ginny ansiosamente.
-Sabes que ese no es mi deseo, y que aún puedo reparar los errores que cometí, por favor, no me lo vuelvas a proponer- contestó Draco. Volvió a tomar la mano de Ginny, y le colocó una rosa blanca, pequeña.
-Esto es lo que te iba a entregar hoy en la tarde, Feliz Cumpleaños- dijo mientras sonreía. Se acercó a ella como dispuesto a hacer algo, pero luego lo pensó bien y se alejó un poco.
-Será mejor que te vayas, tus amigos podrían salir en cualquier momento de el Gran Comedor y comenzarían a hacer preguntas- Su voz ya no sonaba ni cálida ni amigable.
-¿Aún los odias?- preguntó ella, mientras su mano se cerraba fuertemente en la rosa que le había colocado en la mano.
-Vete- susurró el chico. Ginny lo miró con compasión por última vez, y se dirigió a sus habitaciones. Draco la miró irse, mientras aún sentía el contacto de la mano de Ginny en la suya. Iba a ser mas difícil de lo que pensaba, no podría revivir aquello de nuevo sin sentir nada. Y eso lo sabía de sobra.
-Una sabia decisión- dijo una voz a sus espaldas.
-Lo se- contestó Draco simplemente, mientras miraba el camino por donde Ginny se había alejado.
-Sin embargo, una tontería hablar de eso a mitad del pasillo, en donde cualquiera podría haber escuchado- La voz de Snape era dura, pero no fría.
-Lo siento profesor, no volverá a ocurrir- Seguía sin mirar a Snape.
-Señor Malfoy, creo que no se está tomando esto demasiado en serio, podría suponer que el consejo que la señorita Weasley acaba de darle sería lo mejor para usted, después de todo, aún está a tiempo- dijo Snape, tomando al chico por un hombro y obligándolo a voltear.
-Creo que me tomo esto mas en serio de lo que usted cree, profesor-
-¿A que se refiere?- preguntó Snape. Draco lo miró con gravedad. Había llegado la hora de confiar su secreto a alguien de ahí. Después de todo, no podría hacer todo eso solo.
Hola a todos!!! Bueno, creo que no me tardé tanto en actualizar este... Esta bien para ser el segundo capítulo, lo bueno es que me tocó un fin de semana largo y sin trabajo, entonces decidí darme un tiempo para actualizar todo lo que se pudiera Jejejejeje
Espero que disfruten bastante este segundo capítulo, a mi si me gustó un poco, aunque tardé horas escribiendo. Tengo sueño y estoy cansada, me la he pasado haciendo tarea como loca.
No les molesta cuando algún profesor les deja tarea como si fuera lo último que fueran a hacer en sus vidas? A mi sí, y para mi suerte, ahora todos mis profesores son así, el caso es que tengo mi agenda llena de tareas, y es la muerte!!!!
Pero bueno, espero actualizar pronto, y por favor, dejen RR!!!
Muchas gracias a los comentarios que dejaron del capítulo pasado....
Atte.
Kiche
