Capítulo 1 "El Caballero Inmortal"

La nieve caía, espesa e incesante. Por un momento creyó que no lo lograría.

No voy a rendirme, pensó. Que demonios ganaría si lo hiciera.

Siguió adelante desafiando al frío, caminó lo que parecía ser una eternidad sin detenerse. Sin saber dónde estaba ni tener la menor idea de a donde iba, sin saber que encontraría y sin garantía de que lo lograría.

¿Qué otra opción tenía?

Las ráfagas de frío azotaban su cuerpo. La nieve le llegaba hasta las rodillas. La temperatura solo parecía descender más y más. Cada paso que daba era el resultado una feroz lucha interna por no colapsar, una lucha por sobrevivir.

Constantemente pasaba sus brazos entumecidos por los ojos para sacar los copos de nieve que se le pagaban en las pestañas. Su mente divagaba una y otra vez, pero de alguna forma se las arreglaba para no perder de vista su objetivo…

Vivir.

¿Por qué me paso esto? ¿Dónde diablos me encuentro?, cada que recuperaba un poco la cordura, el niño no podía evitar que esos pensamientos se formaran. No podía evitar quejarse, no podía evitar maldecir su destino.

¿Por qué fue enviado sin anticipación a un lugar remoto e inhabitable? Solo. Sin nadie que lo ayudara.

Odiaba todo eso.

Pero llorar por su mala suerte o su trágico destino no lo liberaría de sus problemas, aun así, no pudo evitar que ciertas preguntas se formaran en su cabeza:

¿Por qué el destino lo envió a ese lugar tan cruel? ¿Qué hizo para merecer eso?

¿Por qué? Al final eso era todo lo quería saber.

Pero nadie nunca respondería eso.

El frío inhumano que parecía de otro mundo pinchaba su piel y era quizás el único factor que lo mantenía despierto.

Odiaba ese dolor, odiaba el frío, odiaba la nieve, odiaba la sensación de estar muriendo.

Odiaba que su cuerpo no dejara de temblar, odiaba que su pequeño cuerpo colapsara, odiaba ser tan débil.

… Odiaba ser un simple humano

—Oye, Glen. Mira lo que encontramos aquí— dijo una voz que no reconoció.

Cuando su cuerpo llego a su límite, sitió que una mano lo ayudaba a levantarse y lo cargaba.

—¡Su cuerpo está helado! —dijo el hombre—. Ja, ja, ja, mira esto. ¡Tiene el cabello de color negro! Este chico costará unas monedas de plata.

La voz no paraba de hablar cosas incompresibles para el niño que apenas mantenía la conciencia. Lo único que pudo hacer fue agradecer al destino que encontró a alguien que lo salvara.

Aquel fue el trágico primer día en que Natsuki Subaru fue invocado.

Cada uno de los cuatro Reinos del continente tenía su propia milicia. Estas estaban principalmente encabezadas por personas con capacidades sobrehumanas o con talentos extraordinarios. Reinos como el de Lugunica y Gusteko eran quienes tenían una estructura militar más sólida y eran similares en su forma de organizar a sus tropas: Los soldados con capacidades que superaban con creces las capacidades de un humano promedio eran normalmente parte de los llamados Caballeros, los cuales eran asignados a distintos feudos para mantener el orden de sus respectivos reinos; Los Caballeros con mayor rango eran conocidos como Caballeros Reales en Lugunica y Caballeros Acólitos en Gusteko.

Estos temibles guerreros, ubicados en el pináculo de la palabra «Caballero» se jactaban de tener la fuerza de mil soldados ordinarios. Eran principales armas de ambas naciones.

Pero no eran lo mismo.

Si bien era verdad que ambas naciones condecoraban con el rango de «Caballero» a las personas que poseían habilidades sobrehumanas y que servían con lealtad a su patria. Los medios por el que se alcanzaba dicho rango eran muy…

Diferentes.

El Reino de Lugunica, ensalzado como el país más fuerte del mundo, poseía una población mucho mayor, por lo que había personas bendecidas en mayor número. A pesar de eso, solo aquellos nacidos en una cuna noble eran dignos de volverse Caballeros del Reino. Y naturalmente volverse Caballero Real era algo impensable para un simple plebeyo. Era comúnmente conocido en la nobleza que el título de Caballero era algo destinado a personas nacidas para eso, que tuvieran un talento extraordinario y procedieran de familias con gran historia o influencia en el país. Tal posición solo era digna de personas destinadas a ello.

Gusteko en cambió era considera quizás la nación más débil de todas, esta no podía darse esos lujos de clasismo a la hora de reclutar personal militar. Su población era notablemente inferior al de las otras naciones, por lo que las probabilidades de que nacieran personas con habilidades sobrehumanas en esas tierras inhóspitas eran aún más bajas. Aun así, se las arreglaron para poder contar con los temidos Caballeros Acólitos, quienes eran temibles monstruos capaces de rivalizar e incluso superar a los Caballeros Reales.

¿Cómo era eso posible?

La orden de los Caballeros Acólitos normalmente no estaba conformada por humanos nacidos con habilidades sobrehumanas, los que conformaban esa orden eran en su mayoría humanos plebeyos. Niños mejorados artificialmente usando una serie de Rituales y Maldiciones.

Estos actos de creación de supersoldados eran realizados en secreto de la santa iglesia, muchos miembros influyentes considerarían dichos métodos como prácticas inhumanas y un insulto a todos los dogmas que defendían. Las maldiciones eran consideradas un acto aborrecible.

Era por eso que la Bendición de los caballeros acólitos fue llamada de esa forma. Nadie salvo ellos mismos sabía la verdad de aquello: Eso no era una bendición, era una maldición.

Las maldiciones eran un vil arte enfocado al asesinato y formaba parte de una de las muchas escuelas de la magia. Era una escuela comúnmente utilizada por chamanes provenientes de ese mismo reino. Los chamanes eran usuarios de magia que creían que el uso de maldiciones tenía un potencial mucho mayor que el de un uso tan simple y burdo como el asesinato.

El uso de este tratamiento a base de maldiciones básicamente era un tabú que alteraba el OD de la persona a la fuerza. Una maldición eterna que forzaba el alma a fortalecerse y también a fortalecer su vasija. Si se tenía éxito, los futuros Caballeros desarrollaban una pseudo inmortalidad. Sus capacidades físicas y regenerativas aumentaban considerablemente. Sus sentidos eran agudizados y su esperanza de vida se extendía, llegando estos a vivir una juventud mucho más larga que la de los humanos normales. Eran en pocas palabras: guerreros perfectos.

La cosa era que solo tres de cada diez sujetos aptos sobrevivían a aquel tratamiento. Y ser apto para dicho tratamiento no era cualquier cosa.

Los requisitos para simplemente ser un candidato eran muy específicos, cualquiera que no tuviera las calificaciones necesarias sufriría un destino peor que la muerte. Incluso para las personas que llegaban a convertirse en Caballeros Acólitos y que superaron aquel tratamiento exitosamente había consecuencias: la maldición nunca desaparecería de su cuerpo y jamás volverían a ser quienes alguna vez fueron.

Para que la persona sea apta, se debían de cumplir 3 requisitos.

En primer lugar, que el sujeto tuviera una alta afinidad y un contrato espiritual lo suficientemente sólido para que su OD no se quiebre. Aquello era indispensable para que los sujetos puedan mantenerse con vida durante el tratamiento. Y eso se debía a que los contratos espirituales, los cuales eran un arte comúnmente empleado en esta tierra, básicamente fortalecían el OD del espíritu y el OD del mortal.

En segundo, era necesario una gran resistencia mental. El uso de maldiciones para alterar el cuerpo era algo que casi destrozaba y rehacía la estructura del alma. Incluso aplicando todos los calmantes posibles, él sujetó sufriría de dolores inimaginables que podrían terminar en una mente quebrada. En una cáscara vacía incapaz de moverse.

En tercero, el sujeto debía ser un niño. Los niños se encontraban en una etapa de crecimiento, sus cuerpos podrían soportar y adaptarse al cambio a diferencia de los adultos.

Era por eso por lo que se trataba de un método poco viable y que en el futuro fue dejado con el pasar de los años. Sumado a que todo eso se debía mantener en absoluto secreto del Rey Santo y principalmente del Gran espíritu OD-glass. Usar tales métodos con niños, profanando un contrato de esa forma, repercutiría en la destrucción de todo el reino.

Debido a esas condiciones era casi imposible hacer superhumanos en masa. Es por eso por lo que constantemente se usaban guardias que buscaban en secreto a niños con una gran afinidad espiritual. La esclavitud era algo prohibido en Gusteko, pero normalmente se usaban esclavos o niños huérfanos rescatados con la promesa de una vida mejor si podían superar el tratamiento.

Y aquel chico de cabello negro no fue la excepción.

La había buscado por dos horas desde que se enteró de que escapo.

Subaru había servido a esa familia por mucho tiempo, y todos sus maestros eran iguales: un dolor en el trasero.

—¿Y por qué se supone que alguien tan feo tiene que ser mi caballero? —preguntó la muchacha mientras caminaba, su cabello era un color ceniciento y sus ojos de un color azul profundo —. Debe ser una mala broma de mi abuela el haber enviado a alguien como tú de entre todos los guardias. ¡Y no necesito que me sigas tratando como una niña!

El caballero callaba sin dejar de caminar y de sonreír.

—¿De qué se supone que te estás riendo? ¡Lo haces de nuevo! —se detuvo y pisoteo el suelo, furiosa —. Mi abuela es una noble importante, no te creas. Incluso si fuiste el caballero personal de mi padre, ella te cortara la cabeza si se lo pido, ya verás.

—Qué terrible. Ten piedad, mi señora —comentó el caballero divertido.

—¿Ves? Haces bien en tener miedo. Y puedes llamarme por mi nombre. Tampoco es que me trates como una anciana.

La muchacha apenas había cumplido doce años. Ni siquiera era una adulta según los estándares de ese mundo. De todas las personas que esa mocosa conocía, era con Subaru, con quien menos debería querer actuar como una adulta.

—Pero tú eres una niña buena. El corte de cabeza duele muchísimo. ¿Verdad que no dirás nada, Kate?

—¡No soy una niña! —gritó—. ¡Se lo voy a decir!

—Kate.

—¡Lo diré, lo diré, lo diré! Tienes miedo, ¿eh?

—Mucho miedo. ¿Sabes algo, Kate?, si a una persona le cortan la cabeza, incluso a alguien como yo, puede morir de ello.

—¿No piensas dejar de burlarte de mí?

—Pero qué va.

—Se te va a secar la sonrisa, ya verás. No hay bromas con mi abuela, la dama sangrienta. Si ella da una orden, los mayores guerreros y guardias del castillo la cumplen a rajatabla, yo misma lo he visto. Y si alguno es desobediente, entonces, zas, y sin cabeza.

—Qué terrible. A decir verdad, te pareces mucho a ella cuando tenía tu edad. Por eso sé que eres una buena niña y no se lo pedirás.

—¿Y tú que vas a saber? No pareces que seas más grande que mi mamá. Y mi abuela jamás toleraría por cinco minutos a un zoquete como tú. ¡Tú no la conoces!

—¿Entonces porque me envió a buscarte?

—… Eso es. Para castigarme. Tener que soportarte es mi castigo.

—¿Sabes algo, Kate?

—¿Eh?

—Creo que te van a cortar la cabeza.

—¿A mí?

—Por supuesto. Pues fue tu abuelita, lady sangrienta, la que preparó ese arreglo con uno de los hijos del emperador y la que te envió a ti a Guaral, a Vollachia. Has sido desobediente. En cuanto lleguemos a la ciudad con ella… ¡Zas! Y sin cabeza.

La muchacha se calló, dejó incluso de moverse. Subaru escuchó cómo chasqueaba la boca, mordiéndose los labios inferiores y cómo respiraba por la congestionada nariz.

—No es verdad —dijo—. La abuela no va a permitir que me corten la cabeza porque… porque es mi abuela, ¿o no? Eeeh, como mucho me darán…

—Ajá. —Subaru sonrió—. ¿Así que con la abuela no valen bromas? El cinturón ya ha entrado en funcionamiento alguna que otra vez, ¿eh?

Kate rebufó con rabia. Lo ultimó que necesitaba era que el caballero-zoquete supiera que su abuela la había reprendido de esa forma hace poco mientras él no estaba en el castillo. Con eso tendría motivos de sobra para tratarla como una niña consentida el resto de su vida.

—¿Sabes qué? —dijo él —. Le diremos a tu abuela que yo ya te di una tunda cuando te encontré, y que no se puede castigar dos veces por la misma culpa. ¿Trato hecho?

—¡Pero mira que eres un tonto! —Kate extendió su brazo rápidamente y apuntó a Subaru con el dedo índice, lucía completamente alarmada—. ¡Si la abuela oye que me pegaste, entonces te cortará la cabeza como si nada!

Subaru sonrió

—Tú casi nunca estás en el castillo, ¿eh? ¡No conoces para nada como se pone mi abuela!

—¿Así que al fin y al cabo te importa mi cabeza? —dijo Subaru, extendiendo aún más su sonrisa.

La cara de la muchacha se puso roja de ira al entender su juego. Rápidamente, le dio la espalda y fue caminando más rápido sin querer ver la sonrisa burlona de ese zoquete.

Y así siguieron durante diez minutos

—Subaru…

—¿Pasa algo, Kate?

—No quiero ir… no quiero casarme con un bárbaro de Vollachia.

Eso quedo claro cuando saltaste del carruaje en movimiento para huir, pensó. Pero no es como si fueras a casarte, el objetivo de este compromiso es solo conocer a tu pretendiente y si no te gustaba a ti ni a tu abuela… Estoy aquí por si las cosas no salen bien.

—Mi abuela lo sabe y, aun así…

—Eres hija de una familia noble importante. Los nobles se casan con otros nobles para que las casas puedan llegar a beneficios mutuos. Así es como funciona. Lo sabes, ¿verdad?

Es bastante común, pensó Subaru. Cuando hay una noble de una familia importante cuyos padres que ya no viven. Era natural que los demás miembros de la familia quisieran asegurar la posición de la chica, casarla. Cuando antes, antes de que madure y se convierta en una pequeña mujer, antes de que amenace de un escándalo. Un lío con alguien más bajo o incluso de un sirviente, algo no muy difícil en las alcobas comunes de los castillos. Un matrimonio o la virginidad de una joven noble normalmente eran el precio de alianzas y pactos dinásticos.

—¡Y una mierda! —gritó lo suficientemente fuerte para que todo el bosque lo escuchara—. ¡Mi abuela y mi padre se casaron con quienes ellos quisieron! Mi mamá es una plebeya y, aun así, hizo muy feliz a mi papá ¿Por qué yo no puedo casarme con uno? Ni siquiera conozco a este príncipe mimado, y seguramente es un gordo lujurioso igual que todos los emperadores. Con cientos de hijos esparcidos por el país. ¿Crees que quiero que mis hijos se maten entre ellos por un estúpido trono?

Y fue justamente de esta forma en esas dos ocasiones, pensó Subaru para sí mismo. Las manzanas no caen lejos del árbol.

—¡Me casaré con quien yo quiera! No voy a dejar que nadie, ni siquiera la abuela, me obligue.

Subaru sonrió en secreto. De hecho, este era el punto de esta farsa. Que ella demostrara el coraje suficiente para hacerse cargo de su vida.

Si una noble no tiene los pantalones para luchar por su futuro. ¿Cómo lucharía por el de los demás? —había dicho Lucien, la abuela de Kate.

—A si es. Pero a ellos tampoco le permitieron hacer lo que querían. Ellos hicieron lo que querían.

Subaru puso especial énfasis en esa parte, de forma de la niña se diera cuenta de lo que trataba de decir.

—Así que es… ¡Que haces!

Antes de que la muchacha terminara de hablar, Subaru tomo su brazo y tiro de ella con violencia. Una pequeña flecha pasó en el espacio donde la chica se había encontrado hace unos momentos.

Los ojos de la muchacha se abrieron cuando vio otra flecha igual de pequeña clavada en el hombro del caballero. Probablemente fue a Subaru a quien golpearon primero.

—¡Subaru!

Subaru reaccionó de inmediato, tomo la flecha con la mano y la sacó limpiamente de su hombro. Luego presiono la herida extrayendo tanta sangre como pudo a una velocidad que no dio tiempo a la muchacha de reaccionar.

El motivo por el que presiono la herida casi instantáneamente era muy simple.

—Son pequeñas porque están envenenadas. Ten cuidado, Kate, intenta ubicarlos y mantente detrás de mí —dijo el caballero apresurado, pero de forma clara.

Aunque no parece que sea un veneno mortal… ¿Un paralizante?, pensó

La espada corta del caballero ya había sido desenfundada de su espalda cuando dijo eso. La muchacha, un poco lenta por la inexperiencia, invoco pequeñas esferas a su alrededor. Eran espíritus menores, espíritus de muy bajo nivel que apenas servían como defensa personal.

Aunque la intención de Kate no era usarlo para defenderse.

—¿¡Quien está ahí!? —preguntó el caballero lo suficientemente alto para que lo oyeran en la distancia.

Cuatro flechas fueros disparadas simultáneamente hacia su dirección en respuesta a su pregunta.

La primera flecha era la más rápida de todas con un gran margen de diferencia. Este paso de Subaru, estampándose contra un árbol y atravesándolo casi completamente. Kate miró eso estupefacta.

Las otras tres flechas si habían sido correctamente apuntadas a Subaru y este las corto todas con su espada con total facilidad.

Subaru miro por un instante la flecha que casi partió el árbol. Era de un material diferente a las otras, quizás para hacerla más pesada. Pero ese resultado tan letal no se debía solo al material de la flecha.

Hay alguien entre ellos con una fuerza sobrehumana, pensó. Fantástico. En este bosque estoy en una desventaja absurda.

Subaru no tenía ninguna magia defensiva, si invocaba a su espíritu Yin, solo desperdiciaría sus reservas de mana y el mana ambiental que Kate usaría para realizar su magia. Tampoco podía usar su látigo, no con tantos árboles estorbando.

—Huma —dijo la muchacha.

Kate, quien estaba a espaldas de Subaru, cubrió su retaguardia conjurando tres escudos de hielo, casi rodeándolos. Subaru no tenía dudas de que los escudos resistirían las flechas normales muy bien. Pero estaba seguro de que una flecha con la fuerza de la primera pasaría fácilmente a través de cualquiera de estos. Pero aquello era mejor que nada.

—Ya pregunté a los espíritus del bosque la ubicación de los enemigos, pero aún no contestan —susurró la chica.

El caballero asintió en respuesta y se mantuvo en guardia. Principalmente atento de las flechas reforzadas, la cuales difícilmente podría desviar con la espada. Mientras no supieran dónde estaba el enemigo, lo mejor era mantenerse en posición para poder proteger a Kate en todo momento. Si Subaru se hubiera encontrado solo, las cosas serían diferentes.

Los atacantes aún permanecían ocultos mientras Subaru agudizaba su vista tratando de localizarlos, no parecían ser simples bandidos y sería extraño que lo fueran. Ni él ni Kate tenían consigo nada llamativo o de valor, y la armadura de caballero acolito que Subaru portaba debería ser suficiente para ahuyentarlos.

Puede que sean asesinos, pensó Subaru. No, si ese fuera el motivo, hubieran intentado matar a la abuela Lucien primero. Antes de que llegara a la ciudad.

Intentar matar primero a la nieta de la dama sangrienta, era tan estúpido como intentar cazar a un oso matando primero a su cachorro. Solo la pondrían alerta y harían que no descansara hasta tener sus cabezas.

El método más eficaz sería matar sigilosamente a la madre y luego a las crías.

—Subaru, los espíritus del bosque dicen que nosotros somos los intrusos —susurró Kate —. Parece que este bosque es sagrado para la gente que vive en este lugar.

Subaru escucho con tranquilidad y asintió lentamente, entendiendo más o menos la situación. Bajo la punta de su espada en señal de no querer pelear.

—¡Nosotros no tenemos malas intenciones con este bosque! —gritó —. Estamos perdidos y terminamos aquí. Buscamos el camino a la ciudad fortificada de Guaral.

Si una pelea era innecesaria, era mejor evitarla. Con suerte las personas del bosque entiendan que no entraron aquí intentando faltarles el respeto a lo que sea que fuera este bosque sagrado.

Ese era el pensamiento positivo y una tenue esperanza de que eso no terminara en tragedia.

Objetivamente, él sabía que estas personas ya habían lanzado un ataque con posiblemente la intención de matar. No era muy probable que ahora pensaran que pudieran solucionar esto como si nunca hubiera pasado nada. Por lo que, aunque bajo la punta de su espada, no bajo su guardia en ningún momento.

Intentar negociar no solo servía para intentar salir de la situación de forma pacífica, sino también para ganar tiempo. Tiempo que Subaru aprovecho para agudizar sus sentidos. Era una de las muchas ventajas que tenía su «Bendición».

Si Subaru se concentraba lo suficiente, podría escuchar fácilmente a los animales del bosque desde largas distancias. Y así lo hizo hasta que escucho la voz de sus atacantes:

Parecía que estaban discutiendo.

—¡Hermana, no puedes confiar tan a la ligera!

Parece que son mujeres, pensó Subaru. ¿Están planeando aceptar la negociación? Bien.

—¿De qué hablas?, está claro que se metieron aquí sin conocer el antiguo tratado. Además, no parecen soldados del Imperio, pero sí parece que es un hombre guapo. Es un buen candidato para mí —respondió la otra mujer que parecía ser la líder.

¿Hombre guapo? ¿YO? Espera, ¿de qué demonios están hablando?

— ¿Y si la muchacha ya es su novia? Escuche que estaban hablando sobre querer casarse o algo así—dijo otra chica, parecía ser mucho más joven.

No entiendo de que están hablando…

—Bueno, ¿lo justo no sería luchar por él?

Espero que esto no cause problemas.

Cuatro mujeres aparecieron de entre los árboles.

Aunque Subaru no recordaba mucho de su mundo de antes de ser invocado, una palabra empezó a resonar en su mente: Amazonas.

Eran increíblemente altas para ser mujeres, al menos no tenía comparación con ninguna mujer que Subaru hubiera conocido. Eran corpulentas y tenían piernas bastante desarrolladas. Sus fuertes brazos, abdómenes y muslos estaban expuestos por su revelador ropaje. Era un tipo de belleza muy diferente a la que Subaru no estaba acostumbrado.

El caballero era algo alto, más alto que su padre, supuso que era por las maldiciones en su cuerpo, ya que dudaba que fuera esa su estatura natural. Él medía casi ciento ochenta centímetros. Era raro que tuviera que mirar hacia arriba para hablar con alguien cara a cara.

La mujer que tenía enfrente medía casi dos metros. Su cabello era de un color rojizo, sus ojos de un hermoso color verde, su piel estaba broceada y era hermosa. Parecía ser la líder del grupo. Las otras tenían más o menos la misma estatura que Subaru.

Kate, quien apenas debía medir ciento cuarenta y cinco centímetros, parecía aún más una niña.

—Mi nombre es Margaret y soy la actual jefa del pueblo Shundrak —se presentó amigable, extendiendo una mano hacía Subaru —. Este lugar es un sitió en donde los soldados imperiales son enviados a entrenar. Normalmente, los noqueamos usando trampas y flechas con tranquilizantes, no era nuestra intención hacerles ningún daño

Esa explicación tiene sentido, pensó. La flecha que usaron contra mí y Kate no era precisamente una flecha diseñada para matar. El veneno que tenía tampoco era mortal.

Subaru suspiro silenciosamente, ninguna de las mujeres bajo su guardia a pesar de que habían desistido del ataque. Probablemente también pensaron que sería estúpido derramar sangre por un malentendido. Concluyo que sería estúpido intentar vengarse por eso, y aunque lo lograra, eso solo le crearía problemas a la familia que servía.

La disculpa de Margaret fue sincera, Subaru solo esperaba que Kate no pidiera algo irracional como el decapitarlas. El caballero sabía que no era esa clase de persona, pero los nobles eran personas de clases altas, normalmente tenían un orgullo desmedido.

—La culpa fue nuestra, no sabíamos que este lugar estaba protegido. Somos invitados del Reino de Gusteko por el príncipe Imperial Alphonse —explicó él con calma, estrechando su mano con la de ella —. Mi nombre es Natsuki Subaru, soy un Caballero Acolito del Reino de Gusteko.

—Es un placer. ¿Y quién es la mujer a quien protegías?

Kate, quien todavía se mostraba cautelosa, dio un pesado suspiro antes de hablar.

—La duquesa Kate Lambert —dijo orgullosa—. Normalmente, mandaría a decapitar a cualquiera que intente amenazar a mí o a los miembros de mi casa, pero dado que esta vez fue mi culpa, considérate afortunada.

Era una forma altanera de presentarse, pero era señal de que no intenciones de tomar represalias.

—Nos preguntábamos si hay un camino más seguro para llegar a Guaral. Donde no encontremos a otros de sus compañeros—dijo el caballero.

Un camino en donde no nos metamos en problemas por invadir propiedad privada, pensó.

Lo último que Subaru quería era enemistar a la gente del Imperio con la de su Reino. Se suponía que esta reunión era justamente para acordar un pacto entre casas influyentes en ambos países. El príncipe Alphonse, quien estaba a cargo de la ciudad fortificada de Guaral. Con la duquesa Kate, quien era heredera de una gran extensión de tierras cercanas a la ciudad de Albis.

Él no sabía si este pueblo de Shundrak era parte del poder militar que controlaba el príncipe, después de todo el bosque estaba muy cerca de la ciudad que controlaba.

—Sí, hay un camino seguro que te llevara a la ciudad, un par de horas caminando —dijo una de las mujeres detrás de Margaret.

—Mucho menos tiempo si aceleran el paso—dijo la otra.

Subaru estaba agradecido de que no estuvieran tan lejos. Lucien era igual de temperamental o peor que su nieta. Hay un dicho en Kararagi que decía lo siguiente: el tiempo es dinero.

Y Lucien creía fervientemente en ese dicho.

—¿Podrían señalarme cuál es el camino? —preguntó amablemente.

—No, no se podría— corto Margaret con una sonrisa—. Si quieres esa información, deberás ganártela.

¿Ella quiere pelear? Sabía que a la gente del imperio les fascinaba la batallas, su gente es conocida por su naturaleza fiera después de todo… Pero no siento hostilidad de su parte.

Margaret dejó su arco en el suelo y desenfundo la cimitarra que cargaba en su espalda, era una espada tan corta como la de Subaru y, usada por una mujer de su estatura, parecería más un cuchillo grande.

Un arma sumamente versátil en un bosque lleno de obstáculos, pensó

—¿Qué tal una pelea amistosa? Eso quitará la tensión y demostrará si eres alguien digno. Los Guerreros de Shundrak son bien conocidos por su destreza en la batalla.

Subaru miro a su compañera, quien simplemente se encogió de hombros como si digiera: —Has lo que quieras

Subaru creo un poco de distancia a la par que preparaba su espada y se ponía en posición de combate. Pensó que era grosero negarse, además, sería bueno divertirse un poco con una pequeña batalla amistosa con una desconocida. Aquello no era algo frecuente.

Ella sonrió y, por alguna razón, él le devolvió la sonrisa.

—Sin vacilar, sin miedo. Ya tiene las características de un buen guerrero— dijo ella—. Estoy seguro de que serás un buen padre para mis hijos.

La sonrisa de Subaru se congeló ante ese atrevido comentario.

Margaret aprovechó el momento y se abalanzó sobre él con una velocidad enceguecedora; por lo alta que era, uno nunca lo habría imaginado. Pero cerró la brecha en un abrir y cerrar de ojos, y Subaru apenas logró parar el primer ataque. Ahora estaba seguro de que ella era la mujer con la fuerza sobrehumana del arco, él podía imaginarla cortando la cabeza de un Guiltylowe en segundos con ese único ataque.

Dos, cinco, siete, diez. Tanto Kate como las otras espectadoras de aquel combate perdieron la cuenta de cuantas veces las espadas se habían encontrado en tan pocos segundos. Las chispas saltaban y las ráfagas de ataques en ambas partes se intensificaban.

Es muy rápida y fuerte, pensó Subaru.

Calculo que ambos debían tener casi las mismas capacidades físicas sobrehumanas; aun así, Subaru fue obligado a ponerse a la defensiva.

El caballero estaba impresionado: como Caballero Sagrado -así se les conocía a los caballeros acólitos que eran muy hábiles con la espada y que también podían realizar algún tipo magia- había entrenado por años el camino de la espada. Él no era alguien talentoso, aunque si era fuerte y rápido gracias a su bendición. Subaru no tenía lo que muchos llamaban, la mentalidad de un genio de la espada o talento de ser uno con ella.

Margaret demostró como eso hacía una notable diferencia en batalla. Sus movimientos eran rápidos y ágiles, pero más aterrador que eso, era que tenían tanta gracia como si se tratara de una danza. Era hipnotizante y hacía que oponente no pudiera entender su ritmo.

Su agresividad aumentaba a medida que avanzaba la batalla, en lugar de perder esa fuerza y velocidad iniciales, la ganaba. Algo que supuso que era un rasgo característico de aquellos guerreros que se dedicaban al camino de la espada con diligencia y encontraban verdadera pasión en la batalla. También usaba su mano libre y sus piernas intentando desequilibrar a Subaru cada que parecía encontrar una apertura.

El Caballero no tuvo de otra que luchar en serio.

—El Shamak.

Una nube negra cubrió el espacio en donde ambos espadachines cruzaban espadas. Aquella era una magia algo avanzada, pero simple. La magia Yin era sumamente eficaz por su naturaleza poco frecuente.

Ahora era turno de Subaru de pasar a la ofensiva.

La mujer nunca dejó de realizar ataques pese a tener todos sus sentidos bloqueados. A pesar de estar cubierto también por la nube de Shamak, Subaru si podía verla y seguir sus patrones de ataque.

Subaru uso su brazo libre para detener el brazo con el que Margaret portaba la espada, espero el momento indicado. Gracias a la perdida temporal de sus sentidos, ella ni siquiera fue capaz de darse cuenta de eso y, cuando el efecto de Shamak termino, se dio cuenta tardíamente de la fría sensación de un metal amenazando su cuello.

—¿Cómo hiciste eso? —preguntó ella mientras Subaru apartaba la espada de su cuello

El Caballero, en lugar de usar palabras, convocó a una esfera de color negro. Un espíritu Yin completamente adulto. Cualquier persona de ese mundo debería estar familiarizado de que es un espíritu.

—Vaya, es la primera vez que me enfrento a un usuario de artes espirituales— dijo Margaret con una sonrisa —. No tengo quejas, es mi derrota. Te guiaré a la ciudad como prometí.

Subaru dedico una sonrisa de satisfacción.

Para Subaru, el viaje fue…

Incómodo.

Intentando controlar su incomodidad, había entablado conversación con Margaret durante casi todo el camino, aprendió un poco sobre su tribu, lo más importante era que no estaba asociado con ningún príncipe del imperio. Ellas eran leales solo a su tribu y a la persona que se sentara en el trono. Lo cual era un completo desperdicio, Margaret fácilmente podría estar al nivel de un Caballero Acolito. Es decir que su poder podría equivaler en batalla al de un pequeño ejército de soldados normales.

Por supuesto, la conversación no calmo la fuente de la incomodidad.

—¡Kya!

El pequeño grito provenía de nada menos que Subaru, que había dado un pequeño brinco para acompañarlo. Años de experiencia como Caballero no lo habían preparado para esto: acoso sexual.

Cada que bajaba la guardia, una mano se acercaba sigilosamente para acariciar su trasero.

Seguro que no son nada reservadas, pensó.

No es que le molestara de todas formas, no lo suficiente para poner un alto. Pero era raro que lo tocaran de ese modo. Su Bendición agudizaba todos sus sentidos de forma permanente. Eso incluía el tacto, era más sensible al dolor, pero tenía la gran ventaja que lo volvía más perceptible leer los movimientos del enemigo en las peleas. Pero ahora, donde no había hostilidad en los movimientos de esas mujeres, y esos toques atrevidos poco a poco se volvían un infierno de incomodidad.

Aunque tomando en cuenta cómo funciona su cultura, no me sorprende que sean tan íntimas, pensó.

A Subaru le pareció desde el primer momento que estas mujeres tenían un tipo de aire similar a las mujeres conocidas como Amazonas que vivían en las historias ficticias de su mundo. Mujeres que vivían en una civilización de solo mujeres y solo buscaban a hombres para amoríos rápidos con el fin de reproducirse. Aquello fue simple intuición y se sorprendió de lo mucho que acertó.

Eran básicamente eso.

Las mujeres de Shundrak no eran nada reservadas y no se avergüenzan de mostrarlo a nadie. Esto juega un papel en la razón por la que usan tan poca ropa. En parte para mostrar confianza y valentía en la batalla, y en parte para seducir. Hay un gran camino que todas las mujeres emprenden en algún momento de su vida, que es encontrar a su verdadero amor. Es un camino de locos, pero es algo que se toman muy en serio.

Se dice que cuando encuentran a un macho con el cual reproducirse, ellas están a su cuidado hasta que su hijo nace; si es un hombre es el padre quien se encarga de su crianza, si es una mujer es la madre quien la criará como una mujer de dicha tribu. A los esposos no se les permitía ingresar a la aldea, pero las mujeres si podían abandonarla si deseaban compartir sus años con sus parejas.

Uno de los rituales que los hombres de esta zona hacen para conseguir pareja consistía en adentrarse al bosque y demostrar sus habilidades frente a la cacería que propinarían las mujeres de este pueblo. Si las mujeres consideraban apto al hombre, ellas se presentaban ante él para reclamar su semilla. Aparentemente, todas ellas pensaron que Subaru había entrado por ese motivo.

Aunque no andarse con rodeos es algo tentador. Tampoco es que me interese formar parte de esa tradición solo por un poco de diversión, pensó.

Subaru tenía motivos para declinar a esas propuestas: Ellas buscaban a alguien que les diera una buena descendencia, no buscaban diversión. Subaru no era apto para eso.
Y tampoco le interesaba serlo si se trataba de eso. Para alguien que fue criado en una familia tradicional, él pensaba que era importante que ambos padres estuvieran juntos. Él no estaba interesado en tener un hijo para abandonarlo o para criarlo como padre soltero. Ni tampoco estaba interesado en formar una familia con alguien que casi no conocía.

Su sentido común divergía mucho del de estas mujeres, y seguramente de la mayoría de la gente de Imperio.

—Subaru, ¿eso no es humo? —preguntó Kate, apartándolo de sus pensamientos.

Estaban casi llegando a la ciudad, pero muy tardíamente se dieron cuenta de las señales de incendio que se escondían tras los árboles del bosque.

—Murak.

Subaru salió disparado hacia arriba cuando conjuro una magia gravitatoria y dio un salto tremendo. Fue entonces que vio como el castillo donde debía de estar su señora estaba parcialmente destruido. Vomitando una mezcla de tormenta, humo y fuego.

La ciudad estaba ardiendo.

Las altas murallas del oeste estaban ocupadas por entidades enmascaradas, estaban por encima de los edificios y vigilaban los muros del castillo. No se escuchaban la lucha de espadas en ningún lado y no había señal de resistencia, fue una masacre sigilosa.

—Mierda. Ya es demasiado tarde.

Subaru salto sobre la gran muralla, cubierto por la magia gravitatoria de Murak. Rápidamente preparo su látigo y procedió a atacar desde el aire.

En manos de una persona ordinaria y bien entrenada, aquella arma sería capaz de superar la velocidad del sonido. Pero en manos de una persona con fuerza sobrehumana, era capaz de mucho más.

El látigo que viajaba a una velocidad que casi lo hacía invisible reventó la carne de los enmascarados, separándolos por la mitad o destrozando sus cuerpos. Aquel resultado devastador no se debía solo a la fuerza sobrehumana del portador. Había una gema de color oscuro en el mango del arma. Y, a pesar de ser un usuario de artes espirituales, Subaru también tenía afinidad con la magia Yin. No tenía talento, pero podía usar magia sin la necesidad de un espíritu.

El cristal básicamente amplificaba el poder mágico de Subaru y lo proyectaba en el arma. Vita era una magia que hacía lo opuesto que Murak y era el hechizo que estaba configurado en el arma. El arma era un arma mágica que aumentaba el peso de la punta del látigo en medio de un ataque, el resultado era una destrucción completamente desproporcionada con el tipo de arma que era.

Balanceándose ingrávido por el cielo mientras atacaba, Subaru siguió despachando a los guerreros enmascarados. Por el arma que utilizaban, el caballero supuso que eran ninjas enfocados en el asesinato. Sumamente débiles en combate directos. O quizás simplemente no eran rivales para un monstruo que los atacaba desde el aire.

—¿Dónde estás, Lucien?

Siguió de esa forma hasta acercarse al castillo, donde fue recibido algunos shurikens lanzados desde las sombras.

Qué carajo, mierda.

Apenas tuvo tiempo de desenvainar su espada y rechazarlo con su mano libre, pero no lo hizo correctamente y las hojas giratorias cortaron parte de su hombro y pierna.

Las heridas se cerraron rápidamente, dejando solo pequeñas cicatrices.

—Veo que la gente de Gusteko en verdad es muy fuerte —dijo una voz, anunciando la presencia del atacante.

Subaru aterrizo sobre una terraza y vio al hombre que dijo eso.

—¿Pero son más fuertes que la gente de mi pueblo?

Era un anciano pequeño. Sus ojos endemoniados eran de un color amarillo que denotaba una locura inquietante. Su cuerpo estaba lleno de heridas y cortes.