La cena en la madriguera había sido como solía ocurrir habitualmente, muchos gritos y alborotos, Molly Weasley riñendo a los gemelos por alguna de sus travesuras, porque daba igual el tiempo que pasara que los gemelos nunca cambiarían.

- Papa – llamo la niña al hombre que estaba sentado delante la chimenea mirando las llamas.

- Dime cariño – la sentó en sus rodillas y la miro.

- ¿Por qué siempre el abuelo me regala un patito de goma? – pregunto la niña con el juguete en su mano – ya tengo muchos y no les veo el uso.

- Cosas del abuelo vida, no te preocupes.

- Mama dice que le tengo que dar las gracias aunque no lo quiera.

- Haz caso a mama, ya hablare yo con el abuelo para que no te regale mas tranquila.

- Vale, le puedes decir que me gustan mucho las muñecas y los peluches.

- así que quieres que casualmente le deje caer al abuelo que prefieres otro tipo de regalos – dijo el con una sonrisa –como muñecas y peluches.

- Si, esas cosas me son más útiles, además he visto una muñeca que te dice te quiero, si se lo vas a decir le podrías decir también cual es.

- Eso me parece mucha cara jovencita – le regaño el en broma.

- Solo un poquito – contesto ella juntando sus dedos – pero chiquito. Voy a escuchar a mi hermanito, Luna dice que se mueve más cuando me acerco.

- Eso debe ser porque será tan travieso como tu – Ron y Luna se habían casado y ahora estaban esperando su primer hijo.

- Que pasa ya te ha venido a quejarte por lo del pato de goma – le pregunto Hermione cuando la niña se iba.

- Si, mi padre cada vez esta peor, creo que debería darle una charla sobre sus regalos, en navidad le dio un enchufe.

- Déjalo si tampoco es tan importante, además para el son tesoros y cree que en el mundo muggle son regalos espectaculares.

- Si lo sé, pero se lo deberíamos aclarar, tiene tantos patos de goma que si un día se quiere bañar con ellos la vamos a perder entre todos.

- Yo creo que no le debes decir nada Ron, a el le hace feliz cree que le hace un regalo espectacular y la niña lo entenderá en unos años en cuanto empiece a comprender un poco mas.

- Oye Andy me ha contado que un hombre misterioso te esta llamando.

- No es un hombre misterioso – le contesto ella de mala gana y molesta pensando en regañar a su hija en cuanto estuvieran a solas.

- ¿Entonces quien es?

- Un compañero de trabajo muy pesado – le contesto ella con una mueca en la cara – que no me deja de llamar.

- ¿Es mala persona?

- No.

- ¿Es feo?

- No la verdad es que es muy atractivo.

- Dios Hermione entonces porque no sales con el.

- Pero bueno Ron Weasley cualquiera diría que eres tu, me dejas en brazos de un hombre que no conoces – dijo ella con tono dramático - te cuidado te puede dar algo – se rió mientras le miraba.

- No te confundas no vas a salir con el hasta que yo no le de mi visto bueno, pero si no tiene nada de malo, no se porque ni tan siquiera lo consideras.

- Si lo sabes Ron, lo sabes.

- Hermione vives en el pasado solo de recuerdos, mira se que tu le querías y estoy seguro que el a ti, pero cuanto tiempo vas a esperar por algo que nunca ocurrirá. Te quiero mucho, sigues siendo mi mejor amiga, pero me hace daño verte así todos los días, esperando día tras día a que alguien te avise diciéndote que el a aparecido que esta vivo. Hay veces que pienso que si no fuera por Andy hubieses echo una tontería.

- Puede que tengas razón, la verdad no lo sé, ella me ha dado fuerzas para continuar con todo y si no la hubiera tenido, no sé lo que hubiera ocurrido,  pero esta Andy y ella alegra todo los días de mi vida y llena el hueco que quedo vació, así que no importa lo que hubiese pasado en caso contrario.

- Papa, mami, mirar lo que me ha regalado el tío Draco.

- El no es tu tío – murmuro Ron entre dientes.

- Ron – le regaño Hermione – es muy bonito Andy – le dijo mientras miraba el colgante con dos corazones uno grande y otro mas pequeño superpuesto.

- A que si, es como el de la tía Ginny.

- Si es igual al mío – dijo la aludida por detrás.

- Hola – saludo Draco Malfoy que estaba junto a ella.

- Hola Draco – le contesto Hermione.

- Malfoy – contesto desdeñosamente Ron.

- Tío Draco vamos a jugar al quidditch – decía mientras le tiraba de la mano.

- Claro venga vamos a fuera – Ginny y los gemelos se unieron también al juego, mientras el resto los miraba desde abajo.

- No puedo creer que mi hermana siga con el, es como si fuera un mundo paralelo.

- Ron, no empieces – le dijo Luna.

- Luna tiene razón llevan ya tres años juntos y se ve que el la quiere, eso debería de valerte.

- Pues no y no me gusta que Andy le llame tío, no es su tío.

- No lo es Ron, pero Andy lo adora y el la quiere mucho, siempre que viene le trae algún detalle y cuantas veces el y Ginny han hecho de canguros, vamos sabes que Andy no quiere quedarse con otra persona que no sea Draco.

- Eso es porque la niña es muy inocente y mi hermana muy idiota – las dos chicas prefirieron quedarse calladas para no seguir con la discusión y se pusieron a ver jugar a los chicos, Ginny y Draco habían comenzado a salir al poco de que el primero terminara en Hogwarts, nadie sabia que era lo que le había llevado a hacerlo, pero unos días después de volver a casa su madre había muerto y el mismo día que la enterraron el se fue de casa. Cuando la pequeña del matrimonio Weasley cono a su familia que estaba con el rubio de Slythering hubo todo un drama en su casa y tuvieron que superar bastantes obstáculos, porque la familia de Ginny no solo no veía con buenos ojos esa relación si no que no querían a un Malfoy cerca de ellos, pero con el paso del tiempo, Draco termino demostrando a todos que el quería a Ginny que realmente estaba enamorado de ella y que nunca le haría daño, no fue de la noche a la mañana, pero los Weasley terminaron aceptando a Draco entre ellos y el se encontró un día que tenia una familia, desde luego Ron nunca había aceptado esa relación, Luna y Hermione creían que era imposible que un día la llegara a aceptar.

- Muy bien Andy así se hace – gritaba Ron desde abajo.

- La atrape papa, agarre la snitch, se la quite al tío Draco delante de sus narices.

- Ya lo he visto, vas a ser la mejor buscadora que haya.

- Weasley estas seguro que es hija tuya, solo tiene cuatro años y juega mejor de lo que tú la harás nunca.

- Cállate Malfoy.

- Venga Andy – le dijo su madre cuando bajaron de sus escobas y estaban en tierra firme – es tarde y tienes que dormir.

- Mami – protesto la niña – un poquito mas, anda.

- No quiero oírte, venga da un beso de buenas noches y la cama.

- De acuerdo – contesto resignada, les fue dando un beso a todos y se pudo oír un bufido por parte de Ron cuando le dio un fuerte abrazo a Draco, seguidamente se acerco a Percy – tío Percy me cuentas como es tu trabajo.

- Claro Andy – contesto feliz – lo veis a alguien le importa e interesa lo que hago.

- En realidad no – siguió la niña – pero mama quiere que me vaya a dormir y no tengo sueño y siempre que tu me cuentas cosas de tu trabajo me aburro tanto que me entra mucho sueño – todos rompieron en carcajadas al oír la respuesta de la niña.

- Lo siento Percy – Hermione intentaba no reírse mientras miraba al pelirrojo – es muy pequeña y no se da cuenta de las cosas que dice, solo dice lo que piensa, no se lo tengas en cuenta por favor. Ron – llamo – no te rías, no tienes gracia – miraba mientras el menor de los Weasley se retorcía de risa en el suelo – no debes reírte – repetía mientras ella no podía aguantar la risa.

El día de volver a Hogwarts había llegado, los gemelos, Hermione, Ron, Andy, Ginny y Draco, entraban por las puertas del gran salón, en el ya se encontraba el que un día fue su profesor de Artes Oscuras, Remus Lupin.

- Hola – les saludo el con su habitual sonrisa.

- Hola Remus – respondió Hermione que en ese momento le daba un abrazo - ¿Cómo estas?

- Bien ¿Y vosotros como estáis?

- Tío Remus – la voz de Andy se escucho por todo el salón.

- Andy ¿Qué tal esta mi niña favorita? – dijo mientras la niña se echaba en sus brazos.

- Muy bien ¿Dónde esta el tío Sirius? – pregunto bajándose de su cuello -  tío Sirius – la niña lo empezó a llamar y a correr por todo el salón – hocicos ¿Dónde estas?

- No ha podido venir cielo – le contesto Lupin – le surgió un compromiso, me pidió que te dijera que en cuanto pudiera te iría a visitar.

- Jo, yo quería jugar con el. tío Remus ¿te conviertes tú en lobo y juego contigo?

- Andy no seas impertinente – le regaño Hermione.

- No importa Hermione, no te preocupes, ella no ve al lobo como algo malo, eso es lo bueno de ser niño, aun tienes inocencia.

- Venga Andy ven con nosotros – le dijo Fred coguiendola en brazos – te contaremos como eran tus papas en la escuela y así te reirás un rato.

- Cuidado con lo que le decís, la ultima vez no pudo dormir – les reprocho Ron.

- ¿Por qué no ha venido Sirius? – interrogo Hermione cuando los gemelos se habían ido con la pequeña.

- No a querido venir, dice que esto es una tontería que el no puede seguir viniendo años tras año aquí, que ya no comprende porque lo hacemos, es como si todos los años celebráramos su funeral y que esta arto de vivirlo todo de nuevo y creo que le hace mucho daño, el se siente culpable, cree que no lo protegió como debía, la verdad es que puede que este también sea el ultimo año que yo venga, es duro pensar que no lo volveremos a ver, pero todos tenemos que seguir con nuestras vidas y así no podemos.

- Eso le digo yo siempre a Hermione, pero ella se empeña en venir.

- ¿Dónde esta Dumbledore? – Hermione prefirió cambiar de tema antes de iniciar una discusión con el pelirrojo.

- No esta aquí, llegara esta noche, tuvo que ir al ministerio.

- ¿Algo importante? - pregunto Ron.

Pero Hermione no había odio la contestación se había vuelto a dejar arrastra por sus recuerdos, todos los años le pasaba lo mismo en cuanto pasaba por las puertas del castillo volvía todo lo que había vivido allí, era como si pasaran una película delante de sus ojos. Los veía su primer día mientras el sombrero los escogía para sus casas, al troll y como sus dos amigos la salvaron, aunque tampoco olvidaba que ellos también habían metido al troll en el baño, el primer partido de quidditch que Harry había jugado estando solo en primero, el duelo de su segundo año, volando con Harry encima del hipogrifo, el giratiempo, el torneo de los tres magos, todos los recuerdos se repetían en su mente, permitiendo que ella dejara salir  una sonrisa de sus labios y todos y cada uno de sus evocaciones la llevaban siempre a la misma noche y al mismo momento al momento en que lo perdió.

En ese momento sus pensamientos fueron interrumpidos por una enorme explosión que hizo temblar toda la estancia, miro hacia la puerta que había saltado por los aires y unos hombre vestidos de negros y con capuchas entraban en ese momento, ellos sacaron las varitas rápidamente, uno de los hombre se adelanto al resto levanto su mano en el aire y todas las varitas fueron hacia el, los chicos se quedaron perplejos, Hermione miro hacia donde estaba en esos momentos Andy custodiada por los dos gemelos que se miraban a sus manos y luego al hombre que con un solo movimiento de su mano, hico que todos levitaran hacia una de las paredes.

- Mi amo, él no esta aquí.

- ¿Dónde esta? – pregunto el hombre.

- No lo se amo – a Draco esa voz no se le paso desapercibida y un escalofrió recorrió toda su columna vertebral – pero estoy seguro que aparecerá.

- Pues entonces esperaremos – dijo mientras se quitaba la capucha y seguidamente lo hacían el resto.

- Ron – Hermione le sujetaba fuertemente el brazo, apretándole hasta hacerle daño, pero el chico no se daba ni cuenta mirando con los ojos abiertos como platos al hombre – Dios mío Ron. Es Harry.