[Eśŧɑɔɨɵɴᴇs Ḻṳɴɑᴙᴇs Ⅰ ]


Luna Solar

—Tanjiro K. & T. Kanao—

Tanjiro Kamado es un joven demonio que irá en contra de la última voluntad de sus padres antes de morir: permitir que sus hermanas sean vendidas en okiyas de geishas y cuidar sólo de sus hermanos. Decidido a rescatarlas, él viaja hasta Kyoto donde conocerá más de su entorno, y además, a una extraña geisha demonio muy poderosa, incapaz de sentir emociones.

Disclaimer:

Kimetsu no Yaiba © Koyoharu Gotōge

Estaciones Lunares 1: Luna Solar © Adilay Fanficker

Advertencias: WHAT IF. / OMEGAVERSE (versión demoniaca, con reglas modificadas a conveniencia del guion). / Presencia media de OOC en todos los personajes. / Escenas de violencia y sexo. / Lenguaje fuerte.

Notas:

De pronto quise saber cómo sería hacer un drabble tipo omegaverse, pero luego este ascendió a más de 1,000 palabras y aquí estamos jiji.

Como siempre me pasa con otros fanfics que ya hasta superan los 200,000 palabras.


Noticia importante:

Quiero aclarar que este fanfic no lo iba a subir en estas fechas, de hecho, planeaba subirlo en el siguiente año. Sin embargo, este es un día muy especial; un año especial.

No diré qué es, sólo diré que gracias a "eso especial", es que voy a subir esta historia y espero les agrade.


NO PLAGIEN, NO RESUBAN Y TAMPOCO TRADUZCAN SI YO NO LO HE AUTORIZADO. —Gracias.


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1

EL DEMONIO SOLAR


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Él era el hermano mayor.

Se supone que él estaba a cargo de la protección de todos sus hermanitos menores después de la muerte de sus padres.

Se supone que él debía cuidarlos a todos.

Él era el nuevo alfa de la familia.

La noticia que Tanjiro Kamado recibió cuando volvió a su casa, posterior a cumplir la última voluntad de sus padres, fue que en su ausencia, un viejo amigo de la familia se había llevado a Hanako y Nezuko, y ahora, los 3 iban rumbo a Kyoto.

—¡¿Qué, qué?! —exclamó embravecido, como pocas veces lo había estado en su vida—, ¡¿amigo?! ¡¿Qué amigo?!

—El señor Kib-butsuji —respondió Takeo, asustado, al igual que sus otros dos hermanos menores, del estado de ira de Tanjiro.

A todos los hermanos Kamado, sobre todo a los más pequeños, Muzan Kibutsuji les daba miedo; sí, incluso a Tanjiro, ese tipo le daba escalofríos. Takeo a veces alardeaba diciendo que el sujeto no era la gran cosa.

Pero sí era la gran cosa.

Tan solo sentir su mera presencia a los lejos era atemorizante, hasta el punto de quedarse paralizados todos ellos en sus sitios. Por eso, cada vez que Muzan Kibutsuji se acercaba, era el señor Kamado quien salía de casa y lo recibía a algunos metros de distancia, lejos de sus hijos; hablando con él sobre sabrá Dios qué.

Por otro lado, los menores también solían asustarse mucho cuando Tanjiro, su querido y gentil hermano mayor, cambiaba su siempre relajado rostro, por uno más tenso, con sus ojos rojizos como la sangre, brillando; alargando su pupila (usualmente redonda) hasta ser casi inexistente.

Tanjiro sabía que estaba ardiendo en llamas desde el interior, que eso ponía mal a sus hermanitos y por eso debía soportar el malestar. Mantener la poca compostura que le quedaba era la única opción si no quería empeorarlo todo.

—¿A dónde dijo que se las llevaría? —preguntó sombrío.

—A Kyoto —respondió Takeo, otra vez—, le dio esto a Nezuko. Luego de que ella leyó la carta de papá, él se las llevó a las dos.

Takeo, temblando, le extendió un pergamino. Tanjiro lo sujetó con fuerza.

Por el aroma, la caligrafía de los kanjis y lo antiguo que parecía ser el papel, Tanjiro no pudo creer que su propio padre hubiese hecho esa carta incluso antes de estar en su lecho de muerte.

En ella, él expresaba su preocupación hacia Nezuko y Hanako en caso de que él y su esposa muriesen estando ellas aún sin compañeros, pues al parecer, Tanjūrō Kamado en el fondo no confiaba tanto en su primogénito para protegerlas como se le había hecho creer a Tanjiro.

"Mi esposa y yo hicimos la Unión Lunar. Si yo muero, ella también lo hará. Si ella muere, yo también lo haré. Tanjiro es fuerte, pero en caso de que mi esposa y yo fallezcamos antes de que él pueda madurar y mis otros hijos sean aún unos niños, Tanjiro tendrá muchos problemas. Él solo no podrá proteger a sus hermanas y hermanos, menos cuando pasen por sus primeros celos y bramas. Quisiera, en ese caso, que esa pesada carga disminuyese.

Sé que usted podrá encontrarles un mejor lugar para vivir a mis dos únicas hijas, quienes sé, que podrían pasarla mal al alcanzar la pubertad sin su madre o yo para guiarlas y protegerlas…"

Ni siquiera leyó el resto cuando apretó el pergamino en sus puños.

¡¿Carga?!

¡Sus hermanas y hermanos no eran una carga!

¡¿Cómo en nombre de todos los dioses su padre había hecho semejante cosa sin, por lo menos, avisárselo?!

Tanjiro, claro que se hubiese negado a semejante cosa y por nada del mundo hubiese permitido que sus hermanas fuesen tomadas de esa forma.

—¿Hace cuánto que se fueron? —gruñó, conteniendo los gritos.

Su, lado alfa, estaba en verdad furioso.

Si tuviese enfrente a su padre, seguro le hubiese dado un fuerte cabezazo antes de empezar a arrancarle la piel.

Sí. Así de furioso estaba.

Hasta hace unos minutos, él sostendría que jamás le tocaría un sólo cabello a nadie de su familia con el fin de hacerle daño… pero su padre se lo había ganado a pulso.

—Tres días —musitó Shigeru, a un lado de Takeo y Rokuta—. Dijo que el tren ya se iba, y no tenía tiempo que perder.

Tres… malditos… días.

¡Wow! Maravilloso. ¡Simplemente maravilloso!

«Hanako aún es una niña. Pero el primer celo de Nezuko va a ser este año de seguro» pensó Tanjiro preocupado.

Él ya lo había anticipado, por eso se había hecho la promesa de que la vigilaría en su primer celo y se aseguraría de que el primer tipo con el que su tierna y dulce hermana se involucraría, fuese alguien por lo menos decente.

Nezuko y Tanjiro ya habían hablado de eso, mientras sus padres y hermanos dormían.

Por su aroma, Tanjiro deducía que ella sería una hembra demonio alfa o una delta. Así que seguro buscaría a un bonachón patético para…

Maldición. Aquí venían otra vez esos estúpidos celos de hermano mayor.

»Promete que no intervendrás —le pidió Nezuko—, quiero escoger al adecuado sin tener que pedirte permiso o aprobación.

¡Él lo había prometido!

Claro, Tanjiro estaría cerca para asegurarse de que su hermanita estaría bien; incluso podría protegerla de otros y otras alfas.

Cuando Nezuko le preguntó qué haría él en caso de encontrar a una hembra que le llamase la atención, Tanjiro se rio diciendo que entonces se verían en un par de días.

Los "meses lunares" que era una forma tierna de su familia llamar a esa temporada de desquicie total, sucedían muy por lo común, en 3 meses específicos: marzo, junio y septiembre. Los días en los que las hembras (sobre todo las no estaban en unión) perdían el control sobre sí mismas, deseando la copulación.

El tiempo de duración del celo variaba, y todo el proceso solía ser ligeramente diferente para todas, algunas hembras sólo pasaban en ese estado 5 días, otras 10 y algunas otras hasta 20 días.

Los machos, por otro lado, durante la brama, eran receptivos a las feromonas que olían de las hembras, haciéndolos actuar como unos estúpidos. Pero mientras ellos se mantuviesen lejos o en compañía únicamente de hembras que ya tuviesen compañeros, era extraño que alguno de ellos (a menos que fuese parte de la jerarquía omega) se sintiese con esa necesidad abrumadora de aparearse.

A decir verdad, Tanjiro no estaba de humor para tener sexo durante días. Nezuko no tendría elección.

La naturaleza a veces era demasiado injusta.

Él planeaba dejar en paz a su hermana una vez que ella eligiese a su primer compañero de alcoba. Luego iría de vuelta a casa y descansaría. La idea de dejar ir a una de sus hermanitas con un desconocido y saber lo que este le haría por horas y horas, también le bajaba la libido hasta el infierno.

Y eso que aún faltaba Hanako.

Pero, una promesa era una promesa.

En casa, él la esperaría, quizás rogando porque Nezuko no se haya adelantado y tomado a su primera experiencia como su compañero de vida.

Ese era el plan original…

Eso claro hasta que a Muzan Kibutsuji se le ocurrió aparecer y llevarse a Nezuko y Hanako a Kyoto.

Si sus hermanas iban a una okiya, con esa belleza tan sobrenatural deslumbrante que poseían, seguro serían las más cotizadas geishas de la zona, sin embargo, Tanjiro también sabía que llegado cierto momento, las geishas habrían de vender su pureza al mejor postor. Su mizuage. Y ahí no tendrían voz ni voto.

Hanako y Nezuko no sólo eran demonios muy hermosas. Su familia en general, era algo especial. Sus padres eran dos demonios de naturaleza solar.

La naturaleza era el centro de poder y defensa de cada demonio; la fuente de sus técnicas de sangre demoniacas.

El sol desde siempre fue el enemigo natural de un demonio. Que algunos pocos pudiesen usar esa misma fuerza contra otros era de temer y eso los hacía enemigos de muchos demonios que no les gustaba que hubiese seres con ese tipo de poder.

Motivo número uno para no vivir cerca de las grandes ciudades.

Había una buena razón por la cual no había muchos demonios solares como ellos, y los pocos que había se encontraban exiliados: su naturaleza era repudiada y temida; o al menos eso decían sus padres.

Su padre alguna vez le había dicho a Tanjiro que los demonios de naturaleza solar habían sido bendecidos con ese poderoso don, pero maldecidos porque muchos le temerían por eso mismo, buscando entonces eliminarlo, porque independientemente de todo lo demás, sería considerado una amenaza.

Así que, Tanjiro, al alejarse de casa, debería mantener su naturaleza en estricto secreto, a menos que, quien lo supiese o estuviese a punto de averiguarlo, muriese rápidamente por sus manos.

»Pero yo no quiero matar a nadie.

»No hay otro modo, hijo —le dijo tajante—. No somos humanos, Tanjiro. Somos demonios, y los demonios sólo resolvemos nuestros "inconvenientes" de una forma.

'Matando todo lo que les estorbe'.

He ahí la razón del por qué su padre, desde que Tanjiro cumplió los 50 años, comenzó a entrenarlo de forma muy básica en artes marciales. En la actualidad, gracias a que en el pasado, a veces Tanjiro eludía sus sesiones de entrenamiento para ir de caza o simplemente perdiendo el tiempo en otros lados, él podría pelear contra un adversario de su edad y salir vivo.

Pero en el nivel que estaba ahora, no podría encarar jamás a Muzan Kibutsuji, por mucho que su sangre le hirviese ante su acción de llevarse a Nezuko y Hanako.

Por si lo anterior dicho fuese poco, gracias a esa naturaleza tan extraña, tanto los padres como los hijos Kamado eran extremadamente fuertes bajo la presencia del sol, y aún bajo la noche, eran capaces de convocar la ira del astro rey en sus manos.

Ahora, su padre había sido bendecido como un demonio alfa. De los más altos en jerarquía.

Durante años, Tanjūrō Kamado inspiró respeto en el pueblo cercano de donde ellos vivían, aún si este era de puros seres humanos ya que, en la actualidad, los ancianos y adultos del mismo habían nacido y crecido con la seguridad de que nadie de la familia les haría ningún daño.

Tanjūrō Kamado también causaba temor, pero en quienes trataban de causar problemas en el mismo pueblo; fingiendo como una especie de "guardián".

Su madre, a pesar de ser una demonio omega, tenía casi la misma fuerza y poder que él; ella era de un carácter más tranquilo y amable, no le gustaba pelear ni mucho menos los conflictos, pero eso no significaba que fuese una mujer indefensa o sumisa.

El matrimonio entre Tanjūrō y Kie se consolidó durante el mandato de Ieyoshi Tokugawa, en el año 1849, y hasta esta era, ellos se habían amado con mucha intensidad. Sin embargo, no fue hasta hace 150 años aproximadamente, que por fin decidieron tener descendencia.

Tanjiro, era el mayor de los seis hijos.

Su padre alfa y su madre omega habían ansiado que su primogénito tuviese la jerarquía alfa como su padre para que, en un futuro, llevase el liderazgo de la familia Kamado consigo, y durante la gran revelación estuvieron felices, pues ellos olieron finalmente en su hijo a un alfa de naturaleza solar.

Una bella mentira.

Tanjiro, a pesar de no estar orgulloso por haberles hecho creer hasta el último de sus días aquel fraude, lo prefería a arriesgarse a verlos decepcionados ante una verdad… extraña.

Él no era un alfa, un delta, cuanto menos un beta ni un omega.

No sabía lo qué diablos era.

Tanjiro sólo sabía que era capaz de disfrazar su aroma; su poder; su carácter o incluso, propia su "brama", la cual (según creía Tanjiro) era característica únicamente de los alfas y deltas por ser más… salvajes.

Todo su ser parecía ser fácil de manejar a su voluntad.

Ser alfa u omega, incluso delta, él podría ser todos, o ninguno.

Podía sentirse posesivo y territorial; o manso y desinteresado.

Aún estaba descubriéndose a sí mismo. Y ahora lo seguiría haciendo de no ser porque a sus padres se les ocurrió la "GRANDIOSA IDEA" de apartar a sus hermanas de su lado, de su protección.

Lo único que Tanjiro sí sabía ahora era que, ya fuese alfa, omega o delta, las hembras en celo no lo volvían loco como a los alfas y deltas promedio, pero durante un tiempo, para sus padres, tuvo que fingir que sí. Porque para ellos, él era un alfa.

Su primera experiencia fue con una hembra beta en un pueblo lejano por la que no tuvo que pelear con nadie para impresionarla, pues casi todos estaban demasiado ocupados con las hembras omega; bastó con que él se acercase a ella y que las hormonas hicieran el resto.

Y fue de lo más incómodo.

A él no le gustaba la rudeza en el sexo, eso lo reafirmaría en años posteriores con sus siguientes parejas, pero al tener que fingir que era un alfa, durante todos estos años tuvo que actuar como un idiota desesperado (de nuevo) para dos cosas:

1.- Seguir manteniendo la fachada de ser como los otros machos alfas.

2.- Complacer a su compañera de alcoba para no caer la deshonra.

Aún en estas fechas de civilización, que un demonio (sobre todo un varón alfa) no pudiese satisfacer a una sola hembra, era casi tan vergonzoso como bañarse con orina en público.

Las hembras beta no eran tan marginadas como los machos beta. Ellas por lo regular podían ser agresivas o pasivas en el sexo. He ahí el por qué Tanjiro eligió a esa chica para su primera brama, porque los alfas estaban muy ocupados peleando (como siempre) por las omegas. Y los machos omega trataban de no ser apaleados por los alfa (que querían demostrar su poder usándolos a ellos como conejillos de indias) quienes siempre buscaban ser el centro de atención.

Menos mal que por lo regular las hembras alfas se sentían atraídas por los demonios machos omega, y eso las hacía golpear a los machos alfas, para defenderlos, demostrando su poder, y luego ganarse el poder aparearse con ellos.

El orgullo no cabía si estabas en el escalón más bajo de la jerarquía en orden de poder.

Y los omegas no tenían mucho que ofrecer en ese aspecto.

Omegas, deltas, alfas y betas. En cuestión de apareamiento, ese era el orden en la escala de popularidad.

Los deltas y alfas eran los protectores, los fuertes y los posesivos; lo activos y los más interesados en demostrar su valía como amantes. Ya fuesen machos o hembras, estos demonios se esmeraban en resaltar todos sus atributos, en serio, todos. Algunos incluso no tenían reparos en andar desnudos por ahí.

Sin embargo, ya fueses macho o hembra, si nacías como omega, estabas condenado o condenada a tener que ser siempre protegido o protegida en un encuentro entre demonios.

Un omega no nacía para ser poderoso ni fuerte, por mucho que se esforzara. Nacía para ser compasivo, hogareño y sensible.

Si nacías beta, por el contrario, nadie esperaba nada de ti. Y a decir verdad, Tanjiro no pensaba que estar en ese escalón fuese algo tan malo, ni tan bueno.

Por lo regular los omegas tenían una sanación y regeneración más rápida, gozaban de mucha inteligencia además de carecer de instintos agresivos molestos. Algunos, incluso, podían compartir su dulce sangre y curar con ella a otros demonios, además de aliviar el hambre y la sed con ella, sin ninguna consecuencia adversa.

Lamentablemente por eso mismo, muchos y muchas alfas peleaban entre sí por ellos y ellas, porque si tenían a un compañero o compañera omega, era casi seguro que tendrían asegurada la supervivencia y casi la supremacía ante otros demonios que no tuviesen ese beneficio.

La fuerza y la protección, juntos, eran poderosísimos.

Los mismos padres de Tanjiro eran la viva imagen de ello.

Eso sin contar que, si se encontraban dos demonios de diferentes jerarquías, pero con la misma naturaleza, la fuerza de ambos sería aún más problemática para sus enemigos si se llegaban a hacer pareja.

Tanjiro poseía la "naturaleza solar"; algo tan raro que, ni en sus 149 años de vida, había encontrado a otros demonios que la usasen también. Su padre y madre habían desertado de un pequeño clan que la portaba, sin embargo, incluso ellos aseguraban que la familia Kamado eran los últimos portadores de la naturaleza solar.

»No quisiera decirles esto, hijos míos, pero de ustedes depende que nuestra naturaleza no se extinga —les había dicho el padre a sus 6 vástagos, mientras ya hacía en cama, en su lecho de muerte, junto a su pareja.

Ambos enfermos. Ambos cansados. Ambos a punto de morir.

¿Por qué?

Si bien los demonios eran mucho más longevos y poderosos que los humanos, y toda esa mierda, a diferencia de los humanos, tampoco eran del todo indestructibles.

La decapitación (con un arma hecha de un material específico) era el método por excelencia si se quería matar a un demonio, sin embargo, también se hallaba otro dolor de culo para ellos: Las flores de glicinia.

¿Por qué? Quién sabe.

Muchos demonios en el pasado trataron por todos los medios analizar o de plano eliminar estas flores, pero siempre, siempre, ellas volvían a crecer en algún lado, y lo hacían en grande.

Durante un viaje que hizo a Okinawa, el señor Kamado sostuvo un combate con un demonio buscapleitos. Pudo vencerlo, pero por error, Tanjūrō había acabado junto a ese demonio, en una zona montañosa donde sólo se encontraban los árboles con estas flores.

Tanjūrō pudo haber muerto sin salir de ese lugar debido a la exposición prolongada, sin embargo, su determinación a no dejarse vencer tan fácil le ayudó a no quedarse atrapado ahí para siempre.

Lamentablemente hubo secuelas permanentes.

Tanjūrō Kamado desarrolló un mal irremediable en los pulmones; Kie Kamado, por más sangre que le otorgó a su esposo, y por más remedios que le dio y más tarde se inventó, no pudo encontrar una cura para ese mal. Si había suerte, los malestares sólo disminuían.

Justo cuando su esposo estaba en sus últimos días, ella también cayó debilitada, terminando acostada al lado de él en la cama que compartían.

"La Unión Lunar" era algo bello para una pareja; pero cruel para los hijos; porque si uno de la pareja moría, el otro lo seguiría. Y así fue.

Kie y Tanjūrō Kamado murieron una noche de inverno, convirtiéndose en cenizas sobre la cama, que más tarde, Tanjiro y Nezuko depositarían en urnas preparadas con dolorosa anticipación por la propia Kie.

El último deseo de sus padres fue que Tanjiro llevase sus cenizas a lo alto de la montaña donde la familia vivía, y los enterrase juntos a los pies del más frondoso árbol que encontrase. Claro, ese frondoso árbol ahora tendría las ramas sin ninguna hoja, pero cuando la primavera volviese, sería agradable hacerles una visita.

O eso Tanjiro pensaba hasta que llegó a su casa y se encontró con esa desagradable noticia.

«¿De verdad querían que los enterrase juntos en ese sitio? ¿O me hicieron caminar hasta allá porque sabían que yo no permitiría que nadie, menos ese tipo, se llevase a mis hermanas?» pensaba Tanjiro completamente nublado de la mente.

Sea como sea, sus hermanos no habían cometido ningún error salvo no retener a Kibutsuji lo suficiente hasta que su hermano mayor volviese. Y después de todo, ¿cómo unos pequeñines como ellos (que todavía no tenían ni jerarquía ni naturaleza descubiertas) iban a hacerle frente a un monstruo como Kibutsuji?

La presencia de un demonio como él paralizaría hasta al más valiente alfa de los pueblos vecinos.

¿Qué sería Kibutsuji?

Su aroma apestaba a sangre demoniaca; no la suya, sangre demoniaca de otros demonios. Muchos. Cientos. Tal vez, miles.

¿Eso significaba que mataba a muchos demonios cada año… o algo así? Tanjiro no quería descubrirlo. Lo que sí podría asegurar, es que ningún alfa, ni ningún delta, podrían jamás tener una presencia tan oscura como él en poco tiempo. De hecho, Tanjiro dudaba de que un demonio maduro alfa o delta pudiese combatirlo y salir vivo.

Ese tipo siempre se veía impasible, serio y siniestro. Y el hedor de la sangre demoniaca que siempre llevaba encima decía que no había vivido tanto tiempo en vano.

¡Carajo! ¡Sus pobres hermanos tuvieron que encararlo solos!

¿Por qué tuvo que demorar tanto?

En teoría, Tanjiro pudo haber hecho ese viaje en corto tiempo si corría, sin embargo, estaba tan dolido sentimentalmente por el fallecimiento de sus padres que quiso hacer un último sacrificio por ellos soportando los vientos fríos, la nieve cayendo sobre su cara, caminando. Todo mientras lloraba cuanto podía, pues al volver, debía adquirir y mantener una fachada dura para que sus hermanitos menores sobrellevaran ese mismo dolor de una forma menos agobiante.

¡Si tan solo no hubiese hecho semejante idiotez habría llegado la tarde de la misma mañana en la que se fue! ¡Y no cuatro días después!

Pero tuvo que tomarse su tiempo…

Tuvo que hacer el viaje largo…

¡Maldición! ¡Era un tonto!

Ahora sus hermanas estaban rumbo a Kyoto.

Según la carta, Kibutsuji estaba autorizado a VENDER a Nezuko y Hanako a una okiya de geishas en Kyoto y el dinero, iría a manos de los hermanos Kamado para la supervivencia de los cuatro.

Dinero…

Dinero…

Dinero…

Entendía que, por sus edades, sus padres todavía tuviesen ideas del siglo pasado, ¡¿pero vender a sus hijas de ese modo?! ¡¿Y en serio sus padres esperaban que Tanjiro accediese a tocar el dinero recibido por sus hermanas y vivir con él?!

«Tengo que calmarme… perdiendo el control no lograré nada» apretó bajo sus puños el pergamino que contenía no solo el aroma de sus hermanos y su padre, sino también el de Nezuko, y Muzan Kibutsuji, un demonio incluso más antiguo que sus progenitores.

Ese demonio… era tan oscuro, serio, callado, y brutal… inhumano en más de un sentido…

Él por alguna razón hizo un largo viaje para cumplir la petición de un viejo amigo.

Tanjiro jamás había dicho algo en contra de sus padres, pero ahora estaba haciendo un esfuerzo descomunal para no maldecir sus nombres.

No estaban en el siglo de las cavernas, cuando era normal vender niños como esclavos por un trozo de pan; estaban en un era diferente… ¡y diablos! ¡Sus hermanas no estarían a salvo hasta que no volviesen a casa! ¡No estaban a salvo con Kibutsuji! ¡Sabrá Dios lo que les estaría haciendo ahora!

—Iré por ellas —decretó Tanjiro a sus hermanos menores, quienes se mostraron sorprendidos.

—¿A Kyoto? —preguntó Takeo, desconcertado.

—Sí. A Kyoto.

—Pero no sabes nada de Kyoto —volvió a decir Takeo, siguiendo a Tanjiro, que entró a la casa y fue directamente a la habitación que compartían los seis.

Una vez ahí, Tanjiro se apresuró para comenzar a guardar algunas cosas que necesitaría para un aproximado de 3 días de viaje. Ropa, ahorros propios gracias a su trabajo como recolector y vendedor de leña, y un poco de comida para el camino.

—Necesito que los tres me escuchen bien —Tanjiro les hablaba a sus hermanos mientras buscaba prendas de él—. Tomen toda su ropa y empáquenla, mientras yo regreso con Hanako y Nezuko, ustedes se quedarán con el señor Saburō en su casa.

—Pero, también son nuestras hermanas… ¡deberíamos acompañarte! —expresó efusivamente Takeo.

—Son demasiado jóvenes, en una pelea, ustedes perderían sus vidas y yo no puedo estarlos cuidado mientras busco a nuestras hermanas —dijo Tanjiro con rudeza.

Él jamás era duro con ellos, menos debía serlo ahora que ellos también estaban dolidos por el fallecimiento de sus padres y el rapto de sus hermanas, pero ahora Tanjiro no tenía tiempo para ser amable y comprensivo.

Tiempo era lo que le hacía falta. Tenía días de desventaja en camino y de alguna forma tenía que reducir cada segundo.

Estaba tan estresado y alterado que le costaba no ponerse a gritar.

—El señor Saburō seguro los cuidará bien. Iré con ustedes a verlo y le explicaré toda la situación —siguió diciendo buscando una pequeña bolsa con monedas, metiéndola a su pequeño costal de color marrón—. Por favor, no se metan en líos, no peleen entre ustedes, y no…

Se dio la vuelta antes de decir la palabra "lloren" puesto que al mirar las caritas de sus hermanos, los vio llenos de lágrimas que se esforzaban en retener. Salvo Rokuta, que por obvias razones no pudo retener el llanto silencioso y también tenía la nariz escurriendo de mucosa.

Tanjiro no tuvo el corazón de seguir mostrando ese aspecto de tipo duro. No pudo. Porque al igual que sus tres hermanitos, él tenía miedo, estaba triste, estaba enojado y cansado.

Se agachó y extendió sus brazos para que sus hermanos lo abrazaran y él entonces pudiese tragarse su propio llanto, consolándolos a los tres, dándoles una esperanza que ni él mismo tenía, pero tenía que fingir bien que sí, por ellos.

—Todo estará bien, hermanitos —dijo procurando no oler a mentira.

Sí, porque entre demonios era muy difícil ser deshonesto.

Tanjiro no sabía si lograría encontrarlas. No sabía qué le esperaría en Kyoto.

¡Ni siquiera estaba seguro de que Muzan Kibutsuji se haya llevado realmente a sus hermanas a Kyoto!

¡Pero él era el hermano mayor! ¡Debía buscarlas y ponerlos a todos a salvo!

Él, el hermano mayor, debía protegerlos.

No lo era, pero por el bien de sus hermanos, Tanjiro debía ser el alfa de la familia en todos los sentidos.

Debería seguir el rastro de sus hermanas como un perro sabueso. No, como un ejército de ellos. Encontrarlas y volver con ellas para reunir a sus hermanos; y cuidarlos a todos hasta que fuesen adultos y pudiesen valerse por sí mismos.

—Cuídate mucho, Tanjiro, por favor —le rogó Rokuta con su vocecita quebrada.

Odiaba tener que elegir descuidar a sus hermanos con el fallecimiento de sus padres tan reciente, pero al menos tendría la certeza que el señor Saburō (quien a pesar de ser humano) iba a cuidar bien de sus hermanos, cosa que no tenía segura con sus hermanas.

¿Y si la okiya que las compraba las maltrataba? ¿O si terminaban siendo oirans a merced de demonios y humanos por igual? ¿Y si Muzan Kibutsuji se las había llevado a otro lado para otros propósitos o había falsificado esa carta y en estos momentos estaba planeando algo terrible?

Tenía que darse prisa.

Debía cuidarlos a todos.

Fallar no era una opción.

«En lugar de quitarme un peso de encima, me echaron al mundo sobre los hombros» les dijo a sus padres, claro, eso suponiendo que esto no era un plan o una trampa de Muzan Kibutsuji.

Aunque, usurpar el olor de un demonio (en este caso, el de un demonio del calibre de Tanjūrō Kamado, que además ya había fallecido) no era algo que pudiese ser fácil de lograr, tampoco había de ser algo imposible, ¿o sí?

Además, insistía, Muzan Kibutsuji no le daba ninguna confianza. Tanjiro se esperaba cualquier cosa de ese oscuro ser.

Pensando en eso y muchas cosas más, Tanjiro sujetó fuerte a sus hermanitos, en un abrazo, quienes estaban desechos.

Fue hasta tarde en la noche que Tanjiro partió del pueblo, concentrándose todo lo posible para encontrar el rastro de Nezuko, quien, con su primer celo cerca, dejaba un aroma más fuerte que el de Hanako.

El aroma de Nezuko era lirios; su naturaleza como la de Tanjiro era solar y su jerarquía parecía ser alfa; algo que no se comprobaría hasta estar en su primer celo.

Por otro lado, aunque siga siendo joven y con su naturaleza y jerarquía aún ocultas, Hanako ya desprendía un olor agradable similar al pan dulce recién horneado.

Por lo regular, las demonios hembra poseían fragancias que se asimilaban mucho a las flores o a los alimentos dulces; aunque hubiesen otras hembras que pudiesen tener aromas parecidos a los de los lirios o al pan fresco, nunca una era igual a la otra. Y todos los demonios, en especial Tanjiro que era portador de un olfato más agudo, eran capaces de notar las más sutiles diferencias.

Esperaba que eso fuese suficiente para realizar su búsqueda.

El señor Saburō, cuanto Tanjiro lo puso al tanto de la situación, también mostró total desacuerdo en la decisión de Tanjūrō y Kie con respecto a las chicas. Juró que cuidaría bien de los tres hermanos, quienes, en la comodidad de la casa del hombre humano, cedieron al cansancio, durmiendo cuando su hermano mayor salió de la cabaña y poco después, del pueblo.

Tanjiro hizo una última parada a la cabaña que él había llamado hogar por muchos años.

En un último arrebato de ira, desesperación y dolor, Tanjiro permitió que sus salvajes instintos demoniacos actuasen. Entró a su propia casa y destrozó muchos muebles.

La única razón por la que no quemó la casa entera fue porque sus hermanitos verían ese desastre en algún momento y se podrían más tristes.

Sin embargo, ni un plato quedó vivo.

Al terminar su rabieta, cerró las puertas a cal y canto, siguiendo su camino lo más rápido que pudo.

Tendría que ir a la estación de trenes más cercana…

Más cercana, o sea a más de dos horas corriendo a toda velocidad.

Lo que un caballo tardaría en recorrer casi tres horas, él tuvo que acortarlo a una hora y media.

Después de andar, ya en medio de la oscuridad, el aroma de Nezuko lo guio hasta las vías en dirección desconocida, y ni corriendo iba a llegar tan deprisa hasta donde seguía el rastro. Además de que debía almacenar su propia energía por si tenía que encargarse de algún demonio problemático en el camino.

No tenía otra opción, debía tomar el tren.

Su único alivio era que, teniendo el rastro de Nezuko, ya no iría buscando a sus hermanas por el país entero con los ojos vendados. Y vez que encontrase a sus hermanas, los seis juntos dejarían su pequeño pueblo y probarían su suerte en Tokyo.

Él trabajaría de lo que fuese, se aseguraría de que sus hermanas encontrasen a buenos demonios con los cuales compartir sus vidas, y entonces, sólo hasta entonces… hasta que todos sus hermanos pudiesen valerse por sí mismos, él tal vez haría su propia vida.

Hasta que eso pasara…

«Voy a buscar a Nezuko y Hanako» pensó determinado, imaginando las figuras de sus padres, «luego mis hermanos y yo nos iremos de aquí. Si ellos quieren visitarlos después de esto, lo harán sin mí».

Estaba muy enojado con ellos.

Tal vez cambiaría de parecer en un tiempo y volvería a donde enterró las urnas de sus padres, pero por ahora, Tanjiro mantenía lo pensado.

Se encontraba muy enfadado y resentido. Cansado también, pero decidido a hacer lo que tenía que hacer.

—Continuará…—


Espero que les haya gustado.

A decir verdad, aún estoy un poco nerviosa por este fic. Saluditos.


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