Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada y Toei Animation.
Tan pronto como finalizaron, las clases dieron inicio una vez más. Este era un inicio normal, acostumbrado; después del primer año los chicos del orfanato de la ciudad ya estaban listos para uno nuevo, ya no había sorpresas, maestros nuevos, una nueva escuela o nuevos compañeros. Era el retorno a la normalidad.
Los jóvenes llegaron a la escuela en grupo, charlando entre ellos, resignados a su pronto regreso. Apenas Hyoga puso un pie dentro de la institución, Hagen lo interceptó en la entrada, deteniendolo al sostenerlo por los hombros.
—¿Recuerdas todas las tonterías que nos dijo Ikki sobre liderar la escuela? Pues resulta que son reales.
Hagen señaló a unos chicos de primer año que los miraban con temor, algunos con sus almuerzos en las manos, preparados para el asalto.
—Ban, Geki, corran las noticias no hacemos eso, seguimos el esquema de Ikki.
—Crueles pero justos —dijo Ban—. En seguida, mi señor.
—¡Ya les dije que no me digan así! —exigió Hyoga cuando sus amigos se fueron corriendo.
—Hagen, ¿hay otras noticias? —preguntó Seiya, curioso por saber qué había pasado en los meses de vacaciones que tuvieron.
—Tenemos los mismos maestros, nuevos salones… oh, hay un nuevo maestro en Literatura.
—¡Maestro Camus!
Hyoga salió corriendo, dejando al resto de sus amigos atrás, que sólo lo miraron irse en silencio. Shun no tardó en negar con la cabeza y alejarse, buscaría un lugar oscuro donde ocultarse hasta que la adolescencia terminase. Una vez que él se alejó, sin decir nada, el resto de los chicos comenzó a dispersarse, Sólo Seiya y Shiryu se mantuvieron en su lugar, Hagen tenía más noticias.
—... Cambiaron a algunos chicos de nuestro grupo, nadie importante según me dijeron y vi, y entre los nuevos se encuentra este chico… —dijo— Genbu, estaba en el salón frente a nosotros…
—Comenzó a entrenar con Dohko este verano, en las tardes —Okko apareció a un lado de Seiya, con los brazos cruzados y una expresión molesta. Él y Shiryu intercambiaron una mirada, y después Okko señaló al frente—. Parece ser que en ese tiempo se hizo amigo de Shunrei.
La escena que el moreno señalaba era por demás cotidiana, sólo el nuevo y desconocido del grupo hablando animadamente con una de sus compañeras de clase. Al menos así lo vió Seiya, que sólo miró la escena por un par de segundos para después restarle importancia, al igual que Hagen.
—... también me dijeron que vamos a tener un nuevo menú en el comedor.
—¡Vaya! ¡Al fin noticias importantes!
Seiya y Hagen comenzaron a especular sobre el tema, dejando a Okko y Shiryu en su lugar, ambos observando la interacción entre su querida amiga Shunrei y el otro sujeto, el nuevo alumno de su maestro.
—... Shunrei, de verdad te envidio, quiero decir, Dohko es un maestro increíble, la semana pasada, cuando me mostró sus patadas… estuve muy impresionado, nunca había visto algo así, Dohko sin duda es otro nivel, lo admiro tanto…
Shunrei asintió, con una tenue sonrisa; a su lado, Freya y Miho estaban intentando no reírse debido a lo llamativa que les resultaba la situación. En los casi quince minutos que llevaban ahí desde que llegaron a la escuela, Genbu las había detenido y se había puesto a hablar sobre lo maravilloso que era Dohko como maestro. Y después de esos minutos iniciales, todavía tuvieron que esperar un par más hasta que June apareció, con la respiración entrecortada y empujando a Genbu a un lado, sin importarle quien era.
—¡Freya! ¡Shunrei! ¡Tengo noticias nuevas e impactantes! —gritó, al voltear a su izquierda notó a Genbu— ¿Y tú eres? ¿Sabes qué? No me importa, shuu.
Genbu se mantuvo en su lugar, sin saber cómo responder a eso, hasta que optó por despedirse de Shunrei con un movimiento torpe de mano, y se fue a buscar su salón de clases.
—¿Dijiste noticias? —preguntó Miho en cuanto el chico salió de su vista.
—¡Oh, sí! La escuela me mantiene informada de los detalles más importantes del ciclo escolar gracias a las generosas donaciones de mi padre… —explicó June con tono pomposo— En fin, acaban de informarme que tenemos un nuevo maestro de literatura, porque el señor Papageorgiou se retiró el año pasado, ¿quieres saber quién es, Freya?
—¡No! ¡¿Lo consiguió?!
Freya sostuvo a su amiga de los hombros y comenzó a saltar y gritar, emocionada. Hyoga le había contado que Camus estaba intentando expandir su terreno de enseñanza, y aunque había tenido una leve esperanza, no pensó que fuera posible que Camus Dubois, el hombre más hermoso que alguna vez hubiera visto, fuera a enseñar precisamente en su escuela. Si existía alguna fuerza divina, sin duda la estaba favoreciendo ese año.
En la dirección y pequeña sala de profesores, Camus estornudó por lo bajo, disculpándose con su interlocutor; después de la pequeña interrupción la charla continuó y Daidalos le habló sobre algunos grupos y alumnos.
—Aún creo que no fue buena idea que todos los chicos del orfanato de la ciudad estén juntos, como llevan años conociéndose, algunos pelean demasiado —dijo Daidalos—. En especial Seiya y Jabu.
—Lo sé, un amigo mío trabajó con ellos —comentó Camus—. Y hubo un tiempo en el que les dí algunas clases de francés, sólo a los interesados.
—¿Oh? ¿De verdad? ¿También enseñas francés?
Camus asintió. En realidad eso había sido por un poco tiempo, apenas un par de años atrás y en realidad no se había quedado con muchos alumnos, pero esa había sido la razón principal por la que había decidido decantarse por la enseñanza.
—A veces, en realidad es una actividad que hago para ganar un extra.
Daidalos sonrió. Apenas llevaban un par de horas hablando pero ya podía comprender cómo funcionaba Camus; no era una persona amigable o hablaba de más, pero según lo que le había contado Crystal, había dejado al director impresionado cuando dió su clase muestra. Tal vez era lo que la escuela necesitaba, un hombre serio que estuviera dispuesto a castigar a los alumnos que se portaran mal. Esperaba poder llevarse bien con él.
Ambos se mantuvieron charlando sobre otros temas relacionados con la escuela, hasta que Crystal se acercó a ellos, con noticias directo de la dirección.
—¿A quién le toca la primera hora en el cuarto grupo del segundo año? —preguntó, viendo que detrás de ellos, Tokisada, maestro de lengua, levantaba la mano—. Les cambiaron el salón, fue de último momento.
Informó, pasando las hojas con el nuevo horario. Al recibir el suyo Camus suspiró; un nuevo ciclo escolar daba inicio, lleno de imprevistos, nuevos alumnos y nuevas aventuras. Lo odiaba, pero necesitaba un empleo para poder vivir en una sociedad capitalista. Camus se mantuvo en la sala, hablando con más de sus compañeros y aprendiendo algunas cosas más de los alumnos; sin duda el grupo más llamativo eran los chicos del orfanato de la ciudad y sus amigas, cosa de la que Shaka ya le había hablado ampliamente en una videollamada la semana anterior, videollamada que Milo no dejó de interrumpir pidiendo una partida de serpientes y escaleras, la veinteava revancha.
Después de dos horas, se despidió de la profesora de deportes y de Daidalos, el único nombre que había aprendido además del de Crystal, y salió rumbo a la clase de problemáticos, como habían bautizado al cuarto grupo del segundo año. Subió y bajó escaleras buscando el aula sesenta y tres, caminó por toda la escuela al menos unas tres veces hasta que vió que alejada del segundo patio, en una esquina, había una enorme bodega con una hoja de papel pegada afuera que decía "aula 63".
—Deben estar jugando.
Horas atrás, el cuarto grupo del segundo año estaba en un salón normal en el tercer piso. Los jóvenes ya habían dejado sus cosas en sus asientos y muchos ya estaban dentro, charlando en sus lugares con sus viejos amigos. Las chicas, por ejemplo, ya se habían acomodado casi al frente, del lado derecho, ocupando cuatro asientos de dos filas, June dirigía la charla con las noticias que le habían comunicado, y justo en ese momento soltaba otra bomba.
—Mi sobrino ha iniciado un proyecto aquí en la ciudad —explicó, aún no sabía todos los detalles, pero Asmita le había hablado de lo esencial—. Y bueno, entre otras cosas, una de sus estrategias de venta es patrocinar la comida que se sirve durante el almuerzo en las cafeterías escolares, y esta escuela es una de las primeras en integrar su programa de comedores sanos.
—June, ¿por qué deberíamos de emocionarnos? ¿Las frituras van a ser legales? —preguntó Miho, sin entender la relevancia del tema. Tal vez su amiga estaba intentando decirles que pronto sería más millonaria.
—No sé cómo, pero Shijima convenció a las autoridades de contratar a un cocinero local para que armara nuestros almuerzos, y ese hombre tiene un sobrino, que tiene que venir a supervisar todo los primeros días…
Shunrei, que hasta ese momento sólo escuchaba con atención, fue sonrojándose lentamente, hasta que enrojeció por completo cuando June terminó de darle de vueltas al asunto, confirmándole que Shura estaría esos primeros días en la escuela.
—… ustedes dos sí que tienen suerte, podrán ver a sus amados señores en estos días, más de cerca —se burló Miho, mirando a Freya y Shunrei.
—Suerte es la tuya, que ves todos los días a Seiya —contraatacó Freya.
Miho le dió un golpe amistoso a su amiga, y desvío la mirada hacia donde Seiya bromeaba con su grupo particular de amigos. En ese momento, él y Hyoga sostenían a Shun de las mejillas, molestándolo, mientras que Shiryu más diplomático como siempre, intentaba hacer que dejarán a su amigo en paz, todavía era demasiado temprano para empezar con la tortura.
—… ¡Ya! —se quejó Shun varios minutos después, alejando las manos de sus amigos de su rostro— Ya les dije que no soy un niño rayo de Sol, yo soy oscuridad, soy terror, soy pesadillas y gritos agónicos, soy…
—¡Eres Batman!
Hyoga y Shiryu rieron por lo bajo ante el comentario de Seiya, quien se ganó un puntapié de su teñido amigo. Antes de que las cosas escalaran, Shiryu sostuvo a Seiya de los hombros.
—Ya, chicos, todavía es temprano y apenas es el primer día de clases, deberíamos estar hablando de la suerte que tenemos de haber cambiado de grupo y de que estemos juntos, además de las calificaciones, Seiya, ¿debo recordarte que debes subir tu promedio de notas?
Shiryu había señalado un punto importante. El año anterior los chicos del orfanato en general habían sido separados en dos grupos, Shiryu y Shun fueron las bajas más importantes en esa separación, provocando que el grupo de amigos sólo pudieran verse un par de minutos en la entrada, el almuerzo y la salida. Ese año las cosas habían cambiado y la escuela les había hecho llegar a sus correos electrónicos la noticia de la creación de un nuevo grupo, exclusivamente para ellos y algunos colados, como Hagen o el llamado chico nuevo que no dejaba de acercarse a Shunrei.
—Hablando de eso, ¿no creen que es bastante sospechoso? —dijo Hyoga, mirando a sus amigos a su alrededor— El año pasado dijeron que no nos querían juntos, y ahora, aquí estamos, todos, con más pero esencialmente nos separaron del resto de la escuela.
Seiya de inmediato desestimó las teorías de su amigo, pero Shiryu y Shun compartieron una mirada y comenzaron a reflexionar. Sin embargo, antes de poder compartir sus ideas, su tutora entró al salón con grandes noticias, noticias que los obligaron a tomar sus cosas y salir, puesto que hubo un problema en la logística y era necesario moverlos.
—Es el primer día y ya tenemos problemas, que mal —se quejó Nachi.
—Ve el lado bueno, ya nos perdimos media hora de la primera clase —razonó Ichi, viendo a Tokisada acercarse al grupo dirigido por su tutora.
La mujer mantenía una expresión seria pero molesta. No había notado que el error de logística también incluía a algunos de los alumnos con buenas notas, y June Thorne estaba con ellos, cargando su mochila y hablando con algunas de sus compañeras con tranquilidad, al lado de otras tres chicas que probablemente tampoco deberían estar ahí. Se suponía que sólo cambiarían a los chicos del orfanato y algunos otros que causaban problemas en la escuela, para mantener a los problemáticos aislados, de hecho, ella opinaba que había varios chicos que también debían sacar del grupo, como Shiryu o Shun.
El grupo caminó animado hasta el patio, al menos hasta que notaron que se acercaban lentamente hasta la antigua bodega dónde guardaban los instrumentos de la clase de deportes. Todos los chicos se miraron entre ellos, confundidos, y Hyoga, siendo el líder de la escuela y por lo tanto del grupo, fue quien alzó la voz y preguntó qué ocurría. Enterarse que ese era su nuevo salón de clases fue una gran sorpresa, en especial cuando entraron al lugar y vieron los viejos pupitres para dos personas, el polvo semi barrido, las pequeñas dos ventanas en la parte superior, el calor que hacía apenas se abrió la puerta y el foco en la parte superior que parpadeaba un poco. Los chicos entraron uno a uno, sin decir nada, taciturnos, mientras los profesores hablaban en voz baja bajo el marco de la puerta.
—Disculpe, señorita Thorne —dijo la orientadora cuando June estaba a punto de entrar, siendo de las últimas ya que estaba demasiado impactada.
June estaba intentando vivir una experiencia de vida normal, pero existían ciertos niveles que no quería pasar.
—... podemos cambiarla si usted gusta, la cambiaremos, estará en el primer grupo, es el mejor de todos, los chicos más listos están ahí.
—Shunrei es la chica más inteligente que conozco —señaló June, viendo a su amiga sentarse con Freya, ambas hablando sobre los jóvenes adultos de los que gustaban. Sus amigos estaban ahí, eso era todo lo que le importaba—. No es necesario.
—Pero, señorita Thorne…
—Dije que no, pero si insiste tendré que informarle a mi padre los motivos de mi cambio de grupo, no sé qué podría decir si se entera que esta institución tiene a un grupo de estudiantes en un… lugar como este, sé que está en Inglaterra, así que no quisiera que esto escale a un escándalo internacional o algo por el estilo…
June asintió ante sus palabras y entró decidida, sentándose al lado de Miho, detrás de Shunrei y Freya, ni siquiera había notado que ellas cuatro eran las únicas chicas del grupo. Era posible que su padre no la escuchara, pero sabía que la amenaza era suficiente.
El grupo pasó el resto del día intentando acoplarse a su nuevo salón. A Shun la atmósfera apagada le pareció perfecta para su humor, Jabu y Geki bromearon sobre encontrar una rata y Freya tuvo su momento de distracción cuando Camus apareció, un poco tarde, y les dió una introducción básica a su forma de enseñanza antes del almuerzo.
Cuando fue el momento de descansar de las clases, tanto alumnos como profesor salieron aliviados y se alejaron a paso rápido al comedor, que estaba lejano, temiendo que el almuerzo terminase.
En ese momento, también fue el primer día del nuevo trabajo de Shura. Tiempo atrás se había reunido con su tío y un montón de personas importantes que lo pusieron nervioso; Shura no recordaba nada de la reunión, fuera de que había hecho reír a la persona más importante del lugar y había logrado convencerlo de incluir algo de carne en un menú inicialmente vegetariano.
—... Tengo un amigo que desde que era niño siempre ha sido muy débil, él no podría tener una dieta completamente vegetariana sin tomar cientos de vitaminas y todo eso… por eso creo que sería bueno agregar algo de variedad, digo, no vamos a darle a los chicos vitaminas y todo eso, ¿no?…
—Eso es muy acertado, de hecho tengo un primo al que le pasa exactamente lo mismo…
Esa había sido la pequeña participación que le dió la diligencia en el proyecto escolar en esa escuela en particular. Izō ya le había dicho lo orgulloso que estaba por su desempeño el día que manejó el restaurante, por eso ahora tenía una nueva e importante misión, continuar impresionando a su tío y a los altos ejecutivos del gobierno y de la empresa extranjera que estaba patrocinado los almuerzos escolares sanos.
—Shura, si sabes que se reunieron con Shijima, ¿verdad? ¿y qué la persona de la que estaban hablando era la misma? —Después de escuchar la historia por cuarta vez, Camus sólo lo miró algo fastidiado.
—Por supuesto, copito de nieve, pero es mejor si finjo que no lo conocía y digo que logré impresionar a un multimillonario.
Ambos se encontraban en el comedor, en una esquina justo en la zona de entrega de postres. Camus tenía frente a él su charola con los platos del día, y del otro lado del estante estaba Shura, con su blanca vestimenta y gorro, tomándose un descanso de atender a los adolescentes en la zona del frente y dar órdenes, firmes pero amables, en la cocina.
—¿Cómo va tu primer día, profesor Albert? —preguntó Shura, entregándole el postre a algunos chicos que se acercaron.
—Tan decente como se podría, chefcito.
Apenas tomando sus almuerzos, June consideró que el ánimo de sus amigas mejoraría si Freya y Shunrei vieran más de cerca a sus amores platónicos, así que guío a las chicas directo hacia la pequeña sección de postres, apoyada por Miho que sólo rió al ver el rubor en las mejillas de Freya y Shunrei.
—…¡Hey! ¡Tía June! —saludó Shura en cuanto las vieron llegar.
—Hola, señor Shura, profesor Dubis.
—Señorita Thorne, señoritas.
—Vaya, que serios son ustedes dos —bromeó Shura—. Será mejor que les dé su postre…
Freya tuvo la oportunidad de decirle a Camus que su primera clase había sido magnífica, y de pedirle que la llamara por su nombre, nada de formalismos; apenas Camus aceptó, la joven rubia sintió que soltaría su charola y gritaría de la emoción, tanto que Miho tuvo que regresarla a la realidad y llevársela lejos para que no armara un escena. Shunrei, por el contrario, sólo miró a Shura intentando no morir de vergüenza mientras este atendía a sus amigas con una radiante sonrisa; cuando fue su turno, su corazón latió desbocado, en especial cuando Shura le sonrió y le guiñó un ojo debido a que le había dado doble postre por tratarse de una de las amigas de June, y la hija de uno de los amigos de su tío. Shunrei sólo balbuceó un agradecimiento, avergonzada por no tener la misma confianza que Freya, y salió huyendo, seguida muy de cerca por June, a la que le parecieron adorables esas reacciones.
El nuevo ciclo escolar apenas estabas dado inicio, pero a todos les pintaba interesante, lleno de expectativas, nuevos eventos y sucesos.
–¡Maldición! Apenas es el primer día y ya tenemos dos tareas pendientes y un mini ensayo para el viernes.
Y tareas, muchas tareas.
Comentarios:
¡Gracias por leer!
Un apunte rápido antes de despedirme por hoy; este relato, y el de la próxima semana, iba a ir en septiembre, pero pues ya no se pudo hasta ahora. Después de estos dos, el relato número 100 de este universo está situado en diciembre, mayormente, por así decirlo, en esta época.
De nuevo, y cómo siempre, gracias por leer!
