A pesar de todo

.

.

.

Eras una molestia.

Definitivamente, eras una molestia.

Como una plaga de termitas que llega de repente.

Me volvías loco, me desesperabas.

Pero nunca, ni por un segundo, me caíste mal.

Muy, pero muy por el contrario, yo te respetaba, porque eras enorme.

Eras imponente. Así como eras de chiquita, imponías más que si midieras tres metros.

Y yo te alucinaba. Pero también, maldita sea. Cómo te admiraba.

Eras enorme, y firme; y a veces hasta dura. Y eras suave. A veces. Solo cuando se necesitaba.

Y eras tierna la mayor parte del tiempo. Eras dulce y adorable sin proponértelo en lo absoluto.

Aún lo eres; todo eso.

Tu sonrisa es una de las cosas más bonitas que haya visto en la vida. Y tus palabras... Por Dios; tus palabras.

Tus palabras que pueden hacerme mover montañas.

Eres increíblemente fuerte.

Una mirada tuya, sin importar qué tan fuerte me vuelva, siempre me detendrá en seco. Y también solo una mirada tuya podrá sacarme del más profundo de los infiernos.

Tu mirada puede quebrarme por completo, y también volverme invencible.

Y yo pensé que no podría vivir sin tu mirada, pero tuve qué hacerlo.

Porque lo elegiste a él.

Y lo peor es que no puedo reclamártelo, porque yo me quedé con ella.

Ninguno pudo tirar por la borda todo lo que tenía por el otro...

Si solo nos hubieran tocado otras circunstancias... Pero la vida es cruel. Nos juntó y nos hizo pasar tantas cosas -tantas cosas- para al final arrojarnos a cada uno por su lado.

Tú elegiste primero. Y lo seguiste haciendo. Y yo jamás podré juzgarte.

Yo te quería conmigo, en mi mundo, con mis reglas.

¿Acaso tú me querías contigo? A decir verdad, nunca lo supe.

Tus ojos a veces me decían que sí. Tu boca nunca me dijo nada.

Y yo quise decírtelo, pero no pude.

Aquella vez, cuando quise llevarte conmigo y me dijiste que te quedabas. Cuando comprendí que solo quería verte feliz.

Me lo volví a repetir cuando me dijiste que te casabas.

Lloré; maldita sea.

Por mucho que me cueste admitirlo, esa noche lloré. Aún cuando hacía ya bastante tiempo que sabía lo que había entre tú y él, y en lo que inevitablemente eso desembocaría.

No me elegiste a mí. ¿Por qué habrías de hacerlo? Era obvio que para estar conmigo, habrías de dejarlo todo, y no tenías por qué dejar nada. Yo quería que fueras feliz, más que nada en el mundo, y aún es eso lo que quiero... Pero maldita sea, cómo me dolió.

Sonreí, te felicité, y por primera vez en la vida, te abracé.

Quise abrazarte en tantas ocasiones, pero me limité a mirarte y a sonreírte. Porque era todo a lo que me atrevía. Porque siempre fuiste demasiado imponente.

Siempre fuiste demasiado para mi.

Aún recuerdo el calor de tu cuerpo. Lo había sentido antes; todas esas veces que te llevé a mi espalda. Recuerdo mis brazos envolviendo tus piernas, sosteniéndote. Tu torso contra mi espalda... Maldita sea, incluso tus manos abofeteando mis mejillas. Incluso tus golpes. recuerdo todo, con el más vívido detalle.

Y esa vez, cuando por fin te tuve entre mis brazos... Recuerdo haberte abrazado muy fuerte, y te recuerdo respondiéndome igual, ahí, frente a todos. Y tal vez todos lo sabían; Creo que todos lo entendían, hasta cierto punto.

Incluso él.

Recuerdo tus ojos humedecidos cuando me soltaste, cuando me dejaste ir. Recuerdo tu sonrisa.

"Que seas muy feliz" te dije mientras te tomaba por los hombros, y tú sonreíste.

Y yo sonreí también; Cómo no hacerlo, si tu sonrisa es el más bello espectáculo que pueda existir sobre la tierra.

Todos sonreían, y yo sé que él lo sabía, pero me abrazó también.

Y yo lo abracé genuinamente, porque estaba feliz por él.

Él era mi amigo también, y se iba a casar con la mujer más increíble de la creación; ¿Cómo no sentirme feliz por eso?

Todos estábamos felices por ustedes. Solo que yo estaba triste por mi. Pero yo nunca iba a poner mis necesidades por delante de las tuyas, así que te dejé ir, por mucho que pudiera doler.

Ya te había dejado ir aquella tarde, pero aún así, seguía aferrado a ti.

Creo que aún lo hago. Aún dependo de ti, y ella lo sabe. Y él también.

Ambos lo saben y no les importa, porque así es como funcionamos.

Ellos saben que nunca iríamos más allá, por eso podemos ser todos amigos.

Por eso puedo seguir adelante, porque te tengo aquí... Aunque no te tenga.

Hoy han venido a visitarnos. Por fin trajiste a tu niña.

No sabes lo feliz que me hace ver que es igual a ti; Eres una gran madre, pero por supuesto que eso no te lo voy a decir. Y no te lo voy a decir, porque no necesitas que lo haga. Puedes leer mi ser como si fuera un libro abierto. Eres la única que lo logra.

Espero hacer un trabajo igual de bueno con mi hijo.

Tal vez todo sucedió como sucedió, para que pudieran llegar ellos.

¿Sería muy retorcido desear que ellos lograron lo que nosotros no pudimos?

No lo había pensado en lo absoluto hasta que los vi juntos, haciendo tan buen equipo... tratándose como si se conocieran de toda la vida aunque era la primera vez que se veían, tal y como lo hicimos nosotros.

Los hemos acostado a ambos en la cama de mi niño, y tu niña se ve demasiado cómoda ahí. ¿Recuerdas cómo te subías a mi cama? Nunca me gustó que nadie lo hiciera, pero cuando tú lo hiciste la primera vez, ni siquiera se me ocurrió que lo estabas haciendo. Simplemente era natural verte ahí.

Recuerdo aquellas noches que dormías en el armario... Recuerdo una noche en específico, en la que deseé con todas mis fuerzas sacarte de ahí y subirte a la cama conmigo. No pensé en nada sucio; aún con todo. Solo pensé en acostarte junto a mi y cubrir tu diminuto cuerpo con mis brazos; pegar tu hermosa espalda contra mi pecho y aspirar el aroma de tu cabello, y no dejarte ir hasta en la mañana...

¿Duermes así con él?

Pero por supuesto que sí. ¿Quién desaprovecharía la oportunidad de tenerte entre sus brazos toda la noche, de serle posible?

Yo jamás pude hacerlo.

Solo espero que él lo haga. Espero que te ame más locamente de lo que jamás pudiera amarte yo. Me consta que él te ama demasiado; de no ser así, jamás te hubiera dejado ir tan fácil...

Pero es que no te dejé ir, tú te fuiste solita.

¿Acaso querías que te pidiera que te fueras conmigo aquella tarde, después de que por fin paró la lluvia?

No podía retenerte. Así como no puedo hacerlo ahora.

—Son tan hermosos, ¿Verdad? —Me has preguntado mientras los ves dormir, y me sonríes.

—Es la cosa más hermosa que he visto en mi vida — Te respondo, sin poder dejar de mirarte a los ojos.

Tú bajas la mirada, sonríes y me dices que es hora de volver, nuestras parejas nos están esperando.

Nunca sabré a ciencia cierta qué sientes por mi, solo espero que seas muy feliz, tanto como yo lo soy con mi familia, a pesar de todo.


Ay, mi ichiruki. Aún sin haber llegado a ser, sigues siendo lo más hermoso de la creacion.

PD: No he leído las novelas, así que obviamente habrá discrepancias con lo que escribí aquí, que fue una cosa que se me ocurrió un día, obviamente sin base en nada más que mis fantasías, y ha estado solo ocupando espacio en mis archivos por quién sabe cuánto tiempo hasta ahora, que de casualidad lo encontré, aún cuando ni recordaba su existencia.

En fin, espero que les guste.

¡Nos leemos!