N/A: Ayer no pude subir el capitulo debido a que no pude ingresar a ff.net, creo q el servidor estaba mal.

"Sangrando en la Oscuridad Sumidos Nos Hallaremos"

autora: Mione of the Dragon

e-mail: sugary_cutiepie@yahoo.com

Capítulo 1: SANGRE EN EL PISO DE MÁRMOL

-¿Dónde estoy?- Hermione Granger se preguntó a sí misma ya que no había otra persona en la habitación. Se había despertado sobre el frío piso de mármol de una pequeña, sin embargo, tenebrosa salita de descanso, o al menos lo que se veía como una La oscura habitación estaba iluminada únicamente por una antorcha adherida a una de las paredes de piedra.

Miró confundida a sus alrededores, sin saber realmente en donde se encontraba ni como había llegado a aquel lugar. Todo se veía tan irreal, tan oscuro. El elegante piso de mármol negro se encontraba salpicado con sangre. Estando aún sentada en el piso dirigió su vista al techo. Estaba encantado para que simulara una oscura noche, al igual que el techo del gran comedor en Hogwarts. Sin embargo, ella estaba más que segura que no se encontraba ni remotamente cerca a Hogwarts, aún si deseara con toda su alma estar equivocada. No encontraba su varita, no la tenía, y su túnica se encontraba destrozada pero no del todo, por lo que aún la mantenía cubierta en donde debía. Se había pegado a su cuerpo convirtiéndose en lo que se podría llamar una segunda piel debido a que se encontraba empapada. Empapada de sudor y de algo que Hermione había descubierto al mirar al piso de mármol, sangre.

No había ni ventanas ni puertas, se encontraba encerrada. Hermione sintió que sus ojos estaban hinchados pero no lograba recordar el por qué. El por qué de un llanto previo, de un enorme sufrimiento. Ambos, cabeza y cuerpo le dolían intensamente. Cada uno de sus músculos palpitaban de puro dolor. Los recuerdos comenzaron a fluir dentro de su mente como un caudaloso río. Memorias... memorias de los partidos de Quidditch, de su hogar, de sus amigos, de Hogsmead, bromas, aventuras, memorias de sus años escolares y otras de lo acontecido después, en fin todas ellas memorias felices.

Pero por supuesto desde otro lado de su mente también comenzaron a fluir los recuerdos tristes entremezclándose con las felices, el miedo por sus amigos, la desesperación del encierro, el odio que sintió, el sacrificio, las batallas y peleas, entre muchas otras. Memorias de hechos y emociones, en fin, memorias de su vida.

Tantas invadiendo su cabeza y destruyendo su corazón.

*¿Dónde está?* pensó con desesperación mirando frenéticamente a todos lados. Lo último que recordaba antes de despertar en aquél lugar era haberse encontrado en casa, en su hogar junto con Harry y Ron.

Debido a los fuertes lazos de amistad que la habían unido a Harry desde el primer día, su preocupación era primordialmente por su amigo. Además, Hermione estaba aterrada de lo que le pudiera haber sucedido a Harry, con tantos seguidores de Quién-No-Debía-Ser-Nombrado libres, rodeándolos, acechando y fingiendo unirse a ellos.

No había pasado ni un mes desde la última vez que se llevaron con una enorme sorpresa al acoger en su refugio a un chico llamado Simon LeStrange. Simon LeStrange no había sido más que un espía del lado oscuro. Voldemort aún buscaba saciar su sed de venganza, y entre todas las personas de las que el perverso ser deseaba tomar venganza, Harry era su objetivo mayor.

Harry y Hermione habían formado con Dumbledore un refugio para los que estaban de parte del bien y la luz cuando Quien-No-Debe-Ser-Nombrado resurgió de entre las tinieblas.

Esforzando su brillante cerebro logró recordar que se había encontrado en la tranquilidad de la sala de su hogar junto con Harry, Ron, Neville, Ojo Loco Moody, Remus Lupin y las gemelas Patil. Entonces, en tan sólo dos segundos el panorama de una noche tranquila y sosegada había cambiado. Habían entrado dentro de la pequeña casa cuatro oscuras figuras. Habían ingresado Simon LeStrange, trayendo consigo a Colagusano, y al mismo Señor Tenebroso. Junto con ellos venia otra figura, también oscura que no lograron distinguir debido a las maldiciones lanzadas unos a otros, enfrascándose en una batalla. Lo único que recordaba Hermione antes de desmayarse era que la cuarta figura era distinta a las otras, mantenía una posición altiva y altanera.

Hermione se llevó un enorme susto al ver hacia su espalda y ver un par de ojos mirándola desde la oscuridad. Una oscura figura se había encontrado todo el tiempo detrás de ella. Cuando descubrió que no era más que su reflejo dejo escapar un resuello de alivio. Hermione miró su opaco reflejo en el polvoriento espejo enmarcado con una delgada capa de oro. Aunque era un lujoso espejo del siglo XIV que Hermione había observado en un libro titulado "Antiguos Muebles Mágicos", se veía bastante antiguo y desgastado. Ella había leído el libro meses atrás. Se había quedado hasta llegada la madrugada en la biblioteca como resultado del insomnio que padecía durante su séptimo curso. Como no tenía nada que leer a causa de que se había leído ya la mayoría de libros que contenían hechizos, y no quería leer ningún libro relacionado con pociones, decidió tomar un libro al azar de la sección de decoración. En aquél libro ella vio toda clase de artefactos que se veían como de la época medieval, los cuales parecían tener más aspecto de ser armas que mobiliario.

Cuando se había encontrado aproximadamente en la mitad del libro, el cual era enorme, casi tenía mil páginas, Morfeo, el Dios del sueño la había vencido dejándola dormida. Ella recordó haber sido Madame Pince la que la había encontrado a la mañana siguiente en la biblioteca. Madame Pince no sabia como era posible que la castaña chiquilla hubo entrado o haberse quedado, cuando ella se encontraba totalmente segura que había asegurado bien las puertas al cerrarlas, colocándoles no sólo un candado sino también un hechizo, y que la biblioteca se encontraba desierta cuando ella lo hizo. Claro está que lo que nuestra querida Madame Pince no sabía era que cierto Gryffindor, famoso chico, tenía una capa invisible. Hermione se había despertado aquel día por el "no muy bien escondido" grito que la vieja bibliotecaria había proferido causado por la sorpresa de la forma del desparramado cuerpo de Hermione que se encontraba en la silla y descansando la cabeza encima de la mesa con lo brazos colgándole a los lados. Hermione había saltado inconscientemente

-¿Señorita Granger qué está haciendo aquí?- La anciana mujer le preguntó a la joven tomando bocanadas de aire desesperadamente. Ella se encontraba moviendo un vetusto abanico español hacia adelante y hacia atrás., tratando de calmar su veterano, sin embrago, inexperto corazón.

Hermione, aun encontrándose ella en el mundo de los sueños, balbuceando replicó -mmm, ¿¡qué quiere!? ¡Déjeme tener algo de descanso! ¡Váyase!- Madame la miró horrorizada- Ella nunca en todos sus años hubiera esperado de una chica tan respetuosa como Hermione Granger, a quien ella le tenía considerable estima, semejante respuesta.

Después, Madame Pince dio un saltito cuando vio a Hermione saltar de su asiento. Hermione alzó su cabeza y abrió sus ojos miel de par en par. Ella portaba una expresión aterrada en su rostro, -Madame Pince lo siento tanto. ¡Por favor perdone mi tosquedad!- exclamó. Ella continuó rogando a la pasmada bibliotecaria. En ese instante las puertas de la biblioteca se abrieron de par en par, por segunda vez en aquella mañana, provocando que Hermione se sienta aún más aterrada de lo que ya se encontraba cuando vio al mismo director entrando. Sus brillantes ojos observándola con una confusa pero sabia y conocedora mirada.

-¿Señorita Granger, Madame Pince, qué está ocurriendo aquí? ¿Por qué se ve tan preocupada señorita Granger?- Preguntó de forma inocente como si no supiera nada. Dumbledore tan sólo quería escuchar con sus propios oídos cual era el motivo de su insomnio. Él se dio cuenta sólo mirándole el rostro que era verdad lo que había escuchado. El colegio entero se había encontrado comentando la noche previa durante la cena. Había escuchado a un grupo de chicas y chicos, muy sorprendidos todos, hablando con entusiasmo, y claro que también había escuchado comentarios amargos y sarcásticos provenientes, para 'sorpresa' de todos, de la mesa de Slytherin. Lo que Dumbledore no sabía era que Hermione sufría últimamente de insomnio por distintas razones y ya hace un tiempo, sin embargo, la mayor parte era por el motivo que él se imaginaba.

-Yo no quise, no fue mi intención romper ninguna de las reglas de Hogwarts, ¡lo juro!- Hermione agregó rápidamente, -es sólo que no podía concebir el sueño y, y- Sus palabras fueron cortadas por la dulce y comprensiva voz de Dumbledore,-No hay necesidad de disculparse señorita Granger.

-¡Por favor no me expulse!- Hermione había compartido una de las cosas que más la asustaban, sólo una de las cien que se encontraban revoloteando en su cabeza cuales mariposas sin alas, y en su corazón. Tomó una profunda y prolongada bocanada de aire antes de sentarse en la misma silla en la que se había quedado dormida la noche anterior. Miró con expectativa al director del colegio y a la bibliotecaria, esperando una respuesta. Hermione había puesto "las cartas sobre la mesa", como se solía decir y no le quedaba más que esperar una resolución.

-Señorita Granger, nunca paso ni por un segundo por mi cabeza el expulsarla. Oh no, no tenga miedo, yo nunca haría eso. En vísperas de su graduación, nunca, a nadie sin importar que. Tampoco ha obrado de manera tan errónea,- permitió una pequeña pausa por un breve instante y entonces con un guiño le preguntó, -¿o sí?

-¿O sí?- se preguntó a ella misma mientras aún observaba su reflejo. Claro que sí lo había hecho, pero nunca se lo dijo al director, sin importar que tan afable y cándido fuera el viejo mago. Lo que ella había hecho no era nada en comparación de lo que hubiera hecho antes, antes del día de la pregunta. Había mentido a su propio corazón, se había traicionado a ella misma. Con el tiempo ella aprendería que aquello no era nada en comparación con las cosas que le deparaba el destino. Ella sabía lo que Dumbledore había querido. Él había querido que ella le confirmase si es que era verdadero el rumor que se había corrido. El rumor era cierto: Harry le había propuesto matrimonio y ella había aceptado.

Hermione y Harry habían contraído matrimonio al terminar el séptimo curso en Hogwarts. Había sido una gran sorpresa para todos y la noticia se había vendido como pan caliente en lo periódicos de todo el mundo, pero el Profeta le había dedicado al evento la exclusividad de aparecer en la portada, privilegio reservado únicamente para las noticias más importantes, o a las que más se vendían entre los magos y brujas. El matrimonio había sido una pantalla para cubrir el albergue y a todos los escondidos, a todos los que estuvieran en contra de Quien-No-Debe-Ser-Nombrado, como antes preferían Ron y Hermione llamarlo a diferencia de Harry que lo llamaba a secas Voldemort, para llamar la atención entorno a ellos y no a las visitas que nunca salían de la casa de Harry.

Salvo ellos dos y Ron, nadie se encontraba enterado del acuerdo. A Dumbledore se lo comunicarían después. Harry la amaba, y ella a parte de necesitar protección por tener padres muggles y ser el gran amor de Harry Potter, lo que la convertía en un buen blanco para los seguidores de Voldemort y el mismo Voldemort, quería ayudar a los que necesitasen ser escondidos por mantenerse firmes en que se encontraba de parte del bien.

Ella había imaginado que eso era terrible, pero ahora... Ahora que se encontraba cautiva, prisionera era, sin saber nada de su supuesto esposo ni amigos. Ella seguía siendo aún la Sra. Hermione Potter y lo sabía bien. Ella sabía, sin importar lo que le fueran a decir, sabía que su esposo y mejor amigo ser encontraban con todavía vida. Con un bufido irónico recordó aquellos días en que las personas temían pronunciar su nombre. Solían llamarlo Quien-No-Debe-Ser-Nombrado o Sabes-Quien, pero después de su resurgimiento todo ello perdió sentido.

*La posibilidad de que estos últimos días hayan sido tan sólo una horrible pesadilla se van disipando cada vez más rápido con cada segundo que transcurre,* pensó aunque aún deseando con todo su ser que fuera únicamente eso, una pesadilla. Observó otra vez su ropa hecha retazos, su cabello se encontraba desarreglado, sus ojos lucían negras ojeras debajo de los mismos causados por la falta de sueño y se encontraban rojos e hinchados, su rostro estaba sonrojado de tanto llanto. Movió su cabeza de lado a lado y dejo escapar un aliento de desesperanza. Miró a su alrededor una vez más. *Si tan sólo pudiera encontrar una ventana, una chimenea, una ancha separación en la pared, cualquier cosa, en cualquier lado desde donde pudiera escapar de aquí.* Comenzó a girar hacia todos lados desesperada, su amplia túnica danzando con ella con cada movimiento que daba. No había suave y tierna brisa besándole las mejillas, ni luz jugando con su rostro, no, ella se encontraba en una pequeña y oscura habitación de tres metros cuadrados sin siquiera una ventana, ni velas, con una antorcha cuya llama era menos potente que la de un fósforo, un techo encantando que más parecía un manto negro, sin estrellas ni luna, sólo tenía un espejo para consolarse en cierta medida, ver su reflejo era como ver a otra persona.

*Debiste haber apreciado a Harry como esposo,* pensó amargamente. Harry y ella tuvieron una adorable boda en una pequeña iglesia en Hogsmead. Ellos sólo habían enviado invitaciones a sus más íntimas amistades y familiares. Con la fama de Harry y todo, no podían arriesgar la tranquilidad de su matrimonio. Pero de alguna manera, Rita Skeeter, la ponzoñosa reportera, estaba enterada de todo, y para espanto de Hermione, no sólo ella sino también un numeroso grupo de fanáticos de Quidditch, Harry después de todo seguía siendo el buscador más joven del último siglo, y de Harry también asistieron a su boda y tomaron fotos como si no hubiera mañana. Hermione se sintió más como una banshee cuyo cuerpo estaba hecho de la piedra filosofal que la sencilla chica de diecisiete años en el día de su boda que era. Todos sólo tomaron fotografías y más fotografías como magos y brujas insanos quienes tenían un parecido con Colin Creevey debido a su comportamiento.

Ella recordó los arreglos previos y el día, como su largo cabello ondulado se encontraba sujeto en un impecable moño en lo alto de su cabeza, y lo adorable que era su vestido de mangas largas hecho de satín. Hermione había ido con su madre y Ginny a "Madame Malkin's" a comprar su vestido de novia. Después de horas de buscar entre largas hileras de lujosos vestidos, finalmente había visto uno que le había gustado bastante. Le había gustado debido a su simplicidad, no tenía tantos intrincados diseños tejidos en la tela como los otros. Era un vestido de mangas largas, tenía florcitas tejidas en las muñecas, cintura y alrededor del cuello también. Hermione ahogó una risa cuando escuchó a su madre sollozando -¡Mi bebé ha crecido!- Ella no quiso ser cruel con su propia progenitora o nada que se le pareciese, pero no podía contener las ganas de reírse que le provocó el escuchar a su madre sollozar como si ella fuese aún una pequeña niña que necesitase de su protección. Hermione necesitaba protección, sí, era cierto, pero en el mundo en que ella se manejaba en vez de protegerla sus padres a ella, ella sería la que tendría que proteger a sus padres, y eso era lo que estaba haciendo...

Ella y Harry habían sido la perfecta fotografía de la pareja perfecta para la prensa entera. El día de su boda había sido un día soleado y con un dulce aroma perfumando todo. Cuando ella entraba a la iglesia pudo sentir la corriente del viento sureño dándole un beso de despedida en el rostro y labios. Una despedida sobreentendida y que no necesitaba ser mencionada. Hermione se despidió de todo lo pasado sin considerarlo ni pensarlo demasiado tiempo mediante un susurro mudo. Ella había dado tan sólo un par de pasos dentro de la iglesia cuando vio a Harry mirándola directamente a los ojos y sonriéndole de manera afectuosa, otorgándole a ella clara prueba de la devoción de su amor con la sonrisa que portaba que prácticamente gritaba a todas luces "Te amo". Harry se veía muy apuesto con su esmoquin negro, y la gran sorpresa consistió en que por primera vez en toda su vida su cabello se encontraba perfectamente peinado. Ella habló sin pronunciar palabra, moviendo los labios para preguntarle -¿Qué pasó con tu cabello?- cuando se encontraba ya a su costado. Él le respondió también moviendo la boca sin dejar sonido alguno que escapara, -El siempre común y tradicional gel muggle.- Sus brillantes ojos verde esmeralda le resplandecieron de manera juguetona .

Ella no pudo dejar de pensar que tenía suerte, toda la Comunidad Mágica no dejaba de decir lo especial que Harry era, y ella, de todas la brujas hermosas en el ancho planeta, era la que Harry amaba tan profundamente. Su boda se había llevado a cabo en el mundo mágico asistiendo únicamente sus amistades mágicas aunque los Dursley también fueron invitados por la persistente petición de Hermione, pero en alguna forma, se había realizado siguiendo tradiciones muggles. El tío de Harry había usado un frac de gamuza marrón claro con una corbata en forma de moñito del mismo color, la tía petunia un vestido con muchos volantes que la hacía ver como un pastel de un feo color rosa, y Dudley, bueno Dudley había usado un sencillo pantalón azul marino y una camisa ya que debido a sus nuevas, y enormes dimensiones por cierto, su ropa tenía que ser mandada a hacer a una costurera. Los tres miembros de aquella familia llevaban cara de terror al ver a muchos magos usando túnicas y sombreros puntiagudos.

Hermione sacudió su cabeza duramente como si estuviese tratando de conseguir entrar de vuelta al mundo real. Funcionó. Pronto se encontraba de nuevo en la fría y oscura habitación de tres metros cuadrados.

Ella estaba determinada a enseñarle a Voldemort que no era ninguna damisela en peligro que necesitase ser defendida por alguien que no fuese ella misma. Ella tenia la firme resolución de actuar tan valiente como su valentía innata de Gryffindor le permitiese. Hermione sabía que su tiempo se estaba terminando , y que pronto le esperaba un horrible final. Se encontraba recostada contra la pared de madera, mirando frente a ella el espejo. Se deslizó lentamente hacia abajo por la pared hasta llegar a encontrarse sentada. Ella abrazó sus rodillas llevándolas a su pecho y notó que lo que fueran hacerle sería similar al beso del dementor, pero seguramente, mil veces peor.

Llevó sus manos al piso para apoyarse para así poder lograr ponerse en pie. Casi lo había logrado si no hubiera sido por una cruda y cruel voz que irrumpió en el silencio de la noche, asustándola y haciendo que pierda el equilibrio. Viró la cabeza, temiendo lo peor sobre el origen de esa voz casi inhumana. No se encontraba equivocada. La puerta se había abierto y un hombre pequeño con cara de rata, al que ella reconocía, había abierto un poco la puerta.

-¡Colagusano!- exclamó ella con odio. Colagusano había abierto el diminuto cuartito para dejarle una tela blanca amarillenta, la cual Hermione pronto reconoció como un vestido. Lo que había balbuceado, que había asustado a Hermione sin saber quien era en un inicio, era -Ponte el vestido.

*¿Qué me ponga el vestido?* Hermione pensó con incertidumbre.

-Colóquese el vestido milady que el señor así lo espera.

***

20/07/03

N/A: No podía entrar al ff.net, sorry x no poder cargar éste capítulo en la fecha que había mencionado. Hagan REVIEW!!! Es lo k + m gusta!!! Les gusta? Lo odian???

PRÓXIMO CAPÍTULO: "Lady Voldemort"

Sube en máx. 5 días, sólo si tngo REVIEWS!!! Jeje, lo + probable es k tenga o no tenga muchos lo suba =, bueno todo depende de con k humor m encuentre.