Disclaimer: Nada me pertenece. Canción de hielo y fuego es de George R. R. Martin y toda la recopilación está inspirada en el álbum Midnights de Taylor Swift.
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Medianoches
Niebla de color rosa
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I
Todo ocurre muy rápido. En un momento Daemon y ella se están besando y al segundo siguiente él ha desaparecido. Está enfadada con su tío por haberla dejado sola, pero hay algo más. Todavía siente en su piel el calor de sus besos y de sus caricias. Es como si toda ella estuviera hecha de fuego, como si tuviera fiebre, pero Rhaenyra no se siente enferma en absoluto.
Vuelve a la fortaleza roja con las imágenes de todo lo que ha presenciado frescas en su cabeza. Quizá debería estar dándole vueltas a lo que el pueblo ha dicho sobre Aegon, pero lo cierto es que no deja de pensar en lo que ha visto en el burdel y en lo que seguramente Daemon esté haciendo allí, en lo que a ella le gustaría estar haciendo con él. No obstante, quizá no tenga por qué ser con él necesariamente.
Ser Criston está guardando su puerta. Rhaenyra siempre ha pensado que es guapo. Tiene cuerpo de guerrero. Una vez oyó decir a una criada que viendo la manera en la que un hombre usa su espada en las justas se puede saber cómo la usa en la intimidad. En su momento no lo entendió, pero ahora lo comprende y ser Criston es no solo un gran justador, sino también un destacado caballero curtido en las marcas de Dorne.
También es un caballero de la guardia real y eso presenta un pequeño problema: juró no tomar esposa; pero Rhaenyra no va a ser su esposa. Ella solo quiere pasarlo bien y sabe que a él también le apetece. Lo nota. Llevan años pasando la mayor parte del día juntos y ha aprendido a conocerlo, a leer sus gestos y sus miradas. Antes estaba dispuesta a conformarse con eso, con saberse deseada de la misma forma que ella lo deseaba a él. Esa noche, sin embargo, no está dispuesta a conformarse con nada.
En un principio, Criston se muestra reacio a su propuesta. Le habla del honor, del suyo y del de ella. Rhaenyra desecha sus protestas con palabras aprendidas de su tío. El deber no tiene por qué impedirles disfrutar del placer a ninguno de los dos. Por un segundo vuelve a sentir una punzada de rabia y de celos al pensar en con quién estará sintiendo ese placer Daemon, pero aparta esos pensamientos de su mente y se concentra en Criston, que poco a poco parece que va cediendo.
Entran en su habitación y él comienza a quitarse la armadura. Rhaenyra lo observa mientras ella también empieza a desnudarse. Lo ve dejar la capa blanca en una silla con tanta delicadeza como si se tratara de un ser vivo y no puede evitar una sonrisa llena de ternura. Su caballero blanco ama la guardia, pero fue Rhaenyra quien le permitió formar parte de ella, así que es lógico que la ame todavía más que a su deber.
Está un poco borracha, pero aún puede pensar con claridad y es consciente de que lo que están a punto de hacer está prohibido en muchos sentidos. No obstante, en lugar de asustarla eso la excita todavía más. Comparte una mirada cómplice con Criston mientras siguen desnudándose y suelta una risita traviesa que él secunda. A partir de ahí ya no hay vuelta atrás y por ella eso está más que bien. No quiere echarse atrás, no ahora que tiene lo que lleva queriendo tanto tiempo.
II
Puede que Criston sea ahora un casto y devoto caballero de la guardia real, pero desde luego Rhaenyra no es la primera mujer con la que ha yacido. Su caballero blanco sabe bien lo que hace. Recorre su cuerpo con besos húmedos y caricias suaves, despacio al principio, como si temiera que ella fuera a apartarlo; más rápido después, cuando es consciente de que Rhaenyra está más decidida a hacer aquello que él.
Ella lo besa en los labios. Es su primer beso y es torpe y raro. Criston no puede evitar una risita y Rhaenyra vuelve a besarlo, picada en su orgullo. Esta vez sale mejor. La lengua de ella asalta la boca de él y Criston se deja hacer antes de subirse encima de la princesa y comenzar a tocarla entre las piernas. Ella lleva una mano al miembro de él y comienza a acariciarlo arrancándole un gemido. Rhaenyra también ha empezado a gemir ante el vayvén de los dedos de Criston, arriba y abajo dentro de ella.
Duele cuando la penetra, no sin antes pedirle con una mirada un permiso que ella no duda ni un segundo en otorgar. Ya le advirtieron que dolería, pero el dolor no le importa, no cuando los labios de Criston se posan en su cuello y sus manos buscan sus pechos, estimulando sus pezones con los dedos y haciendo que su boca se abra en un suspiro de placer.
Después él comienza a moverse muy despacio, . Rhaenyra siente una sensación extraña, pero placentera. Le pide que vaya más rápido. Él obedece y eso le gusta. Le encanta tener el control de la situación. Con un movimiento brusco invierte sus posiciones y se coloca encima de Criston, a quien se le escapa un gruñido de sorpresa que pronto es reemplazado por nuevos gemidos conforme Rhaenyra comienza a moverse sobre él.
Sonríe y lo besa de nuevo, ya sin rastro de la torpeza inicial. Ahora es ella quien recorre el cuerpo de él con sus dedos y con sus labios. Él le devuelve las caricias y los besos mientras ambos se mueven acompasados, como si siguieran los pasos de un baile que conocen de memoria, uno que Rhaenyra piensa que deberían haber comenzado a bailar mucho antes.
III
A la mañana siguiente le esperan muchas preguntas por parte de su padre y de su madrastra. Quieren saber qué hizo la noche anterior. No obstante, el nombre de Criston no se menciona en ningún momento. El de su tío sí que sale a relucir. Rhaenyra no miente al decir que no hizo nada con Daemon. Se guarda lo que sí hizo con otra persona. Eso es asunto de ellos dos y de nadie más.
Sospecha que su padre no la termina de creer del todo, pero curiosamente no le importa. Esa mañana nada puede importarle. Se siente como si hubiera echado a volar en Syrax y estuviera observando todo lo que pasa desde arriba. Quizá es por eso por lo que se siente tan poderosa, lo suficiente como para enfrentarse a su padre y hacer que despidan a aquel que ha intentado manchar su reputación y que haría lo que fuera por desheredarla y lo suficiente como para mentirle a Alicent sin pestañear. Es una nueva versión de sí misma, una que tiene el control de su vida.
El castillo hierbe con noticias y rumores. Daemon ha sido exiliado de nuevo. Rhaenyra no se permite dedicarle ni un solo pensamiento y sorprendentemente no es algo que le cueste hacer. Su mente entera está puesta en Criston y en la felicidad que la hace sentir lo que ahora tienen.
El anuncio de su casamiento tampoco le despierta ninguna emoción en particular. La idea la horrorizaba antes, pero ahora no le importa. Ella no será otra mujer atrapada en un matrimonio sin amor y condenada a cumplir con su deber y engendrar herederos. Da igual si su matrimonio es de conveniencia. Rhaenyra tiene el amor de Criston y eso en sí es algo poderoso.
Él la acompaña en su viaje a Marcaderiva. Ella se coge de su brazo y ambos hablan mientras pasean por la cubierta. No hay nada de especial en todo eso y sin embargo se siente diferente. No sabe cómo el resto de pasajeros no lo ven. Ella desde luego se siente cambiada y puede notar también ciertos cambios en Criston, o quizá es solo la manera en la que lo está mirando porque ella sabe lo que tienen y eso lo cambia todo.
La conversación fluye natural entre los dos, igual que tantas veces antes. Rhaenyra piensa que Criston es la persona que mejor la conoce de todo el reino. Han pasado mucho tiempo juntos y ahora lamenta no haber hecho antes lo que la noche anterior hicieron. Ha sido mucho tiempo perdido. No obstante, no importa. Nada importa porque ahora lo han hecho y no hay cosa en el mundo que pueda destruir su felicidad. Se siente envuelta en una niebla de color rosa y quiere seguir en ella hasta el fin de sus días.
Mira a su caballero y él le devuelve una mirada cargada de adoración. A Rhaenyra le gustaría besarlo allí mismo, pero se contiene. Da igual, podrá hacerlo más adelante. Tienen todo el tiempo del mundo. Están enamorados y Rhaenyra siente que nada podrá nunca hacerlos bajar de esa nube de felicidad en la que se encuentran. Es como en las canciones, pero mejor porque es la realidad.
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Puedo sentir la niebla de color rosa rodeándome
Irreal
Estaría jodida si me importara una mierda lo que dice la gente
No acepto
Esta cosa estilo años 50 que quieren para mí
Yo solamente quiero quedarme en esta niebla de color rosa
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Tenía muchas ganas de iniciar con esta recopilación que combina mis dos obsesiones del momento: La casa del dragón y Midnights. Seguramente mezcle cosas del libro, la serie y mis propios headcanons, así que a ver qué sale.
Por lo pronto empiezo con Lavender haze. La traducción literal es Niebla de lavanda, pero se refiere a ese periodo del enamoramiento en que todo es de color de rosa, por eso lo he traducido como Niebla de color rosa. Los versos del final también los he traducido de la canción.
En cuanto pensé en hacer la recopilación esta fue una de las canciones que tenía más claras. En un principio iba a terminarlo en drama, pero al final decidí dejarlo en la parte bonita.
