ACUSACIÓN
-Pues yo pienso que los dementores son necesarios.-Como no, aquel
era Snape. Una mañana sí y otra no, en la que dejaban pasar el
enfado, Elizabeth y él discutían.
Excepto el día en que le dio la poción, no habían vuelto a comentar (ni siquiera a pronunciar), la noche de la biblioteca. Snape había vuelto a su mal genio y Elizabeth a sus cambios de humor dependiendo de si él estaba cerca.
-¿Cómo pueden ser necesarias unas criaturas oscuras incapaces de hacer algo bueno y que no quieren tener ninguna utilidad?-Estaba tranquila, esa discusión la tenía que ganar ella, no había ninguna duda.
-¿En serio?-Snape arqueó las cejas.- ¿Y qué me dice del trabajo que supone mantener a los Mortífagos a raya e indefensos?-Al decir eso se le oscurecieron los ojos.
-En mi opinión, no se debería castigar a los Tenebrosos de esa manera. Alimentarse de la felicidad y de los pensamientos alegres de una persona es horrible.
-No es malo castigar a los Mortífagos de ese modo,-dijo con expresión dura.-al fin y al cabo, se lo merecen. Esa gente ya sabe lo que les esperas si les pillan. Que no hubiesen estado dispuestos.-Elizabeth se dio cuenta de que hablaba más para sí mismo que para ella.
-Si, claro. Como nos han causado sufrimiento, mandémosles al lugar donde la angustia es poca cosa.-Se rió sarcásticamente.-No creo que rebajándonos a su nivel consigamos que ellos abran los ojos. Siempre puede más el resentimiento o la venganza a los demás sentimientos.-Añadió al ver la cara de interrogación del profesor.
Snape la miraba atentamente pero sin decir nada. Se estaba poniendo nerviosa. Snape tenía unos ojos grises profundos, muy profundos. Cuando te miraba, te veías reflejada en ellos como perdida en un pozo oscuro y sin salida, excepto aquellas inquietantes pupilas que quitaban el hipo nada más verlas. Elizabeth se tranquilizó más cuando empezaron a venir los demás profesores y los alumnos.
-En fin,-Dijo cuando se fueron acercando.-Creo que me tendré que sentar en mi sitio.-Dicho esto, se levantó de la silla del director, donde se había sentado para hablar.-Mañana podríamos hablar sobre temas más agradables.-Se sorprendió a si misma al pronunciar esas palabras.
-Si, y no discutir.- ¿Era su imaginación o había sonreído un poco?- Así variaremos un poco.
*-*-*-*-*
Cuando Snape comió, no escuchó nada ni a nadie. Estaba confundido. No debería haber mostrar sus sentimientos tan claramente sobre los Mortífagos y.otras cosas. Pero es que esos ojos azules.si, azules. Esa mañana había conseguido que no se enfadara con él y lo miraba con destellos azules.
-¿Qué miras tan interesado, Severus?-La voz de Al bus le sacó de sus pensamientos.
-Yo.bueno.miraba. ¡el cielo!- ¡Qué estupidez!
-¿El cielo?-Lo miraba con cara divertida.- ¿Desde cuándo te preocupas por eso?
-Bueeno. esta mañana me he fijado en que.-En lo que se hubiese fijado no se enteró nadie. En ese momento llegaron las lechuzas y todo el mundo se preocupó de lo que recibían ellos y los demás.
Entre las lechuzas y el griterío de estudiantes demasiado entusiastas, se oyó el grito del águila. Todas las miradas se posaron en la magnífica ave, que pasó rozando las cabezas de los alumnos (lo que gustó a Snape) y se posó en el brazo de Elizabeth. El ave le clavaba las uñas en la carne, como siempre, pero a ella no pareció importarle.
Por un instante a Severus se le vino a la cabeza ser él quien le clavara las uñas, pero desechó la idea, que desapareció tan rápidamente como había venido.
Apartó la mirada de Elizabeth y se fijó en su mesa. El Sr Goyle llevaba unos días muy raros. No había recibido ninguna queja por parte de McGonagal ni de ningún otro profesor. En ese momento pasó aquel chico de 3º Gryffindor cerca de la mesa. Los Slytherin empezaron a abuchearle, y uno de 6º se levantó y empezó a imitar los pasos del Sr Lesbos, pero Goyle estiró la pierna cuando estaba pasado y cayó de bruces. Eso no fue lo más extraño, Severus pudo leer en sus labios como le decía hola a Lesbos, este le saludó disimuladamente y se fue antes de que levantara.
Quizá el Sr Goyle empezara a cambiar, tal y como le había confesado Elizabeth, aunque lo dudaba mucho. Los deseos de padres como los de Goyle se cumplían siempre. Harían de su hijo un auténtico Mortífago
*-*-*-*-*
-Tú águila está preciosa.-Comentó la profesora de Criaturas Mágicas.-Pero mira.-Señaló a la cabeza y a las alas.- ¿No crees que está manchada?
-Si.-Confesó Elizabeth mientras le quitaba la carta con cuidado.- Seguramente venga de Londres. El humo y la contaminación de algunas zonas se le adhieren a las alas.
Abrió la nota. Era de Hoz, un amigo suyo de 27 años. Le conoció hacía poco menos de dos años tras una tragedia. Él era muggle, y había tenido la mala suerte de encontrarse en luna llena con un hombre lobo. Desde esa noche y cada luna llena, se convertía en uno. Ella le había enseñado a preparar la poción luparia cada mes y llevaba una vida normal, dentro de lo que cabe. Lo que decía la carta no tenía ni pies ni cabeza. Estaba escrita rápidamente.
Querida Elie: lo siento, te juro que no sé como ha podido ocurrir. Ayer me desperté por la mañana en tu Ministerio. Estoy preso. He atacado a un hombre, por la noche, pero te juro que yo no me di cuenta. Él no está contaminado, pero me van a juzgar. Uno de los tuyos, un hombre llamado Malfoy, me ha denunciado y dice que me van a meter en una prisión con dementores. Sé que me lo merezco, pero no creo que pueda soportarlo. Ayúdame.
Por un momento se quedó paralizada. Eso no podía ser cierto, pero Hoz no la hubiese escrito si no se encontrase en graves apuros, no le gustaba depender de alguien. Se levantó rápidamente e hizo una señal a Dumbledore para que la siguiera y, tras pensarlo un momento también llamó a Snape.
Cuando salieron del Gran Comedor, Dumbledore les dijo que hablarían en su despacho. Mientras caminaba detrás del director pensaba en cómo había ocurrido eso si Hoz había tomado su poción y en los daños que pudiese tener el atacado. Ni siquiera reparó en que Snape la miraba preocupado.
Dumbledore se sentó en su silla detrás del escritorio y Snape en una de las sillas de la estancia, pero Elizabeth se puso a dar vueltas por la habitación.
-¿Qué ha pasado?-Preguntó el director tranquilamente. Les empezó a contar el contenido de la carta y las circunstancias. Cada vez estaba más nerviosa y no entendía que eso le pasase a su amigo.
-Si Malfoy es amigo del atacado seguro que tiene que ver con el asunto.-Dijo Snape cuando terminó.
-¿Cuánto que ver?-No la gustaban las adivinanzas en momentos tan delicados.
-A tu amigo le han metido en una trampa,-Explicó Albus.-que no sirve para otra cosa que para fastidiarte a ti. Debes tener algo que quiera Voldemort.
-¿Qué?-Gritó.- ¿Estáis seguros?-Preguntó mirando a los dos a intervalos.- ¡Como me encuentre con ese Malfoy.! -Ahora debes pensar en tu amigo.-La recordó Dumbledore al percatarse de que perdía los estribos.-Debes encontrar algún fallo en su historia e intentar que tu amigo salga inmune.
-Pero si le ocurre algo será por mi culpa y.-No podía hablar, notaba un nudo en el estómago que se lo impedía.
-No debes pensar en eso y centrarte en el asunto.-Snape cayó antes de terminar la frase, una lechuza cruzó la ventana del despacho y le entregó una carta para después marcharse sin esperar respuesta.
Elizabeth lo agradeció. Si no hubiese sido porque Snape había callado, estaba segura que le habría lanzado una maldición. ¿Quién era él para decirle que no se debía preocupar por la suerte de un amigo suyo? La voz de Snape la sacó de sus pensamientos.
-La carta es de Malfoy. Dice que ha conseguido que un amigo de la Srta Wingrove sea juzgado por intento de homicidio, dice que cuando vaya la atacarán él y otros Mortífagos.
A Elizabeth se le congeló la sangre. Es verdad que era una trampa, por su culpa podría pasarle cualquier cosa a Hoz. En un segundo sintió como la sangre la hervía de rabia. Que la atacaran, ella les iba a dar un escarmiento.
-En ese caso, no creo que sea prudente que vayas al Ministerio.- Dumbledore puso una cara medio preocupación, medio resignación.
-¡No pienso quedarme aquí mientras meten en Azkaban a Hoz!-Si, estaba gritando, no lo podía evitar.
-Pero si vas te atacaran.-La dijo alarmado Snape.
-No soy tonta, puedo defenderme muy bien.
-Si no vas a cambiar de opinión,-Los ojos del director brillaban no se sabe muy bien por qué.-Creo conveniente que Severus te acompañe.
-Por mi, deacuerdo.-Elizabeth hablaba despacio.-Pero si nos ven juntos van a sospechar.
-Podemos separarnos al llegar al juzgado,-Explicó Snape.-Yo me iré con Malfoy y tú con. Hoz. Al acabar la acusación, nos encontraremos y volveremos juntos. Si estás conmigo y te quieren atacar se lo pensarán antes, pues me conoces y podrías decirle a Dumbledore que soy un espía.
-No,-Dijo tranquilamente.-si lo que quieren es acabar conmigo, muerta no podré decirle nada a nadie.-Aunque no aparentaba nerviosismo, por dentro no estaba segura de nada. Sabía que no era muy simpática entre los Mortífagos, pero nunca pensó que llegarían a tal extremo.
-Severus te acompañará a la ciudad-Ordenó tajantemente.-y pasaréis las noches que haga falta en la mansión de los Black, estoy seguro de que a Sirius le agradará tener compañía.
-Vale,-Replicó mientras pasaba por la puerta.-He pillado la indirecta, no creéis que pueda enfrentarme contra Mortífagos.
Elizabeth se fue antes de que a ninguno de los dos le diera tiempo a decir nada. No le apetecía oír nada en esos momentos.
Sabía que Snape caminaba junto a ella por los terrenos del colegio, pero atendía a nada. Acababa de darse cuenta de varios detalles: Snape no había hecho nada para no acompañarla y eso era muy sospechoso, sobretodo después de oír todo lo desagradable que la gente decía que era. Otro era el hecho de que, si había sido una trampa, los culpables deberían de haber hecho algo mal. Esto último la ayudo a tranquilizarse, lo primero la hizo ponerse a alerta.
¡HAY QUE VER QUE DESCONFIADA ES ELIZABETH! ¿VERDAD? LOS PRÓXIMOS CÁPITULOS TIENEN ALGO MÁS DE MARCHA Y ACCIÓN. UN AVANCE: A SEVERUS SENAPE YA LE EMPIEZA A GUSTAR ELIZABETH ¿SE LO DIRÁ?
Excepto el día en que le dio la poción, no habían vuelto a comentar (ni siquiera a pronunciar), la noche de la biblioteca. Snape había vuelto a su mal genio y Elizabeth a sus cambios de humor dependiendo de si él estaba cerca.
-¿Cómo pueden ser necesarias unas criaturas oscuras incapaces de hacer algo bueno y que no quieren tener ninguna utilidad?-Estaba tranquila, esa discusión la tenía que ganar ella, no había ninguna duda.
-¿En serio?-Snape arqueó las cejas.- ¿Y qué me dice del trabajo que supone mantener a los Mortífagos a raya e indefensos?-Al decir eso se le oscurecieron los ojos.
-En mi opinión, no se debería castigar a los Tenebrosos de esa manera. Alimentarse de la felicidad y de los pensamientos alegres de una persona es horrible.
-No es malo castigar a los Mortífagos de ese modo,-dijo con expresión dura.-al fin y al cabo, se lo merecen. Esa gente ya sabe lo que les esperas si les pillan. Que no hubiesen estado dispuestos.-Elizabeth se dio cuenta de que hablaba más para sí mismo que para ella.
-Si, claro. Como nos han causado sufrimiento, mandémosles al lugar donde la angustia es poca cosa.-Se rió sarcásticamente.-No creo que rebajándonos a su nivel consigamos que ellos abran los ojos. Siempre puede más el resentimiento o la venganza a los demás sentimientos.-Añadió al ver la cara de interrogación del profesor.
Snape la miraba atentamente pero sin decir nada. Se estaba poniendo nerviosa. Snape tenía unos ojos grises profundos, muy profundos. Cuando te miraba, te veías reflejada en ellos como perdida en un pozo oscuro y sin salida, excepto aquellas inquietantes pupilas que quitaban el hipo nada más verlas. Elizabeth se tranquilizó más cuando empezaron a venir los demás profesores y los alumnos.
-En fin,-Dijo cuando se fueron acercando.-Creo que me tendré que sentar en mi sitio.-Dicho esto, se levantó de la silla del director, donde se había sentado para hablar.-Mañana podríamos hablar sobre temas más agradables.-Se sorprendió a si misma al pronunciar esas palabras.
-Si, y no discutir.- ¿Era su imaginación o había sonreído un poco?- Así variaremos un poco.
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Cuando Snape comió, no escuchó nada ni a nadie. Estaba confundido. No debería haber mostrar sus sentimientos tan claramente sobre los Mortífagos y.otras cosas. Pero es que esos ojos azules.si, azules. Esa mañana había conseguido que no se enfadara con él y lo miraba con destellos azules.
-¿Qué miras tan interesado, Severus?-La voz de Al bus le sacó de sus pensamientos.
-Yo.bueno.miraba. ¡el cielo!- ¡Qué estupidez!
-¿El cielo?-Lo miraba con cara divertida.- ¿Desde cuándo te preocupas por eso?
-Bueeno. esta mañana me he fijado en que.-En lo que se hubiese fijado no se enteró nadie. En ese momento llegaron las lechuzas y todo el mundo se preocupó de lo que recibían ellos y los demás.
Entre las lechuzas y el griterío de estudiantes demasiado entusiastas, se oyó el grito del águila. Todas las miradas se posaron en la magnífica ave, que pasó rozando las cabezas de los alumnos (lo que gustó a Snape) y se posó en el brazo de Elizabeth. El ave le clavaba las uñas en la carne, como siempre, pero a ella no pareció importarle.
Por un instante a Severus se le vino a la cabeza ser él quien le clavara las uñas, pero desechó la idea, que desapareció tan rápidamente como había venido.
Apartó la mirada de Elizabeth y se fijó en su mesa. El Sr Goyle llevaba unos días muy raros. No había recibido ninguna queja por parte de McGonagal ni de ningún otro profesor. En ese momento pasó aquel chico de 3º Gryffindor cerca de la mesa. Los Slytherin empezaron a abuchearle, y uno de 6º se levantó y empezó a imitar los pasos del Sr Lesbos, pero Goyle estiró la pierna cuando estaba pasado y cayó de bruces. Eso no fue lo más extraño, Severus pudo leer en sus labios como le decía hola a Lesbos, este le saludó disimuladamente y se fue antes de que levantara.
Quizá el Sr Goyle empezara a cambiar, tal y como le había confesado Elizabeth, aunque lo dudaba mucho. Los deseos de padres como los de Goyle se cumplían siempre. Harían de su hijo un auténtico Mortífago
*-*-*-*-*
-Tú águila está preciosa.-Comentó la profesora de Criaturas Mágicas.-Pero mira.-Señaló a la cabeza y a las alas.- ¿No crees que está manchada?
-Si.-Confesó Elizabeth mientras le quitaba la carta con cuidado.- Seguramente venga de Londres. El humo y la contaminación de algunas zonas se le adhieren a las alas.
Abrió la nota. Era de Hoz, un amigo suyo de 27 años. Le conoció hacía poco menos de dos años tras una tragedia. Él era muggle, y había tenido la mala suerte de encontrarse en luna llena con un hombre lobo. Desde esa noche y cada luna llena, se convertía en uno. Ella le había enseñado a preparar la poción luparia cada mes y llevaba una vida normal, dentro de lo que cabe. Lo que decía la carta no tenía ni pies ni cabeza. Estaba escrita rápidamente.
Querida Elie: lo siento, te juro que no sé como ha podido ocurrir. Ayer me desperté por la mañana en tu Ministerio. Estoy preso. He atacado a un hombre, por la noche, pero te juro que yo no me di cuenta. Él no está contaminado, pero me van a juzgar. Uno de los tuyos, un hombre llamado Malfoy, me ha denunciado y dice que me van a meter en una prisión con dementores. Sé que me lo merezco, pero no creo que pueda soportarlo. Ayúdame.
Por un momento se quedó paralizada. Eso no podía ser cierto, pero Hoz no la hubiese escrito si no se encontrase en graves apuros, no le gustaba depender de alguien. Se levantó rápidamente e hizo una señal a Dumbledore para que la siguiera y, tras pensarlo un momento también llamó a Snape.
Cuando salieron del Gran Comedor, Dumbledore les dijo que hablarían en su despacho. Mientras caminaba detrás del director pensaba en cómo había ocurrido eso si Hoz había tomado su poción y en los daños que pudiese tener el atacado. Ni siquiera reparó en que Snape la miraba preocupado.
Dumbledore se sentó en su silla detrás del escritorio y Snape en una de las sillas de la estancia, pero Elizabeth se puso a dar vueltas por la habitación.
-¿Qué ha pasado?-Preguntó el director tranquilamente. Les empezó a contar el contenido de la carta y las circunstancias. Cada vez estaba más nerviosa y no entendía que eso le pasase a su amigo.
-Si Malfoy es amigo del atacado seguro que tiene que ver con el asunto.-Dijo Snape cuando terminó.
-¿Cuánto que ver?-No la gustaban las adivinanzas en momentos tan delicados.
-A tu amigo le han metido en una trampa,-Explicó Albus.-que no sirve para otra cosa que para fastidiarte a ti. Debes tener algo que quiera Voldemort.
-¿Qué?-Gritó.- ¿Estáis seguros?-Preguntó mirando a los dos a intervalos.- ¡Como me encuentre con ese Malfoy.! -Ahora debes pensar en tu amigo.-La recordó Dumbledore al percatarse de que perdía los estribos.-Debes encontrar algún fallo en su historia e intentar que tu amigo salga inmune.
-Pero si le ocurre algo será por mi culpa y.-No podía hablar, notaba un nudo en el estómago que se lo impedía.
-No debes pensar en eso y centrarte en el asunto.-Snape cayó antes de terminar la frase, una lechuza cruzó la ventana del despacho y le entregó una carta para después marcharse sin esperar respuesta.
Elizabeth lo agradeció. Si no hubiese sido porque Snape había callado, estaba segura que le habría lanzado una maldición. ¿Quién era él para decirle que no se debía preocupar por la suerte de un amigo suyo? La voz de Snape la sacó de sus pensamientos.
-La carta es de Malfoy. Dice que ha conseguido que un amigo de la Srta Wingrove sea juzgado por intento de homicidio, dice que cuando vaya la atacarán él y otros Mortífagos.
A Elizabeth se le congeló la sangre. Es verdad que era una trampa, por su culpa podría pasarle cualquier cosa a Hoz. En un segundo sintió como la sangre la hervía de rabia. Que la atacaran, ella les iba a dar un escarmiento.
-En ese caso, no creo que sea prudente que vayas al Ministerio.- Dumbledore puso una cara medio preocupación, medio resignación.
-¡No pienso quedarme aquí mientras meten en Azkaban a Hoz!-Si, estaba gritando, no lo podía evitar.
-Pero si vas te atacaran.-La dijo alarmado Snape.
-No soy tonta, puedo defenderme muy bien.
-Si no vas a cambiar de opinión,-Los ojos del director brillaban no se sabe muy bien por qué.-Creo conveniente que Severus te acompañe.
-Por mi, deacuerdo.-Elizabeth hablaba despacio.-Pero si nos ven juntos van a sospechar.
-Podemos separarnos al llegar al juzgado,-Explicó Snape.-Yo me iré con Malfoy y tú con. Hoz. Al acabar la acusación, nos encontraremos y volveremos juntos. Si estás conmigo y te quieren atacar se lo pensarán antes, pues me conoces y podrías decirle a Dumbledore que soy un espía.
-No,-Dijo tranquilamente.-si lo que quieren es acabar conmigo, muerta no podré decirle nada a nadie.-Aunque no aparentaba nerviosismo, por dentro no estaba segura de nada. Sabía que no era muy simpática entre los Mortífagos, pero nunca pensó que llegarían a tal extremo.
-Severus te acompañará a la ciudad-Ordenó tajantemente.-y pasaréis las noches que haga falta en la mansión de los Black, estoy seguro de que a Sirius le agradará tener compañía.
-Vale,-Replicó mientras pasaba por la puerta.-He pillado la indirecta, no creéis que pueda enfrentarme contra Mortífagos.
Elizabeth se fue antes de que a ninguno de los dos le diera tiempo a decir nada. No le apetecía oír nada en esos momentos.
Sabía que Snape caminaba junto a ella por los terrenos del colegio, pero atendía a nada. Acababa de darse cuenta de varios detalles: Snape no había hecho nada para no acompañarla y eso era muy sospechoso, sobretodo después de oír todo lo desagradable que la gente decía que era. Otro era el hecho de que, si había sido una trampa, los culpables deberían de haber hecho algo mal. Esto último la ayudo a tranquilizarse, lo primero la hizo ponerse a alerta.
¡HAY QUE VER QUE DESCONFIADA ES ELIZABETH! ¿VERDAD? LOS PRÓXIMOS CÁPITULOS TIENEN ALGO MÁS DE MARCHA Y ACCIÓN. UN AVANCE: A SEVERUS SENAPE YA LE EMPIEZA A GUSTAR ELIZABETH ¿SE LO DIRÁ?
