Cap. XI. RON, EL LOBO Y MIAU

Las tripas empezaron a removerse peligrosamente. Después de levantarse, Ron pensó que no había podría llegar a sentirse peor. Obviamente, cuando sonó la campana para comer comprendió lo equivocado que estaba. Tenía la extraña sensación de ser observado, pero era pura imaginación. Y es que esa tarde iba a ir por cuarta vez a clase de "Animación", como lo llamaba Elizabeth. En la primera clase lo había deleitado con su transformación. Pero no era una transformación cualquiera, no. Elizabeth se transformaba en pantera en unas décimas de segundo. ¡Y qué pantera! Era preciosa, negra como el carbón y con los azules. ¿O eran morados? No estaba totalmente seguro. Pasaba lo mismo que con la misma Elizabeth, sus ojos cambiaban según el estado o cómo ella quisiera. Esto último se lo había comentado cuando él se lo preguntó. Todos los animagos tienen una marca, por nimia que sea, que les hace reconocibles frente a alguien que les conozca. Le dijo que en su caso eran los ojos, pero también le dijo que ella podía controlar su color.

Elizabeth le estuvo explicando su experiencia como animago durante una media hora, lo que le resulto interesante a la vez que excitante. Elizabeth había conseguido la transformación cuando tenía trece años, es decir, que para él, que tenía quince, no sería totalmente imposible. Todo fue bien hasta ahí, incluso divertido, pues Elizabeth hablaba mucho y era muy divertida, pero todo cambio después. Se empezó a formar un nudo en su estómago a medida que Elizabeth le explicaba los métodos que tenía que pasar hasta llegar a transformarse. Lo primero que tenía que hacer era informarse, estudiar y aprender las distintas fases de la transformación, y eso le costó lo suyo. Elizabeth le dio una montaña de hojas repletas de ejercicios de pruebas y de textos. Textos que Ron no comprendía ni por asomo.

Elizabeth le mandó las siete primeras hojas, y le aconsejó que hiciera una por día. Pero ¿Cómo? En las clases le mandaban deberes y más deberes, y Angelina le obligaba a entrenar dos días a la semana, imposible faltar a algunas de las sesiones, pues no quería darle motivos para enviarle a paseo, ya que era nuevo. Estaba al límite de sus fuerzas, y ahora le mandaban hacer una hoja cada día, una hoja de trece ejercicios cada una. Pero tampoco quería defraudar a Elizabeth, que lo había ayudado tanto. Visto de esa manera tenía las siguientes opciones:

A-Dejar el equipo de Quidditch. Un deporte que al que siempre había querido pertenecer.

B-Dejar las clases de Animación. Uno de sus sueños desde que vio por primera vez una serie de dibujos.

C-Dejar de hacer los deberes. Los largos e interminables trabajos de Pociones y Adivinación.

D-Olvidarse de asistir a las clases de DCAO. Si hacía eso corría riesgo de que Harry le cortara el cuello.

E-Parar de hacer tonterías y apretarse las tuercas.

Aunque Ron se inclinaba por la C, decidió que ya era hora de quejarse menos y sacar las hojas de ejercicios. Sorprendentemente, las acabó a los cuarenta minutos más o menos.

Había entregado la hoja ordenada y en limpio. Se sentía orgulloso. "A pesar de tener dos grandes ojeras debajo de los ojos" Recordó amargamente. Pero olvidó completamente cuando Elizabeth le dio la enhorabuena, sólo había fallado tres o cuatro preguntas. Bien para un principiante, dijo ella, pero Ron pudo apreciar que estaba orgullosa. La siguiente sesión transcurrió igual de bien. Todos los ejercicios hechos y bastante bien. Se iba a marchar cuando Elizabeth lo llamó y le dijo que en la siguiente clase elegiría el animal y podría probar si alguna pequeña transformación.

Desde ese día comía mal, dormía mal, atendía mal, etc. Harry le había preguntado qué le pasaba, pero él no le dijo la verdad y le contó algo sobre la comida de la cena. No le diría nada. Aún no. Se lo contaría después de la siguiente clase, cuando supiera de verdad si podía o no transformarse.

-Ron, ¿te encuentras bien?-Esa dulce voz le desordenó todos sus recuerdos y pensamientos, además de hacer que se le escurriese el tenedor de la mano. Se agachó a cogerlo para impedir que la hermosa chica viese como se sonrojaba.

-Ron, ¿me has oído?-Repitió Hermione tocándole el hombro suavemente.

-¿He? ¿Qué si te oía?-Preguntó indiferente.-Pues vagamente, estaba pensando en...cosas.

-Te he preguntado si te encontrabas bien.-Dijo la chica poniendo los ojos en blanco. Era su gesto favorito, pero a Ron le gustaba más cuando sonreía y los ojos le resplandecían.

-¿Yo? Claro que estoy bien. ¿Por qué no iba a estar bien?-Preguntó mientras pinchaba un trozo de filete y lo miraba fijamente, haciéndose el incomprendido.

-Ya no hablas tanto como antes,-Se explicó Hermione con voz preocupada.- tampoco te ríes. Para colmo estudias mucho.

-Si, incluso hay días que estudias más que Hermione.-Intervino Harry, quien había estado observando los pasos de Cho hasta entonces.-Eso es más que preocupante.

-No digas eso Harry.-Le reprendió Hermione dándole un frágil golpe en el brazo.-Estudiar siempre es bueno.-Dijo volviéndose nuevamente hacia él haciendo caso omiso a las muecas que Harry hacía detrás de ella como si le hubiese hecho daño.-Pero estaría mejor que los hicieses con nosotros, no tú solo.

-Bueno,-Se disculpó Ron con lo primero que se le pasó por la cabeza.-Es que me concentro mucho mejor cuando estoy sólo.-Al ver la cara de reproche de la chica se apresuró a decir.-Contigo estudio bien, Hermione. Pero haces los deberes más deprisa que yo y me resulta mejor hacerlos un poco apartado, sin ruido.

-Si es eso no te molestaré más,-Dijo mirándole directamente a los ojos con aquellas piedras preciosas color café.

-Muchas gracias.-Dijo Ron suspirando por haberse librado, pero una mano paró el recorrido del tenedor a su boca.

-Ron, te he visto hacer ejercicios, pero resulta que ni yo ni Harry tenemos esos deberes.-Sus ojos parecían suplicar.-Sabes que me lo puedes contar.

Ron se quedó pasmado. Le vino bien la postura de ir a comer, pues tenía la boca abierta. Miró a Harry extrañado de que su amigo no le hubiese dicho nada al respecto, pero este se limitó a mirarlo con el mismo interés que mostraba su amiga. Ésta lo sujetaba del brazo y lo miraba con mirada de "No pienses que te vas a irte sin decirme algo antes". Ron revisó sus posibilidades, estaba perdido si decía alguna mentira, pues era pésimo en eso, así que opto por la defensa y hacer que estaba ofendido, lo cual era cierto.

-¿Cómo?-Exclamé con una voz aguda que ni yo conocía.- ¿Eso quiere decir que me espiáis?-Y sin esperar respuesta siguió con aquella estúpida voz.- ¿Y eso os parece bien?-A lo mejor resultaba que la voz no era tan ridícula, ya que Harry y Hermione doblaron los hombros y esperaron a que acabase la tortura mirando al suelo.-Perdón, sólo una preguntilla de nada, ¿ha sido fácil? Quiero decir, No lo he complicado mucho, ¿verdad?

Hermione lo miró avergonzada pero algo enfadada.

-Nosotros sólo queremos que nos cuentes las cosas, no te vamos a decir nada.

-De verdad que no es nada, al menos nada importante, ni mucho menos peligroso.

-Pero cuéntanoslo.-Dijo Harry con voz suplicante.

-Os lo contaré, os lo aseguro. Pero no ahora.-Más que mirar a Harry miraba a Hermione. ¡Qué guapa estaba cuando se enfadaba!

-Lo prometes.-Dijo la chica.

-Por supuesto.-Aseguró él sabiendo que no duraría mucho más y con la certeza de que si hubiesen seguido preguntando les habría contado todo y más.

-¿Lo sabe alguien?-Preguntó Harry.-Más que nada para saber a quién se lo puedo preguntar.

Hermione le pegó una pequeña colleja que Harry apenas notó, pero que Ron hubiese recibido con gusto. ¿Por qué a él nunca le hacía nada? No es que quisiera que le pegase, pero sí que se tomará las libertades que tenía con Harry. Justo cuando empezaron a hablar de las próximas navidades, faltaban ocho días interminables, se acercó Elizabeth por detrás.

-¡Hey! Ron.-Lo llamó cuando estuvo cerca de él para no llamar demasiado la atención. Ella ya sabía que prefería que nadie supiese nada de las clases de Animación, que fuesen un secreto. Lo llamó bajo, pero no lo suficiente como para que Harry y Hermione se volviesen para mirarles.

-Hola Elizabeth.-Dijo tímidamente.

-Esta tarde vente al aula veintiuno, la dos va a estar ocupada por algo de la fiesta, creo que para los instrumentos de la fiesta de navidad. Ya sabes cómo son los instrumentos mágicos que siempre están compitiendo entre ellos, así que los han repartido por distintas aulas, resulta que nuestra aula ha sido una de las elegidas. Entonces vienes, ¿vale?-Dijo mostrando una brillante sonrisa. Ron empezó a sudar ligeramente, Hermione se movía a su lado y parecía enfadada.

-D.e.a.c.u.e.r.d.o.-De su boca salió una débil respuesta. Observó como Elizabeth se sentaba en su mesa y los demás profesores hablaban con ella. Casi pegó un bote cuando vio al profesor Snape mirándole con rabia. Volvió la cabeza para decirles eso a los chicos, cuando se encontró con las miradas frías de Harry y de la chica y recordó que Elizabeth les había contado, sin querer, que alguien sabía lo que estaba haciendo.

-¿Y bien?-Las palabras de Hermione se arrastraron fríamente desde su boca.

-No es nada, solo que...-No, no podía contarles nada. Más tarde podría hablar con ellos tranquilamente.

-¿Qué tienes con la profesora?-Le preguntó entusiasmado Harry.

-¿Con la profesora?-Dean y Seamus se unieron a la estúpida conversación.

-¡No me digas que Ron se ve con Elizabeth!-Gritó Sean.

-¿Que el pequeño Ronnie va con Elizabeth?-Dijo Fred atrayendo a su vez a George y a Lee. Todos estos chicos juntos empezaron a formarse una película basada en los encuentros amorosos de Ron y Elizabeth.

-¿La has besado?-Preguntó Neville tímidamente.

-¡Al diablo los besos!-Soltó George.-A ver Ron ¿La has visto desnuda?

Todos los chicos le miraron con ansiedad para que respondieran. Ron estaba blanco como un cadáver.

-¡Paren todo este alboroto!-Gritó Hermione.-No es más que una tontería. Ron NO ha visto a la profesora.-Ron sintió como si una nube desapareciese y le hiciese ver el cielo mucho más claro. Muchísimo.

-Hermione, no digas lo que no sabes. Para tu información,-Tomó aire antes de hablar.-Me encuentro con Elie una vez por semana.-Cometió un error.

Hermione cogió todos los libros y los guardó tranquilamente en la mochila.

-Harry, me voy a la biblioteca.-Cogió una patata frita y se marchó con la cabeza bien alta. Ron la miró mientras desaparecía. Estaba intentando deshacerse de toda aquella manada de locos necesitados.

-No deberías de haberle dicho eso.-Le dijo Harry.

-¿Por qué? Acaso no he dicho la verdad.-Harry encogió los hombros y le ayudó a desprenderse de los chicos. Ron no pudo dejar de mirar las miradas preocupadas de su amigo. ¿Acaso sabía que él estaba loco por Hermione? ¿O al revés?

*-*-*-*-*

Elizabeth colocó todos los folios en un montón y los dejó encima de la mesa. Caminó hasta el centro de la clase y miró a su alrededor por si había alguien. Al comprobar una negativa, Elizabeth se concentró con todas sus fuerzas. En su mente apareció una preciosa pantera negra y brillante. Se concentró en su pelaje, en su cara, sus patas, sus garras,...

Sin previo aviso, una gran mata de pelo negro apareció en su piel y sus piernas empezaron a encoger al tiempo que se escuchaba un débil ¡crash! y una larga cola empezó a salir desde su columna vertebral haciéndola perder el equilibrio. Cuando apoyó las manos en el suelo, observó las garras que ahora había en su lugar. Su vista se aclaró y aumentó, pudiendo ver sin problemas unos largos bigotes, casi transparentes, pero duros como el alambre.

Comenzó a andar sigilosamente, apenas ella misma, que ahora poseía el triple o más de oído, se oyó. Flexionó las patas en postura de salto y se lanzó sobre los pupitres de la clase y empezó a andar sobre ellos. Pero lo que más le gustaba a Elizabeth era el olfato, que no tenía ni punto de comparación con el humano. Así visto, los olores captados por el humano eran iguales que los de una hormiga, comparada con una pantera, claro.

Ahora mismo podía oír los ruidos de platos en la cocina y saber que estaban cocinando los elfos por el olor.

-"Filete de ternera,"-Pensó.-"¡Qué bien!"

Continuó sus saltos por los pupitres e intento saltar de muchas maneras, maneras que una pantera nunca hubiese probado. Por ejemplo saltar con las piernas estiradas, entrelazadas, saltos en curva, intentando una pirueta,...Al poco se cansó y comenzó a mirarse las uñas. Éstas eran curvas y muy, muy afiladas. Podían rasgar el muslo de un toro, o de un hombre. Eso lo podía jurar.

-¡Hola!-Elizabeth se volvió rápidamente enseñando los dientes y se sorprendió al ver a Ron en la puerta con cara asustada.- ¡He! Soy yo Elizabeth.

Volvió a su forma original de forma rápida y se acercó deprisa a Ron, que aún estaba un poco asustado por haber tenido delante una pantera rugiendo.

-Lo siento, Ron.-Se disculpó.-Es que estaba distraída pensando en mis cosas y me has asustado.

-Más me has asustado tú a mí.-Replicó Ron, pero cuando fue a dejar la mochila a un lado se le notaba tranquilo.- ¿Me voy a tener que transformar?-Preguntó con voz preocupada.

-Claro. Pero no te preocupes,-Añadió tras la cara de espanto del chico.-no te pasará nada. Sólo tienes que hacerlo como te he dicho y todo saldrá bien.

-Vale.-Se colocó en el lugar donde antes había estado Elizabeth y cerró los ojos, pero los volvió a abrir.- ¿Sabes qué animal voy a elegir?- Preguntó con los ojos relucientes. Tras una negativa dijo muy nervioso.- ¡En lobo! ¿Crees que está bien?-Preguntó mirándola con semblante interrogante.

-¿Lobo? ese es animal es perfecto para ti.-Exclamó Elizabeth tras unos momentos meditando.-Seguro que lo consigues. Has elegido muy bien a tu animal, así que no habrá problemas.

Se apartó un momento y observó orgullosa cómo a Ron le iba cubriendo poco a poco un vello gris y negro. Le dijo frases de ánimo, aunque parecía que no las necesitaba. Al poco ya tenía todo el cuerpo cubierto de vello. No le daba el mejor aspecto del mundo pero sólo era su primera transformación. Lo estaba haciendo muy bien. De repente el vello desapareció más rápido que había venido. Miró sorprendida a Ron, quien jadeaba muy nervioso.

-¿Qué ha pasado?-Preguntó desanimada.

-No me puedo concentrar,-Dijo mirando al vacío recordando algo.-No creo que pueda hacerlo.

Elizabeth intentó descubrir lo que le pasaba, pero sólo pudo conseguir una pequeña declaración: "Es que esta mañana..."

-Te encuentras mal por Hermione.-No era una pregunta, sino una afirmación.- Os habéis enfadado ¿no? Por eso salió llorando del Comedor.-Ron levantó la cara totalmente sorprendido.

-Si, hemos discutido.-Dijo.-Yo no les quería decir todavía lo de las clases y ella se enfadó por que sabe que las doy contigo.-Tragó saliva.- Pero no sabía que estaba llorando.-Elizabeth quiso que la tierra se la tragase ahí mismo. Había metido la pata hasta el fondo.

-Mira, no te preocupes, sería un mota incómoda en el ojo, seguro que está bien.-Le tranquilizó.-Ahora quiero que lo vuelvas a intentar, ¿deacuerdo?

-Pero ni ella ni Harry creen que puedo hacer esto. YO no creo que pueda hacerlo.-Así que esa era la verdadera razón.

-Estoy segura de que nunca te han dicho eso.-Ron no dijo nada.-Y si ellos no lo creen, no importa. Yo si creo en ti.

Ron la miró y cerró los ojos con fuerza, concentrándose igual que antes. Esta vez el proceso fue más rápido y cuando Elizabeth se quiso dar cuenta, tenía ante sí un gran lobo gris asustado.

*-*-*-*-*

Ron entró en la sala común con una sonrisa de oreja. No hizo caso a los desmayos de los niños que había alrededor de sus hermanos. Se encaminó directamente al lugar donde estaban sentados Hermione y Harry y, antes de que ella se levantase, les dio su gran noticia.

-Harry, Hermione.-Dijo inclinándose hacia sus amigos.-Me complace anunciaros que tenéis ante vosotros a un animago.

Se mostraron indignados al saber que no les había contado nada, pero al poco se les olvidó por completó, le felicitaron y le hicieron preguntas sobre su transformación. Comprendieron que ellos tenían demasiadas cosas que hacer y le escucharon con interés. Se sentía bien. Es cierto que Elizabeth había tenido que echarle un hechizo para devolverle su forma original, pero ella no le había dado demasiada importancia, ya arreglarían ese 'pequeño' detalle más adelante. ¿Qué más daba?

Les preguntó a sus amigos que si querían ir junto a él a las clases, pero al poco empezaron a aparecer problemas. Harry no podía, tenía muchos deberes, la Umbridge estaba castigándole cada día,...imposible.

-Harry,-Preguntó Ron intentando convencerle.-Si te portas bien no te castigará, ¿no es esa una opción?

-Muy listo Ron.-Replicó Harry un poco avergonzado.-pero ya sabes que está vigilando cada sitio que piso, os acabaría descubriendo y os prohibiría seguir, ya sabes como es. No quiero que dejes de intentarlo por mí.

-¿Y tú, Hermione?-Le preguntó a la chica tras haberle dado las gracias a su amigo.

-Yo,-Contestó mirándole enfadada.-al igual que tú, tengo deberes, tanto de escuela como de prefecta, y no es plan dejar de lado mis obligaciones por un capricho.

-No es un capricho, ¿sabes?-Replicó de malas maneras.

-Además,-Prosiguió sin hacerle caso.-La profesora Wingrove me cae mal, no pienso pasar una clase más con ella sólo por que tú me lo digas.

-¿Te cae mal?-preguntaron al unísono Ron y Harry mirándola de hito en hito.

Hermione recogió sus libros y se fue para el cuarto de las chicas murmurando algo así como "chicos".

Ron miró apenado como se marchaba enfadada la chica que le gustaba, pero al poco la olvidó parcialmente mientras hablaba con Harry de las clases. El chico había dejado totalmente de lado los deberes, y no iba a ser Ron quien le obligase a emprenderlos, así que estuvieron hablando hasta bien entrada la noche.

QUE TONTO PUEDE LLEGAR A SER RON CUANDO QUIERE, ¿VERDAD?

DEBERÍA HABER CORRIDO EN POS DE ELLA Y DECIRLE QUE LA QUIERE, PERO NO, PREFIERE HABLAR CON SUS AMIGOS, TÍPICO.

ESPERO QUE OS HALLA GUSTADO. DADME VUESTRA OPINIÓN Y ASÍ PODRÉ SABER LO QUE OS GUSTA Y LO QUE QUERÉIS QUE CAMBIE, AUNQUE NO PROMETO ACCEDER A TODOS, PUES YA TENGO PLANIFICADA LA HISTORIA.

EN LOS PRÓXIMOS CAPÍTULOS VEREMOS A SNAPE Y A ELIZABETH MÁS CERCA QUE NUNCA, Y NO SEÁIS MAL PENSADOS.