Cap. XII. RESPUESTAS
-Aquél de ahí, el que se agacha para coger la bomba fétida, es Thomas Crown.-La voz de Jhonny sonaba alegre y descuidada, pero Gregory intentaba por todos los medios que no hablara tan alto, o le escucharían los demás.
A partir del segundo encuentro con el chico para las clases del castigo, Gregory había empezado a tomarle un cariño especial hacia el niño rubio. Siempre había creído que Draco y Crabbe eran amigos suyos, pero conociendo a ese chico había comprendido que era él un amigo de verdad.
-¿Greg? ¿Estás aquí o voy pidiendo el rescate?-La risa de Jhonny interrumpió sus cavilaciones. Se acomodó en el bando de piedra, más que nada para que los de 6º que pasaban no le reconocieran, y miró al grupo de chicos que le señalaba el chico.
-Te atiendo, te atiendo.-Dijo sin darle importancia, pero no se dio cuenta que Jhonny le había visto esconderse.
-¿Por qué no quieres que te vean conmigo?-A Gregory le sorprendió mucho esa pregunta, pero intentó hacerse el impasible. Miró a Jhonny y le vio con cara enfadada, por lo que decidió intentar explicárselo.
-Mira, Jhonny. Tú...bueno...-No sabía explicarse, nunca había sido demasiado bueno para eso.-verás...-dijo después de tragar con mucha dificultad.-A mí me caes bien, pero en estas circunstancias, en este momento, no podemos ni siquiera pensar en ser amigos.
-¿Pero por qué?-Preguntó con los ojos brillantes el chico. Para tener 13 años, el chico sabía hacer preguntas directas.
-Vamos, Jhon, abre los ojos.-Exclamó Gregory levantándose de golpe y situándose delante del chico asustado.-Tú estas en Gryffindor y yo en Slytherin. No podemos estar juntos si no es para discutir.
-¿Eso es lo que te dice tu amigo Malfoy?-Preguntó con voz amenazadora.
-No lo dice sólo él, lo dice todo el mundo. Es una ley Universal.
-Mira, esta comprobado. Lo siento,-Había querido decir esto durante todo el día, pero nunca había tenido el valor suficiente.-pero no podemos vernos más. No quiero que nadie sepa que he hablado con un Gryffindor.
Deseó no haber mirado la cara que puso el chico, que se levantó y se plantó delante de él con los ojos medio llorosos.
-¿Eso quiere decir que te avergüenzas de mí?
-No es eso Jhonny,-No quería hacerle sufrir más.-Es que...la amistad no existe entre un Mortífago y un niño bueno.
El chico retrocedió unos pasos al oír la palabra Mortífago, pero a Gregory no le importó. Sólo quería que se olvidara de todo. Si alguien se enteraba que había estado a solas con un Gryffindor y no le había pegado un puñetazo, su padre podría enterarse, o incluso el señor...
-Si no eres amigo mío es porque no quieres.
Gregory fue consciente de que el chico se iba, pero era incapaz de hacer algo. "...porque no quieres." Pero eso era mentira. Era el mundo el que no quería que se hablara con Jhonny. Su padre, el Lord, Slytherin, Gryffindor,...la gente en general. Era cierto que se llevaba muy mal con Potter y su pandilla, siempre queriendo ser los mejores, sin escuchar a los demás, sus opiniones,...no daban oportunidad a los demás para que demostraran su valía. Siempre querían ser el centro de atención. Y eso no se lo había explicado Malfoy, ni su padre, lo había deducido él mismo. Desde que tenía clases con Sparrow y hablaba de vez en cuando con Jhon, pensaba por sí mismo. Pero Jhonny no era así. Él, por así decirlo, estaba a su aire. Todavía era muy niño y no sabía que era lo que verdaderamente significaba la oscuridad. Todo para él era perfecto, ideal. Valía la pena hablar con él. Nunca te decía que lo que pensabas estaba mal, te daba su punto de vista y te daba a elegir, nunca se enfadaba si elegías lo contrario a él.
Con tristeza, observo cómo se iba su amigo y entraba en el castillo sin mirar ni una vez para atrás. Si, su amigo. Gregory sabía que Jhonny era el único que se había preocupado alguna vez por él. Pero nadie debía saber nada de su amistad. Sería peligroso. Sobretodo para él, y Gregory no quería que nada malo le pasara.
Resignado, se dirigió, solo, hacia el lago. Ahí podría pensar tranquilamente sin que nadie le molestara. Con ese frío de diciembre nadie se pasaría por el lago helado.
*-*-*-*-*
Elizabeth salió de su despacho dando un portazo. Lo que la habían contado hacía cinco minutos era preocupante. Lesbos, aquél chico de 3º Gryffindor, había venido a su despacho al borde de un colapso nervioso (y no exagero) y le había contado que Goyle, a quien no quería que le dijese que había sido él, estaba pensando en transformarse en Mortífago, incluso era posible que ya lo fuera. Lesbos le había contado que se lo contaba para que lo ayudara, no para que lo reprendiera o castigara.
-"Pues si se lo llega a contar al ministerio, le habrían enviado directamente a Azkaban."-Pensó preocupada Elizabeth.
Decidió que iría acercándose a él poco a poco para poder ayudarle mejor, lo que sería difícil, teniendo en cuenta que Malfoy Júnior no se separaba de él en todo el día. Pero no tenía más remedio.
Se encaminó hacia el Comedor obligándose a quitar esos pensamientos de la cabeza. Ella haría lo que pudiese. Entró apresudaramente, tenía bastante hambre, y no se dio cuenta que unas chicas la llamaban hasta que una de ellas se acercó y le tocó el hombro. Para no variar, las chicas eran de Ravenclaw, de 3º. Eran cuatro chicas, todas vestidas con el uniforme amarillo de su Casa, lo que las hacía parecer muy iguales. Dos de ellas tenían el pelo muy largo, una moreno y otra castaño. Otra lo llevaba corto y castaño también, la última era rubia con el pelo hasta los hombros. Todas la miraban con admiración y expectación.
-Oh, hola.-Dijo mirando hacia las mesas de los profesores, donde acababa de sentarse Snape.- ¿qué queréis?-Preguntó apartando la vista de la mesa y mirando a cada una de las chicas.
-Profesora Elizabeth,-Dijo la chica del pelo corto.-Dijiste que te avisáramos cuando pasasen dos meses.
-Ah, ¿sí?-Intentó recordar, pero no se la venía a la memoria el qué le pudiesen decir las niñas.- ¿Y qué cosa es esa?
-La poción que mandaste hacer,-Explicó con voz sabionda la chica morena.-La Cretyop.
¡La poción para Snape! Ahora recordaba. Él hesitaba la poción para los dolores de la Marca. ¿Cómo lo había olvidado? Miró de nuevo a Snape, que, sorprendentemente, la estaba mirando a ella también. Pero lo mejor fue cuando Snape apartó la mirada rápidamente y se unió nervioso a una conversación entre los directores.
-Muchas gracias.-Felicitó a las chicas mientras éstas sonreían.-Ahora mismo iré a por los ingredientes y la haremos en la clase.-Cuando se fueron, caminó hacia las mesas de profesores y se sentó en su sitio.
*-*-*-*-*
Severus estuvo nervioso durante la comida. No había podido hablar con Dumbledore de nada, estaba confundido respecto a Elizabeth. Él la estaba mirando durante la comida, no demasiado para que nadie notase nada sospechoso, pero se impresionó un poco cuando su mirada se encontraba en ocasiones con la de ella. Esto lo confundía, incluso le molestaba cuando se ponía nervioso y Elizabeth no mostraba esos síntomas. Lo cierto es que no mostraba sentimiento alguno, y eso lo enfurecía. Al parecer había olvido que él mismo hacía eso continuamente. También se fijó en sus ojos, azules, fríos, inexpresivos y misteriosos.
Terminó la comida y se fue rápidamente, no quería tener que hablar con nadie. Se sentía confuso. Nunca había sentido eso con ninguna persona. Tenía pensamientos de los que se reía a diario, era rutina reírse de alguna pareja de alumnos diciéndoles que no iban a estar mucho tiempo juntos. Era difícil contener sus sentimientos cuando tenía en su interior una voz aconsejando prudencia, discreción. Bajó las escaleras con calma, al fin y al cabo, no tenía nada que hacer hasta dos clases.
-Espere, Snape, quiero hablar con usted un momento.-Esa voz...
*-*-*-*-*
Se alegró cuando Snape dio la vuelta al oír su llamada. Lentamente, si, pero se dio la vuelta y esperó a que llegara a su altura de la escalera.
-Me gustaría preguntarte una cosa.-Dijo sonriendo. Había decidido tutearle, total, hacía ya meses que se conocían y no hacía falta entrar en formalidades.
-¿Qué quiere saber?-Preguntó en un tono seco que cortó el hilo un poco a Elizabeth.
-Bueno...supongo que ya te has acabado la poción Cretyop, ¿verdad?
-Hace días.-Dicho esto se dispuso a bajar la escalera, pero no había bajado más de dos escalones cuando entró en acción de nuevo. No iba a permitir que un ataque de bordería le impidiese decirle lo que quería comunicarle.
-¿Y por qué no me lo has dicho?-Preguntó enfadada.- ¿Te la has preparado tú?
-No.-Contestó simplemente dando la vuelta.
-No te dio resultado. ¿Es eso?-Preguntó apenada.-Pensé que funcionaría, es una poción que funciona para muchas clases de heridas. A mí siempre me ha funcionado. Lo siento.
-No, no. Si ha servido.-Dijo nervioso.-La Marca me deja de doler casi al instante. Lo que pasa es que...
-¿Si?
-No quería molestarte por una simple poción, con todo lo que has pasado y...-A Elizabeth le divirtió lo nervioso que se mostraba. Parecía muy cortado.
-¿Y por qué no te la has preparado tú?-Preguntó interesada.
-No he tenido tiempo.-Elizabeth lo miró con incredulidad. A esto respondió Snape.-El caso es que es una poción muy fácil, demasiado fácil. O al menos eso creía...
-No me lo puedo creer. ¡No sabes hacerla!-Exclamó riéndose.- ¿Y cómo no sabes?
-Siempre me he preocupado en saber las difíciles, las que servían para algo.-Respondió enojado y con las orejas rojas.-Además, ¿qué sabía yo que una poción para curar heridas superficiales servía para calmar la Marca?
-Oh, claro. Para ti las pociones interesantes son las que funcionan para crear daño, ¿es así?-Preguntó mosqueada.
-Antes si.-Respondió Snape.-Mira, hagamos una cosa.-Dijo mirando el enfado de Elizabeth.-Yo te doy los ingredientes y tú me enseñas a preparar la poción y así no molestarte más. ¿Hecho?-Le extendió la mano.
-Hecho-Dijo casi sin voz. Se sorprendió cuando Snape la llevó para los jardines y no para su despacho. ¿A dónde iban?
Cruzaron los terrenos de Hogwarts hasta llegar a los invernaderos de alto grado, donde la profesora Sprout cultivaba sus más preciadas plantas, junto a las más peligrosas y exóticas.
-¿A dónde vamos?-Preguntó con sumo interés.
-No se impaciente Srta Wingrove.-Dijo Snape con aires indiferentes.
Aunque le molestó que la llamara "Wingrove", porque ese no era su nombre sino su apellido, le siguió intentando mantener la boca cerrada. La cosa se puso aún más interesante cuando Snape se encaminó sin cavilación al último de los invernaderos.
Pararon en la puerta del edificio y Elizabeth vio como Snape sacaba de su pantalón una extraña llave marrón con forma de árbol. La llave se introdujo sin dificultad por la abertura y la puerta se abrió con un estridente chirrido.
-La llave de este invernadero sólo la tenemos la profesora Sprout y yo.- Explicó Snape interponiéndose delante de la puerta de tal manera que Elizabeth no podía ver el interior de tan misterioso invernadero.-Además de eso,-Prosiguió en un tono más bajo.-la puerta está especializada para rechazar hechizos de apertura. Así no corremos el riesgo de que entre cualquier alumno.
-¿Qué hay dentro que sea tan importante como para tomarse tanta molestias?- Preguntó poniéndose de puntillas para ver las plantas que había en el interior del recinto.
Snape rió sarcásticamente y entró en el invernadero. Con gran emoción, Elizabeth le siguió. Se tuvo que habituar a la oscuridad del lugar antes de quedarse sin aire al contemplar lo que veían sus ojos.
A pesar de lo que aparentaba a simple vista, el invernadero era inmenso. Desde fuera aparentaba medir unos 200 m2, visto en su interior medía poco menos que un campo de fútbol modesto. Aunque estaba acostumbrada a encontrarse con sorpresas como esa, siempre se sentía extraña, además, el invernadero no era típico. A simple vista se podían ver tres zonas: La primera era un área sumida en la más absoluta penumbra, se veía en ella lo mínimo gracias a las otras zonas. Una de ellas era normal, luz solar o nublada. Pero la última era con mucho la más extraña, una luz brillante, anormal, muy potente, iluminaba las extrañas plantas que crecían en mejor estado con esa luz.
Estaba extasiada observando la amplitud del recinto. No había imaginado que un colegio pudiese tener esa clase invernaderos, que no tenían nada que envidiar a los más especialistas. Estaba tan abstraída que no se percató del peligro que la acechaba.
Una rama larga, viscosa y negra, que más asemejaba a un tentáculo de una bestia mágica, fue rodeando su pierna sin tocarla. Sin previo aviso, la rama se tensó y agarró con fuerza la pierna de la chica por la rodilla. Elizabeth, perdiendo el equilibrio, cayó de bruces al suelo gritando por la sorpresa. Aterrorizada por la fuerza que ejercía la rama en su rodilla, corriendo el peligro de romperla, buscó a tiendas su varita, pues no veía nada en el suelo, rodeada de oscuridad.
Gritó aún más fuerte cuando no encontró su varita en el bolsillo interior de su túnica (debería habérsele caído tras la caída). Más rápido de lo que Elizabeth hubiese deseado, la rama comenzó a arrastrarla por el suelo del invernadero.
-¡Snape!-Gritó intentando agarrarse a las patas de las mesas.- ¡Ayúdame!-A lo lejos oyó un débil grito de sorpresa. Supuso que era de Snape al enterarse que había desaparecido, pero no estaba muy segura, estaba demasiado ocupada en sus problemas.
La planta cada vez la arrastraba más deprisa, torciendo continuamente para, según creyó, despistar a Snape, que ahora gritaba claramente intentando salvarla. Entonces ocurrió algo totalmente increíble: sus dedos tocaron la pata de una mesa y, sin pensárselo dos veces, la agarró con fuerza. En un principio, la mesa cedió a la fuerza de la planta, pero finalmente se mantuvo quieta.
Fue entonces cuando otros tentáculos agarraron la otra pierna y comenzaron a tirar con fuerza. Tal vez era la misma planta, pero Elizabeth no se paró a pensarlo. Se agarró a la mesa con las dos mesas al tiempo que pedía ayuda a Snape. Cerró los ojos para concentrarse, estaba perdiendo fuerza en los dedos.
-"Incendio"-El hechizo de Snape iluminó por un instante la zona, haciendo que todas las plantas se estremecieran y se oyera un extraño murmullo de protesta. A los tres segundos, Elizabeth empezó notar como las ramas la dejaban libre.
-¿Pero qué demonios estabas haciendo?-Elizabeth se incorporó despacio y se tomó su tiempo en mirar con odio a Snape, que cerró la boca en el acto.
-Estaba jugando al escondite contigo, ¿se me olvidó decírtelo?-En ese momento le hubiese lanzado una maldición, pero desgraciadamente se encontraba sin varita.-No hace falta que me ayudes a levantarme, no te tomes molestias.-Dijo sarcásticamente. Snape caminó hacia donde se encontraba y le tendió la mano para ayudarla a incorporarse.-Gracias.-Dijo de mala manera.
-De nada.-Replicó Snape con los puños cerrados.
-¿Qué hacía esa cosa aquí?-Preguntó con la misma mala leche, no le había sentado nada bien la preguntita de Snape.- ¿No sabéis que las Fleer son un poco peligrosas? Por no mencionar que son venenosas.-Apuntó mientras se miraba la túnica, que tenía manchas verdosas. También tenía algunos trozos rotos.
-Son de Sprout.-Contestó Snape.-Por cierto, me va a matar cuando se entere de que la he lastimado.
-¿Perdón?-Soltó enfurecida.-Es ella la que me iba a "lastimar", por no decir otra cosa. ¿No sabe que los geranios son más pacíficos?-Preguntó irónicamente.
-A ella le gustan las plantas que tenga personalidad,-Replicó Snape entregándole la varita.-las plantas que se muevan, que no dependan de una persona.
-No, no dependen, se alimentan de ellas.-respondió rápidamente Elizabeth mientras cogía su varita. Miró a Snape para saber como sería su reacción tras la broma, pero este se dio la vuelta sin dejarle ver el rostro. Lo que no pudo ver es la sonrisa que se dibujó en su cara, por eso se había dado la vuelta.
Y así, resignada, caminó detrás de Snape intentando comprender porqué ese hombre escondía sus sentimientos. Iba justo detrás de él, más que nada, para que ninguna planta asesina intentara atraparla de nuevo. Snape parecía imponer respeto, pues todas las plantas de aspecto peligroso (todas) se apartaban cuando pasaban. Se pararon justo en linde entre la luz solar y la oscuridad, mirando hacia la pared.
-¿Por qué nos detenemos?-Preguntó dejando a parte el tema de plantas carnívoras.- ¿Dónde están los ingredientes?
-Las preguntas de una en una, por favor.-Respondió entre dientes. Elizabeth lo miró interesada, pero apartó la mirada furiosa al comprender que no le iba a responder a nada.
De pronto escuchó a Snape pronunciar una frase extraña, en otro idioma. Posiblemente la contraseña, pensó Elizabeth cuando la pared comenzó a partirse en un rectángulo. Al cabo de un momento, una cavidad se había dejado ver. Se inclinó para ver más y vio una escalera de piedra que bajaba. Miró a Snape.
-Ahí.-Dijo mirándola de forma rara.
-¿Qué?-Preguntó extrañada al no saber de qué estaba hablando su compañero.
-Ahí vamos y ahí están los ingredientes.-Respondió mirándola con intimidación. Lejos de dejarse intimidar, Elizabeth le miró al tiempo que conjuraba 'lumus' y una luz potente salía de la punta de su varita.
-Pues vamos.-Replicó con mirada retadora.
*-*-*-*-*
Severus observaba a la chica que bajaba delante de él. Estaba maravillado con la rapidez con la que la chica se había repuesto del ataque. No conocía a ninguna mujer que hubiera sido atacada por una Fleer y que después se había levantado tan activa como siempre. Se reprendía por haber sido tan borde con ella, pero no podía evitarlo. Mostrar sus verdaderos sentimientos a los demás nunca había sido su fuerte.
Con esa chica era diferente. Ella era tan graciosa, inteligente e independiente, que le era imposible actuar como lo hacía frente a los demás. Una de las cosas que le gustaba de ella era su indiferencia ante las cosas que casi todo el mundo consideraba importantes. A ella no le importaba en absoluto que alguien fuera hijo de este o de aquel, ni que fueras un hombre lobo,... Era extraña. Pero ahora no podía pensar en ella por dos razones: tenía miedo a ser rechazado, al fin y al cabo, él no era una hermosura, al contrario, era una bestia a su lado. ¿Por qué iba ella a querer estar con él? La otra era aún peor, si conseguía algo con ella, cosa imposible, los de uno y otro bando se lanzarían contra ella. Tanto uno como otro por estar con un Mortífago, siendo ella una de las cercanas a Dumbledore. Lo último que quería hacer era causarle ningún mal. Así pues, se limitó a observarla bajar la escalera.
*-*-*-*-*
La planta baja era poco más impresionante que la otra. Estantes y estantes repletos de ingredientes de toda clase se alineaban por toda la sala. Hizo un leve gesto a Snape cuando le dijo que cogería los ingredientes y se limitó a vagar entre los estantes, observando los extraños botes de 'ojos de dragón', 'elixsir de bóreas', 'entrañas de escorbuto',...
Dio la vuelta cuando le pareció oír voces extrañas. Las voces, no sabía si eran de hombre o de mujer, se clavaron en su cabeza y no dejaban pensar en otra cosa. Sin quererlo, comenzó a arrastrar los pies por el suelo de piedra. Era consciente de que no debería seguir esas voces, que eran peligrosas, pero los pies no recibían su orden. Cuando llegó al fondo de la cueva se detuvo bruscamente. Al instante comenzó a dar vueltas ante ella una corriente de luz brillante y cautivadora. Las voces la llamaban, le ordenaban que entrara con ellas. Alzó la mano dispuesta a cumplir sus órdenes.
-¡No!-Una mano apartó su cuerpo bruscamente su cuerpo de la remolino de luz. Elizabeth observó algo defraudada como desaparecía en el acto y no oyó más las voces. Pero ella quería oírlas. De repente sintió como si un velo pasara por sus ojos. Lo siguiente que vio fue la cara de Snape, que la miraba preocupado. Estaba sobre el cuerpo de Snape.
-¿Qué ha pasado?-Preguntó llevándose una mano a la cabeza, lo que resultó fatal, pues se tambaleó y cayó aún más sobre Snape. Le ayudo a incorporarse, pero seguían los dos tumbados, Elizabeth sobre Snape.
-Una poción se ha debido caer y la has olido, has estado a punto de entrar en un Growler, hubieses pasado las próximas dos horas desmayada.-Explicó mientras miraba a los lados nervioso.
-Gracias.-Snape la miró sorprendido y ella le sonrió. Estaba confusa, ese hombre en un momento discutía con ella por cualquier motivo y al otro le salvaba. Se levantó confundida y le miró a los ojos, quería que él dijese algo.
-Ya he cogido todos los ingredientes.-Le dijo a la confusa Elizabeth.-Nos podemos ir.-Sin más se fue y comenzó a subir las escaleras. Lejos de apenarse, Elizabeth empezó a idear un plan para que Severus la hablara. Severus.
-Aquél de ahí, el que se agacha para coger la bomba fétida, es Thomas Crown.-La voz de Jhonny sonaba alegre y descuidada, pero Gregory intentaba por todos los medios que no hablara tan alto, o le escucharían los demás.
A partir del segundo encuentro con el chico para las clases del castigo, Gregory había empezado a tomarle un cariño especial hacia el niño rubio. Siempre había creído que Draco y Crabbe eran amigos suyos, pero conociendo a ese chico había comprendido que era él un amigo de verdad.
-¿Greg? ¿Estás aquí o voy pidiendo el rescate?-La risa de Jhonny interrumpió sus cavilaciones. Se acomodó en el bando de piedra, más que nada para que los de 6º que pasaban no le reconocieran, y miró al grupo de chicos que le señalaba el chico.
-Te atiendo, te atiendo.-Dijo sin darle importancia, pero no se dio cuenta que Jhonny le había visto esconderse.
-¿Por qué no quieres que te vean conmigo?-A Gregory le sorprendió mucho esa pregunta, pero intentó hacerse el impasible. Miró a Jhonny y le vio con cara enfadada, por lo que decidió intentar explicárselo.
-Mira, Jhonny. Tú...bueno...-No sabía explicarse, nunca había sido demasiado bueno para eso.-verás...-dijo después de tragar con mucha dificultad.-A mí me caes bien, pero en estas circunstancias, en este momento, no podemos ni siquiera pensar en ser amigos.
-¿Pero por qué?-Preguntó con los ojos brillantes el chico. Para tener 13 años, el chico sabía hacer preguntas directas.
-Vamos, Jhon, abre los ojos.-Exclamó Gregory levantándose de golpe y situándose delante del chico asustado.-Tú estas en Gryffindor y yo en Slytherin. No podemos estar juntos si no es para discutir.
-¿Eso es lo que te dice tu amigo Malfoy?-Preguntó con voz amenazadora.
-No lo dice sólo él, lo dice todo el mundo. Es una ley Universal.
-Mira, esta comprobado. Lo siento,-Había querido decir esto durante todo el día, pero nunca había tenido el valor suficiente.-pero no podemos vernos más. No quiero que nadie sepa que he hablado con un Gryffindor.
Deseó no haber mirado la cara que puso el chico, que se levantó y se plantó delante de él con los ojos medio llorosos.
-¿Eso quiere decir que te avergüenzas de mí?
-No es eso Jhonny,-No quería hacerle sufrir más.-Es que...la amistad no existe entre un Mortífago y un niño bueno.
El chico retrocedió unos pasos al oír la palabra Mortífago, pero a Gregory no le importó. Sólo quería que se olvidara de todo. Si alguien se enteraba que había estado a solas con un Gryffindor y no le había pegado un puñetazo, su padre podría enterarse, o incluso el señor...
-Si no eres amigo mío es porque no quieres.
Gregory fue consciente de que el chico se iba, pero era incapaz de hacer algo. "...porque no quieres." Pero eso era mentira. Era el mundo el que no quería que se hablara con Jhonny. Su padre, el Lord, Slytherin, Gryffindor,...la gente en general. Era cierto que se llevaba muy mal con Potter y su pandilla, siempre queriendo ser los mejores, sin escuchar a los demás, sus opiniones,...no daban oportunidad a los demás para que demostraran su valía. Siempre querían ser el centro de atención. Y eso no se lo había explicado Malfoy, ni su padre, lo había deducido él mismo. Desde que tenía clases con Sparrow y hablaba de vez en cuando con Jhon, pensaba por sí mismo. Pero Jhonny no era así. Él, por así decirlo, estaba a su aire. Todavía era muy niño y no sabía que era lo que verdaderamente significaba la oscuridad. Todo para él era perfecto, ideal. Valía la pena hablar con él. Nunca te decía que lo que pensabas estaba mal, te daba su punto de vista y te daba a elegir, nunca se enfadaba si elegías lo contrario a él.
Con tristeza, observo cómo se iba su amigo y entraba en el castillo sin mirar ni una vez para atrás. Si, su amigo. Gregory sabía que Jhonny era el único que se había preocupado alguna vez por él. Pero nadie debía saber nada de su amistad. Sería peligroso. Sobretodo para él, y Gregory no quería que nada malo le pasara.
Resignado, se dirigió, solo, hacia el lago. Ahí podría pensar tranquilamente sin que nadie le molestara. Con ese frío de diciembre nadie se pasaría por el lago helado.
*-*-*-*-*
Elizabeth salió de su despacho dando un portazo. Lo que la habían contado hacía cinco minutos era preocupante. Lesbos, aquél chico de 3º Gryffindor, había venido a su despacho al borde de un colapso nervioso (y no exagero) y le había contado que Goyle, a quien no quería que le dijese que había sido él, estaba pensando en transformarse en Mortífago, incluso era posible que ya lo fuera. Lesbos le había contado que se lo contaba para que lo ayudara, no para que lo reprendiera o castigara.
-"Pues si se lo llega a contar al ministerio, le habrían enviado directamente a Azkaban."-Pensó preocupada Elizabeth.
Decidió que iría acercándose a él poco a poco para poder ayudarle mejor, lo que sería difícil, teniendo en cuenta que Malfoy Júnior no se separaba de él en todo el día. Pero no tenía más remedio.
Se encaminó hacia el Comedor obligándose a quitar esos pensamientos de la cabeza. Ella haría lo que pudiese. Entró apresudaramente, tenía bastante hambre, y no se dio cuenta que unas chicas la llamaban hasta que una de ellas se acercó y le tocó el hombro. Para no variar, las chicas eran de Ravenclaw, de 3º. Eran cuatro chicas, todas vestidas con el uniforme amarillo de su Casa, lo que las hacía parecer muy iguales. Dos de ellas tenían el pelo muy largo, una moreno y otra castaño. Otra lo llevaba corto y castaño también, la última era rubia con el pelo hasta los hombros. Todas la miraban con admiración y expectación.
-Oh, hola.-Dijo mirando hacia las mesas de los profesores, donde acababa de sentarse Snape.- ¿qué queréis?-Preguntó apartando la vista de la mesa y mirando a cada una de las chicas.
-Profesora Elizabeth,-Dijo la chica del pelo corto.-Dijiste que te avisáramos cuando pasasen dos meses.
-Ah, ¿sí?-Intentó recordar, pero no se la venía a la memoria el qué le pudiesen decir las niñas.- ¿Y qué cosa es esa?
-La poción que mandaste hacer,-Explicó con voz sabionda la chica morena.-La Cretyop.
¡La poción para Snape! Ahora recordaba. Él hesitaba la poción para los dolores de la Marca. ¿Cómo lo había olvidado? Miró de nuevo a Snape, que, sorprendentemente, la estaba mirando a ella también. Pero lo mejor fue cuando Snape apartó la mirada rápidamente y se unió nervioso a una conversación entre los directores.
-Muchas gracias.-Felicitó a las chicas mientras éstas sonreían.-Ahora mismo iré a por los ingredientes y la haremos en la clase.-Cuando se fueron, caminó hacia las mesas de profesores y se sentó en su sitio.
*-*-*-*-*
Severus estuvo nervioso durante la comida. No había podido hablar con Dumbledore de nada, estaba confundido respecto a Elizabeth. Él la estaba mirando durante la comida, no demasiado para que nadie notase nada sospechoso, pero se impresionó un poco cuando su mirada se encontraba en ocasiones con la de ella. Esto lo confundía, incluso le molestaba cuando se ponía nervioso y Elizabeth no mostraba esos síntomas. Lo cierto es que no mostraba sentimiento alguno, y eso lo enfurecía. Al parecer había olvido que él mismo hacía eso continuamente. También se fijó en sus ojos, azules, fríos, inexpresivos y misteriosos.
Terminó la comida y se fue rápidamente, no quería tener que hablar con nadie. Se sentía confuso. Nunca había sentido eso con ninguna persona. Tenía pensamientos de los que se reía a diario, era rutina reírse de alguna pareja de alumnos diciéndoles que no iban a estar mucho tiempo juntos. Era difícil contener sus sentimientos cuando tenía en su interior una voz aconsejando prudencia, discreción. Bajó las escaleras con calma, al fin y al cabo, no tenía nada que hacer hasta dos clases.
-Espere, Snape, quiero hablar con usted un momento.-Esa voz...
*-*-*-*-*
Se alegró cuando Snape dio la vuelta al oír su llamada. Lentamente, si, pero se dio la vuelta y esperó a que llegara a su altura de la escalera.
-Me gustaría preguntarte una cosa.-Dijo sonriendo. Había decidido tutearle, total, hacía ya meses que se conocían y no hacía falta entrar en formalidades.
-¿Qué quiere saber?-Preguntó en un tono seco que cortó el hilo un poco a Elizabeth.
-Bueno...supongo que ya te has acabado la poción Cretyop, ¿verdad?
-Hace días.-Dicho esto se dispuso a bajar la escalera, pero no había bajado más de dos escalones cuando entró en acción de nuevo. No iba a permitir que un ataque de bordería le impidiese decirle lo que quería comunicarle.
-¿Y por qué no me lo has dicho?-Preguntó enfadada.- ¿Te la has preparado tú?
-No.-Contestó simplemente dando la vuelta.
-No te dio resultado. ¿Es eso?-Preguntó apenada.-Pensé que funcionaría, es una poción que funciona para muchas clases de heridas. A mí siempre me ha funcionado. Lo siento.
-No, no. Si ha servido.-Dijo nervioso.-La Marca me deja de doler casi al instante. Lo que pasa es que...
-¿Si?
-No quería molestarte por una simple poción, con todo lo que has pasado y...-A Elizabeth le divirtió lo nervioso que se mostraba. Parecía muy cortado.
-¿Y por qué no te la has preparado tú?-Preguntó interesada.
-No he tenido tiempo.-Elizabeth lo miró con incredulidad. A esto respondió Snape.-El caso es que es una poción muy fácil, demasiado fácil. O al menos eso creía...
-No me lo puedo creer. ¡No sabes hacerla!-Exclamó riéndose.- ¿Y cómo no sabes?
-Siempre me he preocupado en saber las difíciles, las que servían para algo.-Respondió enojado y con las orejas rojas.-Además, ¿qué sabía yo que una poción para curar heridas superficiales servía para calmar la Marca?
-Oh, claro. Para ti las pociones interesantes son las que funcionan para crear daño, ¿es así?-Preguntó mosqueada.
-Antes si.-Respondió Snape.-Mira, hagamos una cosa.-Dijo mirando el enfado de Elizabeth.-Yo te doy los ingredientes y tú me enseñas a preparar la poción y así no molestarte más. ¿Hecho?-Le extendió la mano.
-Hecho-Dijo casi sin voz. Se sorprendió cuando Snape la llevó para los jardines y no para su despacho. ¿A dónde iban?
Cruzaron los terrenos de Hogwarts hasta llegar a los invernaderos de alto grado, donde la profesora Sprout cultivaba sus más preciadas plantas, junto a las más peligrosas y exóticas.
-¿A dónde vamos?-Preguntó con sumo interés.
-No se impaciente Srta Wingrove.-Dijo Snape con aires indiferentes.
Aunque le molestó que la llamara "Wingrove", porque ese no era su nombre sino su apellido, le siguió intentando mantener la boca cerrada. La cosa se puso aún más interesante cuando Snape se encaminó sin cavilación al último de los invernaderos.
Pararon en la puerta del edificio y Elizabeth vio como Snape sacaba de su pantalón una extraña llave marrón con forma de árbol. La llave se introdujo sin dificultad por la abertura y la puerta se abrió con un estridente chirrido.
-La llave de este invernadero sólo la tenemos la profesora Sprout y yo.- Explicó Snape interponiéndose delante de la puerta de tal manera que Elizabeth no podía ver el interior de tan misterioso invernadero.-Además de eso,-Prosiguió en un tono más bajo.-la puerta está especializada para rechazar hechizos de apertura. Así no corremos el riesgo de que entre cualquier alumno.
-¿Qué hay dentro que sea tan importante como para tomarse tanta molestias?- Preguntó poniéndose de puntillas para ver las plantas que había en el interior del recinto.
Snape rió sarcásticamente y entró en el invernadero. Con gran emoción, Elizabeth le siguió. Se tuvo que habituar a la oscuridad del lugar antes de quedarse sin aire al contemplar lo que veían sus ojos.
A pesar de lo que aparentaba a simple vista, el invernadero era inmenso. Desde fuera aparentaba medir unos 200 m2, visto en su interior medía poco menos que un campo de fútbol modesto. Aunque estaba acostumbrada a encontrarse con sorpresas como esa, siempre se sentía extraña, además, el invernadero no era típico. A simple vista se podían ver tres zonas: La primera era un área sumida en la más absoluta penumbra, se veía en ella lo mínimo gracias a las otras zonas. Una de ellas era normal, luz solar o nublada. Pero la última era con mucho la más extraña, una luz brillante, anormal, muy potente, iluminaba las extrañas plantas que crecían en mejor estado con esa luz.
Estaba extasiada observando la amplitud del recinto. No había imaginado que un colegio pudiese tener esa clase invernaderos, que no tenían nada que envidiar a los más especialistas. Estaba tan abstraída que no se percató del peligro que la acechaba.
Una rama larga, viscosa y negra, que más asemejaba a un tentáculo de una bestia mágica, fue rodeando su pierna sin tocarla. Sin previo aviso, la rama se tensó y agarró con fuerza la pierna de la chica por la rodilla. Elizabeth, perdiendo el equilibrio, cayó de bruces al suelo gritando por la sorpresa. Aterrorizada por la fuerza que ejercía la rama en su rodilla, corriendo el peligro de romperla, buscó a tiendas su varita, pues no veía nada en el suelo, rodeada de oscuridad.
Gritó aún más fuerte cuando no encontró su varita en el bolsillo interior de su túnica (debería habérsele caído tras la caída). Más rápido de lo que Elizabeth hubiese deseado, la rama comenzó a arrastrarla por el suelo del invernadero.
-¡Snape!-Gritó intentando agarrarse a las patas de las mesas.- ¡Ayúdame!-A lo lejos oyó un débil grito de sorpresa. Supuso que era de Snape al enterarse que había desaparecido, pero no estaba muy segura, estaba demasiado ocupada en sus problemas.
La planta cada vez la arrastraba más deprisa, torciendo continuamente para, según creyó, despistar a Snape, que ahora gritaba claramente intentando salvarla. Entonces ocurrió algo totalmente increíble: sus dedos tocaron la pata de una mesa y, sin pensárselo dos veces, la agarró con fuerza. En un principio, la mesa cedió a la fuerza de la planta, pero finalmente se mantuvo quieta.
Fue entonces cuando otros tentáculos agarraron la otra pierna y comenzaron a tirar con fuerza. Tal vez era la misma planta, pero Elizabeth no se paró a pensarlo. Se agarró a la mesa con las dos mesas al tiempo que pedía ayuda a Snape. Cerró los ojos para concentrarse, estaba perdiendo fuerza en los dedos.
-"Incendio"-El hechizo de Snape iluminó por un instante la zona, haciendo que todas las plantas se estremecieran y se oyera un extraño murmullo de protesta. A los tres segundos, Elizabeth empezó notar como las ramas la dejaban libre.
-¿Pero qué demonios estabas haciendo?-Elizabeth se incorporó despacio y se tomó su tiempo en mirar con odio a Snape, que cerró la boca en el acto.
-Estaba jugando al escondite contigo, ¿se me olvidó decírtelo?-En ese momento le hubiese lanzado una maldición, pero desgraciadamente se encontraba sin varita.-No hace falta que me ayudes a levantarme, no te tomes molestias.-Dijo sarcásticamente. Snape caminó hacia donde se encontraba y le tendió la mano para ayudarla a incorporarse.-Gracias.-Dijo de mala manera.
-De nada.-Replicó Snape con los puños cerrados.
-¿Qué hacía esa cosa aquí?-Preguntó con la misma mala leche, no le había sentado nada bien la preguntita de Snape.- ¿No sabéis que las Fleer son un poco peligrosas? Por no mencionar que son venenosas.-Apuntó mientras se miraba la túnica, que tenía manchas verdosas. También tenía algunos trozos rotos.
-Son de Sprout.-Contestó Snape.-Por cierto, me va a matar cuando se entere de que la he lastimado.
-¿Perdón?-Soltó enfurecida.-Es ella la que me iba a "lastimar", por no decir otra cosa. ¿No sabe que los geranios son más pacíficos?-Preguntó irónicamente.
-A ella le gustan las plantas que tenga personalidad,-Replicó Snape entregándole la varita.-las plantas que se muevan, que no dependan de una persona.
-No, no dependen, se alimentan de ellas.-respondió rápidamente Elizabeth mientras cogía su varita. Miró a Snape para saber como sería su reacción tras la broma, pero este se dio la vuelta sin dejarle ver el rostro. Lo que no pudo ver es la sonrisa que se dibujó en su cara, por eso se había dado la vuelta.
Y así, resignada, caminó detrás de Snape intentando comprender porqué ese hombre escondía sus sentimientos. Iba justo detrás de él, más que nada, para que ninguna planta asesina intentara atraparla de nuevo. Snape parecía imponer respeto, pues todas las plantas de aspecto peligroso (todas) se apartaban cuando pasaban. Se pararon justo en linde entre la luz solar y la oscuridad, mirando hacia la pared.
-¿Por qué nos detenemos?-Preguntó dejando a parte el tema de plantas carnívoras.- ¿Dónde están los ingredientes?
-Las preguntas de una en una, por favor.-Respondió entre dientes. Elizabeth lo miró interesada, pero apartó la mirada furiosa al comprender que no le iba a responder a nada.
De pronto escuchó a Snape pronunciar una frase extraña, en otro idioma. Posiblemente la contraseña, pensó Elizabeth cuando la pared comenzó a partirse en un rectángulo. Al cabo de un momento, una cavidad se había dejado ver. Se inclinó para ver más y vio una escalera de piedra que bajaba. Miró a Snape.
-Ahí.-Dijo mirándola de forma rara.
-¿Qué?-Preguntó extrañada al no saber de qué estaba hablando su compañero.
-Ahí vamos y ahí están los ingredientes.-Respondió mirándola con intimidación. Lejos de dejarse intimidar, Elizabeth le miró al tiempo que conjuraba 'lumus' y una luz potente salía de la punta de su varita.
-Pues vamos.-Replicó con mirada retadora.
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Severus observaba a la chica que bajaba delante de él. Estaba maravillado con la rapidez con la que la chica se había repuesto del ataque. No conocía a ninguna mujer que hubiera sido atacada por una Fleer y que después se había levantado tan activa como siempre. Se reprendía por haber sido tan borde con ella, pero no podía evitarlo. Mostrar sus verdaderos sentimientos a los demás nunca había sido su fuerte.
Con esa chica era diferente. Ella era tan graciosa, inteligente e independiente, que le era imposible actuar como lo hacía frente a los demás. Una de las cosas que le gustaba de ella era su indiferencia ante las cosas que casi todo el mundo consideraba importantes. A ella no le importaba en absoluto que alguien fuera hijo de este o de aquel, ni que fueras un hombre lobo,... Era extraña. Pero ahora no podía pensar en ella por dos razones: tenía miedo a ser rechazado, al fin y al cabo, él no era una hermosura, al contrario, era una bestia a su lado. ¿Por qué iba ella a querer estar con él? La otra era aún peor, si conseguía algo con ella, cosa imposible, los de uno y otro bando se lanzarían contra ella. Tanto uno como otro por estar con un Mortífago, siendo ella una de las cercanas a Dumbledore. Lo último que quería hacer era causarle ningún mal. Así pues, se limitó a observarla bajar la escalera.
*-*-*-*-*
La planta baja era poco más impresionante que la otra. Estantes y estantes repletos de ingredientes de toda clase se alineaban por toda la sala. Hizo un leve gesto a Snape cuando le dijo que cogería los ingredientes y se limitó a vagar entre los estantes, observando los extraños botes de 'ojos de dragón', 'elixsir de bóreas', 'entrañas de escorbuto',...
Dio la vuelta cuando le pareció oír voces extrañas. Las voces, no sabía si eran de hombre o de mujer, se clavaron en su cabeza y no dejaban pensar en otra cosa. Sin quererlo, comenzó a arrastrar los pies por el suelo de piedra. Era consciente de que no debería seguir esas voces, que eran peligrosas, pero los pies no recibían su orden. Cuando llegó al fondo de la cueva se detuvo bruscamente. Al instante comenzó a dar vueltas ante ella una corriente de luz brillante y cautivadora. Las voces la llamaban, le ordenaban que entrara con ellas. Alzó la mano dispuesta a cumplir sus órdenes.
-¡No!-Una mano apartó su cuerpo bruscamente su cuerpo de la remolino de luz. Elizabeth observó algo defraudada como desaparecía en el acto y no oyó más las voces. Pero ella quería oírlas. De repente sintió como si un velo pasara por sus ojos. Lo siguiente que vio fue la cara de Snape, que la miraba preocupado. Estaba sobre el cuerpo de Snape.
-¿Qué ha pasado?-Preguntó llevándose una mano a la cabeza, lo que resultó fatal, pues se tambaleó y cayó aún más sobre Snape. Le ayudo a incorporarse, pero seguían los dos tumbados, Elizabeth sobre Snape.
-Una poción se ha debido caer y la has olido, has estado a punto de entrar en un Growler, hubieses pasado las próximas dos horas desmayada.-Explicó mientras miraba a los lados nervioso.
-Gracias.-Snape la miró sorprendido y ella le sonrió. Estaba confusa, ese hombre en un momento discutía con ella por cualquier motivo y al otro le salvaba. Se levantó confundida y le miró a los ojos, quería que él dijese algo.
-Ya he cogido todos los ingredientes.-Le dijo a la confusa Elizabeth.-Nos podemos ir.-Sin más se fue y comenzó a subir las escaleras. Lejos de apenarse, Elizabeth empezó a idear un plan para que Severus la hablara. Severus.
