¡Buenos días-tardes-noches, lectores! Esta ya es mi segunda historia (las otras son de mi amiga) y espero que os guste como la otra.

Es un poco más oscura que la otra, pero siempre me atengo a las descripciones psíquicas de los personajes según su escritora, J.K. Rowling.

La historia irá desde el pasado, más o menos las época de James y Lily), hasta tal vez el presente, 'no me acuerdo'. El protagonista es Severus, pero no por eso es el bueno de la película, ¿ok?

Disfruten del espectáculo:

Capítulo 1

En una noche oscura y sin la presencia de la luna, un chico envuelto en una larga capa negra se adentraba en los terrenos de una tenebrosa mansión. El jardín estaba cubierto por maleza sin cuidar y matorrales secos. A los bordes del tortuoso camino se encontraban unas plantas negras como el azabache con unas misteriosas flores rojas como la sangre que finalizaban el ambiente tétrico del paisaje.

El chico pasó entre las mortíferas plantas con indiferencia y una mueca desagradable dibujada en los labios. Caminaba sin prisa y sin mirar hacia los lados, tal vez por que no le agradaba su rededor. Subió una pequeña escalinata que conducía al portal de la sombría vivienda. Esta se alzaba fuerte y pulcra ante la naturaleza que la rodeaba y no parecía notar el paso de los años a no ser por las místicas gárgolas, que parecían distorsionadas por la lluvia.

El muchacho respiró largamente antes de posar sus nudillos en la gran puerta de madera. Antes de que esto sucediera el portón se abrió produciendo un agudo chirrido que, según opinó el chico, era totalmente intencionado, pues cualquier mago, y muchísimo más este, podría solucionar este problema.

Se asomó un poco tímido por la puerta y esperó impaciente la llegada de alguien que le diese indicaciones en esa ancestral mansión. Al poco llegó un hombre con una máscara puesta y una larga capa como vestimenta superficial. No supo quién era exactamente, pues la máscara dificultaba bastante la identidad, pero lo siguió sin plantear ninguna pregunta por oscuros pasillos.

No dejó de fijarse con curiosidad y admiración en los cuadros que había en todos los pasillos. Estos mostraban imágenes de la vida de Mortífago, sus asesinatos y las torturas producidas a muggles que tanto placer producían en cualquier miembro de la Orden Tenebrosa. Se paró enfrente de su preferido, que mostraba la captura de Merlín. La imagen constaba de tres partes. En último plano se mostraba la quema de la torre y el asesinato de todos los magos que no tenían importancia, es decir, la mayoría de los sirvientes. En segundo plano se veía la tortura de los magos cercanos al mítico hechicero y la muerte de alguno de ellos. Y ahí, ocupando el centro del primer plano, se veía el mago más famoso y letal de su época: Mordred. Éste mantenía la varita en alto al tiempo que observaba complacido el efecto que había tenido sui maldición en Merlín: la muerte.

El chico dibujó en su cara una sonrisa malvada y se apresuró en seguir al Tenebroso guía. Se fijó muy por encimas de loas demás cuadros y su admiración aumentó a medida que observaba muertes de las que le parecía haber tomado lugar. En una esquina observó a una mujer tirada por una escalera mientras un hombre bajaba con la varita en mano y una sonrisa en el rostro. Verdaderamente creía estar ahí.

Frenó de inmediato sus pensamientos cuando llegó a la puerta tras la cual le esperaba su dueño y señor. El guía le abrió la puerta mientras lo observaba con vivo interés, pero el chico mantuvo la boca cerrada, no le iba a contar a nadie por qué su Señor lo quería ver a solas. La verdad es que ni él lo sabía. De una cosa estaba seguro: El Señor Oscuro no iba a tener quejas sobre él, había hecho un buen trabajo en Wiston, aquella familia jamás volverían a molestar.

Pronto se vio envuelto de una oscuridad que producía impotencia sobre cualquier superficie que tapara. Ante el chico se erguía majestuoso Lord Voldemort, el Señor de la Oscuridad y el mago más poderoso de todos los tiempos. Mantenía la vista en la cabeza del chico con mirada inquisidora. El chico mantuvo la cabeza gacha durante la revisión de su Amo con miedo y porque, por más que trataran de ocultar, no podían hacerlo por un extraño hechizo.

Aunque no lo estaba viendo en ese momento, el chico recordaba bien el aspecto de su Señor. La verdad es que no creía probable que nadie se olvidase de la cara del mago tenebroso más peligroso y mortífero en todos los tiempos. Cerró los ojos y le pareció ver ante sí su cara y su cuerpo. Un hombre alto y musculoso a la vista, siempre vestido con largas capas negras que ocultaban sus formas, muy pálido de piel, por lo menos al contraste entre su vestimenta y su cara, el pelo moreno y algo largo, ojos misteriosamente de un rojo brillante y mirada siempre penetrante.

-¡Levántate!- Ordenó con voz silbante. El chico siempre había creído que era por hablar en lengua parsel.

-Mi Señor,- Murmuró irguiéndose pero con la cabeza siempre encorvada.- Severus Snape se muestra ante él para obedecer en todo lo que su Amo le ordene.

Voldemort, a pesar de que Snape no le vio, sonrió burlonamente.

-Espero que sepas complacer a tu Señor de tan buena forma como dices.- Dijo con un tono frío.

-Lo haré mejor de lo que me pida Señor.- Después observó la mirada cortante y furiosa del Lord y se apresuró a añadir.- Quiero decir... tal y como usted me ordene.- Agachó la cabeza rojo de vergüenza por haber metido la pata.

-Me gustaría saber hasta qué punto llegarías para satisfacer los deseos de Lord Voldemort, de tu Señor.- La marca del antebrazo de Snape comenzó a quemar produciendo un estremecimiento en el chico, pero supo mantener la compostura.

-Haría lo que mi Señor me ordenase, Señor. Lo que sea...- Murmuró mirando al vacío esperando sus órdenes.

-Lo que te voy a mandar es algo infalible e incuestionable, ¿lo sabes?- La marca pareció estallar en su antebrazo.- Es algo de lo que estoy seguro no harías por nada.- Snape supo que contestar.

-Lo haría por usted, mi Señor. Pídame.- Pareció suplicar tirándose al suelo.

-Mi mandato es algo que no suelo decretar a los nuevos Mortífagos, pero tú me has demostrado hasta el momento fidelidad en situaciones de mediana importancia, y por eso te estoy... algo agradecido.-Snape creía que su corazón iba a estallar. Sí, la marca quemaba todo su brazo, pero su Lord estaba punto de encomendarle una misión de Mortífagos mayores. Su sueño estaba a punto de cumplirse.- Mi orden es la siguiente: usted, Severus Snape, está obligado por su fidelidad a actuar como espía a la Orden Tenebrosa.

-Gracias, mi Señor.- Dijo arrodillándose y acercándose a Voldemort.

-Tu misión consistirá en espiar a Dumbledore.-Dijo Voldemort sin inmutarse. Se dio la vuelta y caminó por la larga sala.

-¿Cómo?- Se vio obligado a preguntar el asustado muchacho.- No podré acercarme a él y...

-Tú impartirás clases en su estupendo colegio, Hogwarts. Tu misión será enterarte de todos sus pasos y planes.

-Pero... yo no podré...- Empezó angustiado Snape.

-¿No podrás hacerlo por tu Señor?- Gritó enfadado Voldemort.

-Yo... pero ¿cómo podré entrar en Hogwarts? No admitirán nunca a un Mortífago, al menos en sospecha.- Alegó valientemente.

-Lo harás. El viejo loco de Dumbledore siempre ha sido un tonto crédulo. Bastará con que le hables a solas y le digas algunas palabras de disculpa para que te admita en su círculo.- Comentó furioso su Señor.- Estarás unas semanas con él y cuando yo lo crea conveniente... no tendrá más remedio que darte trabajo como profesor en su querido Hogwarts.

-¿Usted cree que confiará en mí, Señor?- Preguntó extrañado Severus.

-Si yo he dicho que lo hagas no debes cuestionar nunca si está bien o no lo que he dicho, ¿entendiste?- Gritó lleno de ira.

-S-Si.- Tartamudeó aterrorizado por haberle faltado al respeto.- Sí.- Se postró ante él mostrando su conformidad.

-Ya puedes irte, Severus Snape.- Dijo Voldemort mirándolo fijamente. Snape se dio la vuelta y se apresuró a cumplir la orden de su Amo.- ¡Snape!- El chico se volvió con miedo.- No me gustaría descubrir que, por alguna extraña razón, te volvieras en mi contra, tomaras tu propia iniciativa o la de ese mago repugnante y me traicionaras.

-Oh, no, mi Señor.- Se apresuró a decir Snape temeroso de otro ataque de ira.- Yo le seré fiel eternamente y...

-Lo digo porque Dumbledore es un experto en confundir a las personas.- Dijo Voldemort aparentando preocupación.- Y, si alguna vez llegarás a creer en él más que en mí, pagarás tu descaro. Y ya sabes cuál es el pago por los Mortífagos desertores, aunque apenas exista alguno.- Snape asintió en silencio.

-Yo jamás le traicionaré, mi Señor.- Dijo al fin.- Nunca estaría de parte de gente que me ha hecho sufrir por su culpa.- Se dio la vuelta e iba a abrir la puerta cuando la voz de Voldemort resonó a su espalda.

-Snape, Dumbledore jamás te dará ni la décima parte de lo que yo ya te he dado en poder y respeto.

El chico se dio la vuelta para jurar de nuevo fidelidad, pero Voldemort ya no estaba en la estancia. Empujó la puerta y se introdujo de nuevo en los pasillos repletos de galerías de cuadros. No hizo el menor caso a las preguntas respecto a su próxima misión por parte de Mortífagos que se iba encontrando. Sus pensamientos pasaban más allá del chismorreo.

Cuando salió de la mansión se envolvió fuertemente en su capa y anduvo pensativo entre las flores. No pensaba en cómo demonios iba a convencer a su antiguo director de que era una buena persona, lo cual era una estupidez, si no en si sería capaz de volver a vivir en Hogwarts. En sus siete años de escuela había llegado a odiar a muerte la escuela y aborrecía todo lo que tenía que ver de ella, excepto, claro está, Slytherin.

Hacía cuatro años que había dejado el horrible colegio y nunca había puesto un pie dentro de sus terrenos. Ni qué decir tiene que nunca se había imaginado entrando como profesor. Si acaso había pensado un par de veces el hecho de atacarla y tomar el control por la fuerza, pero nunca que espiaría desde dentro al peor enemigo de su Amo.

Y así, con la cabeza llena de pensamientos malévolos, un muchacho de 21 años caminaba por terrenos escarpados en medio de la noche sin saber que su futuro estaba más allá de impartir clases o espiar. De él iba a depender encontrar el verdadero honor.

*-*-*-*-*-*

Tal y como predijo Voldemort, Severus Snape se hizo pronto con el perdón de Dumbledore. En unas pocas semanas logró algo más, su confianza. Ya estaba listo. A los días, el profesor de pociones actual en Hogwarts desapareció misteriosamente y nunca se llegó a encontrarlo. Algunos dicen que Dumbledore encontró un cuerpo al que identificó como suyo cerca del río, pero no son más que palabrería. Después de elegir otro profesor y que este fuese asesinado en presencia de todo un restaurante por Mortífagos profesionales, Dumbledore no tardó en ver en Snape una salida bastante buena.

Alegando que Severus era el único y más indicado que podía ejercer notablemente Pociones y después de arias disputas con el claustro, padres y Ministerio, Severus Snape fue oficialmente el nuevo profesor de Pociones. Estaba dentro.

Las cartas estaban sobre la mesa y Voldemort iba ganando puntos peligrosamente rápido.

¿Y bien? ¿Buena, aburrida, fantástica, soporífera, demasiado o muy poco de tal? Espero que sean los aspectos positivos, pero ya saben, para gustos los colores.

En el siguiente capítulo conoceremos a la protagonista.

¡Hasta el siguiente capítulo!