Este capítulo es un tanto movidito, así que agarraros a vuestro asiento. Soy un poco histérica, lo sé. Una lo asume con el paso del tiempo.

Disfruten del capítulo:

Capítulo 3

Catherine sintió cómo el miedo recorría su cuerpo al ver delante de ella a uno de ellos, a un Tenebroso. Observó paralizada cómo el hombre oscuro levantaba su varita y abría la boca para lanzar un hechizo. Cuando pasó todo no pudo explicar cómo se le ocurrió, ni cómo lo pudo hacer, pero al segundo siguiente se vio empujando con fuerza al Mortífago y los dos cayeron con fuerza al suelo.

Sintió una punzada de dolor en el brazo izquierdo, pero no paró a ver si era grave y se levantó con agilidad del suelo. Vio al Mortífago empezar a incorporarse y no lo pensó más veces, le propinó varias patadas en la espinilla y en la tripa, esperando que al hombre le costase un poco más de tiempo perseguirlas.

Se volvió hacia la cama y agarró de la muñeca a una pálida Amy que miraba al hombre con horror.

-¡Vamos, Amy!- Exclamó tirando de ella hacia la puerta.- ¡Tenemos que darnos prisa!- Pero la pobre Amy estaba paralizada.

-¿Quién es? ¿Qué hace aquí? ¿Qué...? ¿Por qué...?- Catherine pasó completamente de ella y corrió por los pasillos del edificio tirando de su amiga como podía.

-¡Aquí!- La murmuró al llegar a la zona de los dormitorios de profesores. Pronunció un conjuro para abrir la cerradura y entraron en un largo pasillo.- Corre sin hacer ruido, no nos debe oír.

Corrieron tropezando de vez en cuando, pero pararon al llegar al dormitorio de la directora del orfanato. Catherine no tenía que explicar por qué llevaba ahí a Amy. Tenía que ponerla a salvo, pues el Mortífago la había visto y si le veía la torturaría. Entraron en el dormitorio y Catherine se sintió desfallecer cuando lo vio todo a oscuras.

-¿Dónde está la Sra Cret?- Preguntó sin comprender.

-Hoy tenía una zona, ¿te acuerdas?- Contestó Amy respirando entrecortadamente.- Con el alcalde y eso.

Claro, recordó angustiada Catherine, para el crédito. ¿Y ahora qué hacía? Era cuestión de tiempo que el Mortífago las encontrara. Tenía que avisar a alguien, ¿pero cómo?

-Cat, estás sangrando.- Catherine se miró el brazo y vio un profundo corte que traspasaba si antebrazo de parte a parte.

-No importa.- Dijo caminando a la cama de la directora.

Arrancó un gran trozo de tela y se lo dio a su amiga. Dirigió la varita hacia la herida y pronunció un hechizo. Con una luz plateada, la herida se cerró en unos segundos lo bastante dolorosos como para que Catherine se contrajera de dolor.

-¿Estás bien?- Preguntó Amy muy preocupada.

-Sí, sí.- Contestó mientras envolvía la cicatriz en la sábana. No se confiaba en demasía de sus hechizos. Siempre cabía la posibilidad de que fallaran.

Empezó a dar vueltas por la habitación mientras pensaba qué hacer a continuación. A su lado Amy sollozaba en voz baja. Estaba al borde de un infarto. Catherine se acercó a ella y la sujetó por los hombros.

-Amy, tienes que quedarte aquí unos quince minutos, ¿deacuerdo?- Explicó Catherine.- Después te dirigirás directamente al parque de al lado y buscarás a Cold en el árbol de la fuente, la que está más alejada. Escribe una nota con lo que encuentres por aquí- Dijo mirando a los lados.- diciendo que necesito ayuda, ¿vale?- Amy asintió nerviosa.

-¿Tú qué harás?- Preguntó cuando Catherine caminó hacia la puerta.

-Alejaré del orfanato a la Orden Tenebrosa, pues de seguro que hay más Mortífagos.- Amy la miró sin entender, pero se la notaba que intuía que era algo peligroso.- No te preocupes, no me enfrentaré a ellos, sólo me defenderé, así que a lo mejor puedo darles esquinazo antes de que me cojan.- Catherine se sintió fatal diciendo esto. Era pura mentira.

-Ten cuidado, Cat.- Le pidió al borde de las lágrimas.- Pero, ¿por qué están aquí?- Preguntó dudosa.

-No lo sé.- Contestó Catherine sabiendo que debía darse prisa.- Haz lo que te he dicho, ¿vale? Te veré después.

La abrazó con fuerza y salió del dormitorio de su directora con una extraña sensación. Miró a los lados del pasillo cuando dejó la zona de los profesores y corrió todo lo deprisa que pudo hacia la derecha cuando escuchó chillidos de niños. Los Mortífagos habían entrado en el comedor cuando más gente había. Catherine, intentando controlarse, miró desde una esquina y pudo contemplar una escena horrible:

Los niños más pequeños estaban todos en el fondo del comedor y lloraban sin parar. Los niños más mayores estaban vigilados por tres Mortífagos que los apuntaban con las varitas amenazantes. Catherine pudo ver sangre en alguno de ellos. Ya delante estaban los chicos, que estaban siendo controlados por varios Mortífagos, Catherine vio a unos cinco, que les lanzaban conjuros. Los monitores y las cocineras, es decir, los adultos, los tenían en unas sillas y les interrogaban dos Mortífagos. Catherine se enfureció cuando vio en una esquina dos monitores y más o menos una decena de chicos de su edad desmayados, sino muertos.

En la puerta del comedor vio hablar a dos Mortífagos y se acercó en silencio situándose detrás de unas estanterías para escuchar su conversación.

-Se le ha escapado, ese Feel es el hombre más inútil que conozco.- Decía uno mientras escupía a un lado.

-Va, la vamos a encontrar de todas maneras. Feel recibirá su castigo cuando el Señor descubra qué ha hecho.- Decía el otro.

-Pero si lo hubiese hecho bien ahora no tendríamos que interrogar a toda esa escoria.- Se quejaba el primero con voz enfadada.- Hubiésemos pasado a la acción. El Señor nos aseguró una matanza muggle y, ya nos ves, estamos torturándolos.

-A mí me gusta verles gritar de dolor y retorcerse en el suelo gracias a mis maldiciones,- Dijo el otro acariciando su varita.- Después les veo morir poco a poco, indefensos. La mejor forma es verles desangrarse.- Catherine se revolvió inquieta en su escondite, aquello le daba un asco indescriptible.

-Pues yo quiero matarles con la maldición imperdonable, las cosas rápidas y seguras.- Se quejó.- Márchate ya a ver si la encuentras rápido, ¿vale?- Dicho esto el asqueroso se fue por el pasillo en el que estaba antes Catherine y el primero se quedó en la puerta.

Catherine salió de su escondite varita en mano y apuntó al guardián.

-Desmaius.- Susurró para que nadie la viese. La maldición le dio de lleno en la espalda y el Mortífago se desplomó sobre el suelo sin producir mucho ruido.

A Catherine no le importó en absoluto haber atacado, pues sabía con seguridad que el Tenebroso hubiese hecho lo mismo. Se agachó sobre él y buscó en su bolsillo hasta dar con su varita. Tenía que asegurarse de que el hombre ese ya no era un problema. Metió la varita ajena en el dobladillo de sus pantalones de pijama y dirigió a la puerta intentando pensar qué demonios hacer.

Estaba muy confusa. Sabía que nunca había sido del agrado de los magos oscuros, lo primero por estar en Gryffindor y último por ser amiga de Dumbledore, pero nunca se le había ocurrido que la Orden Tenebrosa fuese al mundo muggle para atacarla. Es más, para qué demonios la querían. Seguramente lo descubriría después de que hubiese acabado todo, ya sea bien o mal.

Observó cómo un enmascarado cogía a Jhon, un chico de su edad con el que se llevaba medianamente bien, y le tiraba frente al Mortífago que parecía el jefe de toda la chusma, ya que no hacía nada en absoluto. Estuvieron amenazándole unos segundos hasta que le lanzaron una maldición, Catherine creyó que era la Crucius, pues Jhon gritó como nunca antes había visto. Controlándose más de lo que hubiese sido capaz y asegurándose que le vengaría, Catherine observó como el Mortífago le decía algo, pero demasiado bajo para que escuchase nada. Mientras tanto se escuchaban gritos y sollozos de las demás personas.

-Más te vale que digas dónde se esconde Nöstlinger.- Exclamó el Mortífago. Catherine pegó un salto al oír su apellido. Jhon, para la total admiración de Catherine, se mantuvo callado.- Wingardium Leviosa.- Gritó el Mortífago. Jhon se elevó por los aires y quedó colgado boca abajo.- ¿Dónde esconde la bruja sus artilugios?- El Mortífago estaba fuera de control.

Las dudas de Catherine se esfumaron al oír esa frase. Ya sabía por qué estaban los Mortífagos ahí. Buscaban el talismán. Pero, ¿cómo se habían enterado? Hasta donde llegaba, sólo miembros de la orden sabían que ella tenía el talismán. Ni siquiera Amy sabía que la Sra Amanda Crosway le había entregado el preciado amuleto. Sólo había dos opciones posibles: había un infiltrado o los Mortífagos habían capturado a un miembro de la Orden del Fénix importantes. Catherine no sabía muy bien qué alternativa elegir. Aunque deseó que no le hubiese pasado nada a nadie, también esperó no tener que desconfiar de nadie.

Pero las cosas no estaban tan mal. Dumbledore había hechizado la puerta de su dormitorio para crear una especie de armario que sólo se abría con su contraseña. Esa contraseña sólo la sabía ella, pero podría resultar fácil de abrir para magos expertos. Utilizaba ese espacio para guardar los libros y los artilugios mágicos, como el amuleto. Pero en estos momentos la reliquia no estaba ahí, estaba colgado en su cuello.

Esto era bueno para ella y para el amuleto, pero no para sus compañeros. Observó impotente cómo el Mortífago lanzaba a Jhon por todo el salón y daba a chocar en la pared, a unos cinco metros de Catherine. El Mortífago cogió a Jhon por el cuello y le habló con voz normal pero muy alterada:

-Otra oportunidad, ¿Dónde está Amy Greenberg?- Catherine se revolvió en su sitio dispuesta para atacar.

-¿Para qué la buscan?- Catherine sabía que Jhon preguntaba para ganar tiempo. Nunca había sido muy curioso y de ninguna manera era malvado. Más que nada porque se moría por los huesos de Amy.

-Ya te he dicho que busco a Catherine Nöstlinger, pero si no cooperas me veré obligado a dañar también a tu amorcito.

¡Mierda! Aquel hombre había entrado en la mente de su amigo y había averiguado cosas que, en ese momento, no agradaron en absoluto a Catherine. Sabiendo que Jhon estaría dispuesto a ayudarles a encontrar lo que sea de Catherine por ayudar a Amy, salió de su escondite y levantó la varita.

-¡Jhon, agáchate!- Obviamente, el chico no esperó ni un segundo en cumplir la proposición.- ¡Expelliermus Disddle!

De la varita de Catherine salieron dos chorros de luz roja. Una de ellas golpeó al Mortífago que había seguido a su jefe como un perrito, el segundo rebotó sobre un oportuno escudo que el Mortífago había hechizado alertado por sus gritos.

A partir de ese momento todos los Mortífagos se volvieron y empezaron a lanzar hechizos. Por fortuna, los Tenebrosos no se esperaban movimiento de Catherine y no apuntaron nada bien. Una maldición le dio en la pierna y la hizo caer al suelo, pero no soltó la varita en ningún momento.

Comenzó a lanzar hechizos a diestro y siniestro, ya que los Mortífagos eran demasiados y empezaban a rodearla. Se desistió a dejar de lanzar encantamientos bondadosos, como comprobó que parecían entre esos Tenebrosos, y empezó a conjurar maldiciones que golpearon a varios Mortífagos haciéndoles caer al suelo inertes. Varios de ellos daban vueltas por el comedor por los hechizos aturdidores que habían impactado en ellos. Pero eran demasiados.

Tanta magia la estaba debilitando hasta que una fina luz roja impacto contra ella y cayó al suelo totalmente alicaída por el hechizo aturdidor de uno de los Mortífagos.

-Así que la señorita Nöstlinger.- Dijo en tono célebre uno de los Mortífagos. Catherine no lo sabía muy bien, pues la cabeza le dolía demasiado, pero creía que era el jefe por la forma de arrastrar las palabras.- Dime, preciosa, ¿dónde está el talismán?

Catherine, sin poder evitarlo, comenzó a reír de una manera incontrolada. Tuvo que hacer una gran fuerza para no contestar a las siguientes preguntas, pero no pudo dejar de reírse por el hechizo aturdidor. El hecho de que buscaran algo que tenía ella justo detrás de la tela de su pijama y que nadie se diera cuenta parecía darle mucha gracia a esta Catherine hechizada.

-¿Dónde está el talismán?- Gritó furioso el Mortífago.

Antes de que Catherine pudiera contestar, el Tenebroso le lanzó un hechizo: Legeremens. Supo que estaba entrando en sus recuerdos cuando se vio a sí misma siendo elegida para Gryffindor, y cuando se vio besando por primera vez. También se vio espiando a un par de Slytherin, y hablando con la Sra Crosway, y viendo cómo traían la caja con el talismán. Fue entonces cuando empezó a controlarse e hizo lo que muy pocos magos o brujas habían podido hacer: Se inventó un recuerdo.

Se vio observando el talismán y adorando su forma y sus piedras preciosas. Acarició los bordes del medallón de platino. Podía sentir cómo lo hacía. Ella se levantó y conjuró en espacio mágico con las palabras 'Godric Gryffindor' y una gran sala se abrió ante ella. Colocó el medallón sobre un altar de madera oscura y salió. Antes de irse de la habitación, tachó el día que había concluido, hoy, y el recuerdo se esfumó.

-Estupendo, preciosa, verdaderamente excelente.- Dijo el Mortífago.

Catherine se desplomó en el suelo agotada. Le dolía la cabeza como nunca y no veía nada. Sorprendentemente, sí podía oír. Escuchó al Mortífago mandar a los otros a su habitación para entrar en un pasadizo oculto en la pared. Mandó a otros para encontrar a Amy. Cuando pudo levantar la cabeza vio que unos diez obedecían sus órdenes. Para su desgracia, tres se quedaron con ellos para vigilar a los asquerosos: muggles.

Sólo quedaban los chicos del orfanato vigilados por tres Mortífagos, ella, a la que habían dado por desvanecida, prácticamente así era, y Jhon, en una esquina, temblando de pies a cabeza. El Mortífago jefe se había ido a por el medallón.

El dolor aún la impedía ver y se asustó al creer que se había quedado ciega. Sintiendo lágrimas por sus mejillas, empezó a palpar el suelo en busca de su varita con la esperanza de que no la viesen. La suerte estuvo esa vez de su lado, pues, aunque no encontró sui varita, no la vieron.

-Catherine, Catherine, ¿Qué pasa?- Preguntó Jhon arrodillándose a su lado y tocándole el hombro.- ¿Estás bien? ¡Oh, Dios mío! ¡Estás sangrando!

-Tranquilo, Jhon, no es nada.- Catherine ya había notado que la herida se había abierto y sangraba, de seguro, más que al principio.-Me duele la cabeza, ayúdame a levantarme.-Jhon la cogió de la cintura y la incorporó.- ¿Hay muchos?- Jhon entendió.

-Hay dos en la puerta que nos están mirando. Otros... cinco, vigilan a los demás. ¿Qué quieren?- Preguntó en un hilo de voz.

-Jhon, tendrás que confiar en mí.- Dijo empezando a ver luces.- ¿Lo harás?

-Yo... no sé.- Calló durante unos segundos interminables.- ¿Dónde está Amy?

-Espero que muy lejos, en el parque.- Contestó Catherine mientras unas sombras aparecían en sus ojos. Comenzaba a ver.- Donde yo la he mandado. Quiero que vallas con ella y la protejas, ¿deacuerdo?- Preguntó conteniendo la respiración.

-Claro. ¿Qué harás tú?- La segunda vez que la hacían esa pregunta y seguía sin saberlo.

-De momento necesito tu ayuda, no veo bien.- Contestó evadiendo la pregunta.- Te parecerá extraño, pero quiero que busques una vara de madera de unos 30 cm. y me la des, ¿ok?

Sintió cómo Jhon la dejaba en el suelo y buscaba por los alrededores. Catherine se sentó y movió la cabeza confusa. Ahora veía peor. Aquello la molestaba más que nada. De pronto Jhon murmuró a su oído:

-Creo que la tienen los hombres de la entrada. Antes han cogido unas varas a los hombres que hay desmayados. El hombre les dio la que tú tenías. ¿Qué es?

-Es muy largo de explicar y nos falta tiempo.- Dijo Catherine con voz alterada.

Comenzaba a ver luces y sombras menos difuminadas. Incluso vio algo parecido a la cara de su compañero. Se hubiese puesto a dar saltos de alegría, podía ver, pero no le pareció buena idea estando rodeada de Mortífagos. Empezaba a ver colores y se armó de valor.

-Jhon, quiero que hagas algo que distraiga a esos de la puerta. En cuanto se separen los atacaré, no te harán nada.- 'O eso espero.'- No puedo enfrentarme a los dos juntos, pero me las apañaré.

-¿Tú?- Dijo con el típico tonillo de: 'Sí, claro, tú contra ellos, ¿no?'

Catherine se sorprendió cuando escuchó un suspiro y vio, más o menos, como Jhon se levantaba sin replicar nada. La distracción comenzaba.

Jhon cogió una fuente de cristal donde los profesores tenían la fruta y la lanzó con fuerza hacia los Mortífagos. Catherine se alegró de que el chico fuera tan bueno con el balón medicinal. Nadie se esperaba eso, no siquiera Jhon, pero la fuente le dio de lleno a uno de los Mortífagos, quien cayó al suelo y empezó a sollozar como un niño pequeño.

Catherine aprovechó los instantes de perplejidad de todos los Tenebrosos y se levantó al tiempo que cogía la varita del pantalón del pijama.

-Desmaius.- El chorro rojo golpeó al Mortífago y éste cayó inconsciente.

Catherine se volvió hacia los demás, pero se paralizó al comprender que no podía atacar, pues las sombras que venia eran iguales. Si lanzaba un hechizo a una de ellas podría estar atacando a sus profesores.

Su aturdimiento cesó cuando Jhon se acercó a ella y gritó:

-A ese, a la derecha.- Catherine confió plenamente en él.

-Tarantanegra.- La figura salió disparada y chocó contra una columna.- ¡Jhon, coge mi varita, rápido!- Jhon se fue de su lado.- ¡Y todas las que encuentres!

Negándose a tomar más riesgos, encantó un escudo delante de ella para defenderse de las maldiciones de la Orden Tenebrosa. Aunque parezca mentira, se alegró cuando vio tres luces doradas rebotar en el escudo as pesar de que estuvo a punto de perderlo, pues ya veía considerablemente bien.

-Toma, Catherine.- Se volvió y vio la cara de Jhon. Un poco difuminada, sí, pero la veía.

Jhon le tendía tres varitas negras. Catherine tuvo que duplicar el escudo cuando una luz roja rozó el pelo del chico y le quemó las puntas. Se acercó las varitas para reconocer la suya hasta que metió dos en el dobladillo del pantalón y se quedó con una de motas rojo sangre.

Tomó aire y bajó la varita del escudo al tiempo que levantaba la suya hacia una figura vestido con capa negra que no podía ser un profesor.

-Slax.- En unos instantes no pasó nada y la figura continuó corriendo, pero una explosión se produjo a centímetros de su espalda y salió despedido hacia Catherine con toda la espalda quemada.

-Wandlar.- Otro Mortífago cayó de bruces al suelo.

Los otros tres Mortífagos se escondieron en una esquina, de seguro estarían planeando otro ataque, pero Catherine, aún mareada, no tenía tiempo en pensarlo. Iba camino de la pared cuando alguien agarró su brazo.

-Ten.- El pobre Jhon le tendía las varitas de los Mortífagos caídos, seguramente creían que eran como pistolas o algo así y se les podía acabar la recarga.

Catherine las cogió y metió junto las demás. 'A este paso abriré una tienda y le haré la competencia al Sr Ollivander.' Cuando recordó este pensamiento supo que estaba definitivamente bien.

Al mirar a su compañero vio detrás suya a los huérfanos del mundo, como se llamaban entre sí, y olvidó sus planes contra los Mortífagos, seguramente irían.- Ahora tenía que sacar a ellos de todo esto, pues cuando el Mortífago se diese cuenta de su trampa la iban a tener crudo.

-Jhon, cambio de planes.- El chico la miró apenado.- Quiero que los saques de aquí y los lleves al parque, ahí estarán bien.- Jhon asintió decidido.- Pero tienes que conseguir como sea, lo dejo a tu imaginación, que no llamen a la policía, ¿deacuerdo?- Asintió de nuevo.- Y no te quedes a ver qué me pasa.- No se quedó a esperar la reacción del chico y se dio la vuelta.

Sus pasos se alejaron y se imaginó que iba a contarles el pobre: 'Oye, que dice Catherine, sí, esa chica de 16 años que ha estado disparando rayos por una vara, que tenemos que ir al parque, sí, a ese que está lleno de alcohólicos. Sin llamar a la policía, eso sí. Sí, hombre, es de fiar, no la ves.'

Se encaminó hacia los Mortífagos y descubrió que, desgraciadamente, se habían unido todos.

-Ahí está.- Gritó uno de ellos.

-¡Eh! ¡Los muggles se escapan!- Gritó otro preocupado por la tortura.

-Vosotros cinco, capturarles.- Ordenó el jefe. De nuevo arrastraba las palabras.- El resto a por la chica.- Todos los Mortífagos se movieron.

-¡Alto!- Gritó Catherine. Hubo algo en su voz, con tono seguro y autoritario, que hizo detenerse a todos.- Sé lo que buscáis.- Afirmó mirando al jefe. El Mortífago rió burlonamente.

-¿Quieres dárnoslo? Voldemort te estaría agradecido, preciosa.- Un brillo maligno pasó por sus ojos.

-Hoy no, lo siento.- Replicó Catherine estremeciéndose ante la mirada.- Si me hacéis algo no sabréis donde está.- Amenazó.

Puedo entrar en tu mente otra vez.- Dijo el Mortífago adelantándose.

-Y puedo trucar mis recuerdos otra vez.- Dio en el clavo. Los Mortífagos, en especial él, se revolvieron nerviosos.

-No creo que puedas conseguirlo ante Lord Voldemort, ¿o te crees capaz?

Catherine, que no era nada tonta, supo que aquello era una amenaza. Si no encontraban la reliquia, él sí podría. Sólo tenían que capturarla. Dando apariencia de que estaba asustada, lo cual no resultó difícil, quedó unos momentos pensativa. Tras unos segundos en los que todos los Mortífagos sonrieron creyéndose vencedores, alzó la varita sin dar tiempo a reaccionar.

-Snowlum.- Un frío invernal inundó el salón en cuestión de segundos mientras el viento y la humedad recorrían a los Mortífagos. En unos instantes una fuerte nevada caía sobre ellos.

Catherine corrió hacia la puerta y se volvió hacia ellos antes de salir. La niebla les cubría y nevaba más bruscamente. Un Mortífago consiguió salir de pronto y, después de toser y respirar bien, la miró atónito. Se negaba a creer que la mocosa esa hubiese podido hacer eso.

Catherine lo miró con una sonrisa malévola y lo saludó divertida.- Segundos después salía del salón escuchando al Mortífago gritar a los demás. Se había dejado ver adrede, esperando que todos fueran por ella, pero ahora, ¿por qué negarlo?, estaba aterrorizada. Eran muchos y como Amy no actuase deprisa estaba perdida.

Una figura se materializó de la nada frente a ella y chocó contra El Mortífago.

-Bien, preciosa, ¿por qué no hablamos claro? No quiero hacerte demasiado daño. ¿Dónde está el talismán?- Dijo acercándose a ella de forma abusiva.

Catherine, con la improvisación a flor de piel, se puso a llorar de tal forma que el Mortífago bajó la varita y la guardia y se acercó más burlándose.

-Puriem.- Dijo con voz perfecta y sin gota de lágrimas en la cara. Se copió del Mortífago del dormitorio y la maldición tuvo los mismos resultados: un corte profundo atravesó la cara del Tenebroso rasgándole la máscara.

Catherine corrió dejando atrás los gritos del hombre y salió a la calle. Marchó por la dirección opuesta del parque, no quería que llegasen hasta sus compañeros.

-Slywflu.

Una luz negra impactó en su espalda y tuvo que para en el instante., pues no podía respirar. Sus pulmones se negaban a aceptar aire y estaba asfixiándose.

-Muere despacio, mi caza, muere sin prisa.- Canturreaba a su espalda un Mortífago.- Consume la vida y produce la muerte. Compláceme y retuércete... Grita.

Catherine cayó de rodillas llevándose las manos al cuello. A su alrededor el Mortífago sádico, creía que era el que había ido a por Amy, rondaba sin parar de canturrear cosas incoherentes que Catherine se negó a escuchar.

La vista empezó a nublarse y sintió cómo los pulmones se quedaban sin aire y su sangre iba cada vez más despacio. Recordó a todos sus Amigos y deseó que estuvieran bien, ¿Qué estarían haciendo en esos momentos?

-Calywa.

-Desmaius.

Dos voces resonaron a sus espaldas. Catherine volvió a respirar y tosió de formas incontrolada. A su lado estaba desmayado el Mortífago. Unos zapatos se pararon ante ella y un hombre se agachó.

-¿Te encuentras bien?

Catherine levantó la vista y se abrazó con fuerza a Albus Dumbledore.

¿Qué tal? A mis amigas, ahora son dos las que me quitan las hojas en cuanto llego a clase, les gusta bastante. Pero, para ser sinceros, tengo mucha labia, así que no creo que me digan los fallos que tengo. Bueno, a veces creo que deberían dedicarse a la críticas, pero yo también, por eso somos amigas.

Os explicaré un poco las cosas, por si no lo habéis entendido. No os preocupéis, mis amigos pillaron rato en cogerlo. Catherine es cuatro años más pequeña que los Merodeadores y Snape, pero los conoce por Dumbledore. Ya sabemos que el director tiene tendencia a acoger a todo el mundo. Puse a Catherine como Huérfana para que se viese más y todo eso. Además para no describir a una familia y todo eso... Y la historia no tendría sentido si no lo fuese, pues la Sra Crosway no la hubiese dado el misterioso talismán.

¡Hasta el próximo capítulo!