Este capítulo está un poco corto, pero ya no se me ocurría nada más.
Capítulo 3.- Intereses en común.
Salieron de la casa y se dirigieron al muelle. Jacqueline se veía muy emocionada, y notaba que Will le dirigí una que otra mirada, ella pensó que este viaje iba a resultar divertido. Jackeline le señaló a Will el "Angelo", el cual era el nombre del barco. Y con un poco de ayuda por parte de la guardia lograron salir fuera del muelle de Port Royal.
Jackeline se la pasó casi todo el tiempo viendo como Port Royal se hacía más pequeño conforme se iban alejando, ella recordó en ese momento todos los atardeceres que vio junto a su padre; o por lo menos de los que se acordaba. Ya q' estaban lejos Jackeline se veía feliz por al fin haberse alejado de su madre y de Eduard. Will, al verla muy feliz, no pudo contener la curiosidad. Silenciosamente, se acercó por detrás de ella y le tocó el hombro. Ella saltó del susto, mientras Will trataba de contener la risa.
-¿Por qué me espantas así?-preguntó ella, aún con la respiración acelerada a causa del susto.- Casi me caigo del barco.
-Lo siento, solo quería platicar con usted, conocerla más a fondo; ya que vamos a vernos casi todo el día en lo que llegamos a Tortuga.-respondió un poco apenado por que lo hizo momentos antes.
-De acuerdo, ¿que quieres que te diga? Puedo decirte muchas cosas-respondió con una sonrisa en la cara, aunque con un tono serio- pero nada sobre mi casa, mi madre o mi vida en Port Royal.
-De acuerdo. ¿Por qué está tan feliz?
-Porque al fin me alejé de mi madre, de Port Royal, y sobre todo porque no me casaré con Eduard, ugh! Pero sobre todo, porque no estoy encerrada en una casa, sino que soy libre de hacer lo que quiera, en el mar nadie puede decirme que hacer. Y eso es lo que más me gusta.¿Otra pregunta?
-Sí, pero tal vez no me la contestes. ¿Quién es Eduard?
-Creo que puedo confiar en ti.-respondió con un poco de tristeza en su voz- La persona más antipática de Port Royal. Mi mamá arregló mi matrimonio con él, pero yo no lo soportaba. Además de que se fijó en mi, siempre me perseguía. En una fiesta, él estaba borracho y me golpeó; al parecer le empezó a gustar eso, y cada vez que podía o que estaba sola con él me golpeaba. No podía decirle eso a mi madre, porque ella pensaría que lo inventé para no casarme con él.
- ¿Y usted permitía eso, no podía hacer nada?
-No podía decírselo a nadie. Y además, mi madre nunca me defendería. Ella desde que conoció a Eduard, planeó mi matrimonio con él para que la familia tuviera de nuevo honor, porque según ella en cuanto mi padre se fue y la abandonó, la familia perdió el honor; lo único que era verdad era que ella estaba ardiendo por dentro, porque no le pudo sacar mucho provecho a mi papá. Pero yo siempre supe que él me quería, es más, me quería llevar con él, pero la ley lo prohibía. En cuanto a Eduard, él no me conocía no sabía lo q' me gusta, mis intereses; pero la verdad, no le interesaba conocerlos. Siempre pensaba en si mismo y en nadie más. Solo me quería para presumirme en sociedad, como a un trofeo, y eso no me gustó para nada. ¿Y a ti q' te gusta, cuáles son tus intereses? No te he dejado hablar, perdón.
-No importa, se loa seguro. Me encanta leer, conocer gente. Pero sobre todo soy como mi papá, muy romántico; pienso en cenas a la luz del as velas, caminatas en la playa, o solo ver el atardecer con la persona q' amas. Mi padre insistía mucho en que yo saliera a las fiestas de la alta sociedad para conocer muchachas que estuvieran dispuestas a casarse, pero nunca me gustaron ese tipo de personas, son tan egoístas, tan centralistas, no se conocen a sí mismos, y no son interesantes. En cuanto a lo del matrimonio, siempre creí que el verdadero amor llega cuando menos lo esperas, y tiene que ser algo mágico, algo especial. ¿Me entiende? Me refiero a que el amor no aparece de un día para otro.-en eso suspiró.
-Te entiendo perfectamente, yo pienso lo mismo. Creo que el amor te esta esperando en algún lugar, esperando el momento apropiado para aparecer en tu vida. Y creo q' tenemos otras cosas en común.-respondió muy emocionada.- Nunca creí que encontraría a alguien que pensara así.
-¿Cómo qué cosas cree que tenemos en común ?
-Bueno; los ojos azules, el amor por la libertad y el mar, y el hecho de q' nuestros padres son piratas; el tuyo no tanto como el mío, pero pirata después de todo.- ella seguía viendo el atardecer. Pero notó que él la miraba fijamente.
-Tiene razón. Y si no le molesta, creo q' se ve muy bien así.- y se sonrojó un poco, más bien, como un tomate.
-Gracias,-respondió con una sonrisa y un poco sonrojada- creo que ya me dio hambre. ¿Sabes cocinar? Yo sí. Tomé algunas clases de cocina, mejor dicho, me obligaron a tomar clases de cocina.
-No, creo q' no. Ya encontramos algo q' no tenemos en común. Nunca he sido muy bueno en la cocina; aunque mi madre lo intentó muchas veces siempre fui un desastre ahí dentro.
Aquí termina el tercer capítulo, ya viene un poco más de aventura.
Capítulo 3.- Intereses en común.
Salieron de la casa y se dirigieron al muelle. Jacqueline se veía muy emocionada, y notaba que Will le dirigí una que otra mirada, ella pensó que este viaje iba a resultar divertido. Jackeline le señaló a Will el "Angelo", el cual era el nombre del barco. Y con un poco de ayuda por parte de la guardia lograron salir fuera del muelle de Port Royal.
Jackeline se la pasó casi todo el tiempo viendo como Port Royal se hacía más pequeño conforme se iban alejando, ella recordó en ese momento todos los atardeceres que vio junto a su padre; o por lo menos de los que se acordaba. Ya q' estaban lejos Jackeline se veía feliz por al fin haberse alejado de su madre y de Eduard. Will, al verla muy feliz, no pudo contener la curiosidad. Silenciosamente, se acercó por detrás de ella y le tocó el hombro. Ella saltó del susto, mientras Will trataba de contener la risa.
-¿Por qué me espantas así?-preguntó ella, aún con la respiración acelerada a causa del susto.- Casi me caigo del barco.
-Lo siento, solo quería platicar con usted, conocerla más a fondo; ya que vamos a vernos casi todo el día en lo que llegamos a Tortuga.-respondió un poco apenado por que lo hizo momentos antes.
-De acuerdo, ¿que quieres que te diga? Puedo decirte muchas cosas-respondió con una sonrisa en la cara, aunque con un tono serio- pero nada sobre mi casa, mi madre o mi vida en Port Royal.
-De acuerdo. ¿Por qué está tan feliz?
-Porque al fin me alejé de mi madre, de Port Royal, y sobre todo porque no me casaré con Eduard, ugh! Pero sobre todo, porque no estoy encerrada en una casa, sino que soy libre de hacer lo que quiera, en el mar nadie puede decirme que hacer. Y eso es lo que más me gusta.¿Otra pregunta?
-Sí, pero tal vez no me la contestes. ¿Quién es Eduard?
-Creo que puedo confiar en ti.-respondió con un poco de tristeza en su voz- La persona más antipática de Port Royal. Mi mamá arregló mi matrimonio con él, pero yo no lo soportaba. Además de que se fijó en mi, siempre me perseguía. En una fiesta, él estaba borracho y me golpeó; al parecer le empezó a gustar eso, y cada vez que podía o que estaba sola con él me golpeaba. No podía decirle eso a mi madre, porque ella pensaría que lo inventé para no casarme con él.
- ¿Y usted permitía eso, no podía hacer nada?
-No podía decírselo a nadie. Y además, mi madre nunca me defendería. Ella desde que conoció a Eduard, planeó mi matrimonio con él para que la familia tuviera de nuevo honor, porque según ella en cuanto mi padre se fue y la abandonó, la familia perdió el honor; lo único que era verdad era que ella estaba ardiendo por dentro, porque no le pudo sacar mucho provecho a mi papá. Pero yo siempre supe que él me quería, es más, me quería llevar con él, pero la ley lo prohibía. En cuanto a Eduard, él no me conocía no sabía lo q' me gusta, mis intereses; pero la verdad, no le interesaba conocerlos. Siempre pensaba en si mismo y en nadie más. Solo me quería para presumirme en sociedad, como a un trofeo, y eso no me gustó para nada. ¿Y a ti q' te gusta, cuáles son tus intereses? No te he dejado hablar, perdón.
-No importa, se loa seguro. Me encanta leer, conocer gente. Pero sobre todo soy como mi papá, muy romántico; pienso en cenas a la luz del as velas, caminatas en la playa, o solo ver el atardecer con la persona q' amas. Mi padre insistía mucho en que yo saliera a las fiestas de la alta sociedad para conocer muchachas que estuvieran dispuestas a casarse, pero nunca me gustaron ese tipo de personas, son tan egoístas, tan centralistas, no se conocen a sí mismos, y no son interesantes. En cuanto a lo del matrimonio, siempre creí que el verdadero amor llega cuando menos lo esperas, y tiene que ser algo mágico, algo especial. ¿Me entiende? Me refiero a que el amor no aparece de un día para otro.-en eso suspiró.
-Te entiendo perfectamente, yo pienso lo mismo. Creo que el amor te esta esperando en algún lugar, esperando el momento apropiado para aparecer en tu vida. Y creo q' tenemos otras cosas en común.-respondió muy emocionada.- Nunca creí que encontraría a alguien que pensara así.
-¿Cómo qué cosas cree que tenemos en común ?
-Bueno; los ojos azules, el amor por la libertad y el mar, y el hecho de q' nuestros padres son piratas; el tuyo no tanto como el mío, pero pirata después de todo.- ella seguía viendo el atardecer. Pero notó que él la miraba fijamente.
-Tiene razón. Y si no le molesta, creo q' se ve muy bien así.- y se sonrojó un poco, más bien, como un tomate.
-Gracias,-respondió con una sonrisa y un poco sonrojada- creo que ya me dio hambre. ¿Sabes cocinar? Yo sí. Tomé algunas clases de cocina, mejor dicho, me obligaron a tomar clases de cocina.
-No, creo q' no. Ya encontramos algo q' no tenemos en común. Nunca he sido muy bueno en la cocina; aunque mi madre lo intentó muchas veces siempre fui un desastre ahí dentro.
Aquí termina el tercer capítulo, ya viene un poco más de aventura.
