PRIMER ENCUENTRO

"Ocurrió en el decimosexto verano de mi vida. Como todos los veranos, volvía a casa durante las vacaciones en Hogwarts. A diferencia del resto de mis compañeros a mi no me ilusionaba volver a casa con mi familia. Para qué engañarnos. Nunca tuve lo que se llama una infancia feliz. Crecí siendo la oveja negra de la familia Black, una familia muy respetada que creía firmemente en la limpieza de la sangre. Como decía mi madre: "Debíamos respetar y honrar el apellido de la familia".

Puede parecer extraño pero crecí a la sombra de mi hermano pequeño Regulus. Normalmente son los hijos menores los que se encuentran a la sombra de los de mayor edad pero en mi familia fue totalmente distinto. Desde que éramos pequeños Regulus era el ojito derecho de mis padres, el niño mimado, el que tenía todo lo que deseaba. Mientras que yo era el desastroso hermano mayor que no cumplía las altas expectativas de mis padres.

Quizás era la rebeldía lo que me hacía pensar que la limpieza de sangre no era mas que una tontería de mi familia para seguir perteneciendo a la clase alta. O tal vez tenía mas sentido común que el resto de mi familia. Fuese por lo que fuese el sombrero seleccionador me mandó a Gryffindor para disgusto de mi familia (La mayoría de ellos habían pertenecido a Slytherin).

Hogwarts se convirtió en mi hogar en tan solo un año. Conocí a Remus Lupin y a James Potter mis dos mejores amigos, mi segunda familia. Y con ellos, nuestras bromas y nuestras aventuras en el castillo, comprendí lo que era sentirse querido por una familia. Ese verano deseé no volver a mi casa. Deseaba que el colegio no cerrase jamás para no abandonar a mis nuevos amigos. Pero hasta el colegio tenía derecho a descansar.

Ese verano, mi familia comenzó a llamarme "el niño Gryffindor", algo que lejos de molestarme me parecía un halago (aunque el resto de la familia no opinaba lo mismo). Me pareció un verano interminable a pesar de que tanto James como Remus no cesaron de mandarme cartas semanalmente. Finalmente el verano pasó. Y con él llegó la carta de Hogwarts para mi hermano Regulus. Cuan orgullosos se sintieron mis padres cuando mi hermano fue seleccionado para Slytherin, y no solo él, también una niña morena de grandes ojos grises fue seleccionada con mi hermano. Mi prima Bellatrix.

Durante los siguientes años no tuve relación con mi hermano mas que en verano. Dentro de Hogwarts Regulus jamás mencionó a ningún slytherin que tenía un hermano que pertenecía a Gryffindor. A mí poco me importaba, estaba bastante ocupado planeando bromas con mis amigos, haciéndole la vida imposible a un atolondrado de Slytherin llamado Snape y planeando como convertirnos en animagos tras un desliz que tuvo el pobre Remus.

Así pasaron los años hasta mi decimosexto verano en Grimmauld Place. Era una mañana aburrida y solitaria como cualquier otra mañana. Yo estaba en la cocina devorando unas tostadas que acababa de preparar mientras ojeaba la sección de quidditch de "El profeta". Entonces entró ella. Una muchacha de tez blanca y ojos grises apareció ante mis ojos. Llevaba un vestido verde de tirantes. Por los hombros le caía con gracia el cabello liso azabache. Me miró con curiosidad. Menuda cara de bobo se me debió quedar . Recuerdo que pensé que era la chica mas bonita que jamás había visto.

¿Quién eres? – preguntó con interés. Eso debería preguntártelo yo, desde cuando una chica tan bonita merodea por mi casa – le dije dedicándole la mejor de mis sonrisas. ¿Tu casa? – dijo ella sin inmutarse – Estás equivocado, es la casa de mi primo. Regulus Black. Tu primo – le contesté seductoramente – es mi hermano pequeño. Soy Sirius Black. No sabía que Re tenía un hermano – contestó con indiferencia – sin embargo tu cara me suena, ¿vas a Hogwarts? Si, soy un Gryffindor, ya sabes, un león – No podía creer que mis encantos no inmutasen a esa chica. Sin embargo no me daba por vencido.

¿Gryffindor? – la joven hizo una mueca de asco y luego muy altanera me contestó – Soy Bellatrix, Slytherin. Pasaré aquí el verano – Acto seguido me robó la tostada que quedaba en mi plato y tras darle un pequeño mordisco dijo – ¿No sabes hacer las tostadas? ¡Está quemada! Oye – contesté molesto – era mi tostada. ¡Encima que me la quitas podrías tener algo de consideración! ¿Acaso los Slytherin no tenéis educación?

Bellatrix se mostró muy satisfecha con mi último comentario. No se molestó en contestarme. Tan solo sonrió seductoramente y tirando la tostada a la basura desapareció de la cocina. Y yo me quedé ahí, quieto, impresionado por aquella sonrisa y a la vez furioso por su comportamiento. No podía ni imaginarme lo que Bellatrix conseguiría hacer de mí...