Claro de Luna
Por Lira
Hola.- respondió Ginny tomando un sorbo de su cerveza de mantequilla. Harry…
Harry tomo asiento a un lado de ella. No sabia como pero a Ginny su simple presencia le molestaba y que viniera a torturarle mas la vida no era agradable. Harry hizo un ademán a Rosmerta para que le trajera una cerveza de mantequilla.
-¿Como has estado Ginny?- pregunto mirándola fijamente, sujetando el tarro sin moverlo ni un centímetro.
-Yo bien… pero ¿Donde esta Ron y Hermione?
-Fueron a pasear.- respondió sonriendo.
Aunque la sonrisa de Harry siempre le sacaba un rubor en el rostro, esta vez pareciese nulo. Aunque todavía sentía un ligero cosquilleo tenerlo cerca. Ginny tomo otro trago a su cerveza y despejar la mente. Aún estaba resentida por lo pasado y él no daba indicio de que se haya enterado. Mientras que Harry la observaba y sin tocar siquiera su cerveza.
-Por cierto que quieres de Navidad.- interrumpiendo el silencio.
-Lo que gustes estará bien.- respondiendo sin inmutarse y mirando fijamente a una copa que estaba frente en la estantería.
-De acuerdo.- tomando por primera vez un sorbo y fijando la vista a la puerta de la taberna.
Ginny noto que se había comportado de una manera muy grosera, quería disculparse. Pero una parte de ella decía que no diera la cara. No tenía porque disculparse, bien que él no se había disculpado por lo que había hecho a su corazón. Pero no podía evitar que aún seguía queriéndolo. Además él ya había hecho su elección, desafortunadamente no había sido ella. Suspirando y sin apartar la vista de la estantería. Sintió un frió en su espalda, señal que la puerta se había abierto para dejar entrar o salir a alguien. Por el espejo de la estantería diviso que salía un grupo de chicos, entre ellos su alumno. Se enderezo y sin voltear, analizo cada movimiento de este. El chico sintió la mirada, que aunque haya sido por espejo le hizo dar una vuelta y sonreír claramente. Y dándose la vuelta para dejar a una Ginny envuelta de un rojo brillante. Harry no noto el juego de miradas que habían tenido. Seguía sumido en sus pensamientos y estos no incluían a la pequeña Virginia ni al chico que hacia poco que cruzaba más de una palabra.
Tomando su último sorbo Ginny se levanto, se sacudió la túnica y tomo su cartera de la barra. Se dio la vuelta en busca de sus amigas pero ya no estaban. Así que despidiéndose de Harry salio en su búsqueda.
No nevaba, solo estaba la nieve vieja del cielo en el suelo, con rastros de pisadas y lodo. Mirando a todos lados en busca de un rostro amigo, se encamino hacia lo que era Honneydukes. Sabía que siempre se les antojaba a Sarah un chocolate y a las demás algo diverso. Ginny apetecía por algo de menta. Así que si no estaban ellas ahí no sería en vano su ida.
Ginny entro a la dulcería y la campana de la puerta sonó, había varios estudiantes ahí comprando diversos dulces y otros tantos probando el nuevo producto. Entre ellos había varios compañeros de Harry de su curso, otros de Hufflepuff de 3 cursos y sobretodo Ravenclaws, entre ellos estaba Isabel comprando unas ranas de menta. Ginny sonrió y se acerco.
-Isabel… y las chicas.- le pregunto por la espalda. A lo cual ella solo se sobresalto.
-Ah… bueno Sarah fue a ver si conseguía algo para su lechuza y Ale fue a comprar un libro. Quedamos de acuerdo que nos veríamos en las 3 escobas en una hora para darnos tiempo de comprar los regalos.- dijo escondiendo inmediatamente las ranas de menta.
-Gracias por informarme.- reprocho una enojada Ginny.
-No te enfades con nosotras, bueno como Harry estuvo contigo pensamos que iban a hablar y tardar. Así que mejor no quisimos interrumpirlos. Por cierto como te fue.
-Bah… no pasó nada solo que mi hermano y Hermione salieron a pasear y como no tenía con quien más hablar, pues vino a sacar algo de plática. Es decir plato de segunda mesa.
-Desgraciado… ignóralo Ginny.- dijo estrujando las ranas de menta que tenia en la mano. A lo cual se avergonzó y cambio las ranas por otras. Ginny solo sonrió.
-No te preocupes eso hice, bueno deja voy a comprar yo también los regalos. Hasta luego.
-Adiós Ginny.
Ginny salió de la dulcería y camino por la calle. Pensó en que regalarles a sus amigas y a Colin. Sabia que a Isabel le gustaría mucho un póster gigante de una película muggle que ella fascinaba. Algo que ver con guerra de una especie de muggles con la normal. De hecho ese póster ya lo había encargado así que el regalo de Isabel ya estaba comprado y empacado. Sobre Ale un diario no sonaba nada mal, a Colin le regalaría un liquido que hacia brillar y conservar más las fotos mágicas. El regalo de Elizabeth lo había apartado en una tienda de libros viejos. Era un estuche de 4 frascos con tintas de diversos colores y una pluma de cristal. Pero aún no sabía que regalarle a Sarah. Pensó que un libro de hechizos sería una buena opción pero pensó que varios le regalarían eso. Así que mejor decidió curiosear por una tienda que tenía fama por vender objetos anticuados.
Entrando a la tienda, miro de soslayo a todos lados, no encontró señal de Sarah así que podía escoger a sus anchas sin que ella se enterara de su regalo.
Pasando la vista por varios estantes con libros de portadas de piel arrugadas. En otros había varias plumas de diversas aves, tanto de pavo real como de fénix. Tinteros que evitaban el derramamiento de cualquier gota, solo cuando alguien deseaba escribir permitía el paso de la tinta. Entre otras cosas que Ginny pensó que Sarah ya poseía. Se acerco a una vitrina donde había toda clase de tintas, de todos colores, olores y texturas. Ginny le intrigo una tinta bastante inusual. La tarjeta decía "Cambia el color de tus apuntes a tu gusto para una mejor apreciación con la tinta del Camaleón". Ginny pensó que sería perfecto llevarle eso a Sarah, después de todo ella solía escribir mucho, además tenía una costumbre de escribir todo en una libreta. Así podría diferenciar sus apuntes de Transformaciones a Pociones. Sacando su bolso y viendo con cuanto poseía. Un frasco de tinta costaba 1 galeón. Aun le quedaba dinero para comprarle el diario a Ale y los dulces para repartir.
Tomando un frasco de la vitrina se encamino al pasillo de los libros y encontró un diario de piel de dragón. Incluía una pluma de Fénix roja, bordeada de blanco. Poseía su propia tinta. Ginny tomo el diario y se acerco a la caja para pagar. Un señor delgado y alto, con todo su cabello blanqueado sonrió y se acomodo sus gafas y tomo ambos objetos.
-Tiene un gusto refinado, déjeme decirle jovencita. Pero no es necesario el frasco de tinta del Camaleón. Esta pluma es de tinta interminable sabe… se vuelve invisible para que no puedan leerlo cualquiera y lo especial de este diario es que usted le pone su contraseña y nadie más que no la conozca podrá abrirlo. Muy conveniente para los que gustan de la privacia.- declamo orgulloso el anciano sonriéndole.
-El diario es para una persona y la tinta para otra.- se explico Ginny devolviéndole la sonrisa.
-Aún así sabe escoger muy bien los regalos. Muy bien 1 galeón la tinta y 2 galeón el diario y como es Navidad… se lo dejare en 2 galeón y 3 knuts. Le parece bien.
-Muy bien… gracias.- sonrió Ginny y dándole 2 galeón y un snickle.
-Ahora vuelvo con su cambio señorita.- dijo el anciano mientras se daba la vuelta y entraba por una puerta vieja de roble.
Ginny se dio el lujo de volver a admirar las cosas y se percato de una vitrina de cristal con varias joyas en ella. Pero Ginny se fijo en una particularmente una gema transparente, en forma de lágrima. Era un collar y de este pendía la singular piedra. Ginny se acerco con más cautela y observo con más detalle toda las características de esta. Un humo verde aparecía dentro de esta, para luego cambiar a uno amarillo y así con varios colores. Ginny se sobresalto ante tal repentino suceso, pero luego se dejo envolver por el fascinante cambio de colores del humo. Ginny sonrió y luego se percato de que había otro collar exactamente igual. Buscando por toda la vitrina el precio de tan singular par. Noto que no había nada en ella. Así que un poco desilusionada se levanto. Y espero a la vuelta del anciano. No fue mucha su espera cuando vio que el señor volvía sonriente con el cambio en las manos y una bolsita de papel café.
-Disculpe… ¿Cuánto cuestan los collares con una piedra en forma de lagrima?- preguntó Ginny mirando la vitrina.
-Oh… esos señorita… me temo que no están a la venta. Los aparto un joven hoy en la mañana. Hace como una hora.
-No sabe cuando le llegaran otros…- dijo Ginny en tono suplicante.
-Lo dudo mucho señorita, esos collares son únicos en su especie. Se llaman las lágrimas del Dragón. Son joyas muy raras y especiales. Hay varias leyendas sobre estas, pero desafortunadamente no me las sé señorita.
-Ah…- dijo desilusionada sin apartar la vista.
-Aquí tiene su encargo señorita…- dijo el anciano mirando que aún estaba triste. No se preocupe señorita, seguramente habrá algo mejor, cada mes tenemos nuevo surtido. Venga a vernos y a lo mejor encuentra que mejor le acomode.- sonrió el anciano.
Ginny le devolvió la sonrisa y tomando su cambio para guardarlo en su bolsa, tomo la bolsa café y se despidió del señor. Quitándose la manga de la mano izquierda miro en su reloj la hora que era. Le quedaban 15 minutos antes del tiempo límite. Fue caminando a la dulcería de Honneydukes, esta ya estaba un poco más vacía. Había nuevos estudiantes ahí, Ginny tomo una caja de dulces navideños. Pago a la tendera y se encamino a las 3 escobas. Al entrar noto que Ale ya estaba sentada en una mesa con varias bolsas semiescondidas a su lado y con la nariz metida en un libro al cual Ginny pudo leer el título "Astronomía alrededor del mundo muggle y mágico". Se acerco a ella y tomo asiento, reposo su cabeza en la mesa y cerro sus ojos. Ale solo sonrió y sin dejar de leer le pregunto.
-¿Como te fue con el joven Potter?
-Igual que siempre… para él yo solo soy la hermana menor de su mejor amigo.- le respondió Ginny sin levantar la cabeza ni levantar sus parpados.
Ale no respondió nada solo continuó leyendo en silencio, mientras que Ginny descansaba. El olor a mantequilla caliente estaba por todos lados y el bullicio hacia el lugar agradable. Todos los estudiantes que andaban vagando en un principio por las tiendas o por las calles ahora estaban en la taberna. El sonido de risas y pláticas le daban vida al lugar. Ginny descansaba tranquilamente. Sumida en algo que parecía un sueño, pero todavía tenía contacto con la realidad. Sintiendo dos cuerpos detrás de ella, se levanto y le devolvió la sonrisa a sus amigas. Las cuatro tomaron sus cosas y se marcharon de la taberna. En el camino Sarah tuvo la delicadeza de no preguntar lo de Harry, aunque Ginny supuso que Isabel se lo había contado. Las chicas en el camino sacaron dulces y comenzaron a comerlos mientras platicaban entre ellas lo ocurrido en sus compras.
Ginny estaba contenta, llego a su cuarto, se quito la ropa y se puso una más cómoda. Fijándose que no hubiera nadie la vista, saco los regalos del baúl y los de las bolsas y con su varita comenzó a empacarlos. Sonriendo de su labor, se llevo los paquetes a la lechuzería, encargo los regalos para sus amigos. Los dulces los entregaría personalmente.
Regresando al castillo, fue a cenar al gran comedor y subiendo a su habitación, se dispuso a cambiarse para ir a la cama cuando recordó que tenía que dar clase de piano ese mismo día. Refunfuñando se arreglo un poco, solo lo suficiente para parecer presentable. Saliendo por el retrato de la señora gorda unos ojos azules y verdes siguieron su recorrido.
Ginny entro a la sala del piano, sacando el banquillo y sentándose sobre este. Mirando al techo comprobó la hora 8:50pm. No faltaba mucho para que llegara su estudiante. Todavía se preguntaba porque había accedido. Normalmente no le gustaba enseñar, ya que no era buena, perdía la paciencia fácilmente. Recordó como había aprendido piano.
"-Mira Ginny... estas son las 7 teclas fundamentales en esto de tocar el piano".
Sonriendo se dejo envolver por el recuerdo cuando una puerta al abrirse interrumpió sus pensamientos. Ginny abrió los ojos y frente a frente ahí estaba la persona que estaba esperando. Su alumno.
-Buenas noches señorita Virginia. Espero no haberme demorado.- dijo sonriendo mientras se acomodaba su túnica, acercándose a ella.
Ginny le indico que se sentara en el banquillo, él miro con extrañeza, pero luego accedió y se sentó a su lado izquierdo.
-Estas son las 7 teclas fundamentales en esto de tocar el piano.- dijo con elegancia Ginny "Pues bien que las clases comiencen" pensó para si.
Notas de autora:
Perdonen el súper retrazo, es que tuve exámenes finales. Pero estoy contenta con los resultados, no reprobé ninguna Yahooo!!! =), bueno sí ahora lo prometido es deuda. Y como ya estoy de vacaciones voy a tener chance de acabar todos los fics que tengo pendientes desde uuuuuu…. Bueno se cuidan chamacotes. Y espero que también les vaya bien en sus notas.
Un beso de Lira MW.
PD: Gracias por sus review, son muy amables.
