Bueno, aquí está la segunda parte del primer capítulo, como siempre ni los personajes de Harry Potter ni de Embrujadas son míos. Sólo me inventé a Portia. Espero que os guste.

Buscando a Portia

-Siempre te quedó muy bien el pelo rosa chicle, querida Tanque ^^.

La joven ya no pudo aguantar más y llorando se abrazó a la morena. Permanecieron un rato abrazadas ante las miradas conmovidas del resto.

-Me voy a poner celoso- exclamó Sirius, haciendo que las dos se separasen al fin riendo al mismo tiempo que se secaban las lágrimas- Mira Portia, este es Harry.

-Hola Harry ^^, seguramente no me recuerdas, pero eras mi juguete favorito.

-O_OU

-Eres igualito a tu padre cuando lo conocí, con la excepción de esos hermosos ojos verdes made in Lily ^^.

-Encantado- dijo finalmente Harry algo abrumado por la familiaridad con la que hablaba aquella mujer. Sin embargo, algo le decía que la conocía de antes, así que esbozó una gran sonrisa.

Los Black, Tonks y Harry estaban hablando de forma animada cuando algo distrajo a Portia. Al fondo del despacho, detrás de un escritorio se encontraba un anciano de pelo y barba blancos, que le sonreía de forma afable. Reconociéndolo de inmediato, al mismo tiempo que algo cálido surgía en su interior se dirigió a él sonriendo.

-Profesor Dumbledore, me alegro de verle después de tanto tiempo.

-Veo que recuperaste tus recuerdos. Me has tenido muy preocupado todos estos años.

-Lo siento profesor.

-Y no me llames profesor. Creo que nos conocemos demasiado, y como lo de abuelo o algo por el estilo no me pega, llámame Albus.

-^^ Albus.

-Ven, quiero presentarte a alguien- y el anciano la guió hasta un hombre de aspecto cetrino, de pelo largo y aspecto grasoso, vestido completamente de negro.

-Portia Black, te presento a Severus Snape- Portia había oído aquel nombre antes. Se trataba del chico al que tanto odiaba su hermano. Aquel joven tan solitario y taciturno, que apenas se relacionaba con nadie.

-Es un placer conocerlo, señor Snape- dijo estrechando su mano con una amplia sonrisa, ante la que Sirius, que observaba a lo lejos, puso expresión ceñuda.

Severus no dejó de sorprenderse ante la actitud de la hermana de Black. Él había esperado que se riese o mostrase alguna mueca socarrona al oír su nombre, puesto que estaba seguro de que su hermano le habría hablado sobre las bromas que le gastaba. Sin embargo, aquella joven sonrió de forma afable, sin ninguna muestra de prepotencia en su rostro. En sus ojos solo se manifestaba una gran amabilidad. Y ante esto el profesor de pociones no pudo evitar un cierto amago de ¿sonrisa?

Cuando la emoción de la llegada se hubo disipado un poco, Dumbledore conjuró sillas para todos y los invitó a sentarse. No pudo dejar de notar la mirada de horror que se le había quedado a Harry al ver que Draco Malfoy estaba presente, y que había llegado con su padrino.

-Antes que nada- dijo el director dirigiéndose a los dos jóvenes- Me temo que a estas horas deberíais estar ya en cama. Señor Potter, ya va siendo hora de que regrese a la torre de Gryffindor. En cuanto a usted, joven Malfoy...

-No creo que sea conveniente que vaya a las mazmorras, dada la situación.

-Estoy de acuerdo contigo Severus- afirmó el director- Pero tampoco lo podemos mandar a otra casa. Por mucho que no sea del bando de Voldemort, sigue siendo un Slytherin.

-Bueno- dijo Remus- podría quedarse en los aposentos de las embrujadas con ellas, mientras no encontramos otra solución.

-Estoy de acuerdo. Ahora que está todo aclarado, será mejor que se vayan a sus respectivas camas. Señor Malfoy, Filch estará esperándole al final de la escalera y le acompañará.

-Gracias, profesor Dumbledore- musitó por lo bajo el rubio, al mismo tiempo que abandondaba la sala acompañado por Harry, mientras los dos se dirigían miradas de odio. Una vez hubieron salido Dumbledore suspiró profundamente- Me temo que esto no bastará para ayudar al señor Malfoy. Ha escogido una mala época para enfrentarse a sus padres, y no creo que ellos admitan de buena gana que su hijo se niegue a seguir sus pasos.

-Yo me haré cargo de él- dijo de repente Portia, al tiempo que todas las miradas se volvían hacia ella- Es familia mía, así que puedo reclamar su custodia.

-Pero no tenemos pruebas de que los Malfoy sean mortífagos que podamos presentar ante un tribunal- replicó Snape.

-Cuando conocí a Draco fui testigo de cómo su propia madre le lanzaba un crucio, y por lo que entendí no era la primera vez. En casos como estos, por muy magos que sean los padres, no me extrañaría que hubiesen usado algo más que conjuros para maltratarlo. Y si ese es el caso, quizás pueda probarlo.

-¿Cómo?- preguntó McGonagall

-Le sorprendería la de cosas útiles que pueden inventar los muggles. Si consigo lo que me propongo la custodia de Draco estará a mi cargo en poco tiempo. Tenemos la ventaja de que Page es asistente social y yo médico, así que nos conocemos bastante bien el sistema.

-De acuerdo entonces. Una vez resuelta esto, pasemos a otras cuestiones. Necesitamos informarnos sobre los nuevos aliados de Voldemort.

-Mis superiores me han dicho que se trata de la fuente, la fuente de todo mal- aclaró Leo.

-¿Qué es eso?- preguntó Molly Weasley.

-Se trata de la mayor concentración de energía maligna del inframundo- dijo Prue- No es un demonio en sí, es más bien un poder. Nosotros destruimos a una fuente, pero poco después surgió otra, todavía más poderosa.

-Y eso no es todo- continuó Piper- No es solo a la fuente a lo que nos enfrentamos, también tiene a un ejército de demonios a su disposición, cada uno con su poder diferente, y algunos tan poderosos que se necesitan técnicas especiales y complicadas para destruirlos.

-¿Pero cómo es posible que Voldemort se haya aliado con tales criaturas? ¿No es un poco inferior, por mucho que a nosotros nos amargue la existencia?

-Pero tienen fines comunes- dijo Phoebe- El mal atrae al mal, y muchas veces la fuente ha fallado porque la humanidad es demasiado incomprensible para él. Tal vez piense que uniéndose a ese mago pueda conseguir lo que busca.

-Básicamente acabar con las embrujadas- continuó Page- Llevamos años frustrando sus planes de controlar el mundo mortal. Lo ha intentado todo.

-Entonces debéis ser muy poderosas- dijo McGonagall asombrada.

-Desde que somos 5 sí. La estrella de 5 puntas es el símbolo más poderoso de las brujas como nosotras. Antes nuestro punto débil era que muchas veces con destruir a una dejabas a las otras indefensas. Pero con el tiempo y la formación del aquelarre, esas ocasiones se han visto reducidas. Aún así, hay veces en que necesitamos combinar todos nuestros poderes para acabar con algún adversario.

-¿Y qué clase de poderes tenéis?- preguntó Dumbledore.

-Prue- explicó Portia- mueve objetos con la mente y se proyecta astralmente. Piper paraliza y hace explotar las cosas. Phoebe levita y tiene premoniciones. Page es mitad luz blanca, por lo que hace orbitar objetos y orbita ella misma. En cuanto a mí, yo proyecto campos de energía de protección y creo bolas de energía explosiva.

-No está mal- dijo la profesora de Transformaciones abrumada.

-He pensado- dijo Prue- que para poder actuar de forma más efectiva necesitaríamos saber que tipo de demonios están metidos en esto.

-Severus- indicó Dumbledore- es un infiltrado en las filas de lord Voldemort.

-Quizás si le mostramos el libro de las sombras- sugirió Portia- pueda decirnos a que demonios ha visto.

-Buena idea- aprobó Prue- Creo que muchos de ellos van a necesitar pociones específicas. A vosotras tres se os da mejor este tema- dijo señalando a Piper, Page y Portia.

-Estoy seguro de que Severus os podrá ayudar.

-Claro, señor director- contestó el mencionado rápidamente.

-Piper y yo nos encargaremos de la búsqueda de ingredientes- dijo Page- Mientras tanto el señor Snape y tú, Portia, podríais ir elaborando aquellas para las que tengamos suficiente material.

-También podríamos probar a elaborar nuevas pociones mezclando nuestros conocimientos con los adquiridos por los magos durante años- sugirió Portia.

-Me parece bien- dijo Dumbledore- Pero ahora, me temo que es muy tarde, y va siendo hora de que todos nos vayamos a acostar. Mañana será un día muy largo. Les acompañaré a sus aposentos y mañana nos veremos en el desayuno en el gran comedor.

El profesor Dumbledore guió a los invitados a sus aposentos. Los señores Weasley habían decidido volver a su casa, de modo que en una de las torres se alojarían las embrujadas, Leo, Tonks, Remus, Sirius y Draco. La torre estaba compuesta por 4 habitaciones que compartían una sala central muy acogedora. Sus ventanas daban al lago. Una vez estuvieron instalados el director los dejó solos. Piper, Leo, Prue, Phoebe y Page estaban muy cansados, así que se dirigieron a sus habitaciones. El matrimonio compartiría uno y las tres hermanas otro, de modo que Tonks dormiría con Portia y Sirius y Remus con Draco.

En la sala solo quedaban los dos hermanos, Tonks y Remus.

-¿Por qué demonios tenía Dumbledore que ponerte a trabajar con el grasoso de Snape?- refunfuñaba Sirius.

-Porque es el profesor de pociones.

-Pero podía haberle tocado a Piper o a Page.

-No, porque a ellas se les da muy bien lo de elaborar pociones complicadas, mientras que yo soy algo más experimental, lo que va genial para lo que me ha tocado hacer con el profesor Snape.

-¬¬ Sigo sin estar de acuerdo.

-Sirius, por Dios, lleváis más de 20 años con esa estúpida rivalidad.

-Sí- apoyó Remus- Además de que la mayoría de las veces tú empezabas.

-¿Ahora vais a fundar la sociedad protectora de Snape? ¿Cómo podéis ayudarle? Remus, ¿acaso no recuerdas que hace 2 años se le escapó cierta información delante de sus alumnos? Y Portia, tú eres mi hermana.

-¬¬ Lo sé Sirius, y por mucho que te quiera reconozco que eres un cabeza loca.

-^^ Dejad de discutir- intervino Tonks- Lleváis 15 años separados y gastáis el tiempo en tonterías- los dos hermanos se quedaron serios de repente- En lo que se refiere a mí, tengo muchas cosas de las que hablar con mi querida tía, así que si nos disculpáis- dijo levantándose- ¿te vienes?

-Sí, dame un minuto, antes quiero ver cómo está Draco.

-Y esa es otra. T_T Mi hermana es una amante de los Slytherin.

-No digas tonterías. Sabes que siempre he preferido a los Gryffindor ^^. Ahora en serio, Draco ha pasado por muchas cosas últimamente. Sé que es difícil que olvides todo lo que le ha hecho a Harry, pero sus actos de los últimos días nos indican que está buscando una segunda oportunidad.

-¿Me pides que me haga su amigo?

-No, te pido que tengas en cuenta esto y que muestres algo de delicadeza y amabilidad al dirigirte a él. Por muy arrogante que se ponga, creo que sólo es un disfraz.

-¬¬ Está bien, pero sólo si me prometes que tendrás cuidado con Snape.

-Te lo prometo. Ahora voy a hablar con Draco, esperad 10 minutos antes de entrar por favor. Hasta mañana Remus- dijo después de darle un beso en la mejilla a su hermano.

-Hasta mañana.

Una vez Portia hubo desaparecido tras la puerta Sirius volvió a resoplar.

-¿De dónde habrá sacado ese carácter?

-De ti seguro que no ^^

-¬¬. Lo que más me molesta es que tiene la maldita manía de proteger a todo el mundo. Parece que no supiese divertirse.

-¿No te has fijado Padfoot? Protege a los que están en inferioridad. ¿No te dice algo eso?

-¿?

-Piensa que tu hermana estuvo 9 años en un orfanato, sola sin saber de donde procedía o si tenía a alguien en el mundo. No se tú, pero yo opino que eso tiene que dejar alguna huella.

-...

-¿Sirius?

-Soy un estúpido. No veo las cosas ni aunque me golpeen en las narices.

-No es eso Padfoot. Sólo que no os habéis visto en 15 años y eso lleva tiempo recuperarlo.

-¿Crees que me odia?

-No digas chorradas ¬¬.  Aquella noche se escapó de casa y se enfrentó a los aurores para protegerte. Eres su querido hermano mayor y nada va a cambiar eso.

-Gracias Moony.

-^^ Un placer.

-Marco

-...

-Ahora es cuando tu dices Polo- dijo Portia tomando asiento en el borde de la cama de Draco.

-...

-¿Estás bien?- dijo mientras le acariciaba el pelo.

-¿Por qué eres tan buena conmigo?

-Porque te aprecio.

-¿Y por qué me aprecias?

-Porque me gusta cómo eres.

-Pues debes de ser la única.

-No me refiero al malvado Draco Malfoy tras el que te escondes. A mí me gusta el verdadero Draco, ese que viajó al otro lado del océano para salvarme aún sin conocerme, y el que fue capaz de decir no a Voldemort, algo que no todo el mundo en tu situación habría sido capaz de hacer.

-Nadie más ve eso.

-Verás Draco, no voy a mentirte. Tú mismo me has dicho que durante años sólo has hecho daño, y quieras que no eso es difícil de borrar. En la mente de los demás aún está el recuerdo del antiguo Draco y la coraza que te has construido no ayuda.

-¿Y que quieres? ¿Que vaya llorando por las esquinas y pidiendo perdón a todo el mundo?

-Yo no te pido nada. Además, los elfos se enfadarían de tener que secar el suelo. Sólo te digo que al igual que a mí me has dejado ver cómo eres, también se lo muestres a los demás. Deja que poco a poco vayan viendo tu cambio de actitud.

-¿Y me perdonarán?

-No es seguro. Y sino mira a mi hermano y al profesor Snape. Pero al menos tendrás tu conciencia tranquila. Y yo creo que eso es un gran avance.

-Entiendo...

-Me alegro. Y ahora será mejor que deje a ese par entrar o echarán la puerta abajo.

-¿De verdad tengo que dormir con ellos?

-¿Por qué no empiezas con ellos lo que hemos hablado? Quizás con Sirius no te sea fácil, pero te aseguro que Remus te echará una mano.

-Portia... otra cosa- dijo el rubio antes de que la joven abriera la puerta- Cuando nos conocimos me dijiste que eras algo así como mi tía. ¿Te importa que te considere de esa forma?

-^^ Llámame tía Portia.

-Hasta mañana... – y cuando la bruja cerró la puerta tras de sí añadió en un susurro- tía Portia.

A la mañana siguiente Portia se levantó temprano. Había pensado salir a pasear por el colegio. De pequeña siempre había soñado con ir a Hogwarts y descubrir todos sus secretos. Las aventuras que le contaban su hermano y James alimentaban todavía más sus deseos. Pero después todo aquello había ocurrido. Pero no era tiempo para la nostalgia. Si algo había aprendido durante todo aquel tiempo es que siempre hay una razón para todo.

Salió de la torre cuando todavía faltaban dos horas para el desayuno. Caminó y caminó cruzando pasillos y admirando las hermosas pinturas, e incluso deteniéndose a hablar con sus personajes. Todo era tan mágico como le habían contado Sirius, James y el propio Dumbledore.

Después de mucho caminar se encontró con unas escaleras que bajaban y bajaban. Hasta que llegó a lo que parecían ser las mazmorras. Así que aquello eran las famosas mazmorras de Hogwarts. Su hermano siempre le había dicho que era un lugar lúgubre y frío, y tenía razón. Portia llevaba unos vaqueros y un jersey de lana blanco que se apretó más al llegar a aquel lugar. Llevaba las trencitas recogidas en una coleta alta y unas deportivas de color blanco.

De pronto oyó un ruido a su espalda y vio como la escalera que la había conducido hasta allí se evaporaba en el aire. Su hermano también le había hablado de las caprichosas escaleras de Hogwarts. Así que no le quedó más remedio que avanzar por los fríos pasillos de las mazmorras en busca de una salida.

Mientras buscaba una forma de salir de aquel lugar, Portia pasó por delante de una puerta entreabierta. En su interior había luz y se podían oír ruidos de alguien trabajando. Curiosa, asomó la cabeza a la habitación.

Se trataba de una estancia cuyas paredes estaban cubiertas de estanterías llenas de botellas y libros. En el centro de la habitación había una gran mesa y un caldero. Ante la mesa estaba Severus Snape, muy concentrado en la elaboración de una poción. Sus negros ojos adquirían un brillo especial en aquel momento y sus manos se movían con la especialidad de un artesano.

Portia se quedó asombrada ante el espectáculo y termino de atravesar el umbral. Finalmente el profesor de pociones notó su presencia.

-Señorita Black.

-¿Le molesto?

-No- dijo tras dudar unos instantes, pero sin mostrar ningún ápice de emoción en su voz- Estoy haciendo unas pociones para surtir la enfermería del colegio. Con la llegada del nuevo curso y tanto chiquillo corriendo por ahí las vamos a necesitar.

-¿Por eso ha madrugado tanto?

-S

Aquel hombre era demasiado serio. Además, podía ver en su forma de actuar que no se sentía cómoda con ella. Quizás fuese por ser hermana de quien era.

-¿Le ayudo?

-No creo que conozca la fórmula.

-Lo sé, pero si me dice en que libro está puedo elaborarla igual. Aprendo rápido, se lo aseguro. Después de todo, vamos a trabajar juntos, así que más vale irle cogiendo la dinámica.

-De acuerdo, coja aquel libro verde de la estantería a su izquierda, 4º estante. Está en el capítulo 26.

-^^ Se los conoce muy bien.

-Es mi deber.

 Portia se puso a cortar los ingredientes mientras Snape atendía el caldero. Durante un rato trabajaron en silencio. Un silencio que se llegó a hacer incómodo hasta para el hombre.

-¿Cómo le va?- dijo finalmente.

-Muy bien, ya he acabado- el profesor se quedó asombrado al ver que los ingredientes estaban cortados y pesados de la forma adecuada.

-Veo que lo malo en pociones no viene de familia.

-Se refiere a Sirius. Cuando venía a casa en verano siempre decía pestes sobre las pociones, le costaba mucho esa asignatura.

-Las pociones requieren orden y disciplina.

-Algo de lo que Sirius carece completamente.

Severus Snape se quedó totalmente atónito al ver a la joven Black hablar así de su hermano.

-Aunque si dice algo lo negaré todo.

El mago no supo que hacer en aquel momento. Tenía ganas de reír, pero su orgullo le impedía hacerlo, así que simplemente inclinó la cabeza en señal de aceptación.

Para la hora del desayuno las pociones estaban terminadas y todo recogido.

-Ya es hora de ir al gran comedor ¿me acompaña?

-¿Está segura de que le conviene aparecer conmigo en el gran comedor? Podría crear conflictos familiares.

-No creo que pase nada. Además, mayoritariamente lo necesito para no perderme...

-¬¬

-Aunque si usted lo prefiere entraremos por separado al comedor, solo acompáñeme hasta la puerta ¿vale?

-No creo que sea necesario separarse en la puerta como si nos estuviéramos escondiendo de algo. Si usted cree que no pasa nada...

-^^ Genial.

Y los dos se dirigieron a desayunar mientras Severus Snape se maldecía internamente. ¿Qué le importaba a él que aquella joven se pelease con su hermano?

Portia y Severus caminaron en silencio por los distintos pasillos de las mazmorras. La joven observaba a Severus Snape. Parecía un hombre demasiado serio y arisco, pero bajo todo aquello Portia podía ver algo de la máscara que también usaba el joven Malfoy. Estaba segura de que realmente aquel hombre podía llegar a ser alguien amable, o al menos medianamente comunicativo, porque lo que era ahora, no hablaba demasiado.

Cuando llegaron a las puertas del Gran Comedor Minerva McGonagall les estaba esperando.

-Sólo faltaban ustedes dos. El director me mandó avisar de que el desayuno se celebrará en otro salón.

Los tres juntos se dirigieron a un cuarto aparte. Al entrar vieron que ya todos los demás estaban allí. Sirius pareció aliviado al ver a su hermana.

-¿Portia, dónde estabas?, comenzaba a preocuparme.

-Salí a fisgar un rato- pero entonces su hermano se dio cuenta de quien la acompañaba. Le dijo por lo bajo.

-¿Estabas con ése?

-¿Con el profesor Snape? Sí, me perdí en las mazmorras y me lo encontré. Le he estado ayudando con unas pociones.

-¬¬ No te habrá hecho algo.

-^^ Vamos Padfoot- interrumpió Remus- Creo que si Snape intentara algo ella sabría defenderse. Después de todo es una embrujada.

El animago tuvo que admitir aunque a regañadientes lo que su amigo le decía. Cuando todos fueron a tomar asiento, Sirius retuvo a Portia un rato.

-Portia, esto...

-¿Sí?

-Sólo quería pedirte perdón...

-¿?

-Sé que a veces puedo ser un cabeza buque y que tal vez no sea un gran hermano mayor pero...

-¿Pero qué dices? Durante años me criaste prácticamente solo. Siempre has sido capaz de hacerme sonreír incluso en los peores momentos y para mí eso vale más que cualquier sermón que te hayas guardado.

Y entonces los dos hermanos se abrazaron y fueron a sentarse a la mesa, en la que Dumbledore estaba comenzando a hablar.

-Perdonad este cambio de última hora pero...

-¬¬ Ayer se te olvidó que algunos de nosotros no somos precisamente considerados como personas gratas en ciertos lugares- dijo Sirius.

-^^ Fue un fallo tésnico.

-¬¬ Albus- murmuró McGonagall con cara seria.

-Cambiando de tema. He estado pensando que tenemos que repartirnos tareas. Necesitamos obtener toda la información posible sobre el enemigo y al mismo tiempo proteger ciertos posibles objetivos de Voldemort.

-Page y yo iremos esta tarde a ciertos sitios que conocemos y al callejón Diagon del que nos han hablado para buscar cosas que vamos a necesitar. De paso podríamos buscar algo de información, ver qué podemos averiguar.

-Buena idea Piper. ¿Por qué no vais también al callejó Knorcktun?- sugirió Prue.

-¿Al callejón...?- musitó McGonagall- No es un lugar recomendable. Solo lo habitan seres oscuros.

-Y precisamente allí es dónde podremos encontrar algo de utilidad- argumentó Page.

-Por muy poco que me guste la idea- dijo Dumbledore- estoy de acuerdo. Entonces ya está arreglado. Pasando a otros temas, necesitamos que alguien vaya hasta el antiguo hogar de Voldemort para investigar entre la población. Necesitamos saber si últimamente ha habido movimientos por esa zona.

-Yo me encargaré de eso.

-Sirius, no es por ofender- dijo Remus- pero eres un fugitivo.

-Pequeños detalles.

-o_oU

-Yo iré con él- se ofreció Prue- el podría ir como mi servicial perro guía.

-Está bien- aprobó Dumbledore-

-En cuanto a Remus y al señor Wyatt había pensado que podrían pasarse por el hospital San Mugo a ver como van las cosas por el pabellón penitenciario. Hay un par de elementos allí que le interesaría recuperar al señor Oscuro. Tonks y Phoebe, necesito que vayáis hasta la mansión Black a ver como andan las cosas por allí- los tres aludidos asintieron.

-¿Y yo?

-Portia, necesito que te quedes para tratar de identificar con Severus los demonios. Además hay otra cosa. Te lo explicaré más tarde.

Así, todos desayunaron charlando animadamente, excepto Snape, que como mucho soltó algún monosílabo. Cuando finalmente el desayuno se dio por terminado, todos se levantaron para dirigirse a sus respectivas misiones. Portia permaneció en la estancia, a solas con el director.

-¿Qué ocurre Albus?

-Hoy vendrá el Ministro de Magia.

-¿Para qué?

-He pensado que podrías explicarle lo del guardián, tal vez ayudes a tu hermano.

-Eso es genial Albus. Muchas gracias.

-Entonces vamos, debe estar esperando en mi despacho.

Cornelius Fudge esperaba en el despacho de Dumbledore a que este llegara. Pensaba que era inaudito que alguien de su posición tuviese que esperar a que le atendieran. Pero ese Dumbledore siempre había sido un irrespetuoso.

Cuando finalmente la puerta se abrió, el Ministro vio que el director no venía solo. Lo acompañaba una mujer morena y de ojos verdes. Realmente era una joven muy hermosa.

-Cornelius, quiero presentarte a Portia Black.

-¿Cómo? ¿Una Black? Es imposible.

-No lo es, Cornelius. Lo que pasa es que esta joven de aquí es muy discreta.

El ministro miraba al director con cara confusa. Dumbledore dejó un tiempo para que el mago asimilase la idea, y continuó.

-Sé que esto te va a ser difícil de creer Cornelius, pero el caso es que te he pedido que vengas para escuchar lo que Portia tiene que decir- el ministro miró a la joven con rostro interrogante. Portia respiró hondo y comenzó a hablar.

-Mi hermano es inocente de los cargos que se le imputan. Es imposible que él entregase a los Potter porque él no era el guardián secreto. Peter Pettegrew era el guardián. Él lo montó todo para culpar a Sirius y ahora está vivo y coleando, al lado de su amo, Voldemort.

Cornelius Fudge tembló al oír el nombre de Voldemort. Después su cara se fue poniendo cada vez más roja y contorsionada, tanto que parecía que iba a explotar.

-ESTO ES EL COLMO DUMBLEDORE. ¿Cómo te puedes haber dejado engañar por esta embustera?

-Cornelius, es cierto. Puedes aplicarle un veritaserum si quieres.

-¿Cómo no me he dado cuenta? Esto es un ardid tuyo. Lo que tú quieres es mi puesto. Has contratado a esta mujerzuela para que interprete un papel ante mí.

-Pero que está diciendo. Yo soy Portia Black.

-Pues peor me lo pone señorita, una Black, una embustera como todos los de su linaje.

La furia se estaba apoderando de Portia, las manos le ardían. Tanto que tuvo que concentrarse para no lanzarle una esfera de energía en aquel mismo momento.

-Siempre supe que tenías predilección por Potter y Black, Dumbledore, pero nunca creí que llegarías a tales extremos. Intentar liberar a un asesino. Me marcho de aquí. Tendrás noticias mías Albus.

Y dicho esto el Ministro salió por la puerta, dejando tras de sí a una furiosa Portia y a un atónito Dumbledore.

-Nunca creí que Fudge pudiese llegar a ser tan necio- murmuró.

-¿Pero qué acaba de pasar?

-Me temo Portia, que todo esto no ha servido de nada. Al menos no le dijimos nada a Sirius, se habría hecho falsas ilusiones.

-Por qué todo tiene que ser tan difícil.

-Yo también me lo pregunto a veces, pequeña. Yo también.

Porta hizo ademán de salir del despacho pero la mano del director en su hombro le hizo detenerse.

-Espera, Portia. Hay algo más... Cómo ya sabrás he estado investigando cómo pudiste acabar en EEUU.

-¿Has descubierto algo?

-Sí, pero quizás no debería decirlo.

-Por favor...

-Fue Bartemius Crouch. Él estaba allí aquella noche. Al parecer, al darse cuenta de quién eras, decidió que seguramente tú también serías una "manzana podrida". De modo que decidió desterrarte del país. No solo como medida de prevención. Quería hacer sufrir a Sirius, haciendo que supiese que nadie le creía, y que la única persona que lo hacía no podría contarlo nunca.

Portia se quedó estática. Cómo era posible que alguien que se hacía llamar "de los buenos" hubiese sido capaz de hacer algo así. Era cruel e infame.

-¿Y dónde está ahora ese hombre?

-Murió el año pasado, a manos de su hijo, un mortífago.

Portia no hizo comentario alguno más y salió del despacho, ante la mirada triste del director.

-Albus, otra cosa. No le digas nada a Sirius, se culparía por ello.

-Será nuestro secreto, te lo prometo.

Aquella mañana en las mazmorras, donde se daba la asignatura de pociones el ambiente era más raro que nunca. La mayoría de los Slytherin tenían ahora un aspecto más ceniciento de lo normal. Pero eso no era lo más extraño. Algo había cambiado, Draco Malfoy ya no estaba respaldado por sus eternos guardaespaldas, Crabbe y Goyle, que ahora observaban al rubio con una mezcla de sorpresa y repugnancia, sino que se encontraba solo en un pupitre al final de la clase.

Cuando el profesor Snape entró en el aula, las reacciones fueron diversas. Los Slytherin pusieron caras de superioridad, seguros de tener a un aliado en el profesor. La mayoría de los Gryffindor mostraban terror en su rostro. En cuanto a aquellos que sabían la verdad sobre Severus Snape, simplemente ponían caras de indiferencia.

-Bienvenidos a un nuevo curso. Debo advertiros de que este año os examinaréis de los TIMO, y la asignatura de pociones va a ser de las más complicadas. Debido a esto, exigiré un nivel máximo en mi asignatura, y no admitiré ninguna clase de torpeza. Ahora, empezaremos con la poción cicatrizante, que si está bien hecha, puede curar todo tipo de heridas, pero si no, puede agravarlas hasta la muerte. Por parejas. Señor Malfoy, ya que no tiene pareja póngase con la señorita Granger.

Al oír estas palabras Draco respiró hondo y Hermione, Ron y Harry pusieron caras de terror. Harry les había contado ya a sus amigos lo sucedido la noche anterior en el despacho de Dumbledore. Habían llegado a la conclusión de que definitivamente algo le había pasado a Malfoy, ya que no se rodeaba de ningún Slytherin, pero no sabían exactamente lo que era.

Cuando Draco llegó al lado de Hermione, la miró sin ninguna emoción en su rostro, como si esperase su aprobación para sentarse, lo que extrañó mucho a la chica.

-Siéntate, Malfoy.

-Gracias- dijo el por lo bajo, casi inaudiblemente, pero lo suficientemente alto para los tres amigos (ya que Ron y Harry estaban detrás) se quedaran con la boca abierta.

Durante el resto de la clase ninguno de los dos habló, aunque trabajaron en pareja a la perfección, tanto que su poción recibió la máxima puntuación de la clase. Cuando la hora hubo terminado, Draco se levantó de su asiento sin decir nada y haciendo una leve inclinación de cabeza a modo de despedida, salió de la habitación.

-Ahora sí que lo he visto todo- dijo Ron aún con la boca abierta.

Hermione asintió dándole la razón al pelirrojo. Pero Harry se levantó rápidamente y salió de la mazmorra en pos del rubio.

-¡Malfoy, espera!

-¿Sí, Potter?- a Draco le parecía increíble que el joven lo hubiese seguido para hablar con él.

-Deja ya el paripé, Malfoy, no te queda bien esa aureola de mártir.

-¿Perdona?

-Que si te crees que con mirada tímida y aspecto callado vas a conseguir engañarme estás muy equivocado.

-Yo no pretendo nada, Potter- dijo Draco recuperando algo de su antigua altivez.

-Más te vale, porque te juro que te arrepentirás como hagas algo a alguno de mis amigos.

Draco Malfoy no dijo nada más, tan solo le dirigió al moreno una mirada llena de odio y se dio la vuelta para continuar con su camino.

Cuando hubo pasado la esquina, ya lejos del alcance de Harry, lágrimas de rabia comenzaron a resbalar por su rostro. Corrió como no lo había hecho nunca, en dirección a su cuarto. Corrió tanto que no se dio cuenta de que a punto estuvo de atropellar a alguien en su camino.

-Realmente este pueblo es bastante lúgubre- comentó Sirius al llegar al pueblo natal de Voldemort- no me extraña que Tom Riddle saliera rarito.

-Tienes razón, pero haz el favor de convertirte en perro. Recuerda que no estás muy bien considerado en la sociedad- recomendó Prue.

-¬¬ Siempre con lo mismo. Estoy harto- refunfuñó antes de transformarse en el perro negro de lanas.

-^^ Mucho mejor. Y si te portas bien, te daré un hueso.

-¬¬

-Esa no es una mirada muy natural para un perro ¿no crees?

-"A que te muerdo"- pensó el animago.

-Recorrieron el pueblo como si fueran de turismo, pero no parecía haber mucho que ver en ese lugar. Está casi desierto.

-Guauf- respondió el perro negro.

-^^ Estoy totalmente de acuerdo.

-¬¬

-Esa mirada.

Después de mucho caminar decidieron, más bien Prue decidió, ir al bar del pueblo a tomar algo caliente. Aquel lugar era muy frío.

El bar era un lugar oscuro y lleno de polvo. Se notaba que era el único bar del pueblo, porque no daba sensación de preocuparse por dar buena impresión. En la barra había dos hombres solos, bebiendo. Prue se sentó en una pequeña mesa y pidió una cerveza. En una mesa cercana había dos hombres hablando.

-Hoy he vuelto a oír esos ruidos.

-Habría que derribar esa casa, las cañerías hacen demasiado ruido últimamente, casi parecen perros aullando.

-La mansión Riddle lleva años cayéndose a pedazos, hay quien dice incluso que parece oír gente hablando bajo tierra, a la altura del pozo.

Prue abrió bien los oídos para escuchar más, pero la conversación de los dos hombres se desvió por otros caminos. Así que decidió salir a investigar.

No le resultó difícil identificar la mansión Riddle, ya que esta se levantaba imponente en lo alto de una colina. Se dirigieron hacia allí. se trataba de una antigua construcción de piedra, cuya entrada estaba flanqueada por las esculturas de dos águilas que alzaban las garras amenazantes. Cruzaron la verja de metal con facilidad, no había ningún candado que la cerrase.

Caminando por las inmediaciones a la casa se encontraron con un pozo. Ése debía ser del que hablaban aquellos hombres en el bar del pueblo. Prue se asomó para ver si se veía algo, pero estaba demasiado oscuro. Sin embargo le pareció oír voces en el fondo, decían algo sobre Hogwarts. Intentó asomarse más para oír mejor, pero no se dio cuenta de que las piedras estaban resquebrajadas y de pronto sintió como se precipitaba al vacío.

-¡PRUE!- Sirius se convirtió rápidamente en hombre y alcanzó a sujetarla por el brazo.

-¿Estas bien?- preguntó preocupado.

-Muchas gracias, te debo una.

-¿Nunca has oído lo de el perro es el mejor amigo del hombre?

-^^ Jeje.

Después de comer Portia se dirigió al despacho de Severus Snape con el libro de las sombras en sus manos. Iban a pasarse toda la tarde tratando de identificar demonios. Cuando llegó se encontró al profesor tratando de hacer espacio entre un montón de pergaminos. Al verla le dirigió una inclinación de cabeza a modo de saludo y continuó con lo que estaba haciendo. La joven ni se preocupó en buscar conversación, estaba demasiado ocupada en otros asuntos. Así que se limitó a coger una silla de una esquina y situarla al lado de la del profesor para tomar asiento.

Severus Snape se sorprendió al tener delante de él el libro de las sombras. Pasó sus dedos huesudos sobre las tapas del libro con suavidad, acariciando el símbolo que lo coronaba.

-Es la estrella de cinco puntas- aclaró Portia. No era una estrella común, sino que sus distintas ramas estaban formadas por formas que recordaban a una hoja, y que confluían en el centro. Todo el conjunto estaba rodeado por una circunferencia y en cada punta aparecía un símbolo, similares a letras chinas.

-¿Y esto?- preguntó el hombre con interés creciente.

-Cada símbolo representa un elemento: fuego, agua, viento, tierra y metal. Somos nosotras- el profesor puso cara interrogante- Cuando se constituyó el aquelarre de las embrujadas, a cada una se nos otorgó la esencia de un elemento, del que derivan nuestros poderes. Así, nuestros poderes son más grandes si nos encontramos en nuestro elemento. Por ejemplo, los poderes de Page están ligados al viento. Los de Piper al fuego y los de Phoebe a la tierra.

-¿Los suyos?

-Los míos están ligados al agua, y los de Prue al metal. Este libro lleva en nuestra familia desde hace generaciones, desde que la línea Halliwell fue creada. En él han escrito sus conocimientos poderosas brujas, conocimientos adquiridos a través de siglos de luchar contra demonios.

Snape abrió el libro con manos temblorosas, como si de verdad hubiese comprendido el significado de aquel libro, tratando sus hojas con cuidado. Se quedó sorprendido al ver la cantidad de criaturas que se describían en sus páginas, desde banshees hasta sirenas.

-Los demonios están aquí- indicó Portia pasando las hojas, para lo que tuvo que acercarse un poco más al profesor. Cuando levantó la cabeza sus miradas conectaron por unos instantes en los que ambos se observaron intentando descifrar la mirada del otro. Finalmente ambos volvieron su atención al libro- algunas de estas descripciones van acompañadas de dibujos bastante exactos, así que le será más fácil identificarlos.

Pasaron el resto de la tarde hojeando el libro, discutiendo sobre si ciertos demonios que Snape había visto eran o no de un determinado tipo. Pero en todo ese tiempo el profesor de pociones notó algo extraño en la joven. Durante la mañana si bien no había hablado mucho, se había mostrado jovial y vivaz, sonriendo con cada comentario que hacía. Pero aquella tarde, sin embargo, parecía ausente y demasiado seria. No es que la conociera demasiado, pero así no era como se comportaba un Black.

-Bien- decía ella sin emoción alguna en su voz- Entonces ya está todo. Nos hemos leído el libro de arriba abajo, ya no quedan más demonios por identificar, al menos conocidos.

-¿Qué le ocurre señorita Black?- al fin se había atrevido a preguntar. Llevaba un rato fijándose en la extraña actitud de la joven, pero no se consideraba el más adecuado para hacer aquella pregunta.

-¿A qué se refiere?

-Puede que no sea un experto en las relaciones sociales, pero sí soy un gran observador. Y su actitud ha cambiado en tan solo unas horas.

-En realidad es muy observador.

-Más bien usted no sabe disimular.

-¬¬.

-¿Y bien?- la animó él después de darse cuenta de que había metido la pata.

-Nada- dijo ella con sonrisa resignada- Sólo es que... El ser embrujada lleva implícito el luchar contra todo tipo de demonios, o lo que es lo mismo, proteger a los inocentes. Con el tiempo, inconscientemente llegas a racionalizar que todos los inocentes son buenos, y todos los demonios malos. Supongo que hoy me he dado cuenta de que las cosas no son así en realidad, así que ando un poco baja de motivación.

Los dos se quedaron en silencio. Portia volviendo a dar vueltas a su cabeza, y Snape buscando una posible contestación.

-Debo reconocer que no estoy muy versado en estos temas- dijo al fin- Pero hay algo que le puedo decir, que he aprendido tras años de experiencia como espía y antiguo mortífago. No se pueden idealizar los ideales. Quiero decir, yo decidí alejarme del bando mortífago porque vi que mis creencias estaban equivocadas. Sin embargo, a pesar de que ya hace casi 17 años de aquello aún me encuentro con el rechazo de una buena parte de mis compañeros.

-¿Y cómo lo soporta?

-Me he dado cuenta de que en realidad no importa que los demás me crean más o menos bueno. Lo importante es que yo tomé este camino porque creí que era el correcto, y cómo se comporten los demás conmigo no es más sino una consecuencia de mis actos. Lo que intento decirle, es que no importa que los inocentes no lo sean tanto. No todo el mundo es bueno o malo, al igual que no todo es blanco o negro; entre esos dos tonos hay miles de grises. Lo que importa es que usted ha decidido luchar por aquello que es correcto, que usted considera que es correcto.

Portia se quedó mirando al profesor Snape con cara confusa. Aquel hombre era rechazado por mucha gente, su hermano incluido y sin embargo había aprendido a comprender por qué la gente actuaba de un modo determinado. Finalmente le sonrió, con una mirada llena de agradecimiento.

-Entiendo.

El simplemente inclinó la cabeza en señal de aceptación. De repente miró su reloj.

-Me temo que se ha hecho tarde, y antes de cenar tengo que corregir unas tareas. Así que...

-Me voy, no se preocupe. Pero antes quiero que sepa que le estoy muy agradecida. No sabe cuanto me ha ayudado.

Él se quedó callado, y finalmente añadió- me alegro.

-Por cierto- añadió Portia antes de salir- Esta mañana me he cruzado a Draco por los pasillos. Iba llorando y venía de las mazmorras. Se ha encerrado en su cuarto y no quiere hablar con nadie. ¿Sabe usted algo?

En otras circunstancias probablemente el profesor hubiese sugerido que se buscase a un adivino, pero por alguna extraña razón no era capaz de ser mordaz con aquella mujer.

-Fue el primero en abandonar mi clase. Y poco después salió Potter. Quizás tenga alguna relación.

-Gracias... por todo^^.

Y finalmente Portia salió del despacho de Severus Snape, dejándolo a solas con sus pensamientos.

Harry Potter estaba en la habitación de los alumnos de 5º de Gryffindor, acompañado por su compañero de cuarto y amigo Ron Weasley, y de Hermione Granger. Los tres charlaban sobre los acontecimientos del día. Bueno, Harry y Ron hablaban mientras Hermione trataba de convencerlos de hacer sus tareas.

Pero los tres se callaron cuando la puerta del cuarto se abrió y vieron entrar por ella a Portia Black.-

-¿Se puede muchachos?

-¿Cómo ha...?- preguntó Ron.

-Una tiene sus secretos. Tú debes ser Ron, tu padre me ha hablado mucho de ti.

-Encantado de conocerla- dijo él tendiéndole la mano.

-Trátame de tu, no soy tan mayor ^^. Y tú eres Hermione Granger, la joven más inteligente de todo 5º, o del colegio.

-o///o Encantada.

-¿Qué ocurre Portia?- dijo Harry contento de ver allí a la mujer. Le había caído bien desde el primer momento. Le parecía muy agradable y simpática. Además, se alegraba de que su padrino hubiese recuperado a alguien tan importante para él.

-Me gustaría hablar contigo de algo Harry... a solas, a ser posible.

Los otros dos asintieron y salieron intrigados. Harry se sentó en la cama e invitó a Portia a hacer lo mismo. Se le quedó mirando con cara confusa ante la seriedad de la joven.

-Verás... he oído que hoy tuviste una pequeña charla con Draco Malfoy- todo el buen humor de Harry se evaporó al oír esas palabras.

-Ese maldito Slytherin trama algo. Yo simplemente le dije que tuviese cuidado con lo que hacía.

-Creo que estás equivocado.

-¡Pero tú no lo conoces como yo! Lleva años haciéndonos la vida imposible.

-Harry, escúchame. Olvida por un momento todo lo ocurrido durante los últimos años y escúchame. ¿Te has fijado en que Draco duerme en nuestra torre?

-Sí- bufó él- y no entiendo como no lo echáis de ahí.

-Pues no lo hacemos simplemente porque no nos molesta que esté allí. Además de que necesita nuestra protección.

-¿Quién querría hacerle daño? Todo el mundo en este colegio sabe que el que toque a un Malfoy lo pagará caro, aunque a mí no me importa eso.

-Pues para empezar, todo Slytherin estaría feliz de verlo muerto, al menos la parte que ha entrado a formar parte de las filas de Voldemort- Harry se quedó atónito al oír esto.

-¿Quieres decir...?

-Que Draco se ha negado a unírsele.

-Por cobarde, seguro- bufó él.

-A mí no me pareció tan cobarde cuando viajó hasta América para enfrentarse a sus padres y salvarme la vida.

-¿Él hizo eso?

-Sí, y por eso ahora Voldemort también lo querrá muerto. Mira Harry, no te cuento todo esto para que pienses "que bueno es Draco", sino para que recapacites. No todo el mundo es perfecto. Eso está dentro de la condición humana, somos imperfectos, y como todo ser imperfecto nos equivocamos. Draco pudo equivocarse durante años, o pudo verse obligado a actuar así, pero cuando llegó el momento tomó partido sin pensárselo dos veces. Y eso es un punto a su favor ¿no crees?

-Admito que ha actuado bien- dijo a regañadientes- Pero de ahí a hacerme su amigo...

-No te estoy pidiendo eso. No te puedes llevar bien con la gente aunque esté de tu bando. Pero a lo mejor cambias de idea si intentas conocerle. No es la primera vez que un Potter se equivoca. Si no mira a tus padres. Tu padre era un poco creído cuando tenía tu edad y tu madre no podía ni verlo. Pero después ambos aparcaron sus diferencias, y mira hasta donde llegaron.

-¬¬ ¿Me estas intentando liar con Malfoy?

-No, tonto. Solo te digo que a veces te puede llegar a sorprender lo que hay detrás de una máscara.

El joven se quedó pensando en todo lo que le había dicho Portia. Al ver que quizás había funcionado su conversación con Harry, ella decidió que ya era hora de marcharse. Antes de salir por la puerta el moreno la llamó.

-Portia ¿qué querías decir con lo de que se vio obligado a actuar así?

-Bueno... No puedo darte muchos detalles, pero te sorprendería lo que unos cuantos crucio son capaces de conseguir.

Y sin decir nada más abrió la puerta, encarándose con dos personitas que estaban al acecho.

-Aprovechando que lo habéis oído todo, podríais pensar en ello también.

Y Portia se marchó dejando a los tres Gryffindor divagando sobre Malfoy y su extraño comportamiento.

Cuando Portia por fin regresó a la torre se encontró con que Remus y Leo ya habían regresado. Estaban en la sala común charlando mientras bebían una cerveza de mantequilla Leo y un chocolate Remus.

-¿Cómo os ha ido en San Mugo?

-Todo está normal por allí- respondió Remus.

-Pero por aquí no tanto- dijo Leo señalando con la cabeza a la habitación de los chicos.

-¿Aún no ha salido?

-No desde que llegamos, y cuando entré a dejar mis cosas ni siquiera me miró. Está tumbado hacia la pared y no atiende a nada.

-¿Cómo os fue ayer?

-Como cabía esperar, Sirius se mostró algo arisco al principio, pero ha pasado a una fase de respeto mutuo.

-¿Y tu que piensas Remus?

-Creo que todo el mundo se merece una segunda oportunidad.

La joven sonrió y le dio un beso en la mejilla.

-Siempre fuiste mi merodeador favorito ^^. Gracias- y recuperando la seriedad dijo- Voy a hablar con él.

Cuando Portia entró en la habitación de Draco, comprobó que efectivamente no se había movido. Estaba exactamente en la postura que le había dicho Remus. Se quedó en el umbral de la puerta pensando qué podía hacer. Al final optó por tumbarse junto a él, mirando hacia el techo.

-No es por ofender Draco, pero no creo que logres calcular los quilos de piedra que hicieron falta par construir esa pared.

-...

-Me enteré de lo de esta mañana.

-¿Quién te fue con el chisme?

-Nadie. Casi me atropellas en tu huída. No es fácil ¿verdad?

-No.

-Ayudaría que me miraras a la cara. No es que tu cogote sea feo, pero es demasiado peludo.

Draco se giró finalmente, aunque a regañadientes. Y los dos se sentaron.

-Supongo que nada de lo que diga ayudará a que le quites hierro al asunto.

-Supongo que no.

-¿Sabes lo que hacemos los Black-Halliwell-Mathews en estas ocasiones? Inflarnos a helado de chocolate.

-Pero es muy tarde- remoloneó el rubio. Pero su tía tiró de él hasta que lo puso en pie.

-Pero soy hermana de un merodeador, así que me conozco todos los trucos. Tú me llevas hasta las cocinas y yo consigo que entremos ¿vale?

-^^ Vale.

-Vamos a inflarnos a helado, no tiene por qué ser de chocolate. Tu eliges el que más te guste. Tenemos que coger fuerzas para mañana.

 Y los dos salieron de la torre ante la mirada atónita de los dos hombres que quedaban en el salón.

Los rayos del sol que entraban por la ventana la despertaron. El día anterior había llegado muy tarde de la mansión Black. Cuando llegaron, ella y Phoebe se encontraron con que en el salón todavía estaban Page y Prue comentando los sucesos del día. Al parecer había sido un día bastante movido. Después de un rato se habían ido todas a dormir. Cuando Tonks había llegado a su cuarto Portia ya dormía en su cama.

Se levantó restregándose los ojos y al ver que hora era pegó un grito ¡ya casi eran las 12! Casi hora de comer. Miró hacia la cama de al lado y comprobó que estaba vacía. Era raro que Portia no la hubiese despertado si veía que estaba dormida, pero seguramente era porque la había visto cansada.

Se vistió rápidamente y bajó al salón en el que comían con los profesores, dejando a los alumnos en el Gran Comedor, bajo la supervisión de unos cuantos profesores de guardia. Al llegar vio que ya todos estaban sentados.

-Hasta que despertaste dormilona- se burló Sirius- ¿dónde dejaste a Portia, no la levantaste?

-No estaba en la habitación- se limitó a contestar mientras tomaba asiento- ¿vosotros no la habéis visto?

-Llevo desde las 7 en pie y no la vi- dijo Remus.

Snape, que había estado prestando atención a la conversación intervino.

-Esta mañana temprano me la encontré saliendo de los laboratorios de pociones. Dijo que estaba trabajando en unos experimentos. Fue sobre las 6:30.

-¿Y nadie la ha visto desde entonces?- preguntó Prue- Que extraño.

-No os preocupéis, seguramente estuvo fisgando por los pasillos y se volvió a perder- dijo Sirius sacando el mapa del merodeador- A ver donde está la cabezaloca de mi hermana.

Pero la expresión jocosa de Sirius se tornó terror al mirar el mapa.

-No está, no hay rastro de ella en el mapa- gritó, llamando la atención de toda la mesa.

-¿Ocurre algo Sirius?- preguntó Dumbledore.

-Portia ha desaparecido, no aparece en el mapa del merodeador.

El anciano puso expresión alterada al oír tales noticias.

-Pero es imposible que la hayan sacado, es el lugar más seguro del mundo mágico- musitó McGonagall.

-Puede que sea imposible para los magos- dijo Prue- pero quizás no tanto para los demonios.

Snape observaba la escena con calma aparente. Cuando se había cruzado con Portia aquella mañana intentaba parecer normal, pero había algo extraño en su mirada, estaba seguro de ello, pero no sabía cómo explicar esto a los demás, después de todo, se trataba solo de una corazonada. De repente todo pensamiento salió de su cabeza.

-¡¡Agh!!- el profesor de pociones se dobló en un gesto de dolor, agarrándose el antebrazo derecho con su mano izquierda.

-Severus...- exclamó Dumbledore.

-Es Voldemort, me está llamando.

-Entonces debes ir.

-¿Está seguro de que no me necesitan aquí?

-No te necesitamos para encontrar a mi hermana Snape- murmuró Sirius.

Snape mantuvo una mirada severa e indescifrable y salió por la puerta, en dirección a los límites de Hogwarts para desaparecerse. Al atravesar la puerta del colegio no vio que varias caras cenicientas lo observaban desde la puerta del Gran Comedor.

-Una lástima

-¿Qué dices Parkinson?- masculló Crabbe.

-Lo digo porque a Dumbledore le va a costar encontrar un nuevo profesor de pociones una vez empezado el curso.

-Entiendo.

-Hoy ese estúpido del profesor Snape va a aprender que a nuestro señor no se le traiciona.

Y ambos se rieron por lo bajo mientras veían a Severus Snape alejarse por los jardines de Hogwars, en dirección a una muerte segura.

-Esto es lo que vamos a hacer- decía Prue- A Portia solo se la puede haber llevado algún demonio. Page, te conoces el libro de arriba abajo, necesito que busques en él los candidatos más probables que puedan haberla reducido.

-Pero hay muchos demonios- replicó Tonks.

-Pero Portia es una bruja muy poderosa. De las más fuertes de las embrujadas. No puede haberla vencido cualquier demonio.

-¿Y nosotros qué hacemos?- preguntó Dumbledore.

-Con el debido respeto- dijo Phoebe- me temo que no pueden hacer mucho para ayudarnos.

-Yo intentaré encontrarla con el cristal. ¿Podría alguien conseguirme un mapa de Inglaterra?

-Te llevará mucho tiempo localizarla en un espacio tan grande- dijo Page.

-Pero no hay otro modo.

-¿Me llamaba, mi señor?

-Snape, has venido muy rápido- dijo Voldemort con una sonrisa misteriosa en su cara de serpiente.

-Las órdenes de mi señor siempre son urgentes.

-Sinceramente, Snape, así no me extraña que haya tardado tanto en descubrirte. Debo reconocer que eres un gran partido.

Severus Snape, desde su posición en reverencia, se quedó helado al oír tales palabras. Eso solo podía significar que...

-Pero ten por seguro que pagarás por todo este tiempo de engaño y traición escondida. Me voy a divertir con esto. MI VARITA- ordenó a un mortífago que estaba a su izquierda- Vas a pagar con creces CRUCIO- y entonces en toda la construcción se empezaron a oír gritos de dolor contenidos.

-Bien muchachos- decía la profesora Sprout- Hoy estudiaremos las plantas carnívoras de cornualles. Sus propiedades...

Harry era incapaz de prestar atención a las explicaciones de la profesora. Desde el día anterior no hacía más que darle vueltas al asunto. Le había impactado sobretodo el comentario de Portia que sugería que Malfoy había sido torturado por sus propios padres. No era que de repente el rubio hubiese pasado a ser un mártir, pero ahora lo veía de forma distinta, de una manera más cercana, lo comprendía mejor.

Había hablado con sus dos amigos de este tema y ambos habían resultado estar tan sorprendidos como él por todo lo ocurrido. Ahora el trío observaba a Draco Malfoy, que estaba sólo en una esquina del invernadero, prestando atención a la clase como si nada pasase.

-Empecemos con la práctica. Poneros en grupos de 4 por favor.

La clase empezó a murmurar mientras se formaban los distintos grupos. Pero una de las voces sobresalió sobre las demás.

-Malfoy, ponte con nosotros si quieres.

Toda la clase se quedó atónita, Harry Potter había invitado a su enemigo mortal a unirse a su grupo.

Las embrujadas se habían pasado toda la tarde buscando alguna pista sobre el paradero de su hermana menor, pero no habían sacado nada en claro. La mayoría de los demonios sospechosos no estaban en la lista confeccionada por Portia y Snape, y los que estaban habían sido convocados sin ningún éxito. En cuanto a Piper, el mapa era demasiado grande para obtener resultados en tan poco tiempo.

Habrían seguido trabajando durante toda la noche si Tonks no hubiese ido a la torre y las hubiese obligado a bajar al comedor. Llevaban dos días comiendo aislados de los alumnos, así que Dumbledore decidió que para no levantar sospechas, lo mejor sería que aquella noche cenaran todos en el Gran Comedor, a excepción de Remus y Sirius, claro, que cenarían en la habitación secreta en la que solían reunirse los miembros de la Orden.

Aquella noche, como todas, el menú era magnífico. Piper se pasaba todo el día elogiando las aptitudes de los elfos para la cocina. Todos comían con gusto y charlaban animadamente, hasta que la puerta del Gran Comedor se abrió de golpe, y por ella entró Cornelius Fudge, seguido de 10 aurores al menos, y acompañado de algunos miembros del consejo del ministerio.

-Cornelius, que agradable sorpresa- dijo Dumbledore.

-Déjatre de chorradas, Albus, no he venido hasta aquí por una visita social.

-¿Y entonces para qué has venido?- preguntó el director manteniendo su expresión alegre.

-He venido para que me entregues a Sirius Black.

Severus Snape despertó en medio de una pesadilla. Sentía todo su cuerpo magullado retorcerse de dolor bajo su túnica. El Señor Oscuro había intentado hacerle hablar sobre los movimientos de la Orden, pero él no había abierto la boca para decir ni una sola palabra. Voldemort llevaba casi 3 horas torturándolo y no parecía tener intenciones de dejarlo así.

-Debo reconocer, Snape, que has resultado ser más resistente de lo que yo esperaba. Cualquier otro probablemente ya habría llorado pidiendo clemencia hace un rato.

-No me rebajaré a pedirte que me perdones la vida, Voldemort.

-Vaya, al fin muestras tu fea cara de arrogante servidor de Dumbledore.

El profesor de pociones se mantuvo una vez más en silencio.

-Había decidido prolongar tu patética existencia para divertirme, pero ni siquiera consigues eso.

-Acaba de una vez, Voldemort, haz lo que quieras conmigo.

Voldemort vio al hombre en el suelo con una mezcla de asco y arrogancia. Sus ojos rojos brillaron y su perversa sonrisa se amplió aún más.

-Adiós Snape. ADAVA KEDAVRA.

Todo Hogwarts se quedó atónito ante las palabras del Ministro de Magia. En la mesa de Gryffindor, Harry se revolvía nervioso en su asiento. ¿Cómo podía saber el ministro que Sirius estaba allí? Seguramente esto era una artimaña de Voldemort.

-¿A que te refieres?- preguntó Dumbledore fingiendo calma.

-No me vengas con evasivas, Albus, sé a ciencia cierta que escondes a un proscrito en tu castillo. Es más, lo llevas protegiendo desde que escapó de aquí hace 2 años.

Hagrid, desde su asiento, hizo ademán de levantarse para encararse con el Ministro, pero con un gesto de su mano, Dumbledore indicó a todos que se mantuvieran al margen.

-Realmente no entiendo de que estás hablando.

-¡Ya está bien, Albus! No te valdrá de nada seguir fingiendo, porque registraré el castillo de arriba abajo si hace falta, y lo encontraré, y entonces, os llevaré presos a los dos.

Un murmullo se levantó por todo el comedor. Todos los alumnos murmuraban aterrados ante la posibilidad de que encerrasen a su director. Sin embargo, en la mesa de Slytherin, las caras eran de alegría. Al fin se desharían del viejo chocho de Dumbledore.

Entonces el Ministro sacó un pergamino.

-Esta es la orden, firmada por todos los miembros del consejo del ministerio, de que abandones tu puesto. Ahora tú decides cómo saldrás del colegio, si por tu propio pie, o encadenado. De todos modos ya has sido relegado de tu puesto.

-No diré nada- mascullo el anciano poniendo cara seria.

-Entonces quedas detenido.

El ministro indicó a dos aurores que le colocaran las cadenas, pero antes de que pudieran hacerlo una puerta detrás de la mesa de los profesores se abrió, dando paso a Sirius Black y Remus Lupin. Sirius tenía una expresión decidida en su rostro.

-No hará falta eso, señor Ministro. Me entrego voluntariamente.

El ministro sonrió con complacencia.

Cuando el señor oscuro lanzó su maldición asesina contra Severus Snape, una sonrisa cruel se dibujó en su rostro. Un rayo verde surgió de su varita y se dirigió imparable hacia el hombre que yacía en el suelo, debilitado por las torturas sufridas. Los mortífagos presentes en la sala miraban la escena con diversión.

Sin embargo, antes de llegar a tocar a Snape, el rayo verde se abrió en todas direcciones, desapareciendo al fin, absorbido por una barrera de color azul eléctrico que había surgido ante el profesor de pociones.

-¿Pero qué demonios...?- gritó Voldemort sorprendido. La misma expresión desconcertada se dibujó en la cara de Snape.

-ADAVA KEDAVRA- insistió el Señor Oscuro, pero el resultado fue el mismo que la vez anterior.

Entonces Severus Snape, aún con esfuerzo, se levantó, haciendo posturas extrañas para mantener el equilibrio. Al ver que su prisionero se escapaba, Voldemort gritó a sus esbirros que impidiesen que se fuera. Pero por más maldiciones que lanzaron, la barrera que protegía al hombre no cedió, hasta que salió por la puerta y esta se cerró herméticamente.

-¡¡¡Abrid esa puerta y traedme a ese maldito traidor!!!

Mientras tanto, al otro lado de la puerta, Severus Snape se apoyaba en la pared empedrada, agotado. En la habitación había sentido como si una fuerza invisible lo obligase a levantarse y lo guiase hasta la salida.

De pronto vio como ante él aparecía el rostro de Portia Black, y después el resto del cuerpo. Llevaba el pelo recogido en una coleta baja e iba vestida totalmente de negro. Su rostro estaba manchado de ceniza y tenía cortes en la cara y en los brazos. Snape miró a la joven como si fuese una aparición.

-¿Pero qué...?- tartamudeó.

-Pasaba por aquí ^^- respondió ella.

-¿Pero cómo...?

-Una de las pocas cosas útiles que nos quedó a Sirius y a mí de nuestro padre. Las capas invisibles son un gran invento. ¿Se encuentra bien?

-Sí, solo estoy algo magullado- dijo finalmente cuando se convenció de que realmente la bruja estaba ante él. De pronto pareció darse cuenta de las heridas de la joven- ¿Se encuentra bien? ¿Qué le ha pasado?

-Nada, gajes del oficio-Entonces Portia sacó de un bolso negro que llevaba un frasco- Tómese esto, es una poción revitalizante combinada con una cicatrizante. Lo dejará como nuevo. Espero que no le importe, usé sus libros para elaborarla.

El hombre tomó el frasco y bebió. A los pocos segundos se sentía como nuevo, aún le dolía algo el cuerpo, pero al menos éste ya le respondía. Una vez se vio libre del dolor pudo pensar con más claridad y miró a la joven ante él aterrorizado.

-¿Pero se puede saber cómo ha llegado hasta aquí?

-Ayer por la noche escuché a mis hermanas hablar sobre los descubrimientos de Prue y Sirius en este lugar. Sospechaban que aquí se escondía el Señor Oscuro.

-¿Y cómo se le ocurre venir aquí? ¿Acaso quiere ponerse en las manos de Voldemort?

-No es eso. Pero tenía que venir, tenía que hacer algo.

-¿El qué si puede saberse?

Entonces Portia metió la mano en el bolso y sacó de él una especie de bola peluda. Al observarla más detenidamente Snape pudo ver que se trataba de una rata, una rata a la que le faltaba una uña en una pata delantera. La rata estaba desmayada.

-Él es el culpable de que mi hermano haya pasado tanto tiempo huyendo. Tenía que capturarlo para demostrar la inocencia de Sirius- dijo completamente seria.

-¿Se da cuenta de lo que pasará si la capturan? Ese sería un gran triunfo para el lado oscuro. Romperían el aquelarre de las embrujadas.

-He entrado, he capturado a Pettegrew, lo he rescatado, y no me ha pasado nada. Y otra cosa. Ya sé que hace poco que nos conocemos, pero ya hemos trabajado juntos, tenido conversaciones profundas, salvado la vida y finalmente hemos discutido. ¿No cree que va siendo hora de que nos tuteemos?

El hombre observó a la joven, confuso. Finalmente puso una mueca similar a una sonrisa.

-Tiene... tienes razón.

-Pues una vez aclarado, Severus, más vale que nos vayamos de aquí. Voldemuerto y sus secuaces no tardarán en romper el hechizo que he aplicado a la puerta. Y me temo que para salir del castillo nos vamos a tener que enfrentar a algo más que a simples mortífagos.

-¿Demonios?

-Sí, pero tranquilo, vengo preparada- y entonces le mostró el bolso, que estaba lleno de pequeñas botellas con distintas pociones- Andando.

Los dos empezaron a caminar por el pasillo en busca de la salida.

-Portia...

-¿Sí?

-Gracias... por salvarme la vida.

-^^ Dámelas cuando te haya sacado de aquí.

Portia y Severus siguieron caminando mientras buscaban una salida. Al llegar a una esquina escucharon voces al otro lado del pasillo. Portia se puso un momento la capa invisible para asomarse. Volvió enseguida, mostrando preocupación en su rostro.

-¿Qué ocurre?

-Son 4 demonios: dos lothar, un groin y un pokta. Tengo pociones para los lothar y el pokta, pero el groin es un demonio de mayor rango.

-¿Y qué significa eso?

-Que tendré que patearle el culo en persona. Hagamos una cosa, toma, estas son las pociones- dijo tendiéndole tres botellitas- A la de tres nos encaramos con ellos, tu les lanzas la poción y yo me centro en el groin.

-¿Qué vas a hacer?

-Enfrentarme a él.

-No dejaré que lo hagas. Puede pasarte algo.

-No es por ofender, pero creo que ya es tarde para sermonearme sobre el ponerme o no en peligro. Confía en mí, sé que puedo con él. Si veo que la cosa se complica, levantaré un escudo. Lo malo es que como den la voz de alarma estaremos perdidos.

-Pues entonces no dejemos que lo hagan- dijo el profesor decidido.

A la cuenta de tres ambos se abalanzaron al otro lado de la esquina. Severus Snape acertó al lanzar las pociones y pronto los lothar y el pokta estuvieron destruidos. En cuanto al groin, en cuanto vio a Portia le lanzó una bola de fuego que ésta absorbió con su escudo. Después llegaron a las manos, el demonio trató de golpear a la bruja, golpe que ella rechazó y con una potente llave lo tumbó. El demonio se levantó y se preparó para lanzar otro ataque, pero Portia fue más rápida y le lanzó una esfera de energía, que lo lanzó contra una pared, dejándolo fuera de combate.

-¿Tú que eres, una bruja o una luchadora de kárate?

-A veces las técnicas muggles son muy útiles.

-Lo tendré en cuenta a partir de ahora- Severus Snape observó a Portia con admiración. La joven cada vez lo sorprendía más. Se preguntaba cuantos secretos más escondería.

-Será mejor que nos vayamos antes de que este despierte- sugirió Portia sacando al hombre de su ensimismamiento.

Al final del pasillo se encontraron con una puerta que daba a la parte trasera de la mansión. De ella partía un camino que se internaba en el bosque. Portia y Severus siguieron ése camino, adentrándose un poco en el bosque, y después abandonándolo para internarse en la arboleda.

-Tenemos que volver pronto a Hogwarts- dijo Snape- debo informar a Dumbledore de lo ocurrido. Además todos en el castillo deben estar histéricos. No deberías marcharte sin avisar ¿sabes?

La joven lo miró confusa pero no pudo decir nada porque algo comenzó a revolverse en su bolso. Con dificultad sacó a la rata que se revolvía y arañaba su mano.

-¿Qué hacemos con esto?

-Será mejor que lo obliguemos a transformarse. Le será más difícil escaparse.

-¿Y cómo lo hacemos?

-Yo me encargo- Snape sacó su varita y apuntó a la rata; de la varita salieron unas chispas que provocaron que la rata cayese al suelo retorciéndose y transformándose poco a poco en un hombre calvo y regordete. El hombre miró a Portia con sonrisa torcida- Al fin hay algo que no sabes hacer.

-¬¬ Graciosillo.

-Por favor...- tartamudeó Pettegrew- dejen que me vaya.

-Cállate, sucio traidor- masculló Snape- Ni se te ocurra dirigirte a ella con plegarias inútiles porque te irá mal.

Con su varita ató al hombre con las manos a la espalda, dejando sus piernas libres para que pudiera caminar.

-¿Y ahora cómo nos vamos al castillo?- preguntó Portia.

-¿Sabes aparecerte?

-No, pero si me dices cómo.

-Prefiero no arriesgarme, es bastante difícil aprender. Además, tenemos que llevar a éste.

-Es posible que...- dijo ella pensativa- Si establecemos un lazo mágico entre nosotros dos y tu, podamos aparecernos contigo en Hogwarts.

-¿Y cómo vamos a hacer eso ¬¬?

Poniendo una mano sobre la de Snape y otra en el hombro de Pettegrew dijo.

-Con un hechizo. Déjame pensar... A ver este. "En esta hora clave unión mística nos une. Tu magia es mi magia, tu don es mi don. Compartimos el mismo destino, compartimos una unión".

-... ¿Y bien? ¿Funcionó?

-Sólo hay una forma de comprobarlo. Si todo ha salido bien podremos aparecernos todos juntos gracias a ti.

-Espero que funcione...

Cuando Sirius Black se presentó en el comedor, 6 aurores se le echaron automáticamente encima, con cadenas y varitas en mano. Sirius Black quedó atado de pies y manos ante las miradas de frustración de los demás miembros de la orden y ante unos aterrorizados alumnos ante la visión de un asesino peligroso en su escuela. En sus asientos Hermione y Ron estaban nerviosos, intentando contener a un angustiado Harry que luchaba por ir junto a su padrino, a pesar del gesto de éste para indicar que no se metiera. Remus Lupin miraba triste la escena al mismo tiempo que sentía las miradas de la gente sobre él. Prue y las demás embrujadas tenían ganas de hacer algo, pero Leo les dijo que así solo conseguirían empeorar la situación.

-Señor Black, será sometido al beso del dementor en la mayor brevedad posible- anunció Cornelius Fudge- En cuanto a usted Dumbledore, le ruego amablemente que abandone los terrenos de Hogwarts, y le pido que esté disponible para futuros requerimientos del ministerio.

El grupo de aurores que habían acompañado al ministerio se acercaron al director para obligarle a abandonar la sala, al mismo tiempo que algunos de ellos empujaban a Sirius para hacer que se moviera. Los miembros del consejo escolar miraban con severidad a Dumbledore y el cuerpo docente le dirigía miradas de lástima.

Justo cuando el ministro se dio la vuelta para dirigirse a la puerta de salida, esta se abrió y por ella entraron tres personas. Severus Snape lucía herido y cansado, Portia Black mostraba rasguños en su rostro y brazos. Esta última llevaba arrastrando a una tercera persona, atada con las manos a la espalda. Se trataba de un hombre bajo, regordete y calvo, que miraba en derredor con el terror pintado en la cara. Al entrar y ver la escena, Portia miró con severidad al Ministro de Magia y avanzó aún más deprisa, hasta el final del pasillo central, donde estaba la comitiva. Cuando estaba a dos metros del ministro empujó al hombre que arrastraba, que cayó a los pies de Fudge. Entonces Portia se encaró con el Ministro.

-¿Quería pruebas? Pues aquí las tiene.

-Señorita Black- respondió él arrogante- No puede hablarle así al Ministro de Magia.

-No estoy hablando con un ministro, estoy hablando con un meapilas cobarde que no reconocería la verdad aunque le golpease en la cara. Aquí tiene la prueba que pedía. Si se fija, reconocerá en este despojo de hombre a Peter Pettegrew, amado mártir que sacrificó su vida para vengar la muerte de los Potter. ¿A que no adivina dónde lo encontré? En la mansión Riddle, guarida de Voldemort, en la que traza planes para volver a sembrar el caos.

-¿Qué significa esto Fudge?- preguntó uno de los miembros del consejo.

-Para los que no me conocen, mi nombre es Portia Black. Hace 15 años fui testigo de cómo en el último momento se cambiaba el guardián que realizaría el encantamiento fidelio con los Potter. Mi hermano, Sirius Black, decidió ceder esa tarea a Peter Pettegrew, y así él actuar como señuelo. Cuando los Potter murieron mi hermano se dio cuenta de que eso significaba que Peter era el traidor, así que lo siguió y no al revés como se dice. Una vez Sirius lo encontró, Pettegrew levantó toda la calle matando a esa gente e incriminando a mi hermano.

-Si eso fuera verdad- dijo una bruja de avanzada edad, también del consejo- ¿Por qué no habló hace 15 años?

-Yo estaba aquella noche en la calle. Intenté explicarle a los aurores que mi hermano era inocente, pero pensaron que no era más que una niña mimada. Por motivos que no vienen al caso, perdí la memoria, y no es hasta hace unas semanas que la recuperé. Cuando ayer le expliqué todo esto al Ministro se negó a creerlo, argumentando que "era tan embustera como toda mi familia". En respuesta a esto, hoy les traigo a Peter Pettegrew. Si esto no es suficiente, denle la poción veritaserum, dénsela también a Sirius Black, incluso a mí si eso les tranquiliza. Les aseguro que solo conseguirán verificar lo que ya he dicho.

-¿Y lo que ha dicho sobre el que no debe ser nombrado?

-Aquí tienen pruebas suficientes- dijo entregándoles una cámara de fotos- en este carrete encontrarán imágenes del Señor Oscuro y de sus más cercanos seguidores.

El silencio se hizo en toda la sala. Pettegrew estaba tan aterrorizado que ni siquiera intentó negar lo que había dicho Portia. Sirius Black miraba a su hermana con ojos desorbitados, mezclando en su interior la sorpresa por lo ocurrido y el alivio al comprobar que la joven estaba sana y salva. Los miembros del consejo que estaban presentes comenzaron a murmurar entre ellos, deliberando sobre lo que había que hacer. Finalmente el mayor de todos se dirigió hacia ellos.

-Después de las pruebas presentadas esta noche, hemos llegado a la conclusión de que Sirius Black es inocente. Recibirá la orden de puesta en libertad en la mayor brevedad posible y mañana se emitirá en El Profeta una disculpa pública eximiéndole de toda culpa. En cuanto al señor Pettegrew, será llevado a Azkabán a la espera de que se celebre el juicio. También se publicará un artículo anunciando el regreso del que no debe ser nombrado. En cuanto al señor Dumbledore, reconocemos que tenía razón al proteger a este hombre, sin embargo debemos tener en cuenta que ha actuado a las espaldas del Ministerio y ya no podemos estar seguros de qué más nos oculta.

Todo el colegio contuvo la respiración.

-Sin embargo, ha demostrado ser el mayor defensor del mundo mágico, así que Dumbledore, ^^ puede engañarnos cuanto quiera.

Todo el Gran Comedor rompió en gritos y vítores, excepto la zona de la mesa de Slytherin, que además miraban a Snape como si fuera un fantasma. Por orden del hombre del consejo Sirius fue desencadenado y liberado. En cuanto estuvo liberado a Sirius se le echaron encima Remus, riendo, y Harry, que lloraba como no lo había hecho nunca, pero de felicidad. La comitiva del Ministerio abandonó Hogwarts. Cerrando el desfile iba Fudge, con mirada cenicienta y llena de odio hacia Portia y Dumbledore.

Antes de que nadie dijese nada, McGonagall envió a todos los alumnos a sus respectivas casas, a excepción de Harry y Draco, a quienes permitió quedarse. Cuando todos los demás alumnos hubieron abandonado el salón, Sirius avanzó hacia Portia, a la que llevaba mirando fijamente un buen rato y la abrazó tan fuerte que ella pensó que se le acababa el aire.

-Te quiero muchísimo.

-^^ Ya lo sabía.

Las embrujadas se unieron al abrazo de los dos hermanos ante las miradas emocionadas de los demás presentes. Cuando al fin se separaron, Portia saludó a Remus y a Harry y finalmente vio a Draco, que observaba la escena desde un segundo plano, indeciso de si acercarse o no.

-Draco.

-Celebro que estés bien- dijo de forma seria.

-Las formalidades las dejas para el señor Ministro. A mi me saludas como debes, jovencito- y acercándose a él le dio un abrazo maternal al que el muchacho respondió afectuosamente.

Albus fijó su atención en Snape, que lucía agotado.

-Snape, ¿qué ha ocurrido?

-Me temo que me han descubierto, hoy Voldemort ha intentado matarme.

-¿Intentado?- preguntó McGonagall- ¿Y por qué sigues vivo?

-Portia detuvo el Adava Kedavra que me lanzó.

-¿Pudiste con la maldición asesina?- preguntó Sirius admirado.

-Sí, pero me costó muchísimo. Es de los ataques más poderosos a los que me he tenido que enfrentar.

-¿Y qué te ha ocurrido a ti?- preguntó Piper- porque estás horrible.

-¬¬ Gracias, pero penetrar en la guarida de Voldemort y salir de allí no es un camino de rosas precisamente.

-PORTIA BLACK- gritó Prue una vez se le hubo pasado el susto- Que sea la última vez que haces una tontería así sin avisar.

-Qué manía con que no avisé. Pero si os dejé una nota.

-Eso es mentira- aseguró Tonks- no había ninguna nota.

-Pero si lo recuerdo perfectamente, cogí el bolso, guardé las pociones, cogí la cámara y... ^^U Ups, se me olvidó, pero juro que tenía intenciones de hacerlo.

-¬¬++++

-Bueno chicas- interrumpió Leo al ver que las hermanas estaban a punto de matar a Portia- Ya le pegaréis después, pero dejad que la cure al menos.

Mientras el luz blanca curaba a Portia, Dumbledore conjuró sillas para todos y ordenó a uno de los elfos traer café para todos. Iba a ser una noche muy larga. Una vez tanto Portia como Severus estuvieron curados de sus heridas, todos tomaron asiento.

-Bien- dijo el director- Portia, será mejor que empieces a explicarlo todo.

-O_O Eso ha sonado a amenaza. Ejem, pues todo empezó ayer por la noche. Después de que el Ministro se hubiera negado a creerme estaba furioso.

-¿Cuándo hablaste con Fudge?- preguntó Sirius.

-Ayer... pero eso es otra historia. Durante la noche no podía dormir, así que decidí bajar a la sala común a leer un rato, pero antes de llegar oí como estabais hablando con Prue sobre la mansión Riddle, que se había revelado como el escondite de Voldemort. Todo pasó muy rápido, en unos segundos se me ocurrió que si capturaba a Pettegrew demostraría la inocencia de Sirius. Sabía que no iba a ser fácil, porque habría algo más que magos allí, habría demonios también, así que por la mañana temprano bajé a las mazmorras y elaboré unas cuantas pociones que me podrían ser útiles.

-Podrías habernos avisado- refunfuñó Page.

-Lo sé, pero no podía pediros que os fueseis a meter en la boca del lobo por esto. Sigo, al llegar a la mansión Riddle me dispuse a entrar. Debo reconocer que no fue fácil, pero al menos podemos eliminar de la lista que hicimos Severus y yo a un demonio del fuego, un demonio eléctrico y 3 vardeveres. Yo buscaba a Pettegrew, así que hice un hechizo de guía que elaboré ayer por la noche. Cuando lo encontré y le dije a lo que venía se puso a temblar de miedo. Finalmente lo reduje y lo metí en el bolso, ya en su forma de rata. Cuando me dirigía hacia la salida oí como torturaban a Severus. Entré y salimos de allí, llevándonos por delante a dos lothar, un groin y un pokta. Después nos aparecimos aquí.

-Severus ¿tienes idea de cómo hizo Voldemort para descubrirte?- preguntó Dumbledore.

Y aquí lo dejo, espero que os haya gustado aunque sea un poquito. Se agradecerán opiniones, pero no demasiado crueles que es el primero, aunque siempre puedo mejorar (¿No?) Hasta la próxima.