N. de A.: Recomiendo leer el trozo que se corresponde con el ataque de Voldemort a los Potter con la canción "Lamento Heroico" de Rhapsody. La oración de Lily está en gaélico, creada a base de frases pertenecientes a poemas y canciones, me pareció correcto coger ese idioma porque ella parece una hechicera celta desde cualquier punto de vista. Espero que el fic os esté gustando.

30-11-1982

19:50

Peter se apareció en medio del salón de su casa y casi se mata al tropezar con el sillón que volcó Sirius la noche anterior. Se arrancó los ropajes negros y los metió dentro de la bañera.

Tenía que traicionar a sus mejores amigos.

Empezó a dar vueltas por la casa. Sólo por la pura necesidad de moverse. Incluso cambió varias veces a su forma de rata para poder corretear libremente y calmar un poco su torbellino interior.

Traicionar a James y a Lily.

Se detuvo en la cocina. Cogió algunas de las sobras de la cena y las engulló casi sin saborearlas.

El problema era averiguar donde se escondían. Hacía tiempo que había superado los remordimientos de conciencia, apagados por la ambición, los celos y el odio. Estaba harto de ser el último, de ser el tonto y torpe al que tener compasión. James, perfecto en todo, gran estudiante y jugador de quidditch, rico, con familia. Sirius, el mejor amigo, por no decir hermano adoptivo, de James; inteligente, guapo, rico y con la única preocupación de a cuantos mortífagos matar esa semana y cuantas tías se llevaría a la cama. Remus, licántropo sí, pero por lo demás entrañable, dulce y afable, todo el que lo conocía lo adoraba, hasta el punto que sus amigos habían incumplido medio millón de leyes para acompañarle como animagos. Y Lily, la maravillosa Lily, que siempre le había tratado más como una mascota que como un amigo.

Estaba harto de la superioridad que destilaban todos.

Alguien llamó a la puerta con fuerza.

- Wormtail, ¡eh, abre la puerta!, ¡soy Sirius! -.

El rechoncho merodeador abrió.

- Joder, tío, ¿aún no has recogido? -.

- Esperaba que vinieras a hacerlo tú, psicópata destroza casas -.

Peter enarcó una ceja, juraría que Black había palidecido con aquel inocente insulto.

- Bueno... venía a buscarte, James y Lily tienen algo que proponerte -.

- ¿A mí? -.

- Sí, a ti – sonrió Sirius – Además pasado mañana es mi cumpleaños, me encantaría celebrarlo con todos los Merodeadores como antaño -.

- Vaya, el gran rebelde soy-independiente-viva-la-juerga-Sirius parece que tiene su corazoncito – rió Peter.

Su amigo le soltó una colleja.

- ¿Y qué si me gustan los cumpleaños?, anda, vamos que se hace tarde y luego Lily nos mata por despertarle a Harry -.

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30-11-1982

20:30

Peter contempló boquiabierto la pedazo de casa que los Potter se habían construido en el Valle de Godric. James les recibió entusiasmado y Lily saludó desde la mesa, donde estaba dando a Harry su cena. Pettigrew no pudo evitar mirar al niño, a esa cosita pequeña e inofensiva que podría ser el causante de la caída del más terrible de los magos oscuros de la Historia.

- Pete, sé que esto es muy precipitado, pero tenemos que pedirte un gran favor – comenzó James.

- ¿De qué se trata?, Sirius no ha querido explicarme nada -.

- Resumiendo: hay una profecía que señala a Harry como el posible destructor de Voldemort. Sabemos que Voldemort nos tiene en su punto de mira, quiere cazarnos antes que a nadie, por eso debemos escondernos lo mejor posible y vamos a utilizar el encantamiento Fidelio, tú serás nuestro guardián secreto y sólo aquellos a los que reveles nuestro paradero podrán encontrarnos -.

- Espera, ¿yo?, ¿guardián secreto? -. Peter estaba en sock, no era posible tener tanta suerte.

- Sabemos que es peligroso, pero todo el mundo cree que Sirius es nuestro guardián y Voldemort le perseguirá a él, sólo los aquí presentes sabremos la verdad -.

- No correrás riesgos – prometió Sirius con un guiño – Yo me encargaré de distraerles, tengo pensado desaparecer mañana mismo para ponerles las cosas más difíciles -.

- Bueno... si estáis tan seguros, me encantará ser vuestro guardián -.

James y Sirius estrujaron a su amigo en uno de los típicos abrazos asfixiantes de su época de estudiantes mientras Lily reía y Harry aplaudía sin saber muy bien el motivo de la algarabía.

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31-11-1982

18:05

- Mi señor -.

Voldemort observó a Pettigrew arrodillado ante él con una profunda expresión de satisfacción en el rostro.

- Me han dicho que has cumplido mis ordenes, explícate vasallo -.

- Mi señor, los Potter me han hecho su guardián secreto y lo mejor de todo es que el resto de la Orden cree que el guardián es Sirius Black -.

Las carcajadas del señor tenebroso helaron la sangre de Peter, pero también lo colmaron de una profunda satisfacción.

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31-11-1982

20:30

- ¿Ya lo sabes? -.

- ¿El qué? -.

- El traidor ha conseguido obtener el paradero de los Potter -.

- ¿Cómo? -.

- Le han hecho su guardián secreto, la verdad es que hay que ser idiotas... eh, ¿dónde vas? -.

- Tengo trabajo -.

El mortífago fue a otra habitación, cogió polvos de una vasija y entró en las poderosas llamas verdes.

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31-11-1982

20:45

Dumbledore alzó el rostro al escuchar que alguien entraba por la chimenea.

- Ah, buenas tardes Severus -.

- Va tras los Potter, el guardián secreto les ha traicionado -.

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31-11-1982

21:00

La chimenea ardía alegremente. Fuera el frío empezaba a vestir de escarcha el paisaje. Después de haber pasado el día decorando la casa con los típicos adornos de Halloween, los Potter disfrutaban del calor y la tranquilidad del hogar. James miraba los resultados de la liga de quidditch en el periódico, cómodamente instalado en el sillón con una taza de café. Lily, medio tapada con una mantita de cuadros escoceses, leía un viejo libro gris mientras acariciaba la cabecita de Harry, dormido en su regazo.

- James -.

- ¿Mmm? -.

- Deberías activar los hechizos anti-intrusos -.

- Pero si sólo Peter y Sirius saben donde estamos -.

- James, haz el favor -.

Renegando, se incorporó del sillón y obedeció a Lily. Activó el hechizo localizador, los tres escudos anti magia y las tres barreras con hechizos de ataque.

- Deberías acostar al niño -.

- Es que me gusta tenerle así, luego crecerá muy rápido y no me dejará mimarlo -. Lily sonrió cuando su pequeño le agarró un dedo con su manita – Es tan tierno -.

- Los dos lo sois -. James se inclinó y besó a su familia – Os quiero más de lo que podrías imaginar -.

De repente, se escuchó el profundo tañer de una campana y el estallido de varios hechizos en el exterior de la casa. Harry se despertó y empezó a llorar.

- No puede ser – dijo Lily.

A James le bastó echar un vistazo por la ventana para confirmar sus peores sospechas. Allí estaba, Lord Voldemort con su cohorte de mortífagos y entre ellos Peter visiblemente nervioso. El señor tenebroso invocó un nuevo hechizo y las defensas de la casa prácticamente cedieron.

- ¡Lily, coge a Harry y vete! ¡Es él! ¡Vete! ¡Corre! Yo lo detendré -.

- ¡James, por dios, no!

- ¡Sube arriba, ya! -.

Lily intercambió una última mirada de amor con su esposo, apretó a Harry contra su pecho y subió las escaleras corriendo.

James despejó de obstáculos el salón. Con un movimiento de varita empotró todos los muebles contra el rellano de la escalera. Quizás fuera una estupidez, pero interpondría todo lo que pudiera entre aquel monstruo y su familia.

Un restallido, muy semejante a un cristal quebrándose, le anunció a James la caída de la última barrera mágica. Apretó con fuerza la varita.

La puerta se abrió dócilmente. En su vano se recortó la oscura presencia de Voldemort, su horrible cara contorsionada en lo más parecido a una sonrisa de satisfacción, los ojos rojos chispeantes.

- James Potter, volvemos a encontrarnos -.

- Eso parece, Voldemort -.

- ¿Intentas detenerme? -.

- Es mi deber como esposo y padre, lucharé hasta mi último aliento -.

La gélida risa precedió a un poderoso haz de chispas verdes. James bloqueó el hechizo y contraatacó. Hasta cuatro veces consiguió soportar la ofensiva del mago tenebroso, pero incluso alguien tan excepcional como él tenía sus límites. El fogonazo de luz verde traspasó sus defensas y James se desplomó, muerto.

Arriba, en la habitación de Harry, Lily lloraba mientras llenaba el lugar con todos los hechizos de protección que recordaba. Su corazón se partió en dos y supo que su marido estaba muerto. Se sentó en el suelo, abrazando a Harry que había dejado de llorar y ahora sólo hipaba contra el pecho de su madre, tan asustado como ella pero sin entender el por qué.

Lily escuchó la explosión que reventaba los muebles en la escalera y los pasos firmes, aunque pausados, sobre cada escalón, subiendo, como una lenta sentencia de muerte. Una furiosa rebeldía contra aquella situación nació en el interior de la pelirroja con la misma fuerza que la pena y el miedo. Se hizo un corte en la mano y trazó una runa sobre la frente de Harry, que ya estaba salpicada con sus lágrimas de madre. Y empezó a recitar:

Oíche chiúin,

Silenciosa noche,

Nil athas i mo chroi

No hay esperanza en mi corazón,

Nil ann ach an marbh

Sólo hay muerte.

" tá leanbán agam

Tengo un bebé,

Naíon beag, leanbh ceansa 'gus caomh

un pequeño, dulce y gentil niño,

Is béidh leanbán eile 'na húire ceoidh

otro niño que acabará en una tumba de agua.

Oró mo leanbh beag

Oh, mi pequeño niño,

Fan na luí ag mo thaobh,

quedate junto a m

Oró mo stóirín

Oh, mi chiquillo,

Thug tú dochas mo stóirín,

eres mi esperanza, mi amor.

Se escucharon las detonaciones que producían los hechizos de protección al ser desmantelados uno tras otro. Lily aceleró su plegaria.

Oró mo leanbh beag

Oh, mi pequeño niño

Agus paidir ó mo chro

la oración de mi corazón,

Tá do tsaol romhat

es para la vida que se extiende ante ti.

Codladh sámh, codladh sámh

Duerme tranquilo, duerme tranquilo,

Codladh sámh a páiste mo chroí...

duerme tranquilo, mi corazón.

Tá dóchas in mo chro

Hay esperanza en mi corazón.

Amharc ar mo mhian

Mirad éste mi deseo

Glac mo chomhairle cinnte

Tomad mi promesa

Glac mo gr

Tomad mi amor.

La puerta se abrió y Lily clavó sus verdes ojos en los del asesino de su esposo, rojos como la sangre derramada.

- Entrégame el niño -.

- A Harry no. A Harry no. A Harry no, por favor – suplicó Lily, estrechando con más fuerza a su hijo, retirándose hasta un rincón de la habitación.

- Apártate, estúpida... apártate... -.

¿Apártate? La joven escrutó aquel rostro inhumano. ¿Qué retenía a Voldemort? El mago alzó la varita y apuntó al pequeño; Lily se lo puso a la espalda, ofreciendo su cuerpo como escudo.

- A Harry no. Te lo ruego, no. Cógeme a mí. Mátame a mí en su lugar -.

- Lo haré de todas formas si no te apartas, ese crío debe morir -.

- James y yo somos tus enemigos, la Orden del Fénix, no un niño de apenas un año al que estás a punto de dejar huérfano -.

- ¡Cállate! -.

¿Era compasión lo que había visto en aquellos crueles ojos? ¿Pena, dolor? Lily recordó que Dumbledore dijo que Voldemort antes había sido humano, un niño huérfano...

- A Harry no, por favor. Ten piedad, te lo ruego, ten piedad... -. La pelirroja se inclinó ante el mago, no le importaba perder su dignidad o su vida si podía salvar a su hijo.

- Conozco la profecía, ese niño me destruirá -. Unas chispas brotaron de la varita – Aparta, estúpida niña -.

- ¡A Harry no! ¡A Harry no! Por favor... haré cualquier cosa... -.

- A un lado... hazte a un lado, muchacha... -.

- ¡¡¡NOOO!!!, ¡es mi hijo y no me apartaré! ¡no le matarás, eso lo juro! -. Los ojos verdes se encendieron con todo el poder de Lily, unos ojos y una mirada que Voldemort jamás olvidaría - Amharc ar mo mhian, glac mo chomhairle cinnte, glac mo grá -.

- ¡Avada kedavra! -.

La maldición dio de lleno a Lily. Se desplomó hacia delante, sus cabellos rojos extendiéndose a su alrededor como una corona de llamas o un charco de sangre. Harry se quedó sentado en el suelo, abrazado al cuerpo de su madre, mirando a aquel ser tan feo que ahora reía. Una risa fría que helaba el corazón. La varita apuntó a Harry. Voldemort advirtió una marca roja en la frente del niño pero no le dio importancia, cualquier protección era inútil contra la maldición imperdonable.

El rayo de luz verde dio a Harry, sí, pero entonces Voldemort se dio cuenta de que había cometido un error, un tremendo y fatal error.

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31-11-1982

21:23

Diez mortífagos casi mueren cuando la casa de los Potter literalmente saltó por los aires. Peter consiguió incorporarse y transformarse en rata para huir del lugar. Realmente algo había salido muy mal.

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31-11-1982

21:50

¿Cómo podía haber sido tan estúpido? Sirius apuró al máximo el acelerador de su moto voladora, hasta que le lloraron los ojos por la velocidad. Él, el genial Sirius Black, había conseguido poner a sus mejores amigos en auténtico peligro. Tenía que advertirles, tenía que decirles que había ido a ver a Peter para asegurarse de su lealtad, porque últimamente estaba muy paranoico y veía mortífagos por todas partes, pero que al llegar a su guarida no había nadie y encontró unas ropas de negras cuyo dueño sólo podía servir a Voldemort.

Si les pasaba algo por su culpa jamás se lo perdonaría. Tendría que haber aceptado ser su guardián secreto, olvidarse de su vida alocada y sin responsabilidades para haberles protegido como se merecían. Eran su única familia, por todos los demonios.

La luna menguante daba suficiente luz para ver en la distancia. Y aquel humo y el resplandor rojo del fuego en el Valle de Godric no auguraban nada bueno. Sirius sentía como sus tripas se iban anudando por momentos.

Aterrizó limpiamente junto a las ruinas humeantes y reconoció al gigantón que surgía de aquella desolación.

- ¡Hagrid! -.

- Sirius... es horrible -. El Guardabosques lloraba empapando sus barbas – Están muertos... Lily y James... -.

Los ojos azules contemplaron incrédulos los cuerpos de sus mejores amigos, Hagrid los había sacado y ahora reposaban el uno junto al otro.

- No... – gimió el animago.

- No podías hacer nada Sirius, El-que-no-debe-ser-nombrado los encontró, sólo Dumbledore podría haberle hecho frente -.

- ¿Y Harry? -.

Hagrid le mostró el bultito que llevaba en brazos. El niño dormía o estaba inconsciente, una terrible cicatriz encarnada con forma de rayo cruzaba su frente.

- Es un milagro, no sé qué pasó, pero parece que la maldición no mató a Harry -.

- El hechizo rebotó... -. Sirius contempló las ruinas una vez más - ¿Y Voldemort? -.

- Muerto, desintegrado, no he encontrado ni rastro de él -.

- Hagrid, entrégame a Harry; soy su padrino, yo me ocuparé de él -. El joven extendió sus brazos, anhelante por cumplir una tarea que redimiera en parte su error.

- No puedo, Sirius, son ordenes de Dumbledore; debo llevarle al niño para ponerlo a salvo -.

Algo se rompió dentro del merodeador, el último hilo que le ataba a un razonamiento coherente. Dumbledore le echaba la culpa, no confiaba en él para cuidar de su ahijado. De manera que debía demostrar cuanto amaba a ese niño y a sus padres, bien, cazaría a la auténtica alimaña, al traidor, a Peter Pettigrew.

- Hagrid, llévate mi moto, yo no la necesito e irás más rápido y seguro -.

- ¿En serio?, gracias muchacho, la cuidaré bien -.

El Guardabosques le dio un breve abrazo y partió con el pequeño Harry, "el niño que vivió". Sirius se convirtió en perro y olfateó los alrededores. Un poderoso aullido resonó en el valle cuando encontró el rastro de la rata traidora.

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1-12-1982

8:17

Un personaje bajito y de rostro ratonil avanzaba a grandes zancadas por una de las calles de Londres. Debía llegar al Caldero Chorreante, a Knockturn y conseguir un pasaje a donde fuera, lejos de Gran Bretaña. Algo le decía que varias personas deseaban verle muerto, y el que más le preocupaba no era un mortífago sino el miembro más inclemente de la Orden del Fénix, Sirius Black. Estaba tan preocupado que seguramente el que estaba allí delante sólo era una visión.

- ¡Rata asquerosa! -.

Varios muggles miraron hacia ellos. Peter palpó la varita en su bolsillo; si no pensaba algo rápido iba a convertirse en carne picada.

- ¡Maldito desgraciado!, ¡inmundo engendro!, ¡TRAIDOR! -.

Los insultos de Black se sucedían con más fuerza a medida que se aproximaba a su objetivo varita en ristre. Para entonces muchos transeúntes les observaban curiosos.

- ¿¡Vas a atacarme, rata cobarde!? – rió Sirius.

La luz se hizo en la mente de Peter. Con un rápido hechizo se cercenó el dedo.

- ¡A Lily y a James, Sirius! ¿cómo pudiste? -.

El grito resonó por toda la calle al tiempo que Pettigrew alzaba la varita. Sirius lanzó su hechizo y todo en un radio de siete metros saltó por los aires.

Sirius se incorporó sobre su codo. Había muggles corriendo de un lado a otro y chillaban pero él no los oía, sordo por la explosión. Algo rojo le dificultaba la visión, sangre. Un enorme boquete ocupaba el lugar donde estuvo Peter, una acera ensangrentada. Sirius soltó una carcajada y otra, y una risa histérica se adueñó de su cuerpo y su mente.

Vio surgir de la nada un grupo de personas con túnicas oscuras. Su mente embotada y enloquecida por el dolor los identificó como mortífagos. Enarboló su varita entre carcajadas desquiciadas, tumbó a ocho pero eran muchos, más de quince, quizá veinte. Alguien gritó un hechizo y Sirius se hundió en la inconsciencia.

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1-12-1982

9:16

Remus leía. Era un complicado compendio sobre pociones, algo sobre una posible ayuda para su enfermedad. Sin embargo, no podía concentrarse. Pociones siempre había sido su espada de Damocles, pero era mucho peor al estar preocupado por la discusión que había tenido con Sirius hacía dos días; tiempo en el cual no había tenido noticias del animago y, conociéndole, era capaz de haber buscando un nido de mortífagos para desahogarse.

Dejó a un lado el libro, tomó su capa y salió a sentarse al porche. Vivía en una aislada zona de montaña, rodeada por un frondoso bosque al que los muggles no podían acceder y que se convertía en su coto privado de caza las noches de luna llena. Hacía frío y una fina capa de nieve salpicaba las copas de los abetos. Remus pensó que no estaría mal visitar al cabezota de Sirius, además era su cumpleaños.

Los ojos color miel divisaron una lechuza, un bonito ejemplar castaño que Remus identificó como propiedad de Hogwarts.

- Hola, Twister, ¿qué me traes? -.

El joven tomó el grueso pliego de papel y lo desplegó. La portada de El Profeta surgió ante sus ojos en su terrible y cruda realidad, la foto de las ruinas de una casa bajo la enorme leyenda "El-que-no-debe-ser-nombrado derrotado" y en una letra apenas más pequeña "Los Potter murieron anoche asesinados por el señor oscuro. Su hijo, Harry, único superviviente".

Las manos de Remus se crisparon de tal manera que a punto estuvieron de desgarrar el papel. De no haber estado sentado, seguramente se habría desplomado.

"...anoche la casa de los Potter, ubicada en el Valle de Godric, fue brutalmente atacada por quien-que-ustedes-saben. Según los primeros informes de que disponemos, James y Lily Potter fueron traicionados por su guardián secreto, Sirius Black, y asesinados personalmente por el señor tenebroso haciendo uso de la maldición imperdonable. Sin embargo, no ha sido aclarado el motivo por el que su hijo Harry, de apenas un año de edad, no sólo sobrevivió al ataque de quien-ustedes-saben sino que consiguió derrotarle y escapar con tan sólo una cicatriz en su frente como resultado del enfrentamiento. Muchos ya hablan de milagro... gracias a Harry Potter... el-niño-que-vivió...".

Remus dejó de leer, las letras se habían vuelto borrosas a sus ojos. James y Lily muertos. Sirius un traidor. Era imposible, Sirius preferiría mil veces la muerte a traicionar a sus mejores amigos, a su familia... ¿verdad?.

- ¿¡Verdad!? – gritó a la nada.

Necesitaba respuestas y sólo había alguien capaz de proporcionárselas. Entró en la casa y fue directo a la chimenea.

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1-12-1982

9:35

Una gran algarabía reinaba en el despacho de Dumbledore. Una decena de miembros de la Orden del Fénix discutían entre ellos y otro tanto hacían los habitantes de los cuadros colgados en cada rincón. Se respiraba un ambiente raro, de exultante alegría y aplastante tristeza. El director de Hogwarts se incorporó de su asiento cuando las llamas verdes llenaron la chimenea y dejaron pasar a un joven de cabello castaño veteado de gris; eso, las ojeras y la noticia que acababa de recibir se conjugaron para hacerle parecer mayor de repente. El silencio se abatió sobre los presentes.

- Hola Remus, imaginé que no tardarías en venir -.

- ¿Podría explicarme esto? -. El licántropo arrojó El Profeta sobre el escritorio.

- Me temo que no hay explicación posible, sólo hechos – suspiró el anciano y miró a McGonagall.

La profesora entendió al instante e hizo salir a los magos que abarrotaban el despacho. Aquello no hizo sino aumentar la aprensión de Lupin, sus ojos ambarinos pedían información a gritos.

- Remus, siéntate, por favor -.

- ¿Qué ocurre? – preguntó con la voz quebrada.

- Hablé con James hace dos días y me aseguró que Sirius sería su guardián secreto. Sé que parece imposible que Black les haya traicionado, pero es la única explicación factible -. Dumbledore se quitó las gafas, las limpió con su manga y volvió a colocárselas – Hay algo que El Profeta aún no ha podido publicar. Esta mañana, Sirius fue detenido en el corazón de Londres por un grupo de choque del Ministerio, mas no antes de hacer saltar por los aires media calle y matar a una docena de muggles y a un mago... a Pettigrew. Han enviado a Black a Azkaban sin juicio -.

A esas alturas Remus sentía un profundo vacío en su interior, el lugar que antes ocupaba su mundo y las personas a las que amaba. Solo, volvía a estar solo.

- ¿Y Harry? – consiguió preguntar.

- Lo dejé anoche con sus tíos, una pareja muggle de Surrey -.

- ¿Qué? -.

- Lo hice por dos buenas razones, Remus. La primera y principal es protegerle; Lily se sacrificó en nombre de su hijo creando una protección más poderosa que ninguna magia conocida hasta el momento, por eso el avada kedavra rebotó en Harry e hirió a Voldemort, pero para mantener vivo el hechizo el pequeño Potter ha de convivir con alguien de su propia sangre, la sangre de su madre -.

- ¿Y la segunda? -.

- Quiero que crezca como un niño normal y no en una familia de magos como el salvador del universo, todos queremos que Harry sea como sus padres y no un malcriado. Por el momento es mejor que se mantenga al margen del mundo mágico, ¿de acuerdo? -.

Una triste sonrisa asomó en el rostro del licántropo.

- Nunca se me ha pasado por la cabeza hacerme cargo de Harry, sencillamente el Ministerio no me dejaría y menos en las presentes circunstancias -.

- Siempre has sido el más razonable, Lupin -.

- ¿Puedo ver a Harry? -.

- Puedes ir hasta la casa y entrar si lo deseas, advertiré a quien esté de guardia para que no se alarmen; confío en tu discreción para que no te vea ningún muggle -.

- Gracias, Dumbledore -.

Remus usó la chimenea para llegar a Hogsmeade y allí coger el autobús noctámbulo. Apenas estuvo unos minutos en el pueblecito, suficientes para sentir el brutal peso de la nostalgia, cada rincón de aquel lugar contenía recuerdos de su época de estudiante.

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1-12-1982

12:30

La mole de Azkaban se alzaba en medio de ninguna parte, en un mundo frío, gris y rodeado de un encrespado mar. Una de las celdas tenía nuevo ocupante y los dementores se peleaban por custodiarlo, tan lleno de vida estaba. Sirius Black sentía las sombras al otro lado de la puerta, pero jamás tan terribles como las que ahora anidaban en su interior. James y Lily estaban muertos por su culpa. Peter era un traidor. Y él en Azkaban, pudriéndose como merecían aquellos que fallaban a las personas que les amaban.

Sirius se encogió en un rincón del cuartucho de piedra. En el fondo de su corazón sabía que era inocente, que todo había sido un cúmulo de casualidades. Pero era él quien había insistido en escoger a Peter, la rata traidora, y por su culpa ellos habían muerto y Remus se había quedado solo.

Su mente repetía una y otra vez lo ocurrido en los últimos días. El mortífago bajito, la discusión con Remus, la conversación con James y Lily, el horror al encontrar la túnica negra de Peter, el vuelo en moto, la casa arrasada, los cadáveres de sus amigos, Harry, la cicatriz, la caza de la rata, el centro de Londres, la explosión, la sangre, el dolor... el dolor que se había apropiado de todo su ser.

Gritó y gritó y lloró como jamás en su vida lo había hecho. Su alma se desangró de pena. El Sirius que todos conocieron en Hogwarts, el juguetón y alocado Padfoot, murió ese día en Azkaban con 23 años con su pasado y futuro hundidos en las tinieblas.

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1-12-1982

23:15

Remus había pasado gran parte del día dando vueltas por la ciudad, haciendo tiempo para poder visitar a Harry durante la noche, lo menos arriesgado. En sus vagabundeos había visto de todo. Auténticas bandadas de lechuzas de un lado a otro, fuegos artificiales mágicos, centenares de magos y brujas por las calles ataviados con sus túnicas... toda la comunidad mágica estaba de fiesta y lo festejaban en sus casas y las calles. Aquello no hacía sino acrecentar su rabia y su tristeza, era un insulto a la memoria de James y Lily... o no, ellos lucharon por la felicidad de los demás, quizás sí era el homenaje correcto.

Remus se coló en casa de los Dursley con facilidad. Iluminó sus pasos con una tenue luz de varita y recorrió las habitaciones con el sigilo que le caracterizaba. Empezó a asustarse al no encontrar a Harry en ninguna. Bajó al piso de abajo y descubrió una portezuela abierta bajo la escalera; allí, en la alacena, dormía el salvador del mundo, el-niño-que-vivió. La indignación casi le superó, pero consiguió aplacarse con la idea que Dumbledore estaba al corriente de la situación del niño y que no la consideraba alarmante.

Los ojos ambarinos se detuvieron entonces en la cicatriz con forma de rayo que cruzaba la pequeña frente. Extendió la mano y rozó aquel rebelde cabello negro, heredado de su padre.

Las lágrimas se empeñaban en escapar a su control y Remus las alejó pasando furiosamente la manga de su túnica por su cara. Quería quedarse con el niño, arañar hasta el último instante que pudiera, y al tiempo también deseaba huir de allí, silenciar el cúmulo de sentimientos y recuerdos que acabarían por asfixiarle si seguía mirando a Harry.

- Adiós Harry... no, hasta pronto, hasta que seas mayor -.

Remus retrocedió unos pasos y se desapareció.

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2-12-1982

18:30

- Mamá, mamá -.

- ¿Qué ocurre Charlie? -.

El niño le mostró a su madre una rata gorda y marrón de larga cola sonrosada.

- ¡Por Merlín!, ¡suelta ese bicho! -.

- No, por fa, deja que me la quede, la bañaré muy bien y así no tendrá ni bichos ni nada de nada -.

- ¿Se lo has preguntado a tu padre? -.

- Me ha dicho que sí, pero que también tenía que decírtelo a ti -.

La mujer contrajo el rostro en uno de sus rictus más severos pero el niño insistió con cara ilusionada.

- Ah, de acuerdo, quédatela -.

- ¡Genial!, ¡gracias mamá!, ¿has oído eso, Scabbers?, ahora vas a vivir con los Weasley -.

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N. de A. Ya sabéis, adoro los reviews.

Por cierto, no voy a poder escribir en una buena temporada por los exámenes. La universidad me reclama.

Besotes y tenna rato!!!

Rian Black.