Lamento mil el retraso. Han sido tiempos difíciles y escasos de inspiración.

En este fic, lo había olvidado mencionar, la relación entre Ty y Max ante los demás es de los mejores amigos. Ray es el mejor amigo de Kai, pero en relación a los otros dos son indiferentes.

Fic YAOI, con escenas gráficas y absolutamente explícitas. Si NO eres tolerante, no leas.

CAPÍTULO DEDICADO A ORO MAKOTO, POR SU CUMPLEAÑOS QUE POR CIERTO FUE AYER. FELICITACIONES.

Tres Semanas

Pieza Segunda

Si de apuestas se trata...

Su mano estaba cerrada en torno a la garganta de Yuriv. Jamás le había parecido el muchacho tan frágil, así de delicado sonaba en esos momentos su cuello. Bastaría con ejercer un poquito de presión y podría olvidar para siempre que alguna vez hubo un estorbo en su vida con cabello rojo.

Claro, después se vería en dificultades para encontrar motivos para no ir a la cárcel, pero siempre podía alegar completa locura. Ese era un buen motivo: fue maltratado desde niño y no halló nada mejor que desquitarse con el primer idiota que lo provocó.

Sonaba convincente ¿no?

Lo observó por última vez o al menos eso suponía. Los ojos azules entrecerrados mientras el rostro adquiría un ligero matiz violáceo, probablemente fruto del estrangulamiento que estaba sufriendo, los labios pálidos, las fosas nasales dilatadas ante la búsqueda perpetua de un poco de aire.

Sería la última vez que lo viera y eso lo hacía feliz.

¿En qué momento preciso de su vida había enloquecido?

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Max deslizó su dedo índice por la espalda desnuda de Tyson, dibujando cuidadosamente lo que probablemente era una gran demostración de arte abstracto. Le gustaba el tacto suave y caliente de la piel de su pareja contra su mano, le transmitía calor por todas sus terminales nerviosas y finalmente se deslizaba por su cuerpo como una corriente eléctrica.

Se inclinó hasta tocar con los labios el hombro derecho y deposito un beso desprovisto de pasión, con algo de cariño fruto de su eterna amistad. Y sintió en sus labios, el sabor exquisitamente dulce de la piel de Ty- chan, almizclándose en su boca.

¿Adicto a Takao, Max?

Dejó escapar una risita mientras se reacomodaba en el estrecho sillón, divertido ante sus propios pensamientos lujuriosos.

- ¿Te importaría dejar de moverte, Maxie? Trato de dormir.

Le revolvió los cabellos con una mano, respondiéndole negativamente mientras continuaba explorando el sabor del hombro de Tyson. Era interesante ir descubriendo los ligeros matices que tenía, sin dejar por eso de saber extraordinariamente dulce.

Le gustaba besarlo y sentir aquella impresión vana y fugaz de propiedad absoluta. Poder decir mío y estar seguro de que así lo era.

Ty era suyo.

- Max... – alegó con voz cansada.- Para ya.

Recordó la primera vez que lo había visto. Para ese entonces eran apenas unos niños pequeños, inocentes a su tierna edad que se habían convertido en amigos. Los mejores amigos que podían existir, inseparables por siempre. No se conocía otra parejita más tierna que esa, dos pequeños niños solitarios y abandonados que se dedicaban a estar juntos en los momentos de soledad.

La soledad compartida es menos dolorosa ¿Cierto?

- Estoy aburrido.- comentó Max al azar, apartándose los cabellos rubios de los ojos.

Seguir viviendo le parecía una tarea demasiada pesada. Continuar en aquel rincón del mundo con ningún motivo por el cual estar... no valía la pena el esfuerzo.

Tyson salió del lío de brazos y piernas que constituían en el sillón y rodó por el suelo para buscar su ropa. Comenzaba a sentir frío y, además, ya no le quedaba nada por hacer en aquel lugar.

- Espero que no sea una indirecta que incluya sexo.- apuntó a su vez Tyson.- Yo estoy cansado y debo irme. No quiero que mi abuelo me regañe por llegar tarde de nuevo.

- ¿No te harta hacer todos los días lo mismo?

Ty abandonó su laborioso trabajo de tratar de rescatar sus pantalones de debajo del sofá y se volvió para observar a su acompañante. Max estaba recostado de espaldas (parecía no importarle su absoluta desnudez) observando con una expresión casi nostálgica el techo raso de la habitación.

- ¿De qué hablas?-

- De todo esto. – replicó el rubio señalando a su alrededor.- Hablo de todo. Hacer todos los días lo mismo, tener que vivir cada segundo igual que el anterior.

Cierta alarma se activó en la cabeza de Tyson que lo obligó a acercarse. Gateó lentamente hasta quedar al lado de Max y admiró detenidamente los detalles de su perfil, un rostro tan delicado como el de una muchacha, bello y fino como de doncella.

Max era aquella persona de quien podría enamorarse algún día. Quizá no hoy ni mañana... pero era lo más probable.

¿Eso lo alegraba?

Acarició con ternura la frente pálida, secando con la palma de su mano un par de gotas de sudor cristalino que rodaban por la piel nívea, deteniéndose a delinear cuidadosamente las cejas arqueadas. Sintió relajarse al chico contra sus cariños y esbozó una tímida sonrisa.

- Eso es algo que no podemos cambiar. No depende de nosotros.

- ¿Cómo aceptas algo así?- reclamó en voz baja el rubio.- ¿Cómo soportas saber que no estás controlando lo que haces?

Tyson se inclinó sobre él hasta casi tocar sus labios con los propios. Mezcló sus alientos mientras ambos suspiraban cálidamente y besó de manera invisible cada poro de la piel suave de Max.

- No seas melodramático, Maxie. Estás exagerando. - lo calmó.- Aunque a decir verdad, yo también estoy aburrido.

- ¿Ah, sí?- inquirió Max sonriendo pícaramente.

- Sí. Creo que deberíamos de buscar alguna entretención, algún pasatiempo. – Tyson se estiró y le dirigió una mirada rápida a su amigo.- Tenemos que buscar alguna otra cosa en que divertirnos.

El rubio agitó la cabeza para sacar de ahí ciertos pensamientos oscuros y poco santos y detuvo su mirada en la lámpara que pendía del techo.

- Pues... se me ocurre algo que nos ayudaría a pasar un poco el tiempo.

- Si es otra de tus ideas pervertidas puedes olvidarla.

- ¡Oye!- exclamó ofendido- Esta no es pervertida.

Ambos rieron suavemente. El reloj de la sala dio las cinco de la tarde.

- Creo que nos vendría bien tener nuevos desafíos, Ty- chan.

- ¿A qué te refieres con "nuevos desafíos"?

- Hablo de hacer algo diferente. Y se me ha ocurrido algo estupendo

- A ver, habla Maxie. Ya veremos si es tan estupendo como dices- pidió Tyson sentándose en el suelo, interesado.

- Pues... tengo una apuesta imposible para ti.

El peliazulado observó ligeramente desconcertado al otro muchacho. Había algo curioso en la expresión de Max... algo que no le estaba dando buena espina.

- ¿Qué clase de apuesta?

- Escucha y verás a lo que me refiero con imposible.- Max se acercó lo suficiente a Tyson como para depositar un beso húmedo en el lóbulo de su oído y dijo con voz acariciante. – Sé de alguien inmune a ti, alguien que jamás se enamoraría de ti y te apuesto a que eres incapaz de ablandar aunque sea un poquito su corazón.

- Oh.

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- Creí que finalmente me había llegado la hora. – balbuceó apenas el pelirrojo.- Espero que seas consciente de que eres un animal.

Kai decidió dejar de prestar oídos a las venenosas frases del ruso y siguió caminando en silencio. Definitivamente luego de ese lapso asesino, tenía que pensar muy bien las cosas.

No podía ir por la vida tratando de matar a los imbéciles que decidieran joderle la vida.

- Hiwatari, es notable la manera en que descargas la frustración de saber que babeas por un imposible.

Ya era bastante tarde y aún no terminaba de analizar el hecho por el cual había ido a buscar a Tyson, porque había dejado que aquellos estúpidos pensamientos semi- románticos lo llevaran hasta la puerta misma de su casa, con la clara intención de ver aunque fuera un instante los ojos tormentosos.

¿Por qué él querría ver a Tyson?

Lo sabes. Siempre lo has sabido y por eso huyes.

- Ty- chan es demasiado para ti, es sólo un sueño de tu cabecita expuesta al sol.

Lo sabía y odiaba tener la plena conciencia de que cualquier sentimiento que albergara hacia el chico era una completa quimera.

Pateó furiosamente una lata que algún irresponsable había dejado en mitad de la calle y enterró las manos hasta el fondo en sus bolsillos. Buscó mentalmente alguna tonada alegre para silbar y se sintió profundamente frustrado al darse cuenta que no sabía llevar a cabo dicha acción.

- ¿Sabías que Ty- chan va conmigo todos los domingos a ver el baseball?

Kai se detuvo en seco ante la frase... ¿Por qué Tala seguía tratando de hacer que lo matara?

- ¿Qué intentas decir, Yuriv?

- Yo nada.

Llegaron ante una calle concurrida que les cortó el paso abruptamente. El ruido de las personas hablando sin cesar, las ruedas rechinando contra el pavimento y el bullicio general de los motores en la gran ciudad apagaron a duras penas el gruñir de sus pensamientos. Vaya si sabía de lo que estaba hablando Yuriv, pero no le iba a dar el gusto de saber lo mucho que lo dañaba con sus estupideces.

- Eres un cobarde, Hiwatari.

- ¿No puedes hablar un poquito más claro, Yuriv? Realmente no entiendo a donde quieres llegar.

Se detuvo para quedar frente al otro joven y lo pudo analizar detenidamente. Odiaba admitir que el idiota tenía su atractivo... ¿Acaso Tyson estaría interesado en él?

- ¿Qué? ¿Acaso te gusta lo que miras, Kai?- replicó mordazmente Tala, notando la mirada del otro recorrerle.

- Piérdete, idiota.

- Muy original, Hiwatari. Supongo que no te interesa escuchar lo que tengo que decirte.

- No. No me interesa en lo más mínimo.

Cruzó los brazos contra su pecho y aguardó a que la necesidad de hablar pudiera con el pelirrojo. La gente pasaba por su lado sin prestarles atención y eso lo hacía sentir bien.

- Eres un marica. Ni siquiera fuiste capaz de enfrentarme en el pasado y ahora menos ¿Ne, Kai?

Volvía a tener que mirar hacia atrás. Volver a los recuerdos que llevaba una vida queriendo olvidar.

- Yo pude llegar a amarte ¿Sabías?

Pero no pudo ser ¿Es que no podemos dejar esto atrás?

- Pero tú nunca has sido capaz de querer a alguien ni de entender lo que significa en un ser humano normal el sentir. ¿Sabías que la gente común tiene sentimientos?

No. Si nadie se preocupaba por él... ¿Por qué tendría que preocuparse él por los demás?

- Supongo que debes de desear a Ty- chan lo suficiente como para estar así de confundido. Pero en ti dudo mucho poder encontrar algo más allá de deseo físico hacia él.

- ¿Es que acaso tú si le ofreces algo más?

Yo no puedo. Ya ha pasado el tiempo de hacerlo.

- Por supuesto que sí. Yo si puedo amarlo. Tú no y él tampoco puede amarte.

No, no puede. Porque eso sería su destrucción.

- ¿Y por qué no? ¿Por qué tú lo dices?

- ¿Acaso crees que si puede?

- Estoy seguro de eso, Yuriv.

- Pues entonces trata de demostrármelo, Kai. Trata de enseñarme que eres capaz de enamorar a Tyson y ahí veremos si eres un marica o no.

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- ¿Podrías repetir eso?

- Dije que te apuesto a que eres incapaz de enamorar a Kai Hiwatari.

- Max, estás completa y absolutamente loco. Me voy.

Se terminó de acomodar los pantalones mientras pensaba en los diferentes buenos sicólogos que había en la ciudad. Algo estaba fallando en la cabeza del otro joven como para proponer semejante... tontería.

- Oh, Ty- chan, detente. No seas grave, es sólo un juego el que te propongo.

- Un juego que definitivamente no quiero jugar. No me voy a meter en una apuesta en la que juguemos con algo tan sagrado como esto.- sentenció Takao mientras se ataba los tenis.

- ¿Sagrado? Antes no pensabas eso.- gruñó Max, recordándole los tiempos en que se pasaban la vida haciendo apuestas.

- Entonces éramos sólo niños.

- Seguimos siendo niños... aún no cumplimos los 18 años ¿sabías?

Por toda respuesta, una almohada se estrelló contra su cabeza. Tyson caminaba dignamente hacia la puerta.

- ¿Qué? ¿Acaso es demasiado difícil para ti?

- No estamos hablando de eso, Max. Intento meter en esa cabeza de alcornoque que tienes que no es correcto jugar con los sentimientos de los demás.

- Hablo de KAI HIWATARI. ¿Ha demostrado tener sentimientos alguna vez?

- Eso fue un comentario malvado ¿lo sabías?

- ¿Aceptas o no?

Tyson observó desde el umbral a Max. La sonrisa dulcemente infantil, el cabello desparramado una vez más por su frente. Decidió ignorar que estaba desnudo y los motivos de esto y sonrió ante la ternura de la escena.

- Depende de lo que esté en juego. ¿Qué gano si lo conquisto?

- Pues... ¿Qué quieres ganar?

Soltó una carcajada mientras se lo pensaba. Aquello no dejaba de parecerle peligroso (¿Jugar con un Hiwatari? Ni loco) pero ahí mismo radicaba su encanto. En el peligro y el desafío de la dificultad de acercarse tan sólo un poquito a Kai. Observó a Max y volvió a sonreír.

- Pues... supongo que tener un sirviente rubio por una semana no me vendría nada de mal. Aunque si yo tengo que conquistar a Kai, creo que lo más lógico es que tú también tengas tu desafío imposible.

- Para mí no existen los imposibles, Ty... ¿De quién estaríamos hablando?

- Pues... déjame pensarlo por mientras. Te digo mañana.

Hizo un gesto con la mano a guisa de despedida y luego abrió la puerta para enfrentarse al iluminado pasillo. ¿En qué lío se estaba metiendo ahora?

Continuará...

Veamos, un capítulo transitorio entre el comienzo y la verdadera acción. Ya comienza a ponerse claro el asunto... aunque pasaran muchas cosas durante esta famosa apuesta. Había olvidado mencionar que habrá un confuso y dramático pasado para Tala y Kai.

Espero les haya gustado el capítulo y me hagan saber sus opiniones.

Gracias a:

Tsubaza Winner

Kokoro Yana

Nancy Hiwatari

Kary

Oro Makoto Hayama Ichigo

Yuuna Ushiha

Shamanhoro

Dalia Himura

Martha

Por sus mensajes.

DEJEN REVIEWS!

Un beso a todos.

Lizz