CAPÍTULO 6: DUDAS Y EMBOSCADA
Aída se encontraba en el recinto de las amazonas, conversando con Marín sobre lo que había sucedido durante toda la semana anterior, desde que Aioria descubrió que salía con Mu.
-No te preocupes, Aída- dijo Marín- tu hermano quiere lo mejor para ti, y estoy segura que se dará cuenta de que Mu es bueno...-
-Eso espero- dijo Aída, esperanzada.
-Bueno- dijo Marín, encogiéndose de hombros- supongo que podré entrenar a las nuevas aprendices...-
-Como sea...- dijo Aída, desganada. Vio a las aprendices y, a pesar de que solo llevaba unas cuantas semanas ahí, pudo detectar una nueva. Era ligeramente más alta que ella, y de cabellos de color azul oscuro. Se acercó a ella.
-Hola- dijo Aída, acercándose a la nueva amazona- ¿cómo te llamas?-
-Me llamo Serena- dijo la amazona- soy nueva aquí...-
-Te comprendo, yo también lo soy...- dijo Aída- me llamo Aída, y llevo apenas unas semanas aquí-
-Me alegro encontrar a alguien que tampoco conoce aquí muy bien...- dijo Serena- ¿y... porqué decidiste ser amazona?-
-Mis hermanos son... caballeros- dijo Aída, cuidándose de no revelar su identidad por completo- ¿y tú?-
-Pues... yo he venido a buscar a un caballero dorado- dijo Serena- se llama Milo...-
-¿Milo de Escorpión?- preguntó Aída sorprendida- me han dicho muchas cosas malas de él...-
-Y todas ellas son verdad, muchacha- dijo Serena- pero hay un caballero dorado todavía peor que Milo...-
-¿Peor?- preguntó Aída- ¿puede haber alguien peor?-
En ese momento, varias amazonas más se acercaron y se sentaron a platicar, pues había comenzado el primer descanso.
-¿De qué hablan, chicas?- dijo una rubia.
-De un caballero dorado, Mayra- dijo otra chica, peliverde.
-No me digas, Yadira- dijo Mayra.
-¿Y de que caballero hablan?- preguntó una tercera amazona, morena.
-De Milo de Escorpión, Alethia- dijo Serena- y de otro caballero aún peor-
Las amazonas rieron incrédulamente.
-¿Acaso puede haber alguien peor que Milo?- dijo Alethia.
-Ciertamente- dijo Serena- porque si bien Milo es así, no lo disimula. En cambio, el caballero de quien hablo lo disimula perfectamente, y no parece que fuera así...-
-¿Y quién es ese caballero?- preguntó Mayra.
-Mu de Aries-
-¿Qué?- dijo Aída, sorprendida- no es posible-
-¿Mu de Aries?- dijo Yadira- si es tan serio...-
-Es increíble- dijo Alethia- Mu es serio y caballeroso, no puede hacer algo así a una chica...-
-Sí, claro- dijo Serena- yo conocí a una chica que fue su novia, y me contó horribles cosas de él...-
-No es posible...- dijo Aída- me estás mintiendo...-
-No miento- dijo Serena- velo por ti misma y te convencerás... primero ilusiona a las chicas y luego utiliza la excusa de 'te dejo porque no quiero lastimarte si algo me pasa...' o como 'puedo morir y te dejaré sola, así que mejor te dejo de una vez...'-
-Imposible- dijo Aída, molesta- no puedo creer que Mu haga algo así...- y se levantó y volvió a la casa de Piscis. Las demás amazonas se fueron a seguir con su entrenamiento. Serena miró a Aída mientras se alejaba.
-Bueno, no me creyó- murmuró para sí misma- sin embargo, sembré la duda en su corazón... solo falta que el propio Mu haga el resto...- y se alejó, riendo, hacia el bosque junto al Santuario.
******************
-Hola, preciosa...- un caballero bloqueó el paso de Aída hacia la casa de Piscis. Era Milo.
-¿Qué demonios quieres, bicho sobrealimentado?- respondió la chica de mal humor.
-Nada- dijo Milo- solo quiero saber a dónde te diriges...-
-No es tu asunto- dijo Aída.
-Claro que lo es, preciosa- dijo Milo- mi deber es vigilar el paso de esta casa, y si no me dices a donde te diriges, me temo que no te dejaré pasar...-
-Voy a la casa de Sagitario, porque estoy buscando a Aioros...- respondió desganada.
-Está bien- dijo Milo, con una sonrisa astuta- pasa...-
-Gracias- dijo ella, y continuó subiendo hasta la casa de Piscis. En cada escalón, sus dudas iban en aumento. ¿Sería acaso cierto, o siquiera posible, lo que Serena le acababa de decir? No, imposible. Al llegar a su habitación, se encerró, pensando que esa noche hablaría con Mu.
******************
Esa tarde, en la casa de Aries, Kiki notó un aire extraño en su maestro, que estaba sentado en el suelo y parecía que su mente estaba en otro mundo.
-Maestro Mu, ¿qué le sucede?-
-Nada, Kiki, estoy algo triste...-
-¿Y eso?- preguntó Kiki- creí que Aída...-
-Es por Aída- interrumpió Mu- tengo que dejarla...-
-¿Por qué?- preguntó Kiki- si yo creí que usted la quería...-
-Porque la quiero, Kiki- dijo Mu- no quiero lastimarla...-
-No entiendo- dijo el chiquillo, rascándose la cabeza y pensando en que las cosas de los adultos son siempre mucho más complicadas.
-Mira...- dijo Mu- si algo me llegara a pasar... si muriera y la dejara sola, no puedo imaginar que ella sufra por mi culpa, y...- se interrumpió al ver la mirada de Kiki- ¿porqué me miras así?-
-Porque creo que es un error- dijo Kiki- ¿quién te ha metido esa idea en la cabeza?-
-Aioria- contestó Mu- él me hizo comprender eso... y debo admitir que tiene razón...-
-Pues yo sigo pensando que es un error...- dijo Kiki, encogiéndose de hombros- ¿a quien se le ocurre lastimarla de antemano? Pero tú sabes lo que haces...-
-Exacto- dijo Mu, algo molesto de que su propio alumno lo estuviera reprendiendo- lo haré esta noche...-
***************
Esa noche, en la casa de Aries, Mu y Aída se vieron como siempre. Los dos se encontraban sentados en la entrada del Templo. Mu aún dudaba si decir o no lo que pensaba: no quería lastimarla, pero tal vez todo sería por su propio bien. En su mente, resonaban las palabras de Aioria: 'déjala ir' pero también las de Kiki: 'es un error'...
-¿Qué te sucede, Mu?- preguntó Aída, sintiendo el aura de emociones confusas en el caballero de Aries.
-Nada...- mintió Mu, asustado al ser sacado de sus pensamientos de esa manera.
-Pero sí sucede algo- dijo Aída- algo te preocupa. No creas que no me he dado cuenta. Aún tus besos saben distinto...-
Mu suspiró. No podía ocultarle nada. Bien dicen que las mujeres pueden ser muy intuitivas, y ella lo demostraba.
-Yo...- dijo Mu, sin saber que palabras utilizar- yo... estoy preocupado. Por ti-
-¿Y eso?- preguntó Aída sin entender.
-Yo... tengo miedo que... que algo malo llegara a pasar... a mí o a tus hermanos...- continuó Mu- y yo pensaba que... sería mejor que...-
Aída escuchaba atentamente, y recordaba lo que Serena le había dicho esa mañana. Un coraje que nunca antes había sentido comenzó a llenar su corazón. Cuando Mu terminó de hablar, Aída se levantó, enfurecida.
-¡Ya me habían advertido que hacías eso, pero no les creí!-
-¿Advertido que?- preguntó Mu sin entender- ¿de que hablas?-
-¡Que siempre haces lo mismo!- gritó Aída. Los gritos hicieron que Kiki saliera de su habitación, sorprendido. Al ver a su maestro y a la chica discutiendo, se quedó en la puerta mirando la escena.
-¿Qué dices?- preguntó Mu- si fue Aioria quien me dijo...-
-¡No es cierto!- interrumpió ella. No quería llorar, pero sus lágrimas ya habían comenzado a correr por su rostro- siempre juegas igual... no quería creerlo, pero ya veo que es cierto-
-Aída, yo...-
-¡Basta! No dejaré que sigas haciéndome esto- llorando, Aída se llevó las manos al pecho y sintió el metal dorado- ¡toma, para que se lo des a la siguiente!- y, arrancándose el collar, lo lanzó a Mu. Luego, se fue corriendo en dirección al bosque.
Mu se quedó de rodillas en el suelo, aún sosteniendo el collar dorado entres sus manos, cuando sintió un par de manos sobre su hombro derecho. Kiki vio como su maestro volvía su rostro lleno de lágrimas hacia él.
-Señor Mu- dijo el chico- ¿qué ha pasado?-
-Yo...- dijo el caballero- yo no tenía la intención de lastimarla...- se levantó y entró a su habitación cerrando la puerta. Kiki se quedó afuera.
-Estoy seguro de que esto es un gran malentendido- dijo Kiki para sí mismo- tengo que hablar con ella y hacerla entrar en razón...- y se teletransportó al bosque.
*************
-¿Sentiste eso, Aioria?- preguntó Aioros de pronto. Aioria asintió, dando un suspiro de alivio- ¿crees que todo esté bien?-
-Sí- dijo Aioria, y rápidamente le contó a su hermano la plática que había tenido con Mu.
-¿Cómo pudiste hacer eso?- dijo Aioros sin entender- lo único que lograste es que nuestra hermana sufriera... es una tontería...-
-Luego lo entenderás, Aioros- dijo Aioria con aire de sabiduría. Aioros suspiró. Tenia serias dudas de que eso llegara a suceder.
***************
Aída se encontraba sola en el claro del bosque. Solo la luz de la luna iluminaba el lugar. La chica lloraba amargamente, abrazando sus rodillas contra su pecho y escondiendo la cara entre sus brazos. Tal vez, si le hubiera hecho caso a su hermano, esto no hubiera sucedido.
-Aída, ¿por qué lloras?- una voz infantil le preguntó.
-¿Quién eres?- preguntó Aída sin levantar la vista.
-Soy yo, Kiki...-
-¿Qué quieres?- dijo ella- ¿acaso tu maestro te envió a...?-
-Mi maestro no me envió a nada- interrumpió Kiki- yo vine para asegurarme de que estuvieras bien...-
-Lo estoy- dijo ella- ya puedes irte...-
Kiki, ignorando esto, se acercó a ella y se sentó a su lado.
-No entiendo que fue lo que pasó hace un rato- dijo Kiki- a mi maestro le costó mucho hacer lo que hizo, para protegerte...-
-No es verdad- dijo ella- Mu siempre hace eso... ilusiona a las chicas y luego las deja así...- Kiki se quedó helado y sorprendido. Aída lo miró- no pongas esa cara, bien lo sabes...-
-Lo que yo sé- dijo Kiki- es que en los nueve años que he vivido con Mu, él nunca se había enamorado ni salido con una chica, hasta el día que te conoció. Y si no me crees- agregó, al ver que Aída estaba a punto de reclamar- puedes preguntarle a cualquier caballero dorado, aún a tus hermanos... ellos lo conocen muy bien-
-Pero...- dijo ella- ¿cómo sabes que en realidad...?-
-Por su cosmo, Aída- dijo Kiki- su cosmo ha estado muy distinto estos últimos días... es inconfundible...-
-Yo... lo siento, Kiki- dijo Aída, apenada, comprendiendo su error- no debí haberme dejado llevar por lo que me dijeron... pero tenía tanto miedo de que fuera cierto...- Kiki se encogió de hombros y le sonrió. Aída se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y sonrió- gracias...-
-No es nada- dijo Kiki- volvamos... ya está oscuro y hace algo de frío-
-Sí- dijo ella, frotándose los brazos.
Aída se levantó del suelo. Vio como Kiki se adelantó unos pasos. Estaba a punto de hacer lo mismo, cuando un par de brazos la jalaron hacia atrás. Una mano cubrió su boca. Al tratar de zafarse, levantó la vista y vio como dos sombras se aproximaban a Kiki. Desesperada, mordió la mano que cubría su boca.
-¡Kiki! ¡Atrás de ti!- gritó con fuerza, pero demasiado tarde. Dos hombres se lanzaron sobre Kiki. Aída trató de liberarse, pero la sujetaban con demasiada fuerza. Estaba a punto de encender su cosmo, cuando uno de los hombres sacó una pistola y puso el cañón sobre la sien del niño.
-Más te vale que no te muevas, muchachita- dijo el hombre- o este niño sufrirá las consecuencias...-
Aída dejó de forcejear. Otros dos hombres salieron de entre los árboles, llevando cuerdas. Uno colocó el cañón de su pistola en su barbilla, mientras el otro ataba sus manos hacia adelante. Kiki no lograba entender porqué Aída dejaba que hicieran eso, pero pronto lo comprendió. No vio en los ojos de la chica nada de sumisión, sino la misma fiereza que había en los ojos de Aioria.
-¿Qué planea hacer?- se preguntó Kiki a sí mismo.
-Esto fue más fácil de lo que creímos...- murmuraba uno de los hombres, mientras los otros asentían a carcajadas.
Una vez que el hombre terminó de atar las manos de Aída, el que encañonaba a Kiki retiró la pistola. Aída se dio cuenta de ello y, de un codazo, apartó al hombre que sostenía la otra pistola. Con otro codazo, apartó al hombre que había atado sus manos y con una patada se zafó del que la sostenía por detrás.
Al correr hacia Kiki, uno de los hombres la tomó del tobillo y la hizo caer.
-¿A dónde crees que vas, preciosa?- dijo el hombre- yo te haré pagar por lo que acabas de hacer...- y la atrajo hacía sí mismo. Con el pie que tenía libre, Aída pateó la cara del hombre que la tenía sujeta, haciendo que la soltara dando un alarido. Suspiró aliviada.
-¡Aída!- gritó Kiki.
Aída levantó la vista y vio como el niño era empujado contra un árbol. La chica se puso de pie para ayudarlo, pero dos tipos ya se habían levantado. Uno la volvió a sostener por atrás y otro apretó un paño humedecido en cloroformo sobre el rostro de la chica hasta que ésta se durmió.
-¡Aída!- volvió a gritar Kiki, forcejeando para liberarse- ¡déjenla!-
-Lo que hagamos con ella no es asunto tuyo, enano- dijo uno de los hombres- tú te quedarás aquí... para cuando te liberes, ya estaremos muy lejos de aquí...-
-¡No!- dijo Kiki, mientras era atado a un árbol- ¡basta...!- pero ya no pudo gritar más, porque uno de los hombres le metió un pedazo de tela en la boca. Los cinco hombres se alejaron, riendo ruidosamente, y llevándose a Aída con ellos.
Una vez que desaparecieron, Kiki se teletransportó cinco pasos adelante, liberándose de sus ataduras, y escupió el pedazo de tela.
-Vaya, esto sí que es un alivio- dijo frotándose las muñecas- ¡pero qué estoy diciendo! Tengo que ir a avisarle al señor Mu...- y se teletransportó a las doce casas.
****************
CONTINUARÁ...
Bueno, chicos, espero que les esté agradando... Lamento dejarlos en suspenso... Mándenme sus reviews!!! Los estoy esperando jeje...
Abby L.
Aída se encontraba en el recinto de las amazonas, conversando con Marín sobre lo que había sucedido durante toda la semana anterior, desde que Aioria descubrió que salía con Mu.
-No te preocupes, Aída- dijo Marín- tu hermano quiere lo mejor para ti, y estoy segura que se dará cuenta de que Mu es bueno...-
-Eso espero- dijo Aída, esperanzada.
-Bueno- dijo Marín, encogiéndose de hombros- supongo que podré entrenar a las nuevas aprendices...-
-Como sea...- dijo Aída, desganada. Vio a las aprendices y, a pesar de que solo llevaba unas cuantas semanas ahí, pudo detectar una nueva. Era ligeramente más alta que ella, y de cabellos de color azul oscuro. Se acercó a ella.
-Hola- dijo Aída, acercándose a la nueva amazona- ¿cómo te llamas?-
-Me llamo Serena- dijo la amazona- soy nueva aquí...-
-Te comprendo, yo también lo soy...- dijo Aída- me llamo Aída, y llevo apenas unas semanas aquí-
-Me alegro encontrar a alguien que tampoco conoce aquí muy bien...- dijo Serena- ¿y... porqué decidiste ser amazona?-
-Mis hermanos son... caballeros- dijo Aída, cuidándose de no revelar su identidad por completo- ¿y tú?-
-Pues... yo he venido a buscar a un caballero dorado- dijo Serena- se llama Milo...-
-¿Milo de Escorpión?- preguntó Aída sorprendida- me han dicho muchas cosas malas de él...-
-Y todas ellas son verdad, muchacha- dijo Serena- pero hay un caballero dorado todavía peor que Milo...-
-¿Peor?- preguntó Aída- ¿puede haber alguien peor?-
En ese momento, varias amazonas más se acercaron y se sentaron a platicar, pues había comenzado el primer descanso.
-¿De qué hablan, chicas?- dijo una rubia.
-De un caballero dorado, Mayra- dijo otra chica, peliverde.
-No me digas, Yadira- dijo Mayra.
-¿Y de que caballero hablan?- preguntó una tercera amazona, morena.
-De Milo de Escorpión, Alethia- dijo Serena- y de otro caballero aún peor-
Las amazonas rieron incrédulamente.
-¿Acaso puede haber alguien peor que Milo?- dijo Alethia.
-Ciertamente- dijo Serena- porque si bien Milo es así, no lo disimula. En cambio, el caballero de quien hablo lo disimula perfectamente, y no parece que fuera así...-
-¿Y quién es ese caballero?- preguntó Mayra.
-Mu de Aries-
-¿Qué?- dijo Aída, sorprendida- no es posible-
-¿Mu de Aries?- dijo Yadira- si es tan serio...-
-Es increíble- dijo Alethia- Mu es serio y caballeroso, no puede hacer algo así a una chica...-
-Sí, claro- dijo Serena- yo conocí a una chica que fue su novia, y me contó horribles cosas de él...-
-No es posible...- dijo Aída- me estás mintiendo...-
-No miento- dijo Serena- velo por ti misma y te convencerás... primero ilusiona a las chicas y luego utiliza la excusa de 'te dejo porque no quiero lastimarte si algo me pasa...' o como 'puedo morir y te dejaré sola, así que mejor te dejo de una vez...'-
-Imposible- dijo Aída, molesta- no puedo creer que Mu haga algo así...- y se levantó y volvió a la casa de Piscis. Las demás amazonas se fueron a seguir con su entrenamiento. Serena miró a Aída mientras se alejaba.
-Bueno, no me creyó- murmuró para sí misma- sin embargo, sembré la duda en su corazón... solo falta que el propio Mu haga el resto...- y se alejó, riendo, hacia el bosque junto al Santuario.
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-Hola, preciosa...- un caballero bloqueó el paso de Aída hacia la casa de Piscis. Era Milo.
-¿Qué demonios quieres, bicho sobrealimentado?- respondió la chica de mal humor.
-Nada- dijo Milo- solo quiero saber a dónde te diriges...-
-No es tu asunto- dijo Aída.
-Claro que lo es, preciosa- dijo Milo- mi deber es vigilar el paso de esta casa, y si no me dices a donde te diriges, me temo que no te dejaré pasar...-
-Voy a la casa de Sagitario, porque estoy buscando a Aioros...- respondió desganada.
-Está bien- dijo Milo, con una sonrisa astuta- pasa...-
-Gracias- dijo ella, y continuó subiendo hasta la casa de Piscis. En cada escalón, sus dudas iban en aumento. ¿Sería acaso cierto, o siquiera posible, lo que Serena le acababa de decir? No, imposible. Al llegar a su habitación, se encerró, pensando que esa noche hablaría con Mu.
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Esa tarde, en la casa de Aries, Kiki notó un aire extraño en su maestro, que estaba sentado en el suelo y parecía que su mente estaba en otro mundo.
-Maestro Mu, ¿qué le sucede?-
-Nada, Kiki, estoy algo triste...-
-¿Y eso?- preguntó Kiki- creí que Aída...-
-Es por Aída- interrumpió Mu- tengo que dejarla...-
-¿Por qué?- preguntó Kiki- si yo creí que usted la quería...-
-Porque la quiero, Kiki- dijo Mu- no quiero lastimarla...-
-No entiendo- dijo el chiquillo, rascándose la cabeza y pensando en que las cosas de los adultos son siempre mucho más complicadas.
-Mira...- dijo Mu- si algo me llegara a pasar... si muriera y la dejara sola, no puedo imaginar que ella sufra por mi culpa, y...- se interrumpió al ver la mirada de Kiki- ¿porqué me miras así?-
-Porque creo que es un error- dijo Kiki- ¿quién te ha metido esa idea en la cabeza?-
-Aioria- contestó Mu- él me hizo comprender eso... y debo admitir que tiene razón...-
-Pues yo sigo pensando que es un error...- dijo Kiki, encogiéndose de hombros- ¿a quien se le ocurre lastimarla de antemano? Pero tú sabes lo que haces...-
-Exacto- dijo Mu, algo molesto de que su propio alumno lo estuviera reprendiendo- lo haré esta noche...-
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Esa noche, en la casa de Aries, Mu y Aída se vieron como siempre. Los dos se encontraban sentados en la entrada del Templo. Mu aún dudaba si decir o no lo que pensaba: no quería lastimarla, pero tal vez todo sería por su propio bien. En su mente, resonaban las palabras de Aioria: 'déjala ir' pero también las de Kiki: 'es un error'...
-¿Qué te sucede, Mu?- preguntó Aída, sintiendo el aura de emociones confusas en el caballero de Aries.
-Nada...- mintió Mu, asustado al ser sacado de sus pensamientos de esa manera.
-Pero sí sucede algo- dijo Aída- algo te preocupa. No creas que no me he dado cuenta. Aún tus besos saben distinto...-
Mu suspiró. No podía ocultarle nada. Bien dicen que las mujeres pueden ser muy intuitivas, y ella lo demostraba.
-Yo...- dijo Mu, sin saber que palabras utilizar- yo... estoy preocupado. Por ti-
-¿Y eso?- preguntó Aída sin entender.
-Yo... tengo miedo que... que algo malo llegara a pasar... a mí o a tus hermanos...- continuó Mu- y yo pensaba que... sería mejor que...-
Aída escuchaba atentamente, y recordaba lo que Serena le había dicho esa mañana. Un coraje que nunca antes había sentido comenzó a llenar su corazón. Cuando Mu terminó de hablar, Aída se levantó, enfurecida.
-¡Ya me habían advertido que hacías eso, pero no les creí!-
-¿Advertido que?- preguntó Mu sin entender- ¿de que hablas?-
-¡Que siempre haces lo mismo!- gritó Aída. Los gritos hicieron que Kiki saliera de su habitación, sorprendido. Al ver a su maestro y a la chica discutiendo, se quedó en la puerta mirando la escena.
-¿Qué dices?- preguntó Mu- si fue Aioria quien me dijo...-
-¡No es cierto!- interrumpió ella. No quería llorar, pero sus lágrimas ya habían comenzado a correr por su rostro- siempre juegas igual... no quería creerlo, pero ya veo que es cierto-
-Aída, yo...-
-¡Basta! No dejaré que sigas haciéndome esto- llorando, Aída se llevó las manos al pecho y sintió el metal dorado- ¡toma, para que se lo des a la siguiente!- y, arrancándose el collar, lo lanzó a Mu. Luego, se fue corriendo en dirección al bosque.
Mu se quedó de rodillas en el suelo, aún sosteniendo el collar dorado entres sus manos, cuando sintió un par de manos sobre su hombro derecho. Kiki vio como su maestro volvía su rostro lleno de lágrimas hacia él.
-Señor Mu- dijo el chico- ¿qué ha pasado?-
-Yo...- dijo el caballero- yo no tenía la intención de lastimarla...- se levantó y entró a su habitación cerrando la puerta. Kiki se quedó afuera.
-Estoy seguro de que esto es un gran malentendido- dijo Kiki para sí mismo- tengo que hablar con ella y hacerla entrar en razón...- y se teletransportó al bosque.
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-¿Sentiste eso, Aioria?- preguntó Aioros de pronto. Aioria asintió, dando un suspiro de alivio- ¿crees que todo esté bien?-
-Sí- dijo Aioria, y rápidamente le contó a su hermano la plática que había tenido con Mu.
-¿Cómo pudiste hacer eso?- dijo Aioros sin entender- lo único que lograste es que nuestra hermana sufriera... es una tontería...-
-Luego lo entenderás, Aioros- dijo Aioria con aire de sabiduría. Aioros suspiró. Tenia serias dudas de que eso llegara a suceder.
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Aída se encontraba sola en el claro del bosque. Solo la luz de la luna iluminaba el lugar. La chica lloraba amargamente, abrazando sus rodillas contra su pecho y escondiendo la cara entre sus brazos. Tal vez, si le hubiera hecho caso a su hermano, esto no hubiera sucedido.
-Aída, ¿por qué lloras?- una voz infantil le preguntó.
-¿Quién eres?- preguntó Aída sin levantar la vista.
-Soy yo, Kiki...-
-¿Qué quieres?- dijo ella- ¿acaso tu maestro te envió a...?-
-Mi maestro no me envió a nada- interrumpió Kiki- yo vine para asegurarme de que estuvieras bien...-
-Lo estoy- dijo ella- ya puedes irte...-
Kiki, ignorando esto, se acercó a ella y se sentó a su lado.
-No entiendo que fue lo que pasó hace un rato- dijo Kiki- a mi maestro le costó mucho hacer lo que hizo, para protegerte...-
-No es verdad- dijo ella- Mu siempre hace eso... ilusiona a las chicas y luego las deja así...- Kiki se quedó helado y sorprendido. Aída lo miró- no pongas esa cara, bien lo sabes...-
-Lo que yo sé- dijo Kiki- es que en los nueve años que he vivido con Mu, él nunca se había enamorado ni salido con una chica, hasta el día que te conoció. Y si no me crees- agregó, al ver que Aída estaba a punto de reclamar- puedes preguntarle a cualquier caballero dorado, aún a tus hermanos... ellos lo conocen muy bien-
-Pero...- dijo ella- ¿cómo sabes que en realidad...?-
-Por su cosmo, Aída- dijo Kiki- su cosmo ha estado muy distinto estos últimos días... es inconfundible...-
-Yo... lo siento, Kiki- dijo Aída, apenada, comprendiendo su error- no debí haberme dejado llevar por lo que me dijeron... pero tenía tanto miedo de que fuera cierto...- Kiki se encogió de hombros y le sonrió. Aída se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y sonrió- gracias...-
-No es nada- dijo Kiki- volvamos... ya está oscuro y hace algo de frío-
-Sí- dijo ella, frotándose los brazos.
Aída se levantó del suelo. Vio como Kiki se adelantó unos pasos. Estaba a punto de hacer lo mismo, cuando un par de brazos la jalaron hacia atrás. Una mano cubrió su boca. Al tratar de zafarse, levantó la vista y vio como dos sombras se aproximaban a Kiki. Desesperada, mordió la mano que cubría su boca.
-¡Kiki! ¡Atrás de ti!- gritó con fuerza, pero demasiado tarde. Dos hombres se lanzaron sobre Kiki. Aída trató de liberarse, pero la sujetaban con demasiada fuerza. Estaba a punto de encender su cosmo, cuando uno de los hombres sacó una pistola y puso el cañón sobre la sien del niño.
-Más te vale que no te muevas, muchachita- dijo el hombre- o este niño sufrirá las consecuencias...-
Aída dejó de forcejear. Otros dos hombres salieron de entre los árboles, llevando cuerdas. Uno colocó el cañón de su pistola en su barbilla, mientras el otro ataba sus manos hacia adelante. Kiki no lograba entender porqué Aída dejaba que hicieran eso, pero pronto lo comprendió. No vio en los ojos de la chica nada de sumisión, sino la misma fiereza que había en los ojos de Aioria.
-¿Qué planea hacer?- se preguntó Kiki a sí mismo.
-Esto fue más fácil de lo que creímos...- murmuraba uno de los hombres, mientras los otros asentían a carcajadas.
Una vez que el hombre terminó de atar las manos de Aída, el que encañonaba a Kiki retiró la pistola. Aída se dio cuenta de ello y, de un codazo, apartó al hombre que sostenía la otra pistola. Con otro codazo, apartó al hombre que había atado sus manos y con una patada se zafó del que la sostenía por detrás.
Al correr hacia Kiki, uno de los hombres la tomó del tobillo y la hizo caer.
-¿A dónde crees que vas, preciosa?- dijo el hombre- yo te haré pagar por lo que acabas de hacer...- y la atrajo hacía sí mismo. Con el pie que tenía libre, Aída pateó la cara del hombre que la tenía sujeta, haciendo que la soltara dando un alarido. Suspiró aliviada.
-¡Aída!- gritó Kiki.
Aída levantó la vista y vio como el niño era empujado contra un árbol. La chica se puso de pie para ayudarlo, pero dos tipos ya se habían levantado. Uno la volvió a sostener por atrás y otro apretó un paño humedecido en cloroformo sobre el rostro de la chica hasta que ésta se durmió.
-¡Aída!- volvió a gritar Kiki, forcejeando para liberarse- ¡déjenla!-
-Lo que hagamos con ella no es asunto tuyo, enano- dijo uno de los hombres- tú te quedarás aquí... para cuando te liberes, ya estaremos muy lejos de aquí...-
-¡No!- dijo Kiki, mientras era atado a un árbol- ¡basta...!- pero ya no pudo gritar más, porque uno de los hombres le metió un pedazo de tela en la boca. Los cinco hombres se alejaron, riendo ruidosamente, y llevándose a Aída con ellos.
Una vez que desaparecieron, Kiki se teletransportó cinco pasos adelante, liberándose de sus ataduras, y escupió el pedazo de tela.
-Vaya, esto sí que es un alivio- dijo frotándose las muñecas- ¡pero qué estoy diciendo! Tengo que ir a avisarle al señor Mu...- y se teletransportó a las doce casas.
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CONTINUARÁ...
Bueno, chicos, espero que les esté agradando... Lamento dejarlos en suspenso... Mándenme sus reviews!!! Los estoy esperando jeje...
Abby L.
