CAPÍTULO 7: HABLANDO DERECHO
Mu se encontraba en su habitación, cuando escuchó a Kiki golpeando la puerta.
-¡Señor Mu!¡Señor Mu!- gritaba desesperado- algo muy grave ha pasado...-
-¿Qué sucede?-
-Se trata de Aída- dijo Kiki- ella...-
-¿Aída?- preguntó Mu, y abrió la puerta, dejando que su aprendiz entrara.
Rápidamente, Kiki le narró todo lo que había sucedido en el bosque. Mu lo escuchó con atención y con creciente preocupación.
-¿No tienes idea de quien haya sido?- preguntó Mu cuando Kiki terminó el relato- ¿o a dónde la llevaron?-
-No- dijo Kiki con tristeza- lo siento-
-Está bien- dijo Mu- quédate aquí, mientras yo voy a buscarla. No, mejor, busca a Aioros y Aioria, y avísales lo que sucedió...-
-De acuerdo- dijo Kiki, observando como Mu se teletransportaba.
**************
Después de hablar con su hermano, Aioros se encontraba en la habitación de Saori, quien estaba, como siempre, de mal humor, aunque se le quitó un poco al ver el rostro de su caballero de Sagitario.
-¿Qué sucede ahora, Saori?-
-Pues...- dijo Saori- los gemelos...-
-¿Saga y Kanon?- dijo él- ¿qué sucedió con ellos?-
-Pues... que se casan-
-¿Qué?- preguntó Aioros sorprendido- ¿se casan? ¿ellos?-
-Pues sí- dijo Saori- no hay porqué sorprenderse... después de todo, tú y ellos son los mayores de los caballeros dorados-
Aioros se quedó meditando. Sí, él tenía veintisiete años de edad, igual que los gemelos. Sin embargo, el casarse no estaba en sus planes a corto plazo.
-¿Cuándo?- preguntó Aioros.
-Mañana-
-No me digas...- dijo Aioros sorprendido. Saori asintió. En ese momento, Kiki se apareció frente a ellos-¡Kiki! ¿Qué ha sucedido?-
-¡Aioros! ¡Tu hermana...!- dijo Kiki, intentando recuperar el aliento.
**************
Aída abrió los ojos, y se encontró en un sitio extraño. Estaba acostada en una cama enorme, con las manos atadas hacia adelante. Recordó lo que había sucedido. Trató de liberarse pero no pudo. También intentó encender su cosmo, pero no lo logró. A pesar de que acababa de despertar, se sentía cansada y somnolienta.
-¿Te sientes bien, preciosa?- una voz conocida se dirigió a ella. Aída se volvió, y vio a Alejandro. Debió haberlo imaginado. ¿Quién más podría haber hecho algo así?
-¿Qué quieres?- preguntó ella.
-Nada que no tenga ya al alcance de mi mano- dijo el chico, tomando a Aída por la barbilla. Ella retiró su rostro, enfadada- no te enfurruñes, preciosa- continuó Alejandro- ya te acostumbrarás a vivir conmigo...-
-Ni lo sueñes- dijo ella, desafiante- no me quedaré aquí...-
-No puedes hacer nada al respecto, Aída- dijo Alejandro- tus hermanos y tu noviecito están muy lejos de aquí y no tienen idea de dónde estás... y tú no puedes encender tu cosmo porque cada hora se te aplica un calmante... ahora me perteneces y puedo hacer contigo lo que yo quiera...-
-Desgraciado- murmuró Aída entre dientes- no lo permitiré...-
-¿Porqué no me aceptas?- dijo Alejandro- sabes que en mis manos está concederte todo lo que desees... no tendrás que luchar ni sufrir-
-No puedes quitarme eso- dijo Aída- es el destino que yo he elegido para mí, así que déjame ir...-
-Ya no hay nada que puedas hacer- dijo él- más que resignarte y aceptarme...-
-¡Nunca!-
-Puedo esperar, preciosa, hay mucho tiempo para nosotros- dijo Alejandro, tronando los dedos. Dos hombres trajeados entraron a la habitación- tal vez unas horas de castigo te harán cambiar de parecer...-
**************
Mu volvió al sitio donde Kiki había visto a Aída por última vez. Pudo seguir fácilmente las huellas de los tipos corpulentos que se habían llevado a la chica por el bosque. Tenía que darse prisa. Ya habían pasado varias horas desde que la chica había desaparecido. Fuera del bosque, siguió las huellas que los hombres habían dejado con el lodo. Una vez que las huellas se terminaron, Mu trató de localizar el cosmo de Aída. Lo percibió, aunque muy débil, en una mansión del barrio rico de Atenas.
Mu rodeó la casa, intentando encontrar un sitio al cual teletransportarse, en donde no llamara la atención y donde hubiera una salida para Aída. Pero el cosmo desapareció.
-No puede ser... tengo que concentrarme- se dijo a sí mismo. Después de unos minutos, sintió de nuevo, muy débilmente, el cosmo de Aída, y se teletransportó a ese lugar.
La chica estaba atada a un poste, de rodillas. Sus manos y pies estaban atados también. Tenía un trozo de tela en la boca. Su cabeza colgaba y sus cabellos castaños cubrían parcialmente su rostro. Respiraba lenta y dolorosamente.
-Aida- susurró, haciendo que la chica levantara la vista, con los ojos bañados de lágrimas- ¿estás bien?- Aída asintió. Mu le quitó la tela de la boca. Ella tosió.
-Mu, cuanto lo siento...- dijo Aída tan pronto como pudo hablar- perdóname, no debí dudar de ti...-
-No te preocupes- dijo Mu- pero ahora no es el momento... tengo que sacarte de aquí...-
Mu la fue desatando con cuidado de no lastimarla. Cuando cortó la última cuerda, sintió que la chica se dejó caer sobre él, sin fuerzas.
-¿Qué te pasa?- preguntó Mu- ¿que te han hecho?-
-Me...me han estado inyectando algo...para que no pueda usar mi cosmo...- respondió ella débilmente- me da... mucho sueño-
En ese momento, Mu sintió algo en su hombro. Se lo quitó. Era un dardo, cuyo contenido ya había sido vaciado. El caballero levantó la vista y vio que se trataba de dos hombres trajeados.
-Vaya, vaya- dijo uno de ellos- así que el caballerito dorado llegó para rescatarte... que romántico...-
Los dos tipos trajeados estallaron en risas tontas. Mu cambió su semblante a uno muy amenazador, pero los hombres lo ignoraron. Aída ya no respondió porque estaba inconsciente.
-Intenta hacer lo que quieras, caballerito- dijo el otro hombre- no podrás encender tu cosmo, por el calmante que te acabo de aplicar. ¿Te sientes cansado y débil?-
Mu no respondió, pero sentía como sus músculos se iban relajando uno a uno. Trató de encender su cosmo pero no pudo. Ni siquiera para llamar a los otros caballeros. Alejandro entró. Mu vio al chico bien vestido, con mirada arrogante.
-Ella es mía, caballero- dijo Alejandro- así que déjala y vete de aquí...-
-Nunca- dijo Mu- no es tuya...-
-¿Qué dices?-
-No es un objeto que puedas reclamar como tuyo- dijo Mu- es una persona que puede elegir lo que quiere...-
-Pero no me eligió a mí- dijo Alejandro- no sabe elegir por sí sola, así que debo elegir por ella...-
-No puedes hacer eso- dijo Mu, pero estaba ya tan débil que cayó de rodillas.
-Ahora- dijo Alejandro, sacando una pistola y apuntando a Mu con ella- me desharé de ti...-
-Detente- dijo una voz.
-No permitiremos que les hagas daño- dijo otra.
-¿Qué? ¿quién es?- dijo Alejandro.
Dos caballeros dorados aparecieron frente a él, separándolo de Mu y Aída.
-¡Pero si ustedes son...!- dijo Alejandro.
-Aioros y Aioria, sí- dijo Aioros en tono amenazante- ya tuvimos el disgusto de conocerte... así que deja en paz a nuestra hermana y a Mu, si sabes lo que te conviene...-
-¿Y creen que los dejaré ir tan fácilmente?- preguntó Alejandro.
-Más te vale que lo hagas- dijo Aioria, mucho más amenazador que su hermano mayor.
-Ni lo sueñen- dijo Alejandro, dándole la pistola a uno de los hombres trajeados- encárguense de ellos...- y salió.
El guarura sonrió y, cargando la pistola, la apuntó a los caballeros. Disparó varias veces, pero Aioria detuvo las balas en la palma de su mano.
-¡Que desperdicio!- dijo el caballero de Leo- ¿qué no sabes que las balas no son efectivas contra los caballeros?- sonrió maliciosamente- ahora largo ¡Colmillo de león!- y mandó a volar a los dos guardaespaldas, e hizo un tremendo hoyo en la pared- eso es por secuestrar a mi hermana...-
-Eso les enseñará- dijo Aioros, sonriendo.
-¿Y que hacemos?- dijo Aioria, señalando a Mu y a Aída, que estaban inconscientes- ¿nos llevamos solo a ella?-
-Aioria...-
-¿Están bien?- preguntó Aioria, desviando la atención de su hermano.
-Ambos están bien- dijo Aioros- deberíamos llevarlos de regreso...-
-¿No podemos...?- comenzó Aioria, pero una mirada de su hermano mayor lo reprendió- oh, vamos, es solo una idea...-
-Claro que no- dijo Aioros- Mu también vino a ayudarla...-
-Lo que sea- dijo Aioria de mal humor. Aioros suspiró. A su hermano nunca se le quitarían los celos.
*****************
Kiki esperaba pacientemente en la casa de Aries, cuando vio llegar a los dos hermanos, llevando a Aída y a Mu.
-¿Están bien?- preguntó preocupado- ¿qué fue lo que les pasó?-
-Sí, están bien, Kiki- contestó Aioros. Aioria, quien llevaba a Mu, lo puso en un sofá. Aioros colocó a su hermana en la cama.
-No pensarás dejarla aquí, ¿verdad?- dijo Aioria. Aioros asintió.
-Ambos tienen que hablar- dijo Aioros- sobre el problema que tú provocaste...-
-¿Yo?- dijo Aioria, indignado- yo no lo provoqué...-
-Sí, tú - respondió el caballero de Sagitario- lo que le dijiste a Mu... ¿a quien se le ocurre decir una tontería semejante?-
Aioria asintió con los brazos cruzados. No estaba de acuerdo, pero su hermano le lanzó una mirada de advertencia que hizo que saliera. Antes de irse, Aioros arropó a su hermana y se dirigió a Kiki.
-Quédate aquí hasta que ella despierte, ¿de acuerdo?- dijo- después, déjalos solos, porque necesitan hablar...-
-De acuerdo- respondió Kiki, preguntándose que era lo que había pasado. Aioros sonrió y salió junto con su hermano hacia su casa.
-No creo que eso haya sido una buena idea, Aioros- dijo Aioria, cruzado de brazos otra vez.
-Aioria- dijo Aioros- yo confío en Mu, y estoy seguro que mi decisión fue la correcta...-
-Si tú lo dices...- dijo Aioria, encogiéndose de hombros poco convencido. Aioros sonrió.
-Ya verás como tengo razón- dijo el caballero de Sagitario- aunque te tome años entenderlo...-
****************
En la casa de Aries, Mu y Aída despertaron casi al mismo tiempo. Al ver esto, Kiki solo les explicó como habían llegado ahí y se retiró a su habitación, dejándolos solos. Aída no entendió porque sus hermanos la habían dejado ahí, hasta que Mu habló.
-Aída- dijo Mu- tenemos que hablar sobre...-
-Lo sé- interrumpió ella- y lo siento. No hay nada de que hablar- se incorporó- yo... yo merezco que me odies... no debí haberme dejado llevar por lo que me dijeron...-
Mu se sentó junto a ella y tomó las manos de la chica entre las suyas.
-No fue tu culpa... ¿no lo entiendes?- dijo Mu- todo fue una trampa... para que huyeras al bosque y pudieran atraparte- Aída asintió con los ojos llenos de lágrimas- pero hay algo que no entiendo...-
-¿Qué?-
-Ese chico te ofreció todo: dinero, comodidades, y una vida libre de sufrimientos...- dijo Mu, pensativo- ¿por qué lo rechazas?-
-Porque- dijo Aída- yo no siento amor en su corazón... ahí solo hay el deseo de poseer, de tener y de dominar... a mí no puede comprarme con dinero...-suspiró- y además, no lo amo, pero...-
-¿Pero...?-
-Cuando te conocí, Mu, fue todo diferente- continuó Aída- por primera vez, no sentí en un corazón el deseo de tenerme o dominarme, como en el resto... había un sentimiento más puro y bueno en tu corazón- sonrió- y nunca imaginé que fuera posible, pero terminé enamorándome de ti. Y cuando esa chica me dijo eso- continuó- no quise creerle, pero demasiadas cosas coincidieron...-
-Yo también lo siento, Aída- dijo Mu- también me dejé llevar por lo que me dijo Aioria. Pero tenía tanto miedo de provocarte tristeza-
-Mu - dijo ella- si fuera cualquier otra chica no lo comprendería... pero mis hermanos son caballeros de Atena. Ya sé lo que se siente perder a alguien en servicio de Atena, y que sea llamado 'traidor' como le sucedió a Aioros; o cuando perdí a Aioria mientras ustedes peleaban contra Hades. Y créeme que no fue tristeza lo que sentí, sino un enorme orgullo de que mis hermanos hayan sido héroes-
-Aída, yo... lo siento- dijo Mu.
-No, Mu- dijo ella- yo lo siento...-
Los dos se abrazaron. Mu no podía creer que todo estuviera bien de nuevo. Había tenido tanto miedo de perderla, desde el momento en que Kiki había llegado a avisarle lo que sucedió. No, desde que ella se había ido enfadada de su casa hacía unas horas. Besó sus cabellos con ternura, mientras Aída seguía llorando entre sus brazos.
-Ya, ya, no llores- dijo Mu- todo está bien, no pasó nada...-
-Lo sé...-
-Ven- dijo llevándola en brazos- te llevaré a tu casa...-
Aída no sentía la necesidad de ser llevada así, pero se sentía segura en los brazos de Mu y no dijo nada, hasta que el caballero la depositó de nuevo en su cama ya en la casa de Piscis.
-Gracias, Mu... yo...-
-Ya no digas nada ni te preocupes por lo que sucedió hoy- interrumpió él- dejemos esto atrás y mañana empezaremos de nuevo, ¿sí?-
Aída asintió. Mu se quedó a su lado hasta que ella se quedó dormida por completo. La arropó con cariño y, observándola, se dispuso a volver a la casa de Aries, pero al final cambió de opinión y se quedó sentado junto a ella, observándola.
****************
CONTINUARA...
Bueno chicos, espero que les esté gustando... Sigan mandando reviews, los aprecio...
Abby L.
Mu se encontraba en su habitación, cuando escuchó a Kiki golpeando la puerta.
-¡Señor Mu!¡Señor Mu!- gritaba desesperado- algo muy grave ha pasado...-
-¿Qué sucede?-
-Se trata de Aída- dijo Kiki- ella...-
-¿Aída?- preguntó Mu, y abrió la puerta, dejando que su aprendiz entrara.
Rápidamente, Kiki le narró todo lo que había sucedido en el bosque. Mu lo escuchó con atención y con creciente preocupación.
-¿No tienes idea de quien haya sido?- preguntó Mu cuando Kiki terminó el relato- ¿o a dónde la llevaron?-
-No- dijo Kiki con tristeza- lo siento-
-Está bien- dijo Mu- quédate aquí, mientras yo voy a buscarla. No, mejor, busca a Aioros y Aioria, y avísales lo que sucedió...-
-De acuerdo- dijo Kiki, observando como Mu se teletransportaba.
**************
Después de hablar con su hermano, Aioros se encontraba en la habitación de Saori, quien estaba, como siempre, de mal humor, aunque se le quitó un poco al ver el rostro de su caballero de Sagitario.
-¿Qué sucede ahora, Saori?-
-Pues...- dijo Saori- los gemelos...-
-¿Saga y Kanon?- dijo él- ¿qué sucedió con ellos?-
-Pues... que se casan-
-¿Qué?- preguntó Aioros sorprendido- ¿se casan? ¿ellos?-
-Pues sí- dijo Saori- no hay porqué sorprenderse... después de todo, tú y ellos son los mayores de los caballeros dorados-
Aioros se quedó meditando. Sí, él tenía veintisiete años de edad, igual que los gemelos. Sin embargo, el casarse no estaba en sus planes a corto plazo.
-¿Cuándo?- preguntó Aioros.
-Mañana-
-No me digas...- dijo Aioros sorprendido. Saori asintió. En ese momento, Kiki se apareció frente a ellos-¡Kiki! ¿Qué ha sucedido?-
-¡Aioros! ¡Tu hermana...!- dijo Kiki, intentando recuperar el aliento.
**************
Aída abrió los ojos, y se encontró en un sitio extraño. Estaba acostada en una cama enorme, con las manos atadas hacia adelante. Recordó lo que había sucedido. Trató de liberarse pero no pudo. También intentó encender su cosmo, pero no lo logró. A pesar de que acababa de despertar, se sentía cansada y somnolienta.
-¿Te sientes bien, preciosa?- una voz conocida se dirigió a ella. Aída se volvió, y vio a Alejandro. Debió haberlo imaginado. ¿Quién más podría haber hecho algo así?
-¿Qué quieres?- preguntó ella.
-Nada que no tenga ya al alcance de mi mano- dijo el chico, tomando a Aída por la barbilla. Ella retiró su rostro, enfadada- no te enfurruñes, preciosa- continuó Alejandro- ya te acostumbrarás a vivir conmigo...-
-Ni lo sueñes- dijo ella, desafiante- no me quedaré aquí...-
-No puedes hacer nada al respecto, Aída- dijo Alejandro- tus hermanos y tu noviecito están muy lejos de aquí y no tienen idea de dónde estás... y tú no puedes encender tu cosmo porque cada hora se te aplica un calmante... ahora me perteneces y puedo hacer contigo lo que yo quiera...-
-Desgraciado- murmuró Aída entre dientes- no lo permitiré...-
-¿Porqué no me aceptas?- dijo Alejandro- sabes que en mis manos está concederte todo lo que desees... no tendrás que luchar ni sufrir-
-No puedes quitarme eso- dijo Aída- es el destino que yo he elegido para mí, así que déjame ir...-
-Ya no hay nada que puedas hacer- dijo él- más que resignarte y aceptarme...-
-¡Nunca!-
-Puedo esperar, preciosa, hay mucho tiempo para nosotros- dijo Alejandro, tronando los dedos. Dos hombres trajeados entraron a la habitación- tal vez unas horas de castigo te harán cambiar de parecer...-
**************
Mu volvió al sitio donde Kiki había visto a Aída por última vez. Pudo seguir fácilmente las huellas de los tipos corpulentos que se habían llevado a la chica por el bosque. Tenía que darse prisa. Ya habían pasado varias horas desde que la chica había desaparecido. Fuera del bosque, siguió las huellas que los hombres habían dejado con el lodo. Una vez que las huellas se terminaron, Mu trató de localizar el cosmo de Aída. Lo percibió, aunque muy débil, en una mansión del barrio rico de Atenas.
Mu rodeó la casa, intentando encontrar un sitio al cual teletransportarse, en donde no llamara la atención y donde hubiera una salida para Aída. Pero el cosmo desapareció.
-No puede ser... tengo que concentrarme- se dijo a sí mismo. Después de unos minutos, sintió de nuevo, muy débilmente, el cosmo de Aída, y se teletransportó a ese lugar.
La chica estaba atada a un poste, de rodillas. Sus manos y pies estaban atados también. Tenía un trozo de tela en la boca. Su cabeza colgaba y sus cabellos castaños cubrían parcialmente su rostro. Respiraba lenta y dolorosamente.
-Aida- susurró, haciendo que la chica levantara la vista, con los ojos bañados de lágrimas- ¿estás bien?- Aída asintió. Mu le quitó la tela de la boca. Ella tosió.
-Mu, cuanto lo siento...- dijo Aída tan pronto como pudo hablar- perdóname, no debí dudar de ti...-
-No te preocupes- dijo Mu- pero ahora no es el momento... tengo que sacarte de aquí...-
Mu la fue desatando con cuidado de no lastimarla. Cuando cortó la última cuerda, sintió que la chica se dejó caer sobre él, sin fuerzas.
-¿Qué te pasa?- preguntó Mu- ¿que te han hecho?-
-Me...me han estado inyectando algo...para que no pueda usar mi cosmo...- respondió ella débilmente- me da... mucho sueño-
En ese momento, Mu sintió algo en su hombro. Se lo quitó. Era un dardo, cuyo contenido ya había sido vaciado. El caballero levantó la vista y vio que se trataba de dos hombres trajeados.
-Vaya, vaya- dijo uno de ellos- así que el caballerito dorado llegó para rescatarte... que romántico...-
Los dos tipos trajeados estallaron en risas tontas. Mu cambió su semblante a uno muy amenazador, pero los hombres lo ignoraron. Aída ya no respondió porque estaba inconsciente.
-Intenta hacer lo que quieras, caballerito- dijo el otro hombre- no podrás encender tu cosmo, por el calmante que te acabo de aplicar. ¿Te sientes cansado y débil?-
Mu no respondió, pero sentía como sus músculos se iban relajando uno a uno. Trató de encender su cosmo pero no pudo. Ni siquiera para llamar a los otros caballeros. Alejandro entró. Mu vio al chico bien vestido, con mirada arrogante.
-Ella es mía, caballero- dijo Alejandro- así que déjala y vete de aquí...-
-Nunca- dijo Mu- no es tuya...-
-¿Qué dices?-
-No es un objeto que puedas reclamar como tuyo- dijo Mu- es una persona que puede elegir lo que quiere...-
-Pero no me eligió a mí- dijo Alejandro- no sabe elegir por sí sola, así que debo elegir por ella...-
-No puedes hacer eso- dijo Mu, pero estaba ya tan débil que cayó de rodillas.
-Ahora- dijo Alejandro, sacando una pistola y apuntando a Mu con ella- me desharé de ti...-
-Detente- dijo una voz.
-No permitiremos que les hagas daño- dijo otra.
-¿Qué? ¿quién es?- dijo Alejandro.
Dos caballeros dorados aparecieron frente a él, separándolo de Mu y Aída.
-¡Pero si ustedes son...!- dijo Alejandro.
-Aioros y Aioria, sí- dijo Aioros en tono amenazante- ya tuvimos el disgusto de conocerte... así que deja en paz a nuestra hermana y a Mu, si sabes lo que te conviene...-
-¿Y creen que los dejaré ir tan fácilmente?- preguntó Alejandro.
-Más te vale que lo hagas- dijo Aioria, mucho más amenazador que su hermano mayor.
-Ni lo sueñen- dijo Alejandro, dándole la pistola a uno de los hombres trajeados- encárguense de ellos...- y salió.
El guarura sonrió y, cargando la pistola, la apuntó a los caballeros. Disparó varias veces, pero Aioria detuvo las balas en la palma de su mano.
-¡Que desperdicio!- dijo el caballero de Leo- ¿qué no sabes que las balas no son efectivas contra los caballeros?- sonrió maliciosamente- ahora largo ¡Colmillo de león!- y mandó a volar a los dos guardaespaldas, e hizo un tremendo hoyo en la pared- eso es por secuestrar a mi hermana...-
-Eso les enseñará- dijo Aioros, sonriendo.
-¿Y que hacemos?- dijo Aioria, señalando a Mu y a Aída, que estaban inconscientes- ¿nos llevamos solo a ella?-
-Aioria...-
-¿Están bien?- preguntó Aioria, desviando la atención de su hermano.
-Ambos están bien- dijo Aioros- deberíamos llevarlos de regreso...-
-¿No podemos...?- comenzó Aioria, pero una mirada de su hermano mayor lo reprendió- oh, vamos, es solo una idea...-
-Claro que no- dijo Aioros- Mu también vino a ayudarla...-
-Lo que sea- dijo Aioria de mal humor. Aioros suspiró. A su hermano nunca se le quitarían los celos.
*****************
Kiki esperaba pacientemente en la casa de Aries, cuando vio llegar a los dos hermanos, llevando a Aída y a Mu.
-¿Están bien?- preguntó preocupado- ¿qué fue lo que les pasó?-
-Sí, están bien, Kiki- contestó Aioros. Aioria, quien llevaba a Mu, lo puso en un sofá. Aioros colocó a su hermana en la cama.
-No pensarás dejarla aquí, ¿verdad?- dijo Aioria. Aioros asintió.
-Ambos tienen que hablar- dijo Aioros- sobre el problema que tú provocaste...-
-¿Yo?- dijo Aioria, indignado- yo no lo provoqué...-
-Sí, tú - respondió el caballero de Sagitario- lo que le dijiste a Mu... ¿a quien se le ocurre decir una tontería semejante?-
Aioria asintió con los brazos cruzados. No estaba de acuerdo, pero su hermano le lanzó una mirada de advertencia que hizo que saliera. Antes de irse, Aioros arropó a su hermana y se dirigió a Kiki.
-Quédate aquí hasta que ella despierte, ¿de acuerdo?- dijo- después, déjalos solos, porque necesitan hablar...-
-De acuerdo- respondió Kiki, preguntándose que era lo que había pasado. Aioros sonrió y salió junto con su hermano hacia su casa.
-No creo que eso haya sido una buena idea, Aioros- dijo Aioria, cruzado de brazos otra vez.
-Aioria- dijo Aioros- yo confío en Mu, y estoy seguro que mi decisión fue la correcta...-
-Si tú lo dices...- dijo Aioria, encogiéndose de hombros poco convencido. Aioros sonrió.
-Ya verás como tengo razón- dijo el caballero de Sagitario- aunque te tome años entenderlo...-
****************
En la casa de Aries, Mu y Aída despertaron casi al mismo tiempo. Al ver esto, Kiki solo les explicó como habían llegado ahí y se retiró a su habitación, dejándolos solos. Aída no entendió porque sus hermanos la habían dejado ahí, hasta que Mu habló.
-Aída- dijo Mu- tenemos que hablar sobre...-
-Lo sé- interrumpió ella- y lo siento. No hay nada de que hablar- se incorporó- yo... yo merezco que me odies... no debí haberme dejado llevar por lo que me dijeron...-
Mu se sentó junto a ella y tomó las manos de la chica entre las suyas.
-No fue tu culpa... ¿no lo entiendes?- dijo Mu- todo fue una trampa... para que huyeras al bosque y pudieran atraparte- Aída asintió con los ojos llenos de lágrimas- pero hay algo que no entiendo...-
-¿Qué?-
-Ese chico te ofreció todo: dinero, comodidades, y una vida libre de sufrimientos...- dijo Mu, pensativo- ¿por qué lo rechazas?-
-Porque- dijo Aída- yo no siento amor en su corazón... ahí solo hay el deseo de poseer, de tener y de dominar... a mí no puede comprarme con dinero...-suspiró- y además, no lo amo, pero...-
-¿Pero...?-
-Cuando te conocí, Mu, fue todo diferente- continuó Aída- por primera vez, no sentí en un corazón el deseo de tenerme o dominarme, como en el resto... había un sentimiento más puro y bueno en tu corazón- sonrió- y nunca imaginé que fuera posible, pero terminé enamorándome de ti. Y cuando esa chica me dijo eso- continuó- no quise creerle, pero demasiadas cosas coincidieron...-
-Yo también lo siento, Aída- dijo Mu- también me dejé llevar por lo que me dijo Aioria. Pero tenía tanto miedo de provocarte tristeza-
-Mu - dijo ella- si fuera cualquier otra chica no lo comprendería... pero mis hermanos son caballeros de Atena. Ya sé lo que se siente perder a alguien en servicio de Atena, y que sea llamado 'traidor' como le sucedió a Aioros; o cuando perdí a Aioria mientras ustedes peleaban contra Hades. Y créeme que no fue tristeza lo que sentí, sino un enorme orgullo de que mis hermanos hayan sido héroes-
-Aída, yo... lo siento- dijo Mu.
-No, Mu- dijo ella- yo lo siento...-
Los dos se abrazaron. Mu no podía creer que todo estuviera bien de nuevo. Había tenido tanto miedo de perderla, desde el momento en que Kiki había llegado a avisarle lo que sucedió. No, desde que ella se había ido enfadada de su casa hacía unas horas. Besó sus cabellos con ternura, mientras Aída seguía llorando entre sus brazos.
-Ya, ya, no llores- dijo Mu- todo está bien, no pasó nada...-
-Lo sé...-
-Ven- dijo llevándola en brazos- te llevaré a tu casa...-
Aída no sentía la necesidad de ser llevada así, pero se sentía segura en los brazos de Mu y no dijo nada, hasta que el caballero la depositó de nuevo en su cama ya en la casa de Piscis.
-Gracias, Mu... yo...-
-Ya no digas nada ni te preocupes por lo que sucedió hoy- interrumpió él- dejemos esto atrás y mañana empezaremos de nuevo, ¿sí?-
Aída asintió. Mu se quedó a su lado hasta que ella se quedó dormida por completo. La arropó con cariño y, observándola, se dispuso a volver a la casa de Aries, pero al final cambió de opinión y se quedó sentado junto a ella, observándola.
****************
CONTINUARA...
Bueno chicos, espero que les esté gustando... Sigan mandando reviews, los aprecio...
Abby L.
