CAPÍTULO 8: UNA BODA, ¿O DOS?
Esa mañana, Aída abrió los ojos y se encontró en su habitación en la casa de Piscis. Había deseado que todo lo sucedido el día anterior haya sido solo una pesadilla. Se llevó la mano derecha al cuello, solo para comprobar que no llevaba ya el collar que Mu le había dado. Y no era el objeto en sí, sino la persona de quien había sido regalo, lo que la hacía sentir mal.
-¿Buscabas esto?- una voz conocida le preguntó. Aída levantó la vista. Era Mu, sentado en un sillón, y le mostraba el collar dorado. Aída asintió. Mientras Mu se lo colocaba de nuevo en su cuello, Aída se sintió triste una vez más. Al terminar de colocarlo, Mu rodeó a la chica con un abrazo- no estés triste. Lo de ayer, ya está en el pasado...-
-¿Acaso no volviste a tu casa anoche?-
-Lo iba a hacer- dijo Mu- pero decidí quedarme-
-Pero Mu- dijo Aída- se supone que deberías...- pero ya no pudo seguir, porque los labios del caballero sellaron los suyos. Sintió en ellos la misma ternura que veía en los ojos de Mu; y no atinó más que a acariciar sus cabellos.
-¿No les parece muy temprano para estar haciendo eso?- una voz conocida les dijo. Ambos se separaron, asustados. El recién llegado sonrió. Era Aioros.
-Aioros, nosotros no...- comenzó Aída, pero Aioros se echó a reír.
-No te asustes, hermanita- dijo él- no soy Aioria... aunque, si yo fuera tú- se dirigió a Mu- no me le acercaría en un buen rato... tal vez en dos o tres años...-
-¿Y eso porqué?- preguntó Mu.
-Porque... anoche, un intruso intentó pasar las doce casas... y como no había nadie en Aries, sorprendió a Aldebarán... aunque de ahí no pasó...-
-¿Y eso que tiene que ver con Aioria?- dijo Mu.
-Pues...- dijo Aioros- digamos que mi hermano tiene una idea de donde estuviste toda la noche... y eso no le agradó mucho que digamos...-
-Pero no hicimos nada malo- protestó Aída.
-Lo sé, pero no hay manera de convencer a Aioria de lo contrario...- dijo Aioros- voy con Saori a avisarle... ustedes solo manténganse alejados de ese gatito sobrealimentado, porque está de mal humor...-
-De acuerdo- dijeron Mu y Aída. Aioros subió hacia el templo de Atena, dejándolos solos de nuevo.
-Bueno- dijo Aída, encogiéndose de hombros- creo que lo mejor será que me vista, antes de que a Aioria se le ocurra otra cosa...-
-Está bien- dijo Mu, saliendo de la habitación.
Nadie podía creerlo, pero... fue cierto... Saga y Kanon se casaron...
Todos los caballeros dorados (excepto Dohko) y de plata asistieron a la boda. Los caballeros de bronce seguían en Japón y no regresaron.
Las dos afortunadas (n/a: y no lo digo como sarcasmo) eran unas gemelas que se llamaban Karla y Sandra. Nadie supo cómo las habían conocido, ni cuando ni dónde. El día de la boda, la atención no se fijó en los gemelos o en sus esposas, sino en una chica que iba acompañando a Mu. No se vestía como amazona, sino llevaba una blusa roja y un pantalón negro. Llevaba sus cabellos castaños recogidos en una cola, con varios adornos sobre ellos, a la usanza griega. Y Mu no le quitaba los ojos de encima. Tampoco Aioria.
-¿Quién será esa chica?- preguntó Shura, de pronto.
-No tengo idea- dijo Milo- pero es muy bonita... Mu tiene mucha suerte...-
-Todo salió mal esta vez- dijo Alejandro, de mal humor, a los dos hombres trajeados- ... esta vez...-
-Señor, podemos intentarlo de nuevo- dijo uno de los hombres.
-Y vaya que lo haremos- dijo Alejandro- me di cuenta que no puedo vencerlos por la fuerza... sino por sus sentimientos...-
-¿Cómo es eso?- preguntó el otro hombre.
-Fácil- dijo Alejandro- voy a atacar sus debilidades...-
-No pensará en secuestrarla de nuevo, ¿verdad?- dijo uno de los hombres.
-No- dijo Alejandro, sonriendo con maldad- la enviaré a ella de nuevo, y cuando termine, Aída vendrá aquí por su propio pie...-
Desde el día de la boda de Saga y de Kanon, y los siguientes, el mal genio de Aioria había evolucionado; de pesado a insoportable. Aún Marín se escondía cuando lo veía venir. Aioros veía todo muy divertido... tal vez porque Aioria lo respetaba por ser su hermano mayor, o porque contaba con que Saori estaba de su lado. Ya sea una o la otra, pero el santo de Sagitario inmediatamente se colocó del lado de su hermana.
Y pese al mal humor del caballero de Leo o de sus intentos por separar a Aída de Mu, éstos dos siguieron saliendo juntos. El resto de los caballeros dorados conocieron a Aída durante la boda de Saga y Kanon como la novia de Mu: una chica griega normal; no como una amazona o como el caballero de Piscis, pues esto lo siguieron guardando en secreto. Hasta que un día...
-Aída, quisiera casarme contigo...-
-Pero...- dijo Aída, sorprendida- pero si nos conocemos desde hace apenas un mes...-
-¿Y qué más da?- dijo Mu- yo me enamoré de ti desde la primera vez que... te me quedaste viendo a los ojos- al escuchar esto, Aída se ruborizó ligeramente. Mu continuó- yo estoy seguro, pero no sé si tu también...-
-Ya te lo he dicho- dijo Aída- jamás he querido a nadie más que a ti...-
-Saori nos apoyará, y Aioros también. Entonces, ¿que nos detiene?- preguntó Mu. Antes de que ella pudiera contestar, él agregó- a parte de Aioria...-
-Pues... nada- dijo Aída, sonriendo.
Después de hablar de ello, Aída y Mu prepararon todo y se casaron en secreto. Solo unos cuantos supieron eso: Aioros y Aioria, Saori, Marín y Kiki. Desde entonces, Mu pasaba una gran parte del tiempo en la casa de Piscis, lo cual a veces hacía enojar a algunos: a Aioria, a Aldebarán y a Saga, pues el primero no aceptaba lo que había sucedido, y los dos últimos eran quienes sufrían las consecuencias cuando algún intruso quería entrar a las doce casas.
Una tarde, Aioria se quedó esperando a que Marín terminara su entrenamiento. Estaba sentado en una roca, observando a las amazonas, cuando una de ellas se sentó a su lado.
-Hola, caballero- dijo la chica- ¿qué estás haciendo?-
-Esperando a Marín- gruñó Aioria de mal humor.
-Ya veo...- dijo la chica-¿y que es lo que te ha puesto de mal humor?-
-Nada- dijo Aioria en un tono no muy convincente.
-Sí, claro- dijo la chica- déjame adivinar... fue el caballero de Aries-
-¿Qué? ¿cómo lo sabes?- preguntó Aioria sorprendido.
-Y no solo sé eso- dijo la chica- sé que estás así porque desde hace un mes, el caballero de Aries ha estado saliendo con tu hermana, Aída...-
-¿Quién demonios eres?- dijo Aioria, sin salir aún de su sorpresa. ¿Cómo se había enterado, si nadie sabía que Aída era su hermana...?
-Me llamo Serena- dijo la chica, con una sonrisa.
Esa semana hubo junta de caballeros dorados, a la cual solo faltó Aioria.
-Mu, ¡otra noche más y te juro que te mando a otra dimensión!- rugió Saga.
-Saga...-
-No de digas 'Saga...'- dijo el caballero de Géminis imitando el tono de reproche de Mu- ya te lo dije... no quiero que vuelvas a desaparecer otra noche porque...-
-Tranquilo, Saga- dijo Aída, vestida con la armadura de Piscis- no es para tanto...-
-¿Ah, no?- rugió Aldebarán- ¿y porqué no, muchacho? Solo porque a ti no te llegan los intrusos porque estás hasta la casa de Piscis...-
-Porque, si te pones a pensar- dijo Aída, respirando hondo, porque el tono de Aldebarán la había asustado un poco- a Mu siempre le ha tocado eso todos los días...-
-Pues... suena razonable- dijo el caballero de Tauro calmándose un poco.
-Vamos, Saga- dijo Mu- ya tienes el mismo mal genio que Aioria...-
-Tienes razón- dijo Saga- lo siento, Mu...-
-Discúlpenme por abandonar mi casa, chicos- dijo Mu- pero lo hago por una buena razón. Algún día lo comprenderán...-
-¡Aída!- llamó Aioria en la entrada de la casa de Piscis. Aída salió de su habitación, con cara interrogante.
-¿Qué sucede?- preguntó Aída, asombrada de que su hermano le dirigiera la palabra después de que ella se casara con Mu.
-Quiero hablar contigo...- dijo Aioria con seriedad.
-No me digas- dijo Aída- ya no estas enojado con Mu por...-
-Ni hablar- interrumpió Aioria- ese me las va a pagar...-
-¿Porqué no estoy sorprendida?- dijo Aída con sarcasmo, poniendo los ojos en blanco-en fin, ¿de qué querías hablar?-
-De una amiga tuya, una amazona-
-¿Amiga?- preguntó Aída sin entender- la única amazona que conozco bien y es mi amiga es Marín...-
-Pero ésta me dijo que era amiga tuya- dijo Aioria- que había hablado ya contigo y que le habías contado como no me agradaba que salieras con Mu y...-
-Espera, espera, espera...-dijo Aída, entendiendo por fín- ¿cómo se llamaba esa chica?-
-Serena...-
-¡Serena!- dijo Aída, poniéndose de pie de un salto- ¿y que te dijo?-
-¿Porqué estás tan alterada, Aída?- preguntó Aioria, sorprendido de la actitud de su hermana- parece como si el solo nombre te causara mucho miedo...-
-Es que- dijo Aída- Serena fue la que inventó esa mentira sobre Mu... el día que me secuestraron...-
-Imposible...- dijo Aioria, incrédulo.
-¿Y qué le dijiste?- preguntó Aída, impasiente- ¿y qué te dijo ella?-
-No me dijo mucho- dijo Aioria- me preguntó en general sobre los caballeros dorados. Naturalmente, no le dije que tú eras uno de nosotros... ni tampoco que te habías casado con Mu- Aída suspiró aliviada.
-Aioria, escúchame bien- dijo Aída- y confía en mí: no le creas nada a esa chica, ni le digas nada...- suspiró- estoy segura de que es una espía... deberían echarla de aquí...-
-No hay manera de comprobar que lo es- dijo Aioria.
-Da igual- dijo Aída- ten mucho cuidado con ella...-
-Lo tendré, Aída- dijo Aioria, mirándola con cariño. De verdad, cuando la veía, no podía estar enojado con ella. En ese momento, se dio cuenta de que algo más preocupaba a su hermana- ¿no tienes algo que decirme?-
Aída dudó y se enrojeció ligeramente. Después de unos segundos, la chica negó con la cabeza y se encogió de hombros.
-Nada nuevo- dijo- lo mismo de siempre...-
Aioria sonrió y se retiró a su casa. Aída se quedó sola y suspiró.
-Tengo que hablar de esto con alguien- dijo para sí misma cruzando los brazos- pero, por mucho cariño que le tenga, mi hermano Aioria no es la persona más apropiada...-
Esa noche, como las anteriores, Mu dejó la casa de Aries y de dirigió a la de Piscis, cuando todos los demás caballeros dorados estaban ya dormidos. Al llegar a la habitación de Aída, la encontró hecha ovillo en un extremo de la cama, abrazando sus rodillas contra el pecho. Mu ya la conocía bien, y sabía que solo hacía eso cuando estaba preocupada o triste. Cerró con cuidado la puerta de la habitación.
-¿Qué te sucede, mi cielo?- le preguntó, sentándose junto a ella y abrazándola con ternura- ¿qué te preocupa?-
-Yo...- dijo ella, dudosa- me preocupan dos cosas-
-¿Cuáles son?- preguntó Mu.
-La primera- dijo Aída- es que Aioria vino a verme hace rato...-
-¿Y qué sucedió?-
-Pues... me dijo que esa chica, Serena, habló con él...- le dio a Mu una mirada significativa, que el caballero de Aries captó de inmediato- le dije que no se fiara de ella. Aún así, me preocupa, porque es una espía... no sé que ha logrado averiguar o hacer creer a los demás...-
-No creo que tu hermano le haya dicho que eres el caballero de Piscis- dijo Mu, en tono tranquilizador- además, no creo que Aioria le crea si tú le dijiste que no lo haga...-
-Sí, pero no deja de preocuparme- dijo Aída- que Alejandro aún esté espiando en el Santuario...-
-No te preocupes- dijo Mu- no permitiré que nada malo te pase...- Aída sonrió, y se dejó abrazar por Mu. Se sentía muy segura así, entre sus brazos- y dime, ¿qué era la otra cosa que te preocupaba?-
Aída cruzó los brazos y suspiró.
-Pues... hace un par de semanas me percaté de ello, y no sé como lo tomes...- y le susurró algo al oído. El rostro de Mu cambió de tranquilo a sorprendido y luego a feliz.
-¿Hablas en serio?- dijo Mu con una sonrisa.
-Sí- dijo ella algo insegura- ¿que piensas?-
-Que es lo más maravilloso del mundo- dijo Mu, besándola en la mejilla- ¿puedo?- preguntó, y Aída asintió. El caballero la besó con ternura en los labios, en el rostro, en el cuello. La estrechó con delicadeza. Con sus manos, el caballero recorrió las formas de su cuerpo, como dibujándola de nuevo. Aquella noticia lo había llenado de felicidad.
-¿Has logrado averiguar algo?- preguntó Alejandro.
-No, señor- respondió la voz femenina- no ha dicho nada de relevancia...-
-Demonios- dijo Alejandro- eso quiere decir que ya sospechan...-
-Entonces, debemos movernos rápido...- dijo uno de los hombres trajeados.
-Pero, nada nos puede servir de la información que he traído...- dijo la voz femenina.
-No te has dado cuenta- dijo Alejandro- que al caballero de Leo se le olvidó ocultar el odio que siente por el noviecito de su hermana... y algunas otras cosas con respecto al caballero de Aries... por ahí podemos empezar...-
-¿Y que haremos?-
Alejandro dejó escapar una carcajada antes de responder.
-Esperaremos a que bajen la guardia. Cuando lo hagan, se arrepentirán de lo que hicieron...-
CONTINUARÁ...
Holas, chicos... Espero que les esté gustando esta precuela... Sigan mandando reviews, por favor!!!!
Abby L.
Esa mañana, Aída abrió los ojos y se encontró en su habitación en la casa de Piscis. Había deseado que todo lo sucedido el día anterior haya sido solo una pesadilla. Se llevó la mano derecha al cuello, solo para comprobar que no llevaba ya el collar que Mu le había dado. Y no era el objeto en sí, sino la persona de quien había sido regalo, lo que la hacía sentir mal.
-¿Buscabas esto?- una voz conocida le preguntó. Aída levantó la vista. Era Mu, sentado en un sillón, y le mostraba el collar dorado. Aída asintió. Mientras Mu se lo colocaba de nuevo en su cuello, Aída se sintió triste una vez más. Al terminar de colocarlo, Mu rodeó a la chica con un abrazo- no estés triste. Lo de ayer, ya está en el pasado...-
-¿Acaso no volviste a tu casa anoche?-
-Lo iba a hacer- dijo Mu- pero decidí quedarme-
-Pero Mu- dijo Aída- se supone que deberías...- pero ya no pudo seguir, porque los labios del caballero sellaron los suyos. Sintió en ellos la misma ternura que veía en los ojos de Mu; y no atinó más que a acariciar sus cabellos.
-¿No les parece muy temprano para estar haciendo eso?- una voz conocida les dijo. Ambos se separaron, asustados. El recién llegado sonrió. Era Aioros.
-Aioros, nosotros no...- comenzó Aída, pero Aioros se echó a reír.
-No te asustes, hermanita- dijo él- no soy Aioria... aunque, si yo fuera tú- se dirigió a Mu- no me le acercaría en un buen rato... tal vez en dos o tres años...-
-¿Y eso porqué?- preguntó Mu.
-Porque... anoche, un intruso intentó pasar las doce casas... y como no había nadie en Aries, sorprendió a Aldebarán... aunque de ahí no pasó...-
-¿Y eso que tiene que ver con Aioria?- dijo Mu.
-Pues...- dijo Aioros- digamos que mi hermano tiene una idea de donde estuviste toda la noche... y eso no le agradó mucho que digamos...-
-Pero no hicimos nada malo- protestó Aída.
-Lo sé, pero no hay manera de convencer a Aioria de lo contrario...- dijo Aioros- voy con Saori a avisarle... ustedes solo manténganse alejados de ese gatito sobrealimentado, porque está de mal humor...-
-De acuerdo- dijeron Mu y Aída. Aioros subió hacia el templo de Atena, dejándolos solos de nuevo.
-Bueno- dijo Aída, encogiéndose de hombros- creo que lo mejor será que me vista, antes de que a Aioria se le ocurra otra cosa...-
-Está bien- dijo Mu, saliendo de la habitación.
Nadie podía creerlo, pero... fue cierto... Saga y Kanon se casaron...
Todos los caballeros dorados (excepto Dohko) y de plata asistieron a la boda. Los caballeros de bronce seguían en Japón y no regresaron.
Las dos afortunadas (n/a: y no lo digo como sarcasmo) eran unas gemelas que se llamaban Karla y Sandra. Nadie supo cómo las habían conocido, ni cuando ni dónde. El día de la boda, la atención no se fijó en los gemelos o en sus esposas, sino en una chica que iba acompañando a Mu. No se vestía como amazona, sino llevaba una blusa roja y un pantalón negro. Llevaba sus cabellos castaños recogidos en una cola, con varios adornos sobre ellos, a la usanza griega. Y Mu no le quitaba los ojos de encima. Tampoco Aioria.
-¿Quién será esa chica?- preguntó Shura, de pronto.
-No tengo idea- dijo Milo- pero es muy bonita... Mu tiene mucha suerte...-
-Todo salió mal esta vez- dijo Alejandro, de mal humor, a los dos hombres trajeados- ... esta vez...-
-Señor, podemos intentarlo de nuevo- dijo uno de los hombres.
-Y vaya que lo haremos- dijo Alejandro- me di cuenta que no puedo vencerlos por la fuerza... sino por sus sentimientos...-
-¿Cómo es eso?- preguntó el otro hombre.
-Fácil- dijo Alejandro- voy a atacar sus debilidades...-
-No pensará en secuestrarla de nuevo, ¿verdad?- dijo uno de los hombres.
-No- dijo Alejandro, sonriendo con maldad- la enviaré a ella de nuevo, y cuando termine, Aída vendrá aquí por su propio pie...-
Desde el día de la boda de Saga y de Kanon, y los siguientes, el mal genio de Aioria había evolucionado; de pesado a insoportable. Aún Marín se escondía cuando lo veía venir. Aioros veía todo muy divertido... tal vez porque Aioria lo respetaba por ser su hermano mayor, o porque contaba con que Saori estaba de su lado. Ya sea una o la otra, pero el santo de Sagitario inmediatamente se colocó del lado de su hermana.
Y pese al mal humor del caballero de Leo o de sus intentos por separar a Aída de Mu, éstos dos siguieron saliendo juntos. El resto de los caballeros dorados conocieron a Aída durante la boda de Saga y Kanon como la novia de Mu: una chica griega normal; no como una amazona o como el caballero de Piscis, pues esto lo siguieron guardando en secreto. Hasta que un día...
-Aída, quisiera casarme contigo...-
-Pero...- dijo Aída, sorprendida- pero si nos conocemos desde hace apenas un mes...-
-¿Y qué más da?- dijo Mu- yo me enamoré de ti desde la primera vez que... te me quedaste viendo a los ojos- al escuchar esto, Aída se ruborizó ligeramente. Mu continuó- yo estoy seguro, pero no sé si tu también...-
-Ya te lo he dicho- dijo Aída- jamás he querido a nadie más que a ti...-
-Saori nos apoyará, y Aioros también. Entonces, ¿que nos detiene?- preguntó Mu. Antes de que ella pudiera contestar, él agregó- a parte de Aioria...-
-Pues... nada- dijo Aída, sonriendo.
Después de hablar de ello, Aída y Mu prepararon todo y se casaron en secreto. Solo unos cuantos supieron eso: Aioros y Aioria, Saori, Marín y Kiki. Desde entonces, Mu pasaba una gran parte del tiempo en la casa de Piscis, lo cual a veces hacía enojar a algunos: a Aioria, a Aldebarán y a Saga, pues el primero no aceptaba lo que había sucedido, y los dos últimos eran quienes sufrían las consecuencias cuando algún intruso quería entrar a las doce casas.
Una tarde, Aioria se quedó esperando a que Marín terminara su entrenamiento. Estaba sentado en una roca, observando a las amazonas, cuando una de ellas se sentó a su lado.
-Hola, caballero- dijo la chica- ¿qué estás haciendo?-
-Esperando a Marín- gruñó Aioria de mal humor.
-Ya veo...- dijo la chica-¿y que es lo que te ha puesto de mal humor?-
-Nada- dijo Aioria en un tono no muy convincente.
-Sí, claro- dijo la chica- déjame adivinar... fue el caballero de Aries-
-¿Qué? ¿cómo lo sabes?- preguntó Aioria sorprendido.
-Y no solo sé eso- dijo la chica- sé que estás así porque desde hace un mes, el caballero de Aries ha estado saliendo con tu hermana, Aída...-
-¿Quién demonios eres?- dijo Aioria, sin salir aún de su sorpresa. ¿Cómo se había enterado, si nadie sabía que Aída era su hermana...?
-Me llamo Serena- dijo la chica, con una sonrisa.
Esa semana hubo junta de caballeros dorados, a la cual solo faltó Aioria.
-Mu, ¡otra noche más y te juro que te mando a otra dimensión!- rugió Saga.
-Saga...-
-No de digas 'Saga...'- dijo el caballero de Géminis imitando el tono de reproche de Mu- ya te lo dije... no quiero que vuelvas a desaparecer otra noche porque...-
-Tranquilo, Saga- dijo Aída, vestida con la armadura de Piscis- no es para tanto...-
-¿Ah, no?- rugió Aldebarán- ¿y porqué no, muchacho? Solo porque a ti no te llegan los intrusos porque estás hasta la casa de Piscis...-
-Porque, si te pones a pensar- dijo Aída, respirando hondo, porque el tono de Aldebarán la había asustado un poco- a Mu siempre le ha tocado eso todos los días...-
-Pues... suena razonable- dijo el caballero de Tauro calmándose un poco.
-Vamos, Saga- dijo Mu- ya tienes el mismo mal genio que Aioria...-
-Tienes razón- dijo Saga- lo siento, Mu...-
-Discúlpenme por abandonar mi casa, chicos- dijo Mu- pero lo hago por una buena razón. Algún día lo comprenderán...-
-¡Aída!- llamó Aioria en la entrada de la casa de Piscis. Aída salió de su habitación, con cara interrogante.
-¿Qué sucede?- preguntó Aída, asombrada de que su hermano le dirigiera la palabra después de que ella se casara con Mu.
-Quiero hablar contigo...- dijo Aioria con seriedad.
-No me digas- dijo Aída- ya no estas enojado con Mu por...-
-Ni hablar- interrumpió Aioria- ese me las va a pagar...-
-¿Porqué no estoy sorprendida?- dijo Aída con sarcasmo, poniendo los ojos en blanco-en fin, ¿de qué querías hablar?-
-De una amiga tuya, una amazona-
-¿Amiga?- preguntó Aída sin entender- la única amazona que conozco bien y es mi amiga es Marín...-
-Pero ésta me dijo que era amiga tuya- dijo Aioria- que había hablado ya contigo y que le habías contado como no me agradaba que salieras con Mu y...-
-Espera, espera, espera...-dijo Aída, entendiendo por fín- ¿cómo se llamaba esa chica?-
-Serena...-
-¡Serena!- dijo Aída, poniéndose de pie de un salto- ¿y que te dijo?-
-¿Porqué estás tan alterada, Aída?- preguntó Aioria, sorprendido de la actitud de su hermana- parece como si el solo nombre te causara mucho miedo...-
-Es que- dijo Aída- Serena fue la que inventó esa mentira sobre Mu... el día que me secuestraron...-
-Imposible...- dijo Aioria, incrédulo.
-¿Y qué le dijiste?- preguntó Aída, impasiente- ¿y qué te dijo ella?-
-No me dijo mucho- dijo Aioria- me preguntó en general sobre los caballeros dorados. Naturalmente, no le dije que tú eras uno de nosotros... ni tampoco que te habías casado con Mu- Aída suspiró aliviada.
-Aioria, escúchame bien- dijo Aída- y confía en mí: no le creas nada a esa chica, ni le digas nada...- suspiró- estoy segura de que es una espía... deberían echarla de aquí...-
-No hay manera de comprobar que lo es- dijo Aioria.
-Da igual- dijo Aída- ten mucho cuidado con ella...-
-Lo tendré, Aída- dijo Aioria, mirándola con cariño. De verdad, cuando la veía, no podía estar enojado con ella. En ese momento, se dio cuenta de que algo más preocupaba a su hermana- ¿no tienes algo que decirme?-
Aída dudó y se enrojeció ligeramente. Después de unos segundos, la chica negó con la cabeza y se encogió de hombros.
-Nada nuevo- dijo- lo mismo de siempre...-
Aioria sonrió y se retiró a su casa. Aída se quedó sola y suspiró.
-Tengo que hablar de esto con alguien- dijo para sí misma cruzando los brazos- pero, por mucho cariño que le tenga, mi hermano Aioria no es la persona más apropiada...-
Esa noche, como las anteriores, Mu dejó la casa de Aries y de dirigió a la de Piscis, cuando todos los demás caballeros dorados estaban ya dormidos. Al llegar a la habitación de Aída, la encontró hecha ovillo en un extremo de la cama, abrazando sus rodillas contra el pecho. Mu ya la conocía bien, y sabía que solo hacía eso cuando estaba preocupada o triste. Cerró con cuidado la puerta de la habitación.
-¿Qué te sucede, mi cielo?- le preguntó, sentándose junto a ella y abrazándola con ternura- ¿qué te preocupa?-
-Yo...- dijo ella, dudosa- me preocupan dos cosas-
-¿Cuáles son?- preguntó Mu.
-La primera- dijo Aída- es que Aioria vino a verme hace rato...-
-¿Y qué sucedió?-
-Pues... me dijo que esa chica, Serena, habló con él...- le dio a Mu una mirada significativa, que el caballero de Aries captó de inmediato- le dije que no se fiara de ella. Aún así, me preocupa, porque es una espía... no sé que ha logrado averiguar o hacer creer a los demás...-
-No creo que tu hermano le haya dicho que eres el caballero de Piscis- dijo Mu, en tono tranquilizador- además, no creo que Aioria le crea si tú le dijiste que no lo haga...-
-Sí, pero no deja de preocuparme- dijo Aída- que Alejandro aún esté espiando en el Santuario...-
-No te preocupes- dijo Mu- no permitiré que nada malo te pase...- Aída sonrió, y se dejó abrazar por Mu. Se sentía muy segura así, entre sus brazos- y dime, ¿qué era la otra cosa que te preocupaba?-
Aída cruzó los brazos y suspiró.
-Pues... hace un par de semanas me percaté de ello, y no sé como lo tomes...- y le susurró algo al oído. El rostro de Mu cambió de tranquilo a sorprendido y luego a feliz.
-¿Hablas en serio?- dijo Mu con una sonrisa.
-Sí- dijo ella algo insegura- ¿que piensas?-
-Que es lo más maravilloso del mundo- dijo Mu, besándola en la mejilla- ¿puedo?- preguntó, y Aída asintió. El caballero la besó con ternura en los labios, en el rostro, en el cuello. La estrechó con delicadeza. Con sus manos, el caballero recorrió las formas de su cuerpo, como dibujándola de nuevo. Aquella noticia lo había llenado de felicidad.
-¿Has logrado averiguar algo?- preguntó Alejandro.
-No, señor- respondió la voz femenina- no ha dicho nada de relevancia...-
-Demonios- dijo Alejandro- eso quiere decir que ya sospechan...-
-Entonces, debemos movernos rápido...- dijo uno de los hombres trajeados.
-Pero, nada nos puede servir de la información que he traído...- dijo la voz femenina.
-No te has dado cuenta- dijo Alejandro- que al caballero de Leo se le olvidó ocultar el odio que siente por el noviecito de su hermana... y algunas otras cosas con respecto al caballero de Aries... por ahí podemos empezar...-
-¿Y que haremos?-
Alejandro dejó escapar una carcajada antes de responder.
-Esperaremos a que bajen la guardia. Cuando lo hagan, se arrepentirán de lo que hicieron...-
CONTINUARÁ...
Holas, chicos... Espero que les esté gustando esta precuela... Sigan mandando reviews, por favor!!!!
Abby L.
