CAPÍTULO 9: UNA TRAMPA
Pasaron varias semanas, que luego se convirtieron en un par de meses, y Aioria y Marín paseaban por los jardines del Santuario. El caballero de Leo frunció el entrecejo al ver a su hermana y a Mu, sentados juntos en una banca. Marín rió divertida al ver la cara de su novio.
-Vamos, Aioria- le dijo Marín entre risas- ¿cuándo vas a dejarlos en paz?- Aioria, enfurruñado, no respondió, así que Marín continuó- ya están casados, ¿qué puedes hacer al respecto?-
-Nada- suspiró Aioria, derrotado- pero no puedo perdonar a Mu por haberse llevado a mi hermana...-
-No se la llevó a ninguna parte, Aioria- dijo Marín. Aioria no respondió. No quería pelear con Marín por enésima vez.
Mientras tanto, Mu y Aída hablaban de cosas muy diferentes.
-¿Te sientes bien?- preguntó Mu, preocupado.
-Solo estoy un poco mareada...- dijo Aída, algo desganada- nada fuera de lo normal...-
-Descansa entonces- dijo Mu, haciendo que Aída apoye su cabeza en su regazo, y acariciando los cabellos castaños de la muchacha con cariño- ¿cuánto va?-
-Dos meses y medio- dijo ella, llevándose la mano a la frente- y todavía me siento mal...-
-Sabes que así son estas cosas- le dijo Mu- pero en un par de semanas desaparecerán...-
-Eso espero- dijo ella, esperanzada. Mu le besó la frente con cariño.
-Hola, Mu- dijo Saga, llegando junto con su esposa Karla- hola, Aída...-
-Hola, Saga- respondieron los dos a coro. Aída no se levantó y esto hizo que Karla la mirara intrigada.
-¿Te sientes bien, Aída?- preguntó Karla, preocupada.
-Sí, no te apures- dijo Aída, algo apenada de que se preocupen por ella- solo me duele un poco la cabeza...-
-Entonces, descansa un rato- le dijo Karla- no es bueno que te esfuerces mucho si te sientes mal...-
-Gracias por el consejo- dijo Aída, con una sonrisa, desde el regazo de Mu. Saga y su esposa desaparecieron.
-¿Te sientes mejor?- preguntó Mu.
-Algo- dijo ella.
-Bueno, mejor vamos a que descanses- dijo Mu- no me gusta que te sientas mal...-
-De acuerdo- dijo ella, levantándose. Los dos se dirigieron hacia las doce casas. Los dos sujetos trajeados los observaron alejarse.
-¿Crees que hoy sea una buena opción?- preguntó uno.
-No lo creo, estoy seguro de ello- dijo el otro.
-Déjenmelo a mí- dijo Serena, quien también había estado observando a la pareja junto con los dos tipos.
-¿Por qué todo el mundo me pregunta lo mismo?- dijo Aída- ¿de verdad me veo tan mal?-
-Aída esta un poco mareada, Kiki- dijo Mu- voy a dejarla en la casa de Piscis... vuelvo en un rato...-
-De acuerdo- dijo Kiki, mirándolos alejarse. El chiquillo suspiró. Desde que Mu y Aída se habían casado, el caballero de Aries pasaba la mayor parte del tiempo en la casa de Piscis, así que ya estaba acostumbrado.
Kiki sintió el cosmo de alguien aproximándose. Era el de una mujer... una amazona. Creyendo que era Marín o Shaina, Kiki salió a su encuentro, solo para darse cuenta de que era una amazona que nunca había visto en su vida.
-¿Tú eres Kiki?- preguntó ella, y el niño asintió, confundido- te he estado buscando...-
-¿A mí?- preguntó Kiki -¿porqué?-
-Porque Aioria y Marín me pidieron que viniera a buscarte- dijo la amazona.
-¿Para qué?- preguntó Kiki. La amazona solo se encogió de hombros- ¿dónde están?-
-En los límites del bosque- dijo ella- creo que era algo urgente...-
-Voy enseguida- dijo Kiki, y desapareció en el acto.
La amazona sonrió maliciosamente. Buscó entre sus ropas y después de mucho hurgar, sacó un intercomunicador.
-¿Qué sucedió, Serena?- preguntó un hombre a través del aparato.
-Tengan cuidado- dijo la amazona- se puede teletransportar-
-No te preocupes por eso- dijo el hombre del otro lado del aparato- tenemos todo bajo control...-
-Iré a ayudarles...- Ya en los límites del bosque, Kiki buscó a Aioria. Al no encontrarlo con la vista, intentó buscarlo por su cosmo, pero lo ubicó en la casa de Leo. Buscó también el cosmo de Marín, pero este se encontraba en el recinto de las amazonas.
-Que extraño- murmuró el niño. En ese momento, sintió otro cosmo, esta vez dentro del bosque. Un cosmo desconocido y muy hostil. Kiki no huyó, al contrario, se adentró en el bosque buscando ese cosmo.
Después de unos minutos, llegó al claro, el mismo en el que había encontrado a Aída un par de meses antes. Cerca de la fuente, sintió el cosmo y vio la sombra de una persona.
-¿Quién está ahí?- preguntó.
-Soy yo- dijo una voz femenina, la misma voz de la amazona de hacía un rato.
-¿Eres tú otra vez?- preguntó Kiki- ¿quién eres?-
-Me llamo Serena- dijo ella- y...-
En ese momento, los dos hombres trajeados que habían estado siguiendo a Mu y Aída todo ese tiempo se lanzaron sobre Kiki. Ambos lo sujetaron con fuerza.
-Tanto tiempo sin verte, enano- dijo uno de los tipos.
-Sí- dijo el otro, jadeando- la muchacha se nos escapó, pero no volverá a suceder...-
Kiki se teletransportó unos pasos más adelante, librándose así de los sujetos.
-Ya conocemos tu truco- dijo uno de los sujeto- no nos engañarás...-
-No les permitiré que vuelvan a llevarse a Aída- dijo Kiki encendiendo su cosmo- quiero verlos intentar algo- Pero, de pronto, el niño sintió algo en la parte posterior de su hombro, como un piquete. Se volvió, y vio a Serena apuntándole con algo. Kiki comenzó a sentirse más débil y somnoliento minuto a minuto, hasta que se quedó dormido.
-Con eso será suficiente- dijo Serena- llévenselo ya, antes de que los demás se enteren... ya saben que hacer con él...-
-Sí, Serena- dijo uno de los hombres trajeados.
-Inmediatamente- dijo el otro.
Uno tomó a Kiki en brazos y el otro sacó una pistola, e iba a la cabeza, verificando que nadie los estuviera siguiendo. Mu regresó a la casa de Aries y no encontró a Kiki. Lo estuvo buscando casi por todo el Santuario, sin éxito, y preguntando a todo el mundo. Comenzó a preocuparse: Kiki podía ser muy travieso, pero nunca se iba sin avisar. Volvió a la casa de Aries, y encontró algo en el suelo. Un sobre. Lo abrió y todas sus dudas quedaron resueltas. Subió corriendo hacia la casa de Piscis.
-¿Qué sucedió, Mu?- preguntó Aída al verlo- tu cosmo está preocupado... ¿qué ha pasado?-
-Es Kiki- dijo Mu- mira...- le mostró la carta que estaba dentro del sobre. Aída se asombró. Era de parte de Alejandro, y decía que mataría a Kiki si Aída y Mu no se presentaban en su casa esa noche.
-Vamos- dijo Aída.
-No es posible- dijo Mu- tú no puedes ir...-
-¿Y porqué no?- dijo Aída- tenemos que ir por Kiki, no podemos dejarlo con ese...- no pudo encontrar la palabra para describirlo.
-Aída- le dijo Mu- sabes muy bien porqué no...-
-No me importa- dijo ella- iremos los dos...- Mu estuvo a punto de volver a decir que no, pero la mirada de Aída lo detuvo.
-Está bien- dijo Mu- pero tendremos que tener mucho cuidado...- -No llegan... me estoy impacientando...- dijo Alejandro.
-Ya llegarán, señor- dijo Serena- verá como sí vienen... De hecho, siento sus cosmos acercándose...-
-Entonces, hay que preparar todo- dijo Alejandro- yo creo que mis hombres son capaces de contener a un caballero dorado...- -Aquí es- dijo Mu, reprimiendo un escalofrío. Recordó perfectamente como hacía varios meses casi perdía a Aída en ese sitio. Y era el sitio a donde tenían que ir.
-Bueno- dijo Aída, dejando escapar un suspiro- Mu, pase lo que pase, recuerda esto: él no me va a hacer daño, así que concéntrate en salvar a Kiki, ¿de acuerdo?-
Mu asintió levemente. Aída tenía razón, el chico estaba loco por ella y no la lastimaría, a menos... Mu no estaba seguro de cómo reaccionaría Alejandro al enterarse de que Aída estaba casada con él... o peor aún, si se enterara que...
-Vamos, Mu- dijo Aída interrumpiendo los pensamientos del caballero- terminemos con esto de una vez...- pero lo cierto es que ninguno de los dos sabía como iba a terminar todo. Mu la tomó de la mano y caminaron juntos hacia la mansión.
En la entrada, encontraron la puerta abierta. Pasaron por un vestíbulo y luego por un gran salón. Ahí, todas las puertas estaban cerradas con llave.
-Vaya- dijo una voz. Aída y Mu alzaron la cabeza buscando el origen de la voz pero no vieron a nadie- veo que eres inteligente, Mu, y me trajiste lo que me pertenece...-
Mu iba a contestar, pero Aída apretó ligeramente su mano para evitarlo.
-Alejandro, ¿dónde está Kiki?- preguntó Aída.
-Ahí- dijo la voz- Mu, suelta a la chica y sepárate de ella diez pasos-
Mu obedeció. Una vez que estuvo separado, todas las puertas se abrieron, y por ellas entraron varios sujetos como los dos que los habían estado siguiendo todo el tiempo. Uno tenía una pistola de dardos. Dos de ellos sujetaron a Aída con fuerza, y el resto rodearon a Mu, amenazantes. Serena también salió, llevando a Kiki por los hombros. El niño estaba bien, pero medio dormido. Mu lo miró con tristeza. Si bien era cierto que lo quería como a un hermano, el precio que tenía que pagar por recuperarlo era muy alto.
-Ya tienes lo que quieres, Alejandro- dijo Aída- entrega al niño y déjalos ir...-
-Ni en sueños, preciosa- dijo Alejandro, mirando a Mu con malicia- no quiero arriesgarme a perderte de nuevo... mataré al caballero...-
Alejandro le hizo una seña al tipo de la pistola de dardos, quien le disparó a Mu en el brazo. Inmediatamente, el caballero volvió a sentirse cansado y somnoliento...-
-Ahora, prepárate a morir...-
-¡No!- gritó Aída, forcejeando para liberarse.
Dos de los hombres levantaron al caballero mientras Alejandro lo golpeó varias veces en el abdomen.
-¡Basta!- dijo Aída, aún luchando para librarse de los dos tipos- ¡ya basta!-
-Tú no estás para dar órdenes, Aída- dijo Alejandro, volviéndose a la chica- ahora tú me perteneces...-
-Yo no te pertenezco- dijo ella- no me puedes tratar como un objeto-
-No veo porqué no- agregó Alejandro con malicia. Aída lo miró furiosa.
-No te pertenezco- dijo ella- porque ya soy de alguien más...-
-Aída, no...- murmuró Mu con debilidad.
-¿Qué quieres decir?- preguntó Alejandro, cambiando su sonrisa maliciosa por un gesto de molestia.
-¿Acaso no lo adivinas?- dijo Aída.
-Si es porque te casaste, no hay problema- dijo Alejandro- con dinero puedo borrar toda evidencia de que sucedió...-
-Hay cosas que no puedes borrar, ni siquiera con dinero...- dijo Aída.
-Si te refieres a tus sentimientos, no me importa- dijo Alejandro- las mujeres no tienen derecho siquiera a opinar...-
-No me refiero a sentimientos...- dijo Aída.
-¡Aída!- dijo Mu, pensando que había llegado demasiado lejos. Y tenía razón. Alejandro la miró realmente encolerizado. Había comprendido.
-¿Estás embarazada?-
Aída lo miró, y por primera vez, sintió miedo.
-No me importa, linda- dijo Alejandro, volviendo a su rostro tranquilo- ¿crees que no puedo resolver eso con dinero?- se acercó a ella y la tomó por la barbilla- conozco muchos médicos que podrían hacerlo...-
-Suéltame- murmuró ella, entre dientes.
-Déjala- dijo Mu, también forcejeando débilmente para liberarse, pero sentía que iba perdiendo la conciencia.
-Ya verás- dijo Alejandro- a golpes te voy a quitar eso...-
Levantó el puño, con toda la intención de golpearla en el abdomen.
-¡No!- gritó Mu.CONTINUARÁ...
Lo siento, chicos, aquí corto... Sí, soy cruel... Bueno, prometo actualizar pronto... el próximo capítulo es el final...
Abby L.
