"UNA CITA A CIEGAS"

K. Kinomoto.

Capítulo II

Un corazón de... ¿Goma pegajosa?

La cafetería estaba repleta. Era más de mediodía y Yukito tuvo que abrirse paso entre varios estudiantes para poder dar con la persona que buscaba. De pronto escuchó que alguien lo llamaba.

-¡Tsukishiro!

Volteó a ver de quién se trataba y se encontró con una de sus compañeras del club, que además era una de las organizadoras. Agradeciendo verla a ella en vez de al decano, se acercó y la saludó cortésmente.

-¿Cómo estás Yumi?

-Bien Tsukishiro, ¿Qué te trae por aquí? –Yumi escribía en una libreta una lista de nombres de varios de sus compañeros del club. –Estoy anotando a los voluntarios para el juego que se hará después del torneo de exhibición. Por cierto ¿Qué fue lo que te ocurrió ésta mañana? Muchos no dejamos de preguntarnos qué fue lo que pudo distraerte tanto para que fallaras ese tiro de esa manera.

Yukito había olvidado la razón por la que muchos compañeros casi no le dirigían la palabra a esa joven tan simpática, de largo cabello castaño y ojos cafés. El motivo era que la muchacha hablaba hasta por los codos.

-¿Sabes que hasta habíamos organizado apuestas para ver quién de todos era el que fallaba más veces? Aunque por supuesto tú no estabas considerado ya que todos sabemos que eres el que mejor puntería tiene de todo el club ¿Sabes que todos te admiramos por eso? Hasta te hemos considerado el favorito para ganar el torneo, no olvides que mañana por la mañana se definirá quiénes serán los que representen a nuestra escuela para competir contra las demás y estoy segura de que tú serás de los primeros en ser elegido, casi puedo ver que harás un muy buen papel y volviendo a lo de la apuesta pues verás, después del tiro fatal que hiciste los muchachos se arrepintieron de no haberte incluido en la lista pero ¿Sabes una cosa? No les hagas caso lo que pasa es que ellos ya quisieran tener tu puntería, por cierto déjame decirte que a pesar de que fallaste lo hiciste con mucho estilo ya que después de todo sí le diste al centro de la diana... Aunque no de la tuya por supuesto y a propósito ¿No te gustaría participar en el juego? Te puedo anotar en la lista y...

-Precisamente de eso quería hablarte, ¿Ya decidieron qué es lo que van a hacer? –Yukito respiró varias veces tratando de recuperar el aliento que había perdido tan sólo por escucharla. No podía explicarse cómo era que una sola persona pudiera soltar tantas palabras juntas en tan poco tiempo.

Una sonrisa traviesa de dibujó en el rostro de la muchacha.

-Por supuesto que sí ¿Quieres saber de qué se trata? Pues verás, después de haberlo meditado mucho las muchachas y yo nos pusimos de acuerdo en que la mayoría de los chicos de nuestro club son muchachos muy simpáticos por supuesto que tú fuiste de los primeros en ser nombrado pero en fin volviendo a lo que te decía, las muchachas decidimos que organizaríamos una especie de juego de "cupido" que consiste en que los arqueros que se anoten en la lista podrán elegir entre las jóvenes que así lo deseen, claro no necesariamente deben pertenecer al club, para elegirlas en una especie de "cita a ciegas" lo que se debe hacer es que...

-Espera, espera Yumi... -Yukito volvió a respirar. –Necesito que me lo expliques más despacio.

No es que Yukito fuera una especie de tonto que no hubiese entendido nada de lo que la joven le decía. Era que en realidad, no había entendido absolutamente nada de lo que la chica le había dicho. –Comencemos desde un principio, ¿Te parece?

-De acuerdo... -La muchacha respiró varias veces antes de continuar. –Como te decía, las chicas y yo estamos organizando una especie de juego al que le llamamos "Cupido", los muchachos del club de tiro con arco, voluntariamente se anotaron en una lista para participar. El juego se trata de que un grupo de muchachas, no necesariamente de nuestro club, elija entre los arqueros de la lista, a aquél que más le guste para que una de ellas sea elegida por él. ¿De qué forma? Pues verás... Tú sabes que éste deporte consiste en darle a las dianas y ganar puntos de acuerdo al valor de cada uno de sus anillos ¿No es así?

-Por supuesto.

-Tú sabes que cada anillo tiene un valor de acuerdo a su grado de dificultad, por lo que el anillo del extremo tiene menos valor que el centro de la diana, que es la que más puntos acumula ¿Verdad?

-Así es.

-Bueno, pues en este caso las "Dianas" serán las muchachas a las que los arqueros elegirán.

-¿De qué forma?

-El arquero anotado en la lista, por turno, se colocará en el fondo del salón con los ojos vendados. Frente a él se acomodarán, en el otro extremo, unas junto a otras y formando una hilera, las muchachas que quieran salir en una cita con él. El arquero deberá tener el arco listo con una flecha especial.

-¿Qué clase de flecha? –Preguntó Yukito con curiosidad.

-Será una flecha muy ligera, y flexible. Pero no terminará en punta, por supuesto, la intención no es herir a nadie ¿Verdad? En vez de la punta normal, en el extremo se colocará un corazón suave de goma pegajosa.

-¿Ah...?

-Así es. Y entonces el arquero con los ojos vendados preparará el tiro. Apuntará a la dirección que quiera frente a él y deberá darle a una de las muchachas. La afortunada a la que le de con el corazón de goma y se le pegue en alguna parte del cuerpo será la elegida. Pero eso no es lo verdaderamente interesante...

-¿Entonces qué es? –Yukito sentía cada vez más curiosidad.

-Lo interesante de todo esto es que las partes del cuerpo de la chica funcionarán como los anillos de las dianas. De ésta forma, cada parte del cuerpo tendrá un valor específico.

-¿Qué clase de valor?

-Pues verás, hicimos una lista de las partes del cuerpo donde existen más posibilidades de que el corazón de goma pegue, a ésas partes las consideramos como los anillos de las dianas, por lo que tendrán un determinado valor. –La joven sacó de su libreta una hoja y se la extendió a Yukito mientras le sonreía con picardía. –Ésta es una lista de las partes del cuerpo en orden de importancia de menor a mayor a las que les pusimos un valor, y no precisamente en puntos...

Yukito tomó la hoja de papel que la chica le ofreció y la leyó detenidamente. No pudo evitar sorprenderse ante semejante ocurrencia. La lista estaba detallada así:

MANOS (Toma la mano del arquero)

BRAZOS (Abraza al arquero)

FRENTE (Besa al arquero en la frente)

CUELLO (Besa al arquero en el cuello)

PECHO (Lado derecho) (Abraza y besa al arquero en la mejilla)

AL CORAZÓN (Abraza y besa al arquero en los labios)

-Ya veo... Pero explícame una cosa. –Yukito la miró fijamente. -¿El arquero no podrá elegir por su voluntad a la chica?

-No. Recuerda que disparará la flecha con los ojos vendados. Puede existir el caso de que la chica a la que le de con el corazón de goma en realidad no le agrade del todo. Pero es el riesgo que el arquero deberá correr.

-Y si llegara a ser así tendría que cumplirle la cita de todos modos ¿Verdad?

-Por supuesto, ésa es la parte en que te decía que es una "Cita a ciegas". Eso, además de que la chica podrá cobrar al arquero el valor de la parte del cuerpo a la que se le haya pegado el corazón de goma.

-Entiendo... -Yukito volteó a ver nuevamente la hoja. –Es decir, según ésta lista que me diste, si la flecha le da a la chica en un brazo...

-La chica tendrá el derecho de acercarse al arquero y abrazarlo. En ese momento tendría que ponerse de acuerdo con él para establecer la fecha y el lugar de la cita. Ah... Y otra cosa más...

-¿Cuál?

-El corazón de goma en sí mismo tiene su propio valor.

-¿Cómo...?

-Si la chica en cuestión no se conforma sólo con "cobrar" el valor de acuerdo a la lista, el corazón cumplirá otra función.

Yukito la miró con creciente interés.

-¿Y cuál sería ésa función?

-La chica despegará de su cuerpo el corazón de goma y lo pegará en el cuerpo del arquero, en la parte que ella elija. Y así el valor de la lista funcionará de forma inversa.

-Es decir... -Yukito volvió a estudiar la lista. –Si la chica de la que hablamos se despega del brazo el corazón de goma y lo pega, por así decirlo, en la frente del arquero...

-El arquero deberá darle un beso en la frente a ella.

-Ah... Ya veo... -Yukito se recargó en el respaldo de la silla. -¿Puedo ver la lista de los voluntarios?

-Claro... -Yumi le entregó la lista y Yukito se sorprendió al ver que casi todos sus compañeros se habían anotado. Sólo faltaban aquéllos que él sabía que ya tenían pareja. La lista además incluía nombres de arqueros de otras escuelas preparatorias, algunos conocidos por él. –Entonces, ¿Qué dices? ¿Te apuntas?

Yukito guardó silencio.

-Vamos Tsukishiro, eres de los pocos que aún faltan por anotarse. Además, la mayoría de las chicas que se interesaron en participar en el juego lo hicieron porque saben que tú estás en el club. No pensarás fallarles ¿O sí?

-Verás Yumi, es que en realidad yo... -Yukito buscó un pretexto. –No creo que pueda participar ese día...

-¿Pero por qué no? Será el mismo día en que se definan las finales. Y no me salgas con que tú no estarás. Todos sabemos que es seguro que llegues a la final.

Yukito miró hacia la ventana tratando de concentrarse en encontrar otra excusa.

-Es que yo... *¡Diablos! ¿Y ahora qué le digo?* La verdad...

-Está bien Tsukishiro, no te voy a insistir más, al menos no por el momento. Pero prométeme que al menos lo vas a pensar.

Yukito respiró. Una vez más.

-Lo pensaré Yumi, pero no te puedo prometer nada, ¿De acuerdo?

-De acuerdo. Hoy es lunes, mañana martes es la selección, el miércoles comienza el torneo y termina el sábado. Tienes hasta ése día para pensarlo. El juego comenzará por la tarde, después de definirse la final y entregarse los trofeos, ¿Entendido?

-Entendido. –Yukito le devolvió la lista de voluntarios y le sonrió ampliamente, eso hizo que por un instante Yumi comprendiera el por qué Tsukishiro era uno de los chicos más populares de la escuela.

La joven volteó hacia la entrada de la cafetería y alcanzó a ver a su novio, quien la esperaba paciente. Se despidió de Yukito después de recordarle la hora de la eliminatoria y de desearse mutua suerte. Sólo cuando se marchaba Yukito se percató de que no le había devuelto la lista que le había prestado primero.

-Yumi... -La joven se detuvo. –Toma, se te olvidaba esto.

-Ah, no es necesario que me la devuelvas, la verdad es que ya me la sé de memoria. –Y agitando su mano en señal de despedida salió del lugar tomando la mano de su novio.

Yukito se quedó sólo en la mesa, pensativo. El lugar, que al llegar él estaba totalmente concurrido, se había ido vaciando poco a poco. Sólo quedaban unas cuantas personas que al igual que él, parecían estar esperando a alguien. Observó el papel que Yumi le dejara y se acordó del juego. ¿Por qué se había negado a anotarse? ¿Cuál había sido la verdadera razón?

Suspiró lentamente mientras desviaba su vista hacia la ventana. El calor del mediodía parecía haber disminuido un poco conforme las horas avanzaban, pero aún así se sentía demasiado. No traía reloj, pero por la posición del sol supuso que pasarían de las dos de la tarde.

¿En qué estaría pensando cuando se negó? No había duda de que el dichoso juego prometía ser divertido, tan sólo con imaginarse los aprietos por los que sus compañeros del club estaban destinados a pasar. Pero... ¿Por qué eso a él no le llamaba del todo la atención?

Miró el cielo completamente despejado, sin nubes. No había ni un soplo de viento y los objetos que su vista alcanzaba a ver se mecían con apariencia fantasmal entre el vaho ocasionado por el calor que subía de la tierra. Y apenas comenzaba el verano. Yukito pensó que tal vez ese sería uno de los más calurosos que experimentaría en toda su vida.

Levantó la hoja de papel que Yumi le dejara y se sopló con ella, usándola como abanico. Realmente sentía bastante calor. Pensó en levantarse y dirigirse al mostrador para comprar una bebida refrescante, pero al parecer alguien se le adelantó.

Una mano varonil se posó delante de él, entre su pecho y la mano que sostenía el papel, colocando en la mesa un refresco de limón. Alzó la vista, sorprendido, para averiguar quién era la persona parada detrás de él, tan cerca que su cuerpo rozaba su espalda y su aliento mecía sus cabellos, y se encontró con los hermosos ojos azules de Touya.

Por unos preciosos segundos sus miradas se encontraron, ninguno de los dos tenía intención alguna de despegar su mirada del otro, pero tuvieron que hacerlo al advertir que no estaban solos, algunos de los estudiantes a su alrededor los miraban con curiosidad, por lo que Touya tuvo que moverse del sitio donde se encontraba y tomar asiento delante de él. Entonces se percató de la hoja que Yukito aún sostenía y sin mediar palabra alguna se la quitó de la mano.

Frunció el ceño, confundido durante un momento, pues no tenía la menor idea de lo que estaba viendo. Sólo era una especie de lista bastante extraña escrita con letra de mujer.

Despegó la vista del papel para mirar a Yukito, quien tuvo que tomar bastante aire para comenzar a explicarle de qué se trataba todo eso.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

-Así que le prometiste a Yumi que lo pensarías... –Touya seguía sosteniendo el papel, pero ya no se encontraban en la cafetería, caminaban en busca de sus bicicletas para regresar a casa.

-Sí, pero lo hice sólo para salir del apuro. –Yukito divisó su bicicleta y se dirigió hacia ella. –Pero la verdad es que no tengo ningún interés de participar en ese juego. Por el momento sólo debo preocuparme por calificar mañana para el torneo, y después lograr llegar a la final.

-Tienes razón Yuki. –Touya subió a su bicicleta mientras guardaba el papel en el bolsillo de su chaqueta escolar. –Te recuerdo del partido de mañana, acuérdate que prometiste apoyarnos, aunque fuera sólo por un rato.

-No lo he olvidado To-ya, no te preocupes. –Yukito terminó de acomodar sus cosas en la bicicleta y emprendieron el camino de regreso. -¿Terminaron de reorganizar los horarios de los partidos?

-Así es. Aunque tuvimos que rechazar algunas invitaciones de otras preparatorias. Nos dimos cuenta de que no nos daría tiempo si aceptábamos las invitaciones de todas. En realidad asistirán al torneo más de las que habíamos calculado.

-Qué bueno, eso hará el torneo mucho más interesante ¿No es así?

-Así parece.

Touya guardó silencio por unos instantes.

-Yuki...

-¿Qué ocurre?

-¿Por qué razón no estás interesado en ese juego? –Touya hizo ésta pregunta de forma bastante informal, pero Yukito logró percibir que era más importante de lo que aparentaba, así que trató de responder de la manera más honesta posible.

-La verdad es que no me llama la atención salir con una completa desconocida. Además...

-¿Además qué?

-Yo... Solamente saldría con alguien muy especial.

Sin saber por qué, Touya se sintió mucho más tranquilo.

Estaban llegando a la esquina donde sus caminos se dividían. Ambos bajaron de sus bicicletas para quedarse un rato más conversando bajo un frondoso melocotonero. El estar separados la mayor parte de la mañana les había dejado la impresión de que los últimos momentos juntos habían sido demasiado breves.

-¿A qué hora comienza la calificación? –Preguntó el joven moreno mientras jugaba con una flor de durazno que había caído muy cerca de él.

-A las nueve en punto, pero pienso llegar mucho más temprano.

-Entonces... Pasaré por ti a las ocho en punto.

Yukito lo miró durante un sorprendido segundo.

-Pero... ¿No será demasiado temprano para ti? –Respondió el joven de ojos dorados mientras Touya subía nuevamente a su bicicleta. –Es decir, tú no tendrás nada importante qué hacer a esa hora de la mañana.

-Por supuesto que sí. –Touya volteó a ver a Yukito mientras le sonreía. –Te veré a ti.

Yukito sintió cómo su rostro se convertía nuevamente en un colorido arco iris. Pero cuando ya no parecía posible que se sonrojara aún más...

La flor que Touya había estado jugando momentos antes fue colocada con suavidad entre sus plateados cabellos.

Antes de que Yukito pudiera reaccionar Touya ya había dado vuelta en la esquina.

Yukito se quedó un rato más parado bajo el duraznero. Meditó sobre la pregunta que Touya le había hecho minutos antes, y se respondió a sí mismo.

-Tú eres la razón por la que no quiero participar en ese juego.

Suspiró mientras sostenía la flor entre sus dedos, y después de un momento más de meditación se dirigió a su casa, sonriendo.

Continuará...