"UNA CITA A CIEGAS"

K. Kinomoto.

Capítulo III

¡Que comiencen los juegos!

El ambiente en toda la preparatoria era de regocijo. Acababan de quedar oficialmente inaugurados los juegos del festival de verano. Los estudiantes habían dejado guardados en el ropero sus uniformes azul y negro, en espera de ser desempolvados hasta el otoño. Estudiantes de otras preparatorias se confundían con ellos en un escenario multicolor. A pesar de que muchos de los juegos organizados exigían la competencia entre ellos, se respiraba compañerismo junto con la promesa de sana diversión.

En la primaria de Sakura las vacaciones ya habían comenzado, por lo que la pequeña había quedado de verse con su pandilla en la preparatoria. Shaoran y ella, con la ayuda de Yukito al fin habían podido librarse del fastidioso yugo de su hermano y pronto se encontraban disfrutando de los entretenimientos que el festival ofrecía.

Acababan de presenciar una bella exhibición de canto en la sala audiovisual. Tomoyo no dejaba de soñar despierta en que algún día sería una de las voces que deleitarían con su canto una sala de ese tamaño.

-Tenlo por seguro Tomoyo. –Le había respondido Sakura. –Tienes una voz maravillosa. ¿Verdad que sí Rika?

La aludida le respondió a Sakura con otro halago hacia la voz de Tomoyo.

Después del desfile de halagos por parte de cada uno de sus compañeros, y de los respectivos agradecimientos por parte de una sonrojada Tomoyo, los niños se dirigieron a otro sitio en busca de más entretenimiento.

No muy lejos de ahí, un par de jóvenes celebraban con una deliciosa bebida de toronja la calificación de Yukito para el torneo, la cual había logrado con la mayor puntuación.

-Mañana comienza la competencia contra las demás escuelas ¿Verdad? –Preguntó Touya mientras bebía su jugo.

-Así es To-ya.

-¿Y no estás nervioso?

-Un poco, pero supongo que es natural. Es mejor estar nervioso ahora que a la hora de la competencia ¿No crees?

-Ya lo creo. –Respondió Touya mientras recordaba la confianza con que Yukito había efectuado sus tiros ésa mañana durante la ronda de calificación. Si seguía demostrando esa seguridad durante el resto del torneo era seguro que llegaría a la etapa final.

Caminaban sin rumbo fijo, como la mayoría de los estudiantes. Al final decidieron entrar al club de boxeo, se detuvieron frente a uno de los rings en donde uno de sus compañeros peleaba contra un joven de otra escuela. La pelea estaba por terminar y ambos muchachos ya demostraban cansancio, pero la balanza se inclinó a favor del contrario cuando su compañero dio un mal paso, distrayéndose por un instante, el cual el adversario aprovechó para darle un derechazo que lo mandó directo a la lona. Touya y Yukito se retiraron del lugar pesarosos después de que la mano del vencedor fuera levantada.

Después de ese mal sabor de boca decidieron buscar algo menos doloroso qué ver. Llegaron así al patio principal de la escuela, donde se organizaba una competencia de fuerza con la cuerda entre dos preparatorias. Se estaban terminando de formar los equipos pero aún faltaban dos integrantes en el equipo local, así que cuando Yahami alcanzó a ver que Touya y su amigo se acercaban decidió llamarles a voz en cuello.

-¡Kinomoto! ¡Tsukishiro!

Ambos jóvenes se acercaron.

-Nos hacen falta dos integrantes para completar el equipo, ¿Porqué no nos apoyan?

-Puedo entrar yo. –Respondió Touya. –Pero Yuki no.

-¿Y por qué no?

-No podré hacer demasiado esfuerzo en toda la semana, sobre todo con las manos. Acuérdate que estoy en el club de tiro. –Repuso Yukito haciendo una ligera reverencia en forma de disculpa.

-Ah, es verdad... Bueno, no hay problema, con Kinomoto será suficiente.

Pero en ese momento llegó otro de sus compañeros y se completó el equipo.

Touya se acomodó entre los últimos de la fila, era de los más altos y fuertes, Yahami quedó detrás de él.

La competencia comenzó. El equipo de Touya pareció haber sido tomado por sorpresa, ya que de un solo tirón el compañero que estaba a la cabeza de la fila casi pisó la raya, pero por suerte lograron mantener el equilibrio y la competencia se prolongó durante unos minutos más, en los que los dos equipos hacían su mayor esfuerzo por no pisar la raya. Las porras para cada equipo no se hicieron esperar.

Los participantes de ambos bandos tenían los rostros enrojecidos por el esfuerzo físico que estaban haciendo, la competencia a ésas alturas se estaba volviendo una cuestión de honor. Touya se estaba fatigando, aunque no era el único, Yahami, detrás de él, también respiraba con dificultad. Eran los que más responsabilidad cargaban sobre sus espaldas, ya que eran de los últimos de la fila.

Yukito se dio cuenta de esto y se acercó a Touya con una sonrisa de aliento mientras lo veía a los ojos y le murmuraba algo, Yahami alcanzó a escucharlo y no pudo evitar sonreír. Después se dirigió a los demás y les gritó palabras de apoyo. Los demás compañeros del salón de Touya se acercaron también y secundaron a Yukito. Pronto el estado de ánimo de los participantes mejoró, lo que inclinó la balanza a favor del equipo de Touya, quien, apoyado por Yahami, en un esfuerzo sobrehumano dio un último tirón a la cuerda para terminar de definir la competencia.

Después de los aplausos y de los saludos de cortesía los equipos se desintegraron y cada cual agarró por su lado. Yahami se acercó a Yukito y le dio las gracias por sus palabras de apoyo al equipo, tras lo cual se retiró.

Junto a Yukito, Touya permaneció en silencio unos momentos más, mientras se recuperaba del esfuerzo realizado y de las palabras de aliento de su amigo, que aún podía recordar claramente y que sonaban como una deseada promesa:

"Si ganas iré a tu casa ésta misma noche y te prepararé tu platillo favorito".

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Yukito llegó puntual. Llevaba consigo una bolsa llena de víveres, los cuales necesitaría para preparar la cena que le había prometido a Touya. Sakura lo recibió con la sonrisa de siempre, después saludó al señor Kinomoto y tras un rato más de charla se dirigió a la cocina y se puso a trabajar.

Fujitaka y su hija entraron a la cocina tras él, se colocaron sus respectivos mandiles y se dispusieron a ayudarlo. Aunque Yukito se negó a recibir su ayuda al principio, ya que quería sostener la firme promesa de preparar la cena él sólo, la insistencia de los dos fue tal que no le quedó de otra más que aceptarla.

-No podemos abusar de tu amabilidad Yukito. –Le dijo Fujitaka mientras lo ayudaba. –Sabemos que le prometiste a Touya que tú se la prepararías, pero también nosotros cenaremos, así que es justo que contribuyamos con algo. Además, tú compraste todos los ingredientes.

-Pero fue sólo por ésta vez, señor Kinomoto. –Respondió Yukito. –Además, ustedes siempre me invitan a cenar y yo nunca colaboro con nada.

-Eso no es verdad Yukito –Sakura secundó a su papá. –Siempre que vienes a cenar nos ayudas a cocinar o a limpiar la cocina. Y a todo esto ¿Por qué le prometiste a mi hermano que le prepararías hoy la cena?

Yukito tragó saliva.

-Es que... Estamos celebrando que hoy nos fue bien en el festival de nuestra escuela.

-Sí, es verdad. Me enteré de que calificaste en tu club. –Fujitaka sonrió. –Y que además el equipo de Touya ganó hoy su primer partido del torneo. Me alegro mucho por ustedes. Espero que el resto de la semana les siga yendo tan bien como hoy.

-Yo también espero eso señor Kinomoto. Por cierto, ¿Ya tienen planes para éste verano?

-Pues... Aún no hemos pensado muy bien lo que vamos a hacer. –Respondió Fujitaka. –La verdad es que el director del instituto de arqueología quedó de llamarme en el transcurso de la semana. Parece ser que tienen proyectada una expedición y me dijo que necesitarán de mi participación.

-Ah... Ya veo.

-Pero no es algo seguro. –El señor Kinomoto continuó. -¿Recuerdas la cabaña en el bosque en la que estuvimos hace un año?

-¿La que nos prestaron? –Yukito recordó claramente que ése había sido un viaje muy especial, ya que según Touya le había contado, Sakura había conocido en ése verano a su bisabuelo. –Sí, la recuerdo muy bien.

-Pues, la familia que nos la prestó nos dijo que éste verano tampoco la utilizarán, por lo que podremos disponer de ella otra vez.

-Vaya, eso estaría muy bien. La verdad es que es un lugar muy hermoso.

-Así es. Pero en el caso de que tuviera que ausentarme le pediré a Touya que lleve a Sakura, y por supuesto, está de sobra recordarte que tú también estás invitado.

-Ah, muchas gracias señor, lo tendré muy en cuenta.

-¿Qué es lo que tendrás en cuenta? –Preguntó Touya con curiosidad. Todos estaban tan distraídos con la conversación que no lo habían escuchado llegar. –Hola papá. Monstruo...

-Ay...

-Hola hijo, ¿Qué tal te fue en tu último día de trabajo?

-Bien papá, me dieron dos semanas de vacaciones.

-Qué bueno To-ya, eso significa que podrás asistir a los eventos vespertinos de la escuela. –Yukito lo saludó con una gran sonrisa.

-Así parece. –Touya puso atención a lo que los tres hacían y se acordó de la promesa que Yukito le hiciera ésa misma mañana.

El color afloró a sus mejillas.

-Hermano, ¿Qué te sucede? –Preguntó Sakura mientras lo observaba detenidamente.

-Nada... No me sucede nada. ¿Quieren que los ayude en algo?

-Por supuesto que no To-ya. –Yukito lo reprendió. -¿Acaso ya olvidaste que cocinaría yo?

¿Cómo podría Touya olvidar algo como eso?

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-Ya te dije que no.

-Pero To-ya, se supone que tú no harías absolutamente nada ésta noche.

Yukito trataba de convencer a Touya de dejarlo lavar los trastes, pero su terco amigo se había negado rotundamente, arguyendo que con el hecho de haberle preparado la cena había sido más que suficiente.

Sakura ya se había retirado a su habitación y su padre se encontraba en alguna otra parte de la casa, atendiendo sus propios asuntos, por lo que ambos se encontraban solos en la cocina.

-Está bien To-ya. –Replicó Yukito, vencido. –Pero al menos déjame que los seque.

Y diciendo esto le quitó de las manos un plato que Touya acababa de enjuagar, pero no se fijó que aún le quedaba algo de jabón, por lo que al querer tomarlo el plato resbaló de su mano. Touya metió las manos a tiempo para evitar que el plato se quebrara al golpear contra el lava trastes, lo primero que le preocupó fue que Yukito no sufriera ninguna herida en su mano, o eso provocaría que quedara fuera del torneo. El plato se salvó, pero al hacer esto, la mano de Yukito quedó encerrada entre las de él.

-¿Estás bien? –Preguntó Touya con una combinación de preocupación y deleite, mientras sostenía su mano entre las suyas, disfrutando de la sensación de la suavidad de su piel mezclada con el jabón.

-S-Sí... -Yukito se ruborizó completamente.

-Yuki...

-¿Sí...?

-Necesito pedirte algo... Yo... Me preguntaba si te gustaría...

-Touya, ¿De casualidad no has visto mi camisa gris? –Preguntó su papá en voz alta mientras se aproximaba a la cocina.

Los dos muchachos se separaron de inmediato. Touya siguió lavando los trastes, o al menos fingiendo hacerlo, mientras Yukito tomaba un trapo aparentando secarlos.

-Eh... ¿Qué camisa gris?

-La que me compré la semana pasada. –Fujitaka entró a la cocina. -¿De casualidad no la guardaste tú?

-Ah... Sí. –Touya logró recordar. –La guardé en la parte de arriba de tu ropero. En una bolsa blanca.

-Ah, por eso no la encontraba. Gracias hijo.

Fujitaka se retiró dejando solos a los dos muchachos. Yukito esperó pacientemente a que su amigo continuara lo que había tratado de decirle.

Pero Touya ya no dijo nada.

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-¡Vamos Kinomoto!

-¡Hermano, tú puedes!

Los compañeros de Touya, así como su hermana y sus amigos, y por supuesto, sus admiradoras, alentaban al equipo para que mantuvieran la ventaja de 2 goles a 1, ambos anotados por él, que llevaban sobre el equipo contrario.

-¡Por aquí Kinomoto!

Touya alcanzó a ver a uno de los delanteros que lo llamaba, vio que por su posición quedaba libre y le pasó el balón. El delantero recibió su pase, aguantó a dos defensas y anotó. El grito de gol retumbó por toda la escuela.

Minutos después el árbitro pitaba el término del partido. Con eso el equipo de Touya pasaba a la final.

Después de las duchas Touya felicitó a sus compañeros en los vestidores y les recordó el nombre de la preparatoria contra la que se enfrentarían y la hora del que sería el último partido del torneo. No tuvo necesidad de recordarles su importancia, todos estaban conscientes de eso, y muy emocionados. Después de un rato más de descanso se despidieron y cada quien se fue por su lado.

Inmediatamente se dirigió al club de tiro. Según le había dicho Yukito, a ésa hora ya sabría si había pasado o no a la etapa final.

Había un completo silencio en el recinto, contrario al griterío que momentos antes escuchara mientras jugaba, lo que lo hizo sentirse extraño, pero lleno de paz. A través del cristal que separaba las gradas del área de tiro, alcanzó a ver a Yukito entre los demás arqueros, al verlo él le dirigió un saludo con la mano. Se veía relajado. Touya pensó que tal vez ya estaba seguro de haber clasificado. Los otros tres arqueros se notaban más ansiosos por saber el sitio en el que se encontraban. Mientras los cuatro arqueros esperaban a que los jueces dieran a conocer la lista oficial de los dos que se enfrentarían en la final, y los otros dos que competirían por el tercer lugar, Touya se recargó en el asiento que había tomado entre las gradas.

Aprovechando el momento de paz que le otorgaba el silencio a su alrededor, cerró los ojos y se sumió en sus pensamientos. La brisa que entraba por uno de los costados del inmueble revolvió por un momento sus negros cabellos, haciéndolo sentir un suave escalofrío, que encontró muy placentero.

Sus pensamientos vagaron por dos de los temas más importantes que a últimas fechas rondaban su mente. La preocupación por que su equipo desempeñara un papel digno en el torneo era uno de ellos. La semana había transcurrido muy rápido. Era viernes y ya habían logrado pasar todas las rondas, el partido del día siguiente definiría el campeonato. Estaba consciente de que cada vez los partidos habían sido más complicados, pero tenía la confianza suficiente en su equipo y en sí mismo. Estaba seguro de que ganarían el torneo.

Su mente pasó hacia el otro tema que lo rondaba, éste mucho más importante que el primero. Yukito.

Hacía ya bastante tiempo que se había enamorado de él. Pero no había podido asegurar que fuera correspondido hasta hacía poco tiempo, durante el cual había tratado de confesarle lo que sentía sin obtener el mayor de los provechos. Siempre que trataba de decirle lo importante que era para él, había algo que se lo impedía.

Se estaba fastidiando de esa situación. Ya no hallaba forma de manifestarle lo que sentía. Se había dado cuenta de que tratar de hablar con él siempre se convertía en un motivo de frustración más.

Además, desde el día del suceso en la cocina de su casa no había intentado hablar más con él a ese respecto, no porque ya no quisiera, sino porque tenía el presentimiento de que de un momento a otro alguien los interrumpiría, y por otro lado había procurado que Yukito se concentrara en el torneo. Él sabía que cualquier cosa que lo alterara podría desconcentrarlo lo suficiente para fallar, y Touya sabía la importancia que esa competencia tenía para el motivo de sus suspiros.

¿Qué iba a hacer entonces? ¿De qué manera podría decirle lo que sentía sin el temor de ser interrumpidos?

Entonces se le ocurrió una idea. Algo que estaba seguro que no fallaría.

Acababa de cuajar la idea en su mente cuando una dulce voz en su oído lo sacó de sus pensamientos.

-¿Durmiendo? –Yukito estaba sentado en el asiento de al lado mientras lo miraba con sus enormes ojos dorados, tan cerca que Touya sintió que se reflejaba en ellos casi como en un espejo.

-Pero éste espejo tiene un marco mucho más bello... –Pensó Touya en voz alta, haciendo que Yukito lo mirara con extrañeza.

-¿Se puede saber de qué hablas? –Yukito le dedicó entonces una sonrisa como sólo el sabía.

Touya sólo se quedó callado, sintiendo adentro del pecho una punzada, algo muy pequeño y dulce que inundó su corazón, como cada vez que lo veía.

Continuará...