Declaración: Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen A Nobuhiro Watsuki sensei y a los tipos que compraron los derechos y destrozaron la historia en el Seisohen (a quienes jamás perdonaré por el final. La historia estaba buena, pero...) pero sea como sea, hago esto sólo por diversión y sin fines de lucro...(Dios, que largo) En el nombre del padre.

Acto uno.

Un mal día. Una peor noche.

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La vida de una chica no es fácil. Menos cuando se tienen tan solo dieciocho años y en vez de poder pensar en kimonos, adornos para el cabello y como agradar más a los estrictos, pero cariñosos padres o conseguir marido o novio, se debe pensar ya como un adulto.

Responsabilidades, mantener una casa, a un chiquillo de doce años que se piensa todo un hombre y que se comporta con las insolentes maneras de quien se considera maduro sin serlo aún realmente y por lo cual se le debe guiar sin que este se de cuenta. Cuando se deben hacer malabares para poder estirar el presupuesto familiar y hacer durar el dinero hasta el próximo pago, cuidar el trabajo. Caminar durante horas para llegar a alguna cita en alguna casa de familia acomodada para dar clases particulares, porque al fin y al cabo, lo único que sabes hacer bien como para poder ganar algo de dinero con ello resulta ser una práctica en decadencia en los nuevos tiempos... que solo interesa a muy pocos que aún no están deslumbrados con occidente y quieren preservar sus antiguas tradiciones... uf... y para colmo, el hombre que amas... bueno, no dudas de que te quiere, pero no te lo dice muy seguido, salvo que estés a punto de morir.

Y desde un punto de vista práctico, resulta ser una carga porque si bien se preocupa de la casa, cada cierto tiempo un enemigo de él aparece y destroza parte de tu hogar -que ya por sí solo te cuesta reparar- y es una boca más que alimentar. Y lo debes alimentar bien porque tu hombre resulta ser un tipo que tiene un cuerpecito en estado lamentable después de haber sido el mayor asesino de guerras pasadas y ahora debe reponerse bien de heridas más recientes.

El asunto es que las heridas corporales no son tan terribles si las comparamos con sus heridas mentales y sentimentales... resulta cansador tener que ejercer de sicóloga para tratar de animarlo o de subirle la autoestima o tratar de comprender sus silencios. Estar ahí para cuando se pone parlanchín y necesita contarte sus cosas y luego tener que callar tus propias historias porque él ese día no tiene ánimo de hablar. Más que cansador, resulta agobiante.

Kaoru Kamiya, nuestra conocida y querida protagonista, iba camino a casa ese día y pensaba en estas cosas... estaba cansada de todo y de todos... sería tan fácil una mañana cerrar los ojos en vez de levantarse para realizar sus deberes y, pretender ser otra persona. Una persona que puede hacer lo que le venga en gana, decir lo que piensa sin temor o pudor y que no se tenga que preocupar de qué va a comer al día siguiente... en fin... ser otra persona.

A veces Kaoru soñaba despierta antes de levantarse: Kenshin y ella eran otras personas y él la veía como mujer y pareja... no como la chica a la que le está tan agradecido y cuya prioridad es proteger de lo que sea aunque ella no se lo pida... Kaoru soñaba muchas cosas... se imaginaba que era una señorita rica y con clase, que podía ofrecer a Kenshin comida deliciosa, un lindo cuarto y ropas nuevas. Otras veces soñaba con que él era el prometido que le había escogido su padre y aunque ella lo odiaba sin conocerlo, al verlo se enamoraban perdidamente y pronto se casarían. Vivirían sin complicaciones... sería maravilloso, sería perfecto...

Kaoru dobló una esquina y tomó el camino directo a su hogar. Se daría un buen baño, comería algo delicioso preparado por Kenshin... Kenshin... no importaba qué problemas le trajera... todo lo que ella hacía o sufría por estar con él bien valía la pena si recibía su cálida sonrisa o alguna palabra tierna sólo para ella. Y es que el misterioso rurouni la cortejaba de una manera muy sutil, pero enloquecedora y sabía qué decir exactamente o que actitud tomar en cuanto Yahiko se retiraba a dormir, o rozaba sus labios y la besaba tan rico, que simplemente la dejaba babeando cuando él no la veía. Así era Kenshin y ella, después de todo, no pensaba cambiarlo.

Pero Kaoru debía reconocer que aquél no había sido un buen día y esperaba que todo estuviera bien en casa para descansar de una vez de ello...

Primero, le había llegado el periodo con esas horribles molestias que la aquejaban y un sangramiento abundante, lo que la desesperaba y la hacía sentirse más insegura de lo habitual... más desde que había descubierto esa manchita en la parte trasera de su kimono amarillo. Afortunadamente Yahiko ni Kenshin notaron nada, pero eso no hizo más feliz a Kaoru. Luego llegó tarde a una cita de trabajo por estarse cambiando el kimono y a ella le molestaba no ser puntual como su padre le inculcó, aunque consiguió el puesto de instructora. Por la tarde fue a dar clases al dojo Maekawa y dos estudiantes se pusieron pesados con ella. Lo suficiente para que terminaran golpeados bajo el cerezo, lugar en el cual quisieron cortejarla de un modo bastante humillante y menos suave y romántica que su pelirrojito... uf... por correr de un lado para otro ese día no había almorzado y ahora, que estaba oscureciendo, tenía hambre, cansancio y sueño.

Pero no solo eso. Dentro de poco sería un nuevo aniversario de la muerte de su padre, a quien Kaoru siempre tenía en sus pensamientos y a quien extrañaba mucho. Tenía tantas ganas de conversar con él nuevamente, para hablarle de Kenshin, de Yahiko, de sus nuevos amigos... ese día, Kaoru se sentía un poco triste.

Entró a casa fingiendo un entusiasmo que no sentía, cuando notó que estaba sola y eso acabó por amargar su día.

Tendría que preparar su baño. Al menos Kenshin le habría guardado su porción de comida. Eso estaba mejor.

Ups.

Ollas vacías y limpias. Mala señal. Es mejor no aparecerse por el dojo en un momento como éste.

Y esa molestia espantosa en el bajo vientre... ¿podría empeorar?

Kaoru no era una chica que se dejara amilanar por la adversidad, pero en ese día... ya era demasiado para ella. Más en un momento en que por culpa del periodo se está tan sensible, aunque en ese tiempo ella no tenía como saber la teoría de las hormonas y esas cosas. Así que Kaoru, mientras picaba algunas patatas y cebollas que encontró en la despensa para prepararse una modesta sopita, se permitió, por esa vez, sollozar un poco.

Todo se arreglaría, ¿no?.

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Cuando tienes veintinueve años, generalmente estás felizmente casado con quien escogieron tus padres y que suele ser una buena elección, o con la mujer que amas. Educas a tus pequeños y luego en familia asisten a festivales o van a ver la floración de los cerezos. Despiertas acompañado por las noches y eres abrazado... tu preocupación es mantener a tu familia y cuidarla... si, parece algo ideal a pesar de los problemas que puedan surgir. Esto cuando eres un hombre común y normal.

Kenshin, sin embargo... bien... debía reconocer que su mayor error fue no escuchar a su maestro y empecinarse en participar de una guerra que no le correspondía. Aunque quizá sin Battousai la historia no habría sido la misma, o tal vez sí... pero tantos errores, uno tras otro en cuatro años terminaron por marcar su futuro de un modo a veces desesperante. Kenshin se preguntaba continuamente si alguna vez podría vivir tranquilo y en paz.

Aunque eso de tranquilo y en paz era algo bien relativo, si lo pensaba bien.

No es fácil vivir "tranquilo" en una casa donde sus habitantes son un chico que insiste en ser el más fuerte -como si no se diera cuenta que por ser el más fuerte Kenshin destruyó su vida- y una jovencita que lo tiene inquieto. Por una parte, la ama más que a sí mismo. Le debe un montón de cosas, como el que ella lo ame también de un modo conmovedor, el que le haya brindado techo y comida. Por otra parte le inquieta porque sabe que ella es el blanco preferido de sus enemigos, aunque debe reconocer que últimamente éstos, hace casi tres meses que no le arman algún escandalito nuevo. El último fue Enishi. Ni Saito quiso pelear con él teniendo la oportunidad, por ese asunto de que Battousai no existía.

Pero a veces Kaoru podía ser tan... desesperante... en muchos sentidos.

A veces le bajaban los nervios y se ponía enfadada por cualquier cosa. En especial con Yahiko, aunque de una u otra forma acababa metiéndolo a él en el lío. Después de haber participado en tantos combates, Kenshin no quería participar en alguno más... pero si pensaba un poco, debía reconocer que Kaoru había madurado mucho desde que la conoció y gritaba por cualquier cosa. Ahora era capaz de controlarse y contar hasta cien antes de explotar y medio asesinarlo a él o a Yahiko. Y era muy buena oyente y conversadora.

Lo otro que le desesperaba de ella era su aparente... inconsciencia sobre las reacciones que le causaba como mujer... Kenshin no era ciego y notaba que su cuerpo seguía madurando tanto como su carácter. Ella no lo sabía, pero cuando se sonrojaba para él, era tentadoramente hermosa y deliciosa... Kenshin la cortejaba ya, de eso no había duda, y aprovechaba cualquier ocasión para rozar y tomar sus manitos o quedarse a solas con ella tomando té... o besarla, algo que le resultaba delicioso... y estaba pensando seriamente en darle clases de cocina para que ella pasara más tiempo aún con él, en un espacio menor a un metro cuadrado... Kenshin sufría por no poder brindarle panoramas más interesantes que mirar las estrellas desde el techo. Kaoru era culta y merecía ser llevada al teatro, a alguna fiesta en el templo y esas cosas. O mejor aún... un hermoso anillo para casarse.

Kenshin caminaba a casa después de acompañar a Yahiko al Akabeko a quedarse a dormir. Tsubame estaba con algo de gripe y necesitaba que el chico estuviera en el turno de la mañana. Además, Kenshin tenía la secreta esperanza de encontrarse con Kaoru por el camino.

Porque eso mejoraría su desastroso día.

Todo empezó cuando preparó su mejor sonrisa para su Kaoru cuando ésta ignorándolo por completo entró corriendo a su cuarto a cambiarse de ropa... luego desapareció de su vista y no la había vuelto a ver.

Entonces Kenshin, algo frustrado, lavó ropa, la tendió con cuidado y de pronto, algo pasó, pero las varillas para colgar ropa se cayeron y tuvo que lavar todo de nuevo. Esto lo tenía enfadado porque quería preparar algo delicioso para Kaoru y después reparar el techo, pues se había conseguido por ahí algunos materiales para hacerlo. Pero terminó más tarde de lo habitual y cuando estaba a punto de preparar el almuerzo, se da cuenta de la hora y sabe que Kaoru ya no volvería para comer con él. Así que se preparó algo sencillo pero Yahiko acabó con la porción de Kaoru. Estaba creciendo... era natural que sintiera un hambre feroz.

Kenshin entró a la cocina para preparar algo más cuando unos llantos llaman su atención. Un pequeño perdido... Kenshin lo acompañó hasta su casa que quedaba muy cerca y los agradecidos padres insistieron en que se quedara a tomar el té. Así se le hizo tarde y cuando llegó a instalarse a la cocina nuevamente, Yahiko que había vuelto a buscar ropa de cambio le pide que lo acompañe donde Tae que necesita enviarle algo a Kaoru con él.

A Kenshin le molestaba no tener tiempo al menos para hacer algo por su amada... estaba enojado en verdad... más por no poder aportarle con algo de dinero o mantenerla él... se supone que como hombre debiera hacer eso...

Así fue como Kenshin pronto entró a la casa Kamiya cargado con algunos especias para los alimentos... con eso prepararía cosas sabrosas... a Kaoru le gustaría. Además, venían algunos pasteles...

Kenshin no notó nada extraño. Recogió la ropa tendida y se dispuso a ordenarla cuando notó que algo hervía en la cocina. Apagó el fuego y se dispuso a probar el alimento. Él también quería comer.

Pero un gato apareció.

Los gatos tienen esa cualidad especial de meterse donde no deben y volcar todo a su paso. Kaoru entró a la cocina cuando Kenshin espantaba al gato que saltó sobre la olla, volcándola.

Adiós, sopa.

Mal hecho, Kenshin...

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Kaoru decidió lavarse usando una palangana. Cuando salió del baño se golpeó en un codo y le dolía horrores... para colmo, algún estúpido dejó la puerta abierta y entró una corriente de aire que la dejó helada y casi doblándose del dolor en el abdomen por el cambio brusco de ambiente.

Kaoru se dirigió a la cocina, cuando vio a Kenshin espantar al gato y acabar con su almuerzo y cena del día.

Y Kaoru sentía que ya no podía más.

-Mi... mi sopa... - sollozó.

-Oh, no... señorita Kaoru. disculpe, yo... prepararé algo ahora mismo... será delicioso, no como esa sopa que seguramente... - Kenshin se cubrió la boca antes de continuar.

-¡¿Que mi sopa seguramente qué!? -

-Nada, señorita Kaoru, no me tome en cuenta... ahora mismo le preparo algo.- dijo Kenshin, dándose la vuelta. ¿Por qué Kaoru se veía tan linda en yukata?. Pero estaba muy pálida...

Kaoru en tanto quería dormir de una vez... no quería gritarle a Kenshin, pero estaba a punto.

-Olvida la cena... me voy a dormir.- dijo al borde de las lágrimas de rabia.

-Pero... espere sólo un poco... preparo té y los tomamos con unos pastelitos que Tae... -

-Dije que no quiero comer, Kenshin... no me interesan tus pastelitos.-

-Pero está muy pálida... parece que está apunto de desmayarse.

Cuidado, Kenshin...

-Por eso no debe irse al futón sin comer algo. ¿Almorzó hoy? Seguramente se pasó el almuerzo trabajando... señorita Kaoru... no debe descuidar su alimentación... y cuando salga tarde de las clases, me avisa antes y la voy a esperar a la salida... -

Kaoru sólo miraba la comida en el suelo...

-Mañana no tiene que salir, ¿verdad?... prepararé un menú especial para usted... va a gustarle mucho... cuando se quede afuera, lleve dinero para almorzar por ahí.

-Kenshin... buenas noches.

-Pero señorita Kaoru... -

-Quiero dormir, déjame sola.- Kaoru tiritando a punto de estallar.

-No se enoje por lo de la cena... fue un accidente... Yahiko se comió su porción de almuerzo, no lo pude evitar y... -

-¡Cállate de una vez!-

Silencio absoluto.

Kenshin puede ser muy paciente, pero hay ocasiones en las que él también tiene derecho a enfadarse.

- Kaoru... -

Kaoru se dio la vuelta y salió de la cocina directo a su habitación.

-Al menos cómase un pastel-

Kenshin la siguió con el pastelito en la mano.

-Tae se lo envió... sería un desperdicio si...-

-¡Te dije que no quiero nada! ¡¿Es que no lo entiendes?!- Kaoru de un manotazo arrojó el pastel al suelo.

-¡Es usted la que no entiende que debe alimentarse! ¡Y Tae preparó esto con cariño para...!-

-¡Al demonio con lo que pienses tú y Tae, yo solo quiero que me dejes sola! ¡No necesito que me sermonees ni me trates como una niña!-

-¡Así es como te comportas!- Kenshin en su enfado estaba tuteándola.

-Tuve un día horrible, ¿es que no lo entiendes?...-

-Lo entendería si en vez de tener esa actitud negativa comprendieras que yo no puedo saber qué te pasa si no me lo dices.- rugió Kenshin.

-¡Claro, el burro hablando de orejas!-

-¡Yo tenía mis razones!-

-¡Y yo tengo los míos!- chilló la joven.

Kenshin decidió calmarse un poco... contó hasta diez, pero la calma no llegó. -Pues así las cosas, me niego a discutir con alguien tan poco razonable. ¡Pero comerás así tenga que sentarte sobre mis rodillas!-

-Inténtalo y veremos quien pierde- Kaoru alzó un puño amenazante.

-No me desafíes, Kaoru- dijo Kenshin por lo bajo. - Sabemos muy bien quien tiene las de perder aquí.-

-¡Pues no seré yo! ¡Eres tú el poco razonable que no me deja en paz! ¡Déjame, no quiero verte!-

-¡Qué mala suerte, porque tendrás que soportarme!-

-¡No tengo por qué!... ¡¡Esta es mi casa!!-

-¡También es la mía!-

-¡¿Quieres apostar?! ¡Ya bastante tengo con soportarte como para que quieras adueñarte de MI casa!-

-¡Al demonio con tu condenada casa!! ¡Si quieres vivir sola, lo pides y ya! ¡Pero no fui yo quien te siguió para lo de Kyoto!-

-¡Tienes razón, tuve que estar muy loca para seguirte!! ¡Me iba mejor en la isla con Enishi, al menos allí no tenía que quebrarme la espalda trabajando para mantener a un vago y a un chiquillo!-

-¿Me estás llamando vago?-

-¿Estás algo viejito, ¿no?- Kaoru se rió burlonamente.

La humildad de Kenshin quedó enterrada bajo metros y metros de indignación y rabia. Pensándolo bien, y ya que estaban sacando trapitos al sol...

-Bien, échame. A ver quien te cuida tu casa o cocina para ti, porque tú lo haces bastante pésimo. Al menos ese gato me salvó de tener que fingir que tu comida está mejorando... ¡¡no me cabe en la cabeza que ni siquiera sepas salar bien una sopa!!-

-¡Claro, el bueno de Kenshin que hace todo perfecto!, ¿no?... al menos no soy una vaga que vive a costa de alguien más joven que él.-

-¡No menosprecies mis labores, Kaoru! ¡Si yo no estuviera aquí, nadie te cuidaría!-

-Me sé defender muy bien yo solita.-

-Sí, seguro... por eso Enishi te raptó.... -

-¡Y harto que lloraste!-

-¡Tú también!-

-Bueno, soy mujer... según ustedes, lloramos por cualquier cosa.-

-¡Y se enfadan por tonterías... ahora comerás.!

-¡Te dije que no y no necesito un padre!

-Buena falta que te hace, Kaoru... ¿quien me manda a fijarme en niñas malcriadas?

-Y a mí en traumados que sueñan sólo Dios sabe qué cosas.-

-No te metas en ese territorio, Kaoru.- amenazó Kenshin, al borde de su autocontrol.

-Me meto donde quiero... eres un traumado, Kenshin... yo diría que necesitas tus peleas para sentir que para algo sirves en esta vida porque fuera de eso... -

Kaoru se dobló por el dolor en el abdomen. Kenshin se acercó para sostenerla, pero de un manotazo la alejó. Y esto terminó por enfadar al pelirrojo.

-Así las cosas, haz lo que quieras... ¡se nota lo bien que te cuidas sola, mírate! ¡Adolorida y débil!

-¡¡¡Vete al demonio!!! ¡¡¡NO TE NECESITO!!!-

-Pues claro que me voy. ¡SIN TI ESTOY MÁS TRANQUILO! ¡Seguro tú me traes la mala suerte porque antes nadie se acordaba de Battousai, pero no más llegar aquí y empezar a atacarme fue cosa de días!-

-¡Y QUIÉN TE MANDA A PORTAR ESA ESTÚPIDA ESPADA EN PLENA CALLE!!- tronó Kaoru, herida con ese último comentario antes de acostarse y dormirse casi enseguida debido al agotamiento físico y mental.

En tanto Kenshin, en su habitación, enceguecido por la furia y el orgullo herido, echaba cosas en su morral.

-Te demostraré que soy capaz de trabajar, que no soy un traumado... ya lo verás, Kaoru... - dijo Kenshin, antes de salir del dojo Kamiya con rumbo desconocido. -Y me extrañarás y tendrás que reconocer que me necesitas para cuidarte.- masculló, en tanto se iba esta vez sin despedidas, porque sabía que volvería, aunque por lo menos tardaría un par de meses. Había pensado en partir sin esa sakabatto tan duramente cuestionada. Pero se lo pensó mejor y la ató a su cinto, antes de partir.

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Notas de la autora:

Ya sé que quieren matarme, pero a veces, como buena fanática que piensa mucho en Kenshin, creo que como es tan tranquilo y calmo, ha de enojarse a horrores las pocas veces que lo hace. Además, así me desquité de él y aproveché de decirle algunas verdades.

Kirara 26, espero que este te guste, aunque se ve que es algo descabellado... en fin... al menos te reirás. Justary, este es el fic prometido. Y habrá muchos líos... no puedo evitarlo... jejeje.