Declaración: Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen A Nobuhiro
Watsuki sensei y a los tipos que compraron los derechos y destrozaron la
historia en el Seisohen (a quienes jamás perdonaré por el final. La
historia estaba buena, pero...) pero sea como sea, hago esto sólo por
diversión y sin fines de lucro...(Dios, que largo)
Acto dos.
"Pasos que se alejan. Y otros que los buscan. Un galante rurouni."
Ante sí tenía el camino. Una vez más.
Y una vez más lo recorrería solo.
Y una vez más se había convertido en rurouni, debido a una furia sin precedentes que lo hundió en el orgullo herido y en la firme determinación de caminar en busca de una nueva forma de ser, de aprender cosas nuevas para demostrarle a cierta señorita lengua larga que él no sólo vivía de peleas.
¿Qué más daba? No quería acordarse de ella nuevamente.
Pero... imposible dejar de evocar el aroma de su piel, su suavidad, el sabor que tenía para él cada vez que la besaba oculto bajo la sombra de un árbol durante su cortejo. Su figura delgada retorciéndose bajo sus palmas, los ojos entrecerrados, la boca invitante...
Maldita sea, ¿en qué momento se le ocurrió enamorarse de ella, sin ser realmente digno?
-"No conseguiré nada autocompadeciéndome. Lo mejor es buscar soluciones ya"- pensó.
Antes de salir de la ciudad, encargó el cuidado de Kaoru a su amigo el jefe de policía, al señor Maekawa, a Tae, al Médico, a Tsunan... no podía evitarlo, así como no pudo evitar disponer el pastelito cercano a ella para que lo comiera en cuanto despertara. Aunque quedó algo confundido por el aroma a sangre, pero se repuso y partió.
-Esto lo hago por mi señorita Kaoru.- y esa frase pensada tenía diferentes connotaciones. A veces demostraba su intención de demostrar que era capaz de vivir normalmente y ser buen marido y proveedor, no un "vago", y otras veces pensaba en ser digno de ella y poder brindarle lo mejor.
--------------
Abro mis ojos.
El cuerpo me duele un poco. Lo siento hinchado y sumamente sensible pero más repuesto. Pero será mejor que me levante, ¿verdad? ... ¿Y Kenshin?
Miro por todos lados y no le veo. Debe estar preparándome el desayuno. ¡Diablos! Acabo de recordar la noche anterior. Le dije cosas horribles... Kaoru tonta, ¿cómo pude decir esas cosas?
Siento frío.
Pero ahora que lo recuerdo, él me dijo otras cosas horribles también.
¿Será verdad que le traigo mala suerte? ¿Qué soy malcriada? ¿Qué no me sé cuidar?
Esperen, aquí pasa algo raro... ya es media mañana, el sol está alto y Kenshin... ¡no aparece!
Salgo disparada hacia la cocina.
-Kenshin... Kenshin... -
No está allí. Lo que está es un pastelito, lo que supongo, es mi desayuno. Y todo pulcramente limpio. Pero no tengo hambre y siento una terrible angustia. No quiero creer en lo que se me está ocurriendo. No, Kaoru tonta, él no sería capaz, ¿verdad? ¡¿verdad?! ¡¡¡¡¡¿VERDAD?!!!!
Entro a su habitación. El futón doblado y un papel sobre él, todo en orden... pero...
Caigo al piso, con mis ojos muy abiertos cuando abro el papel y leo su contenido. Sin embargo, sonrío, al borde de la histeria al reconocer la caligrafía de Kenshin. Para mi desgracia, lo que dice la nota lo entiendo perfectamente. Es cuando me pongo a llorar.
Se ha ido.
Por mi culpa.
Por mi estupidez.
--------------
Señorita Kaoru:
Supongo que al momento de leer esta nota aún esté demasiado enojada conmigo, estoy muy avergonzado de mi comportamiento, falté a todas mis palabras, y por ello creo que no merezco seguir viviendo bajo el mismo techo que usted hasta cambiar y ser un hombre digno, capaz de brindarle un hogar como se merece. Sumamente arrepentido
Kenshin Himura."
--------------
-¡Maldito Kenshin!-
Yahiko no podía creer lo que había sucedido. Había llegado al dojo luego de haber pasado la noche en Akabeko y haber tomado el turno de la mañana y se encontró con un espectáculo lamentable. Kaoru en ropas de dormir, en la habitación de Kenshin, totalmente histérica. Yahiko le dio una cachetada, volviéndola a la realidad. Entonces ella comenzó a llorar. Incapaz de contarle nada, Yahiko tomó la carta de despedida de Kenshin y la leyó. No necesitó más de unos segundos para inferir qué había sucedido y ahora apretaba los puños y esperaba a que su maestra se vistiera para salir a comprar víveres a la ciudad.
Pronto los dos habitantes de la casa Kamiya se pusieron en marcha. Kaoru se había vestido como siempre, se hizo su coleta de siempre y vistió su kimono favorito. Incluso sonrió al hombre que le vendía el vinagre. Pero Yahiko notaba una enorme tristeza de fondo y admiraba su esfuerzo por tratar de seguir una vida normal a horas de que el hombre que ella más ama la hubiese abandonado.
-Maldito sea ese mentiroso rurouni-
Yahiko pronunciaba esas palabras, inconsciente de que lo hacía. Kaoru no se había atrevido a contarle cómo fue la discusión realmente, haciéndolo parecer algo tonto y sin importancia. Pronto volvía a casa con su estudiante cargado con salsa de soya, pasta miso, vinagre y sal.
-Kaoru...-
-¿Sí, Yahiko?
-¿Realmente hacía falta comprar todo esto?
-La verdad, no, Kenshin... lo... lo siento, Yahiko.
La joven se había cubierto la boca al pronunciar el nombre del pelirrojo, y ahora inclinaba la cabeza. Suspiraba y seguía caminando. Yahiko miraba hacia un costado del camino.
Maldito Kenshin. ¡Mil veces maldito!
--------
Su primera noche a la intemperie desde lo de Kyoto. Kenshin reunió algunas hojas en el suelo y se acomodó sobre ellas, esperando poder conciliar el sueño. Tenía unas ganas enormes de volver sobre sus pasos. Reconocía que estaba actuando infantilmente, producto del orgullo herido, pero también pensaba, no tenía el valor suficiente para verla a la cara. No después de lo que le había dicho. No podría.
------
Yahiko come y me mira de reojo. Creo que está esperando a que me ponga a llorar nuevamente. Pero no lo haré, no lo haré. Así tenga que morder el futón durante las noches, así tenga que ir todos los días al dojo Maekawa a enseñar kendo, así tenga que lavar toda la ropa de la comunidad entera, no lloraré, ¡no señor!
Porque lo que yo necesito ahora, más que nada en el mundo, es encontrar la manera de dar con Kenshin, traerlo de vuelta al dojo así sea arrastrándolo de los pelos rojos de su cabeza y atarlo si es necesario para que no se vuelva a marchar. Y cuando eso pase, sólo Dios sabe que nunca más él podrá decirme adiós y le pediré disculpas si es necesario... él tiene razón, soy tan inmadura.. ¿ qué me costaba aceptar su pastel y contarle mi mal día?. Y entonces le diré que lo que él hizo no estuvo mal, que yo tuve la culpa y que no siga siendo tan estúpido como para dejarme otra vez, que lo necesito atendiendo mi casa y que no me importa si no aporta con dinero.
Sonrío.
Yahiko me mira y me sonríe también. Yo sé que cuento con él. ¡Bendito chico! No hacen falta palabras y nos fundimos en un abrazo. Será mejor que confíe en mi estudiante y le cuente lo que realmente pasó.
-Sabes que te apoyo, Kaoru. No te preocupes, sabes que te apoyaré.
---------------
Kaoru bajaba la vista evidentemente avergonzada de su comportamiento. Por una parte, aún sentía coraje con Kenshin por las cosas que él le dijo. Por otro lado, reconocía que ella lo había propiciado.
Yahiko estaba sentado cruzado de brazos y piernas, mirando a Kaoru, como si la niña fuera ella y no él.
-Por lo que veo... si yo hubiera sido Kenshin, simplemente habría acabado contigo, Kaoru. Pero como supongo que más que mis regaños necesitamos un plan de acción, deberíamos ver el modo de encontrarlo y traerlo de vuelta.
-Pero es que, por más que lo pienso, Yahiko... creo que cuando él me vea, se marchará nuevamente. Temo que no me deje acercarme si él aún no consigue ser un "digno hombre" para mí. Sin mencionar que debe estar enojado aún.-
Yahiko pensó un poco. Sin Sanosuke, que estaba recorriendo China, no tenían quien los guiara en el extraño modo de pensar de Kenshin. Sanosuke generalmente lo comprendía bastante bien, quizá por ser hombre y guerrero. Lo mejor sería que él mismo se esforzara por dar con una respuesta solo.
-Si me viera mi padre me regañaría- dijo Kaoru.- mi padre siempre me hacía ver mis errores y regañaba muy duro, aunque estoy segura que si él estuviera vivo, hablaría con Kenshin y me sacaría de este embrollo.-
-Pero tu padre no está, feíta... así que tendrás que hablar tú con Kenshin y pedirle perdón, porque no tienes quien interceda por ti como tu padre. Y tendrás que soportar ese silencio que él impone. - Yahiko recordó que en una ocasión hizo enfadar mucho a Kenshin, no tanto como Kaoru lo había hecho ahora, pero sí lo suficiente para que Kenshin no le hablara en un par de días. El jovencito se había sentido muy mal y le pidió disculpas. Kenshin lo miro todo el rato en silencio hasta que le sonrió y le dijo que su ira ya se había disipado, pidiéndole disculpas, a su vez, por incomodarlo tanto.
-Pero hay lecciones que te debe dar tu propia conciencia y tú mismo debes buscar el camino para hacerte perdonar o reparar tu error, Yahiko. Si yo te hubiera regañado, te lo habría puesto muy fácil. Te habrías enojado más conmigo y no habrías aprendido esta lección.-
Kaoru suspiró, llamando la atención de Yahiko al presente.
-¡Ahhhh! Cómo quisiera ser otra persona para no tener que enfrentar el enojo y la culpa que he hecho sentir en Kenshin... -
-Pues tú debes hacerte cargo de tus propios errores- sentenció Yahiko. - debes demostrarle a Kenshin que este asunto te ha hecho reflexionar y que estás muy arrepentida por haberlo herido.-
-Buaaaaaa!!, pero tengo miedo. Quizá si está muy enojado conmigo y no me quiere ver... si yo fuese mi padre, seguramente sabría qué hacer... - dijo la joven al borde del llanto.
Una lucecita se encendió en la cabeza de Yahiko.
-¡Lo tengo, Kaoru!.
La joven se sobresaltó.
-¿Qué dices?-
-Escucha, Kaoru. Tú necesitas saber qué es lo que realmente piensa Kenshin de este asunto, pero no te puedes acercar a él porque está muy enojado contigo. Quizá yo podría dar con Kenshin, pero dudo mucho que él quiera tratar este tema conmigo porque no me compete y porque soy muy chico. Menos lo haría con la comadreja o con Aoshi, si es que se les pidiéramos que intervinieran. Pero si fuera alguien como dices que fue tu padre... seguramente Kenshin se abriría con él y tú sabrías qué piensa. La gente suele contarle sus problemas a los extraños... más si estos luego se convierten en sus amigos.-
-No entiendo a dónde quieres llegar, Yahiko.-
Yahiko destapó una botellita de sake para entrar en calor. Bebió un sorbito y le convidó a Kaoru quien aceptó.
-Quiero decirte que si quieres recuperar a Kenshin, debes convertirte en su amigo y ganar su confianza. Así sabrás de primera mano qué es lo que piensa. Y verás el modo de recuperarlo... escucha, esto es descabellado, pero si te atreves a hacerlo, puede que resulte. Debes acercarte a Kenshin, pero no como Kaoru Kamiya, para que no salga huyendo, sino como alguien que pueda ganarse el afecto de Kenshin. Es decir, si vas como mujer, seguro que te reconocerá, pero si vas como un muchacho... como un rurouni como él...
-¡¿Qué?!-
-Si fueras otra persona, una persona a la que él pueda querer pero no enamorarse... ahora que lo pienso, es el plan perfecto si quieres mantenerlo alejado de otras mujeres, porque se ve que Kenshin tiene bastante arrastre con el sexo opuesto.-
-¡¿Estás diciendo que... que yo... me travista????!!!
-Sip.- dijo Yahiko muy solemne, solemnidad que se terminó cuando se comió un trocito de pastel.
Ha pasado una semana desde que Kenshin se fue. El plan que hemos tramado con Kaoru me parece descabellado, pero estoy seguro de que resultará. Mi maestra es muy fuerte y me ha pedido que confíe en ella y puesto que, ella confió en mi cuando batallé contra ese sujeto extraño, secuaz de Enishi durante el jinchuu, yo confiaré en ella y le lanzaré mis mejores energías.
Nadie sabe lo que ha pasado aquí en el dojo, salvo Tae y Tsubame. También hemos escrito a Kyoto contando la situación, por si requiriéramos la ayuda de Misao. Hace unos días llegó una paloma mensajera desde Aoiya, diciendo que el mensaje fue recibido y que contamos con ella. El pasaje del barco está comprado y ahora estamos abordándolo. Dejaré a Kaoru con Misao y regresaré al dojo, por Kenshin regresa, aunque lo dudo.
Espero que resulte este plan. De todo corazón. Ahora que lo pienso, será realmente divertido. Si Kenshin puede volver a confiar en Kaoru, sabremos cómo actuar para conseguir que él regrese. Si a la vez le hacemos ver que Kaoru es madura, que está arrepentida, que aprendió y que lo quiere tal cual es, este plan habrá dado resultado.
Yo no quiero ser como él. Yo no quiero alejarme de la persona que más quiero por falso temor. Cuando sea mayor y pueda mantener a Tsubame, alejaré sus miedos, no protegiéndola de "mi mismo" como lo hace Kenshin, pensando en que no soy digno de ella, sino cuidándola de sus temores, de sus pesadillas. Creo que este es el error de Kenshin. Para ser digno de Kaoru él se aleja de ella. Para proteger a Tsubame, yo nunca me alejaré.
-------------
-¡¿Qué vas a hacer qué?!
Misao no podía creer lo que le pedía Kaoru que hiciera por ella, es decir, era algo tan... raro. Se habían encontrado en una posada en las cercanías de KYoto, y Misao llevaba su instrumental de belleza, como se le pedía en la carta que le llegó desde Tokio.
-Misao, por más que lo hemos pensado, es la única forma que tengo de atraerlo nuevamente a casa.
La joven ninja suspiró y una sonrisa pícara se dibujó en su infantil rostro. Esta Kaoru estaba bien loca por Kenshin, de eso no cabía duda. Pero Misao le ayudaría, de todas maneras.
---------
El negro cabello de Kaoru se amontonaba a sus pies, en el bosque, mientras caía, cortado expertamente por Misao, quien no tuvo reparos en ofrecer toda la ayuda posible en ese descabellado plan. Yahiko observaba toda la operación aún sin creer mucho lo que veía, pero sabía que era necesario para el plan trazado por él y su maestra noches atrás en la soledad del dojo, con las ideas que les brindaba la ingestión de sake. Ahora Kaoru lucía una melena, similar a la de Tsubame, a la altura de sus hombros. Misao siguió maniobrando con los mechones para dar la impresión de que hacía mucho tiempo no se había cortado ese cabello y que ahora crecía en desorden. Luego le formó a Kaoru un flequillo " a lo Kenshin" y le recogieron el cabello en una coleta con una cinta desgastada. El cambio ya era notable, pero era sólo el principio. Era tiempo de pasar al plan B.
Kaoru extrajo de un bolso las ropas de su padre. Mientras Misao acomodaba las vendas, para aminorar el busto de la joven, Yahiko se daba vuelta y conversaba de espaldas con ellas. Ambas reían, Misao con su habitual alegría fingía burlarse de su amiga y ésta que estaba ofendida. Pero a pesar del radical cambio de vida, Kaoru estaba dispuesta a hacerlo, y de paso, estaba dispuesta a ayudar a su amiga en otro asunto, en parte para comprobar que el plan resultara.
Finalmente hicieron la elección de vestuario. Un hakama azul oscuro, algo desgastado, una camisa como la de Yahiko (ocultando el pecho) blanca y un gi azul oscuro sobre este. Misao había conseguido calzado como el de Kenshin de la talla de Kaoru. Ella estaba riéndose como nunca. Yahiko finalmente pudo voltearse para ver a su maestra y no podía creer en el cambio sufrido por ella. Parecía un chico, de unos catorce años. Quizá lo único que podía delatarla eran sus ojos azules, pues incluso el aroma de su piel, a jazmines, había sido quitado tras sucesivos baños sin su perfume, desde que se les ocurriera esa idea.
-Muy bien, Kaoru. Dime, ¿has pensado en un nombre para ti?
Misao observaba orgullosa a su obra de arte. Kaoru convertida en hombre. Pensó en lo mucho que se divertirían pronto.
-Kojiro. Era el nombre de mi padre. Como vestiré sus ropas, siento que en parte voy en su nombre. Sé que mi padre me habría ayudado también. Ese es el nombre que usaré. Además hoy se conmemora un año desde su muerte.
-Bien. En ese caso así te llamaremos de ahora en adelante para que te acostumbres a él.
-¿Pero cómo sabremos que Kenshin no la reconocerá?- preguntó Yahiko.
----------
Misao entraba alegremente en Aoiya y se encontraba con Okina barriendo. El viejo le sonrió, pero notó que algo se traía su nieta.
-¿Cómo te fue en tu paseo?- la joven ninja había salido temprano al mercado, pero había vuelto con las manos vacías. Okina entonces vio a Misao sonreír alegremente.
-Ohh, Jiya, me ha ido estupendamente. Me encontré con dos amigos muy especiales para mí. Pasen.
Yahiko hizo su entrada y fue cordialmente recibido por Okina, Okon y Omasu que acudieron al llamado del viejo. Pronto, incluso Aoshi estaba en el salón, recibiendo al chico que prometió contar el motivo de su visita después de que se presentara el otro "muchacho".
-Kojiro... pasa, por favor.
Misao tomó a "Kojiro" del brazo mientras que Aoshi, a quien no se le escapaba movimiento alguno, se sintió molesto con ese tipo de contacto por parte de Misao con un hombre. Aoshi notó que el chico entraba con la vista baja, sonriendo tímidamente, con las manos metidas en las mangas de su gi azul y se acordó de Kenshin. Incluso su cabello se veía similar, pero en negro y más cortito. Su ropa lucía gastada y traía un paquetito cuadrado colgando de su hombro con sus escasas pertenencias. Definitivamente le recordaba a Kenshin.
-Buenas tardes, mi nombre es Kojiro Tendo (el apellido de soltera de la madre de Kaoru) y es un placer conocerlos. Conocí a Misao-chan cuando ella buscaba a Aoshi-sama hace un año, y caminamos un tiempo juntos. Luego nos perdimos de vista, pero la he encontrado nuevamente y me siento muy feliz.
Aoshi notó admiración en la mirada del muchacho hacia Misao y tuvo un sentimiento extraño.
-¿Cuantos años tienes, Kojiro?- preguntó el Oniwabanshuu al joven.
-16 años, señor.
-Pareces menor.
El chico colocó una mano tras su cabeza, inclinándola ligeramente y sonriendo -¡Muchas personas me han dicho lo mismo!-
----------------
Apenas puedo contener la risa al ver la cara Aoshi. Llevo ya dos días aquí y él no deja de mirarme. No sé si sospechará algo, pero creo que al menos mi presencia debe molestarle un poco. Con Misao pasamos mucho tiempo juntas, conversando y riendo de imaginarias aventuras que hemos inventado sobre nuestro "pasado común". Por lo visto todos se han tragado el cuento de que mis padres murieron en la guerra de Seinan, lo que en parte es cierto. Creen también en que me he dedicado a ayudar a las personas, que soy una especie de rurouni como Kenshin y también me han hablado mucho de él. Todos concuerdan en que me ama (je, je, cuando soy Kaoru, claro) y que no pueden creer que se haya ido del dojo. Y están buscándolo con sus redes de información, porque fue eso lo que les pidió Yahiko después de contarles lo que había pasado (Misao era la única que sabía en Aoiya para ayudarme con la primera parte del plan) y pedirles que nos ayudaran a encontrarlo. Yahiko partió esta mañana a Tokio y ha prometido, mediante Misao, tenerme al tanto de lo que pase allá.
En verdad, no quería engañar a los de Aoiya, pero era necesario asegurarme que cuando Kenshin me vea nuevamente, no me reconociera, y si Aoshi, que es tan perspicaz, no ha dado señales de reconocerme, es que esto está funcionando.
---------
Aoshi esperaba su té nuevamente, pero Misao no daba señales de aparecer. Aoshi era capaz de escuchar su risa en alguna parte del albergue y sabía también que tanta alegría era provocada por ese chico nuevo que ella había traído a vivir con ellos. Pero le molestaba que acaparara tanto la atención de Misao. Lo peor es que a veces los sorprendía mirándose como si tuvieran algún asunto secreto que sólo ellos dos conocían, con una mezcla de inocencia y picardía que le provocaba un nudo en la garganta al pensar en que Misao, la única que lo distraía de su solitaria manera de ser se estuviera alejando de él. Kojiro era muy atento. Le ayudaba a la jovencita con las labores cotidianas como lavar la ropa, limpiar las habitaciones... nuevamente le recordaba a Kenshin, sólo que Kojiro parecía no saber cocinar. Omasu y Okón estaban fascinadas con aquél joven y simpatizaba con Okina.
Kuro y Chiro lo habían invitado a beber la noche anterior, pero él se había negado. Momentos más tarde, Aoshi lo sorprendió con Misao en el parquecito hablando muy bajo. Sintió por un momento la sangre arder en sus venas y se retiró a su habitación.
Esa noche, en el albergue, poco antes de acostarse, Okina sonrió a su nieta que junto a Kojiro lavaba los platos, y comentó a los demás, sabiendo que Aoshi lo escuchaba:
-Misao es sin duda la luz del Aoiya por su alegría y forma de ser. Y Kojiro brilla también. Debe ser por su edad, pero me parece que se complementan y llevan muy bien.
Aoshi esa noche, en honor a la verdad, no durmió nada buscando en su mente una respuesta que parecía no llegar, porque la buscaba en el lugar incorrecto. La respuesta, estaba sin duda, en su corazón.
-------------
Kenshin se sentó a comer legumbres junto a los campesinos a quienes había ayudado a recoger su cosecha. Ellos se veían muy contentos y tenían una hija pequeña, de unos cinco años, llamada Kaoru. Tenía unos impresionantes ojos azules y Kenshin no pudo evitar preguntarse cómo habría sido su Kaoru de niña. Pensó que ella de tener una hija, tendría una niña hermosa. O un chico muy fuerte, con su cabello negrísimo. Sin duda ella se vería muy hermosa de madre.
¿Madre?
Kenshin comenzó a sudar frío y se sintió un estúpido, un maldito, un imbécil, un indigno y un de lo peor. Sintió ganas de desdoblarse y agarrarse a combos. Tenía que volver cuanto antes a Tokio, para asegurarse de que todo estaba bien, de que no había nadie rondando a su Kaoru para convertirla en madre. Él sabía que había muchos interesados y la sola idea le daba mucha indignación, aunque luego se calmó diciéndose que Kaoru lo amaba y por eso mismo, él debía seguir hasta el final en su empeño de hacerse un hombre útil.
Aunque...
Pedirle perdón y quedarse con ella era la mejor opción.
Cada vez que Kenshin pensaba en una razón para regresar al dojo ("¿quién lavará la ropa?", "¿estará comiendo bien?", "¿la cuidará Yahiko?" "¿quién cargará sus enormes compras de víveres"?) llegaba a la conclusión de pedir perdón y quedarse allá. Extrañaba su hogar, aquella era su casa, pero luego recordaba lo que había hecho y su nuevo empeño en la vida. No podía volver. Debía demostrarle que él era mejor por ella.
La pequeña Kaoru miraba al joven pelirrojo con curiosidad. Y sus padres también. Kenshin había pasado la última media hora mirando la patata que tenía entre sus palillos de comer con amor, luego con preocupación y finalmente tristeza. Al final se la comió.
-Sí será raro este hombre, ¿verdad?
El hombre asintió a su mujer, mientras Kenshin miraba con melancolía una pequeña porción de arroz.
--------
Misao me acaba de dar una noticia que me ha hecho muy feliz. ¡Por fin han dado con el paradero de Kenshin!
Esta tarde, después de su baño, me hizo pasar a su habitación y me ha dado una nota que ha logrado interceptar (por lo que sólo las dos lo sabemos) de uno de sus enlaces donde confirman la aparición de Kenshin en un pueblo a dos días de camino de aquí. La fuente informa también que se quedará algunos días en casa mientras terminan de cosechar, lo que me da tiempo de llegar hasta allí y encontrarlo. Debo partir mañana mismo y Misao me está entregando las indicaciones de cómo llegar. También debo planear la excusa para irme, al menos por unos días. Y es que aquí todos se han encariñado mucho con "Kojiro". Veo que al adoptar la personalidad de mi padre, que era muy seguro de sí mismo y varonil, combinada con la de Kenshin, atento, servicial, hermoso, ahhhh, ¡ejem!, -lo siento, estaba suspirando- he resultado ser un "buen hombre". Aunque creo que Okon me está mirando con ojos extraños.
Hacer de hombre me ha resultado muy divertido hasta ahora. Mi última entretención es prestar demasiada atención a Misao frente a Aoshi y los demás. Ella me sigue el juego. Ambas sabemos que queremos poner celoso a Aoshi. Pero... él nunca demuestra nada. ¿cómo saber lo que piensa? Misao hasta coquetea conmigo, descaradamente. ¡JA, JA, JA! He notado eso sí, que a veces Aoshi aprieta los puños, estee... demasiado. Apenas controlo mis ganas de reírme. Sólo espero que no desee matarme.
¡Ah, querida Misao, que gran amiga eres! Al salir de su habitación, ambas reímos. Pero no puedo contenerme y la abrazo.
-Gracias por todo. Te quiero mucho y nunca olvidaré lo que hemos hecho- luego le doy un beso en la mejilla.
Ella es mi mejor amiga.
Repentinamente siento una explosión de energía y descubro dos brasas ardiendo en los azules ojos de Aoshi.
Me preparo para recibir un golpe, pero él pasa por mi lado y le recomienda a Misao cubrirse más. Nos damos cuenta de que ella viste una bata corta. Mi amiga es muy hermosa... ¡cuando diantres ese tonto va a notarlo!!!!! Es igual o peor que Kenshin... observo a Misao, está sonrojada mirando el piso y con una sonrisa medio extraña en el rostro.
-¿Te diste cuenta?...- me dice -... creo que mi señor Aoshi se ha puesto celoso... -
Yo sonrío. Esto se está poniendo bueno, pero debo ir a por Kenshin.
Fin acto dos. Enero 17, 2004. Je, je, je... este es el fic guardado desde Septiembre y que actualizaré regularmente, en reemplazo de "Un día dentro de ti".Gracias a todos los que dejan reviews por el final, pero los contestaré en Febrero a regreso de vacaciones... en este mismo apartado.
Sobre el nombre del padre de Kaoru, no lo he inventado. Se llama Kojiro. Este nombre es mencionado en el manga en el tomo 3 en un capítulo especial (es una realidad alternativa en la que Kaoru, Yahiko y Megumi son hermanos y Kenshin, un amigo del difunto Kojiro). También se menciona en la saga de Yutaro y Raijuta, en el tomo 5, donde un amigo del padre de Kaoru lo recuerda. El apellido de la madre... bueno, no hay que saber mucho de animación para saber de donde lo saqué.
Hacía tiempo quería escribir una historia con Kaoru disfrazada de hombre, para seguir a Kenshin y enterarse de qué es lo que él piensa realmente de ella. No tenía pensado meter a Misao y Aoshi en el cuento, pero, creo que era sensato que Kaoru fuera probada como hombre para asegurarse que Kenshin no la reconocería. Me gustaría que al final quedara la impresión de que ella es muy hábil y que si antes no lo pudo demostrar, es porque Kenshin ¡la sobreprotege demasiado! Además, la historia de Misao y Aoshi me tenía algo inquieta, así que me pareció lógico que Kaoru ayudara a su amiga. Pero... ¡Me ha sorprendido a mí misma la actitud de Aoshi! ¿Qué pasará? ¿podrá irse Kaoru tan tranquila a encontrarse con Kenshin? ¿seguirá Kenshin mirando con sentimiento a su comida? Pronto lo sabremos.
Bueno, estoy apurada. Les dejo un beso enorme (me encanta repartir besos) y espero que esta última idea les haya gustado.
Acto dos.
"Pasos que se alejan. Y otros que los buscan. Un galante rurouni."
Ante sí tenía el camino. Una vez más.
Y una vez más lo recorrería solo.
Y una vez más se había convertido en rurouni, debido a una furia sin precedentes que lo hundió en el orgullo herido y en la firme determinación de caminar en busca de una nueva forma de ser, de aprender cosas nuevas para demostrarle a cierta señorita lengua larga que él no sólo vivía de peleas.
¿Qué más daba? No quería acordarse de ella nuevamente.
Pero... imposible dejar de evocar el aroma de su piel, su suavidad, el sabor que tenía para él cada vez que la besaba oculto bajo la sombra de un árbol durante su cortejo. Su figura delgada retorciéndose bajo sus palmas, los ojos entrecerrados, la boca invitante...
Maldita sea, ¿en qué momento se le ocurrió enamorarse de ella, sin ser realmente digno?
-"No conseguiré nada autocompadeciéndome. Lo mejor es buscar soluciones ya"- pensó.
Antes de salir de la ciudad, encargó el cuidado de Kaoru a su amigo el jefe de policía, al señor Maekawa, a Tae, al Médico, a Tsunan... no podía evitarlo, así como no pudo evitar disponer el pastelito cercano a ella para que lo comiera en cuanto despertara. Aunque quedó algo confundido por el aroma a sangre, pero se repuso y partió.
-Esto lo hago por mi señorita Kaoru.- y esa frase pensada tenía diferentes connotaciones. A veces demostraba su intención de demostrar que era capaz de vivir normalmente y ser buen marido y proveedor, no un "vago", y otras veces pensaba en ser digno de ella y poder brindarle lo mejor.
--------------
Abro mis ojos.
El cuerpo me duele un poco. Lo siento hinchado y sumamente sensible pero más repuesto. Pero será mejor que me levante, ¿verdad? ... ¿Y Kenshin?
Miro por todos lados y no le veo. Debe estar preparándome el desayuno. ¡Diablos! Acabo de recordar la noche anterior. Le dije cosas horribles... Kaoru tonta, ¿cómo pude decir esas cosas?
Siento frío.
Pero ahora que lo recuerdo, él me dijo otras cosas horribles también.
¿Será verdad que le traigo mala suerte? ¿Qué soy malcriada? ¿Qué no me sé cuidar?
Esperen, aquí pasa algo raro... ya es media mañana, el sol está alto y Kenshin... ¡no aparece!
Salgo disparada hacia la cocina.
-Kenshin... Kenshin... -
No está allí. Lo que está es un pastelito, lo que supongo, es mi desayuno. Y todo pulcramente limpio. Pero no tengo hambre y siento una terrible angustia. No quiero creer en lo que se me está ocurriendo. No, Kaoru tonta, él no sería capaz, ¿verdad? ¡¿verdad?! ¡¡¡¡¡¿VERDAD?!!!!
Entro a su habitación. El futón doblado y un papel sobre él, todo en orden... pero...
Caigo al piso, con mis ojos muy abiertos cuando abro el papel y leo su contenido. Sin embargo, sonrío, al borde de la histeria al reconocer la caligrafía de Kenshin. Para mi desgracia, lo que dice la nota lo entiendo perfectamente. Es cuando me pongo a llorar.
Se ha ido.
Por mi culpa.
Por mi estupidez.
--------------
Señorita Kaoru:
Supongo que al momento de leer esta nota aún esté demasiado enojada conmigo, estoy muy avergonzado de mi comportamiento, falté a todas mis palabras, y por ello creo que no merezco seguir viviendo bajo el mismo techo que usted hasta cambiar y ser un hombre digno, capaz de brindarle un hogar como se merece. Sumamente arrepentido
Kenshin Himura."
--------------
-¡Maldito Kenshin!-
Yahiko no podía creer lo que había sucedido. Había llegado al dojo luego de haber pasado la noche en Akabeko y haber tomado el turno de la mañana y se encontró con un espectáculo lamentable. Kaoru en ropas de dormir, en la habitación de Kenshin, totalmente histérica. Yahiko le dio una cachetada, volviéndola a la realidad. Entonces ella comenzó a llorar. Incapaz de contarle nada, Yahiko tomó la carta de despedida de Kenshin y la leyó. No necesitó más de unos segundos para inferir qué había sucedido y ahora apretaba los puños y esperaba a que su maestra se vistiera para salir a comprar víveres a la ciudad.
Pronto los dos habitantes de la casa Kamiya se pusieron en marcha. Kaoru se había vestido como siempre, se hizo su coleta de siempre y vistió su kimono favorito. Incluso sonrió al hombre que le vendía el vinagre. Pero Yahiko notaba una enorme tristeza de fondo y admiraba su esfuerzo por tratar de seguir una vida normal a horas de que el hombre que ella más ama la hubiese abandonado.
-Maldito sea ese mentiroso rurouni-
Yahiko pronunciaba esas palabras, inconsciente de que lo hacía. Kaoru no se había atrevido a contarle cómo fue la discusión realmente, haciéndolo parecer algo tonto y sin importancia. Pronto volvía a casa con su estudiante cargado con salsa de soya, pasta miso, vinagre y sal.
-Kaoru...-
-¿Sí, Yahiko?
-¿Realmente hacía falta comprar todo esto?
-La verdad, no, Kenshin... lo... lo siento, Yahiko.
La joven se había cubierto la boca al pronunciar el nombre del pelirrojo, y ahora inclinaba la cabeza. Suspiraba y seguía caminando. Yahiko miraba hacia un costado del camino.
Maldito Kenshin. ¡Mil veces maldito!
--------
Su primera noche a la intemperie desde lo de Kyoto. Kenshin reunió algunas hojas en el suelo y se acomodó sobre ellas, esperando poder conciliar el sueño. Tenía unas ganas enormes de volver sobre sus pasos. Reconocía que estaba actuando infantilmente, producto del orgullo herido, pero también pensaba, no tenía el valor suficiente para verla a la cara. No después de lo que le había dicho. No podría.
------
Yahiko come y me mira de reojo. Creo que está esperando a que me ponga a llorar nuevamente. Pero no lo haré, no lo haré. Así tenga que morder el futón durante las noches, así tenga que ir todos los días al dojo Maekawa a enseñar kendo, así tenga que lavar toda la ropa de la comunidad entera, no lloraré, ¡no señor!
Porque lo que yo necesito ahora, más que nada en el mundo, es encontrar la manera de dar con Kenshin, traerlo de vuelta al dojo así sea arrastrándolo de los pelos rojos de su cabeza y atarlo si es necesario para que no se vuelva a marchar. Y cuando eso pase, sólo Dios sabe que nunca más él podrá decirme adiós y le pediré disculpas si es necesario... él tiene razón, soy tan inmadura.. ¿ qué me costaba aceptar su pastel y contarle mi mal día?. Y entonces le diré que lo que él hizo no estuvo mal, que yo tuve la culpa y que no siga siendo tan estúpido como para dejarme otra vez, que lo necesito atendiendo mi casa y que no me importa si no aporta con dinero.
Sonrío.
Yahiko me mira y me sonríe también. Yo sé que cuento con él. ¡Bendito chico! No hacen falta palabras y nos fundimos en un abrazo. Será mejor que confíe en mi estudiante y le cuente lo que realmente pasó.
-Sabes que te apoyo, Kaoru. No te preocupes, sabes que te apoyaré.
---------------
Kaoru bajaba la vista evidentemente avergonzada de su comportamiento. Por una parte, aún sentía coraje con Kenshin por las cosas que él le dijo. Por otro lado, reconocía que ella lo había propiciado.
Yahiko estaba sentado cruzado de brazos y piernas, mirando a Kaoru, como si la niña fuera ella y no él.
-Por lo que veo... si yo hubiera sido Kenshin, simplemente habría acabado contigo, Kaoru. Pero como supongo que más que mis regaños necesitamos un plan de acción, deberíamos ver el modo de encontrarlo y traerlo de vuelta.
-Pero es que, por más que lo pienso, Yahiko... creo que cuando él me vea, se marchará nuevamente. Temo que no me deje acercarme si él aún no consigue ser un "digno hombre" para mí. Sin mencionar que debe estar enojado aún.-
Yahiko pensó un poco. Sin Sanosuke, que estaba recorriendo China, no tenían quien los guiara en el extraño modo de pensar de Kenshin. Sanosuke generalmente lo comprendía bastante bien, quizá por ser hombre y guerrero. Lo mejor sería que él mismo se esforzara por dar con una respuesta solo.
-Si me viera mi padre me regañaría- dijo Kaoru.- mi padre siempre me hacía ver mis errores y regañaba muy duro, aunque estoy segura que si él estuviera vivo, hablaría con Kenshin y me sacaría de este embrollo.-
-Pero tu padre no está, feíta... así que tendrás que hablar tú con Kenshin y pedirle perdón, porque no tienes quien interceda por ti como tu padre. Y tendrás que soportar ese silencio que él impone. - Yahiko recordó que en una ocasión hizo enfadar mucho a Kenshin, no tanto como Kaoru lo había hecho ahora, pero sí lo suficiente para que Kenshin no le hablara en un par de días. El jovencito se había sentido muy mal y le pidió disculpas. Kenshin lo miro todo el rato en silencio hasta que le sonrió y le dijo que su ira ya se había disipado, pidiéndole disculpas, a su vez, por incomodarlo tanto.
-Pero hay lecciones que te debe dar tu propia conciencia y tú mismo debes buscar el camino para hacerte perdonar o reparar tu error, Yahiko. Si yo te hubiera regañado, te lo habría puesto muy fácil. Te habrías enojado más conmigo y no habrías aprendido esta lección.-
Kaoru suspiró, llamando la atención de Yahiko al presente.
-¡Ahhhh! Cómo quisiera ser otra persona para no tener que enfrentar el enojo y la culpa que he hecho sentir en Kenshin... -
-Pues tú debes hacerte cargo de tus propios errores- sentenció Yahiko. - debes demostrarle a Kenshin que este asunto te ha hecho reflexionar y que estás muy arrepentida por haberlo herido.-
-Buaaaaaa!!, pero tengo miedo. Quizá si está muy enojado conmigo y no me quiere ver... si yo fuese mi padre, seguramente sabría qué hacer... - dijo la joven al borde del llanto.
Una lucecita se encendió en la cabeza de Yahiko.
-¡Lo tengo, Kaoru!.
La joven se sobresaltó.
-¿Qué dices?-
-Escucha, Kaoru. Tú necesitas saber qué es lo que realmente piensa Kenshin de este asunto, pero no te puedes acercar a él porque está muy enojado contigo. Quizá yo podría dar con Kenshin, pero dudo mucho que él quiera tratar este tema conmigo porque no me compete y porque soy muy chico. Menos lo haría con la comadreja o con Aoshi, si es que se les pidiéramos que intervinieran. Pero si fuera alguien como dices que fue tu padre... seguramente Kenshin se abriría con él y tú sabrías qué piensa. La gente suele contarle sus problemas a los extraños... más si estos luego se convierten en sus amigos.-
-No entiendo a dónde quieres llegar, Yahiko.-
Yahiko destapó una botellita de sake para entrar en calor. Bebió un sorbito y le convidó a Kaoru quien aceptó.
-Quiero decirte que si quieres recuperar a Kenshin, debes convertirte en su amigo y ganar su confianza. Así sabrás de primera mano qué es lo que piensa. Y verás el modo de recuperarlo... escucha, esto es descabellado, pero si te atreves a hacerlo, puede que resulte. Debes acercarte a Kenshin, pero no como Kaoru Kamiya, para que no salga huyendo, sino como alguien que pueda ganarse el afecto de Kenshin. Es decir, si vas como mujer, seguro que te reconocerá, pero si vas como un muchacho... como un rurouni como él...
-¡¿Qué?!-
-Si fueras otra persona, una persona a la que él pueda querer pero no enamorarse... ahora que lo pienso, es el plan perfecto si quieres mantenerlo alejado de otras mujeres, porque se ve que Kenshin tiene bastante arrastre con el sexo opuesto.-
-¡¿Estás diciendo que... que yo... me travista????!!!
-Sip.- dijo Yahiko muy solemne, solemnidad que se terminó cuando se comió un trocito de pastel.
Ha pasado una semana desde que Kenshin se fue. El plan que hemos tramado con Kaoru me parece descabellado, pero estoy seguro de que resultará. Mi maestra es muy fuerte y me ha pedido que confíe en ella y puesto que, ella confió en mi cuando batallé contra ese sujeto extraño, secuaz de Enishi durante el jinchuu, yo confiaré en ella y le lanzaré mis mejores energías.
Nadie sabe lo que ha pasado aquí en el dojo, salvo Tae y Tsubame. También hemos escrito a Kyoto contando la situación, por si requiriéramos la ayuda de Misao. Hace unos días llegó una paloma mensajera desde Aoiya, diciendo que el mensaje fue recibido y que contamos con ella. El pasaje del barco está comprado y ahora estamos abordándolo. Dejaré a Kaoru con Misao y regresaré al dojo, por Kenshin regresa, aunque lo dudo.
Espero que resulte este plan. De todo corazón. Ahora que lo pienso, será realmente divertido. Si Kenshin puede volver a confiar en Kaoru, sabremos cómo actuar para conseguir que él regrese. Si a la vez le hacemos ver que Kaoru es madura, que está arrepentida, que aprendió y que lo quiere tal cual es, este plan habrá dado resultado.
Yo no quiero ser como él. Yo no quiero alejarme de la persona que más quiero por falso temor. Cuando sea mayor y pueda mantener a Tsubame, alejaré sus miedos, no protegiéndola de "mi mismo" como lo hace Kenshin, pensando en que no soy digno de ella, sino cuidándola de sus temores, de sus pesadillas. Creo que este es el error de Kenshin. Para ser digno de Kaoru él se aleja de ella. Para proteger a Tsubame, yo nunca me alejaré.
-------------
-¡¿Qué vas a hacer qué?!
Misao no podía creer lo que le pedía Kaoru que hiciera por ella, es decir, era algo tan... raro. Se habían encontrado en una posada en las cercanías de KYoto, y Misao llevaba su instrumental de belleza, como se le pedía en la carta que le llegó desde Tokio.
-Misao, por más que lo hemos pensado, es la única forma que tengo de atraerlo nuevamente a casa.
La joven ninja suspiró y una sonrisa pícara se dibujó en su infantil rostro. Esta Kaoru estaba bien loca por Kenshin, de eso no cabía duda. Pero Misao le ayudaría, de todas maneras.
---------
El negro cabello de Kaoru se amontonaba a sus pies, en el bosque, mientras caía, cortado expertamente por Misao, quien no tuvo reparos en ofrecer toda la ayuda posible en ese descabellado plan. Yahiko observaba toda la operación aún sin creer mucho lo que veía, pero sabía que era necesario para el plan trazado por él y su maestra noches atrás en la soledad del dojo, con las ideas que les brindaba la ingestión de sake. Ahora Kaoru lucía una melena, similar a la de Tsubame, a la altura de sus hombros. Misao siguió maniobrando con los mechones para dar la impresión de que hacía mucho tiempo no se había cortado ese cabello y que ahora crecía en desorden. Luego le formó a Kaoru un flequillo " a lo Kenshin" y le recogieron el cabello en una coleta con una cinta desgastada. El cambio ya era notable, pero era sólo el principio. Era tiempo de pasar al plan B.
Kaoru extrajo de un bolso las ropas de su padre. Mientras Misao acomodaba las vendas, para aminorar el busto de la joven, Yahiko se daba vuelta y conversaba de espaldas con ellas. Ambas reían, Misao con su habitual alegría fingía burlarse de su amiga y ésta que estaba ofendida. Pero a pesar del radical cambio de vida, Kaoru estaba dispuesta a hacerlo, y de paso, estaba dispuesta a ayudar a su amiga en otro asunto, en parte para comprobar que el plan resultara.
Finalmente hicieron la elección de vestuario. Un hakama azul oscuro, algo desgastado, una camisa como la de Yahiko (ocultando el pecho) blanca y un gi azul oscuro sobre este. Misao había conseguido calzado como el de Kenshin de la talla de Kaoru. Ella estaba riéndose como nunca. Yahiko finalmente pudo voltearse para ver a su maestra y no podía creer en el cambio sufrido por ella. Parecía un chico, de unos catorce años. Quizá lo único que podía delatarla eran sus ojos azules, pues incluso el aroma de su piel, a jazmines, había sido quitado tras sucesivos baños sin su perfume, desde que se les ocurriera esa idea.
-Muy bien, Kaoru. Dime, ¿has pensado en un nombre para ti?
Misao observaba orgullosa a su obra de arte. Kaoru convertida en hombre. Pensó en lo mucho que se divertirían pronto.
-Kojiro. Era el nombre de mi padre. Como vestiré sus ropas, siento que en parte voy en su nombre. Sé que mi padre me habría ayudado también. Ese es el nombre que usaré. Además hoy se conmemora un año desde su muerte.
-Bien. En ese caso así te llamaremos de ahora en adelante para que te acostumbres a él.
-¿Pero cómo sabremos que Kenshin no la reconocerá?- preguntó Yahiko.
----------
Misao entraba alegremente en Aoiya y se encontraba con Okina barriendo. El viejo le sonrió, pero notó que algo se traía su nieta.
-¿Cómo te fue en tu paseo?- la joven ninja había salido temprano al mercado, pero había vuelto con las manos vacías. Okina entonces vio a Misao sonreír alegremente.
-Ohh, Jiya, me ha ido estupendamente. Me encontré con dos amigos muy especiales para mí. Pasen.
Yahiko hizo su entrada y fue cordialmente recibido por Okina, Okon y Omasu que acudieron al llamado del viejo. Pronto, incluso Aoshi estaba en el salón, recibiendo al chico que prometió contar el motivo de su visita después de que se presentara el otro "muchacho".
-Kojiro... pasa, por favor.
Misao tomó a "Kojiro" del brazo mientras que Aoshi, a quien no se le escapaba movimiento alguno, se sintió molesto con ese tipo de contacto por parte de Misao con un hombre. Aoshi notó que el chico entraba con la vista baja, sonriendo tímidamente, con las manos metidas en las mangas de su gi azul y se acordó de Kenshin. Incluso su cabello se veía similar, pero en negro y más cortito. Su ropa lucía gastada y traía un paquetito cuadrado colgando de su hombro con sus escasas pertenencias. Definitivamente le recordaba a Kenshin.
-Buenas tardes, mi nombre es Kojiro Tendo (el apellido de soltera de la madre de Kaoru) y es un placer conocerlos. Conocí a Misao-chan cuando ella buscaba a Aoshi-sama hace un año, y caminamos un tiempo juntos. Luego nos perdimos de vista, pero la he encontrado nuevamente y me siento muy feliz.
Aoshi notó admiración en la mirada del muchacho hacia Misao y tuvo un sentimiento extraño.
-¿Cuantos años tienes, Kojiro?- preguntó el Oniwabanshuu al joven.
-16 años, señor.
-Pareces menor.
El chico colocó una mano tras su cabeza, inclinándola ligeramente y sonriendo -¡Muchas personas me han dicho lo mismo!-
----------------
Apenas puedo contener la risa al ver la cara Aoshi. Llevo ya dos días aquí y él no deja de mirarme. No sé si sospechará algo, pero creo que al menos mi presencia debe molestarle un poco. Con Misao pasamos mucho tiempo juntas, conversando y riendo de imaginarias aventuras que hemos inventado sobre nuestro "pasado común". Por lo visto todos se han tragado el cuento de que mis padres murieron en la guerra de Seinan, lo que en parte es cierto. Creen también en que me he dedicado a ayudar a las personas, que soy una especie de rurouni como Kenshin y también me han hablado mucho de él. Todos concuerdan en que me ama (je, je, cuando soy Kaoru, claro) y que no pueden creer que se haya ido del dojo. Y están buscándolo con sus redes de información, porque fue eso lo que les pidió Yahiko después de contarles lo que había pasado (Misao era la única que sabía en Aoiya para ayudarme con la primera parte del plan) y pedirles que nos ayudaran a encontrarlo. Yahiko partió esta mañana a Tokio y ha prometido, mediante Misao, tenerme al tanto de lo que pase allá.
En verdad, no quería engañar a los de Aoiya, pero era necesario asegurarme que cuando Kenshin me vea nuevamente, no me reconociera, y si Aoshi, que es tan perspicaz, no ha dado señales de reconocerme, es que esto está funcionando.
---------
Aoshi esperaba su té nuevamente, pero Misao no daba señales de aparecer. Aoshi era capaz de escuchar su risa en alguna parte del albergue y sabía también que tanta alegría era provocada por ese chico nuevo que ella había traído a vivir con ellos. Pero le molestaba que acaparara tanto la atención de Misao. Lo peor es que a veces los sorprendía mirándose como si tuvieran algún asunto secreto que sólo ellos dos conocían, con una mezcla de inocencia y picardía que le provocaba un nudo en la garganta al pensar en que Misao, la única que lo distraía de su solitaria manera de ser se estuviera alejando de él. Kojiro era muy atento. Le ayudaba a la jovencita con las labores cotidianas como lavar la ropa, limpiar las habitaciones... nuevamente le recordaba a Kenshin, sólo que Kojiro parecía no saber cocinar. Omasu y Okón estaban fascinadas con aquél joven y simpatizaba con Okina.
Kuro y Chiro lo habían invitado a beber la noche anterior, pero él se había negado. Momentos más tarde, Aoshi lo sorprendió con Misao en el parquecito hablando muy bajo. Sintió por un momento la sangre arder en sus venas y se retiró a su habitación.
Esa noche, en el albergue, poco antes de acostarse, Okina sonrió a su nieta que junto a Kojiro lavaba los platos, y comentó a los demás, sabiendo que Aoshi lo escuchaba:
-Misao es sin duda la luz del Aoiya por su alegría y forma de ser. Y Kojiro brilla también. Debe ser por su edad, pero me parece que se complementan y llevan muy bien.
Aoshi esa noche, en honor a la verdad, no durmió nada buscando en su mente una respuesta que parecía no llegar, porque la buscaba en el lugar incorrecto. La respuesta, estaba sin duda, en su corazón.
-------------
Kenshin se sentó a comer legumbres junto a los campesinos a quienes había ayudado a recoger su cosecha. Ellos se veían muy contentos y tenían una hija pequeña, de unos cinco años, llamada Kaoru. Tenía unos impresionantes ojos azules y Kenshin no pudo evitar preguntarse cómo habría sido su Kaoru de niña. Pensó que ella de tener una hija, tendría una niña hermosa. O un chico muy fuerte, con su cabello negrísimo. Sin duda ella se vería muy hermosa de madre.
¿Madre?
Kenshin comenzó a sudar frío y se sintió un estúpido, un maldito, un imbécil, un indigno y un de lo peor. Sintió ganas de desdoblarse y agarrarse a combos. Tenía que volver cuanto antes a Tokio, para asegurarse de que todo estaba bien, de que no había nadie rondando a su Kaoru para convertirla en madre. Él sabía que había muchos interesados y la sola idea le daba mucha indignación, aunque luego se calmó diciéndose que Kaoru lo amaba y por eso mismo, él debía seguir hasta el final en su empeño de hacerse un hombre útil.
Aunque...
Pedirle perdón y quedarse con ella era la mejor opción.
Cada vez que Kenshin pensaba en una razón para regresar al dojo ("¿quién lavará la ropa?", "¿estará comiendo bien?", "¿la cuidará Yahiko?" "¿quién cargará sus enormes compras de víveres"?) llegaba a la conclusión de pedir perdón y quedarse allá. Extrañaba su hogar, aquella era su casa, pero luego recordaba lo que había hecho y su nuevo empeño en la vida. No podía volver. Debía demostrarle que él era mejor por ella.
La pequeña Kaoru miraba al joven pelirrojo con curiosidad. Y sus padres también. Kenshin había pasado la última media hora mirando la patata que tenía entre sus palillos de comer con amor, luego con preocupación y finalmente tristeza. Al final se la comió.
-Sí será raro este hombre, ¿verdad?
El hombre asintió a su mujer, mientras Kenshin miraba con melancolía una pequeña porción de arroz.
--------
Misao me acaba de dar una noticia que me ha hecho muy feliz. ¡Por fin han dado con el paradero de Kenshin!
Esta tarde, después de su baño, me hizo pasar a su habitación y me ha dado una nota que ha logrado interceptar (por lo que sólo las dos lo sabemos) de uno de sus enlaces donde confirman la aparición de Kenshin en un pueblo a dos días de camino de aquí. La fuente informa también que se quedará algunos días en casa mientras terminan de cosechar, lo que me da tiempo de llegar hasta allí y encontrarlo. Debo partir mañana mismo y Misao me está entregando las indicaciones de cómo llegar. También debo planear la excusa para irme, al menos por unos días. Y es que aquí todos se han encariñado mucho con "Kojiro". Veo que al adoptar la personalidad de mi padre, que era muy seguro de sí mismo y varonil, combinada con la de Kenshin, atento, servicial, hermoso, ahhhh, ¡ejem!, -lo siento, estaba suspirando- he resultado ser un "buen hombre". Aunque creo que Okon me está mirando con ojos extraños.
Hacer de hombre me ha resultado muy divertido hasta ahora. Mi última entretención es prestar demasiada atención a Misao frente a Aoshi y los demás. Ella me sigue el juego. Ambas sabemos que queremos poner celoso a Aoshi. Pero... él nunca demuestra nada. ¿cómo saber lo que piensa? Misao hasta coquetea conmigo, descaradamente. ¡JA, JA, JA! He notado eso sí, que a veces Aoshi aprieta los puños, estee... demasiado. Apenas controlo mis ganas de reírme. Sólo espero que no desee matarme.
¡Ah, querida Misao, que gran amiga eres! Al salir de su habitación, ambas reímos. Pero no puedo contenerme y la abrazo.
-Gracias por todo. Te quiero mucho y nunca olvidaré lo que hemos hecho- luego le doy un beso en la mejilla.
Ella es mi mejor amiga.
Repentinamente siento una explosión de energía y descubro dos brasas ardiendo en los azules ojos de Aoshi.
Me preparo para recibir un golpe, pero él pasa por mi lado y le recomienda a Misao cubrirse más. Nos damos cuenta de que ella viste una bata corta. Mi amiga es muy hermosa... ¡cuando diantres ese tonto va a notarlo!!!!! Es igual o peor que Kenshin... observo a Misao, está sonrojada mirando el piso y con una sonrisa medio extraña en el rostro.
-¿Te diste cuenta?...- me dice -... creo que mi señor Aoshi se ha puesto celoso... -
Yo sonrío. Esto se está poniendo bueno, pero debo ir a por Kenshin.
Fin acto dos. Enero 17, 2004. Je, je, je... este es el fic guardado desde Septiembre y que actualizaré regularmente, en reemplazo de "Un día dentro de ti".Gracias a todos los que dejan reviews por el final, pero los contestaré en Febrero a regreso de vacaciones... en este mismo apartado.
Sobre el nombre del padre de Kaoru, no lo he inventado. Se llama Kojiro. Este nombre es mencionado en el manga en el tomo 3 en un capítulo especial (es una realidad alternativa en la que Kaoru, Yahiko y Megumi son hermanos y Kenshin, un amigo del difunto Kojiro). También se menciona en la saga de Yutaro y Raijuta, en el tomo 5, donde un amigo del padre de Kaoru lo recuerda. El apellido de la madre... bueno, no hay que saber mucho de animación para saber de donde lo saqué.
Hacía tiempo quería escribir una historia con Kaoru disfrazada de hombre, para seguir a Kenshin y enterarse de qué es lo que él piensa realmente de ella. No tenía pensado meter a Misao y Aoshi en el cuento, pero, creo que era sensato que Kaoru fuera probada como hombre para asegurarse que Kenshin no la reconocería. Me gustaría que al final quedara la impresión de que ella es muy hábil y que si antes no lo pudo demostrar, es porque Kenshin ¡la sobreprotege demasiado! Además, la historia de Misao y Aoshi me tenía algo inquieta, así que me pareció lógico que Kaoru ayudara a su amiga. Pero... ¡Me ha sorprendido a mí misma la actitud de Aoshi! ¿Qué pasará? ¿podrá irse Kaoru tan tranquila a encontrarse con Kenshin? ¿seguirá Kenshin mirando con sentimiento a su comida? Pronto lo sabremos.
Bueno, estoy apurada. Les dejo un beso enorme (me encanta repartir besos) y espero que esta última idea les haya gustado.
