Acto 4
Un chico en Apuros.
Kaoru entró a la taberna aparentando una seguridad masculina que estaba lejos de sentir, pero sonreía, junto a Kuro, Shiro y Okina. Kenshin, quien iba delante de él, iba bastante callado y pensativo.
El nuevo problema del pelirrojo era sobre el regreso a casa... es decir... ya tenia referencias suficientes como para emplearse casi en cualquier cosa que quisiese, pero... una cosa era llegar él solo a casa de su amada Kaoru, donde ella lo acogería sin ningún tipo de dudas (eso le decía en una carta que Misao le había entregado por la tarde), y otra muy diferente, llegar con su nuevo protegido, Kojiro.
Y eso lo tenía muy pensativo... le impondría a su Kaoru un nuevo habitante... pero eso no era lo peor.
Lo peor, era que Kojiro era un chico bastante... atractivo, y de la misma edad de Kaoru... ¿y si ellos dos... ay, no...se enamoraban?... no, no, qué idea tan tonta... Kaoru lo amaba a él y sólo a él.
Sep.
Kenshin suspiró... serían como hermanitos... como un Yahiko número dos, algo mayor, y es que Kojiro era muy seguro de si mismo y cabezota como el chico. Kenshin sorbió el primer trago de sake que le pusieron enfrente, esta vez sonriendo... serían una gran familia.
Kojiro tomó algo de sake, también, animado por sus compañeros de juerga, que reían de cosas diversas e historias realmente buenas contadas por Okina. Kojiro no se dio ni cuanta cuando ya había bebido bastante y se reía hasta porque los parroquianos hablaban en japonés. Su protector lo miraba con cierto desapruebo, pero era cierto lo que decía Okina... el chico no sabría lo que era una buena resaca a la que temer en el futuro si no la experimentaba él mismo.
Kuro salió disimuladamente, contactando a una señorita vestida de manera llamativa, cuyo obi estaba anudado en la parte delantera de su kimono. Momentos después, el joven volvió donde sus amigos.
Kojiro bebía aún más alegremente que antes, y eso ya era mucho decir, cuando Okina, percibiendo un gesto de Kuro, tomó a Kojiro de un brazo. Kenshin trató de detenerlo.
-Primero debiera preguntarle si eso lo que realmente desea el muchacho.- dijo el pelirrojo. Kojiro, medio tambaleante, se dejaba guiar sumisamente por el anciano.
-Kojiro, ¿deseas probar tu hombría esta noche?... te lo pasarás muy bien...-
¿Se podía poner aún mejor la fiesta? Kaoru quería seguir divirtiéndose... al menos aún algo recordaba que no le podía decir a Kenshin quien era ella realmente. Así que, si demostrando su hombría se lo podía pasar mejor, ella no tenía ningún problema. Debe ser algo divertido demostrar la hombría... Kenshin cuando supiera lo que ella había hecho, sin duda que la consideraría una chica valiente.
-Muy bien... quiero demostrar mi valorrrr... vamos, Okina- dijo la joven palmeando sonoramente el hombro del anciano- eshhhtoy lishtop... sep...- posiblemente se trataba de agarrar a alguien a golpes.
Okina lo dejó en una habitación muy bonita, pero bastante impersonal para el gusto de Kaoru. La joven se restregó los ojos que ya le costaba trabajo mantener abiertos...
Kaoru notó un futón... tenía sueño, eso sí... podría tenderse a dormir. Por un momento permitió que su mente imaginara que Kenshin entraba en el cuarto... luego él le decía que ya había descubierto su secreto y que era obvio porque ella era demasiado mujer como para pasar desapercibida ante él. Entonces Kenshin le quitaría la ropa, lentamente, recostándola en el futón... besando su cuello y luego...
La puerta se abrió.
-¿Kenshin?- Preguntó Kaoru, con voz adormilada y feliz, antes de cerrar los ojos.
La señorita que había entrado miró al chico ante ella con evidente desdén. El condenado muchachito estaba borracho a más no poder y ahora dormía y babeaba sobre el lecho. Eso le pasaba por aceptar chicos vírgenes aún, siempre era lo mismo. Estaban tan nerviosos que bebían como si el mundo se fuera a acabar y acababan durmiéndose.
Setsuna siguió observando al muchacho. Era bajito y delgado... bah, parecía una niña... en fin... ella debía cumplir con su trabajo. Tenía los rasgos finos. Mmmmhhh, quizá sería un tipo bastante apuesto en el futuro. Y aunque su ropa era humilde, había algo en él que le hacía ver como alguien de buena familia. En ese caso sería bueno complacer bien al chico. Lo primero era motivarlo adecuadamente. Abriendo el kimono y dejando sus pechos al descubierto para cuando despertara, Setsuna comenzó a tirar de los lazos que mantenían el hakama en su sitio.
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A Kenshin ni siquiera se le pasaba por la cabeza que su Kaoru en ese momento pudiera estar siendo asediada por una prostituta, bajo la apariencia de su protegido Kojiro. En realidad, estaba comenzando a disfrutar de la fiesta. Kaoru lo amaba y no estaba enfadada con él. Lo mejor sería escribirle una carta diciéndole que estaba bien y que pronto volvería a casa, para no preocuparla. Kenshin sonreía y Okina, sorprendiéndole, brindó por lo que sea que tuviera a Kenshin tan contento.
Kaoru en tanto, sintió cosquillas en su estómago y apartó la mano sobre él de un manotazo suave. Pero la mano insistente volvió a su sitio, tratando de desatar los lazos que allí se encontraban.
Kaoru esta vez abrió un ojo y vio a la mujer semidesnuda inclinada sobre ella. En cuanto Setsuna notó que Kojiro estaba despierto, acercó su rostro al del muchacho, en tanto rozaba el pecho varonil con los suyos. Kojiro abrió los ojos sorprendida y abrumada.
-¡Pero qué demonios está haciendo!- Exclamó Kaoru, sentándose de sopetón y empujando a la chica hacia atrás.
Setsuna se asustó. Vaya... un chico rudo...
Kaoru rápidamente ató el nudo de su obi perfectamente. Curiosamente la borrachera se había evaporado.
-¡¿Acaso eres rara o qué?!- dijo Kaoru, sin darse cuenta que era ella quien parecía hombre, pensando en que aquella mujer era una pervertida. Pero Setsuna, demasiado astuta por su profesión, se tomó las palabras de Kojiro de otra manera.
-Yo hacía mi trabajo, muchachito... dime... – Setsuna habló en un tono muy sexi- ...¿acaso no te gusta lo que ves?... ¿No serás tú el raro?-
Kojiro miro a la mujer semidesnuda y lo único que hizo, aparte de sonrojarse, fue comparar el cuerpo de aquella mujer con el suyo propio. Y tragándose el orgullo, notó que ella salía perdiendo.
Setsuna tenía toda la grasa de su cuerpo distribuída de manera perfecta. No se veía flacucha como Kaoru, ni pequeña. Setsuna era el tipo de mujer que jamás podría aparentar ser hombre de manera tan perfecta como ella... buaaa.
Kaoru recordó de golpe que ella era Kojiro... pero, ¿por qué estaba aquí, con esa tipa? Kaoru recordó vagamente lo de demostrar su hombría... ¿acaso los hombres se referían a esto?
Setsuna ya estaba mareada con tanta miradita que le echaba Kojiro. Y es que Kojiro estaba pensando.
Obviamente no podía tener ningún tipo de relación con esa mujer, porque la idea le resultaba repugnante y porque sería descubierta. Pero... ¿cómo salir indemne de ese lugar, sin revelar quien es ella?
-Vamos, muchacho, dime... si te gusta lo que ves, puedes tocarlo, además.- dijo Setsuna en un tono provocador.
-Esteee... - Kaoru se estaba poniendo nerviosa.- Claro que... claro que me gusta lo que veo, pero... mañana debo trabajar temprano, asi que si me disculpas, debo irme ya.-
Kaoru se acercó hacia la lámpara y Setsuna notó que el chico era realmente apuesto. Y tenía los labios muy sensuales. Sería un placer trabajar para él, después de todo.
-Pero nos podemos entretener un ratito, chico... además, tus amigos deben, en este momento, estar pasándola genial con mis compañeras y tú serás el único que se va a acostar temprano... ¡No seas aguafiestas!
¿Su Kenshin... divirtiéndose con otra?
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Misao observaba la luna desde su ventana abierta. Sonrió dulcemente pensando en Kaoru y en las cosas que hacía por su gran amor... bueno, ella podía entenderla bastante bien si recordaba que había seguido a Aoshi por todo el Japón sólo para verlo una vez más y saber que estaba bien
Y ahora lo tenía junto a ella de tiempo completo, pero no en el modo que ella quisiera.
Aoshi, en tanto, paseaba por los jardines y descubrió a la pequeña mirando ensoñadoramente el cielo. El rostro de Misao era demasiado transparente en sus emociones y Aoshi casi adivinaba lo que iba a decir a continuación con solo mirar a su carita infantil. Ese "casi" era porque él en algún momento pensó en que Misao estaba enamorada de él. Al principio este hecho le preocupó, pues no se sentía digno del amor de la chica por todo el sufrimiento que le había causado. Después, se preocupaba mucho imaginando el modo de decirle que no estaba interesado en ella sin herir sus sentimientos si es que ella se atrevía a confesarle su amor. Pero después...
Aparece ese chico Kojiro y él se da cuenta que Misao estaba muy enamorada de él.
Y Aoshi por primera vez en su vida no se sintió un maldito que no merecía nada ni aliviado. Se sintió como un completo idiota.
Porque últimamente estaba imaginando el modo de hacerle comprender a Misao que él era demasiado mayor para ella, pero que si de verdad estaba interesada, él la podía esperar un par de años...
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Kenshin alzó la vista hacia el pasillo del segundo piso, visible desde su ubicación, pues de pronto se escuchaba un gran barullo.
Segundos después, Kojiro Tendo corría hacia las escaleras, seguido por un grupo de mujeres y hombres semidesnudos que querían acabar con él e incluso le lanzaban cosas como sandalias y palmatorias, con una puntería lamentable.
Kaoru en su carrera vio a Kenshin entre los curiosos que se agolpaban en las escaleras y comprobó aliviada que él había estado bebiendo tranquilo con los amigos.
Ojalá y lo hubiera sabido antes.
De lo contrario, no habría entrado en las habitaciones ocupadas, llamándolo a gritos y desconcentrando a las parejas bajo la mirada incrédula de Setsuna que ahora enfadada y humillada, quería obtener justicia degollándole, de ser posible, junto con el resto de sus perseguidores.
Esto no era buena referencia para hacer valer su frase de "me sé cuidar muy bien yo sola". Ahora la querían linchar y ella sólo podía huir cobardemente si quería salvar el pellejo.
-¡Pero qué sucede aquí!- Exigió saber Okina, que por ser cliente frecuente, era casi como de la casa, logrando detener a la turba de linchadores.
-¡Este maldito chico!- explotó uno de los perseguidores, cerrándose la bata entreabierta- ¡Este maldito chico entró en nuestras habitaciones! ¡Queremos privacidad!-
Kenshin decidió intervenir. Él era el tutor del chico.
-Kojiro, sin duda hay una explicación para todo esto, ¿verdad?.
-Esteee... –Kaoru no se atrevía a mirarlo a los ojos- ... es que yo... me sentí mal y buscaba un baño... –
-¡Pero hay que ser un completo idiota para pensar que hay baño en un segundo piso!. -Chilló una de las prostitutas.-
-Pero yo ni sabía donde estaba. Estaba mareado.-
-Pues ahora se te oye muy claro- Dijo Setsuna.
-Pero... pero... ustedes me han asustado... ¡a cualquiera se le pasa la borrachera con tamaño linchamiento.- Kaoru estaba luchando por no ponerse a llorar del susto. Los chicos no lloran por estar a punto de ser asesinados.
Algunos hombres y prostitutas volvían a sus habitaciones. Pero uno de los tipos, enfadado, le lanzó una sandalia a Kojiro, que con sus buenos reflejos de Kendoka, logró esquivar.
-¡Jajaja! ¡Eres un idiota!- se burló Kojiro del sujeto, enseñándole el dedo del medio en un gesto obsceno. Éste no se lo pensó demasiado y le lanzó la otra, dando en la cara de alguien que pasaba distraído tras Kojiro.
Lo que pasó después, fue como en cámara lenta.
Un hombre, quitándose la sandalia enterrada en la cara, miró enfurecido a Kojiro, quien le apuntó al verdadero agresor con una tímida sonrisa. Kenshin no podía moverse ni reaccionar ante lo que estaba viendo. Era uno de esos momentos en que uno no puede creerse lo que está pasando y se queda quietito esperando que pase. El caso es que el agredido avanzó hacia el agresor y le dio un buen puñetazo.
Y en un minuto, todos peleaban con todos.
Las prostitutas trataban de separar a los hombres en conflicto, pero en medio de las patadas que volaban, algunas dieron en los traseros de nuevos inocentes que tomándose el asunto bastante mal, se unieron a la pelea que ya estaba siendo generalizada.
Todos estaban tan borrachos que eran incapaces de blandir sus espadas, así que los puños y los pies fueron los recursos más utilizados por los varones, y las uñas por las mujeres. De pronto apareció el dueño del local, pero nadie le prestó atención. La pelea estaba buena.
Los hombres caían sobre las mesas, rompiéndolas... los tatamis eran partidos sobre las cabezas de otros hombres y las botellas de sake y otros licores volaban. Los gritos y chillidos de las mujeres aumentaban la confusión y la excitación entre los contendores, que comenzaban a caer inconscientes. Las prostitutas entonces los sacaban al patio...
Incluso Okina estaba agarrado contra otro que intentaba darle con un orinal. Vacío, por suerte.
Kojiro estaba en su salsa, animando a los hombres que le caían bien para que derrotaran a otros. Kenshin aún no podía moverse por la sorpresa, salvo para esquivar algún objeto que iba contra su cara.
Un tipo avanzó hacia Kojiro para romperle algo en la cabeza al reconocerlo como el que inició todo. Eso hizo reaccionar a Kenshin, quien se movió demasiado tarde, pero se movió.
Kojiro, presintiendo y mirando hacia atrás, esquivó el trozo de puerta que iba contra él, y quitándole una botella a alguien, la rompió en la cabeza del otro, salpicando sake hacia todos lados. Kenshin llegó hasta él.
-¿Estás bien?- preguntó preocupado.
Kojiro alzó el rostro, sonriente. Era su oportunidad de demostrar su valor.
-Estoy estupendamente-
Acto seguido, saltó sobre algún pobre diablo y comenzó a darle de golpes, dejando a Ken con los ojos tan abiertos como platitos.
-Me caen mal los pelirrojos. ¡¡¡Parecen homosexuales... cómo odio a los homosexuales!!!- gritó otro tipo, dispuesto a modificar con sus manos el rostro de Kenshin, saltando sobre él. Pero Kenshin siempre y es más rápido y el tipo acabó mordiendo literalmente el tatami. Otro, en tanto, tomó a Kenshin por la cintura, alzándolo por lo menos, medio metro desde el suelo.
-Hola, dulzura... vamos a divertirnos tú y yo arriba-
Kenshin notó con asco que por su contextura física lo confundían con una chica y esto le agrió bastante el carácter.
Kaoru vio como su pelirrojito estaba en peligro, así que pasando sobre las cabezas de los demás, con una agilidad que impresionó a Kuro, quien trataba de robarse el sake, Kaoru llegó junto al hombrón.
-¡Suelta a mi Kenshin!- gritó y le dio en el mentón justo cuando Kenshin, tomando la saya del katana, le daba en el mismo lugar.
La casona entera se remecía a causa de la gente que chocaba contra las paredes y las prostitutas se dedicaron a llenar baldes con agua y a arrojar su contenido desde el segundo piso, para aplacar las pasiones. El dueño de la posada estaba desesperado viendo como su local estaba siendo destruido y amenazaba con matar al culpable de todo esto.
-¡Daré tres monedas de oro a quien acabe con ese maldito chico!- Vociferó el dueño.
Todo se detuvo.
Cuarenta cabezas se volvieron hacia Kojiro.
Y Kaoru notó que esos ochenta ojos lo tenían plenamente identificado.
Glups.
Esto se iba a poner feo. Sin duda podía ponerse peor.
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Rodeada de cuarenta, Kaoru pensaba rápido en una estrategia para sobrevivir. La chica se hizo rápido de un arma efectiva. Un orinal blanco muy bonito, con flores pintadas a mano, que le aportaban el toque femenino, y un palo de escoba. Con eso tenía. Kenshin, apoyado contra su espalda, blandía su espada. Okina, Kuro y Shiro subieron al segundo piso. Ver al Hitokiri Battousai en acción era todo un espectáculo, y si los veían en problemas, ayudarían, pero a decir verdad, estaban algo mareaditos.
-Veinte y veinte, eh, Kenshin.- dijo Kojiro, disimulando su temor.
Kenshin miraba atentamente a los tipos.
-Bien- respondió.
El primer hombre que trató de darle un puñetazo a Kaoru se encontró con el orinal blanco floreadito, acabando con un par de sus huesos. Kojiro, con el palo de escoba le dio en la espalda y lo dejó dormidito. Kenshin, en tanto, ya estaba enfrascado en su lucha personal contra los cinco que querían acercarse a Kojiro por la espalda. Pronto eran cinco menos.
Kojiro recibió algunos golpes en el cuerpo, pero se obligó a mantenerse en pie y el orinal alcanzaba cabezas con gran efectividad, provocando un sonido hueco cuando chocaba con ellas. Kojiro cayó al piso, y soltando el orinal, con la vara de escoba golpeó a varios en los talones, haciéndoles caer. Kenshin, mientras estaba acabando con los hombres asignados para él.
Kaoru corrió y subiéndose a una mesa, la única que quedaba buena, saltó sobre uno de los tipos, dándole una patada certera en la nariz, y a la vez, utilizándolo de trampolín para llegar hasta la escalera. Desde allí se lanzó sobre otro desafortunado. Las prostitutas, al comienzo, decían palabrotas contra el chico y el pelirrojo. Ahora los vitoreaban.
Esto hizo crecer el recién descubierto ego masculino de Kaoru, aunque debía reconocer que si le resultaba relativamente fácil hacer caer a los demás, era porque ellos estaban muy borrachos. Ella lo había estado, pero por lo menos, al descubrir a Setsuna sobre ella, le había disipado la borrachera. Alegre, y siempre en su papel de hombre, le lanzó un beso a la mujer, galantemente, antes de golpear a otro en el rostro.
¡Ahora entendía por qué a Sano le hacía tanta gracia pelear a cada rato! Esto era divertido.
Un tipo apareció ante Kojiro y se dispuso a tomarlo de la ropa, pero Kojiro se deslizó hacia abajo, pasando por entre sus piernas y bajando sus pantalones. Dejando su ropa interior en evidencia. El tipo se dio la vuelta para matarlo, pero se enredó en su ropa y cayó al suelo, atrapando el pie del muchacho y haciéndole caer también. Kojiro alcanzó su orinal y le dio en la cabeza. Kojiro se levantó y vio que los demás estaban en el piso.
Había terminado.
En ese momento se escuchó la policía.
Cuando llegaron, no había rastro ni del chico ni del pelirrojo. Ni de los Oniwabanshuu.
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-¿Qué diablos es eso?- preguntó Misao cuando le trajeron a Kojiro algo machucado, pero sonriente con el orinal blanco aún en la mano. Kenshin sólo sonreía quedito, como siempre. Esto no le podía estar pasando.
Aoshi miró con desdén al pobre chico, mientras Okina les hablaba de la batalla campal vivida en la casona momentos atrás. Kojiro no podía hablar a causa del ataque de risa que le atacaba en ese momento.
-Esto es un trofeo de batalla- dijo Kojiro, alegre, mientras subía a su habitación, colocándose el orinal como sombrero. Sería un recuerdo del día que luchó como un igual junto a su amado. Eso no sucedía todos los días.
Kenshin estaba callado. Sin duda estaba enfadado con su protegido, pero no sacaba mucho si lo reprendía ahora. Lo mejor sería esperar al día siguiente para hacerlo entrar en razón... aunque le caía bien Sanosuke, no quería que su protegido acabara como él.
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Misao seleccionaba la verdura alegremente. Kenshin, en su nuevo puesto de cocinero, le había hecho recomendaciones muy precisas para traer los mejores ingredientes y ahora, Misao, en el mercado de abastos, dejaba que los deliciosos aromas llegaran hasta ella. Pero eso no era lo mejor.
Lo mejor era...
-Misao... ¿Te parecen bien estas patatas?-
-Sí, señor Aoshi. Están perfectas-
Aoshi le pidió entonces al tendero varios kilos de ellas. Sin duda la oferta era buena. Usualmente Aoshi detestaba ir de compras al mercado, pero era delicioso ver a su pequeña escogiendo lo mejor de lo mejor para la cocina, con gran sapiencia. Eso lo llenaba de orgullo con respecto Misao. ¡Era tan inteligente! Él con suerte y podía distinguir un huevo de una patata. Lo de él era reconocer los distintos tipos de té. Para eso Aoshi estaba como para dar una cátedra al respecto, sí señor, eso era lo suyo. Pero gracias a Misao, que era lo único que le daba. A decir verdad, con tanto tecito, Aoshi se podría decir, era el tipo con el estómago más limpio y la piel más perfecta del Japón. Tanta agua y tanto té...
-Misao... aquí están los huevos... –
Aoshi hizo una mueca de disgusto apenas perceptible cuando apareció Kojiro con la enorme cesta llena de huevos. La dejó en el suelo y esperó que se le acercara su amiga, quien al pasara junto a ella, le dijo al oído:
-Vaya, Kaoru... te estás volviendo una chica fuerte... –
Kaoru sonrió, enseñándole el brazo.
-Creo que hasta tengo músculos ya... tanto trabajar al lado de Kenshin... –
Kojiro flexionó el brazo, para que Misao notara lo durito que se ponía el músculo. Aoshi miró como Misao sonreía ampliamente al muchacho ese mientras le palpaba el brazo.
Maldito chiquillo... tanto escándalo por un músculo apenas desarrollado... bah... si se comparaba con él mismo, sería como poner un... un... un huevo al lado de una sandía.
Entendiendo que Aoshi era la sandía.
Si lo que su pequeña buscaba era musculatura y poder, Kojiro era un representante bastante miserable.
-Es hora de regresar, hemos terminado, señor Aoshi.- declaró Misao, atrayendo a los hombres tras ella... Aoshi se apresuró a tomar todos las sacos y paquetes que pudo, como si pesaran nada, aprovechando de hinchar los brazos un poco más que necesario, para que su pequeña supiera que no tenía por qué asombrarse con ese chico odioso y pelionero. Misao tomó algunas hortalizas y a Kojiro le quedó sólo la cesta de huevos. Misao, como pudo, acercó una pequeña mano al brazo de Aoshi.
-Usted también es un hombre muy fuerte, señor Aoshi... – dijo la joven, con genuina admiración. Aoshi, mirando hacia delante siempre, hizo una concesión con sus labios y los curvó en una sonrisa.
Sonrisa que se esfumó cuando Misao retiró su cálida manita y dijo a Kojiro.
-¡¡Estoy segura que en el futuro tú serás así!!-
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Ya había pasado una semana desde la revuelta en la casona y Kojiro se había llevado una tremenda reprimenda de Kenshin por su comportamiento engreído y altanero. Pero Kenshin ahora, si hemos de ser sinceros, se estaba poniendo nervioso con el chico. Esa misma noche, al acostarse a dormir, escuchó con claridad en su mente:
-¡Suelta a mi Kenshin!-
Mi Kenshin...
Una parte de Kenshin se inquietó con este comentario. Una parte muy dentro de sí. Aunque se repetía constantemente en su mente que la connotación era por ser él su tutor, otra parte le decía que era el modo usado para defender a un amante y la más leve idea de que Kojiro se estuviera... desviando... y con él... no le hacía gracia.
Pero dos noches después, Kenshin despertó en medio de la noche, cuando Kojiro musitaba...
-Kenshin... amor... -
Y se movía de un modo extraño en la cama.
El pobre de Kenshin estaba comenzando a asustarse con esto, porque una cosa es gustarle a una chica tan dulce y hermosa y bella y generosa y grandiosa como Kaoru. Otra muy distinta, gustarle a un chico, que él ya notaba, lo miraba raro.
La sola idea le daba náuseas.
Kenshin terminó de picar las cebollitas y de lanzarlas a la enorme olla ante él. Pensó en su Kaoru, quien le había escrito otra carta cuando le llegó la de él. Kaoru le decía que lo extrañaba, pero que respetaba su decisión de permanecer más tiempo afuera y que lo amaba y que lo esperaba, pero que por favor, no se tardara demasiado.
-Mmmmmhhhhh, linda mi Kaoru.- sonrió, iluminando su carita empapada de sudor por el calor de la cocina.
Kenshin escuchó cierto barullo en las afueras del Aoiya y salió a investigar, limpiándose las manos con el enorme delantal para varón que le había prestado Aoshi.
Una turba de gente se agolpaba frente al lugar.
-Queremos ver a ese chico.- dijo un hombre a quien Kenshin reconoció.
Era el dueño del local destrozado.
Ups.
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-Yo soy el tutor de Kojiro... si tiene algo que tratar con él, puede hablar conmigo.- se adelantó Kenshin, tratando de inventar una buena excusa para salvar el pellejo de Kojiro. Seguro que ahora venían a lincharlo, después de la masacre que provocó en el lugar y para colmo, ser declarado inocente por la policía. (Por ser amigo de Kenshin. A la policía le convenía estar en buenos términos con Kenshin por su ayuda al país.)
-Yo sólo quiero ver a ese chico- dijo el hombre a Kenshin.
-En este momento él no...-
-Ahí viene- dijo Setsuna al reconocerlo tras una enorme cesta de huevos.
Misao y Aoshi se detuvieron al ver a tanta gente reunida frente al Aoiya, preguntándose quienes eran esos sujetos y mujeres tan vistosas. Kojiro se detuvo en seco al reconocerlos.
-¡Es él!- Gritó alguien.
Una cosa era pelear contra hombres completamente borrachos que caían con solo tocarles la nariz, y otra muy diferente, pelear con ellos estando buenos, sanos y muy, pero muy fuertes. Esto era lo que pensó Kaoru antes de decidir que una retirada estratégica que asegurara el pellejo era su única opción, a pesar de dejar a Kojiro Tendo como un pobre cobarde.
Pero un cobarde vivo, al menos.
Kojiro notó como la turba de gente se acercaba a él. Pensó en pasarle la cesta de huevos a Misao, quien no tenía manos ya... Aoshi estaba en una situación similar... si dejaba la cesta en el piso, la gente la volcaría y los rompería.
-¡Maldición!- Musitó, antes de darse la media vuelta y echar a correr, con todo y huevos.
Como era de esperar, la turba, al verlo correr, apuró el paso también.
Kaoru Kamiya corría como poseída por la calle principal de Kyoto, con la cesta en brazos. Corría eludiendo a la gente que paseaba tranquilamente y que le miraba extrañada.
-Lo van a matar- musitó Kenshin, antes de alcanzar con su velocidad divina a la gente que perseguía al chico.
La turba era de aproximadamente cincuenta personas que corría ocupando todo el ancho de la calle. Cuando los policías vieron esto, se unieron a la persecución, llamando a gritos a los refuerzos.
Misao y Aoshi se quedaron mirando mientras se quedaban solos frente al restauran. Suspirando, entraron. Misao quería ayudar a Kojiro, pero Aoshi la convenció de que iba Kenshin y que con eso estaba bien.
Y Misao, no se iba a perder la oportunidad de estar a solas con su hombre. Más cuando él, para detenerla, le tomaba la mano.
-Lo siento, Kaoru- pensó la chica, mientras Aoshi cerraba la puerta y se abalanzaba sobre ella- pero... sería una imbécil si me alejara ahora de él.
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El sudor corría por la frente de Kaoru, quien a duras penas podía mantener el paso de manera digna con la cesta de huevos. Pero los demás también, así que estaban más o menos parejos todos. Sin embargo, el oír los silbatos de la policía le recuperaba la fuerza redoblada. Ella no podía morir, porque si no... ¿quién amaría a su Kenshin, tanto como ella?
El dueño del local se mantenía a la cabeza del montón de gente que corría... y le gritaba a Kojiro que se detuviera de una condenada vez.
-¡Ni lo sueñes!- le espetaba el chico.
Kaoru divisó a Kenshin acercarse a ella.
-Kojiro, deja de correr, ¡esto es una locura!-
-¡¡¡Claro, como a ti no quieren matarte!!!- dijo ella con una voz muy ronca y cansada, entre jadeos. Kenshin se veía en cambio como una lechuga de fresco. Y corría con un bonito estilo samurai.
-Pienso que es lo mejor... –
Kojiro se detuvo tan de pronto, que el dueño del local, al hacerlo, fue chocado por todo el montón que venía detrás de él. Muchos curiosos que no tenían nada que hacer se había unido a la maratón para ver qué sucedía. (entiéndalos, no existía la televisión), así que de los cincuenta iniciales, ya venían más de cien personas llamando a Kojiro sin saber realmente qué había hecho el muchacho.
El dueño del local se acercó a Kojiro. Kaoru se puso nerviosa y tomó uno de los huevos de la cesta.
-¡Un paso más, y me veré obligado a utilizar esto!!- chilló amenazante. Kenshin permanecía a su lado. Las mujeres se apartaron un poco. El dueño se detuvo.
-Chico... tenemos que hablar... – dijo.
-No tenemos nada que hablar... ya dije que lo siento. Ya pedí perdón.- Kaoru recordó que Kenshin le obligó a regresar y a pedir disculpas.
El dueño miró a su gente. Todos asintieron y se arrodillaron ante Kojiro, para la total y absoluta sorpresa de éste.
-Te agradecemos lo que has hecho por nosotros.-
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-¿Un club de la pelea?-
Kojiro los miraba asombrados.
Después de aquella noche, muchos hombres habían descargado sus tensiones mediante los puños y se sintieron aliviados y agradecidos. Al día siguiente regresaron para pagar los daños y así tener un lugar donde pelear por las noches. Las prostitutas aseaban el lugar y esperaban a los infaltables que requerían de sus servicios, pero buena parte había regresado solo para machacar a los semejantes. Las reglas eran usar sólo los puños y el éxito de la idea había sido tal, que el dueño del local pronto abriría otro.
-Gracias a ti, ir a beber es diferente y divertido.-
-Peleamos por diversión, no para hacernos daño. Todos somos amigos-
Kojiro miró al cielo. Diablos... ¿le agradecían haber creado cincuenta nuevos Sanosukes para la sociedad... no era algo para estar orgulloso.
-Bueno, nos retiramos. Tú y tu tutor son nuestros clientes especiales. Cuando quieran regresen. Y este dinero es para ti.
Kojiro se vio con diez monedas de oro en las manos.
Guaus.
-Y tú que me reprendiste por haberlos hecho pelear- le dijo Kojiro a Kenshin, sonriéndole. Cuando Kenshin cio esa sonrisa de satisfacción, sintió algo en el pecho.
Algo confuso.
Algo sumamente alarmante.
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Fin acto 4. febrero 29, 2004.
Notas de la Autora.
Jeje... sin comentarios. Los quiero.
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Umi:Pues...sip, pobre Aoshi... pero parece que está haciendo algo divertido en este momento...
Maki-san: Espero que ya que no puedes entrar tan seguido, lo que alcances a bajar sea divertido. Así l hago yo, que no tengo Internet en casita y debo ir a otros lados por él... bua. Pero sigo viva y entreteniéndote. Besitos besitos..
Rinsita: Ya ves que Kaoru ha estado metiendo la pata y el pobre de Kenshin está comenzando a dudar... jejeje, me gusta eso, pero sólo en este caso, ehh.
Shinta girl: Todas aman a Aoshi, pero el tipo tendrá su protagónico en la próxima. Ñaca ñaca.
Misao_HX: Hola!!!!.yo me reía mucho cuando escribía la triste historia de Kojiro y sus repercusiones. Hasta me imaginé un violín de fondo mientras hablaba. Pero se me partió el corazón con mi pelirrojito. Lo amo. Ahhhhh. Espero que este episodio te haya gustado.
Kirara26: Holitas para tú!!!! -Kaoru probando ranitas... je, se lo merecía, ¿no?
Excusas de Kojiro para irse del Aoiya.
-Debo ir a ver a mi abuelita.
-Debo ir a ver a mi novia.
-Debo buscar un trabajo decente para ser un hombre digno de la hermosa Misao.
-Voy en camino para ver a mi sensei y ser igual de grande y fuerte que el señor Aoshi.
-Debo ir a por Kenshin Himura, que según Misao es un maestro espadachín y quiero ser su pupilo estúpido y por siempre enamorado de él. Me encantan los pelirrojos, son muy sexies y esas cosas. Y pienso ser sumiso.
-Sip, Kenshin la adora, y la recuerda bastante.
-¿Te gusta el Aoshi de este episodio?
-Siiii, ama a Kaoru y sólo a Kaoru.
-Pues... eso es casual que Kenshin haya matado al único Tendo de la guerra. Este Kenshin... si le hubiera puesto un Pérez, seguro que lo habría recordado como el único hispano en Japón.
-Besotes...
-escogí "Tenshi" a propósito, porque el original de mi historia es "Angelino".
-Más besotes. Kaoru86 Kamiya: A mí también me hubiera gustado que Kaoru se disfrazara de chico en el animé. Habría estado genial... siiiii, pero bueno, como no salió, tuve que imaginármela. Pero la metí en muchos líos, ¿no?.
Justary: Aoshi celoso parece ser bastante popular. Y ya comienzan los problemas morales para Kenshin tan lindo. Ánimos para ti. El mundo no merece que tus historias se mantengan guardadas por siempre... siempre hay alguien que quiere leerlas.
Gaby (hyatt: Me parece tierna con la pata de ranita en la boca. Muy del estilo Sano, que no aparece en este fic. Buaaaa. Pero me gusta. Y sobre tu pregunta final... sí. En el próximo episodio.
Un chico en Apuros.
Kaoru entró a la taberna aparentando una seguridad masculina que estaba lejos de sentir, pero sonreía, junto a Kuro, Shiro y Okina. Kenshin, quien iba delante de él, iba bastante callado y pensativo.
El nuevo problema del pelirrojo era sobre el regreso a casa... es decir... ya tenia referencias suficientes como para emplearse casi en cualquier cosa que quisiese, pero... una cosa era llegar él solo a casa de su amada Kaoru, donde ella lo acogería sin ningún tipo de dudas (eso le decía en una carta que Misao le había entregado por la tarde), y otra muy diferente, llegar con su nuevo protegido, Kojiro.
Y eso lo tenía muy pensativo... le impondría a su Kaoru un nuevo habitante... pero eso no era lo peor.
Lo peor, era que Kojiro era un chico bastante... atractivo, y de la misma edad de Kaoru... ¿y si ellos dos... ay, no...se enamoraban?... no, no, qué idea tan tonta... Kaoru lo amaba a él y sólo a él.
Sep.
Kenshin suspiró... serían como hermanitos... como un Yahiko número dos, algo mayor, y es que Kojiro era muy seguro de si mismo y cabezota como el chico. Kenshin sorbió el primer trago de sake que le pusieron enfrente, esta vez sonriendo... serían una gran familia.
Kojiro tomó algo de sake, también, animado por sus compañeros de juerga, que reían de cosas diversas e historias realmente buenas contadas por Okina. Kojiro no se dio ni cuanta cuando ya había bebido bastante y se reía hasta porque los parroquianos hablaban en japonés. Su protector lo miraba con cierto desapruebo, pero era cierto lo que decía Okina... el chico no sabría lo que era una buena resaca a la que temer en el futuro si no la experimentaba él mismo.
Kuro salió disimuladamente, contactando a una señorita vestida de manera llamativa, cuyo obi estaba anudado en la parte delantera de su kimono. Momentos después, el joven volvió donde sus amigos.
Kojiro bebía aún más alegremente que antes, y eso ya era mucho decir, cuando Okina, percibiendo un gesto de Kuro, tomó a Kojiro de un brazo. Kenshin trató de detenerlo.
-Primero debiera preguntarle si eso lo que realmente desea el muchacho.- dijo el pelirrojo. Kojiro, medio tambaleante, se dejaba guiar sumisamente por el anciano.
-Kojiro, ¿deseas probar tu hombría esta noche?... te lo pasarás muy bien...-
¿Se podía poner aún mejor la fiesta? Kaoru quería seguir divirtiéndose... al menos aún algo recordaba que no le podía decir a Kenshin quien era ella realmente. Así que, si demostrando su hombría se lo podía pasar mejor, ella no tenía ningún problema. Debe ser algo divertido demostrar la hombría... Kenshin cuando supiera lo que ella había hecho, sin duda que la consideraría una chica valiente.
-Muy bien... quiero demostrar mi valorrrr... vamos, Okina- dijo la joven palmeando sonoramente el hombro del anciano- eshhhtoy lishtop... sep...- posiblemente se trataba de agarrar a alguien a golpes.
Okina lo dejó en una habitación muy bonita, pero bastante impersonal para el gusto de Kaoru. La joven se restregó los ojos que ya le costaba trabajo mantener abiertos...
Kaoru notó un futón... tenía sueño, eso sí... podría tenderse a dormir. Por un momento permitió que su mente imaginara que Kenshin entraba en el cuarto... luego él le decía que ya había descubierto su secreto y que era obvio porque ella era demasiado mujer como para pasar desapercibida ante él. Entonces Kenshin le quitaría la ropa, lentamente, recostándola en el futón... besando su cuello y luego...
La puerta se abrió.
-¿Kenshin?- Preguntó Kaoru, con voz adormilada y feliz, antes de cerrar los ojos.
La señorita que había entrado miró al chico ante ella con evidente desdén. El condenado muchachito estaba borracho a más no poder y ahora dormía y babeaba sobre el lecho. Eso le pasaba por aceptar chicos vírgenes aún, siempre era lo mismo. Estaban tan nerviosos que bebían como si el mundo se fuera a acabar y acababan durmiéndose.
Setsuna siguió observando al muchacho. Era bajito y delgado... bah, parecía una niña... en fin... ella debía cumplir con su trabajo. Tenía los rasgos finos. Mmmmhhh, quizá sería un tipo bastante apuesto en el futuro. Y aunque su ropa era humilde, había algo en él que le hacía ver como alguien de buena familia. En ese caso sería bueno complacer bien al chico. Lo primero era motivarlo adecuadamente. Abriendo el kimono y dejando sus pechos al descubierto para cuando despertara, Setsuna comenzó a tirar de los lazos que mantenían el hakama en su sitio.
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A Kenshin ni siquiera se le pasaba por la cabeza que su Kaoru en ese momento pudiera estar siendo asediada por una prostituta, bajo la apariencia de su protegido Kojiro. En realidad, estaba comenzando a disfrutar de la fiesta. Kaoru lo amaba y no estaba enfadada con él. Lo mejor sería escribirle una carta diciéndole que estaba bien y que pronto volvería a casa, para no preocuparla. Kenshin sonreía y Okina, sorprendiéndole, brindó por lo que sea que tuviera a Kenshin tan contento.
Kaoru en tanto, sintió cosquillas en su estómago y apartó la mano sobre él de un manotazo suave. Pero la mano insistente volvió a su sitio, tratando de desatar los lazos que allí se encontraban.
Kaoru esta vez abrió un ojo y vio a la mujer semidesnuda inclinada sobre ella. En cuanto Setsuna notó que Kojiro estaba despierto, acercó su rostro al del muchacho, en tanto rozaba el pecho varonil con los suyos. Kojiro abrió los ojos sorprendida y abrumada.
-¡Pero qué demonios está haciendo!- Exclamó Kaoru, sentándose de sopetón y empujando a la chica hacia atrás.
Setsuna se asustó. Vaya... un chico rudo...
Kaoru rápidamente ató el nudo de su obi perfectamente. Curiosamente la borrachera se había evaporado.
-¡¿Acaso eres rara o qué?!- dijo Kaoru, sin darse cuenta que era ella quien parecía hombre, pensando en que aquella mujer era una pervertida. Pero Setsuna, demasiado astuta por su profesión, se tomó las palabras de Kojiro de otra manera.
-Yo hacía mi trabajo, muchachito... dime... – Setsuna habló en un tono muy sexi- ...¿acaso no te gusta lo que ves?... ¿No serás tú el raro?-
Kojiro miro a la mujer semidesnuda y lo único que hizo, aparte de sonrojarse, fue comparar el cuerpo de aquella mujer con el suyo propio. Y tragándose el orgullo, notó que ella salía perdiendo.
Setsuna tenía toda la grasa de su cuerpo distribuída de manera perfecta. No se veía flacucha como Kaoru, ni pequeña. Setsuna era el tipo de mujer que jamás podría aparentar ser hombre de manera tan perfecta como ella... buaaa.
Kaoru recordó de golpe que ella era Kojiro... pero, ¿por qué estaba aquí, con esa tipa? Kaoru recordó vagamente lo de demostrar su hombría... ¿acaso los hombres se referían a esto?
Setsuna ya estaba mareada con tanta miradita que le echaba Kojiro. Y es que Kojiro estaba pensando.
Obviamente no podía tener ningún tipo de relación con esa mujer, porque la idea le resultaba repugnante y porque sería descubierta. Pero... ¿cómo salir indemne de ese lugar, sin revelar quien es ella?
-Vamos, muchacho, dime... si te gusta lo que ves, puedes tocarlo, además.- dijo Setsuna en un tono provocador.
-Esteee... - Kaoru se estaba poniendo nerviosa.- Claro que... claro que me gusta lo que veo, pero... mañana debo trabajar temprano, asi que si me disculpas, debo irme ya.-
Kaoru se acercó hacia la lámpara y Setsuna notó que el chico era realmente apuesto. Y tenía los labios muy sensuales. Sería un placer trabajar para él, después de todo.
-Pero nos podemos entretener un ratito, chico... además, tus amigos deben, en este momento, estar pasándola genial con mis compañeras y tú serás el único que se va a acostar temprano... ¡No seas aguafiestas!
¿Su Kenshin... divirtiéndose con otra?
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Misao observaba la luna desde su ventana abierta. Sonrió dulcemente pensando en Kaoru y en las cosas que hacía por su gran amor... bueno, ella podía entenderla bastante bien si recordaba que había seguido a Aoshi por todo el Japón sólo para verlo una vez más y saber que estaba bien
Y ahora lo tenía junto a ella de tiempo completo, pero no en el modo que ella quisiera.
Aoshi, en tanto, paseaba por los jardines y descubrió a la pequeña mirando ensoñadoramente el cielo. El rostro de Misao era demasiado transparente en sus emociones y Aoshi casi adivinaba lo que iba a decir a continuación con solo mirar a su carita infantil. Ese "casi" era porque él en algún momento pensó en que Misao estaba enamorada de él. Al principio este hecho le preocupó, pues no se sentía digno del amor de la chica por todo el sufrimiento que le había causado. Después, se preocupaba mucho imaginando el modo de decirle que no estaba interesado en ella sin herir sus sentimientos si es que ella se atrevía a confesarle su amor. Pero después...
Aparece ese chico Kojiro y él se da cuenta que Misao estaba muy enamorada de él.
Y Aoshi por primera vez en su vida no se sintió un maldito que no merecía nada ni aliviado. Se sintió como un completo idiota.
Porque últimamente estaba imaginando el modo de hacerle comprender a Misao que él era demasiado mayor para ella, pero que si de verdad estaba interesada, él la podía esperar un par de años...
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Kenshin alzó la vista hacia el pasillo del segundo piso, visible desde su ubicación, pues de pronto se escuchaba un gran barullo.
Segundos después, Kojiro Tendo corría hacia las escaleras, seguido por un grupo de mujeres y hombres semidesnudos que querían acabar con él e incluso le lanzaban cosas como sandalias y palmatorias, con una puntería lamentable.
Kaoru en su carrera vio a Kenshin entre los curiosos que se agolpaban en las escaleras y comprobó aliviada que él había estado bebiendo tranquilo con los amigos.
Ojalá y lo hubiera sabido antes.
De lo contrario, no habría entrado en las habitaciones ocupadas, llamándolo a gritos y desconcentrando a las parejas bajo la mirada incrédula de Setsuna que ahora enfadada y humillada, quería obtener justicia degollándole, de ser posible, junto con el resto de sus perseguidores.
Esto no era buena referencia para hacer valer su frase de "me sé cuidar muy bien yo sola". Ahora la querían linchar y ella sólo podía huir cobardemente si quería salvar el pellejo.
-¡Pero qué sucede aquí!- Exigió saber Okina, que por ser cliente frecuente, era casi como de la casa, logrando detener a la turba de linchadores.
-¡Este maldito chico!- explotó uno de los perseguidores, cerrándose la bata entreabierta- ¡Este maldito chico entró en nuestras habitaciones! ¡Queremos privacidad!-
Kenshin decidió intervenir. Él era el tutor del chico.
-Kojiro, sin duda hay una explicación para todo esto, ¿verdad?.
-Esteee... –Kaoru no se atrevía a mirarlo a los ojos- ... es que yo... me sentí mal y buscaba un baño... –
-¡Pero hay que ser un completo idiota para pensar que hay baño en un segundo piso!. -Chilló una de las prostitutas.-
-Pero yo ni sabía donde estaba. Estaba mareado.-
-Pues ahora se te oye muy claro- Dijo Setsuna.
-Pero... pero... ustedes me han asustado... ¡a cualquiera se le pasa la borrachera con tamaño linchamiento.- Kaoru estaba luchando por no ponerse a llorar del susto. Los chicos no lloran por estar a punto de ser asesinados.
Algunos hombres y prostitutas volvían a sus habitaciones. Pero uno de los tipos, enfadado, le lanzó una sandalia a Kojiro, que con sus buenos reflejos de Kendoka, logró esquivar.
-¡Jajaja! ¡Eres un idiota!- se burló Kojiro del sujeto, enseñándole el dedo del medio en un gesto obsceno. Éste no se lo pensó demasiado y le lanzó la otra, dando en la cara de alguien que pasaba distraído tras Kojiro.
Lo que pasó después, fue como en cámara lenta.
Un hombre, quitándose la sandalia enterrada en la cara, miró enfurecido a Kojiro, quien le apuntó al verdadero agresor con una tímida sonrisa. Kenshin no podía moverse ni reaccionar ante lo que estaba viendo. Era uno de esos momentos en que uno no puede creerse lo que está pasando y se queda quietito esperando que pase. El caso es que el agredido avanzó hacia el agresor y le dio un buen puñetazo.
Y en un minuto, todos peleaban con todos.
Las prostitutas trataban de separar a los hombres en conflicto, pero en medio de las patadas que volaban, algunas dieron en los traseros de nuevos inocentes que tomándose el asunto bastante mal, se unieron a la pelea que ya estaba siendo generalizada.
Todos estaban tan borrachos que eran incapaces de blandir sus espadas, así que los puños y los pies fueron los recursos más utilizados por los varones, y las uñas por las mujeres. De pronto apareció el dueño del local, pero nadie le prestó atención. La pelea estaba buena.
Los hombres caían sobre las mesas, rompiéndolas... los tatamis eran partidos sobre las cabezas de otros hombres y las botellas de sake y otros licores volaban. Los gritos y chillidos de las mujeres aumentaban la confusión y la excitación entre los contendores, que comenzaban a caer inconscientes. Las prostitutas entonces los sacaban al patio...
Incluso Okina estaba agarrado contra otro que intentaba darle con un orinal. Vacío, por suerte.
Kojiro estaba en su salsa, animando a los hombres que le caían bien para que derrotaran a otros. Kenshin aún no podía moverse por la sorpresa, salvo para esquivar algún objeto que iba contra su cara.
Un tipo avanzó hacia Kojiro para romperle algo en la cabeza al reconocerlo como el que inició todo. Eso hizo reaccionar a Kenshin, quien se movió demasiado tarde, pero se movió.
Kojiro, presintiendo y mirando hacia atrás, esquivó el trozo de puerta que iba contra él, y quitándole una botella a alguien, la rompió en la cabeza del otro, salpicando sake hacia todos lados. Kenshin llegó hasta él.
-¿Estás bien?- preguntó preocupado.
Kojiro alzó el rostro, sonriente. Era su oportunidad de demostrar su valor.
-Estoy estupendamente-
Acto seguido, saltó sobre algún pobre diablo y comenzó a darle de golpes, dejando a Ken con los ojos tan abiertos como platitos.
-Me caen mal los pelirrojos. ¡¡¡Parecen homosexuales... cómo odio a los homosexuales!!!- gritó otro tipo, dispuesto a modificar con sus manos el rostro de Kenshin, saltando sobre él. Pero Kenshin siempre y es más rápido y el tipo acabó mordiendo literalmente el tatami. Otro, en tanto, tomó a Kenshin por la cintura, alzándolo por lo menos, medio metro desde el suelo.
-Hola, dulzura... vamos a divertirnos tú y yo arriba-
Kenshin notó con asco que por su contextura física lo confundían con una chica y esto le agrió bastante el carácter.
Kaoru vio como su pelirrojito estaba en peligro, así que pasando sobre las cabezas de los demás, con una agilidad que impresionó a Kuro, quien trataba de robarse el sake, Kaoru llegó junto al hombrón.
-¡Suelta a mi Kenshin!- gritó y le dio en el mentón justo cuando Kenshin, tomando la saya del katana, le daba en el mismo lugar.
La casona entera se remecía a causa de la gente que chocaba contra las paredes y las prostitutas se dedicaron a llenar baldes con agua y a arrojar su contenido desde el segundo piso, para aplacar las pasiones. El dueño de la posada estaba desesperado viendo como su local estaba siendo destruido y amenazaba con matar al culpable de todo esto.
-¡Daré tres monedas de oro a quien acabe con ese maldito chico!- Vociferó el dueño.
Todo se detuvo.
Cuarenta cabezas se volvieron hacia Kojiro.
Y Kaoru notó que esos ochenta ojos lo tenían plenamente identificado.
Glups.
Esto se iba a poner feo. Sin duda podía ponerse peor.
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Rodeada de cuarenta, Kaoru pensaba rápido en una estrategia para sobrevivir. La chica se hizo rápido de un arma efectiva. Un orinal blanco muy bonito, con flores pintadas a mano, que le aportaban el toque femenino, y un palo de escoba. Con eso tenía. Kenshin, apoyado contra su espalda, blandía su espada. Okina, Kuro y Shiro subieron al segundo piso. Ver al Hitokiri Battousai en acción era todo un espectáculo, y si los veían en problemas, ayudarían, pero a decir verdad, estaban algo mareaditos.
-Veinte y veinte, eh, Kenshin.- dijo Kojiro, disimulando su temor.
Kenshin miraba atentamente a los tipos.
-Bien- respondió.
El primer hombre que trató de darle un puñetazo a Kaoru se encontró con el orinal blanco floreadito, acabando con un par de sus huesos. Kojiro, con el palo de escoba le dio en la espalda y lo dejó dormidito. Kenshin, en tanto, ya estaba enfrascado en su lucha personal contra los cinco que querían acercarse a Kojiro por la espalda. Pronto eran cinco menos.
Kojiro recibió algunos golpes en el cuerpo, pero se obligó a mantenerse en pie y el orinal alcanzaba cabezas con gran efectividad, provocando un sonido hueco cuando chocaba con ellas. Kojiro cayó al piso, y soltando el orinal, con la vara de escoba golpeó a varios en los talones, haciéndoles caer. Kenshin, mientras estaba acabando con los hombres asignados para él.
Kaoru corrió y subiéndose a una mesa, la única que quedaba buena, saltó sobre uno de los tipos, dándole una patada certera en la nariz, y a la vez, utilizándolo de trampolín para llegar hasta la escalera. Desde allí se lanzó sobre otro desafortunado. Las prostitutas, al comienzo, decían palabrotas contra el chico y el pelirrojo. Ahora los vitoreaban.
Esto hizo crecer el recién descubierto ego masculino de Kaoru, aunque debía reconocer que si le resultaba relativamente fácil hacer caer a los demás, era porque ellos estaban muy borrachos. Ella lo había estado, pero por lo menos, al descubrir a Setsuna sobre ella, le había disipado la borrachera. Alegre, y siempre en su papel de hombre, le lanzó un beso a la mujer, galantemente, antes de golpear a otro en el rostro.
¡Ahora entendía por qué a Sano le hacía tanta gracia pelear a cada rato! Esto era divertido.
Un tipo apareció ante Kojiro y se dispuso a tomarlo de la ropa, pero Kojiro se deslizó hacia abajo, pasando por entre sus piernas y bajando sus pantalones. Dejando su ropa interior en evidencia. El tipo se dio la vuelta para matarlo, pero se enredó en su ropa y cayó al suelo, atrapando el pie del muchacho y haciéndole caer también. Kojiro alcanzó su orinal y le dio en la cabeza. Kojiro se levantó y vio que los demás estaban en el piso.
Había terminado.
En ese momento se escuchó la policía.
Cuando llegaron, no había rastro ni del chico ni del pelirrojo. Ni de los Oniwabanshuu.
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-¿Qué diablos es eso?- preguntó Misao cuando le trajeron a Kojiro algo machucado, pero sonriente con el orinal blanco aún en la mano. Kenshin sólo sonreía quedito, como siempre. Esto no le podía estar pasando.
Aoshi miró con desdén al pobre chico, mientras Okina les hablaba de la batalla campal vivida en la casona momentos atrás. Kojiro no podía hablar a causa del ataque de risa que le atacaba en ese momento.
-Esto es un trofeo de batalla- dijo Kojiro, alegre, mientras subía a su habitación, colocándose el orinal como sombrero. Sería un recuerdo del día que luchó como un igual junto a su amado. Eso no sucedía todos los días.
Kenshin estaba callado. Sin duda estaba enfadado con su protegido, pero no sacaba mucho si lo reprendía ahora. Lo mejor sería esperar al día siguiente para hacerlo entrar en razón... aunque le caía bien Sanosuke, no quería que su protegido acabara como él.
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Misao seleccionaba la verdura alegremente. Kenshin, en su nuevo puesto de cocinero, le había hecho recomendaciones muy precisas para traer los mejores ingredientes y ahora, Misao, en el mercado de abastos, dejaba que los deliciosos aromas llegaran hasta ella. Pero eso no era lo mejor.
Lo mejor era...
-Misao... ¿Te parecen bien estas patatas?-
-Sí, señor Aoshi. Están perfectas-
Aoshi le pidió entonces al tendero varios kilos de ellas. Sin duda la oferta era buena. Usualmente Aoshi detestaba ir de compras al mercado, pero era delicioso ver a su pequeña escogiendo lo mejor de lo mejor para la cocina, con gran sapiencia. Eso lo llenaba de orgullo con respecto Misao. ¡Era tan inteligente! Él con suerte y podía distinguir un huevo de una patata. Lo de él era reconocer los distintos tipos de té. Para eso Aoshi estaba como para dar una cátedra al respecto, sí señor, eso era lo suyo. Pero gracias a Misao, que era lo único que le daba. A decir verdad, con tanto tecito, Aoshi se podría decir, era el tipo con el estómago más limpio y la piel más perfecta del Japón. Tanta agua y tanto té...
-Misao... aquí están los huevos... –
Aoshi hizo una mueca de disgusto apenas perceptible cuando apareció Kojiro con la enorme cesta llena de huevos. La dejó en el suelo y esperó que se le acercara su amiga, quien al pasara junto a ella, le dijo al oído:
-Vaya, Kaoru... te estás volviendo una chica fuerte... –
Kaoru sonrió, enseñándole el brazo.
-Creo que hasta tengo músculos ya... tanto trabajar al lado de Kenshin... –
Kojiro flexionó el brazo, para que Misao notara lo durito que se ponía el músculo. Aoshi miró como Misao sonreía ampliamente al muchacho ese mientras le palpaba el brazo.
Maldito chiquillo... tanto escándalo por un músculo apenas desarrollado... bah... si se comparaba con él mismo, sería como poner un... un... un huevo al lado de una sandía.
Entendiendo que Aoshi era la sandía.
Si lo que su pequeña buscaba era musculatura y poder, Kojiro era un representante bastante miserable.
-Es hora de regresar, hemos terminado, señor Aoshi.- declaró Misao, atrayendo a los hombres tras ella... Aoshi se apresuró a tomar todos las sacos y paquetes que pudo, como si pesaran nada, aprovechando de hinchar los brazos un poco más que necesario, para que su pequeña supiera que no tenía por qué asombrarse con ese chico odioso y pelionero. Misao tomó algunas hortalizas y a Kojiro le quedó sólo la cesta de huevos. Misao, como pudo, acercó una pequeña mano al brazo de Aoshi.
-Usted también es un hombre muy fuerte, señor Aoshi... – dijo la joven, con genuina admiración. Aoshi, mirando hacia delante siempre, hizo una concesión con sus labios y los curvó en una sonrisa.
Sonrisa que se esfumó cuando Misao retiró su cálida manita y dijo a Kojiro.
-¡¡Estoy segura que en el futuro tú serás así!!-
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Ya había pasado una semana desde la revuelta en la casona y Kojiro se había llevado una tremenda reprimenda de Kenshin por su comportamiento engreído y altanero. Pero Kenshin ahora, si hemos de ser sinceros, se estaba poniendo nervioso con el chico. Esa misma noche, al acostarse a dormir, escuchó con claridad en su mente:
-¡Suelta a mi Kenshin!-
Mi Kenshin...
Una parte de Kenshin se inquietó con este comentario. Una parte muy dentro de sí. Aunque se repetía constantemente en su mente que la connotación era por ser él su tutor, otra parte le decía que era el modo usado para defender a un amante y la más leve idea de que Kojiro se estuviera... desviando... y con él... no le hacía gracia.
Pero dos noches después, Kenshin despertó en medio de la noche, cuando Kojiro musitaba...
-Kenshin... amor... -
Y se movía de un modo extraño en la cama.
El pobre de Kenshin estaba comenzando a asustarse con esto, porque una cosa es gustarle a una chica tan dulce y hermosa y bella y generosa y grandiosa como Kaoru. Otra muy distinta, gustarle a un chico, que él ya notaba, lo miraba raro.
La sola idea le daba náuseas.
Kenshin terminó de picar las cebollitas y de lanzarlas a la enorme olla ante él. Pensó en su Kaoru, quien le había escrito otra carta cuando le llegó la de él. Kaoru le decía que lo extrañaba, pero que respetaba su decisión de permanecer más tiempo afuera y que lo amaba y que lo esperaba, pero que por favor, no se tardara demasiado.
-Mmmmmhhhhh, linda mi Kaoru.- sonrió, iluminando su carita empapada de sudor por el calor de la cocina.
Kenshin escuchó cierto barullo en las afueras del Aoiya y salió a investigar, limpiándose las manos con el enorme delantal para varón que le había prestado Aoshi.
Una turba de gente se agolpaba frente al lugar.
-Queremos ver a ese chico.- dijo un hombre a quien Kenshin reconoció.
Era el dueño del local destrozado.
Ups.
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-Yo soy el tutor de Kojiro... si tiene algo que tratar con él, puede hablar conmigo.- se adelantó Kenshin, tratando de inventar una buena excusa para salvar el pellejo de Kojiro. Seguro que ahora venían a lincharlo, después de la masacre que provocó en el lugar y para colmo, ser declarado inocente por la policía. (Por ser amigo de Kenshin. A la policía le convenía estar en buenos términos con Kenshin por su ayuda al país.)
-Yo sólo quiero ver a ese chico- dijo el hombre a Kenshin.
-En este momento él no...-
-Ahí viene- dijo Setsuna al reconocerlo tras una enorme cesta de huevos.
Misao y Aoshi se detuvieron al ver a tanta gente reunida frente al Aoiya, preguntándose quienes eran esos sujetos y mujeres tan vistosas. Kojiro se detuvo en seco al reconocerlos.
-¡Es él!- Gritó alguien.
Una cosa era pelear contra hombres completamente borrachos que caían con solo tocarles la nariz, y otra muy diferente, pelear con ellos estando buenos, sanos y muy, pero muy fuertes. Esto era lo que pensó Kaoru antes de decidir que una retirada estratégica que asegurara el pellejo era su única opción, a pesar de dejar a Kojiro Tendo como un pobre cobarde.
Pero un cobarde vivo, al menos.
Kojiro notó como la turba de gente se acercaba a él. Pensó en pasarle la cesta de huevos a Misao, quien no tenía manos ya... Aoshi estaba en una situación similar... si dejaba la cesta en el piso, la gente la volcaría y los rompería.
-¡Maldición!- Musitó, antes de darse la media vuelta y echar a correr, con todo y huevos.
Como era de esperar, la turba, al verlo correr, apuró el paso también.
Kaoru Kamiya corría como poseída por la calle principal de Kyoto, con la cesta en brazos. Corría eludiendo a la gente que paseaba tranquilamente y que le miraba extrañada.
-Lo van a matar- musitó Kenshin, antes de alcanzar con su velocidad divina a la gente que perseguía al chico.
La turba era de aproximadamente cincuenta personas que corría ocupando todo el ancho de la calle. Cuando los policías vieron esto, se unieron a la persecución, llamando a gritos a los refuerzos.
Misao y Aoshi se quedaron mirando mientras se quedaban solos frente al restauran. Suspirando, entraron. Misao quería ayudar a Kojiro, pero Aoshi la convenció de que iba Kenshin y que con eso estaba bien.
Y Misao, no se iba a perder la oportunidad de estar a solas con su hombre. Más cuando él, para detenerla, le tomaba la mano.
-Lo siento, Kaoru- pensó la chica, mientras Aoshi cerraba la puerta y se abalanzaba sobre ella- pero... sería una imbécil si me alejara ahora de él.
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El sudor corría por la frente de Kaoru, quien a duras penas podía mantener el paso de manera digna con la cesta de huevos. Pero los demás también, así que estaban más o menos parejos todos. Sin embargo, el oír los silbatos de la policía le recuperaba la fuerza redoblada. Ella no podía morir, porque si no... ¿quién amaría a su Kenshin, tanto como ella?
El dueño del local se mantenía a la cabeza del montón de gente que corría... y le gritaba a Kojiro que se detuviera de una condenada vez.
-¡Ni lo sueñes!- le espetaba el chico.
Kaoru divisó a Kenshin acercarse a ella.
-Kojiro, deja de correr, ¡esto es una locura!-
-¡¡¡Claro, como a ti no quieren matarte!!!- dijo ella con una voz muy ronca y cansada, entre jadeos. Kenshin se veía en cambio como una lechuga de fresco. Y corría con un bonito estilo samurai.
-Pienso que es lo mejor... –
Kojiro se detuvo tan de pronto, que el dueño del local, al hacerlo, fue chocado por todo el montón que venía detrás de él. Muchos curiosos que no tenían nada que hacer se había unido a la maratón para ver qué sucedía. (entiéndalos, no existía la televisión), así que de los cincuenta iniciales, ya venían más de cien personas llamando a Kojiro sin saber realmente qué había hecho el muchacho.
El dueño del local se acercó a Kojiro. Kaoru se puso nerviosa y tomó uno de los huevos de la cesta.
-¡Un paso más, y me veré obligado a utilizar esto!!- chilló amenazante. Kenshin permanecía a su lado. Las mujeres se apartaron un poco. El dueño se detuvo.
-Chico... tenemos que hablar... – dijo.
-No tenemos nada que hablar... ya dije que lo siento. Ya pedí perdón.- Kaoru recordó que Kenshin le obligó a regresar y a pedir disculpas.
El dueño miró a su gente. Todos asintieron y se arrodillaron ante Kojiro, para la total y absoluta sorpresa de éste.
-Te agradecemos lo que has hecho por nosotros.-
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-¿Un club de la pelea?-
Kojiro los miraba asombrados.
Después de aquella noche, muchos hombres habían descargado sus tensiones mediante los puños y se sintieron aliviados y agradecidos. Al día siguiente regresaron para pagar los daños y así tener un lugar donde pelear por las noches. Las prostitutas aseaban el lugar y esperaban a los infaltables que requerían de sus servicios, pero buena parte había regresado solo para machacar a los semejantes. Las reglas eran usar sólo los puños y el éxito de la idea había sido tal, que el dueño del local pronto abriría otro.
-Gracias a ti, ir a beber es diferente y divertido.-
-Peleamos por diversión, no para hacernos daño. Todos somos amigos-
Kojiro miró al cielo. Diablos... ¿le agradecían haber creado cincuenta nuevos Sanosukes para la sociedad... no era algo para estar orgulloso.
-Bueno, nos retiramos. Tú y tu tutor son nuestros clientes especiales. Cuando quieran regresen. Y este dinero es para ti.
Kojiro se vio con diez monedas de oro en las manos.
Guaus.
-Y tú que me reprendiste por haberlos hecho pelear- le dijo Kojiro a Kenshin, sonriéndole. Cuando Kenshin cio esa sonrisa de satisfacción, sintió algo en el pecho.
Algo confuso.
Algo sumamente alarmante.
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Fin acto 4. febrero 29, 2004.
Notas de la Autora.
Jeje... sin comentarios. Los quiero.
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Umi:Pues...sip, pobre Aoshi... pero parece que está haciendo algo divertido en este momento...
Maki-san: Espero que ya que no puedes entrar tan seguido, lo que alcances a bajar sea divertido. Así l hago yo, que no tengo Internet en casita y debo ir a otros lados por él... bua. Pero sigo viva y entreteniéndote. Besitos besitos..
Rinsita: Ya ves que Kaoru ha estado metiendo la pata y el pobre de Kenshin está comenzando a dudar... jejeje, me gusta eso, pero sólo en este caso, ehh.
Shinta girl: Todas aman a Aoshi, pero el tipo tendrá su protagónico en la próxima. Ñaca ñaca.
Misao_HX: Hola!!!!.yo me reía mucho cuando escribía la triste historia de Kojiro y sus repercusiones. Hasta me imaginé un violín de fondo mientras hablaba. Pero se me partió el corazón con mi pelirrojito. Lo amo. Ahhhhh. Espero que este episodio te haya gustado.
Kirara26: Holitas para tú!!!! -Kaoru probando ranitas... je, se lo merecía, ¿no?
Excusas de Kojiro para irse del Aoiya.
-Debo ir a ver a mi abuelita.
-Debo ir a ver a mi novia.
-Debo buscar un trabajo decente para ser un hombre digno de la hermosa Misao.
-Voy en camino para ver a mi sensei y ser igual de grande y fuerte que el señor Aoshi.
-Debo ir a por Kenshin Himura, que según Misao es un maestro espadachín y quiero ser su pupilo estúpido y por siempre enamorado de él. Me encantan los pelirrojos, son muy sexies y esas cosas. Y pienso ser sumiso.
-Sip, Kenshin la adora, y la recuerda bastante.
-¿Te gusta el Aoshi de este episodio?
-Siiii, ama a Kaoru y sólo a Kaoru.
-Pues... eso es casual que Kenshin haya matado al único Tendo de la guerra. Este Kenshin... si le hubiera puesto un Pérez, seguro que lo habría recordado como el único hispano en Japón.
-Besotes...
-escogí "Tenshi" a propósito, porque el original de mi historia es "Angelino".
-Más besotes. Kaoru86 Kamiya: A mí también me hubiera gustado que Kaoru se disfrazara de chico en el animé. Habría estado genial... siiiii, pero bueno, como no salió, tuve que imaginármela. Pero la metí en muchos líos, ¿no?.
Justary: Aoshi celoso parece ser bastante popular. Y ya comienzan los problemas morales para Kenshin tan lindo. Ánimos para ti. El mundo no merece que tus historias se mantengan guardadas por siempre... siempre hay alguien que quiere leerlas.
Gaby (hyatt: Me parece tierna con la pata de ranita en la boca. Muy del estilo Sano, que no aparece en este fic. Buaaaa. Pero me gusta. Y sobre tu pregunta final... sí. En el próximo episodio.
