Bueno, chicas... después de muchas aventuras, el desenlace. Que lo disfruten y recuerden que Kenshin y sus amigos no me pertenecen, sino al genial Watsuki-sama sensei y a los de Sony... bueno, será... les advierto que tiene lemon, así que... bahhh, si se les antoja lo leerán de todas formas...

En el Nombre del Padre.

Acto Siete.

Batalla por el amor de una dama.

---------

Kenshin tenía un problema grave y este problema tenía nombre y apellido: Kaoru Kamiya. Buena la había hecho al no controlar sus pasiones por ella en las noches anteriores. Y ahora la chica no le hablaba, cosa sumamente extraña en ella y él, a pesar de mirarla y tenerla al frente en el tren, la extrañaba a montones.

"Imbécil, estúpido"... esas palabras se repetían una y otra vez en su mente. En algún momento intentó disculparse a sí mismo, diciéndose que ella era la culpable, pero... pero... no tenía disculpa alguna. Kaoru tenía razón. La había humillado con su accionar. La había degradado como mujer... ella no sabía, realmente lo que pasaba por la mente de Kenshin en esos momentos en que él ardía de pasión pura e incontrolable y la arrastraba con él... y no lo sabría a menos que se lo dijera.

"Pero ella estaba delicada... había recién sobrevivido a la pelea con Aoshi y yo... yo la tomé, sin importarme ese detalle que antes hubiera sido fundamental para mí... soy tan tonto. ¿Cómo no consideré antes eso? Mi Kaoru ahora no quiere volver a verme y yo... necesito que me perdone, pero... ¿cómo podré conseguirlo?"

Kaoru elevó su vista desde Yahiko quien comía algunos dulces hacia Kenshin, notando que él la miraba intensamente. Descubrió en sus ojos esa culpabilidad que siempre lo seguía desde que ella lo conociera y que hasta hace algunas semanas ya no se veía... Kenshin estaba sufriendo... ¿habría entrado en razón?... necesitaría mucho más que su mirada culpable para obtener su perdón... Kaoru entonces se descubría orgullosa y la situación no era para menos, después de que él prácticamente la había utilizado para apaciguar sus deseos. Ante el recuerdo de la noche anterior, las mejillas de Kaoru se encendieron y su cuerpo pareció cobrar vida propia, muy a su pesar, ante la cercanía de Kenshin, sintiéndose temblar levemente. Sin embargo la invadió cierta tristeza al pensar que no sólo se había adelantado a su noche de bodas, sino que además no fue todo lo lindo que ella esperaba y eso fue suficiente para volver a su tensa calma y le devolvió la mirada a Kenshin alzando la barbilla.

Kenshin finalmente bajó la mirada, avergonzado y su labio inferior tembló levemente. A Kaoru casi se le partió el corazón al notarlo, pero se mantuvo inflexible en su determinación.

-------------

Misao contenta, estiró un futón junto al de Kaoru para dormir en su habitación, en tanto Aoshi preparaba su lecho en la habitación de Yahiko.

Yahiko le enseñaba con orgullo el trozo de casa que Kaoru había destinado para él y Aoshi descubría que el chico era muy ordenado y aseado, por el contrario lo que uno pudiera pensar al ver su modo de actuar... como un chico agrandado y algo fanfarrón. Pero todos sabían que eso en Yahiko era pura apariencia, porque él en el fondo no era sólo maduro... era un gran chico, un joven confiable. Un joven reflexivo con ideas propias y bien encaminadas.

Después del baño que compartieron las amigas, se retiraron a dormir. Misao fue de mucha ayuda a Kaoru para lavar con cuidado su cuerpo y después para vestirla con la yukata, ya que Kaoru aún estaba delicada de la golpiza que le había propinado Aoshi y no había descansado nada para recuperarse apropiadamente de ella, así que le dolía buena parte de su cuerpo. Pero no culpaba a Aoshi ni a Kojiro por lo sucedido y si ese era el precio a pagar por conseguir la felicidad de su mejor amiga, ella gustosa lo aceptaba. Por Misao ella soportaría eso... y más. La solícita Misao le ayudaba con la ropa de dormir, deslizando con cuidado la prenda por sus hombros y luego anudaba el obi en su cintura para que la prenda no se abriera; si comparaba esa actitud con la de Kenshin que en los días anteriores no le había ayudado a vestir a pesar de notar los moretones en su cuerpo y luego la desvestía con poca delicadeza...

Kenshin, sólo en su habitación, se sentía aún peor de lo que podía sentirse durante el día. Estaba sólo y se encontraba en la incómoda situación de ser el "Malo", el indeseable... una cosa era sentirse así y otra notarlo en la mirada de sus amigos a cada momento... y sin duda eso era atroz.

Preparó el baño para todos y finalmente él se bañó en silencio, intentando purificar su cuerpo que tanto daño había causado a Kaoru... y se permitió llorar un poco del arrepentimiento. Pero de pronto se dio cuenta que sus lágrimas no lograrían nada y pensó en Kojiro Tendo. Él nunca vio a Kojiro llorar... notó las lágrimas tras sus ojos, como en la ocasión en que en el Club de la Pelea quisieron lincharla o cuando Aoshi le rompió la boca con el puño. Kojiro tuvo ganas de llorar, pero no derramó lágrima alguna. En vez de eso buscó el modo de salvar el pellejo o de tomar control de la situación... si Kaoru se propuso ser hombre para seguirlo, no sólo le salió estupendo, sino que además, puso el valor de ser hombre muy en alto... Kojiro era valeroso, arriesgado y un poco tonto, pero valeroso... un hombre que conquistó a todos no por sus posesiones que no tenía o su apariencia... Kojiro ganó admiración y respeto por su valor como persona. Pero... un momento... Kojiro era Kaoru, su Kaoru y él debía ser un completo tarado si pensaba dejar ir a tamaña mujer. Quizá eso lo supo su cuerpo de modo instintivo al tomarla en esas ocasiones. Marcarla para que no se escapara, para que sea suya... Kenshin se asustó ante las imágenes que venían a su mente... él no permitiría que Kaoru se alejara de él, así tuviera que atarla a su costado, así tuviera que marcarla nuevamente, lo quisiera ella... o no.

Kenshin salió decidido del baño y se dirigió a su habitación, antes de que esa urgente necesidad de ella hiciera estragos en su regresado autocontrol... ya no estaba triste por lo sucedido, porque había sucedido, nada podría cambiarlo... era maravilloso lo mucho que lo inspiraba Kojiro Tendo, porque si eso hubiera sucedido antes, Kenshin se hubiera ido del dojo para no regresar, cargando hasta su muerte el sentimiento de culpa. Pero gracias a Kojiro y los muchos líos en los que se metió, Kenshin comprendió que uno debía luchar por torcer el futuro y poner el destino a su favor en vez de lamentarse por lo que ya no podía cambiar.

Recuperaría a Kaoru... de pronto, hasta la agradecería el haber creado a ese chico... le agradecería el existir y el respirar en cuanto ella lo perdonara...

----------

Kaoru se levantó en medio de la noche para tomar aire. Y pensar. Gracias a su papel masculino había aprendido a ser muy silenciosa con sus movimientos para que ni Aoshi ni Kenshin la sintieran por las noches cuando iba a encontrarse con Misao.

Cuando salió al pasillo, notó la figura sentada del pelirrojo que ocupaba gran parte de sus pensamientos desde ya más de un año, contemplando la luna que empezaba a menguar.

-¿Me perdona, señorita Kaoru? ¿Sería tan amable de darme una tercera oportunidad?-

Kaoru miró con sorpresa a Kenshin. Usaba su antigua forma de llamarla con mucho respeto. Él la contemplaba con calma, ayudado por la escasa luz de la noche y su maravillosa vista, mirando directo a sus ojos. Parecía un hombre nuevo, pero era su Kenshin... la misma cicatriz y la misma postura al sentarse en el pasillo y su yukata azul, pero... su mirada estaba cambiada y no había más que la determinación...

Pero Kaoru, con esa extraña perversión propia de las mujeres, pensó en hacerlo sufrir un poco más. No se la iba a poner tan fácil, eso de pedirle perdón y borrar con ello la humillación, así que haciendo un esfuerzo sobrehumano para no lanzarse a sus brazos, porque después de todo despedía un fuerte aroma varonil que la volvía un poco loca, se dio la media vuelta y trató de entrar a su habitación nuevamente, con la espalda muy erguida y paso firme, propios de una voluntad inquebrantable. Ella sería dura.

Trató, de verdad que trató de entrar a su habitación...

Porque Kenshin en una fracción de segundo la tomó por la cintura y tapándole la boca, se la llevó a su propia habitación, sonriendo como un felino que lleva su presa a su guarida.

----------------

Kaoru en cuanto tocó el suelo con los pies, trató de salir de aquél cuarto, pero Kenshin se lo impidió. Ella quiso gritar por ayuda y él calló sus protestas con un beso.

-¡Maldito seas, Kenshin Himura!- Masculló Kaoru cuando logró apartarse un poco de él para respirar, siendo nuevamente tomada por ese hombre que de pronto le parecía una muralla infranqueable, pues a pesar de que la diferencia de estaturas no era demasiada, Kaoru estaba tan pegada a él que era incapaz de mirar más allá de su cuello y su cabello rojo.

A decir verdad, Kenshin había descubierto una manera de besar que simplemente la enloquecía y eso él... lo sabía bastante bien. Kaoru quería rendirse de una vez, perdonarlo y entregarse al placer de esa boca y las caricias que sabía él le proporcionaría. Pero a pesar de ese deseo natural ante su hombre, ella recordó claramente lo que seguiría en la mañana. La mirada helada, tan helada que hacía ver el brillo dorado de Battousai como un juego ridículo. El trato impersonal... no, no, ella no pasaría por ello nuevamente.

El pelirrojo notó el cambio en Kaoru. Su cuerpo, que finalmente se había relajado contra el suyo y que estaba tan tibio y suave, se puso tenso, listo para atacar. Kaoru se revolvió entre sus brazos y Kenshin la soltó, a tiempo para dar un salto hacia atrás, evitando un rodillazo certero entre las piernas. La chica entonces avanzó hacia él para darle un golpe en la cara, que Kenshin nuevamente esquivó como si nada y esto sólo hizo que la furia de Kaoru fuera en aumento. La joven notó un leve brillo en alguna parte de la habitación y saltando hacia ello, se encontró con la espada de Kenshin en las manos.

Kaoru dio vuelta la espada. El filo hacia Kenshin. Ese poderoso filo... la defendería.

-No te me acerques, asqueroso animal... ¡no me toques!- murmuró la joven.

Kenshin no se enfadó ante esas palabras. Sabía que se las merecía todas y cada una de ellas. Sólo siguió mirando a Kaoru, esta vez con dulzura.

-No me engañarás otra vez con esa mirada, Kenshin... no lo harás... ahora sé perfectamente quién eres.-

Kenshin caminó lentamente hacia otro rincón de la habitación y tomó algo largo y delgado... claro... una espada de madera. Sólo Dios sabía qué hacía esa espada allí.

-Trataba de aprender su técnica de no matar, para ayudarle con los alumnos para cuando regresaran a este dojo.- admitió Kenshin ante la pregunta formulada en los ojos de Kaoru .- pero usted siempre estaba muy ocupada en sus deberes, así que yo me limitaba a observarla con atención cuando entrenaba con Yahiko y practicaba aquí. No es demasiado difícil aprender las técnicas de la escuela Kamiya Kasshin, pero hay que tener mucho autocontrol para no perder la paciencia y recordar siempre que la vida del enemigo también es valiosa.

El joven se acercó a Kaoru y se puso en posición de combate, notando cómo ella reprimía nuevamente las lágrimas. Kaoru jamás había imaginado que Kenshin hiciera esos planes así con respecto a ella... realmente la había amado y ella, con esa farsa de Kojiro había hecho que cambiara tanto... pero ella no se permitiría el debilitarse ante aquél dulce pensamiento de su amado Kenshin.

-Pelearemos, señorita Kaoru, si es lo que usted desea, pero con una condición. Si yo gano... usted me perdona y se casa conmigo. Si usted gana, será quien decida qué hacer conmigo. Si decide que debo marcharme, así lo haré.

La joven abrió los ojos sorprendidísima ante la idea de Kenshin, pero la duda la asaltó he hizo que frunciera su bello rostro.

-Tramposo, eres un tramposo. Sabes que no estoy en condiciones de pelear.-

Kenshin sonrió un poco.

-¿Acaso tienes miedo, Kojiro Tendo?

Kaoru se enfadó ante lo que consideraba una burla, pero Kenshin prosiguió, como si nada.

-Me decepcionarías en tal caso, porque si fuiste capaz de pelear por tu amiga... ¿Por qué no habrías de hacerlo por ti, mi señorita Kaoru, conmigo?... Yo utilizaré las técnicas Kamiya que he aprendido... tú las que desees.- Kenshin estaba decidido a pelear limpiamente.

-Sé perfectamente que me ganarás, Kenshin... no soy tonta. Eres tú un verdadero experto con la espada y posees una velocidad única.-

-Pero también sabes que... que mi cuerpo no es el mismo de antes y que no pasará mucho tiempo antes que la espada se me caiga de las manos cuando intente esgrimirla.- admitió Kenshin. A Kaoru entonces le brillaron nuevamente los ojos ante las lágrimas.- Sin embargo, lucharé hasta el final por lo único seguro y bello que he tenido en la vida... no puedo dejarme perder esta vez, pero si deseas que peleemos en igualdad de condiciones, así lo haremos.- Kenshin entonces abrió la puerta y gritó.- ¡Despierten todos... despierten ahora! ¡Es algo urgente!

--------------

Yahiko aún se restregaba los ojos en tanto Misao terminaba de encender las luminarias del dojo. Aoshi, sentado de brazos cruzados, observaba la escena sin decir nada.

Kenshin enfrentaba a Kaoru. Ambos con su vestuario usual puesto... claro que ella vestía como Kojiro Tendo, pues sabía que Kaoru Kamiya era demasiado débil para pelear contra el hombre que amaba; Kojiro por el contrario, no se permitiría rendirse ni perder en modo alguno, por el orgullo de su nombre, ante su amigo Kenshin. Este, por su parte, estaba listo para pelear. Misao casi podía ver el aura de ambos ardiendo vigorosamente.

Al principio habían tratado de evitar la pelea entre Kenshin y Kaoru, pero... cuando vieron que Kenshin se lanzaba desde el techo con los brazos abiertos para estar en igualdad de condiciones con Kaoru, igual de maltratado, supieron que la cosa iba en serio. Más cuando su cuerpo retumbó contra el suelo. Minutos después, él se incorporaba sucio y sonriendo y decía que estaba listo y Misao le decía que era un estúpido enano cicatrizado... y otras palabrotas que hicieron que Aoshi se ruborizara. ¿Quién le habría enseñado esas palabrotas a su nenita?

------------

En algún prostíbulo de Kyoto, Okina estornudaba mientras reía con una señorita.

-----------

Yahiko, como practicante de la escuela Kamiya, sería el árbitro que verificaría si Kenshin utilizaba esas técnicas o no, en cuyo caso se daría por victorioso a Kojiro. Aoshi y Misao serían testigos de aquél singular combate en que Kojiro utilizaría su espada de madera, así como Kenshin usaría otra igual. Aoshi estaba al cuidado de la Sakabattou. Sería una batalla a tres golpes.

Yahiko dio el vamos al combate por el amor de... de Kaoru y ambos contendientes corrieron hasta la mitad del dojo para encontrarse en él y atacarse. Kojiro trató de golpear a Kenshin en un costado, pero éste al menos pudo responder el golpe y evitarse una costilla rota... uf... seguro que estaba muy delicado después del tremendo golpe que se dio al caer desde el techo...

Después del primer golpe, Kenshin se dio la media vuelta para encontrarse a Kojiro lanzándole un certero segundo ataque. No en vano Kaoru era maestra ayudante de esa escuela y conocía su técnica al revés y al derecho. Y Kenshin no la practicaba desde hacía mucho. Pero sabía que ganaría y si no... él había decidido dejarse todo por Kaoru, incluso el honor, así que si ella le decía que se fuera, él se la raptaba y punto, y ya en el camino vería el modo de hacerla cambiar de opinión.

Kojiro le dio a Kenshin en el hombro, pero este aminoró el impacto golpeando hacia arriba la espada de Kaoru con la suya apenas esta tocó su cuerpo, así que si bien el golpe lo alcanzó, en el fondo no fue más que un roce. Se separaron saltando hacia atrás, enfrentándose nuevamente con la mirada.

Yahiko entonces dio inicio a la segunda parte de la batalla, dando el primer punto ganador a Kojiro por lograr tocar a su adversario. Kenshin hizo una mueca de disgusto. Debía ganar las otros dos puntos a como de lugar.

Las espadas de madera chocaron nuevamente entre Kenshin y Kojiro. El pelirrojo respiraba fatigosamente... Kaoru/Kojiro en realidad era fuerte y en alguna parte de su mente Kenshin se dijo que en verdad ella no quería estar con él y por eso se esforzaba tanto. Esta idea lo descolocó un poco y hasta le entraron ganas de llorar... pero él no se dejaría... Kojiro no le ganaría... ella no... Kaoru era de él y al lado de él debía estar... Kenshin entonces lamentó el estado de su cuerpo, porque, descontando el porrazo de hace algunos minutos, ya desde antes estaba dañado y su velocidad había menguado levemente desde su última gran batalla. Pero ese "levemente" marcaba una buena diferencia. No... debía aprovechar sus últimas fuerzas para ganársela...

Kaoru notó un brillo extraño en los ojos de Kenshin. Éste gritó y lanzó todo el peso de su cuerpo contra la espada que sostenía, logrando apartar a Kojiro lo suficiente de él para asestarle un limpio golpe en el hombro. Kojiro cayó sobre su rodilla derecha.

-Punto para Kenshin. Tercera y última.- anunció Yahiko con el brazo alzado cuando Kojiro se hubo levantado.

Kojiro se quedó frente a Kenshin, tratando de normalizar su respiración. De pronto había sentido una explosión de energía en él y entonces él le había ganado con su propia técnica de un modo que hasta lo hizo parecer fácil.

-No me vencerás, Kenshin Himura.-

-Eso está por verse, Kojiro Tendo... - respondió Kenshin en voz baja.-... ya he dicho que no dejaré que me arrebates a mi señorita Kaoru.

Estas palabras hicieron que el corazón de Kaoru temblara de emoción en su pecho. Sin embargo recordó las palabras que le dijera su padre cuando, enseñándole el kendo, la lastimaba y ella se quejaba de ello.

"Al combatir, los guerreros no somos ni hombres ni mujeres, sino seres que defendemos un ideal... en esos momentos, lo único que ha de guiarte es tu convicción. Deja de lado lamentaciones y sentimentalismos que solo menguarán tu poder"

Kaoru hizo a un lado las lágrimas que derramaba su corazón por amor y así fue como Kojiro alzó la espada para golpear a Kenshin en el hombro nuevamente, pero éste, en vez de moverse, se quedó quieto y cuando le llegó el golpe, cayó al piso, sangrando.

Una saeta le había dado en el otro hombro, por la espalda.

-----------------------

En la puerta del dojo, el enorme Gohei sonreía junto a Kihei, su hermano, rodeados por un grupo de indeseables que esa noche no tenían nada mejor que hacer que dedicarse a incendiar dojos y fastidiar a sus habitantes. Kaoru corrió a Kenshin, y le quitó la saeta de la espalda, haciendo que el pelirrojo se apoyara en ella.

-Kenshin... no tenías por qué hacerlo... no tenías que protegerme a costa de ti mismo... Kenshin... por favor...

Kenshin no podía levantarse. Entre la saeta y el golpe en el hombro, era incapaz de moverse. Sólo apoyarse en Kaoru para no caer.

Aoshi, Misao y Yahiko se habían puesto rápidamente frente a Kaoru y Kenshin, protegiéndolos. Estaban realmente enfadados.

Yahiko se hizo de la valiosa espada de Kenshin y Aoshi en tanto, esgrimió su par de Kodashis, aquellas que siempre portaba con él. Misao no tenía sus Kunais, pero si un buen par de puños y piernas. Y unos chillidos que desestabilizaban a cualquiera.

Y empezó la pelea. Tres contra quince personas.

Kaoru sabía que con Yahiko y la Sakabattou, Aoshi y Misao, su dojo estaba a salvo. Así que como pudo, se llevó a Kenshin arrastrando hacia fuera. Éste finalmente se puso en pie y caminó a duras penas con ella.

La joven miró hacia su habitación y notó la puerta abierta. Dejó a Kenshin sentado en el pasillo y entró, sorprendiendo a un indeseable husmeando entre sus ropas. Ella entonces se le adelantó, con Kenshin tras ella. Kaoru entonces se acercó a él, pero el hombre se dio una vuelta sorpresivamente, derribando a Kaoru con los pies. Cuando Kaoru cayó al suelo, miró a Kenshin, quien hizo ademán de adelantarse y defenderla, pero ella le hizo una seña que decía claramente que era capaz de arreglárselas solita. Kenshin comprendió y cerró los ojos. Había confiado en Kojiro Tendo contra veinte hombres y después contra Aoshi celoso. ¿Por qué no habría de confiar en las capacidades de su Kaoru?

Kaoru se levantó, enfrentando sin temor al hombre grandote frente a ella. Este intentó darle un golpe en la mejilla, pero Kaoru se corrió hacia atrás, dándole entre las piernas. Con horror, Kaoru notó como su rodilla daba contra una protección metálica en esa zona, entonces el hombrón de un empujón la hizo caer nuevamente. Luego se lanzó contra ella, pero Kaoru rodó por el piso, esquivando su peso. El hombre pronto se incorporó y la tomó de un pie, arrastrándola.

Kojiro Tendo volvía a renacer en Kaoru y fue así como notó un rayito blanco filtrándose por alguna rendija, iluminando algo en especial.

Algo que había traído desde Kyoto.

Y entonces Kaoru, pensando en su venganza, sonrió. Retorciéndose de un modo especial, logró zafarse de la presión de ese hombre.

Alargando su mano, tomó el asa negra del orinal blanco con flores pintadas a mano. Pronto el hombre, que se había abalanzado nuevamente hacia ella, estaba en el suelo, escupiendo dientes como quien escupe pepitas de sandía y la nariz muy rota.

-Perra... – masculló, lanzándose sobre ella. Sin embargo, al segundo siguiente, estaba muy inconsciente en el suelo.

Y tras él, apareció Kenshin, esgrimiendo una de las espadas de madera de Kaoru. Se le veía bastante bien. Kaoru lo miró extrañada.

-¿No que tú te estabas muriendo?

Kenshin rió un poco.

-Sabe mejor que nadie que hace falta mucho más que una saeta y un golpe en el hombro para dejarme fuera de circulación... y mucho más que un porrazo en el suelo... por lo demás, todos los expertos espadachines somos excelentes actores en combate... no quería que interrumpieran nuestro encuentro final, así que exageré un poco mis... dolencias para distraerla del combate y no exponerla a peligro innecesario, estando Aoshi, Misao y Yahiko para defender este lugar. Los ninjas Onniwabanshu se morían por tendernos una mano desde lo de Kyoto, a pesar de que ya lo habían hecho durante lo de Enishi, y Yahiko, por ser capaz de de defender su dojo.

Kaoru estaba rabiosa. Y ella que se preocupó por él, pensando en que se iba a morir... grrrrr.

-Gané el tercer encuentro.- fue todo lo que dijo, después de un rato, cruzando los brazos sobre su busto aplastado por el vestuario de Kojiro Tendo.

-No, porque fue interrumpido. Alguien me atacó por la espalda. Cuando llegó el golpe a mi hombro, la saeta ya estaba enterrada. Su golpe no es válido.

Kaoru recordó que Kenshin se había quedado inmóvil antes del golpe... tenía razón... aún estaban empatados. Aún debían acabar con el combate... pero su dojo... Kaoru salió de la habitación, con el orinal en mano, para defender su hogar, con Kenshin siguiéndola como un perrito a su amo. Cuando llegaron, Yahiko bostezaba en el suelo y Misao jugaba un solitario con unos naipes que le había regalado Okina para cuando no tuviera nada que hacer. Aoshi amontonaba cuerpos en las afueras del dojo, para luego amarrarlos en tanto silbaba una tonada que le había enseñado Misao cuando trataba de sacarlo de su mutismo durante las largas horas meditando en el templo. Recordando esos bellos momentos, anexó a los otros el cuerpo del hombre inconsciente en la habitación de Kaoru, sonriendo alegremente.

-Esta noche hará bastante frío así que como están todos tan juntos no pasarán frío. Y la policía tendrá diversión con estos tipos por la mañana- dijo Aoshi entrando a la casa y ser recibido con una taza de te calientito, palmeándose las manos, como quien termina una tarea fatigosa, para encontrarse con la mirada enamorada y llena de admiración de Misao. Pronto los corazoncitos rosa los envolvieron, hasta que Yahiko tosió un poco, incómodo, pensando en que él sería más discreto en público con Tsubame en el futuro. Ahora solo le quedaba esperar que a ella le gustara el adorno para el cabello que había comprado en Kyoto antes de subir al tren, por un impulso.

Pronto Kenshin y Kaoru se encontraban frente a frente nuevamente en el dojo. El combate por el amor de Kaoru estaba a punto de terminar después de la interrupción.

--------------

Cerca de las cuatro de la mañana, todos dormían en el dojo Kamiya. Con clara excepción de uno.

La puerta fue corrida silenciosamente. Los pies descalzos avanzaron seguros por la habitación, sin emitir sonido, sin expulsar ki... las manos se deslizaron por la piel cálida del otro.

Kaoru abrió la boca y los ojos al mismo tiempo, pero Kenshin cubrió sus labios con una mano y nuevamente en esa noche, se la llevó a su propia habitación, controlando a duras penas sus ganas de carcajearse con el nuevo juego que había inventado y que daba cuenta de su alegría por estar vivo y junto a ella.

-¡Maldición, Kenshin!... ¿es que no pretendes dejarme dormir?... por Dios... llevo tres noches en vela por tu culpa.- exclamó, gimoteando ante lo que ella consideraba una soberana injusticia, cuando Kenshin cerró la puerta tras él.

Kenshin no respondió. Simplemente la cargó en brazos y la depositó sobre su futón, inmovilizándola con gran habilidad para que no escapase, en tanto se quitaba el kimono rojo que se echó sobre los hombros al salir de la habitación para enfrentar el frío nocturno, quedándose en su yukata azul. Kaoru, indignada, empezaba a patear y retorcerse. Pero Kenshin no se daba ni por enterado, sobre ella, intentando taparse con las mantas que él trataba de poner sobre ellos. Pero las patadas de Kaoru se lo impedían.

-¡Suéltame!... ¡Entiendo que ganaste, ya! ¡Déjame!...

-Señorita Kaoru.- murmuró él, con una voz ronca cerca de su oído, enviando su aliento caliente al cuello de Kaoru, logrando que a ella se le erizaran los pelitos de la nuca.- Usted puede ser realmente exasperante cuando se lo propone. He ganado limpiamente y usted me pertenece. Yo simplemente reclamo mi trofeo.

-Tu... ¿tu trofeo?- repitió ella lentamente, embriagada con el varonil aroma de Kenshin, con su peso sobre ella, con su fleco rojo haciéndole cosquillas en las mejillas encendidas.

-Mi trofeo, señorita Kaoru... mío... mía... ¿lo comprende?- insistió Kenshin, bajando aún más el tono de su voz, deslizando sus labios sobre el cuello de Kaoru.

Kaoru cerró los ojos. No importaba todo el orgullo, ni el honor. Sólo importaba que ella lo amaba, desesperadamente y por ello estaba dispuesta a soportar su mirada de reproche a la mañana siguiente. Kaoru suspiró, rindiéndose, sintiendo los labios de Kenshin llegar hasta su clavícula y allí detenerse. El joven alzó la cabeza para mirarla.

-Te amo, Kaoru. Ven aquí. Es hora de descansar.

Entonces Kenshin se acomodó al costado de Kaoru, ofreciéndole su brazo de almohada para que ella se acomodara sobre él. Los ojos de Kaoru se nublaron ante las lágrimas que reprimió mordiéndose los labios... Kenshin... ese era su Kenshin... había regresado su Kenshin.

-Yo también te amo, Kenshin... por ti yo me convertí en ese chiquillo. ¿Podrás perdonar el engaño? Yo sólo quería estar junto a ti, aunque me odiaras por todo lo que te dije antes que te fueras de esta casa.- mencionó Kaoru bajito, en tanto se le quebraba la voz.- yo no pensaba llegar tan lejos... yo... solo quería demostrarte bajo la apariencia de Kojiro todo lo que soy... y saber qué pensabas de mí... para ver el modo de obtener tu perdón... Kenshin...

Finalmente toda la tensión acumulada en la joven estalló y sus lágrimas empezaron a correr libres por sus mejillas, siendo acogidas en el pecho de Kenshin. Él le permitió llorar mientras la abrazaba y le besaba la cabeza y ella se acurrucaba contra él.

-Mírate, mi amor... te estás haciendo un ovillo.- Kaoru enredaba sus piernas en las de Kenshin y este se acomodaba mejor para recibirla.- Nunca debiste dudar de que te perdonaría, porque cuando salí de aquí, ya no estaba enfadado contigo. Sólo herido en mi orgullo al reconocer que parte de las cosas que me dijiste eran verdad. Por eso me fui con la intención de cambiar para ser un hombre digno de ti, que pudiera mantenerte y hacerte feliz... – Kenshin acariciaba los cabellos negros de Kaoru, sintiendo su aroma a jazmines emanar de entre ellos -... quizá el error lo cometí yo, por irme sin avisarte, dejándote sólo una nota... debo reconocer que me enfadé cuando descubrí que eras Kojiro... pero luego no pude controlar mis ganas de abrazarte y... y tomarte, al comprender que... esa noche pudiste haber muerto, mi Kaoru... y yo no habría podido hacer nada por evitarlo. Pero en la mañana me odié mucho por lo que te había hecho y cuando te traté duro, en realidad era para recordarme, tratar de engañarme con el enfado para no volver a acercarme a ti. Sin embargo... cuando llegó la noche, no pude evitar regresar a tu lado y exigirte como mi amante... lo que me dijiste en la mañana era verdad y me sentí muy mal, porque por segunda vez me recriminabas con justa razón... por eso esta vez no quise alejarme para cambiar, sino hacerlo en frente de ti. Kaoru, mi dulce señorita Kaoru... ¿podrías perdonar todas mis faltas? ¿Podrías aceptar a este tonto rurouni nuevamente en tu vida y hacerlo parte de ella?... -Kaoru dejó de llorar al sentir los dedos de Kenshin enlazarse en los de su mano izquierda, notando el brillo en la mirada de él y el temblor de su labio inferior, así como su voz levemente quebrada.- Kaoru... finalmente he llegado a mi hogar... no quiero vagar nuevamente... no después de haberte conocido. Ya no podría... ahora sé lo que es estar perdido... por favor... no me dejes... no dejes al rurouni a la deriva...

Kaoru simplemente acercó su mejilla al hombro de Kenshin y cerró los ojos, suspirando y dejando de llorar.

-Soy yo quien está perdida sin ti, Kenshin.- Kaoru entonces se acurrucó mejor contra Kenshin para dormir calientita, aspirando de su aroma varonil nuevamente.- Tanto, que tuve que convertirme en ese chico para seguir viviendo... Gracias por amarme y soportarme siempre y... y pelear por mí. Y cuidarme... y mimarme... y ser tú, mi querido rurouni Kenshin, quien compartirá el resto de su vida conmigo.

Kenshin finalmente respiró tranquilo, abracando con las manos muy abiertas la espalda de Kaoru, acariciándola al moverlas sobre ella, besando su frente, enterrando la nariz entre sus cabellos y de pronto se sorprendió riendo quedito. Kaoru medio dormida, sintió el temblor en el pecho de Kenshin. Despertó y le preguntó qué pasaba.

-Es que... Kojiro me estaba metiendo en apuros... causaba reacciones extrañas en mí. Me asusté mucho pensando en que era raro... más cuando tú en la noche me llamabas...-

-¿Qué yo hacía eso?- preguntó Kaoru ya muy despierta.

-Sep. Claro que lo hacías... y te movías seductoramente en la cama. No es de extrañar que yo haya reaccionado de ese modo tan loco al reconocerte. Entre tu otra identidad y tu recuerdo, me estaban volviendo loco. Pero... eres demasiado mujer, aún si te disfrazas de hombre, porque aunque engañabas a la vista... creo que a mi instinto masculino definitivamente no.

----------------

El matrimonio había resultado muy bonito. Fue todo lo que Misao pudo haber soñado y mucho más. Y es que Aoshi se había esforzado para que sí fuera.

Fue por ello que consiguió la mayor cantidad de flores blancas que pudo en Kyoto y cuando Misao bajaba las escaleras para llegar hasta el salón donde se celebraría su boda, encontró aquel bosque de flores para ella.

Bajaba lentamente con un kimono blanco, sumamente hermoso, sobre el que destacaba un obi en un tono marfil, luciendo un hermoso nudo en la parte de la espalda. Parecía una rosa más, con un velo sencillo sobre la cabeza y su cabello recogido en un peinado que lograba que destacara lo mejor de su rostro. Aoshi al contemplarla acercarse a él, contuvo la respiración. Era la mujer más bonita que había visto en su vida... y lo mejor es que sería suya.

Yahiko observaba muy respetuoso la boda, aunque no muy concentrado. La razón es que Tae había aprovechado de enviarle un par de cosas a su hermana gemela residente en Kyoto, así que Tsubame fue la elegida para tal encargo. Misao dijo que si la niña era amiga de Himura y Kaoru, bien podría estar en su boda.

Y allí se encontraba, luciendo el hermoso adorno para el cabello que él le regaló. Y cuando sus miradas se encontraban, ella le sonreía tímidamente. Pero así era Tsubame y él... él no la cambiaría por nada del mundo, aunque de momento no era algo que demostrara. Sin embargo, a estas alturas... eso ya todos lo sabían.

Cuando el sacerdote dio por concluída la ceremonia, Tsubame notó fascinada el breve beso que se dieron Misao y Aoshi. De pronto, sintió una mariposa posarse en su mejilla.

Cuando se volvió hacia Yahiko, este miraba hacia delante, tieso y muy sonrojado. Tsubame entendió lo que sucedió realmente y cuando nadie los miraba, devolvió el beso en el rostro de su joven acompañante. Éste la miró sorprendido.

-Con tantas flores, vuelan muchas mariposas por aquí- dijo Tsubame con una sonrisa. Ella no le tenía miedo. A Yahiko no. Nunca podría temerle.

Yahiko entonces acercó su rostro al de ella lentamente. Y Tsubame sentía como una nueva mariposa se posaba por primera vez sobre sus labios. Y un calorcito emanaba desde su corazón llegando hacia sus mejillas.

------------------

Todos dormían en la posada del Aoiya. Nadie escuchó los pasos de Misao y Aoshi ya vestidos para dormir, avanzar por el pasillo hacia la habitación que fue acondicionada para ellos, muy aparte del resto. Nadie pudo ver a la pareja de ninjas que se movían con absoluta confianza en medio de la oscuridad.

Misao permaneció de pie, con los ojos tapados por las grandes manos de Aoshi. Él, a su espalda, percibía el calor del cuerpo de la chica. Se sonrojó un poco por lo que vería Misao, pero quizá así él mismo se animara a tener una buena charla con ella. Una charla necesaria.

Misao abrió sus ojos lentamente y admiró la habitación. El piso, cubierto por pétalos blancos, así como el futón que ocuparían esa noche. Las velas blancas, las flores. Recordó la gran cantidad de flores en su boda y pensó en el trabajo que tuvo Aoshi deshojándolas para prepararle esta sorpresa. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

Se dio la media vuelta y lo abrazó por la cintura, enterrando su rostro en su pecho, sintiendo la mano de él acariciar su cabeza.

-Gracias, Señor Aoshi...

-Shh, nada de "Señor". Ahora soy tu esposo. Llámame por mi nombre, sin honoríficos. Sólo Aoshi.

Misao alzó su cara sonrojada hacia él. Aoshi le limpió los ojos húmedos con un dedo y, cerrando la puerta, le habló bajito.

-Esta mañana te veías muy hermosa, Misao. Vestida de blanco, opacabas a todas estas flores que sólo están aquí para saber que ante ti no tiene oportunidad alguna de sobresalir.

"Tus mejillas siempre se sonrojan para mí, ¿verdad? Y tus ojos brillan. Eres una flor exótica, Misao, pues tras tu aparente fragilidad se esconde una persona muy fuerte y a quien admiro como guerrero. A quien cuidé y aprendí a querer de niña, luego a respetar como persona y finalmente, a amar como mujer."

-Aoshi... – Misao abría más y más sus ojos. ¿Estaba soñando? Si era así, pobre del infeliz que se atreviera a despertarla. Se pellizcó una mejilla y gruñó del dolor. Aoshi advirtió el gesto y sonrió más.

-A partir de hoy eres mi esposa, Misao. Pero yo quisiera pedirte, además, que a partir de este día, hasta que la muerte nos separe, seas mi mujer.

Misao sonreía al escuchar a Aoshi. Hasta que escuchó la última parte y su cuerpo se tensó. Se puso roja hasta la raíz del cabello y miró hacia el futón en medio de la habitación. Volvió a mirar a Aoshi, en tanto pasaba saliva nerviosa, y se ponía a tiritar. Aoshi, en cambio, la miraba muy serio. Casi solemne.

-Errr... yo... – Misao era incapaz de articular palabra. ¡Cielos! ¿Por qué no pensó en esa parte del asunto? La noche de bodas... algo le había dicho Kaoru en días anteriores, anticipándole lo que vendría. Misao se apartó de Aoshi y fingió examinar las flores con exagerado interés, sólo para ganar tiempo y recordar la charla con Kaoru, lo que sirvió sólo para poner nervioso a Aoshi que pensó que su propuesta era muy atrevida y Misao muy niña para consentirla.

-------------------------

-"Escúchame bien, Misao. Cierto es que yo a tu edad hubiera dado lo que sea para que alguien me hubiera anticipado algo de esa noche. Y si alguien me lo hubiera explicado, habría comprendido muchas cosas. Puedo hablarte de lo que quieras, así que pregunta con confianza.

Misao miró a Kaoru levemente sonrojada y ella misma también lo estaba, sin saber por qué. Kaoru siguió hablando, dando ánimos a su amiga asustada.

-En esa noche, si Aoshi te ama, necesitará de ti, de tus caricias y besos, y él mismo te los proporcionará a ti. Si él te ama, se encargará de que lo disfrutes, de que te relajes y te sientas amada, pero si no, hará todo muy rápido, se dará la media vuelta y se dormirá. De esa manera tú sabrás si te ama o no, diga lo que diga Aoshi. Porque una cosa es juntarse para procrear hijos, y otra es hacer el amor...

Hablaron mucho rato más, con lujos de detalles exigidos por la pequeña. La tarde caía y así las encontró la noche charlando en el parquecito.

Misao regresó al presente, habiendo recordado los sabios (y detallados) consejos de Kaoru y miró la habitación en que estaba. Pero ni rastro de Aoshi. Entonces salió a buscarlo.

Aoshi, en el patio, a sus casi treinta años de edad, habiendo sido Okashira de los Oniwabanshuu, habiendo determinado para su vida, como misión, erradicar las técnicas secretas de otros grupos que amenazaran la paz de la gente y que se enfrentaba a la muerte sin temores, se encontraba con que ahora estaba nervioso. Y mucho.

Porque, a diferencia de Himura, él llegaba a su matrimonio muy casto y muy virgen. Ya estaba casado, había llenado el cuarto con flores blancas y había hecho la proposición a Misao de ser su mujer, pero no sabía qué hacer ahora. Cerró los ojos, intentando recordar la conversación que había tenido con Himura hacía algunas tardes.

-----------------------

-Verás... –había dicho Kenshin con esa sonrisa suya en tanto se rascaba la cabeza.- en tu noche de bodas, tú demostrarás a Misao cuanto la quieres. Dependiendo de cuanto la quieras, eso será lo que harás. Dormir, abrazarla, estee... etc. Depende de uno.-

Fin de la conversación. La tarde caía. Y la noche los sorprendió durmiendo cada uno en su cuarto.

----------------------------

Aoshi supuso que lo que quiso decir Himura era que en ese momento sólo actuaba el instinto. Entonces decidió ya no preocuparse más por el asunto y volver al cuarto con Misao.

-Aoshi...

Aoshi se dio la media vuelta y se encontró con Misao muy cerca de él, casi pegada a su pecho cubierto por la bata blanca. Misao le tomó una mano y lo guió hacia su habitación de casados.

Una vez allí, la joven ninja se sentó en la cama, y le miró desde allí, sonriente, aunque algo nerviosa.

-Vamos a acostarnos.

Aoshi apagó la velita que iluminaba la habitación y se acostó de espaldas, muy recto, junto a Misao. Ella habló después de un rato.

-Aoshi...

-Dime.

-¿Me permites... abrazarte?

-... -

Misao tomó eso como un sí y se acercó a tientas al cuerpo de su marido. Colocó su cabeza sobre el hombro de él y pasó un brazo por su cintura. Cerró los ojos y aunque no se sintió más tranquila, si se sintió más feliz.

Aoshi sentía la respiración caliente de Misao sobre su cuello y el flequillo de ella le hacía cosquillas. De pronto sintió su sangre arder por sus venas y recorrer así su cuerpo. Sus sentidos se agudizaron más. Percibía un aroma a flores nuevo para él y supo que era ella. Y también supo que le gustaba mucho.

-Aoshi...

-Dime.

-¿Qué querías decir con eso de que fuera tu mujer?

-...

"Bien. Y ahora, ¿qué le digo?- Pensó el hombre.

-Aoshi... es que yo quiero serlo... desde este momento.

Aoshi se incorporó sobre un brazo e intentó ver el rostro de la chica. Ella siguió hablando.

-Te amo, Aoshi... y tú, esta noche me has dicho que me amabas, y quiero saber si hablabas en serio.

Aoshi decidió dejar de lado sus nervios. Sería sincero con su pequeña Misao... ahora y siempre.

-Claro que te amo, pequeña, sino, no me habría casado contigo y me las habría ingeniado para que Okina me relevara de tal compromiso. Pero también es cierto de que no me gusta andar diciendo por ahí todo lo que pienso y lo que siento, a menos que sea necesario. Y ahora es necesario para que entiendas que finalmente me he enamorado de ti y que deseaba mucho que fueras mía para siempre. Y que quiero tener bebes solo contigo. Pero que se parezcan todos a ti.

Misao estaba muy contenta por lo que oía y comenzó a repartir por el rostro de Aoshi una serie de besos. Lo abrazó por el cuello y se acomodó sobre él. Aoshi, como reacción, la abrazó por la cintura y la apretó contra sí, y reía bajito. En un momento con una mano logró detener la lluvia de besos de Misao, sólo para saborear sus labios con más tranquilidad.

Misao sorprendida y halagada, comenzó a pasar sus manos por entre los negros cabellos de su esposo. En un momento dado descubrió el lóbulo de una oreja y, recordando los consejos de su amiga, decidió mordisquearlo suavemente.

Lo que pasó después, Misao no se lo esperaba...

Aoshi sintió la tibia y húmeda lengua de Misao juguetear en su oreja y eso desató un deseo difícil de contener por él. En un segundo, Misao estaba de espaldas bajo Aoshi, quien le tomó ambas manos, inmovilizándolas sobre el futón, bajo las suyas. Él pudo notar el brillo intenso de los ojos de la chica y bajó su rostro hasta tocar los labios de ella. Entonces sintió aquel aroma que su cuerpo emanaba y que de pronto se transformaba en un perfume embriagante y erotizador y supo que estaba perdido.

Porque la besaba para que todos supieran que ella pertenecía a él. Desesperado bajaba por su cuello y se deslizaba por el cuerpo de la chica, tocándola con sus manos callosas. Misao lo tocaba, quería conocer el sabor de su cuerpo y como una gatita escurridiza y aprovechando su cuerpo delgado y ágil, se escabullía de entre las manos de Aoshi sólo para asaltarlo, besarlo, y reír con él, sintiendo el sabor levemente salado de su pecho. Entonces él la inmovilizó una vez más, sentándola sobre sus piernas para que así ella notara la fuerte excitación que le causaba. Y así, comenzó a deslizar la bata de la joven hacia abajo, dejando un hombro pequeño y blanco al descubierto. Misao dejó de reír al sentir el aire frío sobre su piel, aunque luego fue reemplazado por la boca de Aoshi, que seguía deslizando la bata y descubriendo el cuerpo de la chica que sería sólo para él. Misao restregaba su rostro contra el de su esposo y gimió al sentir su boca sobre un pezón, rodeándolo y luego, succionándolo suavemente entre leves mordiscos. Ella arqueaba su cuerpo para acercarse más a él y él la abrazaba con fuerza. Aoshi terminó de quitarle la bata, pero, queriendo ver lo que su boca y sus manos sentían, optó por alejarse momentáneamente y encender la luz y cuando lo hizo, vio una imagen que supo no olvidaría.

Porque ahí estaba ella, su chica, mirándolo y sonriendo, su cuerpo al descubierto, su largo cabello negro cayendo en desorden, como cascada sobre su pecho, ocultando parte de él y del estómago, mirándolo con sus enormes ojos azules, brillando de deseo. La cama en desorden... los pétalos de flor por doquier. Aoshi se apresuró en regresar junto a ella.

Misao se ubicó tras él y le quitó la bata, besando cada parte de su espalda que quedaba al descubierto. Admiró las cicatrices y lo tomó como algo cotidiano, como algo de Aoshi, que también merecían de su amor a pesar de su aspecto, y trazando el camino de ellas con sus dedos, avanzó hacia el torso del hombre que de un tirón en su muñeca la posicionó frente a él. Alzándola en sus brazos y sonriendo, dio algunas vueltas por la pieza, mirándola a los ojos. Tomó una flor blanca de un jarrón y lo acomodó entre los mechones de la chica, que se acurrucó contra él. Y es que ambos se tomaban su tiempo, porque descubrían nuevas sensaciones que querían hacer durar. Y efectivamente, muchos años después, siendo abuelos, recordarían esta noche con una sonrisa pícara antes de dormir uno en los brazos del otro.

Los jóvenes se revolvían sobre el futón y Aoshi quiso estar dentro de la joven y con mucho cuidado se acomodó frente a ella. Misao se encontró envolviendo a su marido, recibiéndolo en su cuerpo y apretando las piernas alrededor de su cintura, sintiendo que de alguna manera, ambos calzaban perfectamente en el cuerpo del otro, a pesar del tamaño exterior, pues apenas sintió dolor cuando él la penetró y después cuando él se movía dentro de ella y Misao le seguía el ritmo soportando las embestidas de cadera de Aoshi, sólo podía sentir el placer que descubría estaba en su cuerpo. Y pensando de esa manera, se durmió abrazada a su marido, horas después, quien la cubrió con las mantas mientras le preguntaba si se sentía bien, porque quería saber, ante todo, si ella había sentido lo mismo que él, si se sentía tan feliz como él.

Aoshi tomó algunos pétalos del piso y los roció sobre Misao, quien respingó levemente en sueños la nariz. Aoshi amplió su sonrisa y la observó hasta que sintió los párpados pesarle.

-Ninguna flor te hace justicia, Misao... nadie podría. Valió la pena cada día, cada año que esperé por ti. Valió la pena llegar a este momento. Y amarte y ser tuyo, mi pequeña y valiente mujer. – susurró antes de quedarse dormido.

------------------

Kojiro Tendo entró al "Club de la Pelea 1 de Kyoto". Enseguida fue atendido por el dueño del local y se encontró con una generosa porción de algo delicioso y un licor igual de bueno ante él. Conversaron un rato como grandes amigos y el dueño le contó de las regularizaciones que había puesto entre los combatientes para hacer de su local un lugar dentro de la ley. Kojiro aportó con otras normas sumamente buenas para seguir haciendo del local algo único. Sin embargo, algunos clientes no venían porque sus mujeres se enfadaban mucho.

-¿Y no ha pensado en hacer algo así para mujeres? Ellas también se estresan y a veces necesitan darle de golpes a algo o a alguien. Incluso, creo que le iría muy bien si le enseñara a las mujeres a dar de golpes, como esa modalidad occidental... ¿cómo le llaman...? ah, si... boxeo... que he oído es un deporte, así que no tendría problemas con la ley y ellas dejarían venir a sus maridos porque podrían venir ellas también y seguro que eso hace que su negocio redondee más y le gane a su competencia- Kojiro dio un sorbo a su sake y se limpió los labios húmedos con el puño del kimono varonil que portaba, sonriendo.

El dueño del local le miró unos momentos.

-No resultará... las mujeres odian la violencia y esas cosas.

A Kojiro le brillaron los ojos.

-¿Cuánto quiere apostar?

-Lo que tú desees perder, chico.-

-Dos monedas de oro.

-Trato hecho.- dijo el hombre, estrechando la pequeña mano de Kojiro.

----------------

Misao tenía a dos hombres en el piso y Kaoru a dos más. Las mujeres a su alrededor las observaban y las vitoreaban. Las prostitutas las tomaban como sus nuevas ídolas. Esas chicas sabían defenderse.

-Nosotras debemos aprender al menos lo básico para cuidarnos y defendernos sin ayuda de los hombres, por ello, el señor Takemura impartirá clases de defensa personal en su local durante las tardes y podrán practicar entre ustedes en el Club de la Pelea. Yo, Misao Makimashi, seré vuestra instructora y les enseñaré kempo. Kaoru Kamiya puede enseñarles algo de yudo y kendo, pero ella trabaja en Tokio, y tiene un dojo propio, la escuela Kamiya Kasshin, así que si lo desean, pueden avisar a sus amigas residentes en esa ciudad para que asistan a sus clases.

Las mujeres miraban a Misao y se hizo un silencio general. El señor Takemura pensaba que esa idea era descabellada y que ganaría la apuesta a Kojiro Tendo.

Kaoru miraba expectante a las mujeres. Una mano se alzó entre la multitud.

Era Setsuna.

-A pesar de mi trabajo, no deseo que algunos hombres me maltraten. Yo deseo aprender esas técnicas de defensa.- Kaoru sonrió y varias compañeras de Setsuna la apoyaron. Ser prostituta, sin importar la época, siempre es difícil.

Y luego las dueñas de casa... jóvenes y adultas se inscribían en los cursos del señor Takemura y Misao.

Éste comenzó a reírse, pensando en que ese chico Kojiro era realmente sabio. Hizo un ademán a Kaoru para que se acercase.

-Tu condenado primo me ha ganado una vez más... es demasiado astuto. ¿Dónde puedo encontrarlo?- Él debía pagar la apuesta. Takemura era un hombre de honor. Y Kaoru, con el dinero, terminaría de acondicionar su dojo para recibir a las futuras estudiantes.

------------------------

Kaoru colgó con nostalgia las ropas de su padre, después de lavarlas para guardarlas en un lugar especial. Había llegado la hora en que Kojiro Tendo se retirara a descansar. La había ayudado tanto... había crecido tanto como él... Kaoru se limpió una lágrima disimuladamente.

Kenshin la sorprendió en el patio y la abrazó por la cintura. Kaoru sintió entre los cabellos de Kenshin un aroma a especias deliciosas. Como trabajaba medio día como cocinero para Tae en Akabeko, (para no descuidar sus labores en la casa), se le impregnaba el aroma de los platillos que cocinaba en las mañanas, que combinado con el suyo natural, resultaba irresistible a Kaoru.

-Hola, Kaoru. Deja eso, yo me encargo de esa ropa, no te preocupes. Tú tienes bastante con tus estudiantes, que ya son unas cuantas.

-Hola, Kenshin- Kaoru se volvió entre los brazos de Kenshin y lo abrazó.- Te amo y hoy... ya terminé con mis clases del día. ¿Sabes? Yahiko está resultando ser un excelente ayudante. Creo que dentro de un año podré promoverlo a "Maestro ayudante" (es el título que ostenta Kaoru, debido a que su padre murió antes de que ella alcanzara el título de "Maestro"), así que por ahora sólo me quedaba lavar estas ropas para guardarlas.

Kenshin suspiró pensando en Kojiro Tendo y observó las telas húmedas moverse con el viento. Observó a Kaoru, antes de enseñarle una sonrisa felina. Y raptársela para llevarla a su habitación. Yahiko se quedaría por la tarde en Akabeko. Jejeje.

-¡Kenshin... bájame!... ¿es que no puedes pedir permiso antes de levantarme como a un saco de patatas? Escúchame... déjame en este mismo instante sobre el piso.-

El pelirrojo, obedeció. Y luego procedió a devorar su delgado cuello y a sentir las cosquillas que le provocaban los mechones de Kaoru sobre la piel. De pronto Kenshin se detuvo y sacó una cajita de entre sus ropas.

-Esto es para ti.

Kaoru observó cómo él sacaba un hermoso anillo y lo deslizaba por su dedo.

-¿Te casarías conmigo? Sé que he hecho las cosas al revés, pero... pero... –

-Claro que quiero, Kenshin... claro que quiero, mi amor... – Kaoru saltó a sus brazos y Kenshin pensó en el par de anillos de oro que guardaba en su otra manga del kimono, para cuando se casaran. Esa otra cajita la guardaría hasta que llegara el momento adecuado. Por ahora tenía cosas más importantes que hacer, como deshacerse de su ropa y convencer a Kaoru de lo mismo.

En realidad, no fue demasiado difícil desatar el lazo del obi de la chica mientras la besaba con pasión genuina. Ya tenía bastante experiencia en ello y pronto el trozo de tela caía al piso, junto a los pies de Kaoru.

Kenshin sentía una verdadera obsesión con los senos de Kaoru. Quizá era porque ella los reprimió bastante jugando a ser chico. Kenshin los probó aun sobre la tela que los cubría y mordisqueándolos y tirando de ellos suavemente sentía como su excitación crecía en él. Y además, sintió algunos gemidos de Kaoru, lo que lo motivó aún más.

¿Es que nunca se cansaría de su sabor? Apartando la ropa restante con las manos, Kenshin envolvió a Kaoru en las mantas de su lecho, como si fuera el botón de una flor, en tanto él se desvestía para que ella no sintiera frío. Kaoru lo devoraba con los ojos y se prometía la revancha en cuanto él se reuniera con ella.

Y así fue.

De pronto Kenshin se encontraba recostado sin saber cómo y sintiendo los besos de Kaoru sobre sus labios y su torso descubierto. Cuando ella se apartaba de él para cambiar de posición, sentía algo de frío, aunque pronto ni se acordaba de ello. Era lo de menos. Lo realmente importante es que ella era su mujer. Sería su esposa finalmente y él podía cuidar de ella.

Entonces fue Kaoru quien sintió la boca de Kenshin jugar sobre su piel, tomando un camino recto hacia su cintura, en tanto su mano se adentraba en los suaves y húmedos pliegues entre sus piernas, moviendo los dedos entre ellos, captando la crema que allí encontraba.

Kaoru lo miró con los ojos muy abiertos cuando vio que él se llevaba esos dedos a la boca, probándolos. Y sonreía satisfecho, con sus ojos lanzando chispas violetas.

-¿Sabías que tu sabor es realmente delicioso, Kaoru? Tiene los elementos ideales para agradar a mi paladar... cada parte de ti me sabe a dulce y ya no creo que pueda vivir sin ello.-

Los dedos de Kenshin retornaron al cálido lugar del que habían sacado la crema para extraer más... sin embargo, pensándolo bien, podría obtenerla directamente con su boca. Así que esta vez utilizó sus dedos para separar los pliegues, ayudando a su lengua a descubrir la fuente del sabor que tan loco lo volvía, succionando para encontrar más, y de paso, excitar el centro de placer de Kaoru. Y cuando ella sintió la lengua del hombre entrar en ella, su cuerpo reaccionó de modo intenso y liberó esas emociones en un grito, arqueándose y llamando a Kenshin.

Habiéndose saciado momentáneamente de ella, Kenshin se estiró sobre el cuerpo femenino que temblaba sin poder remediarlo. Él podía darle más, lo sabía. Y era el momento de demostrárselo. Ella estaba más que lista para recibirlo. Kenshin la penetró rápidamente, disfrutando del momento en que ella le pedía que se moviera, y en que Kaoru Kamiya perdía todo su control y se entregaba verdaderamente a él, abandonándose y a la vez, exigiéndole más.

Y Kenshin la complacía. Vaya que lo hacía.

Lo mejor es que no dejaría de hacerlo.

----------------------------

Despertó sobresaltado al sentir una presencia en la habitación. Kenshin por instinto cubrió a Kaoru con su brazo y la atrajo más hacia sí. Y ella suspiró, pero no despertó.

La sombra se movió y al llegar a la ventana, Kenshin notó las facciones del sujeto.

No era ni Gohei ni Kihei, quienes pasaban una temporada bastante larga en la cárcel.

Era un joven de cabellos negros e intensos ojos azules.

-¿Kojiro?... ¿eres tú? Debo estar soñando.- Y Kenshin apretaba más a Kaoru, como si así pudiera asegurarse de que seguía a su lado, durmiendo.

-Claro que soy Kojiro... Kamiya.

Kenshin comprendió de pronto y se sintió más tranquilo. Un fantasma. Un fantasma amigo.

-La amo con toda mi alma.- dijo, cubriendo la espalda de su pareja al elevar una de las mantas sobre ella.

-Más te vale, chico. Mi hija es demasiado valiosa. Confía en ella, ámala y consiéntela un poco. De lo contrario, volverá ese chico y la pasarás mal. Porque el alter ego de mi hija no duda en golpearte fuerte, ¿verdad?-

Kenshin sonrió. Kojiro Tendo era un insolente, pero un insolente necesario, ya que gracias a él comprendió muchas cosas. También le daba tristeza que Kaoru tuviera que guardarlo, finalmente. Había prometido no volver a ser nadie más que Kaoru Kamiya y ella, desde luego, era una mujer de honor que cumpliría su promesa.

-Su hija es igual a usted vestida de chico, pero más bajita.-

-Es una mujer fuerte y valerosa. Debe serlo, porque en el fondo es muy frágil, así que no le hagas daño. Ella es mi tesoro. Estoy tan orgulloso de ella.

-Yo también, señor Tendo... perdón, señor Kamiya... ella vale demasiado. Sobretodo para mí... quizá no sea yo quien la merezca, pero ya no puedo dejarla ir, porque mirando sus ojos se me va la fuerza y no puedo resistirme.

Kojiro Kamiya sonrió y haciendo un ademán amistoso con la mano para Kenshin, le deseó lo mejor en su matrimonio. Y se desvaneció.

Kenshin se sentía tranquilo. Entonces notó las ropas que Kaoru había tendido en la tarde para secarse, sobre el piso, bajo el lugar en el que flotaba el fantasma de su padre. Kenshin se levantó para ordenar esas prendas con mucho respeto.

-Yo sé que su hija también está muy orgullosa por haberlo tenido de padre, señor Kamiya. Y también sé que usted está muy presente en sus recuerdos. Por ello, usted no ha muerto aún.-

Kaoru sintió como Kenshin se acomodaba un poco helado a su lado, aunque pronto entró en calor. Dentro de las mantas ella se sentía calientita y feliz y sentía deseos de ronronear como una gatita. Más cuando las manos de Kenshin ascendían por su torso, hasta descubrir un pezón y tironear de él, antes de dejarla tranquila e intentar dormir él también. La joven entonces lo acarició, mientras musitaba.

-Kenshin... nuestra casa está muy bonita. Gracias a que has pagado parte de las reparaciones... nunca dejaré de agradecértelo. No era necesario.

-Claro que lo era, Kaoru. Porque como tú lo has dicho, es nuestra casa.

-Papá estaría muy contento de verla así.

-Tu papá es feliz si tú lo eres.

Kaoru sonrió.

-Así debe ser. Todos los padres quieren a sus hijitos y son felices por ellos. ¿No?

-Claro que sí, mi amor... cuando seamos padres, amaré mucho a nuestro hijo, porque será parte de ti. Y seré feliz por él y lloraré con él.

Kaoru entonces respiró profundo. Quería hacerlo en la tarde, pero... no pudo. No todos los días se le dice a un hombre que será papá. Era el momento para decírselo.

Y por la reacción de Kenshin, no se equivocó... aunque este no la dejó dormir en toda la noche acariciándola y haciéndole el amor hasta que el alba los sorprendió entrelazados. Kenshin, entonces, antes de dormirse sobando el vientre femenino, le preguntó a Kaoru.

-Kaoru... y si es niña... ¿crees que le de con disfrazarse de "Kenshin Kamiya" para seguir a su hombre? Mi ropa está muy vieja ya... tendré que comprar una nueva para que ella se vea linda.

------------------

Fin acto siete, "Batalla por el amor de una dama"

Fin "En el Nombre del Padre". Mayo 14, 2004.

Notas de Blankaoru.

¡¡¡¡Hola a todas!!!!

Un fic más pasando a formar parte de la lista de "finalizados". No esperaba el éxito que tendría y eso me tiene muy contenta. Entre los logros de esta obra es que logró motivar a una chica para hacerse algunas hojas con su adaptación a historieta y le ha quedado muy buena. Muchas gracias, Shinta Girl, por tus viñetas... me han alegrado mucho la tarde!!.

No sé qué comentar de este episodio largo, que según el contador de word, supera las veintidós páginas cuando yo usualmente escribo entre doce y quince. Creo que tiene de todo... aunque esta vez Kenshin me ha quedado un poco pervertido... y la boda y su noche entre Misao y Aoshi... jejeje, me ha gustado bastante. Bue... Aoshi virgen... me gusta esa idea. Como que no me imagino a Aoshi siendo desflorado por una prostituta o por alguna novia de la adolescencia... veré si sigo con eso en el próximo fic.

En fin, esperaré pacientemente sus comentarios, porque mi cabeza no da para más y no se me ocurre qué poner. Sólo puedo agradecer vuestro apoyo y decirles que sigo porfiada y cabezota y terca y seguiré con este humilde oficio hasta el final. Ahora dispongo de una estufa en mi habitación, y guantes de lana, de esos sin dedos, para que mis manos mantengan el calor en estos días de grados bajo cero en las mañanas y no sufrir de esos reumas que me dan ni de los tendones. Quizá mi Ken Nihimura use de esos, son muy buenos...

La universidad sigue absorbente y la promesa del Internet se mantiene, aunque mi desilusión crece con los días, pues nadie se aparece por aquí para instalarla... y yo la necesito. Pero en fin... ahhhh, espero que llegue pronto.

¿Cómo descubrir a Blankaoru en la ciudad?

Jajaja... no es difícil... generalmente se encuentra moviéndose por el centro de Santiago entre Plaza de Armas y san Diego, Dieciocho, etc. De lunes a sábado. Y toma la micro número 165 o 158. No viste a la moda y gusta de las camisas a cuadritos en esta época. Lo más representativo es su mochila negra con azul, que lleva pintada en el bolsillo superior trasero "Rurouni Kenshin" en japonés (juro que intenté que quedara bien) y suele babear ante los chicos que llevan un parche de Kenshin en sus bolsos. Y lleva siempre alguna chaqueta colgando del bolso. De preferencia, una de color negro, que tiene por lo menos 10 años (es mi favorita) A veces se la encuentra babeando ostensiblemente cuando sale de su comiquería favorita ubicada en calle Tarapacá, en especial cuando ha comprado un número nuevo de Kenshin, aunque su última compra fue un juego da naipes de Kenshin, lo que aún la tiene babosa.

Bien... saluditos, besos, la sección que les debo aquí viene. Cariños a todos.

Por cierto... alguien me envió un mensaje muy gracioso desde su celular a mi mail. No sé quien es, porque el celular no está registrado entre los míos. El mensaje era corto, pero gracioso... ya descubriré quién fue.

Kaoru Sanz: al comienzo me sorprendió tu fic porque los capítulos son cortitos (ni comparación a los míos) aunque a medida que avanzabas en la historia iban alargándose. Bueno... me conmovió lo de tu hermano... yo amo a los míos y si les pasara algo, no sé, yo me muero. Pero creo que eres una chica fuerte y al menos seguiste escribiendo y eso es una buena señal. Bien, ya sabes, amo escribir, es mi terapia para soportar el estress que me producen estos días y eso es bueno si tomamos en cuenta que a diferencia de mis hermanas menores, no necesito pastillas o tranquilizantes ni tengo úlceras nerviosas. Estoy aún leyendo tu fic, debido a que antes que a ti, le juré de guata a Naoko Lizi que leería su historia y estoy en eso... si no te molesta, creo que podría dejarte mis comentarios la próxima semana.

Todo lo que puedo decir, de momento, es que para escribir "bien", es necesario leer continuamente, porque sí descubres el tipo de lenguaje que más te gusta y a veces, necesaria inspiración aparte de que la ortografía y gramática mejoran considerablemente. Y no te preocupes, que no es necesario que sea un libro aburrido, sino de algo que realmente te interese, sea lo que sea. Lo siguiente, es que al traspasar tu idea, debes hacerlo de modo que al lector le parezca que lo que tú dices es interesante. Lo ideal sería que al escribir en el computador, dejes tu historia quietecita unas dos semanas y recién entonces vuelvas a leerla. Lo harás como alguien que lee casi por primera vez, porque habrán cosas de las que no te acordarás, y así, si tú entiendes todo lo que pusiste, sabrás que la otra persona que lea también lo hará. Y le harás modificaciones para que se entiendan mejor tus ideas. Lo más importante es que la práctica hace al maestro y que si escribes regularmente, te harás de un estilo, sin importar si tu talento es nato o no para escribir. Así que no te menosprecies y bueno... paciencia, please... no desmayes. Cuidate mucho mucho y disfruta el sol primaveral allá en tu tierra. Blankiss aquí tratará de no congelarse en los días que vienen.

Sumire-chan: es difícil negarse ante el hombre que se ama y la pobre Kaoru vivió ese dilema, pero optó por su dignidad. Parece que le resultó, porque Kenshin pareció entender y ahora hasta se portaba bien con ella... sobre lo de si Kenshin fue samurai... no, no lo fue. Como dices, él fue espadachín, porque los samuráis eran una casta que vivía bajo el mando de shogun y lo defendían... y Kensan era sólo un hermoso espadachín. Por cierto, por lo que sé, "Rurouni" es una palabra que inventó Watsuki basándose en "Ronin", así que oficialmente, "Rurouni" no debiera aparecerte en ningún diccionario japonés. Cambiando de tema, claro que como es hombre, y más uno con una inteligencia excepcional como él, entonces era lógico que le picara el orgullo por no notar a su amada bajo la ropa varonil.

Como ves, he puesto escenitas entre Yahiko y Tsubame y Aoshi y Misao, así que, deseo cumplido. Espero que te gusten... con Yahiko me la pensé e iba a hacer una escena más larga, pero... me gustó como quedó esa y la dejé. Con Misao y Aoshi, me reí un poco a costa de ellos. Bueno, te dejo y cuidate. Besos y besos.

Catthy-Ishida: Bueno, solo me queda esperar que el arrepentimiento de Kenshin sea creíble y sobretodo, que ustedes, como lectoras, lo hayan perdonado. Kaoru lo hizo, pero después de luchar con él y perder. Siempre quise escribir una escena de combate entre Kenshin y Kaoru y me gustaría hacerlo otra vez en el futuro. Bueno, como todo tiene un fin y este fic no es la excepción, sólo me queda pedirte que sigas atenta a mis próximos trabajos y espero que también te gusten tanto o más que estos. Besos.

Shinta Girl: Gracias, gracias, gracias por las imágenes... ahhhhhhh, me dio mucha pena con aquella entre Kaoru y Kenshin y bueno, me dije "Blankaoru mala, ¿cómo pudiste hacerle eso?" así que me inventé todo este episodio para enmendarme... gracias.

Mer1: Holaa!!! Claro que nuestra Kaoru renunció a muchas cosas por seguirlo y el muy cretino sólo piensa en sexo, aunque según varias cadenas que me han llegado últimamente, y es un hecho comprobado por la ciencia, es algo que está muy presente en los hombres... guaus... sep, Aoshi es cada día más lindo. Se lució con las flores y sus pétalos en el matrimonio. Ahhhhh, ahora entiendo por qué tantas de ustedes lo aman sinceramente... parece que hacia allá voy yo también. Y bueno, veré que puedo enviarte sobre las parejas de animé. Tengo algún material de Ranma por ahí... nada de Sailor Moon, que fue m serie favorita antes de fanatizarme a full con Kenshin.

Hitokiri Battousai 26: Aoshi paternal, Aoshi apasionado y virgen... creo que me gusta más mi Aoshi que el de la serie... aprendo a amarlo escribiendo sobre él. Imagínate, el de "Por Siempre Mía" me pone babosa con cada escena... Kenshin trató de enmendarse, aunque son las lectoras quienes tienen la última palabra. Acá tienes el final y bueno, besitos. Ya nos encontraremos en otro sitio.

Kaoru86 Kamiya: al menos Kaoru aceptó la batalla contra Kenshin... ahora Kenshin sabe que a la próxima tontería que haga con ella, no la va a tener fácil para obtener su perdón. Me sorprende como evolucionaron los personajes y bueno... yo también extraño no poder charlar contigo y con otras niñas. Pero cuando busco tareas en Internet, se me hace imposible concentrarme. Espero pronto hacerme de más tiempo. Besitos!!!

Gaby(hyatt.: Ken sufrió de "idiotez temporal" y aunque entre medio se la pasó bien, también se la sufrió bastante el pobre. Lo bueno es que Kojiro lo inspiró a luchar por Kaoru y le resultó. Espero que cuando leas esto, tu computador esté funcionando correctamente.

Naoko Lizi Kinomoto: Bueno, Kaoru ganó muchos puntos con su actitud y esta vez trató de seguir en la misma línea, pero con tamaño pedazo de pelirrojo al frente. Al menos yo no soy tan noble y no me habría resistido demasiado rato ante él... ahhhhh.... Bueno, un Kenshin adorable y pervertido fue el que esta vez se hizo de la historia, así que esperemos que en el futuro les vaya mucho mejor a esos dos. Y a Aoshi... guaus... este chico aumentó su simpatía entre las fans...

Rosalynn: Bueno, el final... ojalá y no te haya decepcionado. Besos. La próxima serie será cómica también.

DarkCamnCam: Jeje... lo bueno de Kenshin como personaje es que es tan bueno que uno sabe que él no hace las cosas malas a propósito... o algo así como "sin querer queriendo" de acuerdo en que él no debiera tratar así a la mujer que ama, porque al final es utilizarla para pasarla bien él, aunque los motivos que tuvo Kenshin para su accionar son más o menos entendibles. Bueno, encontrarme por estos días en MSN es mucho difícil, pero no imposible, a menos que esté haciendo alguna tarea, en cuyo caso me pongo como "no disponible" "salí a comer". Besitos, DarkCam. Ya nos encontraremos.

Kimmy Angy: Puuuuu... no hubo mi sangre, pero hubo más besitos... y es el final y para mí, no podía ser de otro modo... jajajaja!!! Hasta Yahiko y Tsubame tuvieron su minuto de gloria. Ahora que lo pienso... dejé algunos hilos sueltos en esta historia... mmmmmhhhh tendré que meditar sobre ello.

Bueno, todo lo que puedo decir en este momento, es que además, agradezco a quienes me han confiado algunos pasajes de su vida. A todos quienes dejaron reviews, a quienes dejaron de hacerlo en el camino por problemas diversos... a quienes leyeron y no dejaron nada... bueno, no se puede obligar a nadie a dejarlos.

Saludos, besos y abrazos a todos quienes confiaron en esta escritora de fanfics.

Kaoruluz: Bueno... parece que los enredos están a la orden del día estando Kojiro Tendo a la cabeza, todo un personaje. Pegó bastante y quisiera verlo otra vez en acción, así que ya veré qué haré con él. Gracias por seguir mis otras historias... guaus... Actuación termina la otra semana. Jeje, espero hacer un final mejor que este. Chau... Me gustó la evolución de Aoshi... no deja de sorprenderme. Yes, ya no es un cubito de hielo, sino algo más rico y lindo. Lo amamos, ¿no? Bueno, sin embargo, yo sigo siendo fiel a mi pelirrojo, aunque ahora último cuesta... y mucho. Sobre tus comentarios con respecto a lo de los homosexuales, tienes razón... la gente o buena parte de ella, los mira como bichos raros y aunque dicen ser modernos y aceptar la diversidad, aún los discriminan. Y esto me lleva a pensar en mi Kenshin que pasó susto con Kojiro Tendo y el apasionado beso que le dio en la noche... ups, aunque luego se dio cuenta que era su Kaoru, igual es una situación difícil. Bueno, ahora si te dejo. Un abrazote de oso...

Serenity: Bueno, subí los capítulos en las fechas y espero que el desenlace te haya dejado más o menos happy. No sé... siento que no soy muy buena para los finales... son mi trauma. Gracias por todo, Serenity. Cuidate. Muchos besos. ¡AAAhhhhh!!!! Acabo de descubrir tu mail por estos lados... te atosigaré con dibujos... muajajajajaja!!!1

mi-io: Bueno, Kawais deshis imberbes, he de decirles que aún no he leído vuestro fic así que si quieren quitarme el título de sempai, no las culpo. Y no te preocupes por escribir mucho, que no me aburren. Por lo demás, este episodio lo que más tiene son lemons, así que lee con los ojos cerrados. Un besito, cuidense.

Justary:Jeje, espero superarme en estos escritos, aunque a veces estoy tan cansada que siento que no hilan muy bien las ideas, pero porfío. Bueno, gracias por tus comentarios con respecto a los otros fics y deshi... espero que actualice su historia, porque yo... quedé con mis dudas.

rikkutomoe: Bueno... yo usualmente trato de demostrar que nunca dejo de aprender y que soy tan de carne y hueso que suelo equivocarme también con la gente. Son cosas que me avergüenzan, pero bueno, se supone que uno debe trabajar en sus defectos para no herir a quienes ama. Por eso algunas de mis notas finales tienen ese tipo de reflexiones. Mi amigo me quiere mucho y yo a él. Y es un amigo bueno. Besitos, Rikku. Y si sigues "Por Siempre Mía", atenta a la historia de Tomoe.

Rinsita, Marta, KaOrA-FGV-16, Maki-san, Kirara26, MisaoHX, eri mond licht, Dark Shadow, rikbiel , Misao-20, Umi. Besitos también a ustedes... y gracias. Pronto nos encontraremos.