Por fin era el día. Miluinel se levantó perezosa de la cama antes del alba;
medio dormida, se asomó por los esmerilados ventanales de su habitación y
salió después a la terracilla, a mirar el resplandor azul de Imladris antes
de ser iluminada por Arien.
Sereno amanecer
Oscuro y solitario Late solo mi corazón Esta mañana...
El primer día que llegó ahí no había varias de las admirables construcciones de ahora; el día que llegó ahí era apenas una niña que había logrado sobrevivir a la furia del mal en la recién exterminada Eregion... primero, el bosque lleno de dorado resplandor, donde pudo descansar; donde una blanca y hermosa dama la alojó junto con otros pequeños... ella estaba confundida y entonces la voz de aquella dama se grabó en su mente, aunque en ese momento no supiera bien lo que decía
-"cantó un ave, que en medio del derrumbe halló un bosque... pero esta paloma aún no conoce diluvios"-
Repitió las palabras en su mente y volvió a tener la sensación de desconcierto de hacía años.
Los recuerdos nunca la abandonaban, cualquier roce, cualquier tono del cielo le evocaba tiempos pasados.
No quiso seguir recordando. Sacudió su cabeza y entro de nuevo a la habitación, dirigiéndose hacia el pequeño tocador de madera blanca. Se sentó en un banco y contempló su imagen: una joven de ojos de agua, más bien pequeños; el rostro todavía lleno de una imagen infantil y sus largos cabellos castaños.
- ¿Podría él...? tal vez.... - dijo ella murmurando, con cara de interrogación -¡ pero qué idiota eres! ¿A quién quieres engañar? - se contestó a sí misma en voz alta, molesta.
... y se apartó del espejo.
Llamaron a la puerta.
-Adelante -
-Aiya-
Entró una joven de lacio cabello oscuro y ojos verde pardo. Era Luinil
- Aiya, Alassëa Arin -
- Te he traído algo -
Luinil mostró a Miluinel un hermoso vestido azul celeste con bordados plateados y pequeñitas piedras azules incrustadas.
- No negaré que es bello ... - dijo Miluinel, boquiabierta
-Era de mi abuela, me ha querido prestar algunos de sus vestidos, tiene demasiados, te he contado que viajó mucho... este me ha gustado para ti -
- Gracias - dijo y abrazó a su amiga
- ¡Tienes que probártelo! -
Las amigas estuvieron probándose los vestidos que la abuela de Luinil le había prestado hasta ya avanzada la mañana, casi se olvidaron del desayuno.
****************************************
Era por la tarde; casi todos los habitantes de Imladris estaban apurados con los preparativos de el festejo, hermosas guirnaldas de flores blancas y azules se comenzaban a colgar y a alzar entre las construcciones al igual que los vistosos faroles de dorada luz. En el palacio, el movimiento constante de gente se transformaba a menudo en bullicio; había algo especial en esta fiesta, no sería como todos los años.
Galadwen y Berianis habían llegado al palacio, a la habitación de Luinil, para elegir sus vestidos. Miluinel observaba asombrada todo aquel escándalo y no dejaba de recordarles a sus amigas que ella asistiría bajo protesta
- He oído que nos visitarán los reyes de Lothlórien - dijo Galadwen
-¿En serio? ¡Vaya! entonces tal vez la princesa de Lothlórien y el Señor Elrond anuncien su compromiso- dijo Berianis
-Y yo he oído que hay dos elfas que no dejan de meterse en los asuntos de los demás - dijo Luinil.
Las risas no se hicieron esperar.
-Es emocionante esto de las máscaras - dijo Berianis
- A mí no me parece muy agradable... - contestó Miluiriel
- A la hora del baile no sabrás quien te invite, a mi me parece emocionante también... por cierto, ¿Qué tal está la mía? - Galadwen mostró a sus amigas una bella máscara dorada, simulando un nimbo de rayos de sol.
La tradición de las máscaras era nueva en las festividades y no se utilizaba mucho, sólo en ocasiones especiales y durante el baile en parejas. Resultaba un espectáculo hermoso por la belleza de tales accesorios.
Miluinel eligió una bella máscara con ondas de zafiro, como sinuosas olas de mar, que contrastaban con el atardecer de sus cabellos.
Mientras la tarde agonizaba y el cielo se pintaba de negrura y vetas de luz de estrella, el ajetreo empezaba a mermar. Imladris había quedado adornado a la exquisitez, no faltaba ni sobraba nada; los faroles iluminaban las construcciones y las flores y cintas las adornaban. Ahora, todas las doncellas y los caballeros estarían alistándose para tan esperada ocasión.
Antes de tiempo dos estuvieron listas: Galadwen había dejado su negro y ondulado cabello suelto, cayendo sobre sus hombros cubiertos por un vestido rojo oscuro. Berianis, esbelta y hermosa con el cabello rojizo trenzado y un sencillo vestido rosado. Y sus sempiternas sonrisas; si bien podría haber mujeres elfo más perfectas en Imladris, no podría jamás haber algunas tan llenas de vida como ellas. Después de un último vistazo, salieron rumbo a sus casas, para dentro de unas horas, acudir a la explanada principal; parecían muy emocionadas.
Luinil y Miluinel seguían dentro. Luinil había elegido un vestido azul profundo, con bordados en plata; parecía vestida por el cielo. Su cabello, lacio y con algunas trenzas sujetas por un broche de zafiro. Miluinel llevaba el vestido que había visto en la mañana, le quedaba a la perfección... pero no lucía entusiasmada
- No sé por qué estoy haciendo esto -
- No empieces de nuevo, ahora sólo te queda disfrutar ... ¿Milui, ahora sí me hablarás de ese elfo? -
-¿A qué te refieres? -
-No creas que lo he olvidado, lo que me dijiste hace unos días-
- Ah eso... no, no era nada... pero tú podrías hablarme de ese elfo de rizado cabello azabache -
Luinil se sonrojó y optó por no preguntarle nada más a su amiga.
******************************
La noche comenzaba y todos los elfos estaban ya en la explanada; deliciosos vinos y bebidas de frutas se servían aquella noche engalanada con la presencia de todos los nobles ataviados con sus mejores vestuarios. Y Galadwen tenía razón, ahí estaban los reyes de Lothlórien. Virtuosos músicos llenaban la atmósfera de vivos acordes y armonías, el ambiente estaba lleno de alegría y de paz... un respiro de paz para los gobernantes en tiempos agitados.
Miluinel y Luinil llegaron a saludar a sus amigos: ahí estaban todos, no faltaba nadie. Todos los miembros de la guardia, Gadonen, sus maestros de esgrima... ni un solo rostro quedaba sin ver. Sobre un tablado adornado con finas alfombras, estaban los sitiales del Señor Elrond y sus distinguidos invitados. Miluinel se había quedado asombrada al ver de lejos sentados a los reyes, y ante la visión de la Dama Galadriel de nuevo, como hacía años... no pudo evitar que las lágrimas invadieran sus ojos. Y como si la Dama sintiera su mirada, volvió sus ojos de zafiro hacia la muchacha y en su mente recibió un saludo de la gran señora. Se asustó un poco y esbozó sólo una tímida sonrisa, para luego alejarse de su vista.
La noche transcurría lenta, como si nadie quisiera dejarla ir, la iban viviendo lentamente, disfrutaban de aquella alegría que les dejaba una nostalgia de tiempos arcaicos.
Todos hablaban y se divertían, pero Miluinel se había sentado en una banca un poco apartada de los demás.... y pudo estar ahí toda la noche, hasta que Galadwen y Berianis llegaron por ella; no podía perderse el baile de parejas.
- Vamos, Milui, tal vez tengas algún admirador secreto que te saque a bailar -
- Sí... claro -
La tradicional música empezó y todos los jóvenes llevaban sus elegantes máscaras; el esplendor de aquel peculiar ritual era digno de admiración. Una a una, todas las jóvenes aceparon invitaciones de caballeros incógnitos, tras aquellos rostros de ilusión. Miluinel observaba a sus amigas ir de la mano de los elfos a bailar
- Ya basta - dijo en voz baja, y se disponía a regresar a donde estaba, aislada de todos, hasta que un caballero con una perfecta máscara dorada la invitó a bailar. Quiso negarse, pero ante la sutil insistencia de aquel desconocido, aceptó y la condujo de la mano hasta donde las demás parejas bailaban.
La música los llevaba suaves, delicadas arpas que se entrelazaban con melodiosas voces sumadas en un todo que hacía que moviera su cuerpo de manera acompasada. Te temblaban las manos; no tenía idea sobre la identidad de aquel elfo, sólo vio su cabello dorado y un brillo en sus ojos. Estaba nerviosa y al principio, trató de saber por todos los medios con quién bailaba, pero después se dejó llevar y se envolvió en tal encanto que sintió que estaban solos en aquel lugar. Entonces un gran impulso, la boca se le soltó y se le escaparon los versos
- Por ti fuera capaz en un solo día, de pintar todo el cielo de violeta, y para tal ocasión yo usaría , por pincel, la cola de un cometa -
una leve risa se escapó de aquel elfo y entonces, sin planearlo ni saberlo, depositó en los labios de Miluinel un suave beso, casi imperceptible. Una gran sorpresa hizo a la joven soltar la mano del caballero y escapó corriendo, antes de que terminara la pieza.
Llegó veloz hasta un estanque, lejos de todos, donde sólo había un eco de la fiesta. Se quitó la máscara y miró su reflejo en el agua
-¡Qué tonta eres Miluinel!, ¡qué tonta! Besaste a un extraño... ¿sabes siquiera su nombre? - se dijo a si misma.... después, levantó la mirada y sus ojos se posaron en la luna. No recordaba quién llevara en ese momento una capa blanca y un traje en plata. Había muchos elfos de cabello dorado en Imladris, jamás podría saberlo...
-¿ Quién eres?... tú.... -
/////////////////////////////////// aaaaaaaaaaaaaa pues así se queda esto de momento!! Ya sé que me pasé un poquito con el romanticismo, pero weno, es que después puede que ya no haya tanto, a menos que me lo exijan. Todos los versos y enunciados en letra cursiva (obviamente) no son míos, son fragmentos de poemas de autores mexicanos (ja! Ya quisiera yo escribir así!) que me parecieron muy bellos y decidí insertarlos por ahí. Gracias por leerme, y dejen reviews, aunque sea como regalo de navidad!!!
Sereno amanecer
Oscuro y solitario Late solo mi corazón Esta mañana...
El primer día que llegó ahí no había varias de las admirables construcciones de ahora; el día que llegó ahí era apenas una niña que había logrado sobrevivir a la furia del mal en la recién exterminada Eregion... primero, el bosque lleno de dorado resplandor, donde pudo descansar; donde una blanca y hermosa dama la alojó junto con otros pequeños... ella estaba confundida y entonces la voz de aquella dama se grabó en su mente, aunque en ese momento no supiera bien lo que decía
-"cantó un ave, que en medio del derrumbe halló un bosque... pero esta paloma aún no conoce diluvios"-
Repitió las palabras en su mente y volvió a tener la sensación de desconcierto de hacía años.
Los recuerdos nunca la abandonaban, cualquier roce, cualquier tono del cielo le evocaba tiempos pasados.
No quiso seguir recordando. Sacudió su cabeza y entro de nuevo a la habitación, dirigiéndose hacia el pequeño tocador de madera blanca. Se sentó en un banco y contempló su imagen: una joven de ojos de agua, más bien pequeños; el rostro todavía lleno de una imagen infantil y sus largos cabellos castaños.
- ¿Podría él...? tal vez.... - dijo ella murmurando, con cara de interrogación -¡ pero qué idiota eres! ¿A quién quieres engañar? - se contestó a sí misma en voz alta, molesta.
... y se apartó del espejo.
Llamaron a la puerta.
-Adelante -
-Aiya-
Entró una joven de lacio cabello oscuro y ojos verde pardo. Era Luinil
- Aiya, Alassëa Arin -
- Te he traído algo -
Luinil mostró a Miluinel un hermoso vestido azul celeste con bordados plateados y pequeñitas piedras azules incrustadas.
- No negaré que es bello ... - dijo Miluinel, boquiabierta
-Era de mi abuela, me ha querido prestar algunos de sus vestidos, tiene demasiados, te he contado que viajó mucho... este me ha gustado para ti -
- Gracias - dijo y abrazó a su amiga
- ¡Tienes que probártelo! -
Las amigas estuvieron probándose los vestidos que la abuela de Luinil le había prestado hasta ya avanzada la mañana, casi se olvidaron del desayuno.
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Era por la tarde; casi todos los habitantes de Imladris estaban apurados con los preparativos de el festejo, hermosas guirnaldas de flores blancas y azules se comenzaban a colgar y a alzar entre las construcciones al igual que los vistosos faroles de dorada luz. En el palacio, el movimiento constante de gente se transformaba a menudo en bullicio; había algo especial en esta fiesta, no sería como todos los años.
Galadwen y Berianis habían llegado al palacio, a la habitación de Luinil, para elegir sus vestidos. Miluinel observaba asombrada todo aquel escándalo y no dejaba de recordarles a sus amigas que ella asistiría bajo protesta
- He oído que nos visitarán los reyes de Lothlórien - dijo Galadwen
-¿En serio? ¡Vaya! entonces tal vez la princesa de Lothlórien y el Señor Elrond anuncien su compromiso- dijo Berianis
-Y yo he oído que hay dos elfas que no dejan de meterse en los asuntos de los demás - dijo Luinil.
Las risas no se hicieron esperar.
-Es emocionante esto de las máscaras - dijo Berianis
- A mí no me parece muy agradable... - contestó Miluiriel
- A la hora del baile no sabrás quien te invite, a mi me parece emocionante también... por cierto, ¿Qué tal está la mía? - Galadwen mostró a sus amigas una bella máscara dorada, simulando un nimbo de rayos de sol.
La tradición de las máscaras era nueva en las festividades y no se utilizaba mucho, sólo en ocasiones especiales y durante el baile en parejas. Resultaba un espectáculo hermoso por la belleza de tales accesorios.
Miluinel eligió una bella máscara con ondas de zafiro, como sinuosas olas de mar, que contrastaban con el atardecer de sus cabellos.
Mientras la tarde agonizaba y el cielo se pintaba de negrura y vetas de luz de estrella, el ajetreo empezaba a mermar. Imladris había quedado adornado a la exquisitez, no faltaba ni sobraba nada; los faroles iluminaban las construcciones y las flores y cintas las adornaban. Ahora, todas las doncellas y los caballeros estarían alistándose para tan esperada ocasión.
Antes de tiempo dos estuvieron listas: Galadwen había dejado su negro y ondulado cabello suelto, cayendo sobre sus hombros cubiertos por un vestido rojo oscuro. Berianis, esbelta y hermosa con el cabello rojizo trenzado y un sencillo vestido rosado. Y sus sempiternas sonrisas; si bien podría haber mujeres elfo más perfectas en Imladris, no podría jamás haber algunas tan llenas de vida como ellas. Después de un último vistazo, salieron rumbo a sus casas, para dentro de unas horas, acudir a la explanada principal; parecían muy emocionadas.
Luinil y Miluinel seguían dentro. Luinil había elegido un vestido azul profundo, con bordados en plata; parecía vestida por el cielo. Su cabello, lacio y con algunas trenzas sujetas por un broche de zafiro. Miluinel llevaba el vestido que había visto en la mañana, le quedaba a la perfección... pero no lucía entusiasmada
- No sé por qué estoy haciendo esto -
- No empieces de nuevo, ahora sólo te queda disfrutar ... ¿Milui, ahora sí me hablarás de ese elfo? -
-¿A qué te refieres? -
-No creas que lo he olvidado, lo que me dijiste hace unos días-
- Ah eso... no, no era nada... pero tú podrías hablarme de ese elfo de rizado cabello azabache -
Luinil se sonrojó y optó por no preguntarle nada más a su amiga.
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La noche comenzaba y todos los elfos estaban ya en la explanada; deliciosos vinos y bebidas de frutas se servían aquella noche engalanada con la presencia de todos los nobles ataviados con sus mejores vestuarios. Y Galadwen tenía razón, ahí estaban los reyes de Lothlórien. Virtuosos músicos llenaban la atmósfera de vivos acordes y armonías, el ambiente estaba lleno de alegría y de paz... un respiro de paz para los gobernantes en tiempos agitados.
Miluinel y Luinil llegaron a saludar a sus amigos: ahí estaban todos, no faltaba nadie. Todos los miembros de la guardia, Gadonen, sus maestros de esgrima... ni un solo rostro quedaba sin ver. Sobre un tablado adornado con finas alfombras, estaban los sitiales del Señor Elrond y sus distinguidos invitados. Miluinel se había quedado asombrada al ver de lejos sentados a los reyes, y ante la visión de la Dama Galadriel de nuevo, como hacía años... no pudo evitar que las lágrimas invadieran sus ojos. Y como si la Dama sintiera su mirada, volvió sus ojos de zafiro hacia la muchacha y en su mente recibió un saludo de la gran señora. Se asustó un poco y esbozó sólo una tímida sonrisa, para luego alejarse de su vista.
La noche transcurría lenta, como si nadie quisiera dejarla ir, la iban viviendo lentamente, disfrutaban de aquella alegría que les dejaba una nostalgia de tiempos arcaicos.
Todos hablaban y se divertían, pero Miluinel se había sentado en una banca un poco apartada de los demás.... y pudo estar ahí toda la noche, hasta que Galadwen y Berianis llegaron por ella; no podía perderse el baile de parejas.
- Vamos, Milui, tal vez tengas algún admirador secreto que te saque a bailar -
- Sí... claro -
La tradicional música empezó y todos los jóvenes llevaban sus elegantes máscaras; el esplendor de aquel peculiar ritual era digno de admiración. Una a una, todas las jóvenes aceparon invitaciones de caballeros incógnitos, tras aquellos rostros de ilusión. Miluinel observaba a sus amigas ir de la mano de los elfos a bailar
- Ya basta - dijo en voz baja, y se disponía a regresar a donde estaba, aislada de todos, hasta que un caballero con una perfecta máscara dorada la invitó a bailar. Quiso negarse, pero ante la sutil insistencia de aquel desconocido, aceptó y la condujo de la mano hasta donde las demás parejas bailaban.
La música los llevaba suaves, delicadas arpas que se entrelazaban con melodiosas voces sumadas en un todo que hacía que moviera su cuerpo de manera acompasada. Te temblaban las manos; no tenía idea sobre la identidad de aquel elfo, sólo vio su cabello dorado y un brillo en sus ojos. Estaba nerviosa y al principio, trató de saber por todos los medios con quién bailaba, pero después se dejó llevar y se envolvió en tal encanto que sintió que estaban solos en aquel lugar. Entonces un gran impulso, la boca se le soltó y se le escaparon los versos
- Por ti fuera capaz en un solo día, de pintar todo el cielo de violeta, y para tal ocasión yo usaría , por pincel, la cola de un cometa -
una leve risa se escapó de aquel elfo y entonces, sin planearlo ni saberlo, depositó en los labios de Miluinel un suave beso, casi imperceptible. Una gran sorpresa hizo a la joven soltar la mano del caballero y escapó corriendo, antes de que terminara la pieza.
Llegó veloz hasta un estanque, lejos de todos, donde sólo había un eco de la fiesta. Se quitó la máscara y miró su reflejo en el agua
-¡Qué tonta eres Miluinel!, ¡qué tonta! Besaste a un extraño... ¿sabes siquiera su nombre? - se dijo a si misma.... después, levantó la mirada y sus ojos se posaron en la luna. No recordaba quién llevara en ese momento una capa blanca y un traje en plata. Había muchos elfos de cabello dorado en Imladris, jamás podría saberlo...
-¿ Quién eres?... tú.... -
/////////////////////////////////// aaaaaaaaaaaaaa pues así se queda esto de momento!! Ya sé que me pasé un poquito con el romanticismo, pero weno, es que después puede que ya no haya tanto, a menos que me lo exijan. Todos los versos y enunciados en letra cursiva (obviamente) no son míos, son fragmentos de poemas de autores mexicanos (ja! Ya quisiera yo escribir así!) que me parecieron muy bellos y decidí insertarlos por ahí. Gracias por leerme, y dejen reviews, aunque sea como regalo de navidad!!!
