-Atto, no quiero irme - decía una pequeña niña de cabello castaño, con los ojos llorosos (papá)

-Debes de hacerlo... Namarië Miluinel, te alcanzaré pronto y volveremos a jugar... cortarás de nuevo esas flores blancas que tanto te gustan-

-Papá...-

Aquel elfo le dio un hermoso prendedor con la forma de una mariposa de colores castaños. Y después la besó en la frente; la niña soltó el llanto y una elfa adulta la tomó de la mano.

-Estelwen, cuídala, es todo lo que tengo -

-No te preocupes Finlomë, tu hija estará bien -

y después fuego, fuego y frío de un agua helada y hostil. El sabor salado de las lágrimas incesantes que salían de los ojos de agua de aquella niña que no soltaba la mano de Estelwen, hasta que una terrible y negra flecha le atravesó el hombro a esta y la niña se vio sola entre gritos y rugidos furiosos.

-¡No, no otra vez! - dijo Miluinel despertando de golpe de su intranquilo sueño. Miro alrededor, la noche estaba avanzada, en unas horas amanecería. Las voces y los gritos todavía estaban en su mente; estaba sudorosa y agitada. Se levantó de la cama y trató de tranquilizarse. Avanzó hasta su tocador y de una pequeña caja de madera oscura sacó el prendedor. Lo miró como si nunca lo hubiera visto antes, se maravilló ante tal belleza... y los recuerdos la alcanzaron de nuevo, pero no como una pesadilla incontrolable, sino como un ideal sueño lleno de colores y alegría que alguna vez había vivido. Y sonrió.

-Padre...- dijo con un hilo de voz

Dejó el prendedor en la misma caja y decidió que no tenía ganas de descansar. Así, en sus sencillas ropas de dormir salió de su habitación para caminar bajo la luz de las estrellas. El verano ofrecía una noche fresca, bastante agradable. El ligero rocío de las cataratas y los manantiales mezclado con el dulce aroma de las flores le daban al aire un efecto calmante y sereno. Con sus blancos pies avanzaba ligera entre la fresca hierba y el espontáneo empedrado claro. Llegó hasta un puente de piedra que daba paso sobre una pequeña cascada de aguas espumosas y cristalinas. Algunas gotas caían sobre su cabello, y a la luz de la luna parecía cubierta de destellos. Se sentó, dejando sus pies colgando y balanceándolos juguetonamente. Escuchaba los bellos cantos de Imladris, que se confundían en un rumor con la casi melodiosa caída de agua y con el aire de la noche.

-¿A dónde fuiste, padre? - dijo Miluinel, con una voz musical, como si cantara

-Fue un hombre bueno y valiente... conserva así su recuerdo- irrumpió una bella voz, pero tal fue la sorpresa que Miluinel casi cae de frente hacia el arroyo.

-Señor Elrond... - la joven se levantó de golpe e hizo una acostumbrada reverencia; estaba desconcertada ante su presencia y también apenada de que la viera tan despreocupada con su ropa de dormir.

- No sabía que usted se encontraba aquí -

-Perdona, no quise asustarte... ¿Irás a los torneos del rey Thranduil, no es así? -

- No se disculpe... en realidad espero hacer eso, pero no sé si esté preparada -

Los ojos del elfo la miraron fijamente.

-¿Pasa algo? -

-Eres igual a tu padre -

Miluinel esbozó una triste sonrisa

-Me lo han dicho... pero siento como si cada día se alejara más de mí, se... se me escapa de las manos... y no puedo dejar de pensar que fue mi culpa que...-

- No, no ; no debes recordar de esa forma... y tampoco debes culparte, el destino no es una falta de nadie; cuando la vida nos quita algo siempre nos brinda otra cosa, tal vez ahora no la veas, pero nunca dudes que esté ahí, esperando por ti-

Miluinel lo miró con aquella expresión de niña indefensa que no terminaba de abandonarla. Entonces, un apresurado elfo de cabellos negros, con apariencia cansada y bastante agitada llegó corriendo hasta donde estaban. Elrond enseguida supo de qué se trataba y su rostro puso un gesto preocupado.

-Debo marcharme... y tú debes meditar a solas un momento -

La joven se quedó parada sobre el puente y miró al cielo. Entre recuerdos y las palabras de Elrond la cabeza le daba vueltas

-A veces no logro ver donde están todas esas cosas... - dijo, mirando las estrellas.

**********************************************

-No le golpees la espada, ¡golpea a tu oponente! ¡Búscalo, no te defiendas! - Rohedil no paraba de darle indicaciones a un joven elfo, mientras Gadonen lo dominaba sin problemas.

-Muy bien, Gadonen... nadie te ha podido vencer hasta ahora -

El joven de negros cabellos sonrió satisfecho.

Luinil y Galadwen observaban la prueba de las competencias para ir a Bosque Verde; la destreza de Gadonen con la espada era indudable. El joven elfo que fue vencido pasó por un lado de ellas y arrojó su espada, enojado. Luinil la levantó del pasto donde había caído.

-Déjame probar -

-¿Estás loca?-

-Ese no es el punto, Gadonen, o qué, ¿acaso te doy miedo? -

-Tú nunca has agarrado una espada -

- Entonces no te debería preocupar nada -

- Vamos, Luinil, déjanos continuar -

- Señor Rohedil, ¿no le quito tiempo, verdad?-

-Luinil, podrías lastimarte... -

-Será pues mi castigo por ser tan desvergonzada -

Rohedil sonrió y dejó a Luinil enfrentarse con Gadonen, a la manera de entrenamiento: tres toques de espada en un punto débil y se consideraba al ganador. Empezaron. Luinil comenzó con la mano derecha: su desplazamiento era grácil, se movía ágilmente, no parecería que peleara si no fuera por el sonido del choque del metal. Gadonen se sorprendió con los primeros movimientos, rápidos y precisos

-Un toque, de Luinil - decía Rohedil, observando de cerca. Estaba realmente estupefacto, pues los otros jóvenes no habían podido ni siquiera rozar a Gadonen

-Un toque, de Gadonen -

Gadonen sometió la espada de Luinil con toda la fuerza de su brazo, pero entonces Luinil dio un rápido giro y la tomó con la izquierda, dejando aún más extrañados a Rohedil, a Gadonen y a todos los que miraban: si ya era demasiado que pudiera manejar una espada con la mano derecha, que también fuera manodoble era toda una sorpresa.

-Otro toque, de Luinil... bien... muévete, ¡gira! Eso es Gadonen, control -

Gadonen preparó un certero golpe hacia el hombro, pero Luinil se agachó y le propinó el tercer toque al joven, detrás de la rodilla de apoyo; esto lo hizo caer.

-Luinil... venciste a Gadonen - dijo Rohedil fascinado

Luinil le dio la mano al elfo de negros cabellos para que se levantara.

-¿Nunca había agarrado una espada, eh? -

-¡Cállate! - le respondió, sonriendo

Miluinel lo había observado todo desde el montículo cubierto de pasto donde estaban sentados los demás... sabía que Luinil practicaba a veces con su abuelo, pero no llegó a pensar que hubiera avanzado tanto. Se levantó rápidamente y corrió hacia Luinil

-¿Qué fue eso? -

- Nada, sólo quería divertirme un poquito - respondió Luinil, riendo

-¡Eres demasiado buena! Yo llevo entrenándome un tiempo y apenas puedo manejar la espada a dos manos -

-He pasado tiempo con mi abuelo -

-Supongo que él sigue siendo de los mejores de todo Imladris -

-Estoy segura -

-Entonces lo llevas en la sangre -

-¿Luinil? ¿Vendrías un momento? - Rohedil se había aproximado a las muchachas

-Claro, ¿qué sucede? -

-Creí que sólo llevaríamos a Gadonen para la espada, pero me he equivocado... sé que sonará extraño pero... ¿vendrías a los torneos? -

A Luinil se le iluminó la mirada

-¿Sería correcto hacer eso? -

-Sería incorrecto dejar a tan buen elemento fuera -

-¡Claro, claro que iré! -

**************************************************

Semanas habían pasado desde su partida de Imladris, llevaban varios días viajando casi sin detenerse y el Bosque Verde ya se veía a lo lejos: era por la mañana y su vasto vigor llenaba los ojos, para el anochecer estarían ahí. Luinil, Gadonen y Miluinel eran los jóvenes que irían a los torneos; de la vieja guardia irían los elfos más experimentados. Rohedil acompañaba a los principiantes y ni un minuto les quitaba el ojo de encima. Se sentía feliz de ir a Bosque Verde de nuevo, y estaba feliz de tener ese último respiro... cada elfo de Imladris iba sabiendo, poco a poco, que su relativa paz ya no duraría. Mucho menos después de esa noche...

" -Señores... han llegado mensajeros de Lindon, con desconcertantes noticias- Elrond había hecho una pausa y cerró los ojos, después, continuó - Sauron, el enemigo... está prisionero en Númenor "

"- Rohedil, ¿tus hombres están listos?-"

"- ¿Listos?¿a...ahora? -"

"-No ahora... en un tiempo, en un corto tiempo... Sauron no es sólo un prisionero, ahora interviene directamente en las acciones del rey, es más que un consejero. atrocidades suceden ahora ahí donde alguna vez hubo honor y gloria. Algo grande, muy grande y terrible vendrá-"

*

La luna los contemplaba desde el negro cielo estrellado, hacía ya horas que habían ingresado en la espesura del bosque y sus enormes árboles. El perfume de las verdes hojas era refrescante y vigoroso como aquellos gruesos troncos y sus raíces escapando de la tierra. Los búhos anunciaban su presencia, acompañados de crujidos de ramas y algún susurro lejano de vírgenes manantiales. Había enormes rocas que emparedaban el camino, como acantilados y algunos pasos, rocas vigilantes y grises, como grandes animales de la antigüedad. Miluinel no dejaba de mirar a su alrededor; casi tropezaba... estaba maravillada ante tal majestuosidad, ante aquella gruesa cobija que el bosque ofrecía, el gran Bosque Verde. Los azules ojos de Miluinel entonces vieron algo ajeno a todo aquello: luces tenues, como chispas, que se alcanzaban a distinguir entre el espeso follaje. El verano aún se hacía presente, los árboles más verdes que nunca, aún en la oscuridad; lo envolvían todo en una atmósfera serena y majestuosa.

- Daro! ¿Quiénes sois y qué os trae a la ciudad de Bosque Verde? - (Alto!)

Todos interrumpieron su marcha. Un guardia vestido con los colores del bosque los detuvo.

- Somos amigos, desde Imladris, venimos a los torneos de vuestro rey Thranduil -

-Osanwë, jefe de la guardia a vuestro servicio -

-Rohedil, al vuestro y de vuestro noble rey -

Osanwë no dijo nada más y se le alcanzó a notar una ligera sonrisa; de inmediato hizo traer un caballo y los condujo hasta el lugar donde los habitantes de Bosque Verde se concentraban. Los edificios, casi parte de los árboles estaban tallados con gran habilidad, los colores se confundían con el follaje y la noche. El empedrado y los faroles eran aquel resplandor que Miluinel había visto a lo lejos. Entonces llegaron hasta una gran construcción, una especie de palacio, con muchas entradas. parecía extenderse por debajo de los suelos, más allá de las gruesas raíces de los árboles. Y se detuvieron; una movilización discreta comenzó y en poco tiempo llegaron hasta donde estaban, los reyes de Bosque Verde: dos perfectos elfos sindar de cabellos dorados, con ropas color verde hoja y engalanados con hermosos bordados en oro; las coronas, simulando enredaderas doradas, les daban un aspecto aún más respetable. Los grandes ojos verdes de la reina y su mirada despierta y alegre.

-Mae govannen, Rohedil - dijo entonces el Rey

Todos hicieron una respetuosa reverencia y se presentaron ante los reyes.

-Nuestros asistentes os dirán donde será vuestra habitación; podrán descansar y cambiarse, pues ofreceré una cena de apertura para los ya tradicionales torneos -

*

Miluinel cepillaba con fuerza sus cabellos; el largo viaje los había enmarañado, aún cuando lo llevaba trenzado. Estaba furiosa con los nudos y con aquel aspecto desaliñado que no se le quitaba, aún después de limpiarse y cambiarse. Estaba en una pequeña habitación con un lecho lleno de almohadones verde pálido y mantas con bordados de hojas. Tenía un gran ventanal por donde entraba la luz de la luna y las estrellas. Miluinel amaba mirar el cielo de noche. pero ahora lo único que miraba era su cabello, que estaba hecho un desastre.

Después de un rato de pelear a muerte con los castaños mechones, logró verse un poco más presentable con el cabello atado en una media coleta. Llevaba el prendedor de su padre y un sencillo vestido pardo, aquello de vestirse como una señorita no la hacía muy feliz .

Caminó por un oscuro pasillo, subterráneo; hacía años que no estaba en un lugar como ese, lleno de pasillos hondos y colmados de hermosos tapices y formas de bosques. Llegó hasta el lugar donde cenarían, ahí estaban todos, aún sin haberse sentado, pues esperaban a los reyes. Miluinel se acercó a sus amigos, que también se habían puesto elegantes ropas; avanzó sin siquiera mirarlos, pues estaba sorprendida con la belleza de aquel lugar; tenía una especie de cúpula abierta al cielo nocturno, algunas ramas se colaban por ahí y se mecían suavemente con el cálido aire veraniego. Sonrió y cerró los ojos, respirando profundamente, se encontraba muy feliz. Pero sintió que alguien la miraba y de nuevo abrió los ojos, para mirar a toda esa gente alrededor.

Osanwë y laitalë

Vio a una hermosa elfa de rubio cabello y ojos de cielo, tenía una expresión de alegría.pero sus ojos se clavaron en una no menos hermosa, que también la miraba, de rostro níveo y cabellos negros como la misma noche. Sus ojos eran enormes y grises. sentía que la había visto en algún lugar, aunque parecía imposible, pues nunca antes había estado en Bosque Verde.

-¿Miluinel?- dijo Rohedil, que se había acercado por detrás

-Te presentaré a unas amigas de mi familia -

Y así se hizo. Se acercó junto con Miluinel hasta donde estaban las elfas y las presentó.

-Aiya! Miluinel, ella es Laitalë - después del saludo, continuó a presentar a la compañera de Laitalë - Y ella es Estelwen - Miluinel y Estelwen abrieron mucho los ojos, se habían quedado estupefactas. Rohedil no comprendía, creía que era una presentación como cualquier otra. pero tal parecía que para ellas no. Antes de que pudieran dirigirse palabra, los reyes hicieron presencia en aquella concurrida sala, para por fin dar apertura a los torneos y comenzar la cena de bienvenida. Después de un breve discurso por parte del rey, todos los presentes se dispusieron a cenar. Voces femeninas entonaban alegres canciones acompañadas de los agudos timbres de las flautas y las ácueas vibraciones de las arpas. Aquel salón era muy especial: casi se podría decir que no tenía paredes, pues se podían ver todos los árboles alrededor; unos pilares simulando troncos de árbol sostenían el techo abovedado. Miluinel trataba de comparar los edificios de Imladris, pero no eran superiores ni inferiores, no. aquello era diferente.

Todos parecían felices, por lo menos de momento. La música no narraba hechos de guerras ni reyes, como si existiera un miedo a todo aquello en aquel instante. Las canciones volaban igual que las hojas con el aire veraniego y el tenue calor que subía de la húmeda tierra. A Miluinel le encantaba cantar, entonces, animada por Luinil, se dirigió hasta donde estaban los músicos y les dijo que quería cantar. Una flauta comenzó una popular melodía responsorial (el responsorio suele ser una pieza coral, donde hay un solista y el resto "responde" a lo que canta), donde Miluinel llevaba la voz principal. Pero Miluinel no estaba ahí. no dejaba de pensar en esa elfa de antes de la cena ¿En realidad podría. ser ella? ¿Por qué no murió?...

*****************************

En un campo abierto se encontraban todos los participantes ajustando sus armas; era la primera ronda de competencias y había muchos jóvenes elfos. Miluinel ajustaba su arco favorito: de madera blanca y una nueva cuerda relumbrante, como si fuese platino. Sus ojos volteaban a todos lados, a veces al cielo azul manchado por la blancura de las nubes, a los enormes e imponentes árboles y también a todos los demás elfos. Se sentía un poco intimidada, nunca había competido frente a tanta gente, ni frente a otros arqueros que obviamente serían excelentes, pues había oído la fama que tenían estos en Bosque Verde. y no era lo único que la tenía preocupada, pues aquella mirada gris no la había dejado descansar mucho tiempo en la noche.

- Aiya! -

Miluinel se volvió y miró que Laitalë, la elfa que Rohedil le había presentado en la cena de apertura la saludaba

-Aiya! Es un lindo día, ¿no crees? -

-Por supuesto! ¿Estás nerviosa? -

-¿Nerviosa? Sí, un poco, he oído que vuestros arqueros son insuperables -

- Qué va, son buenos, pero estaría bien que alguien los bajara de las nubes -

Las elfas comenzaron a reír.

- Me han dicho que Imladris posee una belleza incomparable -

-Es hermoso. pero no menos que vuestro bosque y sus habitantes - dijo Miluinel, sonriendo. En ese momento llegó Osanwë, un joven elfo de negro cabello y ojos de esmeralda. Miluinel lo recordó en seguida, fue el guardia que los había recibido.

-Aiya Laitalë. es un. un lindo día. no.crees? -

Ambos elfos parecían nerviosos, como si las palabras salieran forzadas de sus bocas, pero no pudieran contener la necesidad de hablarse. Miluinel sonrió ¿Cómo no notarlo?.

-Laitalë, aún queda un rato mientras esto empieza, por que no vamos a dar un paseo? Puedes llevar a tu amigo. -

La rubia elfa le dirigió una mirada asesina, pero Miluinel sólo respondió con una pícara sonrisa. Al no tener más opción, los tres empezaron a caminar introduciéndose en la espesura del bosque. El verdor era embriagante, la suave hierba que brotaba en la tierra acariciaba los pies, el verano le procuraba vibrantes colores a los árboles y un viento movía las hojas acompasadamente. Los elfos iban callados, ocultando todos los nervios que les corrían por el cuerpo.

-¡Oh no, olvidé que tengo que hacer algo! ¡Tenna rato! - dijo Miluinel y echó a correr, aguantándose la risa.

-¡Miluinel! ¡Espera, ¿a dónde vas?¡ - dijo Laitalë, pero ella ya estaba lejos, saltando entre los árboles

-Pues. parece que nos hemos quedado solos. - dijo Osanwë

-Sí eh... solos-

- Laitalë, yo... -

*

Miluinel regresó agitada hasta donde sería el torneo. El Rey y su esposa habían llegado ya. Luinil y Gadonen practicaban con sus espadas. todo parecía tan normal y tranquilo; y sus ojos risueños de nuevo se toparon con aquella extraña.

-Mae govannen Miluinel - dijo Estelwen con una voz profunda, un poco grave

Miluinel no pudo contestar, aquella voz confirmaba que era la misma Estelwen de sus recuerdos. Y aquel día se hizo presente de nuevo

-A tus padres les hubiera alegrado saber que estás bien -

Sus ojos de agua derramaron lágrimas cristalinas que rodaban por su piel; una tras otra escapaban, su expresión era de un gran asombro y a la vez una profunda tristeza.

-No puedo seguir escuchando... - dijo Miluinel, con la voz entrecortada

- Mi intención no es abrir viejas heridas, sólo quiero...- la voz de Estelwen se interrumpió de golpe. Un gran rugido venía desde las alturas. El cielo se había ennegrecido de pronto y las nubes pintaban filos de un rojo brillante como la sangre, como si una gran tormenta de fuego pudiese llegar. Y la tierra empezó a sacudirse violentamente, los árboles se agitaron y a todos les había recorrido un escalofrío por el cuerpo... Miluinel sintió un terrible miedo y cayó al suelo junto con Estelwen por el convulsivo movimiento; se tomaron de las manos y Estelwen abrazó a Miluinel como si fuera su propia madre, como si con sus brazos quisiera salvarla como no había podido hacía años. Se escuchaban gritos y el cielo rugía furioso.

...y entonces el movimiento cesó; todo fue quietud. Ni una sola voz se atrevió a romper aquel silencio abismal en que todo había quedado: las aves callaban y hasta el agua y el viento parecían haber interrumpido su flujo.

Después de un momento todos volvieron en sí mismos; comenzaron a especular y a hablar sobre aquel suceso.

-Miluinel, ¡Miluinel! - Luinil, Rohedil y Gadonen se dirigían rápidamente hasta donde estaba ella, aún con Estelwen.

-Miluinel, ¿estás bien? - dijo Rohedil extendiendo su mano para que se pusiera de pie, a la vez que Gadonen le tendía la suya a Estelwen.

-Sí... sí, bien... -

-Tenemos que volver a Imladris tan pronto como sea posible... presiento que ha pasado algo que nadie tenía contemplado. Miluinel, tal vez lo próximo que veas y para lo que tengas que prepararte no sea sólo un torneo -

-¿Qué? ¿Qué dices? - decía como si no estuviera ahí

La cabeza le daba vueltas a Miluinel, seguía cerca de Estelwen y ahora también de Luinil. Miraba todo como tras un borroso cristal que mezclaba lo que sucedía con lo que había pasado hace años.

...Tus padres se hubieran alegrado... lo próximo que veas no será sólo un torneo... Mae Govannen Miluinel... debemos volver a Imladris... ¿Estás bien?... Namarië Miluinel, te alcanzaré más tarde y volveremos a jugar como siempre... necesitas meditar a solas un momento... Ella es Estelwen...

-¿Qué pasa? ¿ Qué pasa? - decía Miluinel quedamente, casi murmurando

Mientras esa tormenta de voces y recuerdos le nublaba la mente a la joven elfa, el Rey Thranduil se había movilizado y había enviado mensajeros; todo era un caos. Rohedil había preparado todo para poder partir antes del anochecer, a pesar de la sugerencia de Thranduil de no partir después de aquello.

Miluinel ya no podía decir palabra y comenzó a sentirse débil; tampoco dejaba de llorar silenciosamente y entonces desfalleció, pero antes de poder golpearse o caer fue detenida por Osanwë, que para entonces ya estaba ahí.

*

-¿Te sientes mejor? - preguntó la dulce voz de Laitalë al momento que Miluinel abría sus ojos y veía la estancia llena de ventanas desde el piso hasta casi el final del techo donde se encontraba

- Entonces en realidad pasó... ¿Laitalë? ¿Dónde estoy? -

-Estás en la casa de curación, te has puesto muy débil, pero parece que no fue grave ¿Podrás viajar hasta Imladris? Si no te sientes bien podrías quedarte aquí -

-No, no... ¿Dónde está Luinil? -

-Todos tus compañeros están alistándose para partir en dos horas -

-Entonces tendré que recoger mis cosas y... - dijo mientras se levantaba de golpe

-Calma, tus cosas ya están listas por si puedes partir. Estelwen se ha preocupado mucho, supongo que se han hecho buenas amigas -

-¿Estelwen? Entonces eso sucedió también... -

-¿Qué dices? -

-Laitalë, ¿podrías hacerme un favor? -

- Claro... por que me parece que tú me has hecho ya uno - y sonrió como si recordara algo. Entonces Miluinel empezó a reír olvidando un momento todo lo que había pasado.

-Si nadie les daba un empujón pasarían siglos sin dirigirse la palabra aunque murieran por hacerlo -

Laitalë se sonrojó

- Necesito saber de Estelwen... ¿podrías escribirme? Pienso que partiré junto con todos mis compañeros -

-Aunque no comprendo por qué no se lo preguntas a ella... lo haré -

-Hantalë... siento que ya somos amigas -

Ambas elfas sonrieron y se dieron un abrazo. Miluinel entonces se levantó y en cosa de un momento estaba ya en la habitación donde había sido recibida, preparando sus cosas. Antes del atardecer todos los elfos que habían llegado de Imladris partieron sin más demora. Miluinel estaba silenciosa y miraba la puesta de sol, estaba confundida...

////////////////////////////

Vaya, después de tanto tiempo!!! Espero que les haya gustado el capi, ahora sí no podrán negar que hubo un poquito más de acción jejeje... en fin, Mil gracias a Anariel (por cierto, si algunos personajes les suenan, lean el fic de la vida de Legolas, por Anariel, y se quitarán la duda =) ) quien además de siempre dejarme review es una gran amiga!! Gracias a Elanta por sus comentarios y sus @, a Nariko por sus reviews y su amistad y a Cari- Chan por sus alentadores comentarios.

Tenna rato!