III: ¡Todos locos!

-¡Vaya con Alex! –comentaba Daniel tumbado en un sofá de la sala común- En apenas una semana tiene a medio colegio pendiente de él: los profesores, los alumnos, las chicas, Adrienne... -No te burles. Será que le tienes envidia. Él no tiene la culpa de ser tan... encantador.
-¿Encantador? ¡Vamos Adrienne! ¿Cómo puedes saberlo si no has hablado nunca con él?
-¡Déjame! ¡Si lo llego a saber no te digo nada de que me gusta, porque no has hecho mas que molestarme desde que lo sabes!

Adrienne se levantó bufando. Daniel suspiró. Adrienne estaba terriblemente susceptible últimamente, sobre todo en la parte referida a Alex Montero. Ya que Adrienne le había dejado plantado con su conversación fue a buscar a alguien. Hace un año jamás habría pensado esto. ¿Sería verdad que estaba cambiando? La verdad es que en el fondo era sociable y gracioso, pero esa vena siempre la intentaba ocultar porque creía que, al mostrarse tal como era, los demás podrían pensar mal de él. Pensó en Adrienne. Era distinta en cada momento del día sin proponérselo y eso le hacía ser torpe, dulce, cabezona, sensible, borde... Él siempre se burlaba de ella pero en el fondo la envidiaba por ser tal y como era. Y luego pensó en Karen, siempre escondida tras la imagen de chica perfecta. Se preguntó que ocurriría en su cabeza. Al parecer la única que la conocía verdaderamente era Adrienne. ¿Acaso él quería ser una máscara? Eso era de cobardes. Y él no era cobarde.

-¿Qué te pasa Dani? –le preguntó Adrienne que había aparecido como de la nada- me he vuelto a sentar pero no te has dado ni cuenta. ¿Te ocurre algo?
-No. Estaba pensando. Además, ¿tú no estabas enfadada?
-Ya sabes que no. Será mejor que empecemos a hacer los deberes. Aunque bueno, aún son las cinco y media. ¡No tengo ganas de hacerlos!¿Dónde está Karen? Ella siempre es la primera que los hace. -Si tú no lo sabes menos lo voy a saber yo. No hay nadie de nuestro curso. Últimamente no hacen más que desaparecer. Tienes razón. Deberíamos hacer los deberes, aunque no hay ganas. ¿Jugamos una partida de Quidditch total?

* * *

Al día siguiente los de quinto de Gryffindor tenía clase de Transformaciones con Hermione. Para ser tan joven Hermione era probablemente la mas dura de sus profesores, excluyendo a Draco, porque al menos Hermione era amable. Nadie sabía como se las arreglaría para dar clase y ser la directora al mismo tiempo, pero el colegio funcionaba a la perfección.

-Tengo una grata noticia para todos vosotros –dijo Hermione- dentro de poco haremos un viaje.

Los murmullos fueron creciendo. Jack levantó la mano.

-¿Y a dónde iremos? ¿Quiénes? ¿Para qué?
-Señor Simmons, si se callaran se lo diría.

Jack intentó imponer un poco de orden para que Hermione contestara a la pregunta. Cuando todos se callaron Hermione volvió a hablar.

-Iremos a otra ciudad mágica, como Hogsmeade, pero mucho más grande. Hasta hace poco Hogsmeade era la única, pero como sabéis Harry Potter fundó otra a menos de cien millas de aquí. Como todos bien sabéis Harry Potter era un gran amigo mío. ¿Si señor Simmons?
-¿Y qué fue de él?
-Ni si quiera yo lo sé.

Hermione pareció melancólica. Los alumnos vieron que hablar de Harry Potter no era de su agrado así que cambiaron de tema. De nuevo Jack Simmons, que estaba haciendo como de portavoz de la clase, levantó la mano.

-¿Y quiénes iremos?
-Todo quinto curso, de las cuatro casas. Pasaremos dos días allí, con noche incluida. El coste del viaje se os quitará de la cuenta de vuestros padres directamente. Ya se os irán dando más detalles, porque aún quedan algunas semanas antes de que vayamos. ¿Alguna duda más?

Todos parecieron conformes. La clase continuó con normalidad y cuando sonó el timbre todos celebraron que fuera el fin de las clases por aquel día. Los primeros días estaban siendo bastante agotadores, ya que aún tenían en el cuerpo el ritmo de las vacaciones. Pero a los profesores aquello parecía darles igual, ya que se portaban muy severamente.

* * *

-¿Crees que es una buena idea? No sé, los de quinto son los peores. Ya sabes están en la edad del pavo. Todos lo estuvimos. Pasar una noche fuera de Hogwarts... se desmadrarán.
-Lo sé. Pero voy a mandar a dos profesores con ellos. Tranquilo. ¿Alguna noticia de Harry?
-No. ¿Tienes miedo?

Hermione asintió con la cabeza tristemente.

-Anoche estuvimos en su casa nuevamente y no encontramos nada nuevo. Muchos aurores estamos trabajando en ello, pero no le encontramos. Además, dos meses ya es demasiado tiempo para unas vacaciones.

Se produjo un breve silencio entre Hermione y la persona que tenía su cabeza entre las llamas de la chimenea.

-¿Qué tal estás tú Ron?
-Bueno, el sueldo de auror es muy bueno, aunque supongo que no tanto como el de directora de Hogwarts. Esa túnica es de marca ¿verdad?
-Créeme, es muy estresante –contestó Hermione sonriendo.
-Todos los trabajos lo son. Sobre todo el turno de noche.
-¿Hasta que hora tienes que estar?
-Hasta las cinco de la mañana. ¡Y todavía son las doce!
-¡Weasley! –dijo una voz algo lejana-¡Muévete! ¡Basta ya de hablar a cargo del ministerio!
-Mi jefe. El deber me llama. Hasta pronto.

Hermione se agachó y besó la pecosa mejilla de Ron. Este desapareció mientras las llamas de la chimenea volvían a ponerse naranjas. Hermione se centró en preparar su clase del día siguiente, cuando alguien tocó en la puerta.

-Adelante.
-Buenas noches –dijo Malfoy- sé que es un poco tarde. Espero no molestar.
-No pasa nada. Veo que estás haciendo caso de lo de ser más amable con la gente.
-No tengo otro remedio si no quiero ser despedido.

Se produjo un instante de tensión entre ambos.

-¿Y bien?
-Ah sí. Quería decirte que ya he hecho el calendario de los partidos de Quidditch y que aún quedan por confirmar un cazador en Hufflepuff, dos golpeadores en Gryffindor y el buscador de Ravenclaw. El equipo de Slytherin está completo.
-Muchas gracias. Mañana en la hora de la comida di en alto que empiecen a preparar los equipos. Yo estoy ocupada a esa hora. Tengo que ir cobrando el viaje. Por cierto, tú y Neville iréis con los chicos. Sois los más cualificados. Sé que no os lleváis muy bien entre vosotros, pero tendréis que arreglároslas. ¿De acuerdo?
-Vale. Buenas noches.
-Buenas noches.

* * *

Adrienne y Karen iban de camino al Gran Comedor, ya que habían terminado las clases de la mañana. Por la tarde tenían dobles pociones, cosa que no les apetecía mucho. Se sentaron y empezaron a comer charlando alegremente. Cuando el comedor estuvo prácticamente lleno Malfoy se levantó y dio la noticia sobre Quidditch.

-¡Qué bien! –exclamó Karen.
-No entiendo como te puede gustar ese deporte –le contestó Adrienne- Está bien verlo, pero practicarlo... es demasiado violento. ¿O no recuerdas cuando te dio la bludger y te caíste de la escoba? ¡Tres días en la enfermería!
-Tranquila Adrienne. Se lo que me hago. Voy a avisar al resto del equipo para concretar el día para elegir a los nuevos golpeadores. ¡Dennis! ¡Justin! ¡Sandra!
-¿Y no comes?
-Si, ahora vuelvo. -¡Todos locos! –exclamó Adrienne para sí.

Cogió un par de cucharadas de sopa cuando escuchó una voz con un ligero acento español hablar tras ella.

-Me encanta el Quidditch y además en mi antiguo colegio era cazador también.
-¿Entonces te vas a presentar?
-¡Claro!

Adrienne se atragantó con la sopa haciendo que Alex mirara hacia su negra cabeza, ya que Adrienne estaba de espaldas. Se encogió de hombros y siguió su camino hacia la mesa de Hufflepuff acompañado por sus amigos. Daniel se sentó enfrente de Adrienne con un pequeño salto.

-¿Por qué estas tan contento?
-Karen me acaba de decir que andan buscando golpeadores y me voy a presentar.
-¿Ah si? ¡Yo también!
-¿Tú Adrienne? ¡Pero si odias jugar a Quidditch!
-Ya ves, los gustos cambian.

Con una sonrisa pícara miró hacia la mesa de Hufflepuff, justo al sitio donde estaba Alex.

* * *

Las pruebas para entrar en el equipo de Gryffindor eran el viernes por la tarde. Adrienne pidió prestada una escoba a un niño de primero, ya que él no podría jugar en el equipo. Daniel sacaba brillo a su propia Nimbus 4000 turbo. Le había costado los ahorros de toda su vida más una buena cantidad que habían puesto sus padres. Pero merecía la pena. Aquella era la mejor escoba fabricada hasta el momento. Adrienne miró el palo rojo brillante y las hebras finas de la escoba de Daniel. Luego miró la suya. Con aquello no tenía nada que hacer. Además no había jugado bien al Quidditch en su vida. Sin embargo no perdía nada por intentar ingresar en el equipo. Ella y Daniel fueron al campo a las cinco y media. Había una buena cantidad de personas haciendo cola mientras Dennis, el capitán y guardián del equipo, iba anotando los nombres de los que se presentaban. Karen fue a saludarlos. Por supuesto estaba enterada de la verdadera razón por la cual Adrienne se presentaba a las pruebas. Adrienne y Daniel se pusieron a la cola.

-¿Crees que lo haré bien Dani? –dijo Adrienne.
-Si te soy sincero... lo dudo mucho.
-¡Idiota! ¡Eso ya lo sé! ¡Quería que me dieses ánimos!
-Está bien. Ya verás como no lo haces tan mal. Tampoco es tan difícil. Cuando veas venir la bludger mueves el bate.

Estuvieron hablando un poco más y al cabo de unos minutos llegaron al principio de la cola.

-Daniel McClain y ¿Adrienne Moore? ¿De verdad te presentas? ¡Creía que no te gustaba jugar al Quidditch!
-¡Claro! –respondió irónica Adrienne- Es que he visto una cola y pensaba que regalaban algo. ¡Pues claro que quiero jugar a Quidditch, Dennis!
-Vale, vale. Ya te apunto.

Al cabo de un rato empezó la prueba. No era muy difícil. Simplemente soltaban las bludgers y tenían que golpearlas. Los dos que mejor lo hicieran se quedarían con los puestos. Dennis comenzó a llamarlos según el orden por el cual los había apuntado. Algunos lo hacían muy bien y otros no tan bien. Cuando le llegó el turno a Daniel Adrienne le apretó la mano dándole ánimos. Esperaba recibir otro apretón pero Daniel era así. Montó en su escoba y se elevó en muy poco tiempo. Parecía que acariciase el aire. Golpeó todas las bolas perfectamente e incluso hizo una pirueta al terminar.

-¡Maldito engreído! –dijo Adrienne para sí.

Cogió el bate y golpeó el suelo furiosa. Se elevó a trompicones e intentó no mirar abajo. Acababa de recordar el vértigo que le provocaban las alturas. Una bludger venía justo directa hacia ella. Blandió el bate y...

-¡Le he dado! –exclamó feliz.

Adrienne no se dio cuenta que otra venía por detrás y le golpeó en la escoba haciéndole perder el equilibrio. Abrazó el palo mientras caía en picado. Se golpeó fuertemente contra el suelo y se quedó mirando al cielo mientras su color gris se iba tornando cada vez más oscuro.

* * *

Adrienne se incorporó, aunque seguía con los ojos cerrados. Los abrió lentamente y se volvió a dejar caer sobre la suave almohada blanca. Le dolía mucho la cabeza y la muñeca izquierda. Todo estaba oscuro. Buscó el reloj en su muñeca a tientas, pero lo único que notó fue una venda. Quería seguir despierta, aunque no podía. Se volvió a dormir enseguida.

-¡Arriba dormilona! –dijo una voz amable, pero severa.
-¿Qué pasa?
-Te caíste de la escoba –dijo la señora Pomfray- Por poco te matas. Te rompiste la muñeca y te diste un buen golpe en la cabeza. Aunque ahora ya estás bien. La muñeca se ha ido curando durante la noche gracias a la poción que te puse encima. Lo de la cabeza es un simple chichón. Mejorará con los días. ¡Venga! ¡Levántate! ¡Son más de las diez!
-Ya voy señora Pomfray. ¿Tiene algo para desayunar?
-Un buen cacao caliente te ayudará a sentirte mejor.

Hizo un gesto con su varita y en un instante apareció una taza de cacao y unas galletas.

-¡Pero no te lo comas aquí! Ve a la mesa.

La señora Pomfray señaló a una mesa redonda con varias sillas. Adrienne se sentó y se tomó el desayuno en silencio. En verdad, porque no tenía nadie con quien hablar. Cuando terminó le dio las gracias a la señora Pomfray y se marchó. Entró en la sala común donde todo el equipo de Quidditch de Gryffindor estaba reunido alrededor de una mesa. Justin, un chico muy guapo de sexto que era el buscador se subió a una silla para dar la noticia de quienes serían los golpeadores.

-¿Qué tal estás Adrienne? –dijo Daniel que subía de desayunar.
-Bien. ¡Calla que Justin va a decir quienes son los golpeadores! Te interesará saberlo.
-¿Y por qué no lo dice Dennis? El es el capitán ¿no?
-Es demasiado serio para subirse en una silla y decirlo en voz alta. ¿te vas a callar de una vez?
-¡Pero si está soltando el rollo! Cuando diga " y con todo esto hemos llegado a la conclusión de..." prestaré atención.
-...y con todo esto hemos llegado a la conclusión de que los nuevos golpeadores de Gryffindor sean Daniel McClain y Paul Alester. Venid aquí para que se os entreguen los uniformes del equipo.

Adrienne felicitó a Daniel que se puso al lado de Justin. Karen se reunió con Adrienne.

-¿Quién es ese tal Paul?
-Es uno de sexto –le dijo Karen- Si te soy sincera ganó por que es muy mono. Sandra, Mary y yo queríamos que entrase por eso y además es compañero de Justin, que también le votó.

Un chico moreno con el pelo medio largo y los ojos verdes se puso al lado de Daniel.

-¿Sabes? El Quidditch me está empezando a interesar mucho. Las dos amigas se rieron y salieron de la sala común para dar una vuelta.

* * *

Alguien tocó a la puerta del despacho de Hermione.

-Adelante –contestó esta soltando la pluma.

Un chico rubio entró con unos pergaminos en la mano.

-Ya tengo todas las alineaciones de los equipos. Me parece que el Quidditch de este año va a ser muy interesante. Alejandro Montero fue escogido por unanimidad entre todos los de Hufflepuff. Al parecer juega muy bien al Quidditch, al igual que Daniel McClain de Gryffindor, que también consiguió todos los votos de su equipo.
-Se me hace raro que Draco Malfoy alabe a uno de Gryffindor –le dijo Hermione poniéndose en pie- Pensaba que solo tenías ojos para Slytherin.
-Desde que abandoné el equipo han perdido muchos partidos.
-Siempre tan modesto –le dijo Hermione sarcástica.

Entonces Draco se puso muy furioso. Tiró todos los papeles y empujó a Hermione contra la pared y le puso los brazos en los hombros para que no pudiera escapar.

-¡Ya estoy harto de tus malditas ironías! ¡No lo soporto más! ¡He intentado ser amable, pero yo no lo soy! Si quieres que sea como Longbottom, que incluso hace que sus alumnos le llamen Neville, haber escogido a él como subdirector. ¡NO A MI!

Hermione sacó su varita y gritó.

-¡Petrificus totalus!

Draco cayó al suelo con un golpe seco. Hermione le intentó recoger del suelo pero no pudo. Hermione no era muy menuda, aunque tampoco tan fuerte como para poder levantar a un hombre de más de metro ochenta y bastante atlético. Sabía que Malfoy tenía antídoto en su despacho así que fue hacia allí lo más rápido que pudo. Sacó un tarro con poción y volvió corriendo a su despacho. Midió la cantidad que necesitaba para hacerle volver en sí y le la hizo tomar. Hermione sintió entre sus dedos el frío contacto de los labios de Malfoy. Al cabo de unos segundos Draco volvió en si.

-¿Qué ha ocurrido? Me has petrificado ¿verdad Granger?
-¡Entiéndelo! Pensaba que me ibas a hacer daño. ¡Era lo único que podía hacer!
-¿Daño? ¡Tu no sabes lo que es el dolor!

Draco se levantó y se dispuso a marcharse.

-¡Espera! La poción es tuya. Toma.

Hermione le tendió el frasco. Draco lo tomó con rabia y se marchó dando un portazo.