IV: El viaje

-¡Venga Adrienne! ¡Siempre igual!
-Lo siento Karen, pero ya sabes que por las mañanas estoy medio atontada.
-Deberías haber preparado las cosas anoche.
-¡Y las preparé! Pero he pensado en cambiar algunas cosas.
-Me tengo que ir –le dijo Karen mirando su reloj- Sean ya llevará un buen rato esperándome. ¡Tenemos que cumplir nuestro deber como prefectos!
-¿Quién te ha dicho que me esperes? ¡Yo ahora bajo!
-¡Pero date prisa! Que nos conocemos.

Karen bajó a la sala común donde la mayoría de los alumnos de quinto de Gryffindor esperaban con mochilas y bolsas.

-¿Dónde estabas Karen? –le preguntó Sean- ¡Tenemos muchas cosas que hacer!
-Metiéndole prisa a Adrienne, que va tarde, como siempre.
-Pues espero que se apresure, porque en cuanto venga Neville cogeremos el tren. Aunque ahora está con los de Ravenclaw. ¡Jack deja eso ahora mismo!

Karen miró hacia donde estaba Jack Simmons que guardó al instante algo tras su espalda.

-Dámelo –le ordenó Sean.
-Me costó una fortuna en la tienda de los gemelos Weasley. No tienes derecho a quitármelo.
-Créeme, si lo tengo. Karen ayúdame por favor.

Karen se acercó a Sean. Mientras tanto Adrienne bajaba las escaleras y vio cómo Jack le pasaba algo a Eric Pearce, su compañero de fechorías. Quiso saber que era, para comprobar si la broma que habían preparado era buena o no. Lo tomó sin que Eric se diera cuenta de que ella estaba detrás.

-¿Un disparados de chispas? Chicos, podíais haber sido más originales.
-Gracias Adri –le dijo Karen quitándoselo.
-De nada, pero ¿por qué?
-Porque gracias a ti nos hemos quedado sin broma en la excursión –le dijo Eric molesto- Me moría de ganas de ver a Malfoy temblando. Es un cobarde.
-Lo siento chicos.

Karen y Sean se fueron a ver si ya estaban todos los de quinto en la sala común. Los de otros cursos ya se habían marchado a clase.

-¿Queréis ver a Malfoy temblando de verdad? –les dijo Adrienne con una sonrisa maliciosa – Sé que tiene pánico a los dementores. Apuesto a que podemos ingeniar algo en el camino.
-Vaya Adrienne –le dijo Jack- Pensaba que eras una buena chica.
-Antesdeayer me quitó diez puntos y me tengo que vengar.

El cuadro se abrió y Neville llegó algo apresurado.

-Sean, Karen ¿están todos?
-Si, Neville –respondió Sean.
-Vale, bajad al vestíbulo. Los de Ravenclaw y los de Hufflepuff ya están allí.

Todo quinto curso comenzó a bajar, con una mezcla de nervios y excitación en el estómago. Todos tenían muchas ganas de llegar ya a Heperville, ya que era mucho más grande que Hogsmeade y tenía muchas más cosas para visitar.

-¿Cómo crees que se tomará Malfoy esta excursión? –le preguntó Adrienne a Daniel.
-No lo sé. Harry Potter y él siempre se han odiado, incluso después de que Harry Potter le salvara la vida. Y dado que vamos a la ciudad que Harry Potter fundó... Además vamos con Neville y Malfoy tampoco se lleva muy bien con él. Debería haber venido Hermione. Parece que Malfoy y ella hacen buenas migas ¿no?
-Ya. Hay mucha química entre ellos. Cada vez que se cruzan saltan chispas.
-McClain, Moore –dijo Malfoy- Cinco puntos menos para Gryffindor por hablar de cosas que no les incumben.

Malfoy se marchó para ver como se las arreglaban los de Slytherin.

-¡Así que le gusta! –exclamó Adrienne comentándolo con Daniel.
-¡Otros cinco menos señorita Moore! –dijo Draco sin siquiera volver la espalda.
-¡Maldito hijo de perra!
-¡Adrienne! –dijo Neville- ¿Qué vocabulario es ese? Mira que lo siento, pero cinco puntos menos. Y ahora id yendo a la entrada. ¡Y que no se repita!

Adrienne se fue malhumorada hacia la puerta, acompañada de Daniel, que se reía por lo bajo. De pronto alguien le golpeó con una maleta, y bastante dura. Adrienne se cayó al suelo, mientras un lado de la cara le dolía.

-¡Lo qué me faltaba! ¡Ve con más cuidado!
-Lo siento.

El chico que llevaba la bolsa la dejó a un lado, mientras Adrienne se quedaba mirándole embobada.

-¿Estás bien?

Adrienne asintió ya que no tenía palabras. El chico más guapo de toda la escuela le acababa de pegar y le estaba hablando. Alex Montero le tendió la mano y Adrienne la tomó temblando.

-Gracias –consiguió decir Adrienne una vez estuvo de pie.

Alex cogió de nuevo su maleta y siguió su camino. Adrienne tenía unas ganas enormes de reír, gritar y saltar, pero las tenía como metidas por dentro. Recogió su bolsa y salió fuera donde Malfoy le echó una severa mirada con sus grises ojos. Todos estaban ya esperando fuera cuando aparecieron los carruajes que siempre los llevan de la estación a Hogwarts. De pronto Alex se puso a gritar. Adrienne miró hacia allí y comprobó que el resto de la gente de su casa le miraban incrédulos.

-¿Pero qué dices Alex? ¡Aquí no hay nada!
-Hay unos animales tirando de los carruajes.

Adrienne sonrió. Recordó que en segundo curso, cuando usaron los carruajes por primera vez se preocupó mucho al ver que nadie veía a los animales que ella estaba viendo. Se acercó a donde Alex decidida. Ella sería quien le contaría porqué veía aquellos animales y quedaría como una reina. Se fue alejando de su grupo sin darse cuenta y Malfoy volvía a mirarla con mala cara. Alex se había quedado solo mirando extasiado a las bestias.

-¿Pero de verdad que no los veis?
-Alex...
-¿Sí? ¡Ah eres tú! ¿Qué quieres?
-Yo también veo a los thestrals. Los ves porque has visto la muerte. La gente dicen que traen mala suerte por esto, pero yo no lo creo.

"¡Vaya!" pensó Adrienne "¡He conseguido hacer un buen discurso!"

-Gracias por contármelo.

Alex puso su mano sobre la negra cabeza del thestral mientras este le miraba con sus ojos rojos brillando. La verdad es que los thestrals no daban mucha confianza.

-¿No te da miedo? –le dijo Adrienne.
-No. Me encantan las criaturas mágicas. Es mi asignatura favorita. ¿Quieres tocarlo?

Adrienne se acercó al thestral, posó su mano y le acarició suavemente. Estaba sorprendentemente cálido. El thestral movió sus alas haciendo que Adrienne se echara un poco hacia atrás.

-¡Montero! ¡Moore! –exclamo Malfoy- ¿Se puede saber qué están haciendo? ¡Cinco puntos menos para cada uno!
-¡Pero en total ya me ha quitado 20!
-¡Cállese señorita, o serán otros veinte más! ¡Y ahora entren en el carruaje de una maldita vez!
-Pero profesor –protestó Adrienne- Daniel me está esperando.
-No, porque ya le he hecho subir a un carruaje. ¡Gregson! ¿Qué hace volviendo al vestíbulo?
-He olvidado mi varita –dijo Doug Gregson, un chico de Ravenclaw.
-¡Accio! La varita salió de uno de sus bolsillos.
-Las mentiras nunca dan buen resultado. ¡Suba al carruaje!

Malfoy se aseguró de que no quedaba nadie más y subió al carruaje con sus alumnos.

-Ustedes tres son los alumnos más insensatos que Hogwarts ha tenido jamás.

Y estas fueron las últimas palabras que se pronunciaron en ese carruaje durante todo el trayecto a las estación de Hogsmeade. Al llegar allí Daniel le estaba esperando.

-¿Dónde te habías metido Adrienne?
-Con Alex.
-Se ve que a partir del golpe ya tenéis mucha más confianza.
-¡Cállate! Le he explicado porqué el ve a los thestrals y los demás no. Luego le hemos acariciado a uno. Y por ellos Malfoy nos ha quitado 5 puntos a cada uno.
-Está de muy mal humor.
-No digas nada, que tiene oídos por todas partes. Por cierto, ¿dónde está Karen?
-Con todos los perfectos prefectos.
-¡Mira ya viene el tren!

El tren fue disminuyendo la marcha hasta que quedó completamente detenido. Adrienne y Daniel se pusieron en un compartimiento junto con Eric y Jack, para preparar la broma.

-Necesitamos una túnica muy larga negra, y a alguien muy alto –comentó Jack- Aunque Adrienne se podría subir a hombros de alguien. No pesa mucho. Dennis es el más fuerte.
-Dennis nunca aceptará –sentenció Eric cruzando los brazos- Es demasiado serio para estas cosas.
-La tela la podemos comprar en Heperville –comentó Adrienne- Ya pensaremos quien me llevará. ¿Creéis que colará?
-Esperemos.
-Yo no pienso participar –dijo Daniel.
-¿Por qué no? –le dijo Adrienne- ¡Creía que te gustaban estas cosas!
-Malfoy ya me ha quitado bastantes puntos y si nos pillan no quiero quedarme detenido. Tengo que entrenar a Quidditch por las tardes.
-Entonces ya solo quedamos nosotros tres –dijo Jack- echaremos a suertes quien lleva a Adrienne y pagaremos la tela entre los tres. ¿De acuerdo?
-Por mi vale.
-Estoy de acuerdo.

Al cabo de una hora llegaron a Heperville. Adrienne y Daniel bajaron del tren y buscaron a Karen con la mirada, mientras Malfoy y Neville iban atrayéndolos a todos para que se pusieran en círculo. Los tres amigos se encontraron y Malfoy se puso a hablar.

-Bien. Ahora iremos al hotel y repartiremos las habitaciones. Y ya podéis tener las hormonas tranquilitas porque no serán mixtas.

Se oyó un "OH" general, que hizo a Malfoy sonreír divertido. Una gran cantidad de alumnos se fue moviendo hacia el hotel, que estaba a unos diez minutos andando. La gente de Heperville miraba al grupo sonriendo, mientras que todos estos caminaban armando bulla. Por muchos puntos que quitara Malfoy todos estaban demasiado alterados para poder caminar sin dar la nota.

-¡¡Karen!! –gritó Adrienne al ver la nuca de su amiga un poco más adelante.

Karen esperó a Adrienne y a Daniel.

-¿Qué tal el viaje? –les preguntó.
-Bien –dijeron ambos a la vez.
-Neville me ha dicho- continuó Karen mientras se ponían de nuevo en marcha- que las habitaciones no estarán por casas, porque el motivo de esta excursión no es solo visitar Heperville, sino también aprender a cooperar.
-¿Y entonces como estarán las habitaciones? –dijo Adrienne.
-Por apellidos, excepto los prefectos que estaremos todos juntos.
-Ten cuidado con el de Hufflepuff –le dijo Daniel- Parece un pulpo.
-¡No seas idiota! ¡También están separados por sexos!
-Era broma Karen –le dijo Adrienne.- ¡Mirad es Harry Potter!

Los tres se pararon ante una estatua de Harry sosteniendo su Saeta de Fuego y con todo el traje de Quidditch prácticamente destrozado. Aquella había sido la noche que había derrotado a Voldemort para siempre: la final del campeonato de Quidditch cuando cursaba 7º.

-¡Maldito engreído de mierda! –murmuró Malfoy al pasar por allí.

Los tres amigos se miraron sorprendidos.

-Yo creo que le insulta porque tiene envidia –dijo Adrienne.- El único engreído es él, que desearía tener una estatua así en una ciudad así.

Sus dos compañeros le dieron la razón. Al cabo de poco minutos llegaron al hotel. No era gran cosa, pero estaba bastante bien. Malfoy y Neville entraron y al cabo de unos minutos, salieron con un montón de tarjetas en la mano.

-Ahora os daremos las llaves y os diremos a que número irán quienes. Tenemos 22 habitaciones. Una es para el profesor Longbottom y para mi. El resto es para los alumnos. No estarán por casas, estarán por apellidos. Empezaremos por los chicos: Affer, Dennis de Gryffindor con Almond, George de Hufflpuff, Band, Henry de Ravenclaw, Bemens, Eugene de Hufflpuff y Binsay, Guy de Slytherin. Todos vosotros habitación 201.

Los cinco muchachos salieron de entre las filas y se pusieron rumbo a su habitación. Adrienne se sentó sobre su bolsa, porque hasta que llegaran a las chicas de la "M" tenía un buen rato. Estuvieron charlando unos minutos cuando le llegó el turno a Daniel.

Marshal, Edward de Slytherin, McClain Daniel de Gryffidor, Mills, Andrew de Slytherin, Montero, Alejandro de Hufflepuff y Pearce, Eric de Gryffindor habitación 205.

Cuando todos los chicos estuvieron asignados a sus habitaciones Malfoy les dio las habitaciones a los prefectos y se fue para asegurarse de que todo iba bien. Neville continuó con la lista de cuartos para las chicas.

-Manson, Erika de Ravenclaw, Moore, Adrienne de Gryffindor, Muste, Alice de Slytherin y Brenda y Grace O'Connor de Slytherin. Habitación 204.

Adrienne miró a sus compañeras un tanto cohibida. Excepto Erika Manson, las otras tres no parecían tener cara de buenos amigos. Alice Muste le sacaba por lo menos diez centímetros a lo alto y a lo ancho. Y eso que Adrienne medía cerca del metro sesenta y cinco. Por otro lado las gemelas tenían un feo mohín en la cara. Grace O'Connor cogió la llave y subieron al segundo piso. Para su alegría la habitación de Daniel era justo la que tenía enfrente. Adrienne entró en una habitación con dos literas y una cama. Alice Muste se subió arriba de una litera sin apenas hacer esfuerzo mientras las gemelas discutían porque las dos querían arriba.

-¿Te importa dejarme a mi la cama? –le dijo Erika- Últimamente estoy vomitando con frecuencia y me es mas fácil levantarme así.
-Claro, no importa.

Adrienne tendría que dormir debajo de la mole de Muste. Dejó su bolsa al lado de la cama y se puso buscar algo en ella. De pronto un zapato le golpeó la cabeza. Muste rió imitando el sonido exacto de un cerdo al que van a matar. Adrienne subió su marina mirada hacia la litera de arriba con mala cara. Muste se limitó a volver a reír esta vez acompañada por las gemelas. Erika se puso pálida y salió corriendo hacia el baño. Se oyó una arcada y Adrienne puso los ojos en blanco. Malfoy tocó la puerta y dijo alegremente.

-¡Venga chicas no tenemos todo el día! ¡A las doce y media todos abajo!

Adrienne frunció el entrecejo. ¿Desde cuando Malfoy era tan amable? Seguramente habría ejercitado su brazo soltando así algún fluido blanco y pegajoso. Decidió pensar en otra cosa. Buscó en su bolsa su neceser y lo dejó sobre la mesita.

-Tranquilita Moore –dijo Muste con una voz que fácilmente podría ser la de un hombre adulto- Esta es para mi.

Adrienne fue a dejarlo en la otra pero las gemelas siguieron el ejemplo de Muste. Se dirigió al baño y tocó la puerta.

-¿Estás bien Erika? ¿Puedo entrar?

Otra arcada. Finalmente se resigno por dejar su neceser dentro del armario. Las tres muchachas de Slytherin se marcharon, porque faltaba poco para que dieran las doce y media. Adrienne las imitó al cabo de unos minutos. Una multitud de quinceañeros le acompañaba mientras bajaban las escaleras. Abajo se encontró con sus dos amigos que le estaban esperando.